INTRODUCCIÓN

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INTRODUCCIÓN
El hombre que vive, sueña. El hombre vive lo que sueña. El hombre empieza por vivir lo que sueña, y acaba
por soñar lo que vive. Empieza por soñar lo que es y acaba por ser lo que sueña. Somos, estamos hechos, de la
misma materia, de la misma estofa que nuestro sueño, dice Shakespeare. El hombre viviendo −dice el poeta−
"sueña lo que es hasta despertar". ¿Hasta despertar? ¿Luego el hombre despierta de ese sueño en que vive?
¿En que sueña que vive soñando? ¿Qué puerta encontraremos para salir de ese conceptuoso laberinto en que
nos adentra el poeta con su conocida comedia, con todas sus comedias, de sueño, de vida? Puerta secreta,
escondida, tapada. Puerta de perdido paraíso. Puerta que una sola vez pasaremos. Una vez para nunca más.
Puerta de la muerte.
"La muerte es lo que vemos −decía el filósofo griego− cuando estamos despiertos". Por eso, por no verla,
cerramos los ojos a la vida, los entornamos por el sueño; soñamos la vida y la soñamos por la muerte.
Contemplar "cómo se pasa la vida" para ver cómo, "tan callando", se nos viene la muerte es lo que otro gran
poeta español nos decía, nos cantaba para recordarnos que hay que despertar al alma que sueña, haciéndole
"avivar el seso".
Avivar el seso del que sueña, por el mismo sueño, hacérselo entender. Pues también nos dirá Calderón esto
mismo: que hay que entender, enterarse lo que soñamos cuando soñamos. Y hasta entenderlo, hasta darle vida
a ese entender, no seremos lo que soñamos. Pues, mientras, "todos sueñan lo que son, pero ninguno lo
entiende".
¿Cómo entendió Calderón su sueño? ¿Cómo soñó hacérnoslo entender; dárnoslo a entender? Preguntar esto
equivale a preguntarnos cómo vivió, qué fue su vida.
La vida de Calderón −nos dice Menéndez Pelayo− "fue larga, quieta, serena y siempre honestamente
ocupada". Vida oscura. Una vida, en suma, diremos, muy bien acondicionada para el sueño. Y para los
sueños. Para que ninguna cosa ajena perturbara al alma el soñar. Alma que sueña es alma que cree, porque
crea, imagina, se puebla de vivas imágenes, como en sueños; de vivísimas figuraciones. Es, como si
dijéramos, la del que sueña, un alma en libertad. El para qué de la libertad de un alma es este sueño, este lujo
de poder soñar.
Alma en libertad, decimos, la del que sueña. Pero esta libertad ¿no es entonces sueño también, ilusión y
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sombra? La vida quieta de Calderón se puebla de sueño, de sueños, de vivas imágenes creadas, de vivísimas
figuraciones. Conocemos al hombre por estos sueños: por su sueño conocemos su vida. Vida oscura la del
poeta que nos expresa en la libre animación de lo soñado esta verdad humana de poder crear, de ser o de poder
hacerse sueño. Sueño de vida. Al soñador lo llamará Rubén Darío "imperial meditabundo". El imperio
meditabundo de la noche estrellada de los tiempos ofrece a Calderón su manto, su gran telón de fondo, para el
"gran teatro del mundo", de la vida; para el maravilloso retablo teatral de su pensamiento. Y sueña la vida en
él, o por él, lo que sea; sueña lo que es: vida. Piensa, luego sueña, Calderón. Transmuta el pensamiento en
sueño, como hizo Dante.
Así nos ha llegado hoy a nosotros la vida del poeta, como un sueño, en la creación, de un teatro que vive aún
para nosotros por su voz: la voz popular y divina que supo poner tan claramente su pensamiento en el cielo,
como un grito. El teatro con que cierra España Calderón es un grito puesto en el cielo; una voz que todavía,
para nosotros, hoy, enuncia su palabra maravillosa; la palabra mágica, prodigiosa, de libertad. La vida, el
sueño de Calderón, es esta conciencia de la libertad. Conciencia providente. Pues "cuando soñamos que
soñamos −decía Novalis− es que ya nos vamos acercando al despertar".
