FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTES (Biografía) Francisco de Goya y Lucientes nació en 1746 en el pueblo zaragozano de Fuendetodos. Se formó en la Academia de Dibujo de Zaragoza, donde ingresó en 1759. Realizó su primer viaje a Madrid en 1764 y fue acogido por el también zaragozano Francisco Bayeu, que trabajaba en la corte y quien se convertiría en su suegro. Goya emprendió un viaje a Italia en 1770, de donde regresó en 1771 con numerosos dibujos, apuntes y estudios de obras de los pintores más importantes del barroco y del renacimiento clasicista. A su regreso a España, en Zaragoza realizó sus primeras pinturas murales en la Basílica del Pilar y el conjunto para la iglesia de la Cartuja de Aula Dei de Zaragoza (1774). Goya volvió a Madrid llamado por Antón Rafael Mengs, el primer pintor de cámara de Carlos III y se introdujo en el círculo artístico, intelectual y político de la corte. Al conocer de primera mano las obras de la colección real, en particular las de Velázquez, su estilo evolucionó y se advierte una mayor soltura en la pincelada. Su primer trabajo en la corte fue de pintor de cartones para la Real Manufactura de Tapices de Santa Bárbara, destinados a la decoración de los aposentos reales. Su labor se desarrolló en dos etapas: 1775-1780 y 1786-1789, y la temática de dichos cartones versaba sobre aspectos de la vida popular y las costumbres españolas. FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTES Asensio Julià, c.1798 Óleo sobre lienzo. 54,5 x 41 cm Museo Thyssen-Bornemisza En 1780 fue nombrado académico de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Goya contó con numerosos apoyos en la corte (nobles, ministros e intelectuales), lo que repercutió en los numerosos encargos de retratos que recibió en esas décadas, así como cuadros para la Iglesia (por ejemplo para San Francisco el Grande de Madrid). Al morir Carlos III, en 1788, y tras la subida al trono de Carlos IV, Goya fue nombrado pintor de cámara y luego retratista oficial. Tras una grave enfermedad en 1792, le quedó como secuela una sordera crónica. Los cuadros que pintó en 1794, durante su estancia de convalecencia en Cádiz, son escenas y temas violentos en los que el costumbrismo ha desaparecido en favor de la introducción de aspectos románticos, tanto por los asuntos abordados como por la técnica utilizada. En 1796-1797 pasó una temporada en Sanlúcar de Barrameda con la Duquesa de Alba, que había quedado recientemente viuda. Además de varios cuadros, en este tiempo realizó el Álbum de Sanlúcar, que recoge numerosos dibujos y apuntes de la duquesa en actitudes relajadas y domésticas. En 1797 se hizo cargo de la decoración mural de la Capilla de la Santa Cueva de Cádiz. Junto con los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida (1798), éstos fueron los grandes trabajos de temática religiosa que realizó. La importancia de estas obras está en que Goya abordó los asuntos desde un punto de vista más humano que propiamente religioso. También en el cambio de siglo pintó cuadros de pequeño tamaño con el tema de la brujería y la amenaza de la muerte, los cuales, por temática y estilo, adelantan la serie mural de las Pinturas Negras (1821-1823) Él mismo fue el editor de todas sus carpetas de grabados: Los Caprichos (1799), Desastres de la guerra (1810-1815) y Tauromaquia (1816); la carpeta de los Disparates se publicaron póstumamente en 1864. Con ellos, y desde el punto de vista del pensamiento ilustrado, quiso criticar, satirizar y denunciar las costumbres y los hábitos de la sociedad española. Durante la ocupación francesa y la Guerra de Independencia, entre 1808-1814, Goya tradujo plásticamente la violencia de la guerra y la muerte con sus dibujos, aguafuertes y sus dos grandes lienzos: El 2 de mayo de 1808 en Madrid (La carga de los mamelucos) y Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío, pintados en 1814. FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTES Fernando VII, 1814-1815 Óleo sobre lienzo. 54,5 x 41 cm Museo Thyssen-Bornemisza Tras la restauración, y con Fernando VII ya en el trono, Goya continuó en el cargo de pintor de cámara. Él, que había puesto de manifiesto su apoyo a las ideas renovadoras de la Ilustración, temía que el monarca tomara represalias. Entre 1820-1823 se produjo el golpe liberal de Riego, se instauró la Constitución de 1812 y se expulsó a Fernando VII del trono. En 1823 cayó Rafael de Riego y se llevó a cabo una fuerte represión contra los liberales. Goya temía por su situación en la corte; y como su estado de salud empeoraba, solicitó permiso al monarca para realizar un viaje de convalecencia a Francia. Goya llegó a Burdeos a mediados de 1824; allí residió hasta su muerte, acaecida en 1828. En esos últimos años de vida realizó numerosos dibujos, en la línea temática de los Disparates, y cuadros, como La lechera de Burdeos (c.1826), en la que apenas hay dibujo de base y da cuenta de la rapidez de su ejecución, de la pincelada suelta, la luz recobrada y la actitud de ensoñación de la figura, lo que para muchos significa el nacimiento de la pintura moderna.