experiencia de un curso para maestros rurales

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EXPERIENCIA DE UN CURSO
PARA MAESTROS RURALES
INTRODUCCIÓN
Desde hace muchos años recorro las áreas mapuches de las provincias
de Río Negro y Neuquén con la intención de documentar y recopilar los
restos de los bienes espirituales de indígenas mapuches: mitos, leyendas,
supersticiones, relatos, hábitos, formas de siembra y recolección, comidas,
medicina popular, artesanías, cantos de linajes, poesías, ceremonias
religiosas, etc.
Todos estos bienes son en su conjunto manifestaciones del pensamiento,
la creencia y el sentimiento de este pueblo. EL pensar, el sentir y el creer
de una cierta manera determinan forzosamente una cosmovisión. Y desde
esa cosmovisión es como el Ser se planta frente al mundo o se encoge ante
él.
Este lento andar por el campo, recogiendo mitos y supersticiones,
recopilando reflexiones de los indígenas frente a los hechos del cosmos y la
naturaleza, registrando sus creencias y actitudes religiosas, la forma del
pensamiento mágico, me llevó necesaria e inevitablemente, a pensar ¿qué
pasa con los niños que viven y respiran esta cultura?, ¿qué pasa con la
educación de estos niños?
Para poder abordar esta preocupación es conveniente que me remita ha
quienes han estudiado el pensamiento primitivo y más acertadamente el
pensamiento indígena.
Rodolfo Kush expone con claridad en su libro “El pensamiento indígena
americano”, (*) las diferencias existentes entre la forma de pensar,
proveniente del mundo occidental al cual pertenecemos, ya que hemos
heredado de Grecia a través de Roma la forma lógica, dicotómica y
dialéctica de pensamiento, y el pensamiento indígena, el que no puede ser
abordado desde la filosofía occidental, ni desde la sociología o la psicología
profunda.
La dialéctica, como se sabe, es para Platón el método filosófico por
excelencia, y el Fedro (o de la Belleza) se encuentra la descripción más
elaborada y más precisa de su método.
Pero qué pasa con el pensamiento indígena. Cuenta Kush que durante
uno de sus trabajos de campo en Kollama (Bolivia), mantuvo conversación
con una familia integrada por el abuelo, el hijo y sus tres nietos. El abuelo
guardó todo el tiempo que pudo una actitud distante, mientras apoyado en
un aparca de adobe miraba la puna reseca.
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(*) Editorial: Biblioteca CAJICA de Cultura Universal. VOL 65 PUEBLA MÉXICO
A pesar de la actitud de lejanía contestaba de buen grado a las peguntas
de Kush. “A raíz de las preguntas que hacíamos –dice Kush- se diría incluso
que él iba penetrando con cierto esfuerzo en zonas de olvido de donde
sacaba el dato requerido. Pero en realidad no quería hablar. A pesar de ello
informó sobre los ayllú y mil cosas más, pero parecía estar diciéndose:
“para qué preguntar tanto”. Al mismo tiempo, hacía notar que la tierra
antes daba papas más grandes, pero que hoy no ocurría así, que antes
llovía más que ahora, y que antes todo era mejor. El mundo había
envejecido con él”.
Alguien del grupo de Kush le preguntó por qué no compraba una bomba
hidráulica. El abuelo no contestó y siguió mirando la puna reseca. Todo
indicaba que la bomba hidráulica era la solución, más cuando había oficinas
de gobierno que estaban apoyando en este sentido. El hijo dijo
tímidamente:” Si, ya vamos a ir”, pero el abuelo seguramente pensaba que
para hacer llover sólo necesita uno de los rituales corrientes como la “Gloria
misa” o la “Huilancha” y además es mucho más seguro.
Siempre, según Kush, la cuestión es para nosotros conocer. La
alfabetización llevaría al abuelo a comprar la bomba hidráulica del caso. Sin
embargo, el abuelo insistirá en hacer ritos para propiciar el mejoramiento
de sus tierras. Pero la realidad, nuestra realidad, no es la misma que la del
indígena.
La realidad para el pensamiento occidental tiene cuatro etapas: 1º) la
realidad que está afuera; 2º) un conocimiento de esa realidad; 3º) un
saber que resulta del ordenamiento de los conocimientos; 4º) la acción que
modifica la realidad. Para el indígena, la realidad no son los objetos que
están afuera, no hay cosas propiamente dichas, sino el aspecto favorable o
desfavorable de los mismos. O sea que no le interesan los objetos sino sus
aspectos fastos o nefastos. La realidad, entonces, está teñida de emoción.
Ludovico Bertonio- especialista en lenguas indígenas- dice “que tanto en
aymará, quechua y hoti, se registra el acontecer antes que las cosas, lo cual
indica el predominio del sentir emocional sobre el ver mismo, de tal modo
que ve para sentir, ya que es la emoción la tónica a seguir frente a la
realidad”. El indígena conocerá de la sementera, de la enfermedad de sus
animales, del granizo que se desata, pero la consecuencia de ese conocer es
otra.