PEDRO CALDERÓN
DE LA BARCA
•
VIDA:
Insigne poeta y dramaturgo español, nació en Madrid en el año 1600 y murió en ésta misma en el año
1681. Era hijo de don Diego Calderón de la Barca, secretario del Consejo de Hacienda, y doña Ana
María de Henao y Riaño. Estudió teología en el Colegio Imperial de Madrid e ingresó posteriormente
en las universidades de Alcalá y Salamanca. Muy pronto puso de manifiesto su vocación literaria: se
le atribuye el haber escrito un drama a los trece años. A poco determinar sus estudios, se dio a
conocer como notable poeta en las fiestas patronales de Madrid (1620−1622). En 1623 parece haber
intervenido en las guerras que España sostenía en Europa, pero en 1625 le encontramos de nuevo en
Madrid, batiéndose en duelo con el actor Pedro de Villegas, que había herido traidoramente a un
hermano de Calderón. Incorporado de nuevo a los Tercios, se batió en Milán y Flandes hasta su
regreso a España (1629) para dedicarse de lleno a las actividades literarias. Es en este período cuando
inunda la escena española con su notable y copiosa producción, que pronto le convertiría en favorito
del público, puesto privilegiado que conservó sin disputa durante siglo y medio. A ello contribuyó
indudablemente su dominio del arte escénico. Es curioso observar que tres de los autores más
representativos del siglo de oro español −Calderón, Lope de Vega, Quevedo−, fueran oriundos de la
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montaña. En notable contraste con la azarosa existencia de Lope de Vega, la de Calderón se deslizó
plácidamente en la corte al amparo de la admiración del público y del favor real, sin apenas otro
incidente que su intervención, en calidad de caballero de la orden de Santiago, en la represión del
alzamiento catalán contra la política del conde−duque de Olivares (1640). No es, pues, de extrañar
que su producción fuera muy abundante y variada: los investigadores modernos le atribuyen un
mínimo de 200 obras, entre las que figuran autos sacramentales, dramas religiosos, filosóficos e
históricos, comedias de costumbres, pastoriles, caballerescas y mitológicas, entremeses, mojigangas y
otras. En 1651, hastiado de la vida mundana y decidido a poner en orden sus asuntos espirituales,
abrazó el estado eclesiástico y resolvió abandonar sus actividades literarias. Pero tan insistentes
fueron las súplicas del monarca para que reanudara su tarea y tantos los deseos de la corte de admirar
nuevas producciones calderonianas que volvió a tomar la pluma para no abandonarla hasta el lecho de
muerte. Fue sucesivamente capellán de los Reyes Nuevos de Toledo, capellán de honor de Felipe IV y
capellán mayor de la Congregación de Presbíteros de Madrid.
• OBRAS:
Calderón representa a la vez la síntesis final de un largo proceso (el Siglo de Oro de la literatura
española y, más ampliamente, varios siglos de cultura orientada directamente por la Iglesia) y la
entrada en la época moderna del espíritu europeo.
Calderón aplica las dos variantes de la poesía barroca española: el "conceptismo" −poesía de ideas,
contrapuestas y enfrentadas paradójicamente, en efectos de sorpresa y deslumbramiento− y, aunque en menor
dosis, el "culteranismo" −poesía de pinceladas visuales, entrechocadas como fuegos artificiales−. Pero lo que
importa −y lo que hace que Calderón no sea un autor "para leer", sino "para ver" en la representación
escénica− es que su inventiva se aplica sobre todo a la creación de variadísimos mundos teatrales:
probablemente no hay en toda la historia universal un dramaturgo que haya creado tantos "procedimientos" y
"tableros de juego" como Calderón.
Las motivaciones −problemática teológica, casuística del honor matrimonial, etc.−constituyen algo consabido:
el público y Calderón se encontraban de acuerdo en una serie de conceptos y preceptos que observar. Sobre
eso, el autor inventa repetidamente diferentes mundillos, no sólo variando la hipótesis del argumento, sino
cambiándolo todo: ambiente, decoración, reglas escénicas, etc.. Así pasa ágilmente del drama teológico a la
comedia de enredo, a la comedia de gran fantasía, al auto sacramental, etc., y dentro de cada uno de estos
pequeños géneros vuelve a crear en cada caso un nuevo tejido de supuestos para el juego teatral. Para darse
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cuenta de cómo el autor tenía conciencia de su virtuosismo técnico no hay más que observar cómo muchas
veces los propios personajes, irónicamente, hablan de la misma técnica de la obra en que toman parte: por
ejemplo, unas damas se quejan del autor porque en su obra no ha indicado que se pongan unos árboles donde
esconderse; o −en "Mañanas de abril y mayo"− llega un momento en que todo parece resuelto y un personaje
anuncia: "aquí acaba la comedia", pero entonces le avisan de que se ha producido un nuevo conflicto y tiene
que rectificar ante el público: "pues no acaba la comedia"; o, como casi extremado, al comenzar el auto
sacramental "Lo que va del hombre adiós", un personaje se muestra perplejo porque todo está en orden y para
que haya "auto" será preciso que las cosas vayan al revés, arrancando de lo que solía ser el final.
