Texto completo - Anales del Instituto de Investigaciones

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SOBRE UN RELIEVE DE MIGUEL ÁNGEL
"La lucha de los Centauros con los Lapitas"
Por Fmncisco de la Maza
En la obra de Miguel Ángel quedan todavía ciertas incertidumbres sobre
el origen, finalidad e intención de algunas escenas o figuras. Tal es el
caso, por ejemplo, de los cinco jóvenes desnudos que aparecen al fondo
del cuadro de La Sagrada Familia. Burckhardt, en un momento de mal
humor, declaró que era una "dificultad deliberada" que Miguel Ángel
quiso exponer a sus asombrados espectadores. Justino Femández, en
forma simbólica, encuentra una intención:
Los desnudos del fondo -dice- tienen una vaga suavidad de dibujo y
de modelado; el grupo de la derecha parece mostrar la pasión de los celos,
mientras que el de la izquierda expresa la ternura amorosa. El niño en
la parte baja, que parece un pastorcito, sirve de liga entre el fondo y el
grupo de la Sagrada Familia. Es obvia la división que Miguel Ángel quiso
mostrar entre el antiguo mundo pagano, sensual y pasional. y el religioso
cristiano. con la unión familiar, y en lo alto el Niño Dios. 1
Aunque para Miguel Angel el mundo pagano no debió ser, nada más,
"sensual y pasional" -aparte de que el propio Miguel Ángel era eso- y
de que la unión familiar pagana era tan completa y respetable como la
cristiana, es muy posible esta interpretación para los efectos sintéticos
de la representación de dos mundos diferentes. Y hasta la liga de esos
mundos con San Juan Bautista, el "precursor", viene a reforzar la sugestión del Dr. Femández. Sin embargo, tal vez un día se encuentre una
motivación más concreta.
Con el relieve de La lucha de los Centauros con los Lapitas ha habido
también incertidumbres, como veremos. Este relieve fue labrado por
Miguel Ángel cuando era adolescente, hacia los diez y siete años, en el
palacio y corte de los Médicis.
Sabemos que fue esculpido bajo la inspiración del sabio humanista
Ángelo Poliziano, según declaran y aclaran los primeros biógrafos de
Miguel Angel.
Giorgio Vasari (1550) dice refiriéndose a la juventud del artista:
1
Justino Fernández. Miguel Ángel. De su alma. Instituto de Investigaciones Es.
téticas de la UNAM, 1964, p. 33.
11
En esa época, aconsejado por Poliziano, hombre destacado en las letras,
Miguel Ángel talló en mármol la batalla de Hércules con los Centauros,
obra tan bella que, quien la contempla hoy, no la considera producción
de un joven, sino de un maestro consumado en el estudio y práctico en
su arte.
Ascanio Condivi (1553) repite, en realidad, el dicho de Vasari, pero
lo amplía: "Estaba en la misma casa (de los Medici), Poliziano, hombre, como todos saben, y dan pleno testimonio sus escritos, doctísimo y
agudísimo. Conociendo éste el elevado espíritu de Miguel Angel, lo
amaba mucho y continuamente lo incitaba, aunque no lo necesitara, al
estudio, aconsejándolo e indicándole que hiciera algunas obras; entre
ellas, un día, le propuso El rapto de Deyanira y la lucha de los Centauros, explicándole, parte por parte, toda la fábula." 2
Hay una cita anterior, de 1527, de un Giovanni Borromeo, quien escribe a Federico Gonzaga, Marqués de Mantua:
He hecho amistad, por medio de un amigo, con Miguel Ángel ... espero
tener un cuadro de figuras desnudas que combaten, de mármol, que había
comenzado a instancias de un gran señor, pero no está acabado... es cosa
bellísima de ver y hay en él 25 cabezas y 20 cuerpos que hacen varias
actitudes. 8
•
Unas opmlOnes modernas y contemporáneas pueden representar a
la crítica historiográfica ante el relieve.
