detención incomunicada en españa

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DETENCIÓN INCOMUNICADA EN ESPAÑA
Elena de Luis García
Miguel Romero Barral
Roja Zaitoonie
Tania del Rocío Núñez Moran
María Mercedes Ortolá Seguí
Universidad de Valencia
Resumen
El presente trabajo nace como resultado de la elaboración de un informe sobre el
régimen de la detención incomunicada en España elaborado a instancia de la Open Society
Justice Initiative, coordinado a través del Departamento de Clínica Jurídica de la
Universidad de Valencia. El objeto del mismo es despejar algunas dudas sobre los supuestos
en que se podrá adoptar la incomunicación, cuáles son sus principales consecuencias
jurídicas y en qué medida se ven limitados los derechos del detenido incomunicado,
partiendo de la legislación vigente en la materia y la jurisprudencia dictada en su
interpretación.
Abstract
This paper has been developed as a result of a report about incommunicado detention
in Spain requested by the Open Society Justice Initiative, coordinated by the Law Clinic
Department from the University of Valencia. The aim of this paper is to conclude in which
cases is going to be possible to adopt the incommunicado detention, as well as its legal
consequences and the way the rights of the detainees are restricted. In order to determine
these aspects we will analyse the current legislation and the pronouncements that the courts
had made in this field.
1
1. INTRODUCCIÓN.
La detención incomunicada se configura como una modalidad excepcional de la
detención cuyo fin es salvaguardar la investigación en aquellos casos en que exista el riesgo
de que se produzca la destrucción de pruebas, la sustracción a la justicia de otras personas
implicadas en los hechos o de que se atente contra bienes jurídicos de la víctima del delito. Su
principal nota característica es la restricción de derechos básicos del detenido a través de
medidas como la imposibilidad de designar abogado de confianza, la imposibilidad de
entrevistarse reservadamente con el abogado de oficio y la incomunicación con familiares o
persona que el detenido desee.
En este contexto, se hace necesario realizar un análisis de la legislación vigente y de la
jurisprudencia que la interpreta con el fin de poder determinar, por un lado, los requisitos que
deben concurrir en la adopción de la medida de incomunicación, así como en qué supuestos
podrá darse la misma y, por otro lado, despejar ciertas dudas en torno a la posible vulneración
del derecho fundamental a la asistencia letrada al detenido y los medios de impugnación de
que va a disponer el detenido incomunicado. Asimismo, haremos una breve referencia a la
preocupación que se plasma tanto en los pronunciamientos de nuestros Tribunales como a
nivel internacional, en relación con la prohibición de la tortura y la situación de
vulnerabilidad frente a estos hechos en que se encuentra el detenido incomunicado.
Así pues, este trabajo pretende realizar una aproximación al régimen de la detención
incomunicada vigente en España, resaltando los aspectos más controvertidos de dicha medida
y haciendo especial referencia a los distintos pronunciamientos jurisprudenciales que han ido
configurando su régimen y, que como ya adelantamos, puede plantear ciertas dudas acerca de
las constitucionalidad de las restricciones de derechos que lleva implícitas.
2. REQUISITOS Y PRESUPUESTOS DE ADOPCIÓN: DOCTRINA
CONSTITUCIONAL.
Partiendo del carácter excepcional de la medida de incomunicación del detenido, así
como de la restricción de derechos que la misma conlleva, será necesario que en su adopción
se observe la concurrencia de determinados requisitos. En este sentido, la LECrim en sus
artículos 509 y 520 bis determina los requisitos formales que deben concurrir en la adopción
2
de la medida de incomunicación, los supuestos en los que podrá acordarse la misma y la
duración máxima de dicha medida. Asimismo, se establece expresamente la necesidad de que
la medida sea acordada mediante auto judicial motivado.
