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El Premio Cosmos, creado en la Exposición de Osaka de 1990, se concede a
quienes trabajan con éxito por la armonía entre el Hombre y la Naturaleza. Este
año se otorgará en Zaragoza, al concluirse la Expo.
Por Guillermo Fatás
Cuatro historias de agua
«Zaragoza, designada Ciudad de Paz por la Unesco, engrandece su perfil con
cuatro filántropos que deben sentirse aquí como en casa»
UN japonés, una argentina, un filipino y un español: uno de ellos será Premio Cosmos Zaragoza
2008. La Oficina Internacional de Exposiciones lo concederá en nombre de una fundación que lo viene
otorgando desde 1990 y lo dota con 20.000 euros y con una importante dosis de fama.
Sus actuaciones son historias sobre el agua dignas de atención: devolver la vida a un lago y a su
comarca; mejorar los retretes sin cisterna; lograr agua dulce mediante ciertas plantas tropicales; y
combatir la sed con el uso inteligente de viejos pozos en tierras áridas.
Hiroshi Iijima está resucitando el lago Kasumigaura, el bosque de su entorno y las especies vivas
asociadas. El segundo lago de Japón, de 200 km2 (Gallocanta tiene diez o doce, según haya llovido o
no), rige una cuenca de unos 2.000 km2, cerca de Tokio. Explotado al servicio de la metrópoli, acabó
casi muerto. La Fundación Asaza inició la plantación de cañaverales, como soporte de cierta vida animal
y depuradores del agua, pero no arraigaron a causa del cemento omnipresente. Iijima eligió entonces la
Nymphoides peltata (genciana acuática; asaza, en japonés), planta flotante con bonitas flores amarillas
y grandes hojas verdes en forma de corazón, como base biológica de un plan que ha implicado ya a
86.000 comarcanos. A partir de esta decisión, peces y aves van retornando poco a poco al lugar.
La candidata argentina se llama Graciela Susana Sanguinetti. Bioquímica de la Universidad de
Rosario, dirige el laboratorio de su Centro de Investigaciones Sanitarias. Sanguinetti, bioquímica, ha
logrado encontrar un procedimiento que neutraliza ciertos elementos patógenos en heces provenientes
de baños secos (dry toilets), esto es, de los sistemas, cada vez más frecuentes, de eliminación de
excrementos que no usan agua. Prescinden de la tradicional cisterna y, a diferencia de los pozos
negros, no generan un ambiente repulsivo. El baño seco no contamina, es eficaz y barato, da lugar a
compostajes utilizables y su perfeccionamiento lo convierte en una opción real sumamente interesante.
El tercer finalista es Santiago Baconguis, de la Agencia filipina de Ecosistemas, interesado en los
bosques como fuente de agua doméstica para el gran archipiélago, en cuyas siete mil islas no siempre
la humedad significa agua potable. En Filipinas abunda el manglar tropical, poblado por árboles
tolerantes a la sal, aficionados a las zonas litorales y a las desembocaduras de los ríos. En cierto modo,
actúan como desaladoras naturales y de ahí el interés por su potencial, con el valor añadido de que
sustentan una extraordinaria variedad de vida animal.
Y el cuarto es un español, José Aparicio, voluntario de la Asamblea de Cooperación por la Paz
(ACP), con un proyecto para resolver, con ayuda europea y la colaboración de entidades tanto israelíes
como árabes, los agudos problemas de agua que sufre la torturada Palestina, pues Israel controla
férreamente el Jordán y prohíbe perforar pozos nuevos. ACP y sus aliados, en la cisjordana Tulkarem,
han rehabilitado 21 pozos antiguos, con sus redes, y han enseñado a los pobladores a usarlos
correctamente.
Al término de la Expo, uno de los cuatro recibirá el Premio Cosmos Zaragoza 2008, discernido
por un comité en el que interviene el Consejo Mundial del Agua, y patrocinado por la Fundación Expo
90, creada en Japón para que perdurase el espíritu de la Exposición de Osaka, dedicada a «la
coexistencia armoniosa entre naturaleza y humanidad», fin muy consonante con el de la Expo de
Zaragoza. El director de la Fundación, Akira Konishi, ha estado en Ranillas para preparar las cosas.
Las cuatro personas seleccionadas están invitadas a exponer sus trabajos en la Tribuna del
Agua, a orillas del Ebro. Valdrá la pena oírlas. Gane quien gane en el último tramo del recorrido, los
cuatro han triunfado ya en la inmejorable tarea de poner la inteligencia humana al servicio del bien.
Zaragoza, que, además de sede de la Expo, es Ciudad de la Paz por designación de la Unesco,
engrandece su perfil con cuatro invitados que no buscan el dinero, ni el poder, ni la fama, sino la
filantropía. Por eso deben sentirse aquí como en su casa.
Publicado en Heraldo de Aragón, 13 de julio de 2008
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