Stendhal:
Un día le dijo Poliziano a Miguel Ángel que el rapto de Deyanira y la
batalla de los Centauros sería un hermoso asunto para un bajorrelieve y,
en apoyo de la idea, relató la historia con todo detalle. Al día siguiente el
muchacho le entregó el boceto. No sé por qué Vasari le llamó La batalla
de los Centauros; en él sólo hay hombres desnudos que se baten a pedradas y mazazos; de caballo o centauro no hay más que medio cuerpo sin
terminar. Las figuras tienen las más extrañas y difíciles posturas y acusada
expresión. Brillan en el relieve relámpagos geniales, por ejemplo, el hom2 El libro de Vasari es Yida.s de pintores, escultores y arquitectos y hay muchas
ediciones y traducciones. Para Condivi, la edición más asequible es la de Jacopo
Recupero añadida a su libro Michelangelo, De Luca, editor, Roma (sin fecha), pp.
99 a 160.
8 Tolnay, The Youth o/ Michelangelo, p. 133. La cita está en A. Luzio, La
Gallería de; Gonzaga vendt~ta all'Inghilterra, fiel 1627-1628, Milán. 1913.
12
bre visto de espaldas que arrastra a otro por los cabellos, y la figura de
frente que asesta un mazazo. Entre estos admirables detalles no deja de haber
incorrecciones ... 4
John Addington Syrnonds publicó su Vida de Miguel Angel a fines
del siglo pasado y en ella, al referirse al relieve dice que:
Angelo Poliziano recomendó a Miguel Angel que tratara en bajorrelieve
una fábula antigua, donde jóvenes héroes se trababan en lucha por alguna
mujer. Probablemente indicó asimismo algunos ejemplos clásicos que pu.
dieran guiar en su empresa al muchacho escultor. El tema había de poner
a dura prueba su conocimiento del desnudo. Debían modelarse figuras de
adultos y jóvenes en actitudes de vehemente ataque y resistencia y las condiciones del mito requerían que a lo menos una entrara en annonía can
formas equinas. Miguel Angel luchó vigorosamente con esas dificultades:
produjo una obra que, aunque imperfecta e inmatura, saca a luz las cuali.
dades específicas de su inherente capacidad de arte. En el bajorrelieve se
hallan en fermentación poderosas concepciones medio realizadas, osadías
de escorzo, intentos de agrupación intrincada, acción y expresión dramáticas violentas. 5
Ludwig Goldscheider, en su Catálogo al Michelangelo de The Phaidon
Press, Londres, 1954, dice:
Las figuras individuales en este relieve tienen poca claridad material;
es arduo decidir cuáles de ellas son Centauros, y todavía más dificil distinguir l,as masculinas de las femeninas. Wolfflin sostuvo que no habia
una sola figura femenina en el relieve, mientras Symonds creyó que la
figura central era femenina. La representación está inspirada en sarcófagos del período imperial romano, y el relieve ecuestre de Bertoldo ha
sido comparado justamente con él. Parece que Miguel Ángel apreciaba
mucho su relieve de los centauros, que ejecutó cuando tenía diez y siete
años (su aprecio por él está confirmado por Condivi); en todo caso 10
conservó durante su vida, y después pasó a pertenecer a su familia.
Justino Fernández:
Las dos primeras obras escultóricas de Miguel Angel son La batalla de los
Centauros y la Virgen de la Escalera, hoy en Florencia en la Casa Buonarratio Fueron ejecutadas de 1490 a 1492, es decir, entre los 15 y 17 años de
su edad. Marcan por sus temas disímbolos y por sus tratamientos algo
fundamental en la existencia de Miguel Angel: la piedad religiosa y el
gusto por la vitalidad pagana; son el inicio de su evolución futura. La
fuerza vital es más aparente en la Batalla de los Centauros. Se dice que el
4
5
Historia de la pintura en Italia, libro VII, cap. 136.
Editorial Suramericana. Buenos Aires. 1943. pp. 26·27.