A partir del marco legal, el Tribunal Constitucional ha venido determinando los
requisitos constitucionales que deben ser observados en el contexto de la detención
incomunicada, a fin de garantizar la legalidad de la misma y el respeto de los derechos
fundamentales del detenido, pudiendo citar, por todas, la STC 7/2004, de 9 de febrero:
a) Por lo que respecta al auto judicial decretando la detención incomunicada, éste
deberá estar suficientemente motivado, ya que la incomunicación es algo más que un grado de
intensidad en la pérdida de la libertad. Por ello, dadas las trascendentales consecuencias que
se derivan de esta situación de incomunicación para los derechos del ciudadano, la adecuación
a la Constitución de las resoluciones judiciales que la autorizan ha de analizarse desde la
perspectiva de un especial rigor.
Por consiguiente, las resoluciones que acuerdan la incomunicación de los detenidos
deben contener los elementos necesarios para poder sostener que se ha realizado la necesaria
ponderación de los bienes, valores y derechos en juego, que la proporcionalidad de toda
medida restrictiva de derechos fundamentales exige. De manera que es ciertamente exigible la
exteriorización de los extremos que permiten afirmar la ponderación judicial efectiva de la
existencia de un fin constitucionalmente legítimo.
b) La adecuación de la medida para alcanzar el fin constitucionalmente legítimo que
justifica la incomunicación y el carácter imprescindible de la misma
c) Será necesario, asimismo, que consten como presupuesto de la medida los indicios
de los que deducir la conexión de la persona sometida a incomunicación con el delito
investigado, pues la conexión entre la causa justificativa de la limitación pretendida -la
averiguación del delito- y el sujeto afectado por ésta -aquel de quien se presume que pueda
resultar autor o partícipe del delito investigado o pueda hallarse relacionado con él- es un
prius lógico del juicio de proporcionalidad
d) Ha de tenerse en cuenta que la finalidad específica que legitima la medida de
incomunicación reside en conjurar los peligros derivados de que el conocimiento del estado
de la investigación por personas ajenas a ésta propicie que se sustraigan a la acción de la
3
justicia culpables o implicados en el delito investigado o se destruyan u oculten pruebas de su
comisión.
Con todo esto, si bien parecen deber adoptarse criterios objetivos directamente
relacionados con la rigurosidad, la excepcionalidad y la ponderación en la adopción de la
misma, lo cierto es que el Alto Tribunal finalmente concluye afirmando que, respecto a los
delitos de terrorismo, la gravedad de los mismos exime de un mayor razonamiento acerca de
la necesidad de la medida para alcanzar la finalidad que la legítima “ya que ésta puede
afirmarse en estos delitos de forma genérica en términos de elevada probabilidad y con
independencia de las circunstancias previstas del sometido a incomunicación, dada la
naturaleza del delito investigado y los conocimientos sobre la forma de actuación de las
organizaciones terroristas”, de manera que finalmente el Tribunal reconduce al mero
“contexto de los delitos de terrorismo” el fundamento de la aplicación de una medida tan
restrictiva como la incomunicación
No obstante lo anterior, pese a que la incomunicación de los detenidos surge
inicialmente debido a la gravedad de los delitos de relacionados con el terrorismo (art. 520 bis
LECrim), su empleo se ha extendido a otro tipo de delitos, al amparo de lo dispuesto en el
artículo 509 de la LECrim, de manera que la incomunicación de los detenidos se ha adoptado
también en supuestos de delitos de cohecho, malversación de caudales, falsedad, fraude y
alteración de concursos públicos (AAP Las Palmas 212/2010, de 28 de abril) o delitos contra
la salud pública (STC 219/2009, de 21 de diciembre). En ambos casos se justifica la medida
desde la perspectiva del riesgo de entorpecimiento de la labor de investigación, atendiendo a
la existencia de un trama organizada dirigida a la comisión de los hechos delictivos así como
a la naturaleza de tales hechos.
En consecuencia, la detención incomunicada, si bien encuentra su acomodo en el
supuesto de los delitos de terrorismo, en los cuales, como hemos visto, la motivación exigida
queda reducida a la mera constatación de indicios de tales delitos, también se acordará en
supuestos en que pueda ponerse en riesgo el éxito de la investigación de los hechos delictivos,
atendiendo a la magnitud de los mismos y a la naturaleza de los delitos investigados.
