La Condición Moral del Ser Humano Carlos Muñoz Gutiérrez Tabla

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La Condición Moral del Ser Humano
Carlos Muñoz Gutiérrez
Tabla de Contenidos
1. El Saber Vivir_______________________________________________________ 2
¿Qué nos proporciona este saber que tenemos que adquirir? _______________ 2
¿Qué significa ordenar el mundo? ____________________________________________2
¿Qué son los valores? ______________________________________________________3
¿Cómo se obtiene este saber? ________________________________________________4
¿Qué son y cómo funcionan las emociones? ____________________________________4
Emociones Primarias ______________________________________________________5
Emociones Secundarias ____________________________________________________6
Sentimientos _____________________________________________________________7
¿Cómo representamos y transmitimos este saber? ________________________ 8
¿Cómo es el lenguaje de los animales? ________________________________________9
¿Cómo es el lenguaje humano? _____________________________________________10
¿Qué nos permite nuestra dimensión simbólica? ________________________________10
¿Qué es la Libertad? ________________________________________________ 11
¿Qué significa que el ser humano es un ser moral? _______________________ 16
2.- La dimensión Moral del ser humano __________________________________ 16
¿Qué es el sentido moral? ____________________________________________ 16
3.- La acción moral: El bien ____________________________________________ 19
¿Cuándo una acción es moral? _______________________________________ 20
¿Cómo ocurre este proceso por el cuál aprendemos lo que está bien y lo que está
mal, lo correcto y lo incorrecto? _____________________________________________ 21
Carlos Muñoz Gutiérrez
La Condición Moral del Ser Humano
Carlos Muñoz Gutiérrez
1. El Saber Vivir
Partamos de una afirmación que resulta indiscutible: Todo ser vivo necesita
un saber para sobrevivir en el medio en el que va a habitar.
Imaginémonos de bebés. Nacemos a un mundo que nos es por completo
desconocido, cargado de novedad, cambiante. En él alguna cosas nos son buenas y
convenientes, otras nos son útiles. Hay cosas comestibles y venenosas, hay peligros
objetivos y riesgos constantes. Cuanto antes, necesitamos aprender muchas cosas
que no conocemos en el momento de nacer. Pronto hay que saber que la materia es
impenetrable, que el aire no nos sostiene, por eso no podemos salir de una habitación
atravesando las paredes, ni saltar al vacío.
De bebés, debido a nuestro proceso evolutivo –del que hablaremos más tarde-,
no tenemos recursos para poder aprender todas las cosas que necesitamos saber
para sobrevivir. Por eso necesitamos ser cuidados. Los mayores, nuestros padres o
cuidadores, deben velar por nuestra seguridad, deben evitar que hagamos alguna
tontería que suponga nuestro daño o muerte. La importancia de esta necesidad es
fundamental, determina nuestra condición social.
¿Podríamos sobrevivir solos y aislados de otros seres humanos? ¿Llegaríamos
a convertirnos en seres humanos?
Dejemos también esta pregunta para más adelante. Analicemos primero en
qué consiste ese saber que necesitamos para sobrevivir y veamos cómo y a través de
qué recursos lo vamos adquiriendo paulatinamente a lo largo de nuestro crecimiento.
¿Qué nos proporciona este saber que tenemos que adquirir?
Este saber tiene que permitir al ser vivo ordenar el mundo.
¿Qué significa ordenar el mundo?
Ordenar el mundo significa:
-
Disponer un orden categorial en las cosas y realidades del mundo:
Organizar lo que nos encontramos en grupos. Por ejemplo, lo
comestible y lo venenoso; lo caliente y lo frío; lo bueno y lo malo; lo
agradable y lo desagradable; lo bello y lo feo; etc. Es decir, a través
de un sistema de valores asociamos cada encuentro que tenemos
en el mundo con alguna de su realidad con un adjetivo, una
calificación. Por ejemplo, ‘la nieve es fría’ o ‘las manzanas están
buenas’ o ‘el vecino de enfrente es feo’.
Crear un orden categorial es organizar las realidades del mundo en
conjuntos definidos según el valor que empleamos para agrupar las
diversas realidades en el mismo grupo. Porque, por ejemplo,
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La condición moral del ser humano
también, ‘la vecina de al lado es fea’ o ‘las peras están buenas o ‘las
noches de invierno son frías’.
Al final, a lo que llamamos conocer es sencillamente saber qué
efecto produce en nosotros las distintas realidades con las que nos
relacionamos en el mundo.
Es importante esta organización porque es imprescindible saber
cuanto antes que un león es un animal peligroso o que meter los
dedos en un enchufe es malo para nosotros.
Conclusión: Ordenar categorialmente el mundo es asociar con cada
objeto o realidad del mundo un valor que designa el efecto que nos
produce.
-
Disponer una secuencia temporal en los acontecimientos del mundo.
A la vez que experimentamos el medio que vamos a habitar
organizamos temporalmente la secuencia de los acontecimientos.
Aprendemos que el día sigue a la noche, la tarde a la mañana, el
dolor al golpe, la sonrisa a la caricia, etc.
-
Disponer un orden lógico en la relación de los acontecimientos del
mundo. Aprendemos también a establecer relaciones entre las
cosas o entre los acontecimientos. Si llueve, me mojo; si me pongo
al sol, me seco, si como, engordo, etc.
¿Qué son los valores?
Como puede verse, hemos estado utilizando la noción de valor o de sistema de
valores para referirnos al recurso que el ser vivo utiliza para evaluar las experiencias al
que el mundo le expone y en qué medida estas experiencias rompen o establecen el
equilibrio del organismo, su homeostasis1. Cuando el organismo siente frío o calor,
juzgará que la nieve o el fuego producen frío o calor. Cuando tenga hambre y
encuentre una manzana, comprenderá que una manzana es algo comestible y que le
calma el hambre.
