ANDRÉS DE VANDELVIRA, ARQUITECTO DEL RENACIMIENTO Albacete, 14 enero 2016 1. LA CUESTIÓN HISTORIOGRÁFICA SOBRE ANDRÉS DE VANDELVIRA. Es el hombre, con sus circunstancias históricas, su periplo vital, sus raíces familiares, su educación y el contexto histórico en el que le tocó vivir, el punto de partida para conocer al maestro cantero, al arquitecto, al artista del renacimiento que fue Andrés de Vandelvira. Figura clave del renacimiento español, Andrés de Vandelvira ocupó un lugar no de primer orden en esa constelación de águilas, que biografió don Manuel GómezMoreno. Ese carácter secundario, que se evidenciaba incluso en la incerteza de su nombre, lastró la vida y la obra del arquitecto de Alcaraz hasta el s. XVIII. En esa centuria, la figura de Andrés de Vandelvira despertó un gran interés de la mano de personajes como Ponz y Martínez de Mazas, a los que en la centuria siguiente siguieron otros como Madoz o Llaguno. Pero será en el XX con el desarrollo de publicaciones como Don Lope de Sosa, Paisaje, Senda de los Huertos y principalmente con la labor emprendida por el Instituto de Estudios Giennenses, cuando los trabajos en torno al arquitecto de Alcaraz alcancen una especial significación, sobre todo a partir de Fernando Chueca Goitia, autor de la primera gran monografía que sobre él se publicó. En la actualidad, la figura de Vandelvira sigue atrayendo a buena parte de las investigaciones que se realizan sobre el Renacimiento en España, lo que ha permitido aclarar muchos aspectos legendarios que existían sobre él. Esta labor ha sido conducida en gran parte por el Prof. Galera Andreu, especialmente a través de la monografía Andrés de Vandelvira, publicada por Akal en el año 2000. El primer divulgador de la obra de Vandelvira fue su hijo Alonso, quien en su Tratado de Arquitectura, pese a que no llegara a publicarse, difundió soluciones arquitectónicas de su padre y así hizo que fue conocido en los círculos artísticos de su tiempo y copiado, entre otros, por Felipe Lázaro de Goiti en 1646 a imitación de lo que dexaron escrito de mano los dos Vandelviras padre y hijo1. Alonso se refiere a su padre 1 Esta frase ha sido uno de los puntos de partida de la confusión historiográfica ocasionada entre las figuras de Pedro y Andrés. Existen varios manuscritos del Tratado, por ejemplo el del citado Felipe L. de 2 como paradigma de los planteamientos presentados en su obra, e incluso demuestra el conocimiento que tenía de la Catedral de Jaén en el momento que la utiliza como ejemplo de la “pechina en esquina apuntada” (Barbe Coquelin de Lisle, 1977, pág. 52)2. Junto a la aportación que supone el tratado de Alonso de Vandelvira, a lo largo del siglo XVII encontraremos algunas noticias de la obra y personalidad del arquitecto de Alcaraz, siendo en este momento cuando surge una figura enigmática que tendrá gran fuerza incluso hasta nuestros días, Pedro de Vandelvira, al que se sitúa al frente de obras que hoy sabemos ejecutadas por Andrés. Con frecuencia, la historiografía tradicional, las guías y los libros de viajes han sido capaces de generar toda una serie de leyendas en torno a personajes relacionados directamente con el mundo de la construcción, carentes, en nuestro caso concreto, de la solvencia científica que permite admitirlos como válidos. Esta problemática salpica a la figura de Andrés de Vandelvira a través de la supuesta invención de un padre (Pedro de Vandelvira) que desde época temprana había sido considerado como el iniciador de una saga de canteros (los Vandelvira) entre los que se destacaba, al margen de los citados Pedro y Andrés, a Cristóbal, Francisco, Juan o Alonso. En cualquier caso, las fuentes del Seiscientos en ningún momento indican que sean padre e hijo, pero los autores del XVIII confirman este hecho y crean en torno a estas dos figuras una idílica ficción, que no será hasta el siglo XX y de la mano de investigadores y eruditos como Marco Hidalgo (1914), el conde de las Almenas (1918), Calzada (1933), Gómez Moreno (1949), o Chueca Goitia (1954) cuando se disipe este halo legendario en torno al misterioso Pedro de Vandelvira. Aunque lo cierto es que, hasta fechas recientes, se ha planteado la duda sobre si verdaderamente existió este personaje y, lo que es más, su relación con Andrés, el cual, curiosamente, utilizó la onomástica petrina para el mayor de sus hijos, siendo este hecho, quizás, el mejor tributo al que pudo ser su primer maestro y quien le abriera las puertas de un mundo aún gremial, el de la cantería. La primera referencia que tenemos de Pedro de Vandelvira la encontramos en una obra también manuscrita, que por la desidia de los tiempos nunca llegó a publicarse. Goiti, maestro mayor de la Catedral de Toledo, se encuentra en la Biblioteca Nacional, signado como Ms. 12.719, en cuyo prólogo se hace referencia a los Vandelvira, padre e hijo. Un segundo manuscrito se encuentra en la Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, con la signatura Manuscrito R. 10, realizado por el también Maestro Mayor de la Catedral Primada, Bartolomé de Zumbigo y Salcedo. En la actualidad contamos con una trascripción y facsímil de este tratado llevado a cabo por Geneviève Barbe Coquelin de Lisle en 1977. 2 Puede hacer referencia a la Torre del Reloj, siendo especialmente significativo que tomara como referente un elemento antiguo y no hiciera mención expresa a la nueva obra 3 Se trata de la segunda parte de la Historia Eclesiástica que escribió Francisco de Rus Puerta. Esta continuación de la publicada en 1634 se terminó de componer entre 1648 y 1652, intitulándola como Obispos de Jaén y Segunda Parte de la Historia Eclesiástica de este Reyno y Obispado (BN ms 5737). Esta obra fue verdadera referencia para el entonces favorito del cardenal Moscoso y Sandoval, el analista Martín de Ximena Jurado, quien sí vio impresa su obra, Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de la Diócesis de Jaén y Annales Eclesiásticos deste Obispado, en 1654. Ambos autores se refieren a Pedro de Vandelvira como artífice de la Sacra Capilla de El Salvador de Úbeda, diferenciándole de Andrés, al que sitúan como arquitecto de la otra gran obra de la ciudad, el Hospital de Santiago (Jimena, 1654, pág. 477 y pág. 480). Tanto uno como otro son enaltecidos por estas dos piezas que alcanzan la consideración de obras maestras, llamando la atención de los autores de ambos anales, tal y como le ocurriera a Ximénez Patón3. Sin embargo, ni Rus Puerta, ni Jimena Jurado relacionan a Pedro o a Andrés como maestros de la Catedral de Jaén, aun cuando llama la atención de Jimena Jurado, sobre todo por su sacristía y por la reactivación de las obras por parte del cardenal Moscoso. Entre estos autores tenemos que situar al jesuita Francisco de Bilches, que en su obra Santos y Santuarios del Obispado de Jaén y Baeza (1653) presenta un cuadro de la iglesia mayor giennense, en la que no se hace alusión a ninguno de sus maestros de obras, pero en la que se describe lo que aún no estaba construido. Confirmaba así que conocía el proyecto vandelviriano, seguramente a través del entonces maestro mayor, Juan de Aranda Salazar. Pocos años después de la publicación de Jimena, tuvo lugar la consagración y dedicación del templo principal de la ciudad, acompañado de solemnes celebraciones que quedaron narradas la Descripción Panegyrica de las Insignes Fiestas que la S. Iglesia Catedral de Iaén celebró en la Translación del SS. Sacramento a su nuevo y sumptuoso Templo, por el mes de Octubre del año de 1660, compuesta por el escribano de Málaga, Juan Núñez Sotomayor en 1661. A la hora de hablar de los maestros que intervinieron en su construcción no cae en la controversia entre Pedro y Andrés, sino que simplemente lo nombra por su apellido, Valdelvira, cuyo nombre se hizo claro por 3 Ximénez Patón no nombrará en ningún momento a Vandelvira, pero sí elogiará algunas de sus obras. Así destaca a la capilla de El Salvador de Úbeda como “una de las más suntuosas capillas mayores, que ay en toda España (…)”. De igual modo ensalza el Hospital de Santiago y el monasterio de Madre de Dios como “obra muy grandiosa en la fábrica”. XIMÉNEZ PATÓN, B., Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Iaén. (1628): Jaén, Pedro de la Cuesta, págs. 183-183v y pág. 235v, respectivamente. 4 la insigne fábrica de la Sacristía y Sala Capitular deste Templo, piezas que aún muchas vezes repetidas, nunca quedarán bastantemente ponderadas (Núñez de Sotomayor, 1661, págs. 26-27). Se trata de la primera fuente impresa que adjudica a Vandelvira la paternidad de este egregio edificio, indicando, asimismo, el nombre de los demás maestros que hasta la fecha habían intervenido en ella. De igual modo actuará uno de los biógrafos del cardenal Moscoso y Sandoval, Fr. Antonio de Jesús María quien se refería a Vandelvira como el insigne maestro que había realizado una nueva traza que venía a sustituir a la obsoleta y ruinosa catedral gótica. Se subrayaba así que eran esos diseños de Vandelvira los que se retomaban años después en tiempos del mencionado cardenal, el cual tuvo un papel de primer orden en la reanudación de las obras y a la hora de retomar el proyecto vandelviriano. Este protagonismo había sido recalcado también por el jesuita Alonso de Andrade (1668)4. Este último no da nombres a la hora de referirse a los maestros mayores de la catedral, pero sí nos dice que el cardenal, en el momento de reavivar la construcción, consultó a los mejores arquitectos de su tiempo, quienes vista la planta antigua de la obra començada, la continuaron manteniendo una gran fidelidad a la idea original (Andrade, 1668, pág. 171). Para cerrar este siglo y como muestra de la gran difusión que tuvo la obra de Jimena Jurado, tenemos que hacer mención de una fuente muy singular, la Crónica de la Provincia Franciscana de Granada. El autor de la misma, el franciscano Fr. Alonso de Torres vuelve a referirse a Vandelvira como Pedro, dando fe de la fuente utilizada, el Catálogo de los Obispos. En concreto lo hace al describir el monasterio de San Nicasio de Úbeda, rindiéndose ante la belleza de obras como el vecino Hospital de Santiago o la capilla de El Salvador, a las que suma el Palacio de las Cadenas, ya por entonces convento de dominicas de Madre de Dios5. Una vez cerrado el seiscientos nos adentramos en la centuria siguiente, momento en el que como ya hemos anunciado se inicia un especial interés por la figura del genial arquitecto y se crea en torno a él una biografía imaginaria. Al equipararlo con otros maestros de su tiempo, especialmente con Berruguete, se buscaba elevarlo a la categoría 4 JESÚS MARÍA, Fr. A. DE. (1680): Don Baltasar de Moscoso i Sandoval. Madrid, Bernardo de Villadiego. Esta biografía copió en gran parte la que en 1668 realizara el jesuita Alonso de Andrade: ANDRADE, A. DE. (1668): Idea del perfecto prelado. Madrid, José Fernández de Buendía. 5 TORRES, A. DE. (1683): Chrónica de la Santa Provincia de Granada de la Regular Observancia de N. Seráfico Padre San Francisco. Madrid, Juan García Infançón. Reproducción facsimilar Madrid, Cisneros, 1984, págs. 440-441. Se trata de la primera fuente impresa que vincula a Vandelvira con el siempre admirado palacio de Vázquez de Molina. 