4
3. PRINCIPALES CONSECUENCIAS DE LA SITUACIÓN DE
INCOMUNICACIÓN DEL DETENIDO.
3.1.
Limitación del derecho a la asistencia letrada.
Las consecuencias más gravosas que conlleva la adopción de la medida de
incomunicación son posiblemente aquellas en las que se ve limitado el derecho fundamental a
la asistencia letrada del detenido, reconocido en el artículo 17.3 CE, como son la imposición
de abogado de oficio y la imposibilidad de tener una entrevista reservada con su letrado.
Conviene, por tanto, efectuar un análisis de dichas medidas desde el punto de vista del texto
constitucional y la justificación que de las mismas se ha dado por parte del Tribunal
Constitucional.
Como decimos, dichas medidas suponen una clara restricción del derecho a la
asistencia letrada, si bien, a pesar de plantearse serias dudas sobre su constitucionalidad, la
cuestión fue resuelta por el Tribunal Constitucional en STC 196/1987, concluyendo que tales
medidas que no vulneran el derecho fundamental a la asistencia letrada al detenido
reconocido en el artículo 17.3 CE. Así pues, señala que la imposición de abogado de oficio se
configura como una medida adicional para reforzar el secreto de las investigaciones
criminales y evitar que pueda frustrarse el fin de la investigación. En este contexto, dicha
limitación encuentra su justificación en la necesidad de preservar la paz social y la seguridad
ciudadana, en tanto bienes jurídicos protegidos cuya defensa es precisamente el fundamento
de la persecución y castigo de los delitos. Asimismo, añade que el derecho a la designación de
un abogado de confianza, aún teniendo una importante innegable, no debe entenderse incluido
en el núcleo esencial del derecho a la asistencia letrada consagrado en el artículo 17.3 CE.
De otro lado, el artículo 527 LECrim recoge la imposibilidad de entrevistarse
reservadamente con el abogado al término de la práctica de la diligencia en que hubiere
intervenido. Sobre este respecto, el Tribunal Constitucional ha venido estableciendo que el
contenido literal del artículo del artículo 520 LECrim en relación con el 527 LECrim impide
la entrevista reservada con el abogado de oficio pero no limita el derecho del artículo 17.3
CE, en cuanto que este derecho puede llegar a materializarse con la mera presencia del
abogado en la práctica de las diligencias (por todas, STC 196/1987, de 11 de diciembre).
5
Como el propio Tribunal Constitucional determinó en la STC 196/1987, el derecho a
la defensa letrada del detenido se concreta en la protección al mismo con la asistencia de un
abogado que le preste apoyo moral y ayuda profesional. Atendiendo a esta concreción del
derecho fundamental, la mera presencia física del abogado de oficio en el interrogatorio sin
posibilidad de entrevista reservada con el detenido, a pesar de lo sostenido por el Tribunal
Constitucional, parece no respetar el contenido esencial del derecho a la asistencia letrada
previsto en el artículo 17.3 CE, máxime cuando no existe ninguna previsión constitucional
que ampare la restricción de dicho derecho.
Esta jurisprudencia del Tribunal Constitucional sigue provocando ciertas dudas acerca
de su adecuación al texto constitucional, ya que significa negar al detenido el ejercicio de un
derecho fundamental violando, no sólo lo previsto en nuestra Norma Suprema, sino, entre
otros, los arts. 14.3.d) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 16 de
diciembre de 1966 y el 6.3.c) del Convenio Europeo de Protección de los Derechos Humanos
y de las Libertades Fundamentales, de 4 de noviembre de 19501.
En consecuencia, como señala PÉREZ MACHÍO, si bien pueden existir supuestos en
los que pueda haber indicios de la existencia de connivencia entre el abogado de oficio y el
detenido que justifiquen la restricción de la entrevista reservada, la naturaleza sistemática de
la adopción de la presente medida puede parecer contraria a las previsiones constitucionales y
en concreto al derecho a la asistencia letrada previsto en el artículo 17.3 CE2, máxime cuando
el fin que se pretende preservar ya se logra por el hecho de imposibilitar la asistencia de su
letrado de confianza.
