1 La Autonomía del Banco Central y su Inoperatividad a Favor de la

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La Autonomía del Banco Central y su Inoperatividad a Favor de la Dinámica
Económica.
Arturo Huerta G.
La estabilidad cambiaria es pieza clave de la política económica predominante.
El libre movimiento de capitales obliga a que la política económica tenga que priorizar
condiciones de estabilidad cambiaria para configurar las condiciones de confianza
deseadas por el capital financiero internacional, y para evitar prácticas especulativas que
desquicien el mercado de capitales y de divisas.
Es importante que la moneda sea aceptada a fin de que no se especule contra ella. Para
ello, la moneda debe ser estable y la economía debe ofrecer opciones de inversión
rentables para que nuestros acreedores y sobre todo nuestros proveedores puedan
invertir los pesos en el país y no los cambien por divisas. La moneda debe ser aceptada
por parte de quienes nos venden productos desde el exterior, a fin de poder mantener el
déficit comercial externo.
Para configurar las condiciones de estabilidad monetaria, confianza y credibilidad, para
poder acceder a los mercados financieros internacionales, el gobierno deja de tener el
manejo soberano de las políticas monetaria y fiscal a favor del crecimiento, para
circunscribirlas a asegurar el objetivo de estabilidad. De tal forma, la política cambiaria
pasa a ser una variable que responde a los intereses del capital financiero.
La estabilidad del tipo de cambio nominal obliga a trabajar con autonomía del banco
central, a fin de que dicha institución no pueda financiar el déficit fiscal y provocar
presiones inflacionarias. Ello obliga al gobierno a privilegiar la disciplina fiscal. Su
gasto no puede rebasar la captación tributaria y la emisión de deuda. Al respecto nos
dice la UNCTAD que “se independiza el banco central del gobierno para asegurar la
credibilidad del compromiso de dicha institución monetaria para centrarse en alcanzar la
meta de inflación”. (UNCTAD, 2006:133) Igual papel desempeña la Ley Federal de
Presupuesto y Responsabilidades Hacendarias que obliga a trabajar al gobierno con
déficit fiscal de cero.
La estabilidad cambiaria y las reservas internacionales.
Al no tener la economía nacional condiciones endógenas para estabilizar el tipo de
cambio y reducir la inflación, se ha recurrido a instrumentar políticas monetaria, fiscal y
de privatización y extranjerización de empresas para promover la entrada de capitales,
para mantener altas reservas internacionales a fin de salvaguardar la convertibilidad de
la moneda a la paridad cambiaria existente. Ello explica el porque el diferencial de tasas
de interés interna versus externa, así como la disciplina fiscal para ampliar la esfera de
influencia al capital privado en la economía nacional para atraer capitales.
La economía, bajo la hegemonía del capital financiero, es condenada a la
instrumentación de tales políticas, a fin de conformar las condiciones de confianza y
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rentabilidad deseadas por los mercados internacionales, así como para evitar prácticas
especulativas del capital financiero sobre la moneda nacional.
No es a través de superávit de comercio exterior que México garantiza la estabilidad del
tipo de cambio, sino mediante el superávit de la cuenta de capitales que permite
aumentar las reservas internacionales. El problema de ello es que no hay viabilidad de
tener política a favor del crecimiento económico, ni de frenar el proceso de
privatización y extranjerización de la economía.
La autonomía del banco central.
El régimen de credibilidad que el banco central debe otorgar al capital financiero, pasa
por la estabilidad monetaria, lo que le exige ser independiente del gobierno y de los
representantes electos para evitar caer en financiamiento inflacionario que trastoque la
estabilidad de la moneda buscada. La autonomía del banco central está encaminada a
que el gobierno y el público en general no tengan intromisión en la política monetaria.
De ahí que el único objetivo de dicha institución monetaria que se establece en la
Constitución, es la de preservar el poder de compra de la moneda. Se salvaguardan así
los intereses del capital financiero, quien es el que controla la moneda.
Al no tener el gobierno el control soberano de la política monetaria, se ve obligado a
trabajar con disciplina fiscal y a dejar de tener una política monetaria y fiscal contracíclica.
La autonomía del banco central (con el predominio de su política monetaria restrictiva),
así como la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidades Hacendarias (donde obliga
al gobierno a trabajar con disciplina fiscal), le quitan el manejo soberano al gobierno de
tales políticas a favor del crecimiento, para evitar que se distancie la cantidad de
moneda al flujo de capitales y a las reservas internacionales para asegurar su estabilidad
y convertibilidad.
Cuadro 1
Reservas Internacionales
como porcentaje del M1
Año
Reservas/M1
1987
135,2
1988
239,1
1989
78,9
1990
59,1
1991
66,7
1992
51,9
1993
51,1
1994
53,8
1995
13,7
1996
69,8
1997
63,5
1998
78,6
3
1999
83,8
2000
67,2
2001
66,1
2002
60,2
2003
74,9
2004
79,7
2005
76,2
2006
69,1
2007
65,0
Fuente: Elaborado con datos de
Banxico. Indicadores económicos
y financieros
En el cuadro 1 se puede observar como la Política del Pacto de Estabilidad (llamado de
Solidaridad en aquel entonces) en diciembre de 1987, empieza con grandes reservas
internacionales y una fuerte devaluación (30%) que desvaloriza la oferta monetaria en
relación al dólar y hace que la relación de reservas internacionales a M1 sea alta, a fin
de mandar señales de que se mantendría la estabilidad cambiaria estipulada para evitar
futuras presiones inflacionarias. En 1994 observamos como las reservas habían caído
significativamente, lo que comprometía la estabilidad y convertibilidad y de ahí la
devaluación que se da a fines de ese año y principios de 1995, llevando de nuevo, junto
con el superávit de comercio exterior alcanzado a aumentar las reservas internacionales
en relación a M1 para mandar señales de estabilidad cambiaria. A lo largo del período
siguiente se mantienen altas reservas en relación a M1 para asegurar la estabilidad
cambiaria y la convertibilidad de la moneda a dicha paridad.
Las autoridades monetarias no pueden ser electas democráticamente, pues tendrían que
responder a la demanda de sus electores, lo que pudiese comprometer sus objetivos de
estabilidad monetaria, por lo que tales autoridades son electas por el Presidente de la
República y ratificados por el Senado, para que respondan exclusivamente a los
preceptos constitucionales de estabilidad de la moneda.
En cambio, en un contexto de democracia, el banco central se legitima al cumplir los
objetivos de la gran mayoría de los electores, los que se asocian al crecimiento
económico y al pleno empleo, situación que no se da en nuestro país.
Los determinantes de la tasa de interés y la estabilidad del tipo de cambio.
El banco central opera con objetivos de reducción de la inflación y estabilidad del tipo
de cambio, para lo cual maneja la tasa de interés. Ésta pasa a estar determinada en torno
a las expectativas de inflación (la diferencia entre la inflación proyectada y deseada),
como por la tasa de interés internacional y las presiones que enfrente el tipo de cambio.
Nos dice Moore que el limite máximo y mínimo de este rango es fijado por el tamaño y
apertura de la economía y por el régimen de tipo de cambio (Moore, 1989:27).
En un contexto de expectativas inflacionarias, de alzas de la tasa de interés internacional
y de presiones sobre el déficit externo y sobre el tipo de cambio (tanto por el menor
4
precio internacional de petróleo, como por la desaceleración de las exportaciones, dado
el menor crecimiento de la economía de EUA y la pérdida de competitividad de la
producción nacional en dicho mercado), junto al menor dinamismo de la entrada de
divisas por concepto de remesas que se viene dando en los últimos meses (véase
Cuadro), hacen prever presiones sobre las reservas internacionales y sobre el tipo de
cambio, lo que lleva al banco central a aumentar su tasa de interés para frenar la
demanda y las presiones que ésta ejerce sobre precios, como para hacer mas atractivos
los depósitos en el país y así frenar salida de capitales y atraer a estos, a fin de evitar la
desestabilización del tipo de cambio.
Cuadro, comportamiento de exportaciones
México: exportaciones totales, petroleras y no petroleras, remesas
familiares
(tasa de crecimiento)
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007*
Exportaciones
-
Petroleras
-
No Petroleras
-
Remesas
-
-4,42
1,43
2,31
14,10
13,95
16,83
3.38
-18,19
12,35
25,44
27,22
34,75
22,68
-13.87
-2,94
0,44
-0,04
12,43
10,96
15,81
6.95
35.3
10.3
36.5
24.0
20.6
15.1
-3.4
Fuente: Elaborado con Base en datos del INEGI y
Banxico
*primer trimestre 2007. Respecto al primer trimestre del año pasado
El alza de la tasa de interés refleja el clima de incertidumbre que enfrenta la economía,
manifiesto en la desaceleración de la entrada de divisas, por las razones antes señaladas,
aunado a la creciente demanda de divisas por concepto de la dinámica que siguen
mostrando las importaciones. La autoridad monetaria recurre al alza de la tasa de interés
ante cualquier hecho que genere incertidumbre y expectativas diferentes a las esperadas,
a fin de mandar señales de que no permitirán que se presente vulnerabilidad en el tipo
de cambio.
La tasa de interés es determinada por el banco central en función de los objetivos de
estabilidad monetaria, ya que de lo contrario el capital financiero especularía contra la
moneda, ejerciendo así su poder para que la política económica responda a su favor.
Ello opera así, dado el contexto de libre movilidad de capital predominante.
Ante la falta de opciones rentables en la esfera productiva, y ante el temor de que se de
una alta preferencia por liquidez que pueda dar pauta a acciones especulativas y salida
de capitales que puedan desestabilizar el peso y a la economía, se opta por mantener
altas tasas de interés como opción de inversión financiera, para disminuir la preferencia
por liquidez.
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La autonomía del banco central y la estabilidad del poder de compra de la
moneda.
La estabilidad de precios pasa a ser el principal objetivo de la política monetaria. De ahí
que las autoridades monetarias manejan la política de los “cortos” y la tasa de interés
para disminuir la demanda (inversión) y las presiones inflacionarias, así como sobre el
tipo de cambio y sobre la oferta monetaria. Ello refleja que para las autoridades, la
inflación es originada por la demanda, y de ahí el carácter restrictivo de sus políticas.
Por más que dicen que se trabaja con un tipo de cambio flexible, tal flexibilidad no se
da en torno a precios, sino en torno al movimiento de capitales, para lo cual la política
monetaria y fiscal, así como el proceso de privatización y extranjerización, actúan para
que la entrada de divisas sea mayor que la salida, lo cual termina apreciando a la
moneda nacional (véase Cuadro ), y actúa a favor del capital financiero. Se evita la
volatilidad del tipo de cambio para no afectar la valorización del capital financiero y
propiciar acciones especulativas que desquicien el funcionamiento del sector financiero
y de la economía.