5 alcanzada por las grandes estirpes de artistas en las que se desarrollaron los más destacados maestros de la Edad Moderna. De este modo, se contribuía a su consagración como genio. Serán Martínez de Mazas y Ponz, al final de la centuria, quienes se preocupen de una forma más directa, apoyando sus trabajos en documentos tan importantes como su testamento. Este hecho les permitirá aportar datos fiables que todavía se seguían confundiendo con los imaginarios, especialmente aquellos que vinculaban a Andrés con su hipotético padre, Pedro. En 1791, Antonio Ponz al referirse a los principales artífices de la Catedral de Jaén, parte de una premisa que se da con frecuencia en la historiografía española, lamentablemente mucho más acentuada en el caso de Jaén: Nuestros escritores han sido escasos en especificar los nombres de los artífices empleados en las grandes obras de iglesias y otros edificios de consideración. Ponz subraya como Jimena y Bilches omiten los nombres de los arquitectos cuyo ingenio y habilidad fueron el fundamento de dichas alabanzas, y siguiendo a Núñez de Sotomayor, nos habla de cómo a unos maestros primitivos, de los cuales carecía de noticias, les siguió “un tal Castillo” y a continuación, Pedro de Vandelvira (Ponz, 1791, págs. 172-174)6. Este Pedro de Valdelviera, es identificado como padre de Francisco, Cristóbal y Andrés, continuadores de la labor del hipotético progenitor. Justificando esta idea, Marco Hidalgo indica que estos tres hermanos colaboraron con su padre en las obras de la catedral hasta que con su muerte, Andrés es nombrado maestro mayor (Marco HIDALGO, 1914). Ponz alude también a Alonso, al que no identifica como hijo de Andrés, sino que lo considera como otro Vandelvira, reconocido por su célebre Tratado de Arquitectura (Ponz, 1791, pág. 173). De esta manera, las noticias que Ponz aporta a finales del siglo XVIII servirán de caldo de cultivo en las centurias siguientes para cimentar la hipótesis de que en torno a los Vandelvira se constituyó una de las sagas de arquitectos más destacadas en la historia del arte de Andalucía, equiparable, a nivel local, con la labor acometida por los Castillo y en el ámbito regional, con los Hernán Ruiz. Pero retomando las consideraciones de Ponz sobre Pedro de Vandelvira llama la atención el hecho de que lo valore como el artífice, o al menos el tracista, de las 6 De cualquier forma a Ponz le sorprende el hecho de que Andrés no sea considerado como uno de los maestros mayores de la catedral puesto que así se expresa en su testamento, en el que se dice que al menos estuvo unos veinte años al frente de las obras del templo mayor de la ciudad. PONZ, A. (1989): Viaje de España. Tomos XIV-XVIII. Madrid, Aguilar, págs. 399-400. 6 soluciones arquitectónicas empleadas en la sacristía y en la sala capitular de la Catedral de Jaén. Si bien, lo que resulta aún más interesante es la argumentación de la transmisión del legado arquitectónico de Pedro a Andrés. Esta transferencia es propiciada por la muerte del primero y se materializa, según estas fuentes, en la continuación, por parte del segundo, de algunas de las obras en las que su supuesto progenitor y formador figuraba como maestro de cantería (Ponz, 1791, pág. 184). El deán D. José Martínez de Mazas, único destello de la bibliografía local del siglo XVIII sumida en una profunda depresión tras el brillante esplendor alcanzado en el seiscientos, será quien verdaderamente consolide la teoría de cómo la idea matriz y original renacentista de la construcción catedralicia giennense procede de Andrés de Vandelvira, siguiendo, en gran parte, las informaciones aportadas por los biógrafos del cardenal Moscoso y Sandoval. Si bien, en un primer momento, movido por el respeto hacia las teorías de Ponz, admite la posibilidad de que fuera Pedro de Vandelvira el que diera las trazas, suposición que igualmente defendería, años más tarde, el también ilustrado Llaguno y Amirola en su obra Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración. No obstante, las fuentes documentales que el deán manejó le obligaron a considerar que había sido Andrés quien ejecutó la nueva obra, alegando Martínez de Mazas la posible muerte de Pedro de Vandelvira para facilitar la intervención de Andrés. Aunque unas líneas después de esta muestra de prudencia manifiesta, el deán dejaba escapar la que creemos fue su verdadera hipótesis, la única participación de Andrés de Vandelvira en las nuevas trazas y obras que desde mediados del quinientos renovaban la arquitectura vetusta de la principal catedral giennense7. Además, Martínez de Mazas va más allá al vincular a la figura de Andrés de Vandelvira con otras obras de carácter menor, que se alejan de las tradicionalmente atribuidas: El Salvador, Hospital de Santiago y Palacio de las Cadenas, todas en Úbeda y la Catedral de Jaén. Se crea un corpus de producción marcado por la apuesta decidida por el purismo, frente al supuesto plateresco que acompañó a su padre, al que por ejemplo adjudica el palacio de Garcíez (Martínez de Mazas, 1794, pág. 194). Entre las obras que se incorporaron a la trayectoria de Vandelvira destacaron las portadas de San Miguel y la de Santa Catalina, ambas en Jaén (Martínez de Mazas, 1794, pág. 241 y 7 “Pero ya fuese Pedro, ya su hijo Andrés el que dio la planta y diseño, no se puede dudar que este fue maestro nobilísimo y que la obra de la sala capitular, sacristía y cuerpo de capillas, que están contiguas, en que él trabajó, dan a bien entender, que no fuera inferior a su padre” MARTÍNEZ DE MAZAS, 1794, pág. 175 y pág. 231. 7 248), aunque lo cierto es que investigaciones posteriores han demostrado que ninguna de las dos fueron ejecutadas por el maestro de Alcaraz8. Ya en el siglo XIX, Pascual Madoz sigue defendiendo que la Catedral de Jaén fue diseñada por Pedro de Vandelvira el año 1532 (Madoz, 1845-1850, pág. 545). Sin embargo el viajero Auguste-Émile Bégin en su descripción sobre el templo mayor, al margen de incidir en su emplazamiento sobre el solar de la mezquita principal de la ciudad, y en su opinión, el estricto seguimiento del modelo de la Catedral de Granada, cita la fecha de 1525 como el momento en el que las obras ya habían sido concluidas por Pedro de Vandelvira, sin aludir en ningún caso a la intervención de Andrés (Begin, 1852). Con estos datos podemos afirmar por tanto que la producción bibliográfica desarrollada durante el siglo XIX, combinada con la aparición de los primeros libros de viajes y las guías de cierto interés local, introducen un importante número de errores en torno a los maestros y a la cronología en la que, supuestamente, se intervino en el templo mayor de la ciudad9. Fernando Cos-Gayón al relatar la visita de Isabel II a la catedral de Jaén, y contemplando este templo, escribió: Solamente el exclusivismo sistemático de algunos críticos que forman deliberado propósito de no considerar propias para el culto divino sino las obras de la arquitectura gótica, puede negar su gran belleza a la catedral de Jaén. Sólo quien penetre en este templo con la preocupación de que el espíritu no puede ser estimulado a orar sino por la luz que, atravesando vidrios de colores, compacta desigualmente el espacio con las sombras en bóvedas altísimas, dejará de sentir la influencia de aquella noble majestad, de aquella grandiosa sencillez impresas en esta obra por los diseños de Andrés de Vandelvira, que con ella inmortalizó su nombre (Cos Gayón 1863). En cualquier caso, y resaltado como mérito de Andrés, comentaremos la correcta y escrupulosa interpretación que en opinión de los estudiosos del cantero alcaraceño, 8 En el caso de la desaparecida parroquia de San Miguel sus libros de cuentas de fábrica nos informan sobre algunos de los maestros canteros que intervinieron directamente en su ejecución entre los cuales se encuentran: Cristóbal del Castillo, Francisco del Castillo, Juan Villar, Pedro del Orden, pero en ningún caso se cita a Andrés de Vandelvira, considerado por algunos autores como el artífice de la citada portada, sin constancia documental que así lo atestigüe, al menos por el momento. Archivo Histórico Diocesano de Jaén (A.H.D.J.). Parroquia de San Miguel. Libro de Cuentas de Fábrica 1558-1595. Fol. 38r. En: JÓDAR MENA, M. (2002) Arquitectura de las iglesias parroquiales: una clave para el urbanismo en la ciudad de Jaén. (Estudio documental: siglos XVI-XIX). Memoria de Iniciación a la Investigación. Universidad de Jaén. Inédito. 9 Sí es reseñable cómo en algunos casos, por ejemplo, el viajero español Nicolás de la Cruz se refiera correctamente a Andrés de Vandelvira como verdadero artífice de las obras de la Catedral de Jaén, dato que contrasta con las frecuentes confusiones que hemos hallado en esta investigación. CRUZ, N. DE LA. (1812): Viage de España, Francia e Italia. Tomo XII. Cádiz, Manuel Bosch, págs. 156-157. 8 éste hizo del pensamiento y de la obra de su padre en el costado sur de la catedral sacristía, sala capitular y fachada sur- (Lafuente Alcántara, 1852/ed. 1992, págs. 236237). El propio Madoz nos informa de cómo hacia los años cuarenta se emprendieron los trabajos en el templo catedralicio, pasando la dirección de las obras a poco tiempo a manos de Andrés de Vandelvira (Madoz, 1846, pág. 545). Mientras que Pi y Margall, incidiendo tal vez en la gran ambición del proyecto inicial, valora la imposibilidad de que Pedro pudiera llevarlo a buen término, afortunadamente, tal y como el erudito indica, encontró un fiel intérprete de sus pensamientos en Andrés de Vandelvira, su hijo, que continuó la obra hasta 1579 (Pi y Margall, 1885, pág. 230). La importancia que Ponz tiene en la historiografía se entiende al corroborar mediante la lectura de fuentes posteriores al Viaje de España cómo gran cantidad de investigadores y viajeros utilizan esta obra como auténtica referencia, citando las observaciones realizadas por su autor al respecto de la figura de Pedro de Vandelvira y su papel como origen de una destacada familia de maestros canteros10. Pocas valoraciones se han hecho sobre la importancia como maestro de Pedro de Vandelvira, por este motivo de sumo interés resultan las aportaciones que en esta línea realizó Francisco Pi y Margall a finales del siglo XIX y que a continuación reproducimos: …uno de los mejores arquitectos de su época, trazó un proyecto del todo independiente, y apuró como los artistas de Italia su ingenio en combinar e identificar las antiguas formas greco-romanas con las necesidades morales y materiales de la religión cristiana (Pi y Margall, 1885, pág. 230). En la centuria siguiente Flórez de Urdapilleta, siguiendo la teoría resaltada por Pi y Margall a propósito de la influencia italiana del maestro, al referirse a la obra de Pedro de Vandelvira, al margen de incidir en su carácter independiente y en sus aspiraciones de renovación y progreso, lo considera como un precursor del estilo italiano desarrollado por Vignola (Flórez de Urdapilleta, 1913). Además de su intervención como maestro mayor de la Catedral de Jaén, Marco Hidalgo, desdiciendo las atribuciones efectuadas en el siglo XVII por Rus Puerta y Jimena Jurado, atribuye también la traza del Hospital de Santiago de Úbeda al hipotético padre de Andrés, Pedro de Vandelvira. 