3.2.
Incomunicación con el exterior.
La restricción del derecho a que se ponga en conocimiento de la persona que el
detenido o preso elija el hecho y lugar de la detención, prevista en el artículo 527 LECrim en
relación con el artículo 520.2.d) LECrim, encuentra su fundamento, igual que la totalidad de
la medida de incomunicación, en el posible riesgo de fuga del detenido, de ocultación,
destrucción o alteración de las pruebas o incluso de comisión de nuevos hechos delictivos. No
1
BLASCO SOTO, María del Carmen. El derecho de asistencia letrada en la instrucción del proceso penal.
Revista Jurídica de Castilla y León. 2008, vol. 14, pp. 249-291.
2
PÉREZ MACHÍO, Ana I. “La detención incomunicada en los supuestos de terrorismo: ¿una medida lesiva de
derechos humanos?”. En: DE LA CUESTA, J.L. (dir.) y MUÑAGORRI, Ignacio. Aplicación de la normativa
antiterrorista. Donostia-San Sebastián: Instituto Vasco de Criminología, 2009
6
existen pronunciamientos jurisprudenciales que aborden directamente la incidencia y el
alcance de la presente restricción, la cual se vincula directamente a lo mencionado en relación
a los posibles obstáculos en la investigación criminal. 3
En consecuencia, la imposibilidad de comunicarse con familiares o personas de
confianza del detenido sólo puede sustentarse en los supuestos de terrorismo sobre la
presunción de confabulación entre el incomunicado y dicha persona o familiar, lo que
supondría una “ampliación excesiva del colectivo de presuntos terroristas que nada tiene que
ver con el principio de imputación personal”. 4
4. MEDIOS
DE
IMPUGNACIÓN
DE
LA
DECISIÓN
DE
INCOMUNICACIÓN.
4.1.
Restringido acceso al procedimiento “habeas corpus”.
El procedimiento “habeas corpus”, previsto en el art. 17 de la Constitución Española
(CE) y desarrollado en la Ley Orgánica 6/1984, de 24 de mayo, reguladora del procedimiento
de “Habeas Corpus” (LOHC), se configura como un mecanismo de control judicial de las
situaciones de privación de libertad, cuyo objeto es garantizar la inmediata puesta a
disposición judicial de toda persona que haya sido detenida ilegalmente, siendo el órgano
judicial quién determine la licitud o ilicitud de la privación de libertad y adopte las medidas
que corresponda. La propia configuración del “habeas corpus” como un sistema de control
judicial implica que únicamente será de aplicación en aquellos casos en que estemos ante una
detención policial, pues cuando la detención haya sido acordada judicialmente dicho control
judicial de la privación de libertad ya ha sido efectuado.
Así pues, en el caso de la detención incomunicada el “habeas corpus” va a tener una
aplicación restringida o casi nula, en tanto que lo habitual será que la incomunicación vaya
precedida de una resolución judicial, conforme lo dispuesto en la LECrim, por lo que el
órgano judicial tendrá conocimiento de la detención y se presumirá cumplido el control
judicial. En consecuencia, sólo podrá instarse el procedimiento en aquellos casos en que tanto
3
ORBEGOZO ORONOZ, Izaskun; PÉREZ MACHÍO, Ana I.; PEGO OTERO, Laura. La suspensión individual
de derechos en supuestos de terrorismo: especial consideración de la detención incomunicada. Victoria-Gasteiz:
ARATEKO, Defensoría del Pueblo, 2009
4
ORBEGOZO ORONOZ, Izaskun; PÉREZ MACHÍO, Ana I.; PEGO OTERO, Laura. (Nota 3).