Con todo esto no se debe pensar que Calderón sea una autor insincero, formalista, vacío; lo que pasa es que,
por contar con que su público no necesita ser persuadido de sus propias convicciones, puede entregarse
totalmente a la invención de nuevos sistemas escénicos. Pero véase "El alcalde de Zalamea" y se
comprenderá que la voz del padre ofendido, reclamando el honor de su hija frente al abuso del militar hidalgo,
es una voz auténtica, popular. No menos intenso, pero totalmente diferente en su mundillo y ambiente, es el
drama teológico−histórico "El mágico prodigioso" −el gran pre−fausto cristiano−, en que el sabio que ha
firmado pacto diabólico para conseguir a una muchacha cristiana ve la derrota del demonio por parte del libre
albedrío de ella y se convierte a su fe, pereciendo ambos en martirio. Pero, en busca de contraste, podemos
pasar a una comedia de puro enredo ("Casa con dos puertas, mala es de guardar"), o, más aún, a las
"zarzuelas" de gran espectáculo que escribió para diversión de la corte real (la Zarzuela, hoy hipódromo de
Madrid, era entonces lugar de cacerías y recreos del Rey). Entre éstas se encuentran, por ejemplo, "El jardín
de Falerina" y "El castillo de Lindabridis", en cuya primera escena empieza por ocurrir lo siguiente: Un
fauno se esconde en una cueva encantada, huyendo de un caballero armado, mientras un castillo aparece
volando por los aires, se posa en el suelo y por su puerta salen varias doncellas, que dejan plantado un cartel y
vuelven a entrar en él para remontarse de nuevo por los aires. También hay "zarzuelas" mitológicas y
simbólicas, como "Eco y Narciso" y "La púrpura de la rosa".
Un género aparte está formado por los dramas de "honor". Partiendo de una casuística puntillosa e implacable,
como en una partida de ajedrez, Calderón combina las más curiosas intrigas y resoluciones, generalmente del
modo más duro e implacable, como en "El médico de su honra", donde la esposa, inocente, pero ha quien las
apariencias pueden poner en entredicho, es suprimida por el marido mediante una sangría dada por el médico,
al cual se le hace creer que está enferma; o bien, llegando a "crónica de sucesos", como en "El pintor de su
deshonra", donde el pistoletazo vengador empieza a adquirir beligerancia escénica.
Pero todo este riquísimo repertorio de formas teatrales queda multiplicado cuando nos ha sumamos al mundo
de los "autos sacramentales". Estas obras, escritas para festejar el Corpus, no como "teatro de taquilla"
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,aunque sí para el pueblo, habían de tener un esquema uniforme de exaltación de la Eucaristía a través del
desarrollo escénico de algún motivo teológico. Sobre esa obligada uniformidad, Calderón trenza los más
variados y fantásticos espectáculos: en sus setenta y tantos "autos" (más de treinta de los cuales están
precedidos de una "loa", que es como otro "auto" en miniatura) no se repite jamás una estructura escénica. Los
personajes unas veces mezclan figuras simbólicas, reales y humorísticas. Así −puesto que cada "auto"
contrapunteaba el tema eucarístico con algún otro tema: religioso, mitológico, profano e incluso meramente
anecdótico−encontramos, como ejemplo típico, uno titulado "El nuevo Palacio del Retiro", que, uniendo a la
solemnidad del Corpus la festividad de la inauguración del nuevo Palacio, tiene en el reparto de su "loa"
figuras como "Palacio, galán", "Buen−Retiro, galán", "Jardinero", "Sabiduría", "Primera Dama", "Vida
Contemplativa", etc.. En la "loa" y "El Viático Cordero" hay una danza de los doce "husos horarios" bajo la
dirección de la "Geografía", mientras en la "loa" de "Las Órdenes Militares" se juega con alusiones a las
calles de Madrid. En otro sentido hallamos un "auto", "La humildad coronada de las plantas", donde todos los
personajes son plantas, cada cual con su simbolismo religioso. Más aún: siempre que Calderón tenía mucho
éxito con una obra profana suya, creaba después un "auto" sacramental sobre el mismo tema y título, no sólo
con "La vida es sueño", sino con comedias mitológicas como "Psiquis y Cupido", "Andrómeda" y "Perseo", e
incluso con una obra sensacionalista e inmoral como "El pintor de su deshonra".
CRONOLOGÍA DE CALDERÓN DE LA BARCA
AÑO
1595
1596
1598
1600
VIDA Y OBRA DE CALDERÓN
CONTEXTO HISTÓRICO,
SOCIAL Y CLTURAL
Matrimonio de los padres de Calderón, Diego Calderón de
la Barca y Ana Mª de Henao y Riaño.
Nace su hermano Diego.
Nacimiento de su hermana Dorotea.
Nace Calderón el 17 de enero
Muere Felipe II y le sucede Felipe
III.
Ejecución de Giordano Bruno
Publicación del Romancero
General.
1602
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1606
1607
1608
1610
1614
Su familia se traslada a Valladolid, en razón del cargo de
secretario de su padre don Diego. Nace su hermano José.
El Duque de Lerma, valido del
Rey.
La familia vuelve a trasladarse a Madrid.
Nacimiento de su hermana Antonia María. Morirá hacia
1615.