13
tema le fue sugerido por Poliziano y parece inspirado en las Metamorfosis
de Ovidio, al través de Boccacio. Miguel Ángel desdeñó todo accesorio simbólico y se atuvo a los cuerpos desnudos, que se lanzan unos contra otros
arrojando piedras y se entrelazan en lucha tumultuosa. La perfección de
los cuerpos recuerda la estatuaria antigua y los relieves de los sarcófagos,
y el contraste entre su acabado y el abocetamiento de las cabezas indica el
interés primario en ellos, pero no hay detalle que no sea expresivo, así
esté más o menos acabado, y hay cabezas, corno la del viejo de la izquierda
(que recuerda efigies de Sócrates), que no necesitan perfeccionamiento
alguno ... Severa austeridad rige la Virgen de la Escalera; apasionada vitalidad la Batalla de los Centauros. Y este contraste entre la actitud reflexiva, serena y elevada de la primera, y la sensual, dinámica, desgarradora
de la segunda, forman un complejo componente que se revela en ambas
obras y que constituye la raíz más profunda de la existencia de Miguel
ÁngeJo. 6
Franco Russoli es m,is parco:
La energía desesperada, y retenida en la vibrante extensión de los pI,¡nos de La Virgen de la Escalera, se desencadena en el épico nudo plástico
de La lucha de los Centauros. Un mito, sugerido probablemente a Miguel
Angel por Poliziano, parece haber intuido el tema de la cultura humanística que pudiese responder mejor a la fantasía poética del joven. 7
Stendhal, como se ha visto, aún aceptaba a principios del siglo XIX,
el tema de Vasari y Condivi. Symonds, a fines del mismo siglo, ya opone
reparos y se refiere sólo a "una fábula antigua". Después, a partir, al
parecer, de Wickhoff, el asunto se aclara y ya es la lucha de los Centauros
con los LApitas.
•
Si es evidente que el tema es la lucha de Centauros y Lapitas, veamos
las fuentes en que bebió PolÍziano para aconsejar al joven Miguel Angel.
El primero que trata el suceso es Homero, brevemente. en La Odisea.
En la rapsodia XXI, uno de los pretendientes de Penélope, el "deiforme"
Antinoo, le dice a Ulises que no se muestre tan petulante, ya que le
podría pasar lo que al Centauro Eurito, el cual, en el banquete de Piritoo, "'ofuscado por el vino, llevó al cabo perversas acciones y los héroes,
poseídos de dolor, arrojándose sobre él y arrastrándolo hacia la puerta,
le cortaron con el cruel bronce orejas y narices... "
6
op. cit., pp. 17-18.
7
Tutta la scultura di Michelangelo. Biblioteca d'arte Rizzoli, Sa. edizione 1962,
p. 11.
14
Como se ve, no pudo ser esta la inspiración de Poliziano. Es Ovidio,
siglos después, el que nos revela cuál fue la perversa acción de Eurito.
En las Metamorfosis, libro XII, canta la lucha de Centauros y Lapitas
en todo un poema de más de trescientos versos. Mas conviene. antes de
examinar a Ovidio, recordar la leyenda.
Los Centauros, mitad anterior humana y mitad posterior equina,
fueron hijos de Yxión, rey de Tesalia, y de una nube en forma de HeraJuno. Es decir, que habiéndose enamorado Yxión de la madre de los
dioses, hizo cuanto pudo por ganarla. Zeus-}úpiter, tomando a broma
la pasión del tesalio, ordenó que una nube tomara la fonna de Hera y
de ese insólito himeneo nació el primer centauro, a modo de castigo,
que fue fecundo, sin embargo, y produjo toda una raza que se llamó de
los Centauros, palabra que parece quiso decir "vigoroso". Hubo Centauros malos, como los citados Neso y Eurito, y buenos y sabios, como
Quirón, maestro de Aquiles.
Yxión fue también padre normal de Piritoo, el amigo intimo de
Teseo y rey de los Lapitas. Cuando Piritoo se casó con Hipodamia -o
Deidamia- invitó a sus parientes los Centauros al banquete de bodas,
donde, borrachos, trataron de raptar a las mujeres lapitas.