7
la detención como la incomunicación hayan sido acordadas por la Policía contraviniendo lo
previsto en la LECrim para la adopción de la incomunicación.5
En este punto conviene hacer una breve mención a la competencia para el
conocimiento del “habeas corpus” en los casos de sospechosos de terrorismo, ya que será en
estos supuestos cuando se de con mayor frecuencia la incomunicación no sólo judicialmente
sino por parte de la policía desoyendo el mandato legal contenido en la LECrim. En estos
casos, el procedimiento deberá seguirse ante el Juez Central de Instrucción correspondiente,
conforme señala el mismo artículo 2 LOHC, lo que plantea serias dudas sobre la agilidad en
la tramitación del mismo. Sobre esta cuestión se pronunció el Tribunal Constitucional en STC
199/1987, de 16 de diciembre, declarando que esta asignación de competencia no supone un
obstáculo para el control judicial de las detención de personas sospechosas de terrorismo
dado, por un lado, la competencia territorial de los Jueces Centrales de Instrucción que les
permite desplazarse personalmente a cualquier punto del territorio nacional y, por otro lado, la
facultad para delegar funciones en el Juez de Instrucción del partido judicial en el que se
encuentre el detenido. No obstante, en nuestra modesta opinión, sí puede suponer un
obstáculo, no ya al control, sino a los plazos en la tramitación del procedimiento, alargando
innecesariamente la situación de detención.
En conclusión, podemos decir que el “habeas corpus” va a tener una aplicación casi
nula en estos casos habida cuenta de la actividad judicial que va a preceder la incomunicación
del detenido, quedando restringido exclusivamente a los supuestos de actuación policial sin
orden judicial.
4.2.
Ausencia de medios de impugnación inmediatos.
En aquellos casos, que serán los más frecuentes, en que la incomunicación sea
acordada judicialmente y, por tanto, no quepa el recurso al procedimiento de “habeas corpus”
no parece existir ningún medio para impugnar el auto de incomunicación en el mismo
momento en el que se acuerda.
La LECrim no regula expresamente la posibilidad de recurso contra el auto por el que
se acuerda la incomunicación por lo que a priori podríamos entender que es de aplicación el
régimen de recursos previsto en el artículo 216 LECrim, con carácter general, y en el artículo
5
PÉREZ MACHÍO, Ana I. (Nota 2).
8
766 del mismo texto, para el procedimiento abreviado. No obstante, el artículo 408 LECrim
señala que “no se leerán al procesado los fundamentos del auto de incomunicación cuando le
fuere notificado, ni se le dará copia de ellos”. Este desconocimiento previo de la motivación
implica que en el momento en que se decrete la incomunicación el detenido no va a tener la
posibilidad de recurrir dicha medida ya que desconocerá los fundamentos de la decisión
judicial, unido a la limitación del derecho a la asistencia letrada que lleva aparejada la medida
de incomunicación. Será con posterioridad, una vez se levante la medida, cuando el detenido
tenga conocimiento de los motivos que llevaron al Juzgado a decretar su incomunicación y
pueda, como veremos a continuación, impugnar la medida si considera que fue acordada sin
observancia de los requisitos legales y constitucionales.
En consecuencia, podemos afirmar que el detenido incomunicado no va a disponer de
ningún medio eficaz para impugnar la decisión de incomunicación en el momento se acuerda,
con la excepción del procedimiento “habeas corpus” en aquellos casos en que la
incomunicación haya sido acordada sin orden judicial, lo que, como hemos dicho, se dará de
forma excepcional dada su contravención a las disposición legales.
4.3.
Posibilidad de contradicción diferida.
Como hemos adelantado, una vez se haya levantado la incomunicación y en caso de
estimar que el auto que la acordó carece de la motivación exigida o cuando la medida fue
acordada sin resolución judicial, podrá el procesado instar la nulidad de la medida de
incomunicación y de todos los actos que la misma conlleva por vulneración de derechos
fundamentales y normas procesales.
Esto podrá llevarse a cabo por tres vías: a) la alegación de nulidad de actuaciones por
infracción de normas esenciales del procedimiento, siempre que se haya causado indefensión
(art. 238.3 LOPJ) en el momento en que tenga conocimiento del contenido del auto; b) la
alegación de la nulidad de la incomunicación en sede de juicio oral; c) la alegación posterior
en sede de recurso de apelación, casación o amparo contra la sentencia condenatoria.