Calderón entra a estudiar en el Colegio Imperial de los
Jesuitas de Madrid hasta 1613.
Nacen Rembrandt y Corneille
Muere su madre al dar a luz una hija.
Ingresa Calderón en la Congregación de la Anunciata Se
matricula en la Universidad de Alcalá.
Muere su padre.
Enrique IV muere asesinado en
Francia
Muere El Greco.
1615
1620
1629
1635
1636
Entra en la Universidad de Salamanca, tras estudiar lógica
y retórica en Alcalá.
Calderón deja Salamanca y acude a Madrid, donde
participa en el certamen literario por la beatificación de S.
Isidro.
Asalta el Convento de Trinitarias persiguiendo al actor
Pedro de Villegas, que había herido a su hermano.
Calderón concluye la redacción de La vida es sueño Se
representa El médico de su honra. Se componen Con
quien vengo, vengo y A secreto agravio, secreta venganza.
Calderón, El alcalde de Zalamea. Se publica el primer
volumen de sus comedias, en Madrid, a cargo de su
hermano José.
Se publica la Segunda Parte del
Quijote .
Nace el Príncipe Baltasar Carlos
Muere Lope de Vega
Muere Rubens
Portugal se separa de la Corona
española.
1640
Rebelión de Cataluña. Calderón toma parte en la
expedición para sofocarla.
1642
Calderón abandona la carrera militar aduciendo problemas
Muere Galileo. Nace Newton
de salud.
1645
1647
1648
1651
1661
1666
1673
1681
Muere su hermano José en la guerra de Cataluña.
Muere su hermano Diego
Calderón detenta la exclusiva en la composición de los
autos sacramentales. La segunda esposa, La vacante
general; El pleito matrimonial del alma y el cuerpo
Calderón es ordenado sacerdote. Comienza a vivir en la
calle Platerías de Madrid donde residirá hasta su muerte.
Calderón, Eco y Narciso
Calderón, Capellán Mayor de la Congregación de
Presbíteros de Madrid
Muere Quevedo
Independencia de los Países Bajos.
Nace Sor Juana Inés de la Cruz
Luis XIV asume la plenitud del
poder. Se comienza el palacio de
Versalles
Newton: descomposición de la
luz.
La vida es sueño (auto sacramental)
Muere Calderón el 25 de mayo.
LA VIDA ES SUEÑO
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El príncipe Segismundo de "La vida es sueño" duda de la realidad del mundo que le rodea unos años antes de
que Descartes se pregunte también si el mundo es una ilusión; incluso cuando este personaje de Calderón se
resigna a no saber si sueña o está despierto, está entregándose ya a la única solución que más adelante
propondrá Kant: observar buena conducta, por sí, efectivamente, el mundo exterior es cierto y hay también
una vida inmortal:
"Obrar bien es lo que importa
por si llega el despertar".
"La vida es sueño" es el gran drama filosófico del siglo XVII: donde la preocupación intelectual y
moral es honda expresión del espíritu europeo de su época.
La acción principal de La vida es sueño es el conocido Peregrinatio Vitae de los dos jóvenes Segismundo
y Rosaura, trazado en varios niveles de comunicación. En general, es un progreso desde una etapa
inicial de caos hacia otra final de integridad, durante el cual los dos protagonistas avanzan de una
situación de encarcelamiento por las pasiones y la ignorancia a otra de la libertad de la razón y la
identidad propia. Van de una etapa "deforme," en que ninguno se parece a los que es, a otra
"deiforme," en que cada uno se parece a Dios su creador. Estas trayectorias han sido estudiadas a
fondo por Wardropper ("Apenas llega"), Sciacca, Cope, Sturm, Sorensen y Bandera, todos los cuales
han destacado las bases filosóficas de esta peregrinación penosa hacia la verdadera identidad, hacia lo
que uno es en la vida.
El propósito de Calderón en La vida es sueño es el de presentar dicha búsqueda, pero también se
propone dramatizar los esfuerzos de varios otros personajes en la comedia de parar o desviar las
trayectorias de Rosaura y Segismundo, y así evitar las consecuencias que temen si los dos jóvenes
realizan sus destinos. En términos dramáticos, aquellos van a ser los "personajes obstructores," los que
quieren bloquear el progreso de los jóvenes a su meta apropiada. Los jóvenes, por su parte, tienen que
idear la manera de deshacerse de la obstrucción, o eliminando al personaje obstructor de la sociedad, o
incorporándolo dentro del nuevo régimen formado por la generación joven, el cual será la sociedad
apropiada para las nuevas circunstancias creadas por el desenlace.
• ARGUMENTO Y PERSONAJES:
♦ Clotaldo:
El primero de los personajes obstructores que sale en escena es Clotaldo. El espectador
descubre bien pronto que es el padre de Rosaura. Las acciones obstructivas de Clotaldo
empezaron hace veinte años cuando se enamoró de Violante en Moscovia, determinó
seducirla y después la abandonó para buscar su fortuna en Polonia. Al irse, dejó su
espada en señal de su fe, pero llevó consigo la honra de Violante y los derechos de ésta, y
de la criatura que nació después, a sus puestos sociales de esposa honrada e hija
reconocida (Anthony).
