284 F ERNANDO A RIAS GARCÍA derecho hace clara referencia a la posibilidad de asumir el ius utendi por parte de un tercero que no es el propietario del bien, lo que determina un derecho de inferior categoría al usufructo. Con todo, los derechos de uso y habitación se instituyen y pierden en similar forma que el derecho de usufructo. La diferenciación del derecho de uso o habitación, frente al derecho de usufructo es clara: mientras en el primero, el usuario o habitador solo tiene posibilidad de satisfacer sus necesidades personales y las de su familia, en el usufructo existe una amplificación de este derecho, ya no limitado a las necesidades personales del usufructuario, sino a todas aquellas formas de explotación de la cosa fructuaria. En tal sentido el artículo 874 del C.C. establece que: “El uso y la habitación se limitan a las necesidades personales del usuario o del habitador. En las necesidades personales del usuario o del habitador se comprenden las de su familia. La familia comprende la mujer y los hijos; tanto los que existen al momento de la constitución, como los que sobrevienen después, y esto aun cuando el usuario o habitador no esté casado ni haya reconocido hijo alguno a la fecha de la constitución. Comprende, así mismo, el número de sirvientes necesarios para la familia. Comprende, además, las personas que a la misma fecha vivan con el habitador o usuario, y a costa de éstos; y las personas a quienes éstos deben alimentos”584. A diferencia del usufructo, ni el usuario ni el habitador estarán obligados a prestar caución. En relación con la obligación de formalizar inventario, el habitador debe hacerlo en todo caso. También tendrá dicha obligación el usuario si el derecho se constituye sobre cosas que deban restituirse en especie. Los derechos de uso y habitación son derechos personalísimos y en tal sentido son intransmisibles a los herederos; no pueden cederse a ningún título, prestarse ni arrendarse. “Ni el usuario ni el habitador pueden Cont. Nota: como es averiguado, en que se cuenta de por medio con el ánimo de conducirse jurídicamente con plena autonomía y sin reconocer dominio ajeno. Allí, repítese, no se descubre, necesariamente, que quien está en contacto material con la cosa, la tenga por sí y ante si, con exclusión de los demás y sin depender de nadie en particular. La calidad de poseedor requiere, en este marco de ideas, que sobre la cosa se ejerzan verdaderos actos de dominio, como si en verdad se tratase del mismo propietario, actos de los que a título meramente enunciativo prescribe el artículo 981 del Código Civil. Naturalmente que quien se pretenda tal, debe contar como cosa de su incumbencia, el demostrar certera y concluyentemente la gama de actos que a su juicio atildan su posesión; y, de tal manera, que no deje resquicio a la duda”. 584 Código Civil. Artículo 875: “En las necesidades personales del usuario o del habitador no se comprenden las de la industria o tráfico en que se ocupa”.