Tipo de cambio y su apreciación
(1996-2006)
Año
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
INPC1
USA*
INPC1
Mex
Tipo de
cambio
Nominal
Tipo de
cambio
Teórico2
Apreciación
100.00
102.34
103.92
106.20
109.78
112.87
114.67
117.28
120.43
124.48
128.51
100.00
110.37
120.02
131.68
139.45
145.17
149.97
154.53
159.44
163.81
164.04
7.60
7.92
9.14
9.56
9.46
9.34
9.66
10.79
11.29
10.89
10.90
7.60
8.96
10.22
11.66
12.36
12.78
13.21
13.51
13.77
13.85
13.91
0.00
13.11
12.27
22.13
30.69
36.90
37.08
25.31
22.09
24.86
30.11
*U.S, Boreau of labor statistics
1: base 1996 =100
2/Es el tipo de cambio nominal de un año determinado (1996) considerado como referencia, multiplicado por la relación de precios
de Estados Unidos y México.
Fuente: Elaborado con datos del Centro de estudios de las Finanzas Públicas y U.S, Boreau of labor statistics
Con la autonomía del banco central, la política monetaria se circunscribe
exclusivamente al objetivo de la estabilidad de la moneda, relegando los objetivos de
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estabilidad bancaria (en lo referente a las condiciones de solvencia que deben existir
para la buena operatividad de tal sector a favor de la esfera productiva), así como el de
crecimiento económico y pleno empleo. Ello se ha acentuado debido a que las
autoridades monetarias, al apreciar la moneda nacional, han aumentado su poder
adquisitivo (violentando así el mandato constitucional de preservar su poder de
compra), lo que disminuye la competitividad de la producción nacional y con ello sus
niveles de ingreso, que redundan en problemas de insolvencia y menor inversión.
El carácter endógeno de la moneda, la reducción de la inflación y la restricción de
la actividad económica.
Las autoridades monetarias no pueden controlar directamente la oferta monetaria. Ésta
no puede ser manejada exógenamente, sino tiene un carácter endógeno en función de la
demanda por dinero que se deriva de la actividad económica. Es decir, la oferta
monetaria es resultado del proceso productivo (Fontana, 2006). De ahí el porque
predominan la política monetaria restrictiva, junto a la política de disciplina fiscal, para
frenar la demanda y la dinámica económica y así evitar presiones sobre precios, como
sobre la oferta monetaria y el tipo de cambio.
Se mantiene baja la inflación a costa de restringir el financiamiento al sector industrial.
Ello se da tanto por la menor demanda y los menores márgenes de ganancia que
configura la competencia desleal frente a importaciones, como por la restricción
crediticia de que es sujeto dicho sector por parte de la banca.
Cuadro de la disponibilidad crediticia hacia manufactura, % del crédito total
Disponibilidad crediticia
del sector Manufacturero*
Manufactura
1994
17.79
2000
15.48
2001
14.64
2002
13.60
2003
13.32
2004
14.09
2005
10.63
2006
9.78
2007
9.58
* porcentaje del total del crédito
Fuente: Elaborado con datos de
Banxico
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La desaceleración de la disponibilidad crediticia, contribuye a frenar la dinámica del
sector productivo y la demanda de dinero que éste ejerce, y a mantener restringida el
crecimiento de la demanda y de la inflación y por lo tanto, de la oferta monetaria.
De tal forma, la desaceleración de la actividad productiva nacional, está en relación
directa con la caída de la disponibilidad crediticia hacia tal sector.
DATOS
México: Crecimiento del crédito, el
producto del sector manufacturero y de
las importaciones de bienes de consumo.
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Crecimiento del
crédito sector
manufacturero
Crecimiento del PIB
manufacturero
-12.1
-1.24
-1.25
11.05
-12.97
10.15
-3.8
-0.7
-1.3
4
1.4
4.7
Fuente: Elaborado con datos de INEGI y Banxico.
Nos dice Rochon que “Una caída de la oferta crediticia puede trasladarse en una
importante caída en la producción, (Rochon, 2006:177). El propio Keynes ya lo
mencionaba, de cómo “los bancos pueden influenciar el volumen de inversión
expandiendo o contrayendo el volumen de sus préstamos” (Keynes, 1971a:212).
Es por lo tanto, a través de disminuir la dinámica económica, que se frenan las presiones
sobre precios y el crecimiento de la oferta monetaria, evidenciándose el carácter
endógeno de ésta. Es decir, el comportamiento de la oferta monetaria, depende de la
demanda por dinero, y no es controlada directamente por el banco central, sino
indirectamente a través de la tasa de interés. Nos dice Rochon que “la oferta monetaria y
las reservas bancarias varían endogenamente en respuesta a cambios en la demanda por
dinero y crédito” (Rochon, 1999, Capítulo 5). Así mismo, nos dicen Arestis y Sawyer
que “el dinero es generado dentro del proceso inflacionario y la tasa de inflación
influencia la tasa de incremento del stock de dinero, pero el dinero no causa inflación”.
(Arestis y Sawyer, 2006:227)
Se evidencia así el carácter endógeno de la moneda, ya que se restringe su crecimiento a
través de frenar la dinámica de la demanda y del ingreso de los sectores productivos y
8
de los trabajadores. Nos dice P. Davidson que “si la oferta de dinero es endógena,
entonces la política anti-inflacionaria dirigida a restringir el crecimiento de la oferta
monetaria es efectiva solo si limitan cambios en la demanda agregada efectiva lo
suficiente para crear mercados flojos que reduzcan la habilidad de buscar renta a los
propietarios de los factores de producción”.(Davidson, 2006:142)
Las autoridades monetarias privilegian el alza de la tasa de interés para frenar la
actividad económica y así la demanda por créditos de las empresas, ya que ante el
menor crecimiento del mercado interno no requieren de financiamiento para adquirir
insumos para el proceso productivo, lo cual disminuye el crecimiento del stock de
dinero, que es lo que buscan tales autoridades, a fin de que no se distancie de las
reservas internacionales y pueda originar desconfianza en torno a la estabilidad y
convertibilidad de la moneda a la paridad existente. Al frenarse la actividad económica,
pasa lo mismo con la creación de dinero. Nos dice Fontana que “el proceso de creación
de dinero subyace dentro del sistema económico en vez que en acciones independientes
discrecionales del banco central”. (Fontana, 2006:358)
La oferta monetaria no es independiente de la demanda. A pesar de que el banco central
se queda “corto” en relación a la demanda por dinero que enfrenta día a día por parte de
la banca comercial, la oferta de dinero crece, como consecuencia de cambios en la
demanda por dinero que se da tanto por la entrada de capitales, como por los
requerimientos que se derivan del dinamismo del sector financiero, comercial y
productivo. Las autoridades monetarias y hacendarias regulan el circulante a través de la
emisión de deuda. El crecimiento de la oferta monetaria -la nueva creación de dinero- es
resultado entre otras cosas de que el sistema bancario esté aumentando la disponibilidad
crediticia en los últimos años. Nos dice Rochon que “La creación de dinero es prueba
de la existencia de deuda”, (Rochon, 2006:177). En nuestro caso, la expansión crediticia
no se da a favor de las empresas productivas para financiar su producción, sino sobre
todo se destina al consumo y a la construcción, así como hacia el mercado de capitales,
explicando en parte la burbuja especulativa en tal sector, la que más temprano que tarde
explotará.
DATOS
Cuadro, disponibilidad crediticia hacia construcción, consumo, manufactura,
como %.
Crédito Otorgado al Sector Manufacturero,
Construcción y consumo por Medio de la Banca
Privada
(porcentaje del total del crédito)
Manufactura
Construcción
Consumo
2000
20,99
4,71
20,99
2001
20,80
4,56
20,80
2002
20,39
4,19
20,39
2003
19,97
4,53
19,97
2004
19,24
4,16
19,24
2005
14,16
4,20
14,16
2006
13,53
5,01
32,99
9
FUENTE: Elaboración propia en base a datos de Banco de México, Indicadores
económicos y financieros/Financiamiento e información financiera
El banco central prefiere asumir el costo de mantener restringida la liquidez y alta la
tasa de interés para frenar la demanda y evitar presiones sobre precios, a fin de asegurar
condiciones de confianza a favor del capital financiero para que permanezca y siga
fluyendo a la economía, y asegurar la estabilidad cambiaria, sin importar el costo que
ello tiene para el crecimiento de la economía.
Si no hay creación de dinero por parte del banco central, o del gobierno, o de la banca (a
través de mayores créditos), se compromete el inicio del proceso productivo, y no se
creará la demanda suficiente para realizar la producción y la ganancia en términos
monetarios, ni por lo tanto se crearán condiciones de rentabilidad por arriba de la tasa de
interés para impulsar la inversión y la dinámica económica. Nos dice Lau y Smithin que
“la creación de crédito explica primero como es posible que empresarios puedan
adquirir los recursos para colocar la producción en marcha y segundo para posibilitar la
realización de ganancias en términos monetarios” (Lau y Smithin, 2002).
Asimismo, Smithin añade que “la simple respuesta dada por muchas teorías de dinero
endógeno basado en crédito, es que las ganancias monetarias deben ser generadas por
creación monetaria sobre el costo inicial de la producción”. (Smithin, 2000)
La política monetaria dirigida a disminuir la inflación, acentúa los problemas de la
economía real, tanto porque aumenta el costo de la deuda, lo que lleva a que los sectores
endeudados transfieran mayores recursos a sus acreedores a costa de disminuir consumo
e inversión, por lo que se contrae la demanda y la actividad económica.
La inversión cae tanto porque el alza de la tasa de interés impacta sobre el precio de
oferta de la inversión (determinado por el costo de la inversión y de su financiamiento),
y por otro lado, porque disminuye el precio de demanda, ya que se reduce el valor
presente de los ingresos esperados, (Kregel, 1992) y también caen los ingresos y las
ganancias, ante el impacto que el alza de la tasa de interés tiene sobre la apreciación del
tipo de cambio (y la pérdida de competitividad), como por la contracción del mercado
interno, derivado del menor gasto público, ante los mayores costos de la deuda que
enfrenta el sector público.
La pérdida de competitividad de la producción nacional frente a importaciones y en el
mercado internacional, dificulta a las empresas trasladar a los precios sus mayores
costos financieros, por lo que se ven obligadas a sacrificar margen de ganancia para
poder permanecer en el mercado, aunque muchas salen del mercado, dados sus
problemas financieros, de sobreendeudamiento y de descapitalización en que caen.