Dice Ovidio:
Nam tibi, saevorum saevissime Centaurorum
Euryte, quam vino pectus tam virgine visa
ardet ...
"'porque tu pecho, Eurito, el más cruel de los crueles Centauros, ardió
por efecto del vino a la vista de la virgen" y:
raptatur comis per vim nova nupta prehensis
"la recién casada fue raptada por la fuerza y arrastrada por los cabellos".
Los demás Centauros aprovecharon la situación y:
... A rii, quam quisque probabant, aut poterant, raPiunt ...
"Otros arrebatan (a la) que les había gustado o (a la) que podían ... "
Ovidio, a pesar de su aut puer aut puella, no hizo caso de la tradición
completa, que está, como veremos, en los templos de Bassa y Olimpia
y en los vasos griegos y sólo habló de raptos femeninos.
15
Los Lapitas acudieron a la defensa de sus mujeres y las armas fueron
-ya que estaban en un festín de bodas- los platos, vasos, jarras, candeleros, teas, etcétera, aun cuando salieron a relucir alguna lanza, unas
espadas y hasta piedras.
¿Pudieron ser éstas las fuentes de Poliziano? Así ha parecido a varios
biógrafos posteriores, pero o Miguel Ángel no hizo mucho caso, o fue
otra la inspiración, pues muy poco de ovidiano hay en el relieve. De los
trescientos veinticinco versos pudo haber aprovechado Poliziano sólo
los primeros citados, pero la representación de Miguel Angel, repetimos,
ni singulariza a Eurito ni esculpe a Hipodamia.
Es probable que al joven Miguel Angel, lo único que pudo interesarle fue la idea de la lucha, en general, sin tomar en cuenta los detalles, pero como hay raptos individuales de muchachos y como no hay
mujeres, salvo dos y en segundo término, es legítimo pensar que fue otra
la fuente inspiradora.
Creemos que ésta fue de Pausanias, el gran viajero griego del siglo II
d.C. en su hermoso libro Descripción de Grecia. Es cierto que la prime.
ra edición de Pausanias es la de Aldo Manucio, Venecia, 1516, pero
Poliziano no necesitaba esperar que se imprimieran los clásicos para
conocerlos. Allí tenía los manuscritos mediceos antes de que pasaran a
Roma y en ellos debió de estar una copia de Pausanias como la que
tuvo Manucio pocos años después para imprimirla. Y si, como asegura
Condivi, le explicó "parte por parte, toda la fábula", Poliziano necesitó,
como veremos, de Pausanias y no sólo de Ovidio.
En el libro v, x) 8, al referirse a las esculturas del frontón posterior
del templo de Zeus, en Olimpia, en el que estaba representada la lucha
de Centauros y Lapitas, dice: "En el centro estaba Piritoo ya-un lado
Eurito, raptando a Hipodamia; del otro estaba Teseo, atacando a dos
centauros con su hacha; uno raptaba a una doncella y el otro a un
muchacho en la flor de la edad." (Kév't'ocupo~ as: Ó [J.tv 7tocp6évov Ó ae:
7totLaot ~p7toc)(,w~ SO''t'LV COpOCLOV)8
Existen la mayor parte de las esculturas en el Museo de Olimpia, pero
ni en la colocación ni en la interpretación se tuvo en cuenta a Pausanias.
Resulta que Piritoo es Apolo y los Centauros de la derecha están reparo
tidos a ambos lados del supuesto Apolo. Sin embargo, el propio Pausanias
pudo equivocarse en el caso de que la estatua principal fuese Piritoo,
8 Edición Didot, París, 1845, libro v, cap. XI, p. 242. También la edición española
de Antonio Tovar, Universidad de Valladolid, 1946, p. 331.
