Tema III.- ALIMENTOS RITUALES, FESTIVIDADES Y SÍMBOLOS RELIGIOSOS 1. Alimentos con especial significación religiosa Algunas Confesiones, como sucede en el Islam y el Judaísmo, establecen prohibiciones alimenticias a sus fieles y ordenan que los alimentos permitidos hayan de ser elaborados de forma ritual. Los preceptos rituales abarcan el sacrifico de animales (reses o aves), que han de ser realizados de determinada manera y por fieles cualificados de dichas Confesiones. Los alimentos judíos permitidos se llaman Kosher, y los islámicos Hallal. Los Acuerdos con la CIE y la FCJE prevén que las respectivas Federaciones puedan registrar la marca Kosher y Hallal en el Registro de Marcas del Ministerio de Industria, de manera que los productos que lleven dichas marcas garanticen a los fieles judíos y musulmanes que dichos productos reúnen los requisitos rituales previstos. Además de la posibilidad de asegurar que determinados alimentos cumplen las prescripciones rituales correspondientes, se plantea el problema de la alimentación de los fieles de estas religiones cuando han de hacerlo en ámbitos de especial sujeción, es decir, con menú único para todos los interesados, como es el caso de los militares en los cuarteles, los presos, enfermos ingresados en hospitales o los alumnos que comen en colegios públicos. Únicamente el Acuerdo con la CIE contiene previsiones al respecto, disponiendo que la alimentación de los internados en centros o establecimientos públicos y dependencias militares, y la de los alumnos musulmanes de los centros docentes públicos y privados concertados que lo soliciten, se procurará adecuar a los preceptos religiosos islámicos, así como el horario de comidas durante el mes de ayuno (Ramadán). Por su parte, la legislación penitenciaria prevé que la alimentación se pueda adecuar a las convicciones religiosas o ideológicas de los internos, aunque sin que surja una verdadera obligación jurídica, ya que somete la solicitud a las posibilidades de la Administración. 2. Días festivos religiosos Todas las religiones suelen tener un día festivo semanal, en el que honran especialmente a la divinidad y celebran sus cultos más solemnes. Para los cristianos suele ser el domingo; para los judíos y adventistas del séptimo día, el sábado; y para los musulmanes el viernes. Dicho día suele coincidir con el día semanal de descanso laboral, que reconocen todas las legislaciones en cuanto exigencia concreta de la organización social del trabajo. En España (y en la mayor parte del mundo) dicho día festivo laboral es el domingo. Pero, además, suelen existir otros días en los que se conmemoran sucesos o personas concretas de las diferentes religiones. La LOLR reconoce el derecho a celebrar las propias festividades religiosas. El Estatuto General de los Tra1 bajadores, además de los domingos, reconoce 14 festividades laborales, de las que la mayor parte corresponden a fiestas religiosas cristianas, como puede verse en el cuadro adjunto: 1 enero 6 enero 19 marzo 1 mayo 25 julio 15 agosto 12 octubre 1 de noviembre 6 diciembre 8 diciembre 25 diciembre Móvil Móvil 2 fiestas locales Año Nuevo Epifanía San José Fiesta del Trabajo Santiago Asunción Fiesta nacional Todos los santos Constitución Inmaculada Navidad Jueves santo Viernes santo Depende del lugar Laica Religiosa Religiosa Laica Religiosa Religiosa Laica Religiosa Laica Religiosa Religiosa Religiosa Religiosa Las fija el Ayuntamiento Nacional Nacional Puede cambiarse por una autonómica Nacional Puede cambiarse por una autonómica Nacional Nacional Nacional Nacional Nacional Nacional Puede cambiarse por una autonómica Nacional Local En los Acuerdos de cooperación del Estado con las Federaciones judía (FCJE), islámica (CIE) y evangélica (FEREDE) se reconoce a los fieles de las distintas iglesias o comunidades la posibilidad de cambiar las festividades generales por las de la propia religión (que se enumeran en los Acuerdos), siempre que exista acuerdo entre el dador de trabajo y el empleado. Sin embargo, la protección efectiva del derecho resulta muy poco eficaz, ya que el trabajador o el empleado siempre está en peor condición que el empresario. Desgraciadamente, tampoco la jurisprudencia ha ayudado, desde que una sentencia del Tribunal Supremo declaró en 1985 que la conversión de una adventista del séptimo día (cuyo día festivo es el sábado) no es causa suficiente para modificar el contrato de trabajo firmado antes de su conversión. Realmente, la fórmula más eficaz para garantizar este derecho radica en su reconocimiento en los convenios colectivos. Sin embargo, esta fórmula sólo resulta practicable cuando exista un colectivo laboral numeroso de fieles de una de las confesiones concernidas en este aspecto. Oposiciones: También se prevé que en la celebración de oposiciones para la Administración pública los fieles de estas Confesiones puedan celebrar las pruebas en otro día, si el previsto coincide con una festividad religiosa de las recogidas en los Acuerdos. Exámenes escolares: igualmente, los alumnos de las escuelas públicas quedan eximidos de asistir a clase o celebrar exámenes en los días festivos de estas Confesiones. 