Los valores son entonces criterios de acción y de evaluación de las
experiencias tenidas por el ser vivo. Criterios de acción por cuanto especifican los
medios que nos permitirán obtener nuestros propósitos y de evaluación porque
permiten establecer esa orden en el mundo por el que a cada objeto u acontecimiento
del mundo le asociamos una etiqueta de lo que significa para nosotros tal cosa.
Literalmente lo que vale para nosotros, para lo que nos sirve. Igualmente nuestras
acciones en el mundo, en tanto que buscan un fin, están pensadas siguiendo el valor
que concedemos al fin a lograr.
Los valores son los elementos fundamentales por el que cualquier organismo
organiza su vida en el mundo y en el caso de los seres humanos definen los diversos
objetivos que las acciones humanas buscan.
Veremos más adelante que se organizan binariamente o gradualmente, es
decir el valor tiene un grado deseable y un contrario indeseable. Por ejemplo:
Bueno ---- Malo
Verdadero ---- Falso
1
La homeostasis es la tendencia de los organismos vivos y otros sistemas a adaptarse a las
nuevas condiciones y a mantener el equilibrio interno para lograr que el organismo se
mantenga constante y estable en sus sistemas vitales.
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Bello ---- Feo
Justo ----- Injusto
Agradable ---- Desagradable.
Por lo tanto, nuestro saber sobre el mundo, que nos permite crear un orden, se
realiza aplicando valores a las realidades del mundo. Así comprendemos lo que nos
conviene y lo que no.
Luego, el saber que necesitamos para sobrevivir es saber lo que nos
conviene.
¿Cómo se obtiene este saber?
La obtención de este saber lo que nos conviene es a lo que denominamos
aprendizaje. Aprender es la capacidad de incrementar los repertorios de
comportamiento que traemos al nacer. Sin duda esta capacidad, presente en mayor o
menor medida en todos los seres vivos, viene establecida en nuestra configuración
innata o genética. Es decir, al nacer tenemos la capacidad de aprender. Nuestro
organismo está dotado con recursos para enfrentarse al mundo en el que va a vivir
para poder sobrevivir en él, es decir para poder ordenar y representarse el mundo que
habita. Y aquí radica la principal diferencia entre los seres humanos y el resto de los
seres vivos.
Los animales tienen una limitada capacidad de aprendizaje. Sin embargo
vienen dotados con numerosos instintos o pautas fijas de comportamiento que definen
qué tienen que hacer ante tales o cuales situaciones a las que el mundo les va a
enfrentar. Un instinto determina una respuesta concreta ante un estímulo determinado.
Establece entonces un par fijo de Estímulo-Respuesta. A lo largo de la historia
evolutiva de las especies los animales codifican genéticamente estas respuestas ante
los estímulos a los que frecuentemente el medio les va a enfrentar.
Los Seres humanos acuden inicialmente a su sistema emocional para
poder evaluar sus experiencias en el mundo y poder categorizarlas, pero
nuestra condición de seres inteligentes, nos permite ir más allá del instinto, de
la emoción básica, para obtener un conocimiento del mundo mucho más
complejo, pero también mucho más útil para nuestra supervivencia y
adaptación. Y al final, llegamos a poder usar lo que denominamos Razón. La
Razón nos permite ampliar el conocimiento a partir de lo ya conocido y así ir
más allá de la Naturaleza. La Inteligencia racional nos permite crear un mundo
artificial en donde las leyes ya no son las de la biología, sino que serán leyes
que los propios humanos decidamos para organizar nuestra vida.
Veamos este proceso más despacio.
¿Qué son y cómo funcionan las emociones?
¿Qué es una emoción? De nuevo nos encontramos con un concepto esquivo,
difícil de definir. Todos tenemos alguna idea de qué es una emoción, alguna vez las
hemos sentido, pero..., si se nos pregunta, nos cuesta dar una respuesta. Pidamos
ayuda a los expertos. Veamos que opinaba W. James sobre lo que era una emoción:
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“Si experimentamos alguna emoción fuerte y después intentamos
abstraer de nuestra consciencia de ella todos los sentimientos de sus síntomas
corporales, encontraremos que atrás no hemos dejado nada, ningún “material
mental” del que pueda constituirse la emoción, y que todo lo que queda es un
estado frío y neutro de percepción intelectual.
Para mí es imposible pensar qué tipo de emoción de miedo quedaría si
no estuvieran presentes la sensación de latidos acelerados o de respiración
entrecortada, ni la sensación de labios temblorosos o de piernas debilitadas, ni
de carne de gallina o de retortijones de tripas. ¿Puede alguien imaginarse el
estado de ira sin sentir que el pecho estalla, la cara se ruboriza, los orificios
nasales se dilatan, los dientes se aprietan, sin notar el impulso hacia la acción
vigorosa? ¿Puede sentirse rabia en cambio con los músculos relajados, la
respiración calmada y una cara plácida? W. James (1890), Principios de
Psicología, F.C.E. México.
¿Es esto así, al analizar una emoción no encontramos ningún elemento mental,
no hay nada más que los síntomas físicos, no quedan imágenes o razonamientos que
podamos asociar a estos síntomas? Pensemos en la sensación de celos, por ejemplo.
¿No es algo más complejo que lo que nos describe James? Sospecho que
necesitamos establecer algún tipo de división porque efectivamente para ciertas
emociones parece que no hay nada más que los síntomas físicos y que su aparición
nos parece inmediata, pero para otras sensaciones requerimos imágenes mentales
que las susciten, razonamientos complejos que las produzcan, secuencias imaginadas
que las elaboren. Luego.