Y esto mismo, que se debe a su estilo propio de vida, lo lleva a no
participar de irrupción en la realidad, ni a utilizar en primer plano y a nivel
su sentido de vida, “la voluntad”. (Por eso no la modifica)
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Sin embargo, ante la situación de
modificar la realidad, el campo seco,
Kush dice: “Nosotros recurrimos a una
solución fuera de nosotros, que no nos
comprometía ya que estábamos
aconsejando hacer un trámite para
comprar una bomba hidráulica que
tampoco habíamos inventado. En
cambio, el abuelo recurría al ritual
acuñado por su propia cultura, pero con
un compromiso personal de su parte,
pues el ritual compromete al hombre; la oficina que entrega las bombas
hidráulicas no. El abuelo, en otras palabras, removía su intimidad en la
realización del ritual, nosotros no.”
LAS PROPIAS EXPERIENCIAS
Y bien, a esta altura cualquiera puede pensar que eso ocurre en Bolivia,
en Perú o en algún lugar de la América andina. Sin embargo, voy a contar
dos experiencias que me ocurrieron en mí andar por las áreas mapuches.
En una ocasión, fui a ver a una viejita tejendera en Ruca Choroi, cerca de
Aluminé, a la que de tanto en tanto visitaba. Hablaba muy poco castellano
y por supuesto mal. Esa mañana, al llegar al rancho, ella salió y nos miró
extrañada, excitada se echó a reír mientras decía: “witran, witran, witran”.
Yo le pregunté qué quiere decir “witran”, me tradujo “ wichita”.
Yo no entendía ni lo de “witran” ni lo de “wichita”. Pero como con
nosotros se encontraba un nieto suyo de unos 12 años, que iba a la escuela
de Aluminé, le pregunté qué quería decir su abuela con “witran” y “Wichita”.
Así es que hablaron ambos en su lengua y luego el niño me explicó.
“Dice mi abuela que “wichita” es visita en castellano y “witran” es vista en
mapuche. Ella no puede cree que ustedes estén aquí ahora, porque anoche
no soñó que hoy iba a recibir visita”. ¿Qué pasó entonces? No podíamos ser
la realidad, porque en su mundo mágico las visitas deben anunciarse,
Deben soñarse. Las señales y sus signos estaban ausentes. ¿Cómo era
entonces que podíamos estar allí. Sencillamente no lo podía creer.
En otra oportunidad, estando en la zona desértica de la Línea Sur de Río
Negro, un amigo antropólogo me refirió la siguiente anécdota: “fui a visitar a
un campesino al que veía periódicamente. Durante mis visitas anteriores había
observado la existencia de un pequeño arroyo que corría a cierta distancia de
su ranchito. Como estábamos en marzo la época de las bajantes y el arroyo
seguía corriendo con fluidez, pensé en las ventajas de ese arroyo desde el
punto de vista del progreso. Fue entonces que le aconsejé a mi amigo la
utilización del agua haciendo un canal de riego desde el arroyo hasta las
cercanías de su casa, y así poder plantar una hilada de álamos que le daría
protección contra los vientos y eso le permitiría sembrar una pequeña huerta
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de consumo familiar, a la vez obtener algo de leña de los árboles. En mi
entusiasmo empecé a marcar el lugar por donde debería hacer el pequeño
canal de riego, utilizando simplemente una pala. Mi amigo me escuchaba con
santa paciencia y me miraba con un dejo de ternura. Finalmente, en medio de
mis explicaciones de ingeniería hidráulica, me cortó para decirme: para qué
quiero todo eso, si yo toco la trutruca y llueve . Lo mire, me sonreí, y
comprendiendo le contesté: sabe que tiene razón don Juan.
Y hablamos de otra cosa”.
Esto lo cuento para que veamos que el pensamiento indígena
americano está teñido de un sentimiento y una creencia mágica que
resuelven y modifican la realidad sin irrupción del hombre, pues todo lo
mágico está fuera de la voluntas del hombre para que los hechos sucedan.
También en esta creencia está claro que solamente Nguenechen , su Dios,
es el que puede modificar la realidad, y para ello exige un compromiso
personal un profundo sentimiento de sacralización de la acción. Tocar la
trutruca en este caso.
Él realizará su ritual si las circunstancias son favorables y faustas, si no, no
hará nada.
Es así que muchos de los conceptos de nuestra cultura son inabordables
para el indígena, del mismo modo que muchas actitudes del indígena
parecen incomprensibles para nosotros. Y lamentablemente, lo que no se
comprende se desecha, se desecha o se lo inferioriza.
He aquí el problema. El indígena no actúa, pero no por ser vago,
analfabeto o inculto, sino porque las pautas culturales marcan su conducta.
Es decir que una cultura que no responde a las pautas del pensamiento
occidental no tiene que ser vista como inferior o superior, sino simplemente
diferente.
Este concepto de cultura diferente, que parece tan fácil de entender, es
sumamente difícil de aceptar. Aceptar las diferencias culturales siempre
pone a prueba la propia cultura. Y desde el punto de vista de la educación,
el planteo es más grave aún, pues el niño indígena se enfrenta a un
maestro de pensamiento lógico, que por venir de la cultura dominante le da
carácter de superior.
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA ESCUELA RURAL
Escuelas rurales rionegrinas
Las escuelas rurales se levantan en medio de un ámbito indígena, y
mucha la gente que puebla y despuebla la Línea Sur y la zona rionegrinas
tienen raíces mapuches.