Se reduce la inflación a costa de las menores ganancias del sector productivo, y de que
muchos proyectos de inversión dejan de ser atractivos y de ahí el lento crecimiento de
tal sector.
Mientras el gobierno no recupere el control de la moneda, no tiene margen para
instrumentar políticas públicas a favor del crecimiento económico, ya que seguirá
condenado a privilegiar la disciplina fiscal y a seguir con el proceso de privatización de
empresas y activos públicos para sortear sus problemas financieros, lo que configura un
10
contexto de bajo crecimiento y de extranjerización creciente de la economía, con sus
consecuencias de mayor polarización en la distribución del ingreso.
La política de reducción de la inflación y la distorsión de precios relativos.
Se establece un diferencial de tasas de interés interna y externa para evitar salidas de
capital y prácticas especulativas contra el peso, como para atraer capitales para
contribuir a la estabilidad del tipo de cambio. La política económica se ha encargado de
que la entrada de capitales sea mayor a la salida, a fin de mantener altas reservas
internacionales y apreciado el tipo de cambio.
La política de reducción de la inflación, al sustentarse en una política monetaria
restrictiva, en la disciplina fiscal, en el proceso de privatización y extranjerización y en
la estabilidad del tipo de cambio, configura una distorsión de precios relativos (alta tasa
de interés y tipo de cambio apreciado) que favorece la rentabilidad del capital
financiero, ya que se mejora el precio de los activos financieros, y atenta sobre la esfera
productiva, lo que origina una asignación de recursos hacia el sector financiero, en
detrimento del sector productivo y la generación de empleo. Minsky señala que el
“precio es una divisa para determinar donde las ganancias serán realizadas” (Minsky,
1979).
La apreciación del tipo de cambio abarata los productos importados y obliga a los
productores nacionales a ajustarse a tales precios, lo que afecta sus márgenes de
ganancia y sus niveles de capitalización. Ha habido un gran crecimiento de
importaciones de todo tipo, las que desplazan a la producción nacional del mercado
interno, y aumentan el déficit de comercio exterior manufacturero, en contexto de bajo
crecimiento económico.
DATOS
Déficit de comercio exterior manufacturero
México: Saldo comercial
manufacturero
(millones
dólares)
Saldo
1993
-19.067,70
1994
-23.349,60
1995
-117,2
1996
-123,8
1997
-6.021,50
1998
-9.880,90
1999
-10.363,20
2000
-18.638,30
2001
-17.293,10
2002
-17.419,70
2003
-18.270,80
2004
-24.783,00
11
2005
-22.335,90
2006
-25.962,00
Fuente: Elaborado con datos de
Banxico.
La alta tasa de interés y la apreciación del tipo de cambio, al afectar la situación
financiera de las empresas, desvaloriza el precio de los activos productivos, ya que está
en función de las expectativas de sus ingresos presentes y futuros, lo que complica la
viabilidad de encarar la alta relación de endeudamiento, como para incrementar su
inversión. Nos dicen Barbosa, Roda, et al, que el comportamiento de la tasa de interés,
del tipo de cambio, de los precios de los activos y de los niveles de endeudamiento, está
vinculado a los ciclos (Barbosa, Roda, et al, 2005)
Tal alteración de precios relativos en detrimento de al esfera productiva, afecta sus
condiciones de reembolso de la deuda y capacidad de inversión, lo que origina
problemas de insolvencia y lleva al sector a no ser sujeto de crédito. Nos dice Wray que
“cambios en la tasa de interés tiene efectos en el gasto, en la distribución del ingreso, en
la solvencia, en los costos financieros y en la estabilidad financiera”. (Wray, 2006a)
Con la estabilidad del tipo de cambio, la economía deja de tener política monetaria
y fiscal a favor del crecimiento.
Al comprometerse el gobierno a la estabilidad del tipo de cambio y a la convertibilidad
de la moneda a tal paridad, lo obliga a privilegiar políticas monetaria y fiscal restrictivas
para evitar presiones sobre precios, sobre el sector externo, el tipo de cambio y la oferta
monetaria, para que ésta no se distancie demasiado en relación a la reserva internacional
existente. Se pierde el manejo soberano de la política monetaria, cambiaria y fiscal a
favor del crecimiento económico.
No bajan la tasa de interés (no flexibilizan la política monetaria) ni propician la liquidez
necesaria para impulsar el crecimiento de demanda y de la dinámica económica, ya que
consideran que ello puede disminuir las reservas internacionales y originar presiones
sobre precios y el tipo de cambio. Señala la UNCTAD que “no será posible controlar la
tasa de interés y el tipo de cambio mientras se mantenga el libre movimiento de
capitales” (UNCTAD, 2006:61).
La política monetaria se encamina a restringir la demanda y por lo tanto el crecimiento
de importaciones y la demanda por divisas, así como a ofrecer opciones de inversión en
depósitos nacionales que desestimulen la demanda por divisas. Wray nos dice que la
política monetaria se dirige a “desestimular el cambio de activos en moneda nacional
por moneda extranjera”. (Wray, 2006b:278)
La política fiscal se ha subordinado al objetivo del banco central, de reducción de la
inflación y estabilidad del tipo de cambio, para lo cual se restringe el gasto para
mantener disciplina fiscal, para disminuir las presiones de demanda sobre el sector
externo y sobre el tipo de cambio. Asimismo, tal política permite atraer más capitales
(ya que pasan a invertir donde el gobierno dejan de hacerlo), para incrementar reservas
12
internacionales y frenar las presiones sobre el tipo de cambio. De tal forma, la política
fiscal deja de actuar como variable estabilizadora de la economía. No trabaja en forma
contra-cíclica para encarar los problemas recesivos que enfrenta la economía (derivados
de la propia política de estabilidad, como los que provienen del exterior), y asegurar el
crecimiento sostenido.
Se privilegia la disciplina fiscal y se relega el manejo activo de la política fiscal para la
búsqueda de la producción potencial. El crecimiento potencial se ve obstaculizado por
restricciones de demanda a raíz de las políticas monetaria y fiscal restrictivas, como por
la disminución de la disponibilidad crediticia y de divisas. La intención es que la
economía esté por debajo de su nivel de producción potencial para evitar presiones
sobre precios y sobre el sector externo (Gavin y Perroti, 1997), y así asegurar la
estabilidad de la moneda y evitar que ésta se desvalorice.
Ante la necesidad de no afectar el riesgo-país y mantener la confianza en los mercados
financieros internacionales y el acceso de su financiamiento para mantener la
estabilidad de la moneda y del mercado financiero nacional, se procede a no modificar
la política macroeconómica de estabilidad, a pesar de sus efectos de desaceleración de la
actividad económica.
Al priorizar objetivos de baja inflación y de estabilidad del tipo de cambio, la política
económica pasa a actuar en forma defensiva ante cualquier vulnerabilidad internacional
que pueda presionar sobre el tipo de cambio. Así, cualquier presión internacional sobre
el mercado de capitales y de dinero, sea por vulnerabilidad de los mercados
internacionales, o por alza de la tasa de interés en EUA, se reacciona con alza de la tasa
de interés interna, como con mayor restricción fiscal para ampliar opciones de inversión
internamente y evitar salidas de capitales.
La política de estabilidad nos conduce a la baja participación del Estado en la
economía.
La política de estabilidad del tipo de cambio, al sustentarse en la política monetaria
restrictiva y en la disciplina fiscal, ha reducido la participación del Estado en la
economía, lo que ha sido funcional a la cúpula empresarial nacional como al capital
financiero internacional, los cuales amplían su esfera de influencia en los sectores
estratégicos de la economía.
En el contexto de liberalización económica y de las políticas de estabilidad monetaria, el
gobierno deja de tener ingerencia en la asignación de recursos y en la determinación de
los rumbos del acontecer económico nacional. Con la apertura comercial y el libre
movimiento de mercancías, junto a la estabilidad del tipo de cambio, y la restricción
monetaria y crediticia y la disciplina fiscal, el gobierno no tiene oportunidad alguna de
tener política fiscal, industrial y agrícola para favorecer el crecimiento productivo, el
pleno empleo y el ajuste de la balanza de comercio exterior manufacturero.
Con la estabilidad del tipo de cambio, el gobierno enfrenta restricciones financieras, por
lo que no puede trabajar con gasto deficitario, y tiene que circunscribir su gasto a su
nivel de ingresos, lo que frena la actividad económica. En tal contexto, el gobierno no
puede expandir su gasto, ya que ello sería a costa de demandar más crédito y de
13
disminuir la disponibilidad crediticia hacia el sector privado. Al operar el gobierno con
déficit fiscal, las autoridades monetarias proceden a aumentar la tasa de interés, para
frenar el crecimiento de demanda que se deriva de dicho déficit, para evitar presiones
inflacionarias y sobre el sector externo que pudiesen desestabilizar el tipo de cambio,
por lo que se opta por trabajar con disciplina fiscal. De hecho Wray nos dice que “en un
régimen de tipo de cambio fijo… muchos de los resultados ortodoxos respecto a la
política fiscal se mantienen, tal como que el déficit fiscal causa que aumente la tasa de
interés”.(Wray, 2006b:288) Por lo tanto, la política monetaria restrictiva, limita el papel
del Estado en la actividad económica, ya que la expansión del gasto público requiere
que la política monetaria acompañe dicho proceso, y al predominar la restricción
monetaria para evitar presiones sobre precios, no hay posibilidades de expansión de la
política fiscal.
Las políticas monetaria y fiscal no pueden contrarrestar los efectos recesivos
provenientes del exterior, ni responder a las demandas nacionales de empleo y bienestar
para las grandes mayorías, ya que tienen que privilegiar la estabilidad del tipo de
cambio y la reducción de la inflación.
La economía está regresando al período previo a la Gran Depresión (1929-1933), el cual
se caracterizaba por la baja presencia del sector público en la actividad económica y un
banco central restringido, donde su único objetivo era la estabilidad de la moneda (ya
que estaban dentro del patrón oro), por lo que ambas instituciones no desempeñaban
papel alguno de prestamista de última instancia para evitar la crisis (véase al respecto
Minsky, 1993). Se privilegia el enfoque clásico, donde no se requiere de la intervención
gubernamental en la economía para alcanzar el PIB potencial (Gavin y Perroti, 1997), y
el déficit fiscal era considerado inmoral (Gosselin, 1998), por lo que la política fiscal no
era usada como herramienta para influenciar la dinámica económica.