Emociones Primarias
Toda nuestra conducta, hasta que la cultura nos sobrepase, debe ser evaluada
y conformada por un conjunto de preferencias del organismo que considera que la
supervivencia del organismo es de la mayor importancia. Estos sistemas de valor, que
son estructuras fenotípicas, no son más que impulsos e instintos. Ya hemos definido el
concepto de instinto, ahora podemos complementar aquella definición. Así:
Instintos: Son mecanismos reguladores que suponen comportamientos
patentes y que determinan al organismo a actuar o no de una determinada manera.
Por ejemplo:
Cuando nuestro nivel de azúcar en sangre baja, unas neuronas del hipotálamo
detectan el cambio; la activación de la pauta fija de comportamiento correspondiente
hace que el cerebro altere el estado corporal de modo que pueda solucionarse este
déficit, entonces sentimos hambre y normalmente iniciamos acciones para saciar el
hambre.
Estos mecanismos reguladores aseguran la supervivencia al impulsar un
estado corporal que tiene una lectura muy clara (hambre, sed, náusea) o una emoción
reconocible (miedo, ira) o también alguna combinación de estado corporal y emoción.
Igualmente estos mecanismos son también importantes para que el organismo
pueda clasificar cosas o acontecimientos como “buenos” o “malos” en función de su
incidencia en la supervivencia. Bajo la influencia de estos mecanismos el repertorio de
cosas categorizadas como buenas o malas crece rápidamente.
¿Algo que nos produzca miedo puede ser “bueno”?
Las emociones primarias son manifestaciones corporales (y mentales) que
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nos sirven como criterios, valores, también prejuicios, para afrontar los
acontecimientos que nos suceden y para responder de una manera que nos sea
beneficiosa. Visto de este modo no parece ya tan extraño decir que las emociones y
sentimientos son puentes entre procesos racionales y los elementos de la regulación
biológica.
Ejemplo: El Miedo.
Parece que de forma innata existen ciertos estímulos que provocan miedo.
Estos estímulos son más bien elementos presentes en algunos objetos del mundo.
Más concretamente:
ƒ Gran tamaño
ƒ Gran envergadura
ƒ Determinadas sensaciones corporales (dolor cardiaco)
ƒ Cierto tipo de movimiento (reptiles)
ƒ Determinados sonidos (gruñidos)
La presencia de uno o alguno de estos estímulos desencadena respuestas de
huida, ira, esconderse rápidamente, etc.
Este tipo de emoción respondería a la descripción que nos hacía W. James de
las emociones. Sin embargo en el hombre, la complejidad de su sistema cerebral le
permite muy pronto sentir la emoción y conectar esa sensación con el objeto que la
provocó. Naturalmente esto tiene nuevas ventajas adaptativas, porque si conocemos
el objeto que nos produce miedo podemos:
ƒ
ƒ
ƒ
Predecir la posibilidad de su presencia en un ambiente determinado.
Generalizar nuestro conocimiento y mostrar prudencia ante objetos
semejantes. No obstante estas ventajas pueden terminar siendo
inconvenientes, algo que resulta habitual con todo nuestro ámbito emocional.
Podemos generar fobias que no favorecen en absoluto nuestra adaptación al
medio.
Investigar el objeto, descubrir lo vulnerable y explotar ese conocimiento.
En general, nuestra conciencia primaria de lo que sentimos nos ofrece
flexibilidad de respuesta basada en la historia particular de nuestras interacciones con
el ambiente.
Es en este tipo de proceso asociativo, frecuentemente metonímico, en donde
podemos empezar a hablar de emociones secundarias.
Emociones Secundarias
Imaginemos que una mañana alguien se acerca a nosotros y nos informa de la
muerte de una persona querida o, para poner un ejemplo menos dramático, de que
nos ha tocado la lotería y que somos ricos. ¿Qué pasa en nosotros?
(1) El proceso se inicia creando imágenes mentales organizadas en un proceso
de pensamiento en el cual imaginamos qué vamos a hacer con tanto dinero o
recordamos aspectos relacionados con la persona en cuestión, reflexionamos
sobre la situación actual, las consecuencias que conlleva para nosotros, etc.
En suma, evaluamos cognitivamente la nueva situación.
(2) No conscientemente, redes de la corteza prefrontal (morado en el gráfico),
que contienen recuerdos o experiencias de casos semejantes vividos por el
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La condición moral del ser humano
sujeto, evalúa emocionalmente la situación.
(3) También de manera no consciente, automática e involuntaria esta respuesta
prefrontal se señala a la amigdala (azul oscuro) que informa al sistema
límbico que es el responsable de la producción de emociones (azul claro).
Igualmente la respuesta prefrontal y de la amigdala informa al hipotálamo
(verde) que inicia la producción de hormonas (triángulo rojo) que activan
respuestas motoras ante el estímulo, lo que produce por ejemplo,
determinadas configuraciones del rostro y expresiones faciales. También
incidirá en los sistemas endocrino y hormonal que producen péptidos, cuyas
acciones químicas retroalimentaran el estado del cuerpo y del cerebro.
Toda esta compleja actividad, de una sincronización sorprendente, prepara,
emocionalmente al organismo para afrontar la nueva situación. No obstante
advirtamos que tienen un origen consciente, adquirido y fruto de categorizaciones de
emociones primarias.