Pero no sólo en la Línea Sur tiene una población indígena, sino que el
éxodo permanente de campesinos hacia la ciudad ha determinado que gran
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parte de las escuelas suburbanas de Bariloche ofrezcan el mismo
componente humano cultural de las escuelas rurales.
Ahora bien, mis preocupaciones me llevaron a averiguar si la currícula
escolar primaria es distinta para las escuelas rurales que para las escuelas
urbanas, y he podido comprobar que es prácticamente la misma.
Por otro lado, sabemos que no puede existir una verdadera educación
basada en el aquí yo y allá tu, sino en “entre”, es decir que la educación ha
ser dialógica. Y por lo tanto establecer el diálogo entre el maestro y el
alumno.
Cuál es entonces el diálogo que se establece entre el maestro que
pertenece al pensamiento lógico – dialéctico y un alumno de pensamiento
mágico?. ¿Dónde está el punto de unión? ¿Cuál es el “entre” que puede
suceder cuando ambos pertenecen a mundos distintos, y sobre todo cuando
el maestro ignora que su alumno pertenece a otra forma de pensar? No
comenzará a gestarse una verdadera solución cuando por incomprensión se
dictamina: “allí los de avance lento, más allá los que van a la diferenciada”.
Y finalmente la deserción escolar agravará la situación.
REFLEXIONES SOBRE EL PROBLEMA
Muchos de los maestros rurales de nuestra provincia vienen de otros
lugares del país, de centros urbanos, y el propio maestro aporta elementos
y pautas culturas de la cultura a la que pertenece, además de su
capacitación profesional.
Modismos, cantos, dichos, inclusive supersticiones, forman parte de las
expresiones y modalidades culturales del maestro. Y todo esto que el
maestro trae a la escuela rural es extraño al medio en que desarrollará su
tarea docente. Cuando llega a la escuelita rural, se encuentra ante un
grupo de niños que, para empezar, tiene una forma de hablar el castellano
que a penas y medianamente lo hablan casi correcto.
Durante un tiempo, tratará cariñosamente de corregir a los niños en su
forma de hablar primero, y se escribir después, sin lograr demasiados
éxitos. Por supuesto, en algún momento se le presenta al maestro la
impaciencia que trasunta un sentimiento de impotencia, de imposibilidad de
modificar el habla de los niños. Ese sentimiento de fracaso se aligera
pensando que estos niños son retrasados o brutos.
Por otro lado, el niño al verse corregido constantemente, habla cada vez
menos, acortando trágicamente su medio de comunicación. “Los chicos
después de un tiempo hablan menos”, me han comentado algunas
maestras rurales. Nos encontramos ante el primer problema a tener en
cuenta.
Si el lenguaje del niño expresa su propia cultura, ¿tenemos derecho a
despojarlo de su modo de hablar, que responde a su modo de pensar? Y en
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virtud de qué nos arrogamos ese derecho?. Ya sé, me dirán que “deben
transculturarse” si quieren incorporarse al mundo actual o perecer
arrasados por la tecnología y la ciencia.
Pero la educación es también trasmisión de la cultura. Así ha sido desde
el principio de la civilización. Cuando el hombre inventó el hacha, cuando
logró mejorar la producción de una cosecha, cuando invento un
instrumento musical o construyó un telar, cuando ideó canciones y poesías
hizo cultura. Cuando el hombre enseñó y educó a sus hijos y a otros
hombres para que ellos también pudieran hacerlo, entonces transmitió
cultura a través de la educación.
Estas breves reflexiones que aquí expongo, tocan tanto al área de mis
intereses e investigaciones de antropología cultural, como a mi profesión de
docente, y me llevaron a pensar en la necesidad de advertir al maestro
rural sobre la realidad del indígena, de los campesinos y de los niños que
encontrará en las escuelitas rurales.
Advertir, en este caso, quiere decir llamar la atención sobre este
problema que se antepone a la tarea de impartir conocimientos desde la
perspectiva cultural del maestro.
Un maestro de una escuelita rural me dijo en un encuentro, que el
alumno era un pizarrón en blanco y él debía escribir arriba.
Quizá la imagen de este maestro es más bien que el alumno es arcilla
informe y que el maestro, como el escultor, le da forma a la arcilla. Aquí el
problema estará entonces en la suerte que le toque al niño de que escultor
sea genial o mediocre. En cambio, si la idea es que el niño es una arcilla
que trae su propia forma y el maestro sólo puede ayudar a embellecer y
hacer resplandecer esa forma, con el sentido que Platón da a este concepto
de esplendor de la belleza – del esplendor del bien y la verdad que contiene
a la belleza – quizá esa imagen sea más ajustada. Pero, lo más importante
sería no olvidar que tanto el niño como su cultura están vivos y no
estáticos, como la arcilla, aunque tenga forma propia.
PRESENTACIÓN Y EJECUCIÓN DE UN PROYECTO
Estas reflexiones no son más que las pautas visibles de un “iceberg”. Y
con esta preocupación es que me presenté entonces a la Delegación
Regional Andina de Educación de la provincia de Río Negro, durante la
gestión de las profesoras Adriana Carrera como delegada y Noemí Dobrusin
como Secretaria Técnica, para proponer la realización de un curso destinado
a los maestros rurales. Dicho curso contaba con el apoyo del Instituto de
Formación y Perfeccionamiento Docente y el Centro de Estudios Folklóricos
de la provincia.