10 CONCA, A. (1795): Descrizione odeporica della Spagna in cui spezialmente si dá noticia delle cose spettandi alle Belle Arti degne dell’attenzione del curioso viaggiatore; di don Antonio Conca socio delle Reali Academia Florentina e de georogli. Tomo III. Parma, Stamperia Reale, págs. 133-142. En ocasiones autores de guías como Bachiller o Romero de Torres, entre otros, reproducen de forma exacta las apreciaciones de Ponz. 9 Desconocemos si la confusión general de las fuentes se debe al hijo que Andrés tuvo con su mujer, Luisa de Luna, y al que, como ya hemos comentado, pusieron por nombre Pedro. En esta justificación se apoya el conde de las Almenas, citando a su vez un trabajo de Marco Hidalgo, que manifiesta un mismo parecer con Gómez Moreno, para cimentar así la hipótesis a cerca de la inexistencia de Pedro de Vandelvira, supuesto progenitor y mentor de Andrés y sus hermanos, de los cuales, además, a partir de este momento, comienza a ponerse en duda su vinculación con el arte de la cantería (Marco Hidalgo, 1908). A pesar de que en las primeras décadas del siglo XX se iniciaran una serie de trabajos que negaron la existencia del maestro Pedro de Vandelvira, siguieron proliferando estudios que, apoyados en la lectura de desacertadas fuentes, continuaron incidiendo en la confusión que aún pulula sobre los orígenes familiares y profesionales de Andrés11. Una prueba de ello la tenemos en Richard Ford y su manual para viajeros por Andalucía publicado en los años ochenta, en donde vuelve a reincidir en la personalidad de Pedro de Vandelvira un arquitecto del siglo XVI que cede sólo ante Berruguete (Ford, 1981, pág. 683), tomando nuevamente las falsas teorías desarrolladas por la historiografía del siglo XVIII. Todos estos datos recogidos durante casi cuatro siglos de historiografía nos revelan que el recuerdo de Andrés de Vandelvira estuvo en todo momento muy presente, si bien confundido con un hipotético Pedro, pero tanto ellos, como su obra, siempre recibieron los mejores calificativos que pueden acompañar a un arquitecto renacentista de primera fila, provocados en muchas ocasiones gracias a la Catedral de Jaén. Unas veces se destinaron directamente sobre su figura, refiriéndose a él como insigne maestro, maestro nobilísimo, grande arquitecto, etc. y en otras ocasiones acompañaron a su obra, que, como creación tan personal suya, era como si se vertieran sobre él mismo, de ahí la importancia de que personajes tan célebres como Jimena Jurado se refirieran a la sacristía del templo mayor giennense como una de las mejores obras de Europa, o espacio lleno de excelencia (Jimena Jurado, 1654, págs. 477 y 480). Lo que muy pocos ponen en duda, tal y como en su momento lo hizo Bernardo de Espinalt (1787) es que la catedral giennense fue la obra cumbre del maestro. En otras ocasiones el reconocimiento que la historiografía hace sobre la figura de Andrés se centra en resaltar al maestro como el principal artífice de los conjuntos 11 “Hijo de Pedro aunque no faltan logradas reputaciones que nieguen esta paternidad…” (GONZÁLEZ LÓPEZ, 1950, págs. 58-59). 10 arquitectónicos más destacados de nuestra provincia. Así lo manifiesta Francisco Pi y Margall en los siguientes términos: Las escasas bellezas monumentales que hay en Jaén es preciso buscarlas en las obras del siglo XVI, concebidas y ejecutadas las más por Andrés de Vandelvira. Vandelvira dejó allí páginas que recordarán eternamente su nombre y consolarán al viajero de la destrucción de templos y palacios (…). Las portadas de San Miguel y la Catedral revelan hasta en sus menores detalles elegancia, delicadeza, gusto; al verlas fija uno con placer los ojos en todas y en cada una de sus partes, siente satisfecho su sentimiento estético, y sólo deplora que esté la una tan amenazada de ruina y confundida la otra entre obras mías o de épocas desgraciadas para las artes (Pi y Margall, 1885, págs. 217-218). Lo que resulta más curioso es que este reconocimiento le llega en un ámbito geográfico en el que, a pesar de que vivió un importante número de años y en donde se desarrolló personal y profesionalmente, no olvidemos, no se trata del lugar donde nació, pero sí donde su fama alcanzó su cénit. En la revista Don Lope de Sosa (1922) se redunda en esta cuestión al referirse a Andrés de Vandelvira como aquel maestro de cantería que si aquí no nació dejó aquí en sus portentosas obras, tanto cariño como a Jaén expresara el más ilustre y amante de sus hijos. Causas dependientes, más de inevitables circunstancias que de buena voluntad e intención, hicieron que la idea no pasara de idea. La realidad está esperando recibir forma (Anónimo, 1922, pág. 66). Tesis doctoral de Fernando Chueca Goitia y su aportación en la historia de la arquitectura. Exposición 1992: Renacimiento (+ amplio que Vandelvira) Pedro Galera, libro del año 2000 Estudios sobre el origen de Vandelvira por Aurelio Pretel (citar algunos). Libro sobre Vandelvira de Albacete Catálogo exposición 2006 Vandelvira Renacimiento del Sur (Diputación) Resumen de lo publicado sobre vida y obra de Vandelvira: Ana León Padilla – Gema Ortega González – Elisa Rueda Quero, Aproximación bibliográfica a la vida y obra de Vandelvira, Elucidario 1 (marzo 2006) 419-462. 2. ALGUNOS TRAZOS DE LA VIDA DEL MAESTRO CANTERO. 11 Natural de Alcaraz, en la actual provincia de Albacete, la escasez de datos personales, tan característica de los artistas de este período, impide conocer algo sobre sus orígenes familiares, vida familiar y entorno, así como sobre su formación profesional. Como afirma Pedro Galera, de su formación como cantero al modo más común, es decir, realizada en el seno de una familia de canteros, no tenemos certeza alguna. La única base firme con que contamos para explicar su iniciación profesional es la pertenencia a otro taller, el de Francisco de Luna, con el que se vinculó además con lazos familiares, al casarse con su hija Luisa, estrechándose así los lazos entre suegro y yerno profesional y familiarmente. No se puede olvidar que Luna era también de Alcaraz. En cuanto al apellido Vandelvira, su originalidad ha dado lugar a las hipótesis más sugestivas, como su procedencia flamenca, que explicaría el Vandel como contración de Van der. Sin embargo, como demostró bien Aurelio Pretel con amplia documentación del s. XVI, el apellido Vandelvira era de gran arraigo en la zona de Alcaraz y de neta procedencia hispánica. En realidad, se trata de la contracción de Juan de Elvira. En el libro de fábrica de la parroquia de Huelma aparecen órdenes de pago para Juan de Maeda y Juan de Elvira. Evidentemente se trata de nuestro arquitecto. En cuanto a la grafía, el mismo Vandelvira escribió su apellido casi siempre como Vandaelvira, y en otras ocasiones (partida bautismo Bernardino) aparece Valdalvira. La vida de Vandelvira es un viaje hacia occidente, desde Alcaraz a Jaén. Lo dividimos en tres etapas: PRIMERA ETAPA - ALCARAZ (¿1505?-1530) ¿1.505? - Nace Andrés de Vandelvira en Alcaraz (Albacete). 1.523 - Primera noticia de su vida laboral: aparece cortando losas para embaldosar la lonja de su ciudad natal. 1.526 – 27 - Trabaja en las obras del convento de San Francisco, en Alcaraz. 1.529 – 30 - Vandelvira aparece como cantero a las órdenes de su maestro y futuro suegro Francisco de Luna en el convento prioral de la Orden de Santiago en Uclés (Cuenca). SEGUNDA ETAPA - VILLACARRILLO – ÚBEDA – BAEZA (1530-1553) 12 1.530 - Entra Vandelvira en la nómina de canteros de la iglesia parroquial de la Asunción de Villacarrillo, obras iniciadas y trazadas por Francisco de Luna, a quien le sucederá en el cargo hasta su muerte, pero sin llegar a finalizarlas. 1.530-31 - Vandelvira está al frente de las obras del alhorí (pósito) y del nuevo Ayuntamiento de Alcaraz. 1.534 - El 26 de Julio se desplaza Vandelvira desde Villacarrillo hasta Sabiote, a requerimiento del Concejo de la villa, para tasar la obra realizada en el mesón público por los canteros Francisco Ruiz y Miguel de Riera. 1.534 – 35 - Hasta su fallecimiento, Vandelvira estuvo implicado directa o indirectamente en la obra de San Pedro de Sabiote, que se alargarían hasta finales del siglo XVII. 18 Septiembre de 1.536 - En Úbeda, Don Francisco de los Cobos quiere construir una capilla sepulcral: la Sacra Capilla del Salvador, que sustituirá a la que tenía su familia en la capilla de la Concepción de la desaparecida parroquia de Santo Tomás, obteniendo del Papa Paulo III bula de fundación del templo con fecha 2 de febrero de 1.535. Las trazas se las encomienda al maestro mayor de la catedral de Granada, Diego de Siloé, siendo los maestros ejecutores Andrés de Vandelvira y Alonso Ruiz. 1.536 - Se casa con Luisa de Luna y se establece en Villacarrillo. Llegaron a tener seis hijos y dos hijas: Alonso, continuador del oficio y escritor del manuscrito Libro de trazas de cortes de piedra que arroja luz sobre la obra de su padre; Catalina de Luna, que se casó con Pedro de Turel; Francisco, también siguió la profesión de cantero; Pedro, llegó a ser beneficiado de la colegiata de Castellar de Santisteban y capellán de la fundación realizada por su padre en Villacarrillo; Juan, que se casó con María López de Soto, residió en Torreperogil; Cristóbal, ingresó en una Orden Mendicante; y Bernardino, vinculado a la fundación como patrono. María, nacida en 1560, debió morir pronto. 1.537 - Por la falta de acuerdo entre el Cabildo municipal y los visitadores de la Orden de Santiago, se quedó en proyecto la traza que para la iglesia de Orcera había diseñado Juan Martínez y que ejecutarían Vandelvira y Juan de Mojica. Posteriormente encargaría la Orden un nuevo proyecto a Francisco de Luna. A Vandelvira se le atribuye la realización de la portada de la capilla del Deán Ortega, en la iglesia parroquial de San Nicolás de Úbeda; en dicha portada reza en una cartela la referida fecha, aunque fundada canónicamente en el año 1.529 13 1.538 - 1.540 - Don Diego Valencia de Benavides funda en 1.538 una capilla funeraria familiar en el convento de San Francisco de Baeza, en la que intervendrá Vandelvira con trazas propias. 1.540 - Desentendido Siloé de la obra, el Comendador Don Francisco de los Cobos suspende las obras en el año 1.539. Al año siguiente decide continuarlas, y aunque la subasta a la baja la ganaron Domingo de Tolosa y Francisco del Castillo “El Viejo”, tanto Andrés de Vandelvira como Alonso Ruiz hicieron valer sus derechos adquiridos por su trabajo en la etapa anterior, obteniendo a la postre el contrato de ejecución de las obras, que entre otras cosas incluía una nueva sacristía y su correspondiente portada, distintas a las proyectadas inicialmente. El edificio se acabó en 1.556. Vinculado a Don Francisco de los Cobos el Adelantamiento de Cazorla por regalo de Carlos V, es casi segura la intervención de Andrés de Vandelvira en la fábrica de la iglesia de Santa María de dicha villa. 