Las emociones secundarias son combinaciones de un proceso evaluador
mental con respuestas emocionales a dicho proceso, dirigido hacia el cuerpo
principalmente, lo que manifiesta la emoción, pero también hacia el cerebro que
provoca nuevos cambios mentales. Como vemos tienen lugar una vez que hemos
comenzado a experimentar sentimientos y a formar conexiones sistemáticas entre
categorías de objetos y situaciones, por un lado, y emociones primarias por otro. Es
decir, una vez que nuestra experiencia en el mundo nos ha llevado a categorizar
situaciones del ambiente incluyendo las emociones que nos producen.
Sentimientos
La inteligencia humana, adquirida en el proceso evolutivo de la especie, se
funda, a diferencia de la inteligencia animal, básicamente en nuestro lenguaje y en la
conciencia. Por conciencia entendemos, desarrollando el ejemplo que estamos viendo,
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el darnos cuenta de la alegría que experimenta el cuerpo ante la noticia de que no ha
tocado la lotería. Como hemos visto, de modo inconsciente y automático el organismo
experimenta una emoción cuando evaluamos esta noticia. Tras ello, el cerebro es
informado por el flujo sanguíneo, a través de la emisión de hormonas y péptidos, de lo
que le pasa al cuerpo, es decir siente la emoción, es consciente de su alegría o
tristeza. Así, el ser humano, gracias a la conciencia de orden superior que es exclusiva
de los seres humanos, experimenta sentimientos.
Esta verificación continua que realiza nuestro cerebro de lo que ocurre en el
cuerpo mientras nuestro curso de pensamiento sigue produciéndose, es lo que
denominamos sentimiento. Visto así, el sentimiento es el resultado de la
yuxtaposición de la imagen mental que provocó la emoción y de los cambios
corporales que sentimos ante esa imagen mental. Más sencillo, un sentimiento es la
unión de una imagen del cuerpo junto con otra imagen de una cara, una melodía, un
sabor, en general aquello que provocó la emoción.
Decimos yuxtaposición porque ambas imágenes no se mezclan, no se
fusionan, sólo se combinan. De ahí que a veces podemos sentirnos tristes aún cuando
tengamos ante nosotros imágenes alegres, músicas que nos gustan o personas
queridas. Que esto pueda ocurrir significa que la maquinaria neural que procesa
emociones es bastante autónoma. De ahí que en ocasiones las emociones nos juegan
malas pasadas. Podemos “perder la cabeza” es un ataque de ira, o tener una fobia
irracional a algún estímulo y no podamos vencerla, o a pesar de saber o racionalizar
un asunto, sin embargo no podemos con él. Los celos es un sentimiento de este tipo.
Por ahora, estas ideas sobre los sentimientos y las emociones deben sernos
suficientes para comprender los recursos, digamos de serie, que traemos en el
nacimiento para poder ir poco a poco comprendiendo, ordenando y aprendiendo el
mundo en el que vamos a vivir. Las emociones son ese sistema de valores instintivo
que nos permite asociar las distintas experiencias que tenemos en el mundo con
nuestro bienestar. Pero, los sentimientos, en la medida en que sentirlos nos exige
conciencia, son las herramientas con las que poco a poco nos escapamos de las
condiciones biológicas, animales y nos permiten entrar a formar parte de un mundo
propio y exclusivo, el mundo de los seres humanos. Un mundo social y simbólico en el
que podremos determinar no sólo cómo actuar ante lo que nos pasa escapando a la
respuesta instintiva, sino también realizar nuestros planes y propósitos. Pero para ello
necesitamos un soporte en donde podamos plasmar esos fines y deseos.
¿Cómo representamos y transmitimos este saber?
La asociación objeto-valor, que hemos dicho es la clave de nuestra
comprensión del mundo y de nuestra supervivencia en él, tenemos que mantenerla a
lo largo de nuestra vida, o al menos, en el tiempo en que determinados objetos incidan
en nuestra experiencia cotidiana. Esto es el origen de un cierto tipo de memoria. Pero
también, como hemos dicho, las emociones son difusas y poco representativas del
estímulo que las causan. Necesitamos identificar nuestras emociones y hacerlo
asociado con el objeto o estímulo que la provoca: que los leones son peligrosos y sus
rugidos dan miedo, que los enchufes dan calambre y no son convenientes, etc.
Nuestro repertorio emocional, cuando somos bebés, nos ofrece pocas
posibilidades de acción: llorar, sonreír, gritar y esperar que nuestras madres o
cuidadores satisfagan nuestras necesidades. Pero también, en ese cuidado que los
mayores nos aportan, es fundamental que nos puedan transmitir toda su experiencia
indicándonos que determinadas cosas dan miedo o alegría, son comestibles o
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La condición moral del ser humano
venenosas, perjudiciales o convenientes. Y aunque la experiencia es intransferible, y
al final la curiosidad nos tienta, las especies vivas han desarrollados códigos de signos
que permiten transferir precisamente esa experiencia. Los animales tienen sus señales
para que los miembros de la manada o de la familia sepan si hay peligro o si la madre
llama a sus crías. Los humanos han desarrollado, en el curso de su evolución
biológica, una herramienta muy eficaz en esta tarea: el lenguaje.
Los lenguajes permiten representarnos el saber que vamos adquiriendo sobre
el mundo para que podamos utilizarlo en el futuro gestionando nuestra memoria en
donde hemos registradas nuestras experiencias como pares de objeto-valor. Pero
sobre todo, el lenguaje permite a las comunidades de animales sociales transmitir ese
saber que a lo largo del tiempo, en una memoria colectiva, en un saber social, las
comunidades van creando y difundiendo de padres a hijos.
¿Cómo es el lenguaje de los animales?