El capital financiero se encarga de difundir una ideología donde el déficit fiscal y la
inflación son considerados enemigos públicos, dado que afectan a sus intereses, ya que
ello reduce su participación en la economía y le desvaloriza su capital. La economía,
bajo la hegemonía del capital financiero, es condenada al predominio de las políticas de
estabilización, de disciplina fiscal y de reducción de la participación del Estado en la
economía. Esta situación pasó de nuevo a predominar a partir de fines de los años
ochenta a nivel mundial, lo que nos lleva a tener un banco central y un gobierno
pasivos, donde no configuran las condiciones de liquidez y de crecimiento del mercado
interno necesarias para el crecimiento.
Los tomadores de decisiones económicas se han olvidado las lecciones que se derivaron
de la Gran Depresión, donde la falta de instituciones que asumieran tareas contracíclicas, hacían que ésta se profundizara. Las políticas monetaria y fiscal, al priorizar la
estabilidad de la moneda, hacen que se mantenga el período de bajo crecimiento y de
alta vulnerabilidad externa de la economía.
La política de los “cortos” y el carácter disfuncional del sistema bancario a la
dinámica productiva.
14
La política de los “cortos” del banco central, limita el acceso de la banca comercial para
obtener reservas bancarias de dicha institución a la tasa de interés interbancaria
existente. Si la banca comercial pide mas dinero de lo estipulado, tiene que pagar un
castigo, es decir mayor tasa de interés, lo que los hace ser más cautos y les restringe su
capacidad de satisfacer cualquier demanda por crédito.
Al no satisfacer el banco central la demanda de moneda diaria del sistema bancario, es
decir, al dejar “corta” esta demanda de reservas que los bancos hacen día a día, no solo
se mantienen las presiones sobre la tasa de interés, sino también se compromete el
sistema de pagos, por los problemas de liquidez e insolvencia que se generan. Ello
contribuye a restringir la disponibilidad crediticia del sistema bancario hacia el sector
productivo, lo que frena la creación de nuevos depósitos y de reservas bancarias, y
recrea el contexto de restricción crediticia, evitando así crecimientos indeseados de la
oferta monetaria, a costa de afectar la dinámica económica y acentuar los problemas de
insolvencia. Al privilegiar el banco central la política monetaria restrictiva para alcanzar
la estabilidad del tipo de cambio y la baja inflación, desatiende, nos dice Fontana, “una
de sus principales funciones que es la de salvaguardar el sistema económico de las crisis
financieras”. (Fontana, 2006:358).
La política de restricción crediticia el sistema bancario contribuye a frenar el
crecimiento de la económica, para evitar presiones sobre precios y un fuerte crecimiento
de la oferta monetaria. De hecho nos dice Wray que “el control del crédito podría ser
efectivo para enfriar el mercado de construcción, podría disminuir el crecimiento del
agregado monetario”. (Wray, 2006a)
Se cae en un círculo vicioso, ya que la menor dinámica económica configurada, reduce
los depósitos y las reservas bancarias, lo que presiona al alza la tasa de interés y
restringe la disponibilidad crediticia.
La banca se opone a políticas a favor del crecimiento, tal como bajas tasas de interés,
crecimiento del mercado interno y tipo de cambio competitivo, que mejoren los ingresos
del sector productivo, no solo porque ello pueda ser inflacionario y trastocar los
ingresos del sector financiero, sino sobre todo porque tales políticas colocarían al sector
productivo en una posición financiera mejor que reduciría su dependencia del
financiamiento bancario, restando ello poder al sector bancario.
La liberalización y desregulación del sector bancario ha actuado en detrimento del
desempeño que dicho sector debería tener de impulso a la actividad productiva, al
empleo y al crecimiento generalizado y sostenido de la economía. Dicha política
instrumentada en nuestro país a partir de 1989, desembocó en la crisis bancaria de 1995,
como consecuencia de que no garantiza los niveles de ingreso y ganancias en la esfera
productiva suficientes para cubrir el reembolso de la deuda (Huerta, 1997), y
posteriormente ello se tradujo en drástica restricción crediticia y en la extranjerización
de dicho sector, que obtiene grandes ganancias, no obstante su disfuncionalidad a la
dinámica productiva y a la economía.
Cuadro ganancias de la banca.
México Ganancias de la
banca
15
(millones de pesos)
2001
2002
2003
2004
2005
2006
12,364
11,289
29,302
25,377
34,650
66,749
Fuente: Boletín estadístico de
la banca múltiple CNVB. Varios
años
Dicho sector es disfuncional a la esfera productiva, ya que no acompaña los
requerimientos de liquidez que requiere dicho sector, y contribuye a no configurar el
nivel de ingresos en éste, para hacer frente a las obligaciones financieras que se derivan
de las altas tasas de interés. Trabaja con un amplio diferencial de tasas de interés (entre
la que activa y la pasiva) y además, las comisiones de los servicios que presta son altas.
Este diferencial de tasa de interés varía en función de las expectativas de los bancos. Es
decir, aumenta en un contexto pesimista (para protegerse ante eventuales problemas de
insolvencia) y baja, ante expectativas de crecimiento, lo que hace que tenga un carácter
pro-cíclico, por lo que al aumentar el diferencial de tasas, se acentúa el problema de
insolvencia y de freno a la actividad económica.
Los bancos comerciales no prestan a todos quienes demandan crédito, solo a aquellos
que garantizan condiciones de reembolso (que está determinada por la relación
ganancias de los deudores respecto al costo del crédito), y/o a aquellos que ofrecen
suficientes colaterales. Excluyen de la disponibilidad crediticia a los que no cumplen
con ello, y no cuentan con el historial crediticio que requiere la banca ( Rochon, 2006:
178), por lo que se acentúa la concentración y centralización del capital. Al restringir la
banca la disponibilidad crediticia hacia la esfera productiva, se frena la creación de
dinero y el crecimiento de la inversión.
La demanda por créditos y las decisiones de inversión de las empresas productivas,
están en función de la relación que guardan las ganancias con la tasa de interés. La
industria ve disminuido su financiamiento endógeno y exógeno. Lo primero se da por su
menor margen de ganancias (derivado de la competencia adversa frente a importaciones
baratas), como por sus menores ventas, por la caída del crecimiento del mercado
interno, y lo segundo, por la menor disponibilidad crediticia de que es sujeto, ante los
problemas de insolvencia configurados. Los que enfrentan grandes problemas de
deuda, proceden a disminuir su consumo e inversión para hacer frente al pago de su
deuda, y a frenar sus decisiones de inversión y crecimiento.
El problema es que las empresas del sector productivo, ni obtienen financiamiento al
inicio del proceso productivo, ni durante éste, por lo que quedan sujetas a su
acumulación originaria, y/o al crédito inter-empresarial, la cual no está disponible a
todos, lo que genera un proceso muy excluyente, a diferencia del que se tendría si se
16
contase con una política de financiamiento flexible en torno a los requerimientos de los
demandantes de recursos.
La menor inversión generada, impide avanzar a fases de procesos productivos más
complejos, que incorporen capital humano más calificado para hacer frente a la
competencia desleal que se enfrenta con las importaciones, como para generar mayores
efectos multiplicadores internos. La caída de la inversión en tal sector, acentúa los
rezagos productivos y actúa en detrimento de las cadenas productivas, del crecimiento
de la productividad, como del valor agregado nacional en la producción y en las
exportaciones manufactureras, por lo que menos posibilidades tienen de disminuir las
presiones sobre la balanza de comercio exterior manufacturero. Ello mantiene latentes
las presiones sobre el tipo de cambio, como sobre precios. Menos condiciones
endógenas pasa a tener la economía para sustentar la estabilidad de la moneda, por lo
que se generan expectativas de inflación e inestabilidad.
En vez de favorecer la esfera productiva nacional y la generación de empleos en el país,
la disponibilidad crediticia ha actuado a favor del consumo, lo que fomenta el
crecimiento de importaciones de estos bienes y el déficit de comercio exterior y lleva a
la economía a depender más de la entrada de capitales. (véase Cuadros )
.
México: Tasa de crecimiento del crédito al
consumo privado y tasa de crecimiento de
los bienes de consumo importados.
Años
Consumo privado
Crecimiento de los
Bienes de
consumo
Importados
2001
33.35
2002
37.82
2003
45.23
2004
48.70
2005
53.29
2006
43.46
Fuente: Banco de México
18.34
7.22
1.56
18.13
24.02
17.32
Sin embargo, no hay perspectiva de que esa disponibilidad crediticia continúe
indefinidamente debido a que no se generan efectos multiplicadores internos que
permitan aumentar el ingreso de empresas e individuos para asegurar condiciones de
reembolso del crédito y evitar problemas de insolvencia. (DATOS)
Cuadro Datos de cartera vencida del crédito al consumo
Cartera vencida del
crédito al consumo
(Tasa de crecimiento)
17
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
-0.08
-10.32
-22.28
29.87
90.50
106.61
Fuente: Banco de México
Por lo tanto, se frenará la disponibilidad de créditos al consumo, y se contraerá la
demanda y las presiones sobre la balanza de comercio exterior. Nos dice Wray que el
déficit comercial es insustentable, debido a que es generado por el déficit de los
consumidores, por lo que se sobreendeudan, lo cual no puede mantenerse por siempre,
dado que tienen que restringir su gasto para pagar sus deudas, lo que frenaría el
crecimiento de importaciones. (Wray, 2006c) El problema es que los niveles de
consumo se han mantenido, tanto por deuda, como por las divisas provenientes por
remesas, como por el boom petrolero, así como por la venta de activos que atraen
inversión extranjera, lo cual, decíamos permite mayor disponibilidad crediticia para
mantener el consumo y las importaciones. Por lo tanto, una vez que dejen de fluir tales
recursos externos, el déficit de comercio exterior es insustentable, dado que no habría
forma de mantener la disponibilidad crediticia y de divisas, y el gasto deficitario del
sector privado.
La liberalización y desregulación financiera impide a las autoridades monetarias regular
la política crediticia y la intermediación financiera de la banca comercial ubicada en el
país. De ahí los llamados que hace el Gobernador del banco central a la buena cordura
que deben desempeñar tales instituciones, evidenciando su incapacidad de regularlos a
favor del crecimiento económico del país.
La política monetaria restrictiva de estabilidad actúa a favor del capital financiero.
La política de estabilidad configurada por las altas tasas de interés, la disciplina fiscal y
la apreciación del tipo de cambio, actúa en detrimento de la esfera productiva y de los
trabajadores, y favorece solo al capital financiero, quien es el que controla la moneda.