16
l . Frontón del Tem plo de ZeuI. Oli mpia
2. Tem p!o de O!im pia. l)elaJle
3. ParlcllÓn. Lucha dc Cclllauro ) L:lpi¡¡¡.
'1. l'al'lc nÓn . Lucha tic Lapita
r
CCll taum
:;. T emplo de H:15sa. Rapto de IIlIa doncella}' de un efebo
6. Tem plo de Bassa. Lucha de Centauro
r
Lapita
7. Templo de nassa. Lucha de Celllauro y Lapila
8. TemplO de I\assa. Centauros y Inpltas
9. Tcmplo dc Bassa. Hni{la de un lapita
10. Templo de llassa. Lapita entre dos centauros
11. T em plo de Bassa. RaplO de una doncella lapita
¡
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1:::. 1\UgUCJ A'IOCI. LUCna th! CdllalHOS )' [apilas . J',ol'clIl:Ja
13, Miguel Ángcl. Rc lic\'c, Detalle central
(
¡
,
!
15. Delalle de la derecha
H. Del.llle de la izquierda
lo. Dillujo del lillro; Los dioses de Grecia y Roma, de V. C('llhanll , edición de Barcelona, 1880
pues el centro se reservaba a los dioses y en el frontón anterior estaba
Zeus.
•
La disposición actual de las figuras del frontón, según están colocadas
en el Museo de Olimpia y que parece ser la correcta, a pesar de Pausa~
nías, es la siguiente: Apolo, al centro. A sus lados dos Centauros raptan
a dos doncellas, que son defendidas, una por Teseo, la otra por Piritoo.
En seguida vienen dos escenas de raptos de jóvenes, el de la izquierda
va a la grupa del Centauro, pero lo ha obligado a hincarse; en la derecha, el Centauro ase al joven por los hombros y lo atrae hacia él, pero
también el Lapita lo domeña. Otros dos Centauros raptan doncellas y
dos Lapitas las defienden; el de la izquierda lleva a la joven tomada
de los cabellos y en la derecha al contrario, el efebo lapita es el que
tira de la cabellera al Centauro. Cuatro mujeres, en los ángulos del
frontón, se arrastran ,por el suelo. 9
Uno de los Lapitas defensores, el del lado izquierdo, tiene una curiosa
semejanza, en su posición, con el que en Miguel Ángel es arrastrado
por los cabellos, como después se verá.
"En la diversidad de la refriega del combate, se ven escenas de rapto
de doncellas y de muchachos, de sufrimiento, de defensa, de ataque y de
. f o . ""d'
tnun
, Ice W egner. 10
•
Las representaciones más antiguas que se conocen de la lucha de
Centauros y Lapitas, parecen ser las de los vasos del siglo VI. En el famoso
"Vaso Fran(ois", del pintor Kleitias, se cuidaron de desvirtuar un poco
la leyenda, pues los Lapitas, olvidando que el suceso fue en un han'que te, aparecen armados de puñales y lanzas y vestidos de xitón, casco
y grebas, mientras los Centauros esgrimen piedras y toscas ramas de
árbol sin pulir, aún con tallos y hojas. Igual sucede en el "Vaso de Bruselas", de Polignoto. Tanto en el "Vaso de Palermo", del pintor Niobis,
}' en el de MunichJ de Sisifo, los Lapitas aparecen armados y con cascos y
escudos, pero con el cuerpo desnudo.
En estos vasos, y otros, no hay, en realidad, ningún rapto. Hay batallas
1} Greek Temples, Theatres and Shrines. Helmut
Herve and Gottfried Cruben.
Thames and Hudson. London, pp. 326 Y 351.
10 Max Wegner. L'Art Gree. Editions Charles Massin, 1955, pp. 169-170.
17
duales, en las que no hay vencedor ni vencido, salvo algunas escenas
en que un Lapita cae a tierra ante dos Centauros que lo que tratan es de
matarlo. 11
Vienen después las esculturas citadas del templo de Olimpia, del año
de 470 a.C., obra de Libón de Elis y luego, simultáneas, las de las
metopas del Partenón, 447 a.e. obra de Fidias, y las del Teseión o Hefesteion del ágora de Atenas.