Los animales, al menos los que son sociales e independientemente de su
grado de complejidad biológica, tienen y utilizan lenguajes para comunicarse entre los
diversos miembros del grupo. Las abejas inician danzas en el aire para indicar a otras
abejas la existencia de flores y, por lo tanto, de comida. Los mamíferos tienen señales
orales que expresan diversas situaciones: peligro, llamada, apareamiento, etc.
Pero la característica común de todos los lenguajes animales es que son
lenguajes de señales2. Una señal es algo que está indefectiblemente asociada al
objeto o acción que está significada por ella. Por ejemplo, una marmota da un fuerte
silbido cuando advierte un peligro, indicando a otras marmotas que hay ese peligro.
Así todas corren a esconderse. ¿Podemos imaginar a una marmota mentirosa, que
silbe aunque no haya ningún peligro?. Las señales están sujetas a la aparición de lo
que ellas expresan. Si no aparece el significado, la señal no se emite. Así los
lenguajes de señales son solamente marcadores inmediatos de lo que pasa en el
mundo en el que viven los animales.
Sin embargo, el lenguaje humano es de otro tipo como ya lo vio Aristóteles en
el siglo IV a. C.:
La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal
gregario, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no
hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene la palabra. La voz
es signo de dolor y del placer, y por eso la tienen también los animales, pues
su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela
unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañosos, lo
justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás animales el
tener, él solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc., y la
comunidad de estas cosas es lo que constituyen la casa y la ciudad.
Aristóteles, La Política, Libro I, cap.2
2
Recordemos que los signos se suelen dividir en tres categorías: señales, iconos y símbolos.
Una señal, como indica su nombre, señaliza aquello a lo que refiere y en consecuencia está
siempre cerca de aquello que significa. Un ejemplo de código de señales usado por los seres
humanos son las señales de la circulación. Evidentemente, una señal de curva a la izquierda,
sólo tiene sentido ante una curva a la izquierda. Un icono, denota por semejanza. Por ejemplo,
en los baños públicos hay dibujos que nos indican si es de caballeros o de señoras. De manera
que la imagen que más se parece a la de un señor b, significa el aseo de caballeros, por el
contrario, la que se asemeja a una señora c, indica aseo de señoras.
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¿Cómo es el lenguaje humano?
El lenguaje humano es un lenguaje simbólico. Un símbolo es algo que está por
otra cosa, que representa o refiere a algo que no tiene por qué estar presente como en
el caso de las señales y no tiene por qué asemejarse a aquello que simboliza, como
era el caso del icono. Al contrario un símbolo o signo es una elección arbitraria y que
funciona en el marco de un convenio establecido por los hombres. La palabra ‘mesa’
refiere a un determinado objeto de la realidad, la mesa, sin embargo, por ejemplo, los
ingleses han convenido llamarla ‘table’.
El lenguaje humano es un lenguaje articulado, esto significa que con un
conjunto muy pequeño de recursos podemos elaborar infinitas significaciones distintas.
Es decir el lenguaje se compone de unidades mínimas, los fonemas o las letras del
abecedario, con ellas componemos palabras y con las palabras oraciones. Con las
oraciones componemos discursos o novelas y a través de esto podemos representar
el mundo y comunicarlo a los demás
Lo importante de los lenguajes de símbolos es que nos abre a una dimensión
absolutamente nueva. Esta capacidad de utilizar símbolos o signos para referirnos a lo
real sin que lo tengamos delante se denomina semántica y no es únicamente una
propiedad del lenguaje, sino que, más extensamente, lo es de nuestra mente. Nuestro
cerebro consciente es semántico. Gracias a esta capacidad, exclusiva del ser humano,
podemos pensar, imaginar, proyectar, planificar y recordar los hechos y las cosas
independientemente de su ocurrencia, de su tiempo en el que suceden o están. Es la
capacidad de pensar conceptualmente, es decir, de poder categorizar los elementos
del mundo en clases y estas clases nos permiten generalizar nuestros pensamientos e
ideas a todos los elementos de la clase. Esto nos permite acumular y disponer de un
conocimiento sobre la realidad que podemos transmitir de generación en generación
creando lo que hemos denominado cultura.
Y con esto llegamos al principio. Así que podemos concluir ahora: El saber lo
que nos conviene que nos permite ordenar el mundo en clases en función de su valor
para nosotros es consecuencia de una habilidad exclusiva del ser humano: el
lenguaje. El lenguaje permite además representarnos el mundo y comunicárnoslo con
lo que nuestro aprendizaje sobre lo que nos conviene o no se realiza mucho más
rápidamente y sobre todo nos abre a la posibilidad de construir el mundo a nuestro
interés. Es decir, el saber que elaboramos sobre el mundo se convierte a la vez en una
herramienta muy eficaz para la transformación del medio en el que vamos a vivir para
adaptarlo a nuestras necesidades y conveniencia.
Pero con el lenguaje, o mejor, con nuestra dimensión simbólica, el ser humano
entra en un ámbito de realidad nueva y exclusiva. Un mundo que va permitirnos
sobrepasar la biología para introducirnos en un medio social, artificial, creado por el
propio hombre para su vida en común y su relación con la naturaleza.
¿Qué nos permite nuestra dimensión simbólica?
En un proceso complejo y de múltiples direcciones, que ya es
fundamentalmente social, pero que requiere de las bases biológicas de nuestra
especie, a través del lenguaje vamos a adquirir nuevas capacidades y características.
Entre ellas que nos importan ahora hay que mencionar las siguientes:
-
Inteligencia: La inteligencia es un término, como casi todos con los que
tenemos que tratar en esta asignatura, esquivo, complejo y difícil de definir.