1.542 - El 20 de Junio se otorga escritura pública entre fray Bartolomé de Santo Domingo y el adjudicatario de la obra de la iglesia conventual de La Guardia, el maestro Domingo de Tolosa como tracista, al que ayudarán como ejecutores Francisco del Castillo “El Viejo” y Juan Ruiz de Requena. Debido el fallecimiento de Domingo de Tolosa, el prior contrata a Andrés de Vandelvira con fecha 11 de Noviembre de 1.542, el cual continuará con las trazas ya entregadas, pero modificando e imprimiendo su sello personal en las obras. Por la falta de cumplimiento en los plazos, los frailes encomiendan la obra en 1.574 a Francisco del Castillo “El Mozo”, que la terminaría. 1.546 - Don Juan Vázquez de Molina obtiene de Luis de Vega las trazas para el edifico destinado a su residencia en Úbeda; sería el conocido popularmente como Palacio de los Leones o de las Cadenas. Desde sus inicios constructivos se encuentra Vandelvira al frente de las obras. En 1.565 el cantero Pedro Jorge recibe trazas de Vandelvira para labrar la fuente del patio. La obra finalizó en 1.566 y el 25 de marzo de ese mismo año fue cedido en parte a las dominicas, bajo la advocación de la Madre de Dios, para que establecieran allí una comunidad de religiosas. Tras la Desamortización pasó a manos privadas y en la actualidad es la sede del Ayuntamiento. 1.547 - Andrés de Vandelvira junto con Juan de Maeda tasan la obra realizada por Domingo de Tolosa y Francisco del Castillo “El Viejo” en la iglesia parroquial de Huelma. 14 1.548 - Vandelvira entrega las condiciones para la capilla del Hospital de los Honrados Viejos del Salvador, acabándose en 1.551. El Cabildo de la catedral de Jaén previo dictamen de Andrés de Vandelvira, Pedro Machuca y Jerónimo Quijano acuerda iniciar las nuevas obras por la cabecera de dicho templo. 1.549 - Viaja a Málaga llamado por aquel Cabildo catedralicio para opinar sobre al construcción del segundo piso del templo y a la vez se le encarga una maqueta que entregaría un año después. 1.550 - El 31 de mayo, Vandelvira interviene junto con otros canteros en el pleito entre el Concejo de Villacarrillo y el cantero Diego Gómez por la tasación de la fuente y pilar que este último había hecho para dicha villa. Con posibles trazas del arquitecto real Luis de Vega para el palacio del deán Ortega en Úbeda, Vandelvira participaba con las trazas para las puertas y solería, además de supervisar el trabajo de Martín de Mendiola, que se comprometió a losar, entre otras dependencias, el patio principal y sotoescalera. En el convento de frailes de Nuestra Señora de la Merced de Úbeda, del que se conserva solamente parte de una portada, el cantero Jorge Leal se obligaba a levantar unos de los paños del claustro, ajustándose a las condiciones entregadas por Vandelvira. 1.550 – 1.559 - Es probable que Andrés de Vandelvira participara en al menos, entre otros elementos, en una de las portadas de la Casa del Corregidor y Cárcel real de Baeza (hoy Ayuntamiento). 1.551 - Se coloca la primera piedra para continuar las obras por el ángulo sureste de la catedral giennense. En el convento de los dominicos de San Andrés (o de Santo Domingo de los franceses) de Úbeda, del que se conserva una portada, Sebastián de Alarcos y Tomás de Arias se obligaban a realizar la bóveda del crucero del templo según trazas de Vandelvira. 1.552 - Entrega Vandelvira las trazas y condiciones para realizar dos sótanos abovedados en las casas de Juan Villarroel en Úbeda. En el Hospital del Santísimo Sacramento o de Pedro Almíndez Chirino (hoy desaparecido), el cantero Gonzalo Martínez de Alarcos se obligaba a labrar los sillares de las jambas de las portadas, ateniéndose a las condiciones entregadas por Vandelvira de puño y letra. 15 TERCERA ETAPA – JAÉN (1553-1575) 1.553 - Vandelvira entrega las condiciones a las que se tiene que ajustar el cantero Pedro Alarcos para levantar, en el convento de San Nicasio, un arco de enterramiento para el Chantre D. Arnaldo de Ortega. Se formaliza el contrato entre el Cabildo catedralicio y Vandelvira, con obligación de residencia en Jaén, afincándose en la collación de San Ildefonso. El contrato con el Cabildo catedralicio tiene una cláusula que le obliga a visitar la obra de la catedral de Baeza, por lo que participará activamente en la reordenación de dicho templo tras el derrumbe de 1.567. Vandelvira entrega el modelo y condiciones para la fuente y pilar de la Puerta del Losal de Úbeda que se obligan a hacer los canteros Miguel de Ibarra y Pedro Gin. En la iglesia de San Nicolás de Úbeda, la capilla bautismal la realizan los canteros Tomás Gil de Donesteban y Pedro de Regil, ajustándose a las trazas de Vandelvira. 1.554 - Interviene en el informe elaborado por el cabildo giennense que se remite a Carlos V solicitándole la demolición de la Torre del Alcotón, paso imprescindible para continuar la obra en la catedral. Vandelvira está al frente de las obras de la iglesia parroquial de Santiago del pueblo de San Clemente (Cuenca). A la vez hizo las trazas para el edificio del Ayuntamiento. 1.555 - La princesa Juana, en nombre de Carlos V, autoriza el derribo de la torre del Alcotón, por real cédula fechada en Valladolid el 23 de Mayo. Vandelvira diseña y se encarga de contratar a los canteros Pedro Gin y Martín de Ibarra para la realización de la portada de las casas de su amigo el pintor Julio de Aquilis en Úbeda. 1.556 - Fecha de las cartelas de las jambas que franquean el acceso a la Sala Capitular o Cabildo. Dicha sala evoca el espíritu bramantesco que le llegaría a Vandelvira a través de Pedro Machuca. 1.556 – 57 - Toma parte Andrés de Vandelvira en el concurso – oposición a la maestría de la catedral de Sevilla, junto con Luis Machuca, Diego Vergara, Juan de Orea, Miguel de Gainza y Hernán Ruiz II, que sería este último el elegido. 1.557 - Informa acerca de la Capilla Real sevillana junto con Hernán Ruiz el joven, Francisco del Castillo, Juan de Orea, Luis Machuca, Pedro de Campo, Diego Vergara y Miguel de Guerra. 16 Proyecta Vandelvira una nueva ermita, para sustituir la vieja medieval de Nuestra Señora de la Cabeza (Andújar), en Sierra Morena. Debido a la complejidad para cerrar la cubierta, la Cofradía consultó a Francisco del Castillo “El Mozo” y Hernán Ruiz II. Destruida la ermita en la pasada guerra civil, fue reconstruida fielmente. 1.559 – 1.575 - Sobre trazas de Diego de Siloé y tras una primera etapa ejecutada por Francisco del Castillo “el Viejo” y Domingo de Tolosa, Vandelvira se hace cargo de la fábrica de la iglesia parroquial de Huelma hasta su muerte. La tercera etapa de la construcción se alargaría hasta comienzos del siglo XVII, siendo unos de los artífices Francisco del castillo “el Mozo” hasta su muerte en 1.586. 1.560 – 1.567 - Lleva la maestría de la catedral de Cuenca, sin obligación de residencia en la ciudad. 1.560 - En esta fecha Vandelvira entrega las trazas del Hospital de Santiago a Don Diego de los Cobos, Obispo de Jaén (1.560-65), que redactó la escritura de donación y fundación del hospital y capilla, en Jaén ante el notario Miguel de Aguilar el 17 de abril de 1.562, e introduce algunas variaciones a dicha escritura por medio de unas cláusulas de su testamento, fechado el 29 de junio de 1.565 en Baeza ante el escribano Luis de Extremera. Se comienza a construir en 1.562 bajo la dirección de Vandelvira pero el grueso de trabajo en la fábrica se desarrollará a partir de 1.566. Bajo la dirección de Vandelvira se construye la Capilla de San Miguel de la catedral de Baeza. Dicha capilla fue costeada por los canónigos Diego Lucas de Córdoba y Francisco de Herrera. El retablo se encomendó a Luis de Aguilar en 1.563 y la reja, un año antes, al rejero Agustín de Aguilar. Además, intervino el rejero Miguel del Puerto en 1.566. Reja y retablo quedaron inservibles en el derrumbe de 1.567. Comienza la fábrica de la lonja sur de la catedral giennense y portada correspondiente a modo de arco triunfal compuesto de dos cuerpos: el inferior dórico con vano de medio punto y en las enjutas las alegorías de la fe y la caridad; y cuerpo superior jónico con el relieve victorioso de la Asunción de María, obra de Luis de Aguilar. 1.561 - En la década de los sesenta Vandelvira construye el palacio del regidor Francisco Vela de los Cobos, en Úbeda, del que sólo se conserva la fachada. En mayo de 1.561 le entrega al cantero Jorge Leal las trazas y condiciones a las que debía ajustarse para realizar la galería del palacio. 17 1.562 - Se inicia a finales de este año, por encargo del Concejo de Úbeda, el puente de Ariza, que debía salvar el río Guadalimar para entrar en la ciudad. Vandelvira realiza las trazas y el cantero Antón Sánchez debía de ejecutarlas. Viaja a Montalbanejo (Cuenca), a petición de los herederos del cantero Diego Tiedra, para realizar una segunda tasación de la torre de la iglesia parroquial realizada por el finado. 1.563 - 13 de mayo - Ateniéndose a las trazas de Vandelvira, el carpintero Juan Navarro se compromete a realizar la armadura de la capilla del hospital de los Honrados Viejos del Salvador de Úbeda. 1.563 - Fecha que corona la portada que da acceso a la sacristía mayor desde la antesacristía, concebida esta como espacio distribuidor que permite el acceso, por medio de serliana, a la logia y galerías altas por un lado y por el otro, al Panteón de Canónigos; en este último se destaca el transparente formado por un gran arco de medio punto que abarca una triple arcada que se sustenta sobre columnas pareadas jónicas, igualmente es reseñable la bóveda esquifada, casi plana de la segunda sala del Panteón. 1.564 - Pedro Gorostiaga contrata la portada occidental y gradas de acceso a la iglesia de San Nicolás de Úbeda, ajustándose a las trazas y condiciones de Vandelvira. 1.565 - Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo “El Mozo” hacen las trazas del puente de Mazuecos, levantado sobre el Guadalquivir en el camino de Baeza a Jimena. 1.566 - A instancia del Cabildo de la catedral giennense vuelve de Úbeda, donde había residido junto con su mujer enferma, gracias a la licencia que se le concedió en 1.564. Tasa las obras de la Capilla de San Torcuarto de la catedral de Guadix. El cantero Andrés de Salamanca hace un proyecto para remodelar la iglesia gótica de la Asunción de Linares, basándose en diseños de Vandelvira. 1.567 - Se contrata a Diego de Alcaraz y Martín López de Alcaraz para la realización de la portada del Hospital de los Honrados Viejos del Salvador de Úbeda, diseñada por Vandelvira. 1.567 – 68 - Vandelvira entrega las trazas de la capilla del Arcipreste Barba de la catedral conquense. 1.568 - Muere su esposa Luisa de Luna. 18 Es requerido Andrés de Vandelvira en el Concejo de Alcaraz a instancias del maestro de cantería Bartolomé Flores para tasar la torre del Tardón, y dirimir en la disputa por la tasación de Bartolomé Saquero y Gregorio Alonso. 