Después de Olimpia siguen en importancia las esculturas del templo
de Bassa, ciudad que estuvo situada entre Olimpia y Figalia, en el
Peloponeso. El templo permanece en pie, aislado en el desierto, con
su peristilo completo, pero las esculturas de los frisos y de las metopas
están en el Museo Británico. En Bassa juntaron el recuerdo de dos
batallas ancestrales, la que nos ocupa, y la de los helenos contra las
amazonas. También en Bassa, como en los vasos, se olvidaron los artistas
que la escena era un banquete y que no podían los griegos estar vestidos
y armados en son de batalla. En este sentido, y curiosamente, será
Miguel Ángel más fiel a la historia que los escultores y pintores antiguos.
Los relieves principales de Bassa son siete: En una metopa, un Centauro lleva en ancas a una Lapita que extiende su brazo izquierdo
pidiendo ayuda, pero el joven que podría ayudarla es a su vez raptado
por otro Centauro, que 10 ase fuertemente por el cuello y el muslo
izquierdo. El efebo sólo puede corresponder -pues parece estar desarmado- con su puño derecho, presto a golpear al raptor. En el friso
las escenas son muy variadas. Un Centauro brinca con bárbaro empuje
sobre otro Centauro, herido o muerto, para caer sobre un adolescente
Lapita, el cual se defiende y con éxito, sepultando un puñal en el
pecho del caballo.
Otro Centauro se lanza sobre un Lapita, el cual, a pesar de su casco
y rodela, ha sido casi derribado y el viejo Centauro se prepara a raptarlo
venciéndolo con las patas delanteras y presto a tomarlo de la cabeza o
del cuello. En otra escena el Lapita huye francamente del Centauro.
Hay dos relieves en los que el triunfo está declarado a favor de los
Lapitas, pues un Centauro yace derribado en tierra y es arrastrado
de la cabellera por uno de ellos mientras otro, hincando su rodilla en el
lomo del vencido Centauro, va a asestarle un golpe con una arma
que no se distingue. Sin embargo, ese golpe será evitado por otro
Centauro.
11 A History 01 C,.eek Vase painting. Text and notes by P. E. Arias. Thames and
Hudson, London, figs. 40-46; 1.76-181; 190 Y 237.
18
En otra escena se trató, desde luego, de centrar y lucir a un bello y
vigoroso Lapita que está entre dos Centauros, de espaldas a él, por lo
cual se destaca con énfasis. Su lucha consiste en detener por los cabellos
al Centauro de su izquierda para apuñalearlo con la mano derecha.
Notemos que en todas las pinturas o relieves conocidos se hace caso
omiso de Hipodamia y que la lucha es general, de raptos o encuentros
múltiples.
Se repetía el tema en el escudo de bronce de una escultura de Palas
Atenea, en la Acrópolis, con dibujos de Parrasio, así como en los relieves
del trono de Artemisa, en Amidas. En el "arca". de Cipsila, que cita
asimismo Pausanias, había un Centauro con piernas delanteras de hombre, como nos dice, un tanto extrañado, el ilustre viajero.
¿Por qué este deseo de mostrar el famoso episodio? La razón debe ser
porque fue una de las grandes victorias prehoméricas de los griegos
contra sus vecinos bárbaros, tal vez tan antigua que puede remontarse
a la adquisición de los caballos por los griegos, vencidas las tribus del
norte de Grecia -que después serían los germanos- que acosaban a la
Hélade desde las grupas de los caballos.
El tema, por inercia, se repitió en Roma varias veces. Recordamos el
trozo de base de la Villa Adriana en la que hay dos escenas: en una
el Centauro trata de apoderarse de un Lapita que, de pie, lo desafía;
en otro es un joven, casi un niño, que ya va en la grupa del Centauro,
pidiendo auxilio, a pesar de que el Centauro ha caído de bruces.
•
Veamos en detalle el relieve de Miguel Angel.
Son 25 figuras entre cuerpos completos, torsos y cabezas. Hay tres
ejes verticales bastante claros: el central con una figura desde la cabeza
al pubis, y dos laterales que se distinguen por dos cuer.pos completos.