La propuesta del curso, objetivos y modalidad de trabajo sigue a
continuación
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CURSO PARA MAESTTROS RURALES.
Noviembre 1984 a Abril 1985
Profesora Arlette B. Neyens
CONOCIMIENTO DEL MEDIO ETNO-SOCIO-CULTURAL
DEL NIÑO DE ÁREAS RURALES RIONEGRINAS
PROPUESTA
“Sólo se ama lo que se conoce”
“ El Principito” . A. Saint Exupery
La tarea del maestro rural es quizá mucho más difícil que la del maestro
urbano, ya que aquel debe internarse en un medio geográfico, social y
cultural totalmente ajeno a su propio ámbito, a su mane a de pensar, creer
y sentir.
Pero, si partimos del supuesto que la educación es, por un lado, impartir
conocimientos que ayuden a crecer al niño, a insertarse en el mundo
práctico y cotidiano y, por otro, transmitir una cultura en forma sistemática,
nos encontramos con que en el área rural de nuestra provincia hay una
amplia zona de influencia étnica que responde a la cosmovisión mapuche, la
que es totalmente diferente a la del maestro que llega de la ciudad o de
otras provincias.
¿Cómo resuelve entonces el maestro este problema, si la forma de pensar y
las creencias del niño mapuche nada tienen que ver con el pensamiento
occidental lógico que rige la cosmovisión del maestro?
El camino será entonces conocer primero el mundo que rodea al niño; partir
de allí y comprender que las culturas no son superiores o inferiores, sino
diferentes.
Por supuesto que el tratamiento de la educación en áreas indígenas
requeriría de toda una política educativa particular. Pero, sin adentrarnos en
temas complejos, podemos tratar a través de cursos para maestros rurales,
algunos que ayuden a un mejor conocimiento del problema.
La propuesta de este curso será, pues, contribuir a que el maestro
comprenda la realidad cultural de sus alumnos y de su medio; realidad que
debe verse con los ojos bien abiertos, con la mente sin prejuicios y el
corazón dispuesto a aceptarla.
A partir de ello se podrá trabajar a favor de una educación dialógica e
integradora, de una educación creativa y no de una educación que rompe
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despiadadamente el mundo mítico- religioso del niño mapuche, sacándole
sus bases de sustentación, para lanzarlo ingrávido a un mundo competitivo,
audaz y compulsivo.
Esta propuesta parte fundamentalmente, de un profundo humanismo que
debe regir la tarea, y lleva implícitas ciertas condiciones esenciales para el
trabajo:
1- Profundo respeto por el pensar, el creer y el sentir del grupo humano
con el que vamos a tratar.
2- Aceptar las diferencias culturales entre el mundo del alumno y el propio.
3- Flexibilizar al máximo nuestra mente y nuestro corazón para lograr el
entendimiento necesario.
4- Comprender que sin un acercamiento y conocimiento real, verdadero y
profundo del mundo del niño, la educación se convierte en un pegote,
una adherencia sin sentido, pero no acto creativo e integrador de la
persona humana.
Aprender a conocer el mundo del niño indígena es al mismo tiempo
enseñarle a ese niño a conocerse a sí mismo, a conocer la verdad que lo
hará libre. La libertad interior está íntimamente ligada a su afirmación en el
mundo, a su autovaloración y propia estima, que le permitirán convertirse
en un ciudadano de signo positivo para la sociedad.
OBJETIVOS GENERALES
1- Lograr un cambio de actitud en el maestro frente a culturas diferentes,
por medio del conocimiento de las mismas, a través de un trabajo
profundamente humano apoyado en sólidas bases científicas y
metodológicas.
2- Instrumentar al maestro rural con las bases mínimas sobre la ciencia
del folklore, para el conocimiento de la realidad del niño.
3- Capacitar al maestro rural para la tarea de recopilación de campo.
MODALIDAD DE TRABAJO
“De la práctica a la teoría”
Esta modalidad de trabajo, en su primera etapa, estará basada en hacer
descubrir al maestro rural qué y cuántos conocimientos tiene sobre
aspectos etno - culturales de sus alumnos. Una vez sacados a la luz esos
conocimientos se les dará ordenamiento para su comprensión e
interpretación.
Una vez que el maestro comience a comprender, ordenar y clasificar los
conocimientos empíricos que posee, se iniciará la etapa de entusiasmo que
llevará al maestro a la búsqueda conciente de expresiones etno- culturales,
más allá del aula. El maestro se insertará activamente en la comunidad.
Por supuesto, el maestro contará con la guía y apoyo necesarios para el
manejo teórico, técnico y metodológico que exige la tarea. Y luego, una vez
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alcanzado el nivel de comprensión, se le brindará una etapa de seguimiento
de la tarea que consideramos fundamental para darle sentido a este
esfuerzo.
El trabajo se llevará a cabo en cuatro grupos de escuelas rurales y el curso
consistirá en seis encuentros por cada grupo. Se tomará cada reunión como
un encuentro de amigos para disfrutar de una tarea en común y establecer
una buena disposición hacia el trabajo, quitándole toda sensación de
obligatoriedad.