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Sin embargo, Clotaldo no es el típico personaje obstructor de una comedia nueva,
puesto que él mismo se encuentra en la misma situación existencial que sus dos
prisioneros. Primero, su corazón está tan preso como el cuerpo de Segismundo, porque
no puede expresar el amor paternal que siente por Rosaura. Segundo, Clotaldo está
preso de su concepto de lealtad al rey, que le exige prender a Rosaura. Tercero, Clotaldo
está preso de su propia presunción al decidir ocultar su paternidad y huir de la
responsabilidad de proclamar que Rosaura es su "hijo". Clotaldo se encuentra, en
consecuencia, tan cohibido emocional y físicamente como sus dos prisioneros, aunque
sea una cárcel que él mismo haya creado. Al final del Acto, cuando descubre que su hijo
ofendido es una hija ofendida (repitiendo la situación entre Violante y Clotaldo), y aún
más una hija ofendida por el duque Astolfo, el viejo se ve en el omnipresente "confuso
laberinto", totalmente incapaz de extricarse sin ayuda ajena de la cárcel de las
emociones, lealtades y circunstancias en que se encuentra. "Descubra el cielo camino,"
declara Clotaldo, "aunque no sé si podrá / cuando en tan confuso abismo / es todo el
cielo un presagio / y es todo el mundo un prodigio".
♦ Astolfo:
El próximo personaje obstructor que sale al escenario es Astolfo, seductor de Rosaura y
pretendiente a la mano de Estrella, heredera del trono de Polonia. A Astolfo le importa
esconder la misma información que retiene Clotaldo: su relación con Rosaura, en que le
ha quitado la honra y la identidad merecida de esposa de él y de duquesa de Moscovia.
Los dos hombres están ligados así extrañamente por un mismo hecho irresponsable
cometido contra la madre y la hija, y por un mismo secreto que no se revelará hasta las
últimas líneas de la comedia.
La salida de Astolfo inicia la segunda escena del Acto I, la cual aparenta ser el inverso
de la primera. Esta es en el salón del palacio real de la corte. Está repleta de luz, música
marcial, vestidos bizarros y personas refinadas controlando racionalmente un diálogo
que desvanece del todo la impresión anterior de caos y desorden elemental. Sin
embargo, las primera palabras de Astolfo reiteran el tema y las imágenes del primer
momento de La vida es sueño. El lenguaje culto y decepcionante usado por él describe el
sonido de los arcabuces, los tambores y las trompetas, los pájaros y las fuentes que se
oían proclamar la bienvenida de Estrella. Son los mismos cuatro elementos, presentados
caóticamente al principio de la comedia en la imagen del hipogrifo, pero aquí dispuestos
en orden aparente por la mano del hombre. El fuego es representado por los "rayos" y
las "cometas" salientes de las armas de fuego, la tierra por "las cajas y las trompetas,"
el aire por "los pájaros" (supuestamente enjaulados) y el agua por "las fuentes." Y aquí,
como en el principio, los elementos están deformes y fuera de su contexto normal, ya que
han formado "clarines de plumas" y "aves de metal." Por esto, este mundo social
tampoco está completo en su formación. Es un laberinto de personas informes sin una
identidad apropiada tanto como en el monte; pero aquí todo el mundo aparenta formas
organizadas y completas, y aparenta el uso de la razón.
Estrella por su parte parece vislumbrar la realidad detrás del orden aparente de la
corte, y parece entrever que debajo del disfraz exterior de la ropa cortesana de Astolfo
yace una bestia tan feroz como la que parecía ser Segismundo vestido de pieles. "Y
advertid que es baja acción," le aconseja a su prometido, "que sólo a una fiera toca, /
madre del engaño y traición, / el halagar con la boca / y matar con la intención".
Estrella tiene razón, porque después de estas palabras Astolfo echa un discurso claro,
directo y racional de la historia previa de su situación actual; pero no descubre ningún
secreto ni revela la identidad de la mujer retratada en el pendiente que lleva al cuello.
El discurso de Astolfo es seguido con otro aún más racional y pedante por el último
personaje obstructor de la comedia, el rey Basilio, que sí descubre el gran secreto de su
hijo Segismundo y los planes que tiene para él.
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Basilio:
Curiosamente, no hay ningún personaje en La vida es sueño que haya sido analizado tan
polémicamente como Basilio. Por ser rey (representante de Dios en la tierra) y padre
(árbitro del destino de su progenie), su figura y personalidad dramáticas han sido
desmenuzadas por muchos críticos, en particular Fox, quienes algunos presentan a
Basilio como un tirano, y otros le consideran un rey bueno.