No olvidando que es una lucha entre Centauros, es decir, hombrescaballos y Lapitas, o sea un pueblo de Tesalia, veamos a los luchadores
que, en teoría, deben corresponder a un Centauro por un Lapita o, en
todo caso dos o tres Lapitas contra un Centauro, suponiendo que Miguel
Angel obedeciera al tema, cosa muy improbable en el rebelde y libérrimo
genio floren tino.
La figura que ocupa el eje central es un Centauro, cuyo cuerpo equino
está oculto. No puede ser un Lapita porque la pronunciada curvatura
del torso obliga a que, de tener sólo piernas humanas, no podría apo-
19
yarse en ellas, pues prosiguiendo la curva de los muslos, las rodillas
hacen un ángulo hacia arriba; además, el trozo de muslo visible, muy
delgado, acusa una pata equina. Su altura, por otra parte, y estar en
actitud de lucha con un joven Lapita, lo confirman. Su mano derecha
va hacia atrás de la cabeza y empuña algo que va a lanzar sobre el
Lapita del eje izquierdo.
Este Lapita es un atlético mancebo que se defiende con su brazo
izquierdo y embiste al Centauro con una enonne piedra que lleva en su
mano derecha. Tiene un ayudante, que es un viejo -el único- que
levanta otra piedra con ambas manos. Todos han visto en este viejo
el parecido que hay en su rostro con los tradicionales retratos de Sócrates
¿Quiso recordar Miguel Ángel, de paso, en estas dos figuras a Sócrates y
A1cibíades, que estuvieron juntos en la batalla de Potidea y en la que,
según la leyenda, el maestro salvó la vida al dilecto discípulo?
Bajo ellos un hombre herido lleva sus manos a la cabeza. Está sentado
en el suelo, vencido. Se ha visto en él un Centauro pero la posición de la
cadera y parte del muslo parecen asegurar lo contrario.
Arriba -seguimos en el eje izquierdo- en el ángulo superior, hay
seis figuras, una con parte del torso, y cinco cabezas. El joven del medio
torso voltea hada la derecha y avanza su brazo izquierdo, cuya mano
empuña una piedra, mientras su mano derecha avanza como para ayudar
a la izquierda. Trátase, por fuerza, de otro Centauro que ataca, en este
caso, a una mujer Lapita. La mujer es defendida por un joven que la
abraza, atrayéndola hacia él. Junto a este primer Centauro hay una
doliente cabeza, oprimida por sus manos, de un joven que se desatiende
de la escena. A la derecha asoma un perfil, al parecer femenino, que ata
sus cabellos con una cinta en la frente. Haciendo contraste a ésta, por
voltear a la izquierda, aparece otro perfil, justamente entre las cabezas
del viejo y del joven de pie.
Volviendo al eje central, enfrente y debajo del Centauro, está la
escena más representativa de la lucha: un hercúleo varón, de espaldas,
arrastra con violencia a un joven que está a punto de caer de bruces.
En su deses.peración, este joven trata de desprenderse, con ambas manos,
de su raptor, que 10 1Ia tomado de la cabeza con su brazo izquierdo.
Otro mancebo ayuda al raptado abrazándolo con su brazo izquierdo e
impidiéndole caer, mientras con su brazo derecho, que va hacia su
espalda envolviendo su cuello, parece que toma impulso para golpear
con algo al raptor.
A pesar de que este raptor debiera ser Ceptauro, la parte visible de su
20
muslo izquierdo indica una pierna humana. No olvidemos, sin embargo,
que hubo Centauros con las piernas delanteras de hombre. Que el
raptado sea un muchacho, lo indican su ancha espalda, sus brazos fuertes
y absolutamente masculinos y su cabeza de cabello corto. Se ha querido
ver en esta figura, sin embargo, a una mujer, Hipodamia, porque algo
hay de femenino en la cadera y el muslo, pero este dato es menos concluyente que los primeros.