A tenor de los pronunciamientos jurisprudenciales en la materia, la consecuencia de la
declaración de nulidad de la incomunicación va a ser la nulidad de todos los actos procesales
que la misma lleva aparejados, incluyendo, en su caso, la declaración que el detenido hubiese
prestado durante la situación de incomunicación.
9
A título de ejemplo podemos citar la SAP Tarragona, Sección 3ª, de 11 de diciembre
de 2000, en la cual se declara la nulidad de las declaraciones auto inculpatorias prestadas por
los procesados mientras se encontraban en situación de detención incomunicada como
consecuencia de la falta de auto judicial motivado acordando la incomunicación. Señala que
en la medida en que no hubo resolución judicial motivada, no se puede en modo alguno
deducir las razones que llevaron a la incomunicación por lo que concluye que se vulneró el
derecho de defensa de los procesados durante el tiempo que estuvieron en régimen de
incomunicación, lo que conlleva la nulidad del acto de la incomunicación. Esta nulidad de la
incomunicación lleva aparejada la nulidad de las declaraciones incriminatorios que los
procesados realizaron mientras duró dicha situación, debiendo considerarse prueba ilícita en
tanto que se obtuvo con vulneración de derechos fundamentales.
En consecuencia, el detenido sólo va a poder impugnar la medida de incomunicación
una vez la misma haya sido levantada, pudiendo instarse la nulidad de la medida y de los
actos procesales que la misma conlleve siempre que se estime que se ha acordado con
vulneración de las normas procesales y de forma que haya producido indefensión (SAP
Tarragona, Sección 3,ª de 11 de diciembre de 2000).
5. ESPECIAL PROTECCIÓN DEL DETENIDO INCOMUNICADO
ATENDIENDO A SU SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD.
5.1.
Cautelas que deben adoptarse en orden a garantizar el derecho a no sufrir
torturas ni tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
Atendiendo a la situación de especial vulnerabilidad en que se encuentra el detenido
incomunicado, los Juzgados y Tribunales han establecido la necesidad de otorgarle una
especial protección a fin de evitar, por un lado, que puedan prestarse declaraciones bajo
coacciones o amenazas y, por otro lado, que puedan darse situaciones de tratos degradantes,
torturas o vejaciones por parte de los funcionarios bajo cuya custodia se encuentre el
detenido. Atendiendo a esta situación, se han establecido judicialmente una serie de garantías
que deben concurrir en orden a la protección del detenido incomunicado, añadiendo que en
aquellos casos en que existan sospechas de que el detenido incomunicado ha podido prestar
declaración bajo coacción o torturas, dichas declaraciones no podrán tenerse como válidas en
10
atención al respeto de la absoluta prohibición de sufrir torturas o penas o tratos degradantes y
vejatorios (SAN 15/2012, de 29 de febrero).
Así pues, atendiendo a la plena disposición jurisdiccional bajo la que se encuentra el
detenido incomunicado y a la obligación de la autoridad judicial de garantizar que el plazo de
la detención es el estrictamente necesario para realizar las diligencias, que la prórroga y la
incomunicación no se emplean para obtener indebidamente confesiones y que el detenido no
es sometido a ninguna forma de coacción física o psíquica para tal fin, se deben adoptar una
serie de cautelas como la comunicación a la familia del lugar de la detención, la grabación
para controlar las entradas y las salidas de la celda, el registro de las diligencias que se
practiquen con identidad y horario de los funcionarios actuantes, la posibilidad de
intervención, junto con el médico forense, de un médico de confianza designado por la familia
y la grabación de los interrogatorios (SAN, 30/2011, de 26 de mayo).
En relación con la comunicación a la familia del lugar de la detención, parece
contrario a la prohibición expresa del artículo 527.b) LECrim, en relación con el apartado 2.d)
del artículo 520, sin embargo, podemos concluir que mientras que la LECrim restringe el
derecho a que se comunique a la persona de su elección el motivo y lugar de la detención, la
cautela jurisprudencial haría referencia exclusivamente a la comunicación del lugar de la
detención a su familia, sin que quepa que se informe del motivo, ni tampoco que el detenido
elija libremente a qué persona debe comunicársele si ésta no pertenece a su familia.
5.2.