3. Simbología y vestimenta religiosa Cuando un país de tradición confesional cambia a un régimen de no confesionalidad o laicidad, como ha sucedido en España, no es infrecuente que, en ocasiones, se planteen conflictos acerca de la legitimidad de la presencia de objetos o símbolos religiosos en espacios públicos, sobre todo, por parte de los más acendrados defensores de la laicidad del Estado. 2 Por otra parte, con el creciente multiculturalismo cada vez aparecen más vestimentas (sobre todo en lo que se refiere a la mujer), que resultan llamativas y las que no estamos acostumbrados. Además, en ocasiones, se les atribuye un sentido que está en conflicto con nuestros parámetros de libertad e igualdad de la mujer (como es el caso de determinadas prensas islámicas). El caso más frecuente de símbolos religiosos conflictivos en espacios de titularidad pública es el de los crucifijos en aulas escolares públicas, o en salas de plenos de ayuntamientos (al menos, son los casos que en España han llegado a los tribunales). Esa presencia se explica, en la mayor parte de los casos, por pura inercia o por tradiciones arraigadas. El problema radica en que para algunos resulta incompatible la presencia de dicho símbolo —identificado con la Iglesia católica—, con la no confesionalidad del Estado. En otros casos su presencia molesta a algunos que lo consideran un ataque a su propia libertad religiosa o de creencias. A juicio del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León la eliminación del crucifijo de las aulas sólo procede cuando exista una situación conflictiva en la que puedan verse afectados los derechos fundamentales tanto de los estudiantes como de sus padres. Este tipo de situaciones sólo pueden evaluarse cuando hay una solicitud dirigida a las autoridades de la escuela con el fin de retirar el crucifijo. Si no hay tal solicitud, no cabe deducir la existencia de un conflicto y, por tanto, el crucifijo puede permanecer en las instalaciones de la escuela. En todo caso, el Tribunal afirma que la petición de retirada debe concederse cuando esté seriamente fundada en motivos religiosos. Por su parte, la Gran Sala del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, de Estrasburgo, ha dictaminado recientemente (18-III-11) que, aunque el crucifijo es un símbolo religioso, no se ha probado que la mera presencia de un símbolo en las paredes de un aula pueda influenciar a los alumnos, ya que se trata de un símbolo meramente pasivo, cuya influencia sobre los alumnos no es comparable a la del discurso didáctico o a la participación en actividades religiosas. Por tanto, en principio, no parece que la mera presencia de crucifijos en espacios públicos pueda ser considerada como una violación de la libertad religiosa de quienes no son católicos. Otro tema es la de su compatibilidad con la no confesionalidad del Estado. Mi opinión personal es que nadie en su sano juicio puede pretender que la presencia (residual en la mayor parte de los casos) de crucifijos suponga que el Estado hace suyo su sentido religioso. Mientras su presencia no disminuya los derechos de libertad de terceros (y según el TEDH no es el caso), o no exijan la adhesión personal, no constituyen quiebra del principio constitucional de aconfesionalidad y responden en buena parte a razones históricas, culturales e incluso estéticas. Y no creo que valga la pena legislar al respecto. Si existe algún conflicto es mejor que sean los tribunales quienes decidan en el caso concreto. Y por lo que se refiere a la vestimenta, salvo que pueda afectar a la seguridad pública (límite al ejercicio de la libertad religiosa), tampoco sería partidario de regular nada. Que cada uno vista como quiera (o como pueda). En este sentido, considero que si la elección de una determinada prenda de vestir se debe a motivos religiosos claros, la libertad religiosa pasa por encima de un po3 sible reglamento del centro educativo que exija la uniformidad. El criterio anterior, como afirma el Prof. Palomino, podría combinarse con el de «igualdad» de símbolos: no puede restringirse la vestimenta de una religión (una cruz, una kippa) si se admiten en el establecimiento o espacio público símbolos o vestimentas de otras creencias (una camiseta con una hoja de marihuana o con el rostro del Che). © 2012 Joaquín Mantecón, used under a Creative Commons AttributionShareAlike license. 4