1.570 - Para la iglesia de Nuestra Señora de Torreperogil Vandelvira entrega el 15 de septiembre las trazas para la capilla fundada por Doña Marina Ortega, ubicada junto a la torre, y de la que en la actualidad sólo se conserva la portada. Un año después, señala las condiciones para la finalización de la torre al cantero Diego de Ávila, aunque el actual cuerpo es de factura posterior. Es posible que las intervenciones del maestro alcaraceño en la fábrica de dicho templo fueran más numerosas. 1.571 - Entrega Vandelvira las trazas y condiciones, además de dibujos de molduras, al maestro local Jorge Leal para construir la galería de la casa palacio de Francisco Vela de los Cobos en Úbeda. De características similares tanto en portada como en otros detalles, tenemos la casa del Marqués de la Rambla también en Úbeda. 1.572 - Entrega al Concejo de la Iruela las trazas y condiciones para levantar el pósito (actualmente ayuntamiento), así como otros edificios públicos que ejecutarían el cantero Pedro Veneciano y el albañil Luis de Vilches. Es llamado junto con Francisco del Castillo el Mozo para dar las trazas y modelo para acabar el cerramiento de la Sala Capitular, según unos autores, y según otros, para el Ante Cabildo o Cabildo de verano de la catedral sevillana. 1.573 - Vandelvira entrega las trazas y condiciones para la reja de la capilla del Hospital de Santiago, que realizará el rejero ubetense Juan Álvarez de Molina y que en 1.576 ya está acabada. El albañil Francisco de Torre Villalobos se comprometía a levantar un cortijo en la Cañada de El Pinar en Úbeda para Don Hernando de Valencia, con trazas y condiciones del maestro alcaraceño. 1.574 - Los clérigos de la iglesia de San Miguel de Alcaraz encargan a Vandelvira que gestionase la hechura de una custodia y una cruz procesional, labor que encomendó al platero Pedro González de Úbeda. El encargo queda reflejado en su testamento para que se haga cumplir y si faltase dinero, además del que le habían dado los clérigos, se supliese de sus fondos. 1.575 - Inscripción que aparece en la portada lateral de la iglesia de San Juan Evangelista de Mancha Real, que denota características propias de Vandelvira. 19 Hace testamento el 16 de abril ante el escribano público de Jaén Francisco Sedeño, falleciendo poco después. 1.576 - El arquitecto de la catedral de Granada Juan de Maeda recomienda sean consultados Gil de Hontañón y Andrés de Vandelvira para el cerramiento de las galerías o corredores del patio del Palacio de Carlos V. Dato que denota por un lado el prestigio del alcaraceño y por otro que la noticia de su fallecimiento no había trascendido aún. 1577 - Fecha en que Alonso Barba comienza a voltear la bóveda de la Sacristía (aparece grabada en la misma). Vandelvira dejó resuelta la sacristía con la alternancia de arcos grandes y pequeños de medio punto, sustentados sobre columnas corintias pareadas y tras columnas adosadas, que descansan sobre altos pedestales. 3. MAESTROS E INFLUENCIAS. La evolución técnica y estética de Andrés de Vandelvira puede explicarse por dos grandes grupos de influencias. 3.1. Conocimiento de los tratadistas de la arquitectura clásica, tanto de la antigüedad -como Vitrubio-, como del primer renacimiento -como Sebastiano Serlio-. Este conocimiento se produce a través de los libros. No hay que olvidar que en el inventario de sus bienes, realizado en 1568, a la muerte de su esposa, Vandelvira reconoce que tenía un Vitrubio en latín, un libro de Sebastiano Serlio colonense, otro libro de perspectiva de Sebastiano, y un libro comentado en lengua toscana y otras obras pequeñas en romano. Vitrubio y Serlio son, por lo tanto, las autoridades indiscutibles que sistematizan -Vitrubio- y replantean -Serlio- el lenguaje de la arquitectura clásica. La edición de Vitrubio que poseyó Vandelvira debió ser la preparada por Fra Giovanni Giocondo da Verona, estampada en 1511. Algunas de las ilustraciones que el religioso italiano presentaba en su edición vitrubiana, como el de una casa romana, presenta innegables concomitancias con alguna obra vandelviriana, como el Palacio de Juan Vázquez de Molina -o de las Cadenas-, de Úbeda. Otra fuente estampada de inspiración para Vandelvira pudo ser la edición de Vitrubio preparada por Cesare Cesariano y publicada en Como, en 1521. Así, se podría reseñar el paralelismo entre el templo toscano que ofrece Cesariano y la planta de la catedral de Jaén. Cesariano ofrece un modelo de espacio rectangular de tres naves en el que se distingue un tramo a los pies, como un nártex, separado del resto y de 20 dimensiones más cortas, dividiéndose el conjunto mediante pilares que configuran tramos abovedados de proporciones rectangulares, siendo la nave central más ancha. Además, estos pilares son de planta cruciforme y tienen su correspondiente proyección sobre el muro perimetral tanto interior como exterior, sólo que en la catedral de Jaén la proyección exterior no existe. Otro ejemplo sería la basílica en Fano (fol. 74 r.): una planta cuadrangular dividida en tres naves mediante pilares más semejante aún a los modelos de las catedrales de Andalucía oriental. Un tratadista anónimo propuso este modelo hacia 1550 para templos catedralicios, sobre todo si eran renovados al uso romano. En este sentido, el alzado de la fachada que propone Cesariano ofrece un motivo interesante: el empleo de un orden gigante corintio con la disposición de arco y ventana superpuestos en cada intercolumnio. Otra influencia vitrubiana a través de las ediciones del XVI serían los temas ornamentales como la cenefa de grandes ovas y flechas empleada, por ejemplo, en la cornisa entablamento del palacio del deán Ortega, que volvemos a encontrar en el ayuntamiento de Baeza -antigua cárcel y corregimiento-, y en la cornisa exterior del convento de Uclés. Los modelos de templos vitrubianos que ofrece Cesariano en su libro pudieron servir también de inspiración a Vandelvira para algunas construcciones religiosas con las que se le relaciona, como las iglesias de Huelma, Sabiote, Rus, Torredelcampo, y, finalmente, Iznatoraf, aunque esta última cronológicamente posterior al maestro de Alcaraz. Incluso Fernando Marías se ha aventurado a señalar otra influencia de Cesariano sobre Vandelvira, al establecer una correspondencia entre el modelo de hospital de los corintios (folio 99) y el espacio diseñado por el alcaraceño para la sacristía de la catedral de Jaén. Influencias lombardas y vénetas, como el gusto por las formas abarcantes en arcuaciones, como el arco de bajada a la cripta de canónigos o la misma bóveda de la sacristía de la catedral de Jaén. Influencia de Serlio: la ventana serliana, como ventana y como distribuidor espacial (vestuario o antesacristía de la catedral de Jaén). La serliana la utiliza Vandelvira en el ayuntamiento de Baeza, hospital de Santiago, catedrales de Jaén y Baeza, iglesia de Huelma, Santa María de Cazorla, por citar algunos ejemplos. 21 3.2. El influjo de maestros. La segunda vía de influencia para explicar el devenir arquitectónico y estético de Andrés de Vandelvira fue el contacto que tuvo con maestros que le iniciaron en el lenguaje clásico y de los que aprendió técnicas, que luego interpretó personalmente. En primer lugar, habría que citar a su suegro Francisco de Luna, quien lo inicia en el oficio de la arquitectura, y del que se sabe que poseía un tratado de arquitectura, el de Diego Sagredo, Las medidas del romano. Este influjo explicaría que en sus años juveniles, Vandelvira compartiera la exuberancia ornamental del plateresco. El segundo maestro que influyó en Vandelvira fue Diego de Siloé, sobre todo a partir de la asunción de la maestría de la Capilla del Salvador por parte del maestro alcaraceño. No se puede olvidar tampoco que el modelo de las catedrales de Andalucía oriental es la de Granada, en la que se inspiran, con las lógicas variantes, las demás, Jaén entre ellas. Pedro Machuca pudo influir en Vandelvira pero como retablista. No se puede olvidar que el retablo de la sala capitular de la catedral de Jaén, realizado en 1545-6, sin duda alguna justifica y explica el gran arco que actualmente lo contiene, donde pudo ser colocado el retablo unos 10 años después de su finalización. Asimismo, como señala Pedro Galera, el retablo de la sala capitular se proyecta con sus peinazos enlazados por tondos pequeños en el esquema de las pilastras de la portada norte de El Salvador de Úbeda. No se puede olvidar, finalmente, que Machuca participó con Vandelvira y Jerónimo Quijano, en la deliberación promovida por el Cabildo para el inicio de las obras de la Catedral de Jaén. El tercer arquitecto citado, Jerónimo Quijano, conocido en Jaén anteriormente como escultor y artífice de los llamados bancos de los caballeros, del coro catedralicio, es más difícilmente relacionable con Vandelvira, y por lo tanto, se torna problemática su influencia en nuestro arquitecto. A pesar de haber desarrollado la mayor parte de su obra arquitectónica en la diócesis de Cartagena, la más que probable relación de Quijano con Vandelvira explicaría la presencia en algunas obras de esta zona. 4. LA OBRA DEL MAESTRO CANTERO. 4.1. Obra religiosa: la iglesia del monasterio dominico de La Guardia. En el año 1542 Andrés de Vandelvira entraría en contacto con una obra, de gran envergadura y de prometedores horizontes laborales, y cuya dirección compatibilizaría 22 con otras obras ya en marcha. Se trataba de un nuevo monasterio de la orden dominica cuya construcción estaba prevista en la pequeña villa señorial de La Guardia, situada a pocos kilómetros de Jaén. Como en Baeza, existía un promotor artístico, responsable económico y en cierto modo espiritual de la fundación, que buscaba materializar a través de la magnificencia desarrollada en la capilla mayor del futuro monasterio su privilegiado su rango social. El nombre de este promotor fue el de Rodrigo Messía Carrillo Ponce de León y la obra patrocinada fue la del monasterio de Santa María Magdalena de la Cruz. Por razones no del todo claras, y a pesar de ser el hijo primogénito, Rodrigo Messía fue excluido del orden sucesorio por sus padres quienes, alegando cierta incapacidad mental de su parte, nombraron heredero de sus estados al segundo de los hijos, Pedro Ponce de León. Ante esta situación, el heredero agraviado decidió resolver el asunto mediante el recurso a los tribunales que fallaron a su favor declarando nulas las acciones de sus progenitores. En Salamanca, Rodrigo Messía había intimado mucho con algunos personajes vinculados al convento de San Esteban, maestros y catedráticos, y estaba familiarizado por lo tanto con la orden dominica. Gracias a esta relación obtuvo decisivos informes valedores de su plena y satisfactoria capacidad mental de cara al proceso entablado con sus padres. En el transcurso del mismo hizo un voto a santa María Magdalena –patrona de la orden dominica- con la promesa de dedicarle un convento de la orden de predicadores en la mejor villa de sus estados si la resolución del juicio le era favorable. Una vez resuelto el pleito, fallecido su padre en 1529, y heredero por lo tanto del patrimonio, el nuevo señor de La Guardia no olvidó ni su