El capital financiero quiere la estabilidad de la moneda para valorizar así su capital, ya
que éste se desvaloriza con la inflación, con la tasa de interés negativa y la devaluación,
por lo cual demanda políticas monetarias restrictivas y altas tasas de interés. En cambio
el sector productivo requiere de políticas monetarias flexibles que aseguren liquidez
suficiente para emprender el proceso productivo y realizar la producción y las ganancias
inherentes a ésta. Desea que el precio del dinero (la tasa de interés) sea bajo para
desvalorizar su deuda, abaratar el financiamiento y la inversión y asegurar una demanda
creciente a favor de su producción.
18
El poder hegemónico del capital financiero sobre el capital productivo, lleva al
predominio de políticas de alta tasa de interés (mayor que la inflación y que la tasa de
interés externa). Nos dice Smithin que “el establecimiento de la tasa de interés se reduce
a una cuestión de poder y política …el precio del dinero es negociado por una serie de
maniobras institucionales, políticas y aún culturales” (Smithin, 2006:275).
Con tal política gana el capital financiero a costa de descapitalizar a la esfera
productiva, así como al gobierno, dados los altos niveles de endeudamiento en que caen
tales sectores. La alta tasa de interés (el precio del dinero) favorece al capital financiero
y actúa en detrimento de los deudores, actuando así como un mecanismo de distribución
de ingreso (Rochon, 2006:179) a favor de los primeros. Los deudores tienen que
transferir mayores recursos a los acreedores, a costa de ver disminuido su poder
adquisitivo y por lo tanto su consumo e inversión.
La tasa de interés no responde a las exigencias del crecimiento económico, de la esfera
productiva y del empleo, ni a las condiciones de solvencia para evitar problemas de
restricción crediticia y fragilidad bancaria, sino se determina en torno a los objetivos de
reducción de la inflación, estabilidad del tipo de cambio, y mejora de los ingresos
deseados por el capital financiero. Ello evidencia que el capital productivo, así como los
que demandan condiciones de crecimiento económico para poder ser empleados y ver
mejorado su ingreso, no tienen la fuerza política para determinar que la política
monetaria actúe a su favor. Smithin señala que “la tasa de interés llega a ser una
variable esencialmente determinada políticamente (variable manipulada por el banco
central), en vez de la reflexión de puras fuerzas económicas” (Smithin, 2006:287).
La estabilidad cambiaria, afecta las condiciones de acumulación y crecimiento en la
esfera productiva, y actúa a favor de las ganancias en el sector financiero y especulativo.
El sector financiero gana a costa del sobreendeudamiento en que cae la esfera
productiva y el gobierno, los cuales se ven obligados a transferir recursos a sus
acreedores, lo que acentúa la descapitalización de tales sectores.
Al redistribuirse el ingreso a favor del capital financiero, se afecta el crecimiento
económico, pues la mayor concentración de recursos financieros en este sector, no se
traduce en mayor inversión productiva, sino que tales recursos pululan en la esfera
financiera-especulativa y en la adquisición de activos y empresas ya existentes,
acentuando ello los niveles de centralización del capital a favor de tal sector. De ahí el
porque la economía nacional observa bajos niveles de crecimiento económico, así como
un proceso de exclusión creciente, de reducción de la economía formal y mayor
presencia de la economía informal, y por otro lado, altos niveles de ganancia en el
mercado de capitales, así como en el sector bancario y una alta concentración del
ingreso en manos de unos pocos. Ello hace que el flujo de recursos se canalice hacia el
mercado de capitales (por ser mejor opción de inversión) y retroalimente el boom
bursátil (2002-2007), (DATOS) lo que no redunda a favor del crecimiento.
Ganancias en la Bolsa Mexicana de
Valores
19
Fecha
IPC
29/12/2000
31/12/2001
31/12/2002
31/12/2003
31/12/2004
30/12/2005
29/12/2006
28/05/2007
5652.2
6372.3
6127.1
8795.3
12917.9
17802.7
26448.3
30928.4
Tasa de
crecimiento
12.7
-3.8
43.5
46.9
37.8
48.6
16.9
Base:1978
IPC: cierre
Fuente:Elaborado con datos del Banco de México
Las políticas de estabilidad no han compatibilizado la baja inflación con
crecimiento económico.
No es la llamada política de estabilidad macroeconómica y de precios lo que
configurará las condiciones de crecimiento sostenido. La menor inflación no se traduce
en bajas tasas de interés (activas), ni en mayores salarios reales que permitan dinamizar
la demanda, y la disponibilidad crediticia hacia la esfera productiva para aumentar la
inversión y la actividad económica nacional. Al estar circunscrita la política monetaria
al objetivo de estabilidad del tipo de cambio y de precios, no se flexibiliza a favor del
crecimiento económico y del empleo.
La menor inflación se da a través de altas tasas de interés que frenan demanda e
inversión, así como a través de reajustes salariales por debajo de la inflación que
disminuyen salarios reales, y conjuntamente con la política fiscal (que se limita a la
búsqueda de la estabilidad de la moneda y a la reducción de la inflación, a través de la
disciplina fiscal), que contrae el gasto y el mercado interno, afectan la dinámica de
acumulación y desestimula la inversión. Igual papel desempeña la política de
apreciación del tipo de cambio, que baja la inflación abaratando importaciones y
configurando un proceso de competencia desleal que afecta la producción nacional,
sobre-endeuda al sector productivo y contrae el crecimiento de la inversión y del
empleo.
La política macroeconómica de estabilidad ha resultado muy costosa al país, no solo
porque no permite manejo soberano para flexibilizar el tipo de cambio y poder bajar la
tasa de interés e incrementar el gasto público para responder a las necesidades de
competitividad y crecimiento económico y de empleo, sino además, por los efectos
derivados de tales políticas sobre el creciente déficit de comercio exterior
manufacturero, la descapitalización de la planta productiva nacional, la restricción del
crédito hacia la esfera productiva y el menor crecimiento de la actividad económica
20
nacional, como consecuencia de que no contar con niveles de productividad y
competitividad suficiente para encarar el contexto de liberalización y desregulación
económica. Hemos sido perdedores frente a los países desarrollados y los asiáticos y
aquellos que tienen mejor competitividad que nosotros.
La política de estabilidad, más que impulsar el crecimiento y de cerrar la brecha con los
países desarrollados (UNCTAD, 2006:61), nos ha llevado a profundizar los problemas
del subdesarrollo y a incrementar la vulnerabilidad externa de la economía.
La estabilidad monetaria y las presiones sobre las variables macroeconómicas.
Las políticas de estabilización, más que actuar a favor de disminuir las presiones sobre
el sector externo y las finanzas públicas, las aumentan. Ello es debido a los efectos
adversos que la política monetaria y fiscal restrictiva, como la apreciación del tipo de
cambio originan sobre la dinámica de acumulación de capital en la esfera productiva, lo
que hace que se rompan cadenas productivas, y se incrementen las presiones sobre la
balanza de comercio exterior manufactureras, en contexto de bajo crecimiento
económico.
La apertura comercial y la apreciación del tipo de cambio han aumentado la derrama de
recursos hacia el exterior, y han actuado en detrimento de la actividad productiva
nacional, tanto por la menor demanda, como porque la producción nacional es
desplazada por parte de importaciones. Se reduce por lo tanto su potencial de
exportación y de sustitución de importaciones, lo que mantiene las presiones sobre la
balanza de comercio exterior.
Se frena la actividad económica, tanto por la sangría de recursos que ello origina hacia
el exterior, como porque el gobierno, al no poder flexibilizar el tipo de cambio para
disminuir las presiones sobre el sector externo, y al no tener asegurado flujo de capitales
suficientes para encarar tal déficit, tiene que acentuar el carácter restrictivo de su
política monetaria y fiscal (y por lo tanto contraer la actividad económica) para
disminuir demanda e importaciones y así las presiones sobre el déficit externo, como
para atraer capitales.
Asimismo, la política de estabilidad presiona sobre las finanzas públicas como
consecuencia del impacto negativo que tiene sobre el ingreso de las empresas del sector
productivo y sobre el desempleo. Ello se traduce en menor captación de ingresos
tributarios, derivados del menor crecimiento económico (véase Cuadro), como por los
problemas de insolvencia (ante el mayor crecimiento de la carga de su deuda en relación
al crecimiento de sus ingresos) que obligaron al rescate bancario y a la transferencia de
deuda pública al sector bancario.
Ingresos públicos presupuestarios e
ingresos tributarios como porcentaje
del PIB
Ingresos
Ingresos
Año
presupuestarios tributarios
/PIB
/PIB
2000
21.6
10.6
21
2001
2002
2003
2004
2005
2006
21.9
22.1
23.2
23.2
23.3
24.7
11.3
11.6
11.1
10.1
9.7
9.7
Fuente: Banco de México. Informe anual 2006.
Asimismo, el desempleo ha reducido el número de cotizantes al sistema de pensiones,
por lo que el gobierno ha tenido que apalancarlo vía deuda pública, lo cual presiona
sobre las finanzas públicas. Las presiones sobre las finanzas públicas, hasta ahora se han
amortiguado por los excedentes petroleros, por lo que se despilfarran tales recursos, ya
que perfectamente podrían canalizarse a la esfera productiva. Ellos dejarán de ser
suficientes para contrarrestar el gran crecimiento de la deuda pública interna y el mayor
costo de la misma.
En el contexto de pérdida de manejo soberano de la política fiscal (ya que se
circunscribe al objetivo de estabilidad del tipo de cambio), el gasto público pasa a
depender de la captación tributaria, por lo que el gobierno al ver reducidos sus ingresos,
es obligado a restringir el gasto público. Se recurre a su vez a acentuar la privatización
de empresas y activos públicos, así como a aumentar impuestos, para mantener la
disciplina fiscal, lo que contrae más la actividad económica, por lo que la política de
balance presupuestal pasa a ser pro-cíclica. Con tales políticas fiscales, más nos
alejamos del nivel potencial de producción y no se frenan las presiones sobre las
finanzas públicas.
La estabilidad del tipo de cambio y la dependencia creciente de entrada de
capitales.
Al estar sustentada la política de estabilidad, en la política monetaria y fiscal restrictiva,
lleva a la economía a depender de factores externos, es decir, de las exportaciones,
como de la entrada de capitales. Ello se debe, tanto al hecho que tal política no genera
motor interno de crecimiento, dada la restricción del mercado interno, por lo que la
dinámica económica está sujeta al crecimiento de las exportaciones. Asimismo, se
requiere de entrada de capitales tanto para financiar el déficit de comercio exterior que
origina la política de estabilización, como para viabilizar las decisiones de inversión,
dado el alto componente importado en que se ha caído como consecuencia de la
apertura comercial y la destrucción de la planta productiva. De igual forma, tales flujos
son necesarios para cubrir el pago del servicio de la deuda externa y para estabilizar el
tipo de cambio.