En términos de la estructura dramática, el papel que más le caracteriza a Basilio es el de
Autor. Al nacer su hijo, Basilio "leyó" en las estrellas el "drama" biográfico de su
hijo. Según este texto celestial escrito en el cielo, Segismundo sería atrevido, cruel e
impío, dividiría el reino en conflictos y vería a su propio padre rendido a sus pies. A
Basilio no le gustó el drama escrito así, en su versión original, y decidió enmendarlo
radicalmente. En su refundición de la comedia, Basilio borró del primer Acto la crianza
y educación del príncipe "dócil y humilde" de "nobleza gallarda," "sangre generosa" y
"condición bizarra", como el mismo Segismundo describiría su atajada juventud. En su
lugar, Basilio escribió un Acto en que se anunciaba la muerte del príncipe al nacer, pero
en realidad el niño fue llevado a una torre oscura para ser criado como un animal del
bosque que sólo aprendía regir su comportamiento por sus deseos emocionales. El rey
imponía así una "ley escrita" por él mismo sobre la "ley natural" que Dios había
destinado a la criatura. Basilio, con esta nueva versión biográfica, no ha funcionado
únicamente como un personaje obstructor, sino se ha convertido en algo peor, un
usurpador de la comedia escrita en el cielo, tomando para sí el derecho de atajar del
todo un plan dramático celestial en que Segismundo sería el heredero del trono de
Polonia.
Veinte años más tarde, Basilio anuncia al mundo su propia refundición de un segundo
Acto de su propia comedia. Traerá a su hijo dormido al palacio y le hará una prueba
para ver si se queda como príncipe y heredero, hijo de Basilio y marido de Estrella, o si
vuelve a ser hombre/fiera en la torre. Son las únicas dos opciones en la versión escrita
por Basilio, porque este autor usurpador no piensa permitir una representación de la
versión original de la comedia. En otras palabras, Basilio ha escrito un nuevo papel
dramático de "Príncipe dócil y humilde" para Segismundo y va a traer al joven al
palacio a que ensaye el papel. Si Segismundo lo hace bien, lo puede retener en el drama;
pero si lo hace mal, se lo quitará, y Segismundo tendrá que pasar lo que queda de su
vida −el tercer Acto de la comedia de Basilio− en la torre oscura.
El Autor verdadero distribuye papeles verdaderos a todos los recitantes para que hagan
partes en una comedia titulada Obrar bien que Dios es Dios. El Autor les advierte que
tienen que hacer bien su papel porque el premio de la vida eterna depende de las
presentaciones en el teatro. Lo que ha hecho Basilio es usurpar el derecho de Dios de
repartir los papeles a los seres humanos. Es como si, de repente, en el momento de
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♦ darles a los recitantes sus partes, entrara Basilio, quitara el papel de Príncipe de las
manos de Segismundo, y le diera un "vestido de pieles." Luego, en el Acto II, escrito y
dirigido por Basilio, se le da la ropa supuestamente apropiada de Príncipe pero el
hombre interior, sujeto todavía a los sentidos y las pasiones, no puede hacer bien su
papel, por no saber en qué consiste ser Príncipe. La situación es análoga a la del
"hombre natural," la persona sujeta a "la gran ley natural", que se encuentra de pronto
bajo una "ley escrita" que no conoce; y en efecto Segismundo ni tratará de regirse por
esa ley escrita hasta el tercer Acto, al salir de la cárcel la segunda vez.
Calderón manipula así el clásico caso dramático tan difundido en el Siglo de Oro de
poner una comedia dentro de la comedia, formando el metateatro. Aquí, la comedia
interpolada es escrita por un usurpador, un intruso que impone su obra sobre el actor
sin permiso ni consulta. Y Basilio no es el único culpable de dicha usurpación, puesto
que Clotaldo hizo lo mismo a Violante, robándole su derecho al papel de esposa, y
Astolfo ha hecho precisamente lo mismo con Rosaura, quitándole su papel de duquesa
honrada y causando que se vista de hombre. Después, en el Acto II, Rosaura saldrá en la
ropa supuestamente apropiada para ella; pero la mujer interior no habrá alcanzado
todavía el papel debido, y por eso Rosaura cambiará su vestido a vaquero, espada y daga
en el Acto III, como Segismundo seguirá vestido de pieles. En este sentido, La vida es
sueño es una comedia en que varios hombres intentan parar El gran teatro del mundo
(o, mejor dicho, el ensayo Obrar bien que Dios es Dios), imponiendo sus propias
versiones dramáticas en el lugar de las de Dios.
La acción dramática consiste en los esfuerzos por los seres despojados de recuperar sus
papeles apropiados. Para los dos, la recuperación requiere un concomitante desarrollo
personal.