Preocupación en el ámbito internacional respecto de la situación del
detenido incomunicado.
Antes de concluir, conviene hacer una breve mención a las constantes críticas que,
desde distintos organismos internacionales y asociaciones encargadas del respeto de los
derechos humanos6, recibe la medida de incomunicación del detenido, considerando que el
régimen de incomunicación vigente es contrario a las disposiciones previstas en los distintos
tratados y convenios internacionales en los que es parte España, entre otros, la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, el
6
A título de ejemplo podemos citar el informe “Spain, time to end – incommunicado detention” elaborado por
Amnistía Internacional en el año 2009 o el informe “¿Sentando ejemplo? Medidas antiterroristas en España”
elaborado por Human Rights Watch en el año 2005.
11
Convenio Europeo de Derechos Humanos, la Carta de Derechos fundamentales de la Unión
Europea y el Convenio Europeo para la Prevención de la Tortura y de las Penas o Tratos
Inhumanos o Degradantes.
La principal preocupación que subyace es la especial situación de vulnerabilidad en
que se encuentra el detenido incomunicado y que puede propiciar la realización de actos de
tortura y otros tratos inhumanos o degradantes, preocupación que, como ya hemos visto,
comparten nuestros Tribunales habiendo establecido las cautelas que deben seguirse para
garantizar el respeto a la prohibición de la tortura.
Sobre este respecto, se pronunció la Asamblea General de las Nacionales Unidas, en
Res. 60/148 de 16 de diciembre de 2005, recordando a los Estados miembros que: “La
detención prolongada en régimen de incomunicación o en lugares secretos puede facilitar la
perpetración de actos de tortura y otros tratos o penas crueles, in humanos o degradantes y
puede constituir de por sí una forma de esos tratos, e insta a todos los Estados a respetar las
salvaguardias relativas a la libertad, seguridad y dignidad de la persona.”
Atendiendo a esta cuestión, se han ido elaborando, tanto a nivel internacional como
europeo, distintos informes cuestionando el régimen de la detención incomunicada en España
en relación con la prohibición de torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes,
atendiendo, por un lado, a la ausencia de garantías suficientes para evitar que se produzcan
estas situaciones y, por otro lado, a la falta de investigación eficaz en los casos de denuncias
de torturas policiales.
A título de ejemplo, podemos citar el Informe del Relator Especial sobre la cuestión de
la tortura tras su visita a España en el año 2004, en el cual hace constar que el sistema de
detención incomunicada permite casos de tortura o malos tratos, añadiendo que lo más
probable es que estas tengan lugar durante el periodo inicial de custodia policial. Asimismo,
añade este informe la existencia de fuentes no gubernamentales que indican que en ocasiones
se recurre a la tortura o malos tratos para obtener una declaración del detenido, considerando
que el régimen actual y las garantías legales no parecen suficientes. Por último, en relación
con lo comentado sobre la limitación del derecho fundamental a la asistencia letrada al
12
detenido, señala el informe la necesidad de que detenido tenga derecho a conversar con su
abogado en privado. 7
En el mismo sentido, en el plano comunitario, podemos citar el Informe al Gobierno
Español sobre la visita a España realizada por el Comité Europeo para la Prevención de la
Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes, llevada a cabo del 30 de mayo
hasta el 13 de junio de 2011, [CPT/inf (2013) 6]. Este informe pone de manifiesto la
constatación de la perpetración de torturas a personas detenidas en régimen de
incomunicación, así como la falta de investigación de las coacciones o malos tratos
denunciados.
En síntesis, se hace patente la preocupación existente a nivel internacional respecto de
la medida de incomunicación vigente en España, entendiendo que la situación de
incomunicación del detenido puede propiciar conductas no deseadas por parte de los
funcionarios bajo cuya custodia se encuentre, pudiendo darse casos de torturas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes.