promesa ni su especial relación con los dominicos eligiendo la citada villa como el lugar donde se habría de fundar el monasterio. Es posible que los primeros pasos se dieran poco después ya que Jimena Jurado afirma que la fundación del convento se produjo en el año 1530 y vinculada al dominico giennense fray Domingo de Valtanás. Valtanás había estudiado en el citado convento salmantino de San Esteban siendo posible, por tanto, que hubiese tenido ocasión de conocer a Rodrigo Messía y su esposa. La documentación conservada, sin embargo, parece retrasar la puesta en marcha de este convento algunos años más y no es hasta finales de junio de 1537 cuando Rodrigo Messía y Mayor de Fonseca otorgaron una escritura notarial en Salamanca a favor de fray Alonso de Oropesa, superior del convento de Santo Domingo de Baeza, por la que hacían donación a esta orden de diversas propiedades en la villa de La Guardia. A cambio de todo ello, los fundadores se 23 reservaban la propiedad de la capilla mayor del convento que quedaría vinculada familiarmente en calidad de patronato a sus sucesores, y que estaba destinada a servirles de enterramiento. La construcción del monasterio debió comenzar de forma inmediata ya que en 1538 estaban en marcha las obras, dirigidas por Juan Rodríguez de Requena, un afamado maestro alarife, vinculado a diferentes obras de la capital del reino cuya presencia proporciona la pista sobre cómo debieron ser las primeras obras de un monasterio que, poco después, quedaron abandonadas por propia decisión de los frailes, para emprender nuevas obras en otro lugar de la población. Estas debieron comenzar a principios del verano de 1542 puesto que, en el mes de junio, se otorgaba una escritura publica entre el padre vicario del monasterio fray Bartolomé de Santo Domingo y maestre Domingo de Tolosa, un maestro cantero de origen vizcaíno que, asentado en estas tierras, llevaba a cabo la iglesia parroquial de Huelma. Maestre Domingo se comprometía a labrar la capilla mayor de la iglesia monástica, el crucero y dos capillas colaterales de acuerdo a una traza firmada de su nombre. A pie de obra quedaron otros maestros con los que había suscrito una compañía laboral, Francisco del Castillo y Juan Rodríguez de Requena, y que actuaron como fiadores. El año del contrato coincide con la fecha en la que Rodrigo Messía realizó una nueva donación al joven monasterio, en su voluntad de que fuese, además, casa de estudios. Es muy posible que esta nueva funcionalidad y su deseo, según el cronista, de construirse un palacio junto al convento fuesen la causa del abandono de las primeras obras quizá insuficientes para los nuevos planes edilicios. No obstante, seis meses después y ante una posible muerte de maestre Domingo, el vicario del monasterio suscribió una nueva escritura pública con idéntica finalidad pero con un nuevo maestro, Andrés de Vandelvira. De la obra concertada quedaba excluido todo lo referente a las obras que debían realizarse en el primero de los plazos concertados previamente en la escritura anterior, ya finalizadas, por lo que Vandelvira debía hacerse cargo de unas obras que ya estaban sacadas de cimientos. El maestro, vecino de Úbeda en esas fechas, traspasó el mismo día la mitad de las mismas a Juan Rodríguez, vinculado al convento desde sus orígenes y quien siguió en él hasta su muerte, acaecida pocos años después. No se han documentado las circunstancias que podrían explicar la nueva vinculación de Vandelvira con esta obra. Como ya apuntábamos en una publicación anterior es muy posible que la razón que pudiera justificar su maestría no fuese otra que la muerte de maestre Domingo de Tolosa lo que 24 habría obligado a los frailes a la búsqueda de un nuevo maestro. La búsqueda no debió resultar un gran problema. En 1542 Vandelvira se ocupaba de las obras de la iglesia de Villacarrillo, de la capilla del Salvador de Úbeda y de la capilla mayor de San Francisco de Baeza, se trataba de un maestro ya conocido, luego es muy posible que fueran los mismos frailes del monasterio homónimo de Baeza, Santo Domingo, los que sugirieran su nombre a sus hermanos de La Guardia. En el momento de hacerse cargo de esta obra, Vandelvira debió quedar sujeto a la traza que inicialmente tenían los frailes. Lo único que se sabe de ella es que estaba firmada del prior del convento y aunque en este segundo contrato no se menciona la firma de Domingo de Tolosa es posible que se tratase de la misma traza anterior. Sobre este primer diseño y a lo largo del desarrollo de las obras, Vandelvira introdujo otras mejorías a las que se refirió en una escritura posterior de 1564. Esas mejorías serían, en realidad, modificaciones del proyecto original y responsables de la iglesia existente hoy y en la que se aprecia una vez más la gran creatividad y versatilidad del maestro, atento a satisfacer el gusto de sus clientes y a introducir sutilmente novedades al mismo tiempo. Se trata de una obra equilibrada y contenida, y en la que se funden el respeto, y a la vez, el recuerdo de la tradición patente en la misma resolución poligonal de la cabecera y el empleo de la bóveda de crucería, con la innovación, con lo que llamaríamos el gusto de los tiempos, expreso en el recurso a la bóveda de casetones, idónea y capaz para alojar una rica iconografía. Vandelvira desarrolló en La Guardia un diseño ya experimentado en otros puntos desde fines del siglo XV y asociado a iglesias de una sola nave y capillas entre contrafuertes. Construyó exteriormente una capilla poligonal de tres paños con contrafuertes en ángulo –posiblemente presente en la primera traza- que se torna en capilla cuadrada interiormente y nuevamente poligonal a partir de las trompas. Realmente es muy posible que ésta fuese la primera modificación introducida a la que seguiría el nuevo diseño de la bóveda, un cuarto de esfera u ochavo apoyado sobre trompas aveneradas y entablamento intermedio. Elementos dispuestos para recibir la heráldica nobiliaria y la iconografía dominica. Tratándose de un monasterio dominico la bóveda se convirtió en soporte de la iconografía ligada a la orden, complementada con la iconografía de la Pasión desplegada en la bóveda del crucero. En esta capilla Vandelvira desarrolló una bóveda de crucería con combados de vuelta jónica y perforada cenitalmente con una linterna de bella traza, en un esquema que repetiría con posterioridad en el crucero de la catedral de 25 Baeza. Generaría así un espacio diáfano manteniendo el diseño de la bóveda de medio cañón con casetones para las dos capillas colaterales. Unas nuevas mejorías mediante las cuales se podrían haber sustituido bóvedas de tracería gótica puesto que en el contrato se alude a las capillas sexarxadas. En fechas posteriores debió concertarse la realización de un nuevo tramo o capilla, no documentada hasta la fecha, cubierta con una bóveda de media naranja de casetones centrada por la imagen de la Virgen del Rosario. Y como en la capilla mayor de San Francisco de Baeza, y después lo haría en la catedral de Jaén, utilizaría el recurso de los grandes soportes columnarios sobre pedestales, adosados en este caso a los cuatro pilares del crucero, y sustentadores del entablamento que recorre los paramentos y del que arranca la bóveda. También La Guardia se convertiría en un anticipo de futuras soluciones en la catedral de Jaén como es la resolución de la triple arcada de la cabecera –trompas y arco ciego central-. Lo cierto es que la dilatación de las obras en las décadas siguientes haría posible el intercambio artístico entre ambas obras no solo por su director sino por los escultores que trabajaron en ambas. En todo caso la resolución de la cabecera impresionaría vivamente a Alonso de Vandelvira que no dudó en ponerla como ejemplo: esta cabecera esta puesta por obra en La Guardia por mi Señor Padre Andrés de Vandelvira que sea en gloria y por eso le llaman ochavo de La Guardia, la cual es la misma traza que media bóveda de Murcia y la cabecera en su elegimiento es cuadrada y después se gana la cercha con dos pechinas en torre cavada… (fº 103 v.). Aunque los paralelismos y relaciones de este tipo de abovedamiento con la cabecera de la iglesia de San Jerónimo de Granada son estrechas, el autentico precedente de La Guardia hay que buscarlo en la bóveda de la capilla de los Junterones de la catedral de Murcia, diseñada por Jerónimo Quijano. La documentación demuestra que los plazos de ejecución no se cumplieron y que Vandelvira abandonó la obra dejándola inconclusa. Si fue por una falta de entendimiento con los frailes o por múltiples ocupaciones, acrecentadas por su condición de maestro mayor de la catedral, es algo que por ahora no ha podido ser aclarado. Desde 1570 asumiría la dirección de las obras del monasterio el arquitecto Francisco del Castillo, autor de las capillas colaterales situadas a la entrada del templo. Frente a la originalidad de los programas iconográficos desarrollados en Úbeda y Baeza casi al mismo tiempo, el desarrollado en la iglesia de La Guardia presenta una gran claridad expositiva y obedece a unas ideas más simplistas, la exaltación de la orden 26 dominica y la evocación plástica de los misterios del rosario ligados a la Pasión desde una óptica absolutamente religiosa y ligado a un mentor empeñado en hacer asequible el mensaje doctrinal a transmitir a los fieles y a los frailes dominicos, posiblemente alguno de los padres priores que dirigieron la vida de este monasterio entre las fechas de contrato de las obras y 1556, año en el que se concluyen los relieves de la cabecera y en el que se contratan los relieves del crucero. Precisamente éstos últimos fueron contratados con el escultor Juan de Reolid por el prior fray Gabriel de Santoyo quien, según las condiciones de la escritura, sería el responsable del ordenamiento de las diferentes historias o relieves escénicos. Los episodios recogidos en la bóveda del crucero serían la agonía de Getsemaní, el prendimiento de Cristo, la flagelación, la visión de Cristo como Ecce Homo, la vía Dolorosa, la erección de la cruz, el llanto sobre Cristo muerto o lamentación y la resurrección. Junto a este claro programa cristológico, ligado a la idea de la Redención y a los misterios del Rosario, en la capilla mayor se desarrolla toda una apología de la orden dominica por medio de la representación de cuarenta y cuatro figuras individualizadas en los casetones y agrupadas temáticamente en cuatro filas, reservándose los casetones centrales para evocar las figuras de la Virgen con el niño, patrona de la Orden, Santo Domingo de Guzmán, su fundador, David, el rey bíblico y salmista, antepasado y prefiguración de Cristo, y creador veterotestamentaria del Salterio, y Santa Catalina de Siena, monja dominica y pilar femenino de la orden. A izquierda y derecha de estas figuras, otras tantas procedentes del Antiguo Testamento, como es el caso de los profetas que acompañan a David, de las santas vírgenes que rodean a Santa Catalina, de los doctores de la Iglesia y santos mártires y dominicos que acompañan a Santo Domingo y los apóstoles