PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR FACULTAD DE MEDICINA Nombre: Ana Carolina Izurieta P. Nivel: 6 Paralelo: 5 CRISIS FAMILIARES NORMATIVAS Y CRISIS NO NORMATIVAS La familia como sistema sociocultural abierto se puede enfrentar a situaciones críticas inducidas por cambios biopsicosociales. Estos cambios son conocidos como crisis es decir como eventos traumáticos que generan tensión tanto a nivel personal o interpersonal dentro o fuera de la familia, que conduce a un estado de alteración y que requiere una respuesta adaptativa de la misma. Cuando estas crisis son a consecuencia de la evolución de la familia a lo largo del tiempo se les conoce como crisis normativas mientras que si las mismas situaciones de estrés son generadas por eventos imprevistos que pueden sucederle a la familia en cualquier etapa de su ciclo vital son conocidas como crisis no normativas. Durante las diferentes etapas del desarrollo familiar, la familia enfrenta diferentes momentos críticos del ciclo evolutivo que implican cambios tanto individuales como familiares, los que pueden constituirse como períodos de crisis antes ya mencionados. En estos períodos de transición de una etapa del ciclo vital a otra o por algún evento sucedido inesperadamente, existe principalmente una indefinición de funciones principalmente porque los miembros deben asumir nuevos roles que posiblemente antes no los tenían. Por ejemplo citando a la crisis normativa de ser padres, la pareja que se encontraba constituida por un hombre y una mujer cuando llega un tercer integrante a la familia, estos tienen que asumir nuevos roles, los cuales serán muy diferentes a los que antes tenían. La madre por su lado debe crear el vínculo con su hijo, mientras que el padre debe ser el sustento de este vínculo sin sentirse desplazado, sin embargo, esta crisis al ser normativa es esperada por lo tanto el cambio no llega a ser tan brusco como es una crisis no normativa por ejemplo, la muerte de un familiar. Esta crisis lleva inmediatamente de un día al otro al cambio de roles en la familia, lo que muchas veces puede hacer que hijos pequeños sufran o hijos mayores tomen responsabilidades que aún no les correspondía, haciendo de este hecho una crisis familiar mayor que puede perdurar en el tiempo si no se la sabe sobrellevar. El médico, debe ser el encargado de detectar este tipo de crisis por las cuales podría estar pasando la familia e intentar sobrellevar la situación con la misma. El mismo debe ser capaz de prevenir y orientar sobre lo que podría suceder de manera que la familia esté preparada, por ejemplo ante la llegada del primer bebé, en esta situación es beneficioso orientar a la pareja sobre los diferentes sentimientos que podrían aflorar de tal manera que la pareja poco a poco durante el embarazo vaya adquiriendo confianza y de esta manera lograr juntos salir adelante. La idea es que el especialista apoye a la familia en los procesos de adopción de las estrategias necesarias para que logren superar la crisis, orientándose en todo a momento a que la familia logre realizar los cambios necesarios para que las demandas al sistema se enfrenten sin recargar en exceso a ningún miembro de la familia, de tal modo que no tenga que desarrollar algún síntoma, tales como la depresión de la madre para evitar la independencia de un hijo o que uno de los hijos tenga que estar en el medio de la pareja de padres para evitar los conflictos conyugales o uno de los hijos desarrolle trastornos alimenticios y demás cosas que podrían terminar disolviendo a la familia y ocasionando crisis mayores. Por tanto el médico en el manejo de las crisis normativas es quien deber primero asumir una actitud educativa y de entrega de información, puesto que se ha visto que muchos de los efectos negativos de las crisis normativas, pueden ser prevenidos o atenuados informando y educando; se debe preparar al paciente y a su familia para las crisis, por tanto esta técnica consiste en hacer una revisión individual y familiar de la crisis normativa próxima a aparecer en el ciclo vital familiar. En todo momento, se debe permitir la expresión emocional sin juzgar, es decir permitir que la persona descargue sus emociones y conflictos y los acepte sin ser juzgada ni criticada, sino simplemente escuchada por el médico de un manera abierta, receptiva y lo más objetiva posible. Se debe ante todo apoyar en la toma de decisiones, el médico debe ayudar la paciente y a su familia a ubicar y analizar las crisis en las que se encuentran, con sus pros y sus contras y sus problemas, permitiéndoles decidir qué camino tomar entre diferentes alternativas de acción. Finalmente, siempre se debe reforzar el sentido de autonomía y de autoestima del paciente y por supuesto del grupo familiar, permitiéndole saber que fue él mismo con sus propios recursos y capacidades, quien pudo elegir el camino a seguir, además de orientar los pasos requeridos para resolver el problema, descubriendo dentro de sí nuevas capacidades que tal vez no conocía. Cuando esto no se hace, se forma una actitud de dependencia hacia el médico y no se consigue “crecimiento interno” es decir la toma de consciencia de las capacidades propias para resolver situaciones, elemento necesario para superar exitosamente las crisis. En cuanto al abordaje de las crisis no normativas, ante todo se debe permitir la expresión emocional, el médico deber permitir que el paciente exprese todos los sentimientos que han surgido a causa de lo que está atravesando. Generalmente las crisis no normativas son bastante intensas, motivo por el cual es necesario permitir el desahogo prolongado y a veces repetitivo de estas emociones, con ello se logra un alivio parcial en el paciente, que le permite ubicar más fácilmente el camino a seguir por un lado y por otro se le facilita al médico o terapeuta ubicar más fácilmente los recursos con los que se cuenta y de esta forma contribuir con las orientaciones respectivas a la resolución del proceso el cual es en la mayoría de ocasiones largo y doloroso. A más de esto se debe dar el tiempo suficiente para sanar las heridas, se debe movilizar la red de apoyo social puesto que la persona es en este momento cuando necesita el apoyo de las demás personas, personas complementarias a los recursos familiares. Recordar que el núcleo de apoyo más cercano y vital para superar una crisis es siempre la propia familia. Por tanto, el médico corre con la responsabilidad de conseguir el compromiso activo de la familia para superar la crisis, lograr la comunicación y la expresión emocional de todo el grupo familiar, apoyo completo a la misma y siempre guiar hacia las posibles soluciones que en ese momento de oscuridad posiblemente la propia familia no puede observar. Es misión del médico favorecer siempre la comunicación y el apoyo de una manera decidida en el seno de la familia.