Los requerimientos de entrada de capitales exigen que se acelere el proceso de
extranjerización y se continúe con la política de estabilización (tasa de interés por arriba
de la internacional, así como la política de disciplina fiscal y privatización de activos
nacionales) para crear condiciones de confianza y rentabilidad a favor del capital
financiero internacional para estimular su entrada, a costa de desatender a los
22
inversionistas productivos nacionales, dados los efectos que origina la política de
estabilidad.
La estabilidad cambiaria se mantiene, debido a la gran entrada de capitales provenientes
por el excedente petrolero, por las remesas, por la inversión extranjera (que viene sobre
todo por el proceso de privatización y extranjerización de la economía), así como por el
lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Tales recursos han disminuido las
presiones sobre la balanza de comercio exterior, así como sobre la balanza de cuenta
corriente de la economía y contribuyen a aumentar las reservas internacionales y a la
estabilidad de la moneda nacional, lo que crea condiciones de confianza y rentabilidad
para que más capital financiero siga fluyendo a la economía. De ahí el boom
especulativo en la BMV mostrado del 2002 al 2007, (véase Cuadro )
Se cae en un circulo vicioso, ya que la entrada de capitales promovida por tal política,
mantiene apreciado el tipo de cambio, lo que reproduce los problemas de baja
competitividad y permite que las importaciones sigan creciendo, así como las presiones
sobre el déficit comercial manufacturero, además de afectar la rentabilidad de la esfera
productiva, desestimular la inversión en tal sector y frenar el crecimiento de la
economía, lo que nos hace depender mas de las variables externas y la entrada de
capitales. Se da una “correlación negativa entre la autonomía del banco central y el
crecimiento real y correlación positiva entre la autonomía del banco central y
desempleo” (Fuhrer, 1997:34).
La UNCTAD señala que “la liberalización comercial profundizó la integración e
incrementó los flujos de capital que permiten expandir al comercio mundial más rápido
que la producción y el ingreso global” (UNCTAD, 2003:49).
Además, está el problema de la transferencia creciente de recursos que la economía
tiene que realizar por concepto de tasas de interés, dividendos y otros pagos de
obligaciones financieras que se deriva de la entrada de capitales. Tal situación coloca a
la economía en función del comportamiento de variables externas, sea de las
exportaciones, del precio internacional del petróleo, de las remesas, de la inversión
extranjera, como de la disponibilidad de endeudamiento externo.
Se requieren flujos crecientes de capital, ya que la política dirigida a atraerlos y la
propia entrada de capitales no se dirigen a reducir las presiones sobre el sector externo,
ni a asegurar el reembolso de las obligaciones que se derivan de la entrada de capitales.
La entrada de capitales no genera efectos multiplicadores internos, ni ahorra ni genera
divisas suficientes para disminuir los requerimientos de entrada de capitales. Tal flujo
de recursos se canalizan a la adquisición de activos físicos y financieros nacionales,
como a la compra de empresas, de bonos públicos y acciones de empresas (solo implica
un cambio patrimonial), lo que no redunda necesariamente en aumento de la inversión y
capacidad productiva necesaria para generar excedentes, por lo que la economía no
podrá encarar las obligaciones financieras. La inversión extranjera asociada a
exportaciones, produce con alto componente importado, por lo que el crecimiento de las
exportaciones realizado por tales empresas no arrastra al conjunto de la economía
nacional y no disminuyen las presiones sobre el déficit de comercio exterior.
23
De tal forma la entrada de capitales, más que ser un beneficio al país, ha actuado en
contra, ya que al financiar el déficit externo e incrementar reservas internacionales,
mantiene apreciado el tipo de cambio, lo que actúa en detrimento de la producción
nacional y origina que la entrada de recursos se recicle al exterior vía gran crecimiento
de importaciones, así como a través del pago del servicio de la deuda. Además, la
entrada de capitales ha resultado muy costosa al país, dado que ingresa a través del
proceso de privatización y extranjerización de la economía y al hecho de que la política
económica se subordina a crear las condiciones de confianza exigidas por el capital
financiero, por lo que dejamos de tener manejo soberano de la política monetaria, para
que actúe en forma contra-cíclica ante las presiones recesivas que provienen desde el
exterior, debido al temor que ello pudiese ser inflacionario y comprometa la estabilidad
del tipo de cambio. Además, se ha tenido que acelerar el proceso de privatización y
extranjerización de la economía para la adquisición de divisas, las cuales en vez de
financiar bienes de capital, promueven más las importaciones de bienes de consumo.
El problema se agrava porque las políticas monetaria y fiscal restrictivas predominantes
impiden otras opciones para contrarrestar la caída de la demanda, como para corregir el
déficit comercial externo manufacturero, para evitar mayor desaceleración de la
actividad económica. No se puede optar por déficit fiscal (aumento del gasto y
reducción de impuestos como se realizó por el gobierno de EUA para salir de la
recesión del 2001-2003) para reactivar el mercado interno y encarar los problemas
productivos, dado que ahora se elevó a rango constitucional la disciplina fiscal.
Tampoco se puede disminuir la tasa de interés para estimular la inversión y el
crecimiento productivo, dada el alza de la tasa de interés en Estados Unidos.
El déficit comercial externo y la estabilidad cambiaria se mantienen mientras los
activos nacionales sean atractivos a los extranjeros.
La forma en que un extranjero puede obtener moneda nacional para invertir en el país,
es que los nacionales adquieran los productos de éste. Así, el crecimiento de nuestras
importaciones se traduce en mayor disposición de recursos por parte de ellos para
invertir en el país, o adquirir activos nacionales, o para cambiar la moneda nacional por
divisas. Para que esto último no presione sobre las reservas internacionales y sobre el
tipo de cambio, el gobierno se apresta a ofrecer mayores opciones de inversión al capital
transnacional en el país. Por lo tanto, el déficit comercial externo se da cuando los que
nos venden productos aceptan pesos para invertirlos después en el país, sea en el
mercado de dinero, de acciones, o para adquirir activos nacionales. El país tiene una
posición de importaciones netas a costa de ofrecer altas tasas de interés y de estar
concesionado y vendiendo activos nacionales, para que se canalicen los pesos en poder
de los que nos venden sus productos, hacia el mercado de dinero y a la adquisición de
tales activos. En consecuencia, le sale caro a la economía mantener el déficit externo,
dado que pasa a tener menos activos en poder de nacionales, y porque tiene que
asegurar el reembolso de las obligaciones financieras a aquellos que se canalizan a la
adquisición de deuda pública.
24
La entrada de capitales permite mantener la estabilidad cambiaria, a pesar del déficit
comercial manufacturero. Los países exitosos se favorecen a través de sus ventas a
nuestro país, por lo que les conviene transferir recursos de inversión (en activos reales y
financieros) para que se mantenga la apreciación de nuestra moneda y ellos puedan
seguir exportando y mantener su dinámica económica, a costa del proceso de
desindustrialización y la pérdida de dinamismo de nuestra económica. El capital
internacional no busca tanto el rendimiento que ofrecen las tasas de interés internas (que
de hecho ganan, pues éstas son mayores a la de los países desarrollados), sino sobre
todo que se mantenga apreciado el tipo de cambio, dado que ello les permite seguir
manteniendo el flujo de mercancías a nuestra economía. El capital internacional gana
tanto por el rendimiento financiero, como por su dinámica de exportaciones, lo que le
permite valorizar su capital productivo y mantener la dinámica económica de sus países
de origen. Además, el capital internacional adquiere los activos estratégicos de alta
rentabilidad, que países como el nuestro se ven obligados a vender (o concesionar), ante
la necesidad de obtener divisas para financiar el déficit externo y para estabilizar el tipo
de cambio.
Mientras la economía siga siendo atractiva al capital internacional, se podrá seguir
comprando del exterior más de lo que se vende, a costa de la creciente extranjerización
de la economía.
Una vez que la economía deje de ser atractiva para los inversionistas extranjeros, sea
porque tiene menos activos rentables que ofrecer, o porque aumente el riesgo país y no
tenga asegurado la estabilidad cambiaria deseada por el capital financiero, así como el
reembolso de sus deudas, dejarán de aceptar pesos aquellos que nos venden sus
productos, y la economía no podrá mantener el déficit de comercio exterior, ni la
estabilidad del tipo de cambio, ni las condiciones de crecimiento económico.
Creciente vulnerabilidad externa.
La economía ha pasado a ser más interdependiente del acontecer internacional, y ha
dejado de tener política económica para impulsar condiciones endógenas de
crecimiento, debido a que tiene que configurar las condiciones de confianza y
rentabilidad deseada por el capital financiero. Ello ha llevado a que su dinamismo
dependa del comportamiento de las exportaciones y por lo tanto de la economía de
EUA, que es su principal socio comercial, así como de la posición competitiva que
guarda en dicho mercado. Cualquier desaceleración de la economía de EUA, así como
la pérdida de competitividad frente a China y otros países asiáticos que participan en el
mercado estadounidense, restringe el crecimiento de las exportaciones del país y con
ello el dinamismo económico.
Asimismo, al depender la economía nacional de la entrada de capitales para encarar su
déficit externo y para mantener estable el tipo de cambio, la coloca en una situación de
alta vulnerabilidad dado que ducho flujo no es permanente. Cualquier cambio de
expectativas de rentabilidad y de reembolso de las obligaciones financieras de la
economía nacional, trastoca el comportamiento de los flujos de capital. Lo mismo
25
acontece ante un aumento de la tasa de interés en Estados Unidos, como por los shocks
en los mercados internacionales, lo que compromete el financiamiento del déficit
externo, por lo que hay presiones sobre las reservas internacionales y el tipo de cambio.
Ante expectativas de menor crecimiento de nuestras exportaciones (dado el menor
crecimiento de EUA y el menor precio internacional de petróleo), y menor entrada de
capitales hacia el país, tiende a comprometerse la mayor carga del servicio de la deuda
externa, y a incrementar la incertidumbre de la economía, lo que propicia salida de
capitales.
La economía tiende a hundirse en un período prolongado de bajo o nulo crecimiento
económico, debido a que los elementos externos que han permitido financiar la
demanda de consumo, y las condiciones de estabilidad y de pago, tienden a ser
insuficientes, para encarar los desequilibrios macroeconómicos que se desencadenan
como consecuencia de la política de estabilización predominante.