♦ Segismundo y Rosaura:
El personaje de Segismundo es político, mientras que el de Rosaura es un avance desde
un estado emocional análogo al caos primordial hacia uno de plena identidad propia. La
llegada a sus metas respectivas es la recuperación de sus papeles de Príncipe y Mujer,
papeles que les fueron despojados ilegalmente por usurpadores de sus destinos que
trataron de escribir papeles nuevos para los dos.
Ya al final del segundo Acto, Segismundo ha progresado de un estado de
encarcelamiento a las pasiones y el mundo natural a un estado más reflexivo y racional
(aunque sigue físicamente encarcelado) de resignación. Rosaura, mientras tanto, ha
estado luchando para controlar su propio destino. En términos
dramáticos, la imagen de ella que lleva Astolfo colgada del cuello es el equivalente de la
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vida breve de Príncipe que Segismundo tuvo en el palacio. Los dos −papel y retrato−
pertenecen al mundo de la representación. La vida palaciega de Segismundo era una
representación dramática hecha por Basilio, y el retrato de Rosaura es una
representación pictórica hecha por Astolfo. Son productos ficticios que han robado la
identidad de los protagonistas porque los "autores" habían usurpado previamente los
papeles apropiados de Segismundo y Rosaura. Al terminar el Acto, ni el uno ni la otra
posee más que un simulacro de su papel apropiado: un sueño y un retrato.
Con Rosaura, el problema es social y por eso "cómico," mientras que con Segismundo es
político−imperial y por eso "serio." Sin embargo, Calderón trata los dos temas con la
misma gravedad y consistencia. El destino de Rosaura es igual de importante a su
creador que el de Segismundo, y los dos reciben el mismo espacio dramático−temporal
en La vida es sueño. A nosotros los espectadores, puede ser que nos parezcan más
interesantes y fundamentales las vicisitudes de la vida del héroe Segismundo; pero dicha
preferencia es del espectador, puesto que Calderón nunca hace nada para indicar una
preferencia por Segismundo, ya que Rosaura recibe un tratamiento igual en todas las
técnicas dramáticas de acción, tiempo y lugar. En eso también nuestro autor imita en
cierta manera al Autor supremo, el cual en la representación de la vida asegura
escrupulosamente que todas sus criaturas tengan una oportunidad igualitaria de hacer
bien sus papeles. Además, para el Autor supremo −como para el autor Calderón de la
Barca− es igual de importante que Rosaura encuentre su papel apropiado en la vida de
esposa a que Segismundo encuentre el suyo de Príncipe. Todos los seres humanos tienen
el mismo valor ante su creador en este sentido, porque el autor no puede preferir a uno
sobre los otros, puesto que actuar de esta manera limitaría la libertad de acción de la
criatura. Calderón en su comedia imita análogamente este comportamiento divino.
La próxima salida de Rosaura en el escenario es a mediados del tercer Acto, cuando
Segismundo, todavía vestido de pieles pero controlando sus acciones con las facultades
racionales, está en camino de cobrar por la fuerza su legítimo destino. Rosaura sale
montada a caballo como al principio de la comedia. Esta vez, no obstante, tiene control
del animal, cuyos aspectos son todavía los cuatro elementos, aunque ahora
correctamente definidos, "pues el cuerpo es la tierra, / el fuego el alma que en el pecho
encierra, /
la espuma el mar, y el aire es el suspiro". El caballo sigue siendo un "caos" y un
"monstruo, pero esta vez es controlado por el jinete. Al igual que Segismundo, Rosaura
no ha resuelto todavía su problema de la recuperación de la identidad que se le han
usurpado, y por eso sale con vaquero, espada y daga.
Las revelaciones de Rosaura, tan profundamente estudiadas por los críticos, abren los
ojos a Segismundo. Se da cuenta ya que la torre, el palacio y su situación actual en el
campo son verdades, aunque las partes gloriosas parecen sueños. Deduce de esto que
todas las glorias de esta vida son sueños, porque son perecederas. Un día no las
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tendremos con nosotros, y aún la memoria creerá que fueron sueños. ¿Qué es, entonces,
lo que no desvanece con el tiempo como si fuera un sueño? Solamente "la fama
vividora" que se alcanza obrando bien, a través de la toma de decisiones totalmente
ajenas e indiferentes a los deseos personales. En este caso, reconoce que Rosaura está sin
honor y que el papel apropiado del Príncipe es de dar honor, no quitarlo.
Esta decisión indiferente de reprimir sus deseos personales para comportarse como un
Príncipe es la culminación de su peregrinatio existencial. Ha encontrado su papel en la
vida y se ha dedicado a hacer su papel sin miras a las preferencias individuales.