Fundamentalmente la inteligencia es lo que nos permite diseñar distintos
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La condición moral del ser humano
cursos de acción. Ante cualquier problema, un ser inteligente podrá
representarse el problema, analizarlo, comprender cuáles son sus
componentes, comprender sus relaciones, evaluar sus consecuencias, pero
sobre todo, podrá, imaginando alternativas, disponiendo nuevos elementos,
cambiando las relaciones, solucionarlo para que deje de ser un problema.
Pongamos un ejemplo, existe una necesidad en cualquier ser vivo:
alimentarse. Si no comemos, nos morimos. Todos los seres vivos lo
necesitan. Una planta no es inteligente y su supervivencia requiere de que
llueva y que a través de la tierra le lleguen los nutrientes que necesita. Si no
llueve oportunamente, la planta se muere. Un animal, puede moverse y
buscar su comida. Un animal caza, y su supervivencia está vinculada al
éxito de la caza. Un ser humano igualmente tiene necesidad de
alimentarse, pero, como sabemos, fue capaz de solucionar este problema
cultivando plantas y domesticando animales, creando excedentes de
comida y diseñando medios para almacenarlos y así... hoy tenemos el
alimento en nuestras casa, en el frigorífico. Esto no significa que no nos
cueste o que no nos dé problemas llenarlo, pero sin duda el ser humano
muestra una inteligencia para superar los problemas que cada día se nos
presentan.
Luego, la inteligencia es la posibilidad de escapar de lo instintivo, del
sometimiento de las condiciones biológicas que la naturaleza nos impone
imaginando alternativas a nuestras acciones. Una consecuencia de la
inteligencia, de transcendental importancia para el ser humano, es la
Libertad
¿Qué es la Libertad?
Veamos algunas ideas sobre este tópico por parte de algunos expertos:
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Carlos Muñoz Gutiérrez
ESCRIBIR sobre la libertad en una página es como resumir «En busca del tiempo
perdido» en una cuartilla. Forzosamente se perderán algunos detalles. Me anima, no obstante, a
hacerlo la conferencia que escuché hace unos días en la Residencia de Estudiantes. La
pronunció el profesor García Olmedo, catedrático de Biología Molecular, prestigioso genetista
que ha investigado, entre otras cosas, los sistemas inmunológicos de las plantas, por lo que,
como atribulado horticultor, le doy las gracias. Su conferencia se titulaba «¿Esclavos de
nuestros genes?», y en un animado coloquio se demostró que la idea de libertad empieza a estar
bajo sospecha. La genética, una ciencia vigorosa y apasionante, nos sorprende casi a diario con
el descubrimiento de un nuevo gen que regula parte de nuestro comportamiento. La agresividad,
el alcoholismo, el miedo, las preferencias sexuales, la gordura y muchas cosas más están
determinadas genéticamente. Los estudios sobre gemelos homocigóticos educados en ambientes
distintos demuestran unas coincidencias caracteriológicas que sólo pueden explicarse por
mecanismos innatos.
El escepticismo acerca de la libertad no proviene sólo de la biología. También lo sienten
muchos psicólogos, Hace ya muchos años que Skinner escribió «Más allá de la libertad y la
dignidad», intentando convencernos de que estos dos conceptos habían sido una peste para la
humanidad. Por su parte, los expertos en inteligencia artificial han colaborado a la campaña de
desprestigio, Marvin Minsky, uno de sus patriarcas, brillante y muy consciente de su brillantez,
lo ha resumido en una frase provocadora: «Según el punto de vista científico moderno,
sencillamente no hay lugar para la libertad de la voluntad humana». El lector interesado hará
bien en consultar «Inteligencia artificial» de Jack Copeland (Alianza, 1996), Para colmo de
males, los neurofisiólogos han comprobado que unas décimas de segundo antes de que seamos
conscientes de tomar una decisión ya se han activado centros premotores del cerebro, O sea, que
llegamos con retraso a nuestras propias elecciones (J. M, Fuster, «Memory in the Cerebral
Cortex», MIT Press, 1995, pág, 295).
Decir que nada de esto me parece convincente puede resultar una tozudez estúpida. Me
quedan muy pocas líneas para defenderme, pero lo intentaré. No hay libertad absoluta. Hay,
sólo, comportamientos voluntarios. La voluntad es el control inteligente de los sistemas de
motivación, que son innatos. Con la libertad sucede como con el estilo literario. La capacidad
humana de hablar está, sin duda, regulada genéticamente. Este mecanismo innato tiene que
actualizarse mediante el aprendizaje de una lengua que ha sido inventada por el ser humano. El
escribir con buen estilo es un proyecto creador para el cual utilizamos todo tipo de mecanismos
fijos. La poesía no prescinde de las coacciones sintácticas, sino que las utiliza. La poética de la
acción -la libertad- tampoco. Ni el estilo ni la libertad son cosas dadas, sino aprendidas. Es buen
navegante el que sabe usar los determinismos de la situación para seguir su rumbo.
José Antonio Marina
Un Horror sin Final
Ser libre es, formalmente, ser capaz de autodeterminarse, o de concederse una ley
propia. Pero esa determinación o ley se halla inscrita en la aptitud lingüística. El ser libre es
aquel que es capaz de pronunciar en forma lingüística la ley que determina sus acciones; capaz,
por tanto, de responder de sus propios actos. O que puede adecuar, en sus respuestas, su palabra con el curso de sus acciones. Ser libre es lo mismo que ser responsable.
Esa responsabilidad se mide por la adecuación entre la expresión lingüística y la acción
llevada a cabo. Se funda, pues, en la verdad: adecuación de palabra y acto. De ahí la extraordinaria profundidad del dictum evangélico: la verdad os hará libres. Podría profundizarse mucho
más en este importante asunto ético relativo a la libertad. Pero para lo que quiero decir pueden
bastar estas sencillas precisiones.