La economía se encuentra en una posición débil, debido a que no cuenta con
condiciones endógenas (dado el mayor rezago productivo y la disminución de la
disponibilidad crediticia en que hemos caído, como consecuencia de la política de
estabilización seguida) para encarar la vulnerabilidad externa que se deriva de los
vaivenes del comportamiento de las exportaciones, del precio del petróleo, de la tasa de
interés internacional y de los flujos de capitales, entre otros elementos.
Se evidencia así la insustentabilidad de la estabilidad (apreciación) cambiaria, dado que
no son elementos endógenos lo que mantienen dicha estabilidad, por lo que al dejar de
operar los elementos externos, da lugar a la inestabilidad de los mercados financieros y
de divisas. Como señala Arestis, “la liberalización financiera continuará incrementando
las posibilidades de crisis financieras futuras” (Arestis, 2003)
Cuando los inversionistas van en búsqueda de otras opciones de inversión fuera del
país, se desestabiliza el mercado de capitales, así como de divisas, ya que se daría la
venta de activos financieros para convertir tales recursos en divisas.
Ello obliga al gobierno a responder con políticas monetaria y fiscal restrictivas para
evitar salida de capitales y fuertes caídas en el mercado de capitales y fluctuaciones del
tipo de cambio. Tales reacciones no resuelven el problema, pues se evidencia la
fragilidad y lo insostenible de la estabilidad cambiaria. El aumento de la tasa de interés
interna impacta sobre el costo del servicio de la deuda interna, tanto del sector público y
privado, y obliga a disminuir el gasto para hacer frente a las mayores obligaciones
financieras internas y para evitar caer en déficit fiscal. Sin embargo, se contrae la
actividad económica, lo que propicia problemas de insolvencia, e inestabilidad bancaria.
Ello mantiene las presiones sobre las finanzas públicas, y retroalimenta el contexto de
bajo o nulo crecimiento, y compromete el riesgo-país.
De ahí la preocupación del sistema, de avanzar en las llamadas reformas estructurales,
para evitar salida de capitales y contar con flujo de recursos para hacer frente al déficit
externo y a las presiones sobre las finanzas públicas, para evitar presiones sobre el tipo
de cambio, y caer en fuertes políticas restrictivas. De no haber recursos externos
suficientes para estabilizar el tipo de cambio, la autonomía del banco central dejaría de
tener sentido, ya que sería contraproducente.
26
La inviabilidad de mantener la política económica predominante.
El predominio de más mercado y menos participación del Estado en la economía, no se
ha traducido en mayor eficiencia, ni en mayor productividad y competitividad. Por el
contrario, estas variables se han deteriorado y han recrudecido los problemas
productivos y financieros de la economía.
Por más que nos dicen que se requiere de estabilidad macroeconómica y baja inflación
para que se dé el crecimiento económico, esto no acontece. Los llamados logros
macroeconómicos no se bajan a lo microeconómico para favorecer a empresas
productivas e individuos y propiciar condiciones de crecimiento y bienestar. Las
políticas de liberalización y desregulación económica, junto a la política monetaria y
fiscal restrictiva y de estabilidad del tipo de cambio, se contraponen con aquellas que
son necesarias para el crecimiento de la inversión y el desarrollo tecnológico, lo que
demanda condiciones de competitividad, de crecimiento de mercado interno, de
rentabilidad en la esfera productiva, así como disponibilidad crediticia.
Al proseguir los objetivos de estabilidad, no hay viabilidad de política monetaria y
fiscal anti-cíclica. La política de disciplina fiscal no puede compensar la caída de la
inversión y del gasto del sector privado, ni las filtraciones al exterior que genera el
déficit de comercio exterior, por lo que prosiguen los bajos ingresos de los deudores, así
como los problemas productivos y macroeconómicos que impiden tener condiciones
endógenas de crecimiento sostenido y que la rezagan no solo en relación a los países
desarrollados, sino con el resto de las llamadas economías emergentes.
No se puede continuar con una política económica que atenta sobre la esfera productiva
y el empleo y sobre las variables macroeconómicas, y que nos lleva a depender de
factores externos, loo cuales difícilmente pueden seguir siendo suficientes para
equilibrar los desequilibrios crecientes que enfrenta la economía. La entrada de capitales
tiende a su vez a frenarse, dados los bajos estímulos a invertir en la esfera productiva,
como por los cada vez menores activos públicos susceptibles de ser vendidos.
La política predominante no asegura ingresos internos y externos para estimular la
inversión, la disponibilidad crediticia, así como para proseguir con la estabilidad
cambiaria y el reembolso de las obligaciones financieras que se derivan de la entrada de
capitales, por lo que de proseguir dicha política el futuro no es nada prometedor.
Un tipo de cambio flexible en torno a precios es necesario para el crecimiento.
Se requiere de políticas que no privilegien exclusivamente la estabilidad del tipo de
cambio como la actual, sino que coloquen al crecimiento como principal objetivo. Nos
dice la UNCTAD que “la inversión no es solo el resultado de correctos incentivos a
nivel macroeconómico, necesita un marco estructural e institucional y un apropiado
ambiente macro económico que incentive la expansión estructural de la capacidad
productiva.” (UNCTAD, 2006:134)
La economía no puede proseguir con la distorsión de precios relativos en que se ha
caído, pues le ha resultado muy caro, tanto por la política económica restrictiva y el
proceso de privatización seguido para asegurar la entrada de capitales para mantener la
27
apreciación del tipo de cambio, como por las consecuencias negativas que tales precios
relativos tienen sobre la esfera productiva, sobre el empleo, sobre el sector externo y
sobre las finanzas públicas, lo que frena la actividad económica y la coloca en un
contexto de alta fragilidad.
Para retomar el crecimiento económico y encarar los problemas productivos y
financieros y macroeconómicos, se tiene que dejar de lado la estabilidad (apreciación)
del tipo de cambio, tanto para mejorar precios relativos y la competitividad de la esfera
productiva.
El tipo de cambio debe responder a las necesidades de preservar y desarrollar la planta
productiva y el empleo nacional, así como para disminuir las presiones sobre la balanza
de comercio exterior, a fin de poder encarar las obligaciones financieras externas y
disminuir nuestros requerimientos de entrada de capitales.
No se puede dejar la determinación del tipo de cambio a las fuerzas del mercado, ni al
libre movimiento de capitales especulativos. El gobierno tiene que intervenir en el
mercado de divisas para que la paridad cambiaria responda a los objetivos antes
mencionados.
Un tipo de de cambio ajustado en torno al diferencial de precios internos versus
externos, permitiría a su vez flexibilizar la política económica para generar las
condiciones de liquidez y de mercado necesarias para impulsar la inversión productiva.
Es decir, ya no habría porque proseguir con políticas monetarias y fiscales restrictivas.
Con tipo de cambio flexible se puede reducir la tasa de interés e incrementar el gasto
público a favor del mercado interno, para mejorar los niveles de rentabilidad de la esfera
productiva, las condiciones de pago e inversión en dicho sector, así como para frenar la
privatización y extranjerización de la economía. La tasa de interés, el tipo de cambio y
la política fiscal deben estar alineados a favor de la esfera productiva para garantizar
condiciones de ingreso y de reembolso de los créditos otorgados a tal sector. “Un país
con moneda soberana con tipo de cambio flotante puede fijar la política de tasa de
interés a cualquier nivel deseado y puede tener gasto público deficitario al nivel
deseado, sin preocuparse de su impacto en las propensiones de ahorro externo o
preferencias de portfolio para financiarlo”. (Wray, 2005).
Un gobierno soberano que trabaja con tipo de cambio flexible, no tiene restricción
financiera, gasta acreditando en cuentas bancarias. Nos dice Wray que “un gobierno
soberano que emita una moneda no convertible con tipo de cambio flexible genera un
ambiente diferente. El gobierno no es restringido presupuestalmente. El gobierno gasta
acreditando a la cuenta de los bancos”. (Wray, 2006b:280) No requiere que el banco
central imprima dinero para financiar el gasto deficitario. La emisión de deuda es para
regular la liquidez y las reservas bancarias en el sistema bancario, para mantener la tasa
de interés objetivo del banco central. Asimismo, tal autor nos dice que “muchos creen
que el gobierno enfrenta restricción presupuestal de acuerdo a lo cual el gasto debe ser
financiado por una combinación de ingresos impositivos, venta de bonos (pidiendo
prestado) o creación monetaria.” (Wray, 2005)
Al trabajar con tipo de cambio estable, no hay margen para flexibilizar la política
económica a favor del crecimiento, por lo que seguirán recrudeciéndose los rezagos
28
productivos, así como las presiones sobre el déficit de comercio exterior, y los
requerimientos de mayor entrada de capitales, lo cual es insostenible.
El banco central debe asegurar la operatividad del sistema bancario a favor de la
esfera productiva y el crecimiento.
La estabilidad del tipo de cambio no debe ser el objetivo central de la política
económica, ya que no es a través de ello como se logran las condiciones
macroeconómicas, productivas y financieras para el crecimiento.
El banco central no debe estabilizar el tipo de cambio y controlar la inflación a través
del aumento de la tasa de interés y de la restricción del crecimiento del circulante, dado
el efecto restrictivo y los problemas de insolvencia que ello origina. El objetivo de
estabilidad del tipo de cambio no permite flexibilidad de la política monetaria y fiscal a
favor del crecimiento.
Los bancos centrales fueron creados para financiar al gobierno y para asegurar la
estabilidad del sistema financiero (Goodhart, 1988), (Wray, 1992:307). Para esto se
debe garantizar la liquidez (proveer las reservas bancarias necesarias), para satisfacer
los requerimientos financieros para iniciar el proceso productivo y realizar la
producción y para poder liquidar las deudas. Sin dinero suficiente, se frena la dinámica
económica y se recrean los problemas de insolvencia y del sistema bancario. Señala
Wray que “El dinero es la clave del proceso de producción en una economía
capitalista”. (Wray, 2006a)
El banco central más que priorizar la estabilidad de precios y del tipo de cambio a través
de política restrictiva, debe actuar como prestamista de última instancia para asegurar
condiciones crediticias y de solvencia que impulsen la dinámica productiva y la
operatividad del sector bancario a favor del sector productivo. Para ello debe trabajar
con tipo de cambio flexible, en torno a precios, para poder generar la liquidez que
requiere la dinámica económica y conformar precios relativos –tasa de interés y tipo de
cambio- que aseguren las ganancias en la esfera productiva, tanto para incrementar la
inversión y la productividad y así reducir la inflación, como para asegurar el reembolso
del crédito y evitar problemas de insolvencia que puedan afectar al sector bancario. Nos
dice Wray que “el banco central debe operar como un prestamista de última instancia
que provee reservas para estabilizar el sistema bancario”. (Wray, 2006b:273)
La actuación como prestamista de última instancia, implica a su vez una política
monetaria acomodaticia que mantenga la tasa de interés baja y un tipo de cambio
competitivo a favor de la esfera productiva. A la vez, ello permitiría acompañar los
requerimientos de liquidez necesarios para flexibilizar la política fiscal para que ésta
pueda desempeñar un papel activo a favor del crecimiento del mercado interno, de la
inversión productiva, el pleno empleo, para compatibilizar el crecimiento económico
con la baja inflación. Señala Wray que “El tipo de cambio flotante da libertad a la
política para alcanzar metas internas y mantener el pleno empleo”. (Wray, 2006a)
Los principales problemas de la economía no son los de inflación y de inestabilidad
monetaria, sino los de falta de competitividad y crecimiento, de disponibilidad crediticia
a favor de la esfera productiva, de escasa generación de empleo bien remunerado, los
29
cuales deben ser encarados por la política monetaria y el conjunto de la política
económica.