OBJETIVOS DE CADA ENCUENTRO
NOS PROPONEMOS:
1º- Que el maestro descubra que las costumbres y hábitos de sus alumnos
no se deben a falta de cultura, sino que pertenecen a una cultura diferente.
2º-Que el maestro valore el conocimiento que poseen los alumnos como
propios de una cultura diferente de la suya.
3º- Que el maestro comprenda que las expresiones culturales de sus
alumnos cumplen una función fundamental en la comunidad, que son
identificables, que se pueden clasificar y están en relación con el folklore
universal.
4º- Que el maestro se informe sobre la cultura mapuche y aspectos socioculturales actuales.
5º- Que el maestro acepte e incorpore a su tarea cotidiana las expresiones
culturales de sus alumnos como un elemento enriquecedor de la educación.
6º- Que el maestro, poseedor de un conocimiento y metodología de trabajo.
comience su tarea de investigación permanente, en cualquier comunidad
en la que le toque actuar, cambie su actitud de indiferencia pasada por una
actitud de compromiso con el niño, la educación y la cultura.
Todos los encuentros tendrán una estricta parte teórica y metodológica y
como apoyo se trabajará con material audiovisual.
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REFLEXIONES EN APOYO A ESTE PROYECTO
No es mi intención hacer de esta propuesta un tratado
sobre ciencia del folklore o sobre antropología cultural.
Quizá solamente deba limitarme a recomendar la lectura
de Shunko de Jorge W. Ábalos. Pero, de cualquier
manera, creo un deber hacer algunos comentarios al
respecto.
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La Dra. Clara Passafari reflexiona que , es fácil, para el maestro
destinado a la escuela rural, caer en el error de pensar que es el único que
posee el conocimiento y la verdad, y que sus alumnos no poseen
conocimientos.
Ellos tienen verdades que el maestro no conoce.” Su saber es enorme
pero distinto, es empírico, viene del un mundo de mitos, leyendas,
creencias, que rigen las costumbres de toda la vida de la comunidad”.
“La tarea del maestro se va a desarrollar en un estrato cultural
impregnado de expresiones folklóricas”. Tendrá que interferir en una cultura
de arraigo secular; desgarrar lo que la gente cree y sabe de generaciones
atrás; romper la línea de transmisión cultural, transfiriendo elementos de
una cultura ajena a ellos y utilizando métodos que no pertenecen ni tienen
su ritmo vital.
La comunidad se resiste a quien no la interpreta, y mal puede
interpretarla quien no comprende lo que sus integrantes sienten y saben. El
educando de las zonas “folk” o “semifolk”, vive inmerso en un medio que
transmite leyendas, cuentos, supersticiones, canciones, adivinanzas, bienes
que lleva espontáneamente a la escuela. Conoce costumbres, usos,
nombres de ríos y accidentes geográficos de acuerdo con leyendas y casos;
participa de un medio y un modo misterioso, mágico, pleno de belleza y
fuerza creadora.
“ Si la escuela no admite este caudal, si de alguna manera lo margina y lo
reemplaza con otro saber extraño a la sensibilidad del niño, iniciará el
divorcio entre la formación escolar y espontánea, provocando lamentables
desajustes individuales y sociales”.
La Dra. Clara Passafari, en su libro “Educación y Folklore”, nos dice sobre
esto que “ la educación no debe quedarse en el
mundo folklórico, sin posibilidades de acceder al
conocimiento de lo universal. Solamente señalarprosigue- que la escuela inicial debe ser
continuadora de la educación espontánea. La
acción de ambas se sumará entonces, y el niño
ira ascendiendo con naturalidad desde el saber
tradicional hasta otras formas de la cultura.
Accederá gradualmente de lo local a lo regional y
de allí a lo nacional y universal, percibiendo la
relación de las creaciones de su pequeño ámbito
con la tradición milenaria”.
Pero de esto se desprende, entonces, que es necesario mantener vivas
las fuentes del conocimiento tradicional.
El folklore se hunde en aquella fuente primera e inagotable que nutre las
raíces de la vida. En esa fuente, la humanidad redescubre un modo
espontáneo de ser en el mundo.
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Cuando la comunidad nacional tiene personalidad, asimila también los
contenidos de la cultural universal, pero los funde en su propio crisol,
reelaborándolos y conformándolos en sus moldes tradicionales.
El eminente folklorólogo Carlos Vega dice: “Se insiste en que el
acercamiento y la comprensión internacionales se intensifiquen mediante
el conocimiento recíproco, pero principalmente la nación debe conocerse a
sí misma. Los hombres de gobierno que admiten estas opiniones, no sólo
creen que importa sino que es imprescindible. Los límites terminan donde
se acaba la conciencia de unidad. Le incumbe, pues, a la ciencia de
gobernar, estimular la información reciproca, es decir, que los ciudadanos
urbanos conozcan las formas “folk” y viceversa. Se trata, además, de que
todos los ciudadanos tengan una emoción que los amarre a la tierra,
instituyendo y consolidando la conciencia nacional”.
Ante el hombre de hoy, tan arrogante con sus descubrimientos, nos dice
Charles Moeller: “ El hombre moderno, saturado de técnicas, se vuelve
hacia el lado misterioso de las cosas. Ya no está tan seguro de ser el señor
del mundo.. El Universo se ha vengado tan cruelmente por medio de las
últimas guerras y con la amenaza aterradora de la autodestrucción, que
sobre la actividad del nuevo hombre pesa una angustia indefinible.