que acompañan a la Virgen, completan un programa destinado a rememorar el sentido y esencia de la orden plasmado en la búsqueda y adquisición de la Verdad, en su predicación y defensa, y expreso en su lema. La Verdad revelada por los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles de Cristo y completada por los Padres de la Iglesia, la verdad defendida con el martirio por los santos y santas de la Antigüedad, y la verdad adquirida y difundida mediante la escritura y la predicación desde el púlpito. Esa verdad, anunciada por San Juan Bautista, y encarnada en el Hijo de Dios, incluye la promesa del perdón de los pecados y el triunfo sobre la muerte y el pecado. La idea de la Redención del género humano, como parte de esa verdad revelada, queda ampliada con la evocación de los misterios del Rosario que glosan el ciclo de la pasión de Cristo. Existe en este programa una voluntad de unir la verdad del 27 mundo veterotestamentario con la verdad del mundo cristiano en un programa histórico cuyo nexo de unión es David, el autor del Salterio bíblico precedente del Salterio o Rosario dominico. Por otra parte, se trata de un programa perfectamente adecuado para una capilla funeraria, dados los mensajes explícitos que la presencia de Jonás, Oseas y Malaquías subrayan. Las últimas imágenes correspondientes a las virtudes, la Justicia y la Fortaleza en la trompa que acoge el blasón de Rodrigo Mexía y la Fe y la Caridad en la correspondiente al blasón de María de Fonseca, habituales en contextos funerarios, pueden interpretarse en este caso en relación a la fundación monástica y la casa de estudios que ambos señores realizaron en este lugar, y en relación con las motivaciones que propiciaron la fundación y que forman parte de la biografía de Rodrigo Mexía, la fortaleza ante el agravio sufrido y la justicia que recibió de los tribunales y de Dios. 4.2. Obra civil: Puente de Mazuecos. La actividad de Andrés de Vandelvira como ingeniero civil se centra fundamentalmente en el diseño y construcción de puentes, algo nada extraño si se tiene en cuenta que tales obras recaían en la época directamente sobre arquitectos y canteros, en función de la importancia y complejidad estructural del encargo. Al su haber corresponden los ejemplares de San Pablo de Cuenca –iniciado en 1520 por su suegro Francisco de Luna-, el ubetense de Ariza, sobre el Guadalimar, de 1562, y el baezano de Mazuecos, salvando el Guadalquivir; siendo este último la más lograda intervención del maestro en materia de puentes, por la conjunción feliz entre aspectos ingenieriles y arquitectónicos. Su historia se remonta a 1561, tras la iniciativa del Concejo de Baeza de afianzar la variante del camino real de Toledo a Granada pasando por su término, en lugar de por Jaén o Úbeda, mejorando así también el tránsito a los pueblos de su jurisdicción al sur del Guadalquivir. El primer proyecto de la llamada también “Puente Nueva” –para distinguirla de la Puente Vieja o Ancha de la vecina Úbeda- fue encargado al cantero baezano Ginés Martínez, autor de la nueva red de abasto hidráulico de la ciudad y de la emblemática Fuente de Santa María, en 1564, así como miembro de una dilatada familia de maestros locales, a la que perteneció su sobrino, el arquitecto y tratadista Ginés Martínez de Aranda. Aquel maestro proyectó un sencillo puente, estrecho y de perfil descendente, que presentó problemas de estabilidad a poco de iniciarse las obras. 28 Tales problemas, unidos al hecho de que los munícipes baezanos pretendieron una obra más vistosa en lugar del primer proyecto de bajo coste, motivaron la intervención, en 1565, de los arquitectos Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo, “El Mozo”, figuras señeras de la proyectiva clasicista giennense de la época. Sus trazas, que dieron al proyecto un cariz marcadamente monumental, se conservan en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, y nos permiten conocer perfectamente el aspecto final de la obra, a pesar de intervenciones posteriores y, sobre todo, de la pérdida del magnífico arco central en el primer cuarto del siglo XX, sustituido entonces por una estructura metálica moderna. Las obras se desarrollaron con rapidez, siendo tasada entonces la Puente Nueva en 1566 por los mismos Vandelvira y Castillo en 12210 ducados, sin contar lo que faltaba aún por hacer, terminándose en 1568 con un precio final de 13.890 ducados. Los trabajos materiales recayeron desde un principio en los canteros Juan de la Carrera y Pedro de la Mazueca. Quizás a este último se deba la acepción popular de puente de Mazuecos –así llamado desde al menos mediados del siglo XVII. El puente de Mazuecos, pues, es obra erigida entre los años 1561 y 1568, con la decidida intervención de Vandelvira y Castillo desde 1565. Testigos contemporáneos, como el cantero Francisco de Aranda el Viejo, no dudaron en alabar la obra como “muy galana y de lo más vistoso que ninguna ciudad tiene en España, y de mucha autoridad y policía”; y, en 1677, el jesuita Francisco de Torres describe en su manuscrita Historia de Baeza la Puente Nueva como hermoso edificio de un arco de noventa pies. Esta vistosidad se debe a su estructura de empaque arquitectónico y sabor italianizante, más propia de un tránsito urbano que de un predio rural. El puente se concibió con un diseño tripartito: un amplio arco central de 33 metros de luz entre cuatro gruesos pilares semicilíndricos, con tajamares angulares adosados al flanco contracorriente, de perfil horizontal, salvaba el cauce del río; la margen izquierda, hacia Jimena, presentaba un perfil descendente macizado sobre peña tajada, a excepción de un pequeño arco de descarga; la opuesta, en dirección a Baeza, también descendente, era la zona más compleja debido al fuerte cambio de nivel, formada por una alcantarilla en la base para facilitar el paso del riato Ninches y doble galería superior de arcos de medio punto, conectados entre sí los inferiores y descendentes en altura los superiores, mientras en la parte extrema se ubicó un habitáculo abovedado destinado a caballeriza. La obra muestra claramente la limpieza del diseño vandelviriano y su virtuosismo constructivo. Sorprende la ligereza del arco central, muy semejante al del 29 citado puente de Ariza –en este caso con perfil alomado-, con doble rosca de sillares dispuestos a tizón, entre poderosos espolones semicirculares difundidos en el Tratado de Francisco de Giorgio Martini, enlazados mediante molduras con las enjutas del arco, a las que se aplicaron tondos conmemorativos no conservados hoy. Todo el conjunto quedaría armonizado mediante un pretil o antepecho moldurado, con cartelas sobre los estribos y bolas de remate. Guarda el diseño original un fuerte parentesco con otros puentes levantados en Andalucía a mediados del siglo XVI, en los que se observa claramente el avance clasicista de este tipo de obras, predominando lo arquitectónico sobre sólidas estructuras de ingeniería, especialmente con el de Benamejí (Córdoba), realizado entre 1550 y 1556 por Hernán Ruiz el Mozo, siendo de mayores dimensiones y esbeltez el ejemplar baezano. Si la delicadeza del arco central contrasta visualmente con el grosor de los estribos, intensificando la elegancia del conjunto, la doble arquería denota también un conocimiento de lo clásico, clara y directa interpretación de los acueductos romanos, al tiempo que indica una gran capacidad de adaptación para superar problemas estructurales hallando incluso funcionalidad práctica: el ahuecamiento del muro aligeraba el peso sobre una cimentación débil en conglomerados de escasa consistencia, al tiempo que la caballeriza podía arrendarse, lo mismo que los arcos inferiores, usados como “aposentos”. Así, en 1648 el vecino Lorenzo de Vilches, arrendatario de una y otros, solicitó y consiguió del Concejo su cegado, para evitar allanamientos, aunque ello, lógicamente, debió incidir negativamente en el aspecto visual del puente. Tales prácticas apuntan a connotaciones comerciales propias de los puentes urbanos italianos, poco usuales en la España de la Edad Moderna. Posiblemente la esbeltez de su arco central comprometió estructuralmente la fortaleza del puente, dado que en varias ocasiones (1677, 1693, 1752 y 1794) hubo de repararse. Una avenida lo destrozó en el siglo XX, a lo que siguió una desafortunada intervención que adaptó la obra al tráfico viario, pero la mutiló casi por completo desde el punto de vista histórico-artístico. 4.3. La obra cumbre: la Catedral de Jaén. La obra cumbre de Vandelvira es, sin duda alguna, la catedral de Jaén. En el diseño del templo utiliza en la ordenación general un procedimiento de continuidad tipológica respecto a sus antecedentes medievales, con la ordenación gótica a nivel de planta que le viene dada y posiblemente impuesta, integrada con el nuevo lenguaje y 30 que es determinante en la solución empleada para la cubrición de las naves a base de bóvedas vaídas. Catedral que resulta con un clarísimo y evidente carácter civil consecuentemente con la solución espacial utilizada y el diseño de los paramentos, que repiten hasta la saciedad el conocido tema del acceso reseñado con un balcón superior centrado a la manera de una plaza, dominando así mismo el muro sobre la articulación como punto de encuentro entre clasicismo y persistencia medieval. La planta y los alzados relacionan sus dimensiones y líneas fundamentales mediante una progresión geométrica medieval definida por la separación de los contrafuertes del Muro Gótico. Y en lo pertinente a la ornamentación es manifiesta la de geometría plana, en un ámbito donde escultura y arquitectura se presentan integradas y el color y la luz se subordinan a la claridad en la lectura de los paramentos. El muro interior de las naves, deja ver el eclecticismo de la solución utilizada por Vandelvira al fundir en su diseño la sistemática medieval y el lenguaje clásico de su momento. En los intercolumnios conformados con una articulación vertical corintia utilizó el orden gigante completo. Sistema que Alberti empleó tres cuartos de siglo antes en la fachada de San Andrea de Mantua, 1.470, y cuya “…realización definitiva tuvo efecto en los Palacios del Capitolio de Roma, proyectados antes de 1.554, y en los exteriores creados por Miguel Ángel para San Pedro del Vaticano, 1.546…”. No obstante, el orden empleado por Vandelvira, a pesar de su colosalismo, tiene características propias y bastante menos clásicas que los indicados, con el antecedente próximo de la versión clasicista a la solución medieval ensayada por Siloé en Granada. Donde el soporte está formado por un haz de columnas, que en Jaén aparece algo más clásico por su pedestal prismático. Haz de columnas integrado en el muro, lo que se acentúa con la continuidad del entablamento, que gana verticalidad con el rebanco, y al prolongarse hasta los arcos formeros de las bóvedas recuerda la forma abarcante medieval. La articulación horizontal del paño delimitado por el orden corintio dominante, está realizada con un pequeño entablamento dórico que lo divide en dos pisos, con