La estabilidad de precios no debe ser objetivo exclusivo de la política monetaria. Tal
objetivo debe alcanzarse a través de toda la política económica en su conjunto, la cual
debe apuntalar el crecimiento de la productividad y de la producción. Hay que
considerar que en los países subdesarrollados el origen de la inflación no es monetario,
sino estructural. Es decir, es resultado principalmente de los rezagos productivos, de la
baja productividad, y del déficit de comercio exterior (cuando no hay condiciones para
financiarlo). No es a través de política monetaria restrictiva que se reducirá la inflación
en forma permanente. La política de estabilidad del tipo de cambio nos lleva a destruir
capacidad productiva, al bajo crecimiento y a depender en forma creciente de variables
externas, por lo que la economía nacional debe encaminarse a instrumentar una política
macroeconómica que configure expectativas de rentabilidad y crecimiento en la esfera
productiva para que las empresas productivas tengan ingresos suficientes, sean sujetas
de crédito y propicien la inversión en tal sector, encaren la baja productividad y los
rezagos productivos, aumenten el valor agregado nacional de la producción y de las
exportaciones, para disminuir el déficit de comercio exterior manufacturero y las
presiones sobre el tipo de cambio, y reducir la inflación en contexto de crecimiento
económico.
Se requiere de un banco central creíble, no para asegurar la estabilidad monetaria a
favor del capital financiero, sino que actúe como prestamista de última instancia a favor
del crecimiento económico con estabilidad bancaria, y que ésta se traduzca en
disponibilidad crediticia a favor del sector productivo. La credibilidad del banco central
no debe descansar en su independencia del gobierno y en su carácter restrictivo, sino en
su posición acomodaticia a favor del crecimiento productivo, del pleno empleo y la
estabilidad bancaria.
En vez que el banco central sea independiente del gobierno y que responda a objetivos
no democráticos que favorecen al capital financiero, debe ser una institución que
responda a los objetivos democráticos de los representantes que son electos y que tienen
que atender las demandas nacionales de crecimiento económico y pleno empleo que
garanticen condiciones de estabilidad económica y política. Nos dicen Le Heron y Carre
que en democracia el banco central existe para servir al público. El problema es que “en
un régimen de credibilidad, los banqueros centrales ni son electos por la gente ni son
agentes gubernamentales. El público general no tiene poder sobre ellos” (Le-Heron y
Carre, 2005).
La política monetaria restrictiva pasa a ser insustentable, ya que tendrá que
flexibilizarse para tener precios relativos (tasa de interés y tipo de cambio) que eviten
graves problemas de insolvencia, y en el sector bancario, así como para expandir la
disponibilidad crediticia que requiere la esfera productiva y el crecimiento.
Se tiene que flexibilizar el financiamiento (el cual no requiere del ahorro, sino de la
creación crediticia por parte del banco) a favor de la inversión productiva, para así
aumentar el ingreso nacional. Nos dicen Arestis y Sawyer que “La noción de dinero
(bancario) endógeno sobre el que los bancos son capaces de hacer prestamos para
30
financiar la inversión, es la clave para explicar el proceso en que la inversión lleva a la
expansión del ingreso y el ahorro” (Arestis y Sawyer, 2006:228)
Sin financiamiento, no se inicia ni se desarrolla el proceso productivo. Keynes señalaba
que “el crédito es el pavimento a través del cual la producción viaja” (Keynes,
1971b:220) No solo se requiere de disponibilidad crediticia al inicio del proceso
productivo, sino durante el mismo proceso, antes de la venta y realización de la
producción, para cubrir el capital de trabajo, como las obligaciones financieras
adquiridas al inicio de dicho proceso hasta llegar al momento en que la empresa obtenga
los ingresos para hacer frente a todas esas obligaciones financieras. Las empresas
requieren ver asegurados ingresos futuros, para poder demandar crédito y asumir el
compromiso de reembolso.
El banco central debe regular al sistema bancario, para disminuir el margen de
intermediación financiera (la diferencia entre tasa de interés activa y pasiva), así como
determinar tasas de interés y tipo de cambio a favor de la industria. Asimismo, el
sistema bancario tiene que estar regulado a fin de que la asignación crediticia favorezca
al sector productivo, para incrementar la productividad y la capacidad productiva, así
como el valor agregado nacional de la producción y de las exportaciones, para disminuir
las importaciones y las presiones sobre la balanza de comercio exterior manufacturero y
sobre el tipo de cambio, lo que permitiría compatibilizar la baja inflación con el
crecimiento económico. La UNCTAD nos dice que “las autoridades monetarias tienen
que regular la cantidad de crédito y su uso, desestimulando los usos no productivos y
especulativos”. (UNCTAD, 2006:136) De proseguir el contexto de desregulación
predominante, seguirá favoreciéndose el consumo y relegándose la asignación de
créditos hacia el sector productivo.
La política monetaria no es neutra. Tiene impacto sobre la producción, el empleo, el
sector financiero, el tipo de cambio, los precios y salarios. Por lo tanto, el crecimiento
sin inflación exige que la tasa de interés y el tipo de cambio estén alineados a favor de la
rentabilidad de la esfera productiva para propiciar la inversión en tal sector y la
demanda por créditos y las condiciones de ingreso y de reembolso de los créditos, para
retroalimentar el crecimiento de la inversión.
Se podría argumentar que tales condiciones de liquidez y de precios relativos podrían
propiciar salidas de capital que pudiesen desquiciar el mercado de capitales y afectar a
su vez la estabilidad bancaria, y de ahí el porque se priorizan políticas de estabilidad
monetaria que impidan prácticas especulativas. Ello evidencia como el contexto de
liberalización financiera –el libre movimiento de capitales-, impide precios relativos
(tasa de interés y tipo de cambio) y de liquidez necesaria, que asegure condiciones de
reembolso para que la banca comercial sea funcional a la dinámica productiva nacional,
por lo que se plantea aquí la necesidad de regular dichos flujos de capital.
En contextos de inestabilidad económica y de especulación, la paridad cambiaria puede
dispararse, por lo que se requieren controles al movimiento de capitales para evitar que
se desquicie el mercado de capitales y la economía en su conjunto y ello frene la
flexibilidad de la política económica a favor del crecimiento. La UNCTAD nos dice que
“se hace necesario proteger la economía interna contra el impacto de la inestabilidad de
31
los mercados financieros internacionales en la acumulación de capital y el crecimiento,
aplicando controles a las salidas y entradas de capital”. (UNCTAD, 2006:141)
La regulación de los flujos de capital de corto plazo, facilita el manejo de la política
cambiaria, monetaria y fiscal a favor del crecimiento, ya que la economía no tendría que
establecer políticas restrictivas y de estabilidad del tipo de cambio para evitar prácticas
especulativas de dicho capital. Nos dice la UNCTAD que de acuerdo con el FMI las
economías pueden establecer controles al movimiento de capitales. Se contemplan
controles de capital para: evitar la apreciación del tipo de cambio que disminuye la
competitividad; evitar acumulación de hot money; evitar que las entradas generen
burbujas de precios de activos y sobre el consumo y dislocaciones en el sistema
financiero; evitar la pérdida de autonomía monetaria; evitar masivas salidas y ayudar a
canalizar los flujos de capital a usos mas productivos. (UNCTAD, 2006:129)
Asimismo, por lo general se afirma que “agudos cambios en el tipo de cambio en países
con alta deuda externa generan dificultades en el servicio de la deuda y problemas de
insolvencia y liquidez” (UNCTAD, 2001:114). Pero ello no necesariamente sucede, si
el ajuste cambiario mejora la competitividad, se incrementarían los ingresos y la
generación de divisas de los deudores, lo que mejora su capacidad de pago, y se
evitarían problemas de insolvencia. Asimismo, algunos países para no ver afectado el
pago del servicio de la deuda, ante un ajuste del tipo de cambio, proceden a disminuir el
monto de la deuda vía privatización.
Cuando la economía tiene altos niveles de endeudamiento externo y altos coeficientes
importados, los ajustes del tipo de cambio se trasladan a los precios y éstos de nuevo al
tipo de cambio, por lo que se genera un contexto de incertidumbre, que da lugar a
prácticas especulativas contra la moneda. De ahí la importancia de que la corrección del
tipo de cambio vaya acompañada de la revisión del pago del servicio de la deuda
externa, como de la instrumentación de políticas industriales y crediticias a favor de la
inversión productiva para aumentar el componente nacional de la producción y de las
exportaciones para evitar el impacto sobre costos financieros y productivos del ajuste
cambiario. Para ello se requiere a su vez replantear la política comercial para asegurar
efectos multiplicadores internos de la inversión, para conjuntamente con el incremento
de la productividad, disminuir las presiones sobre la balanza de comercio exterior
manufacturero.
Sin embargo, al ser el capital financiero el sector hegemónico, y la economía requiera
de entrada de capitales, para hacer frente a las presiones sobre el sector externo, se
seguirá instrumentando políticas para generar condiciones de confianza en los mercados
financieros internacionales, por lo que no se podrá flexibilizar la política económica a
favor del sector productivo de la economía.
Hay que disminuir los requerimientos de entrada de capitales y regularlos para evitar
que el tipo de cambio se dispare y poder retomar el manejo soberano de la política
económica para que actúe a favor del crecimiento económico. Para reducir las
necesidades de entrada de capitales, la economía debe dejar de lado el objetivo de
estabilidad del tipo de cambio, así como disminuir las presiones sobre el déficit de
cuenta corriente, para lo cual el tipo de cambio flexible en torno a precios juega un
32
papel importante, sobre todo para la instrumentación de políticas dirigidas a encarar los
rezagos productivos.
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