Presiente que se le escapan inmensos dominios de su propia alma.
Después de dos siglos de “luz”, el mundo entra en una “penumbra” tan
amenazadora, que la humanidad se pregunta de nuevo sobre su destino”.
Pero como un milagro, desde el fondo de los siglos, desde la Edad Media,
San Juan de la Cruz responde al hombre de hoy sobre esa “penumbra”, con
este poema:
Que bien sé yo la fuente
que mana y corre aunque es de noche.
…………………………..
Su origen no lo sé, pues no lo tiene,
más sé que todo origen de ella viene
aunque es de noche.
………………………………
Aquella eterna fuente está escondida
en este vivo pan, por darnos vida,
aunque es de noche.
………………………………..
Aquí se está llamando a las criaturas
porque de esta agua se harten, aunque a oscuras
aunque es de noche.
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Y con Carlos Riera Cervantes decimos: tratamos que el mapuche abra su
corazón a “nuestro pie de caminante” y nos lleve por los siempre nuevos
senderos de su alma a aquella “ oscura y escondida fuente del origen”
donde nadie puede fingir sin matarse. Allí los pueblos, para no morir, bajan
las armas, silencian los ruidos, y penetrados del más aterrador silencio
dicen, como el indio, “quédate aquí”.
Prof. Arlette B. Neyens
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LO QUE PASÓ EN EL CURSO
Los encuentros se realizaron en grupos de cuatro escuelas.
1- Ñirihuau, Mascardi, Colonia Suiza;
2- Villa Llanquín, Corralito, Cerro Alto, Paso Flores;
3- Pichi Leufu arriba escuela Nº 231, Pichi leufu arriba, Pilcaniyeu;
4- Ñorquinco, Arroyo Las Minas, Fita Lancao, Chacay Huarruca.
Los inconvenientes fueron básicamente dos. Primero, Los maestros
tienen dificultades para trasladarse de una escuela a otra, por falta de
movilidad.
Segundo, la enorme cantidad de titularidades que se produjo en ese verano
promovió un enorme desplazamiento de maestros, dando motivo a que en
cada encuentro veía caritas nuevas y algunas desaparecieron
definitivamente.
Como se comprenderá, la tarea de desprender prejuicios es lenta, pero
debo decir que fue mucho menos difícil de los problemas que esperaba con
respecto a la comprensión de sus alumnos, lo que de hecho facilitaba la
tarea de desarraigar prejuicios.
Las mayores satisfacciones las obtuve de las maestras de las Escuelas de
Villa Llanquín y Pichi Leufu arriba Nº 231, por su interés y por las tareas
realizadas. Estos grupos de jóvenes maestras, interesadas y con la
humildad necesaria para adquirir nuevas visiones del mundo, permitieron
hacer un trabajo serio y con posibilidades de continuidad.
En conjunto, debo decir que en los cuatro grupos de trabajo se llegó a
reconocer un problema primario y común.
COMO SE PRESENTA EL PRIMER PROBLEMA
Los niños de las escuela rurales hablan un castellano defectuoso, con una
estructura sintáctica sumamente atravesada. Cuesta muchísimo trabajo
hacerles pronunciar correctamente y escribir bien, pues en general , en un
principio escriben las palabras todas juntas, corridas y sin separar. Los
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maestros se mostraban cansados y desalentados, porque la tarea de
hacerlos hablar y escribir correctamente es ímproba.
Esto nos permite presentar el primer problema de la siguiente manera.
1.- El lenguaje es el medio natural de comunicación entre el alumno
y el maestro.
2.- La constante corrección que efectúa el maestro para lograr que el
alumno hable bien, produce en forma acelerada que el niño
hable cada vez menos y sólo lo estrictamente necesario. A
veces el diálogo se sintetiza en si o no, y la más de las veces
con la cabeza gacha y el movimiento indica si o no.
Ya oigo las voces de quienes me dirán: ¿ y qué hay que hacer, dejar
hablen mal?
Bueno, veamos el problema desde otra óptica. En otros países del mundo
dentro de nuestra cultura occidental, se ha admitido el habla regional como
una forma dialectal, por así decirlo, y sin repudiarla ni inferiorizarla, se la ha
enseñado paralelamente con la lengua oficial. Italia, Francia, España dan
ejemplos al respecto.
Ahora bien, si el maestro culto y humanista aceptara el lenguaje del
niño como una forma dialectal de la lengua, forma en la que confluyen
estructuras sintéticas provenientes del pensar mapuche y una cantidad de
palabras fonéticamente muy parecidas al castellano, podríamos tener un
nuevo punto de partida para establecer una comunicación rica, afectiva,
humanista y creativa, sin desdeñar, desde luego, la enseñanza paralela y
correcta de la lengua castellana, como “la lenguas que se habla en la
ciudad”. Por otro lado el niño de áreas rurales vive y convive en un medio
donde todos hablan como él, pues es parte de su medio, y en el único y
pequeñísimo lugar enclavado en su medio en que se habla distinto es la
escuela.
Pero claro en la escuela está el maestro, el representante de la cultura
superior, de la cultura dominante, el que en su intento de corrección y
purismo idiomático desata una situación conflictiva que amenaza con
romper los vasos comunicantes.