Eugenio Trías
La cuestión de si realmente una persona puede tomar decisiones libres, superando
condicionamientos sociales, psicológicos y demás, es un problema filosófico complicado donde
los haya. Pero si llegásemos a la conclusión de que tal cosa es un imposible, las consecuencias
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La condición moral del ser humano
serían sorprendentes: habría que renunciar a la ImputabiIidad de las acciones (esta acción ha
sido obra de Fulano), a la responsabilidad (y por tanto Fulano ha de responder de ella), y a la
noción de mérito o merecimiento moral (y por eso Fulano se ha hecho acreedor de tal premio
o de tal castigo). Renunciar a esas nociones en la vida cotidiana sería harto difícil, puesto que
todos damos por supuesta la validez de las mismas en los contextos morales y jurídicos
habituales. Pero bien merece la pena dedicar algún esfuerzo a elucidarlas, no sea que les suceda
lo que a las joyas de la pintura con el paso de los siglos, que van perdiendo nitidez, luz y color.
Emilio Martínez Navarro
Y responded vosotros mismos:
1. ¿Qué dicen los textos? Construye a partir de lo que has leído una definición de libertad, de
cuáles son las consecuencias de ser libres y, si no lo fuéramos, en qué medida las sociedades
humanas serían diferentes.
2. Una vez que, ayudado por estos textos, has comprendido y reflexionado sobre la idea de la
libertad, que como ves no es hacer lo que me dé la gana, ¿crees que somos libres? ¿Por
qué?
13
Carlos Muñoz Gutiérrez
Tras vuestra reflexión, cabe concluir diversas acepciones y usos de la libertad:
1. La libertad metafísica: En primer lugar cabe hablar de una libertad
metafísica u ontológica. Esta noción respondería negativamente a la
pregunta de si existe un destino escrito por un ser superior para cada uno
de nosotros. ¿Hay destino o todo es azar? Esta no es una cuestión
empírica que podamos demostrar. No encontraremos nada en el mundo
que nos permita decidir sobre esta cuestión, por lo que queda circunscrita al
ámbito de la creencia. Algunos, quizá lo que crean en un Dios hacedor e
inteligente, pensarán que este Dios decide sobre nuestras vidas, sobre lo
que nos pasa y sobre cuándo será nuestro final. ¡Es el destino! Dirán.
Otros, quizá aquellos que no crean en un ser creador, pensarán que lo que
nos acontece es fruto de la mera casualidad, del puro azar. Nada está
escrito y, en consecuencia, todo es posible. Lo que nos ocurre en nuestra
vida, incluyendo nuestra muerte, es el fruto de la concurrencia de factores
azarosos. Nadie podría haberlo predicho.
Observad, que si no hay destino no hay forma de conocer lo que va a
pasar. Así que adivinadores, astrólogos, zodiacos, echadores de cartas,
nigromantes, brujas y todo esa serie de personas que creen tener poderes
especiales no tienen ningún fundamento. Si hay destino, quizá esos seres
sean mediums que se comunican con el ser que controla nuestro sino.
Concluyendo: Es un asunto de creencia determinar si somos libres o no, es
decir, si nuestra vida no está determinado por ningún ser superior a
nosotros o si depende exclusivamente de las circunstancias vitales en la
que por azar nos vamos encontrando a lo largo de la existencia.
2. Libertad biológica: La libertad biológica es fundamentalmente de la que
nos habla el texto de José Antonio Marina. ¿Puede el hombre escapar a
sus determinaciones genéticas o depende exclusivamente de ellas? Hay
toda una corriente biologicista o genetista que afirma que el
comportamiento de los seres humanos, al igual que el resto de los seres
vivos, viene determinado biológicamente ya sea a través de instintos
codificados en nuestros genes o ya sea a través de decisiones
inconscientes que nuestro cerebro toma antes de que nuestra conciencia lo
sepa. Dicho de otra manera, a menudo se oye que existe un gen que nos
predispone a la obesidad, a la agresividad, a la criminalidad, a la
homosexualidad, al alcoholismo, a padecer alguna enfermedad, etc. Sin
duda estas informaciones pueden tener algo de fundamento; pero,
¿estamos indefectiblemente encaminados a ser lo que nuestra genética
determine? O, por el contrario, disponemos de recursos y capacidades para
escapar de esta posible predeterminación. Es decir, ¿somos libres en el
sentido que podemos, de alguna manera y en alguna cantidad, controlar
nuestros impulsos, nuestras tendencias de temperamento, nuestros futuros
padecimientos? Las cosas aquí no están claras, y quizá no se aclaren
nunca por lo complejo y difícil que resulta estudiar precisamente cómo
nuestro genoma nos convierte en seres humanos y cómo se comporta a lo
largo de nuestra vida.
3. La Libertad. Si aceptamos que somos libes metafísicamente y si nuestra
biología no nos determina por completo, entonces cabe hablar, ahora sí, de
libertad en el sentido más habitual del término. Esta libertad es la
consecuencia de nuestra dimensión simbólica y nuestra conciencia. Es la
capacidad de imaginar, definir y realizar acciones alternativas.
Imaginemos una situación: Nos ponen una pistola en la mano.
Naturalmente la pistola es un artefacto construido para ser disparado.