La resolución de la comedia presenta al nuevo príncipe educando a los demás a través
de una redistribución de los papeles apropiados a todos los personajes, rectificando así
las distribuciones injustas de Clotaldo a Violante y Rosaura, de Astolfo a Rosaura y
Estrella y de Basilio a Estrella y su hijo (Basilio −típicamente cegado por su propia
versión teatral− no se entera nunca ni de la existencia de Rosaura). Primero,
Segismundo rectifica los errores de su padre, levantándole del suelo y humillándose ante
él. Después, rectifica los errores de Clotaldo y Astolfo con la entrega de Rosaura a
Astolfo, quien −conocida su identidad− la acepta como su legítima esposa. Es la acción
que le permite a la joven lograr su verdadero destino personal de hija (de Clotaldo),
esposa (de Astolfo) y duquesa (de Moscovia). Luego, Segismundo rectifica el desajuste
de papeles con Estrella, casándose con ella. Finalmente, destina al soldado rebelde a
condena perpetua por traicionar a Basilio, el rey legítimo, causando las exclamaciones
universales: "Tu ingenio a todos admira. / ¡Qué condición tan mudada! / ¡Qué discreto y
qué prudente!".
Más allá de esto no puede ir el joven. En efecto, ha logrado restaurar la armonía
universal distorsionada y hecha laberinto por los otros hombres en la comedia. Al
volverle a Basilio su corona, al casarle a Rosaura con Astolfo, al casarse con Estrella y al
encarcelar al soldado rebelde, Segismundo ha logrado el estado político−social a que
todos habrían llegado por naturaleza si los personajes obstructores Basilio, Clotaldo y
Astolfo no hubieran intentado alterar los asuntos años ha. Si Clotaldo se hubiera casado
con Violante, Rosaura habría nacido legítima y habría sido la perfecta pareja para
Astolfo. Si Basilio se hubiera educado a Segismundo con prudencia en el palacio, se
habría criado bien y se habría casado lógicamente con Estrella. Si Astolfo se hubiera
quedado en Moscovia casado con Rosaura, habría sido el duque reinante del ducado.
En resumen, todos los personajes terminan en la comedia con los papeles que habrían tenido aún si los
usurpadores no hubieran intentado cambiar el plan original de los asuntos. En este sentido, La vida es
sueño dramatiza la interrupción de los designios de Dios por ciertos hombres que, por padecer de un
sentido erróneo de confianza personal, usurpan el papel del Autor. Por esta razón, La vida es sueño no
es tanto un "segmento" de El gran teatro del mundo como una ruptura del curso de la serie de
acontecimientos. Basilio, Clotaldo y Astolfo le usurpan al Autor su derecho de distribuir los papeles
apropiados y convenientes a los participantes, abrogando para sí este derecho y distribuyendo a los
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demás los papeles que les convengan a ellos mismos por razones personales. Imponen una "ley escrita"
formulada por ellos mismos que desvincula a ciertos personajes de la "ley de gracia" que Dios utiliza
para distribuir equitativamente la justicia a sus criaturas. No es hasta el final de La vida es sueño,
cuando Segismundo vuelve a repartir los papeles apropiados y convenientes, que el verdadero Autor
Dios pueda seguir con su auto El gran teatro del mundo.
El final de La vida es sueño es así su principio legítimo. Desde el instante en que cierra la producción,
todos los personajes serán responsables de sus destinos; y −como el rico, el pobre, la hermosura, la
discreción, el labrador y el rey− todos tendrán al Autor verdadero vigilando sus representaciones para
ver si hacen bien o mal sus papeles. Además, el trabajo será más fácil, porque el caos y la confusión
emocionales e intelectuales que caracterizaban los primeros momentos de la comedia se han convertido
en la armonía y la consumación estructural del final, porque todos los personajes se han completado y
armonizado con sus papeles, incluidos los personajes obstructores, los cuales, en vez de ser eliminados
del esquema final, han sido incorporados y restaurados a sus puestos designados en la sociedad. De ahí
puede empezar la comedia verdadera del gran teatro del mundo, en que todos hagan bien el papel que
Dios les ha otorgado sin intentar obstruir el camino de nadie a su destino apropiado y sin usurpar el
derecho de Dios de asignar los papeles convenientes a sus criaturas.
FRASES DE CALDERÓN DE LA BARCA
"Que el vivir es solo soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar."
..y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son
aunque ninguno lo entiende.
Monólogo de La Vida es Sueño
de Segismundo
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y si hacemos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
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Sueña el rey que es rey, y vive
en este engaño, mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe;
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!);
¿que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
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una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
Y los sueños, sueños son.
ÍNDICE
Páginas
• Introducción 1−2
• Pedro Calderón de la Barca 3−7
♦ Vida 3−4
♦ Obras 4−7
• Cronología de Calderón de la Barca 8−9
• La vida es sueño 9−19
♦ Argumento y Personajes 10−18
◊ Clotaldo 10−11
◊ Astolfo 11−12
◊ Basilio 12−14
◊ Segismundo y Rosaura 14−18
• Frases de Calderón de la Barca 19−20
♦ Monólogo de La vida es sueño de Segismundo 19−20
• Índice 21
Página I
•
15
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