la sola excepción de la Capilla Mayor. El piso superior esta resuelto con unos balcones jónicos bastante planos, en número de uno o tres, emparentados por línea directa con los balcones corintios y las ventanas de otra obra de Vandelvira: el Palacio Vázquez de Molina en Úbeda. Diseñados abiertos, la solución con el central de los grupos de a tres cegado es posterior a Vandelvira. Balcones que podemos afirmar desempeñan un papel primordial en la 31 caracterización del templo como gran salón, sensación que Chueca corrobora cuando dice: “…Refuerza esta impresión unos balcones que se abren señoriales sobre los arcos de las capillas…”. En el piso inferior las capillas, están configuradas por los dobles pórticos con arcos de medio punto en los intercolumnios mayores, y en los individuales con arco rebajado que por su incoherencia en la composición general, evidencia una variación a posteriori; siendo posible afirmar que el pórtico inicialmente diseñado fue doble, puesto que en un informe de 1582 se dice: “…Que en las capillas hornacinazas de la cabecera de la dicha yga. donde se quitó el pilar intermedio se haga una sola capilla…”. Templo resuelto interiormente, por lo tanto, con una solución ecléctica identificable por la integración de: La ordenación en planta, con la resultante de esos espacios prismáticos de base rectangular propios del medievo. El carácter medieval de los soportes pese al lenguaje clásico utilizado, por su concepción como haces columnarios, con una esbeltez propiciada tanto por las proporciones como por el rebanco, y su prolongación en los arcos formeros determinando una verdadera forma abarcante. La condición del muro dominante. El lenguaje clásico manifiesto en: la articulación, el orden utilizado, con boceles en las acanaladuras, la sutil superposición de los órdenes, que pasa casi desapercibida en una primera lectura: Dórico en el entablamento de la articulación horizontal, balcones jónicos, y corintio como orden dominante, los vanos. El manierismo colosal del orden. Todo sin olvidar la integración de la escultura, y esas dos constantes de nuestra arquitectura que son la ornamentación geométrica plana, en la que dominan los cajeados y los encuadramientos, y la compartimentación espacial impuesta por las capillas. En la cabecera del templo el conjunto se complementa con el volumen que contiene a nivel inferior el Panteón; a nivel con el piso de la Catedral, la Antesacristía, Sacristía y Sala Capitular; y a nivel superior, las dos salas destinadas a lectura, así como la escalera de comunicación con las galerías. Veamos las soluciones utilizadas por el maestro mayor para los dos espacios fundamentales: la Sala Capitular y la Sacristía. Vandelvira, para la Sala Capitular, emplea una organización según un prisma en doble cuadrado cubierto con bóveda de cañón, articulando sus paramentos rítmicamente con dobles pilastras, arcos y hornacinas intermedias apoyadas sobre basamento plano, resolviéndose la temática clásica con un orden jónico de altura similar al ancho de la Sala. Orden, con rebanco superior, que visualmente sirve de apoyo a la bóveda fajonada y con decoración geométrica. Sala que en el decir de Chueca “es una de las piezas más 32 bramantescas de nuestra arquitectura, y,… en la que… se percibe… claramente la influencia que tuvo Machuca sobre Vandelvira”. En la Sacristía, Vandelvira se vuelve más refinado y genial en comparación con las soluciones empleadas en el Templo y la Sala Capitular, utilizando también la planta rectangular y manifestando la espacialidad como una unidad longitudinal en la que “la permuta de valencias entre espacio y estructura” es evidente, y en la que se utiliza una solución parietal dual y de cobertura que se inscriben sin correspondencia en el contenedor prismático que define la volumetría exterior de la estancia. Paramentos donde se superpone al muro que sirve de fondo y cerramiento, otro separador rítmicamente articulado con un orden corintio en el que los haces de cuatro columnas desempeñan un papel fundamental en la transparencia que se percibe en la composición. Estando así mismo presente eclécticamente en la percepción del conjunto su idiosincrasia oriental junto con el carácter medieval y evidentemente clásico definitorio. Islamismo, Medievo y Clasicismo se fusionan y reconocen en: El carácter hispanomusulmán de la falta de correspondencia entre contenido y contenedor acentuada por el tratamiento de los vanos. El clasicismo del orden empleado. La compleja solución dada por Andrés de Vandelvira a los soportes, en los que se distingue el clasicismo de las columnas corintias independientes, con un planteamiento medieval por su disposición formando haces y el elemento intermedio entre el capitel y el entablamento, que recuerda la solución hispano - musulmana del ábaco nazarita que al favorecer la esbeltez del conjunto y el elevado número de soportes recuerdan el recurso utilizado en el Patio de los Leones de Granada. La parietalidad envolvente de Vandelvira que se estructura con una dominancia medieval sobre el clasicista, puesto que la pared resultante es compuesta según el planteamiento albertiano pero con una dualidad que además de diferenciable es independiente. El clasicismo de la falta de correlación directa entre los arcos fajones de la bóveda de cañón y el muro sustentante. El islamismo cordobés que se desprende del ático ornamental de los lunetos superiores. El medievalismo del testero determinado por la forma abarcante del arco de la bóveda, el óculo y los tres arcos inferiores superpuestos a los del muro. Conjunto éste que se manifiesta al exterior con tres fachadas que no nos permiten intuir el contenido de la caja que conforman, al haber sido diseñados los paramentos con una solución típica utilizada para las edificaciones de carácter civil y coincidente con los primeros palacios del Quattrocento que “…no estaban por lo común sujetos a los órdenes clásicos…”, o si lo hacían era de forma velada. Los muros 33 presentan una articulación incipiente de direccionalidad horizontal, desprendiéndose de su lectura: 1. Su clasicismo por: la articulación de la superficie en dos pisos, por medio de un entablamento jónico, de los que el situado a mayor altura adquiere características de ático, con el empleo de las ventanas circulares típicas de éstos; el sometimiento parcial a los órdenes clásicos; porque, además del mencionado entablamento, el conjunto está apoyado sobre un tercer piso que funciona como verdadero pedestal, confirmado por las molduras que, como una base dórica, actúan de elemento de transición entre el plinto y el muro apilastrado; la alineación vertical de los huecos. 2. La vinculación con el realmente próximo pasado medieval en: el empleo reiterativo de escudos, opinión confirmada por Chueca cuando dice: “…Nuestra arquitectura de finales del gótico usa y abusa de los temas heráldicos, escudos…”; el dominio superficial de la pared, que se acentúa por los dos niveles empleados en los marcos de las ventanas rectangulares, que consigue aplastar las molduras contra la pared y al mismo tiempo la consiguiente integración; La fábrica y la relación hueco-macizo, con el claro predominio del último. También se aprecia una “…significativa distinción entre el exterior algo reservado y el interior más explícito y expresivo…”. Pues la sencillez de la composición contrasta, evidentemente, con la riqueza arquitectónica interior de la sala capitular, de la propia antesacristía, y no digamos de la sacristía. Incluso la disposición de los huecos prescinde, dentro de lo posible, del contenido; ya que si bien este último condiciona la ubicación vertical de los ejes de alineación exterior, lo cierto es que los vanos no se corresponden de forma completa con el interior. Los ojos de buey se presentan en la sacristía inscritos en huecos rectangulares, desplazados verticalmente, y descentrados. Los ventanales rectangulares, cuando no son necesarios para iluminar, encuadran un relieve; y si son verdaderos, lo cierto es que su posición interior permite el desplazamiento vertical, sin afectar sobremanera la composición. De lo que se deduce que la distinción interior-exterior, está llevada al extremo de poder considerar la existencia real de una doble pared. La interior como definidora del contenido, y la otra como una piel que envuelve el conjunto. 34 Unos muros que con un precedente lejano en el Palacio de la parte Guelfa de Florencia, 1420, que tiene el entablamento intermedio y los ojos de buey superiores; anuncian, salvando las distancias, la solución de Vandelvira para el palacio Vázquez de Molina en Úbeda, que se comenzó “…hacia 1560…”. Y donde el arquitecto también integra su presente clásico con el medievalismo del que no se desprende, en una articulación incipiente, logrando un carácter marcadamente civil desligado del contenido. En síntesis, Andrés de Vandelvira integrando sabiamente elementos y formas de ordenación arquitectónica pertenecientes a culturas diferentes con el dominio del lenguaje clásico, diseñó una Catedral cuya espacialidad eclesial se constituye como un lugar unitario, estructurado con una solución ecléctica de soportes muros y cubrición, definiendo un salón al que se abren con sus espacios virtuales y místicos las capillas. Y con el mismo sistema pero con soluciones diferentes resolvió magistralmente la Sala Capitular y la genial Sacristía. 5. CONCLUSIONES. Con todo un historial de influencias y motivos inspiradores, Andrés de Vandelvira supo evolucionar hacia la creación de un lenguaje arquitectónico personal, en el que no se limitó a repetir, sin creatividad alguna, aportaciones anteriores, sino que las asumió ofreciendo nuevas soluciones. Para Fernando Chueca, la característica de Vandelvira sería la flexibilidad temperamental; para Tafuri y Fernando Marías, el espíritu de libertad. En realidad, Vandelvira se preocupó por establecer un camino de asentamiento del modelo del antiguo o del romano, a las circunstancias del XVI en España. Partiendo de su formación autóctona, que como cantero hundía sus raíces en el medievo, el arquitecto de Alcaraz se dejó seducir en un primer momento por la ornamentación, para pasar posteriormente a desnudar los espacios arquitectónicos de esos añadidos platerescos y buscar la belleza en el juego del sistema estructural de los elementos arquitectónicos clásicos. En ese proceso evolutivo, la sacristía mayor de la catedral de Jaén representa su cénit. Andrés de Vandelvira no fue un mero repetidor. Hizo realidad las palabras de otro gran arquitecto del renacimiento, León Batista Alberti, quien en su obra De re aedificatoria escribió que la adopción de los órdenes clásicos no es para que nos sumemos y transfiramos sus esquemas a nuestra obra, como obligados por ley, sino 35 para que animados a sacar adelante nuevos logros a partir de ellos, nos esforcemos por cosechar una gloria igual o superior, si es posible. Aunque la historia haya sido un poco cicatera con Andrés de Vandelvira, sin duda su obra le ha deparado una gloria que lo sitúa entre los mejores del renacimiento.