6. CONCLUSIONES.
A la luz de lo anteriormente expuesto, podemos concluir que, si bien el Tribunal
Constitucional ha ido dando respuesta a cada una de las limitaciones de derechos
fundamentales que la detención incomunicada lleva aparejadas, haciendo residir su
fundamento en la salvaguarda de la investigación, cabe plantearse hasta que punto dicha
medida y su régimen legal, tal y como está configurado en la actualidad, es realmente
conforme con nuestro texto constitucional y respeta el contenido esencial de los derechos
fundamentales del detenido, en particular el referente a la asistencia letrada consagrado en el
artículo 17.3 CE, en tanto que supone la limitación más gravosa de sus derechos.
Así pues, en lo que respecta a los requisitos que deben concurrir en la adopción de la
detención incomunicada, llama la atención la escasa motivación que se exige al auto
acordando la misma en aquellos casos en que estemos, como dice el Tribunal Constitucional,
en el “contexto de los delitos de terrorismo”, haciendo residir la exigencia motivación en la
7
Los Derechos Civiles y Políticos, en particular las cuestiones relacionadas con la tortura y la detención.
Informe del Relator Especial sobre la cuestión de la tortura, Theo van Boven, tras su visita a España en el año
2004. Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 60º periodo de sesiones.
13
mera acreditación de sospechas de la comisión de un delito de terrorismo. Esta afirmación, en
contradicción con el canon reforzado de motivación que cabe exigir a las resoluciones
judiciales limitadoras de derechos fundamentales (por todas, STC 49/1999), elimina la
necesidad de que el órgano judicial motive adecuada y suficientemente por qué considera que
debe adoptarse la incomunicación. En los restantes casos, cuando estemos ante delitos
distintos del terrorismo, parece que sí que se exige dicha motivación reforzada, de modo que
el órgano judicial deberá exponer los motivos que le llevan a la adopción de tal medida, lo
que incluirá la exposición de los riesgos que amenazan el fin de la investigación y el modo en
que la incomunicación podrá evitarlos o minimizarlos.
Por lo que respecta a la restricción de derechos del detenido, plantea serias dudas de
constitucionalidad la imposibilidad de designar abogado de confianza y, con mayor fuerza, la
imposibilidad de entrevista reservada con el abogado de oficio. En relación con la designación
de abogado de confianza puede entenderse, y así lo ha sentado el Tribunal Constitucional, que
el derecho a la asistencia letrada al detenido del artículo 17.3 CE no incluye la libre
designación de letrado. No obstante, si lo que se pretende es evitar los riesgos derivados de
una posible confabulación del detenido con su letrado, esos riesgos se están anulando con la
prohibición de contar con su abogado de confianza, por lo que la imposibilidad de entrevista
reservada con su letrado parece no encontrar justificación constitucional, si bien no es así
como lo ha entendido el Tribunal Constitucional, determinando que la mera asistencia del
abogado en las diligencias ya integra el derecho fundamental a la asistencia letrada al
detenido.
Asimismo, debemos destacar los limitados medios de impugnación que existen frente
a la adopción de la incomunicación, pues si bien cabrá una contradicción diferida una vez la
medida haya sido levantada, lo cierto es que no existen medios inmediatos para instar la
revocación de la decisión, con la excepción del “habeas corpus” que, como ya hemos referido,
va a tener una aplicación prácticamente nula. Como hemos visto, el detenido incomunicado
sólo podrá instar el “habeas corpus” en los supuestos en que sea la Policía quién le coloque en
una situación de incomunicación, pero nunca en aquellos supuestos en que la incomunicación
vaya precedida de una resolución judicial, lo que ocurrirá en la mayor parte de los casos
atendiendo al mandato contenido en la LECrim.
14
Por último, no sorprende la preocupación manifestada, tanto por nuestros órganos
judiciales como por distintos organismos internacionales, en relación a la situación de
vulnerabilidad y plena disposición en que se encuentra el detenido incomunicado y que puede
propiciar no sólo que se produzcan tratos degradantes o vejatorios, sino también que se
puedan realizar manifestaciones de contenido autoincriminatorio bajo coacciones o amenazas,
motivo por el que deberán adoptarse las medidas antes descritas en orden a evitar este tipo de
actuaciones ilícitas mientras dure la situación de incomunicación.
7. BIBLIOGRAFÍA.
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