Frente a los pies del joven que lleva la piedra, que hemos visto como
la figura más completa visible, está el trozo del único centauro indudable, ya que en ese trozo se ven las ancas de un caballo, un minúsculo
caballo que se arrastra y pierde la part~ humana de su cuerpo detrás
de las figuras centrales del primer término.
Entre raptor y raptado y sobre el Centauro que esconde su torso humano, está otro joven, como muerto, de hombros tan vigorosos que están en
desacuerdo con el delgado cuello y la pequeña cabeza. No sólo está
derribado sobre la grupa del caballo, sino sobre el hombro izquierdo
de un recio varón, de espaldas, que se hunde en el piso.
A la derecha del joven central y supuesto Centauro de que hemos
partido para esta difícil y laboriosa descripción, entre su hombro izquierdo y la parte superior del relieve, hay dos medios torsos en postura
extraña. Son dos jóvenes; el de abajo enlaza con su brazo derecho el
cuello del otro, como atrayéndolo hacia él; sin embargo, con su mano
izquierda rechaza el brazo derecho, armado, de su contrincante. Parecida
escena, pero con diferente contenido, pintaría después Miguel Ángel
en la Capilla Sixtina, pues allí sí ambos jóvenes se abrazan y besan en el
gozo de la resurrección.
Sobre la espalda de uno de estos jóvenes, el que está en la parte alta,
asoman las cabezas de frente, de dos niños. La última figura es un
muchacho de frente, que eleva su brazo izquierdo, rodeando su cuello,
con ademán de descargar un golpe que parece va directo a una cabeza
que está frente a él pero que, por voltear a la izquierda, no puede verlo.
Este joven ha tomado con su brazo derecho el cuello de otro, que está
de pie, de cuerpo completo, visible todo el torso de frente y toda la
pierna derecha. Este joven, que forcejea por quitarse el brazo del primero, es la figura simétrica del que hemos visto lleva la piedra en la
mano en el lado opuesto. Trátase aquí de un Centauro que rapta o
lucha con un vigoroso Lapita.
En el ángulo inferior derecho, la última escena es otro Centauro, cuyo
torso, de frente, hunde sus muslos en ese suelo lodoso del primer término
21
en el que, sin embargo, apoya su pierna el joven que está de pie. Sobre
este centauro, precisamente cabalgándolo, está un muchacho que va
raptado, pues el centauro enlaza con su brazo izquierdo la pierna del
muchacho y con el brazo derecho trata de apoderarse de su cuello.
El joven y obligado jinete se defiende apartando la cabeza del centauro
con su mano izquierda y dispuesto a descargarle un golpe con la derecha.
Pudiera ser que no fuera Centauro, sino un hombre que ha trepado
sobre su espalda al efebo, pero eso no es verosímil por la actitud del
muchacho, que está sentado en algo que sólo puede ser horizontal como
la grupa de un caballo. Y hasta los cortísimos muslos del raptor sólo se
explican convirtiéndolos de i¡lmediato, de las rodillas para abajo, en
delgadas patas de caballo.
Tal es, hasta donde es posible describirlo, el relieve juvenil de Miguel
Ángel.
•
En conclusión, si Poliziano se hubiera basado sólo en Ovidio, no
hubiera dado lugar a estas escenas de raptos entre jóvenes Centauros y
efebos Lapitas. Miguel Ángel esculpe a los Centauros, contra la costumbre, imberbes, pues como Policleto, no gustaba de las barbas en la
belleza juvenil.
Ahora bien, la única cita clásica de raptos de doncellas y muchachos
es la de Pausanias, luego la inspiración y consejo del humanista Poliziano al joven Miguel Ángel tuvo que ser el párrafo del viajero griego,
que hasta ahora no había sido supuesta por los críticos y que creemos
aclara el fin, la intención, las expresiones y los actores del relieve
La lucha de los Centauros y los Lapitas. 12
12 Las fotografías números 3 a 9 pertenecen al archivo del British Museum, Londres;
las números 10 y 12 a la Casa Alinari, Florencia, y las números 11 y 13 están tomadas
uet libro de Tolnay.
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