Esta actitud del maestro quizá resulte a menudo autoritaria, aunque tal
vez no sea conciente de parte del maestro.
Este problema quedó planteado entre los maestros rurales. Y fue
realmente formidable que nos encontráramos con él, pues la lengua, como
hemos venido diciendo, es la expresión del pensamiento y el sentimiento de
los pueblos.
Entonces, erosionando los únicos canales de comunicación entre el niño y
su maestro a través del contante “ así no se dice”, así no se escribe”,no
hacemos otra cosa que poner al niño de cara a una angustia existencial.
¿ Qué hace entonces la escuela rural por los niños? Procura transmitirles
una serie de conocimientos que al estar vaciados de contenidos de su
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realidad, y de un modo incapaz de despertar ecos en las estructuras
particulares del pensar y sentir propios de su mundo, difícilmente le serán
útiles en su vida.
En lo referente a su problemática vital, ¿qué le da la escuela?. La vida del
niño está lógicamente condicionada por la realidad socio - cultural y
económica en la que se halla inserto en íntima relación con el frío, la nieve,
la sequía, los animales. Con el comprador de lanas, con “el bolichero” de
ramos generales, a veces con alguien del INTA, con el patrón de la
estancia. Y estos en el caso de los varones. Las mujeres sólo conocen al
“bolichero” y a veces a la maestra, o a la gente que puede llegar al rancho
alguna vez. En una oportunidad una viejecita que vivía a 10 Km. me contó
que uno de sus hijos se había ido a trabajar a Bariloche y agregó- “quién
sabe qué país será ese, no?”. Comallo está a 100 Km. de Bariloche.
UNA ESTADISTICA INTERESANTE
En Ñorquincó (RN) me brindaron una estadística interesante. En los
último 20 años ingresó un promedio anual de 20 niños y egresó un
promedio de 5 niños por año. De esos 5 niños que egresan anualmente en
el conjunto de los 20 años, 8 fueron a la escuela secundaria y la
terminaron, y de éstos 2 cursaron la universidad y se diplomaron, pero de
ellos ninguno volvió a Ñorquinco. Si multiplicamos 20 niños que ingresan
anualmente, por 20 años, tenemos un total de 400 niños. Si por otro lado
multiplicamos 5 niños que egresan anualmente, por 20 años, tenemos 100
niños. ¿Y los otros 300 que quedaron por el camino? La escuela no les dio lo
que necesitaban y la abandonaron. Hoy son analfabetos, sin duda.
Entonces ¿de qué sirve la escuela?
Esto ejemplifica la necesidad de reconocer la existencia de una cultura
diferente que debemos integrar a la nuestra, pero sin romper sus pautas.
Y si como bien dice Saint Exupery: “Solo se ama lo que se conoce y sólo
se ve bien con el corazón”, entonces el primer paso deberá ser el conocer
la cultura de quien vamos a educar, el segundo guiarnos un poco más por
nuestro sentido de humanidad y poquito menos por el frío criterio personal.
De esta experiencia quedaron planteados dos problemas: primero el del
lenguaje que el niño trae de su casa, y la diversidad cultural, que exige un
estudio más profundo de una currícula útil para el área rural. Con respecto
a la currícula de las escuelas suburbanas, quizá sería necesario estudiar la
cultura de los niños concurrentes, de acuerdo con los barrios de los
provienen, y también hacer un estudio socio- laboral, cultural y educativo
para determinar mejor las modificaciones que convengan.
Quiero creer que la educación tiene por fin último propender a la felicidad
del hombre, y que ésta es posible cuando el hombre, está en armonía con
su espíritu, su cuerpo y su comunidad.
HABLAN LOS MAESTROS RURALES
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A raíz de los diversos encuentros, los maestros comenzaron a salir hacia
las casas de sus alumnos y a conocer sus familias. Lo hacían los fines de
semana, a veces a pié, otras a caballo que les prestaban los padres de los
alumnos. Las visitas llevaban por finalidad conocer lo que saben, creen y
piensan los campesinos, y al mismo tiempo establecer un acercamiento
afectivo con la comunidad. Hubo resultados realmente satisfactorios y
estimo que bien vale la pena remitirme a algunos trabajo y comentarios de
los maestros en sus respuestas a la evaluación del curso.
PARAJE PICHI LEUFU ESCUELA Nº 231
La maestra María Cecilia Latorre, joven docente de la escuela de Pichi
Leufu escuela Nº 231, era la encargada del dormitorio, junto con otra
compañera, ya que la escuela es también escuela hogar y transcribo
textualmente lo siguiente:
“Los chicos amanecieron asustados diciendo que durante la noche no
habían podido dormir porque había entrado un brujo en la pieza. El brujo
saltaba encima de las camas y a uno de los chicos que había dejado las
zapatillas al pie de la cama, le pegó un zapatillazo. Jacinto Inostroza no lo
vio porque se tapó hasta arriba, pero se largó a llorar. Y Fabián, su
hermano que duerme con él, sintió una mano por debajo de las frazadas,
pero no vio nada.
La maestra le preguntó a Guillermo qué había visto la noche anterior…
- Yo vi al Brujo, señorita, que tenía el “marote” grandote y saltaba por
las camas.
- ¿Y cómo sabés que un brujo? ¿ Cómo es un brujo?
- Usted se da cuenta porque es largo, largo como de acá a la pared, y
porque saben jugar en los alambrados donde hay un campo que tiene
alambrados saben reunirse allí.
- Y yo que tengo que hacer si se me aparece un brujo?
- Yo me “escuendo”. Usted señorita, se tiene que tapar con la frazada
porque si el brujo pasa y si ustedes “escuende” y no le va a pasar
nada.
- Y si no puedo esconder, ¿qué hago?
- Usted le muestra una cruz y se va. Pero tiene que ser una cruz de
palo y tiene que echarle aceite o gasoil, y prenderlo y comprar
muchos fósforos para tener la vela pendida por los menos una hora.
Hasta que se vaya el brujo. Y no vuelve más.
- Qué tengo que hacer la cruz, se la muestro y él se va nomás?
- Prenderla, claro, tiene que prenderla delante de él y dejarla prendida
por eso tiene que tener muchos fósforos, porque la tiene que parar al
lado de la vela. Por si se acaba la vela tiene que tener muchos
fósforos.”
RELATO DE VILLA LLANQUIN
La maestra Stella Maris Bertero, de Villa Llanquín, recopiló los siguientes
casos, en sus visitas a la zona Arroyo Chacay.
“Entrevisté a la señora Magdalena, de Arroyo Chacay, y lo que me contó le
sucedió a ella a los 14 años.“Yo era chica cuando “lei” visto, 14 años tenía
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yo, fui con mi hermano a buscar vicios a Pilca, (Pilcaniyeu) venía con mi
hermano, le digo yo: - Va bien, Leute. Era de noche, tuvimos que esperar al
tío que tenimo nosotro
y también los vicios porque no tenimo nada así que vinimo de noche, de
repente me vino frío en el cuerpo io le dije:- queré bajarte del caballo para
orinar, no me dijo temblaba, era chico tendría 6 años, io de repente solté el
pilchero porque no caminaba ligero y era muy tarde de noche ya, no
estamos acostumbrados a venir tarde, de repente apareció bajo las pata del
caballo pilchero el “bichanargue” un ruido de cadena brilloso lumbrante que
acompañaba al caballo, siguió mucho hasta llegar a los corrales ahí no más
se quedó, eso dicen es uno con mucho poder, todo plateado”.
El segundo caso lo cuenta la misma señora Magdalena:
“Tenimo que bañar las oveja no ve nosotros no tenimo para bañar las
oveja, la llevamo a bañar de Francisco Millapi, hacía mucho calor no
querían ir las oveja y nosotros tenimo que endilgarla (encaminarlas
azuzarla ) daba trabajo llevar lo animales en contra de la querencia, daba
trabajo y tenimo miedo, decimo qué será que esto animales no quieran irse
hasta que llegamo a la bañera y volvimos tarde por la angostura apareció
“anchimayen” cruzó el arroio con nosotros y a la siga nuestra y recién en la
subida vino a quedarse, es un espíritu que llora como un chico”.
LA ESPERANZA
Esto no ha sido más que una experiencia, un tímido principio que creo
sinceramente debe ser continuado y profundizado, para reconocer que
nuestro ser nacional está compuesto de lo europeo, lo indígena y lo
mestizo, aceptar nuestra realidad cultural como el verdadero sentimiento de
la aceptación de nuestras diferencias, que involucra al amor.
Sin este sentimiento de amor a lo que realmente somos como país, no
podrá existir el legítimo orgullo de pertenecer a una identidad nacional
integrada en sí misma, que da por resultado una identidad de país.
No habrá desarrollo real económico, social, cultural; no habrá futuro en paz
para nuestros hijos, si no iniciamos el camino de la unidad nacional.
Debemos construir nuestro futuro desde nosotros mismos, con todo lo
que somos, y aceptando todos nuestros componentes, porque frente al
mundo, como país nos tenemos solamente a nosotros mismos.
Arlette Neyens
Noviembre 1985
Primera parte de la experiencia
PD: Lo inesperado
En 1995 estando en Villa La Angostura, haciendo notas para el Periódico El
Pionero que co dirigía, fue a la escuela Nº 186 de esta localidad para
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entrevistar a la directora. Nos pusimos a conversar un rato y de pronto me
dice
- “Ud. no se acuerda de mí”.
- Sinceramente no. Respondí
- Yo soy una de las maestras rurales de la escuela de Pichileufu.
- Realmente no te recordaba.
- Quiero decirle que yo estaba como maestra cuando Ud. nos dio el
curso para maestros rurales.
- Qué bien y te sirvió, le pregunté sonriendo.
- Mire antes del curso nosotras sentíamos que había una pared entre
nosotras y el niño, pero después de lo aprendido fue muy lindo
porque una entrega total y realmente a partir de allí pudimos
comenzar la enseñanza sin barreras.
La miré en silencio, luego le contesté quedamente.
-Cuánto me alegra.
Así es la vida de los maestros, todos nosotros, trabajamos sin ver de
inmediato los resultados. Los resultados siempre se ven en el tiempo,
por eso es tan importante tener presente que nuestras acciones de hoy
se verán en los años futuros. Somos los responsables de lo que serán
las nuevas generaciones.
Arlette Neyens
Villa La Angostura 2012
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