14
La condición moral del ser humano
Imaginemos también que conocemos las consecuencias que produce un
disparo. Podemos disparar o no hacerlo. La capacidad de hacer o no hacer,
la determinación de decir ‘sí’ o de decir ‘no’ es a lo que denominamos
libertad. La libertad existe si hay varias alternativas de acción y si podemos
decidir cuál de ellas vamos a realizar. Indudablemente, como nos dice
Eugenio Trías en el texto anterior, la posibilidad de decidir qué acción
realizar, viene motivada por razones. Es decir, hay alternativas, conocemos
cada una de ellas o, incluso, somos capaces de imaginar otras nuevas,
conocemos o podemos evaluar las consecuencias de cada una de ellas,
nos situamos dentro de nuestros posibles cursos de acción y finalmente
decidimos qué hacer. Si esto es posible, es que somos libres3. Pero
entonces la libertad está asociada con la responsabilidad. Si nos preguntan
por qué hemos hecho tal o cual acción, podemos dar razones. Dar razones
es responder de nuestros actos. Así podemos disparar la pistola, porque
corría peligro la vida propia o la de alguien, porque queríamos conseguir
algo, porque sencillamente queríamos matar a alguien. Pero, si nuestra
acción es libre sabremos por qué hacemos algo. Y entonces...
4. Libertad social o política. Ahora bien, venimos diciendo que somos seres
sociales, que necesitamos de otros para llegar a ser humanos e incluso
para mantenernos con vida. Además vivimos en comunidad y en el seno de
la comunidad, a lo largo del tiempo, se ha determinado que ciertas acciones
no son deseables en general o en particular. Por ejemplo, en toda
comunidad humana se considera no deseable irse matándose unos a otros
y por ello la organización de la comunidad de un modo normativo y coactivo
ha establecido leyes que prohiben el asesinato. Naturalmente eso no
impide que haya asesinos, pero la comunidad va a pedir responsabilidades
a quien realice acciones prohibidas o ilegales. Va a juzgarles y castigarles.
De esto nos habla el texto de Emilio Martínez Navarro, pero sobre todo de
la importancia de aceptarnos libres en el marco de las sociedades
humanas. En este sentido, las Sociedades han considerado que la
organización social del grupo debe respetar ciertas capacidades o
libertades de sus individuos, por ejemplo, la libertad de expresión o de
asociación, la libertad de reunión o de movimiento, cada sociedad en el
curso de su historia especifica qué posibilidades o capacidades es deseable
conceder a sus miembros. Por el contrario, otras posibilidades son
restringidas y penalizadas si se realizan y suelen recogerse en leyes o
códigos normativos.
A escala más pequeña, por ejemplo en vuestras familias, también hay una
organización social. Vuestros padres os conceden ciertas libertades, pero
también hay acciones que están prohibidas y si las hacéis, seréis
castigados. Por ejemplo podéis salir, pero hasta una determinada hora, si
llegáis tarde, seguramente recibiréis un castigo, etc.
El que los grupos humanos dispongan de leyes y prohibiciones no significa
que nos quiten la libertad en el sentido de las tres libertades anteriores, al
fin y al cabo, siempre podemos desobedecer. Aunque la desobediencia
significa que, en nuestra responsabilidad, aceptamos las consecuencias
que se deriven del incumplimiento de la norma. Está prohibido robar, pero
podemos hacerlo. Tenemos que llegar a las 11:00 de la noche, pero
podemos llegar tarde. Será nuestra inteligencia y las circunstancias
concretas que estemos viviendo las que nos lleven a encontrar razones
3
Aquí es muy ilustrativo el famoso cuento del escorpión y la rana, que seguro que alguien
conoce. ¿Quién nos lo cuenta?
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Carlos Muñoz Gutiérrez
para la desobediencia. Encontrar razones para obedecer o para
desobedecer es precisamente el contenido de la política, es decir la
organización social de los grupos humanos.
Aclarado entonces el concepto de libertad, que no es hacer lo que nos dé la
gana, sino poder pensar posibilidades de acción y llevarlas a cabo, nos introducimos,
por fin, en la dimensión moral del ser humano.
¿Qué significa que el ser humano es un ser moral?
2.- La dimensión Moral del ser humano
Para el ser humano, que es libre y consciente gracias a su inteligencia,
determinar en cada momento de su vida lo que le conviene es mucho más complejo
que para otro ser vivo. Al ser humano se le presentan muchas más alternativas de
acción y, especialmente, es capaz de imaginar muchas otras que aun no existen. La
obligación de elegir qué hacer en cada momento, la obligación de ser libre –como
decía el filósofo J. P. Sartre- nos coloca en una peligrosa situación: podemos
equivocarnos. Uno no desea equivocarse, uno desea elegir bien que es lo que va a
hacer. Elegir bien, lo conveniente, lo adecuado, lo justo, lo verdadero, lo correcto, es
precisamente la capacidad moral que tienen los seres humanos frente al resto de los
seres vivos, que, como hemos visto, su capacidad de elección es muy limitada. Ante el
hombre siempre hay alternativas, y con los hombres la elección a tomar en cada
circunstancia resulta difícil de determinar.
El ser humano porque es libre, porque es capaz de evaluar las consecuencias
de sus actos y es capaz de determinar planes de vida y objetivos a largo plazo, tiene lo
que se denomina un sentido moral. Ser moral significa querer elegir bien. Como las
elecciones de un individuo, a menudo afectan a otros, la moral termina siendo un
asunto social. Así que por moral entendemos el conjunto de acciones, costumbres,
prácticas, usos y valores que una sociedad considera buenos en un momento del
tiempo histórico en el que esa sociedad existe. Naturalmente la moralidad se funda en
ese sentido moral que el ser humano ha adquirido fundamentalmente porque es
inteligente.
¿Qué es el sentido moral?
Para comprender qué es el sentido moral y de dónde procede, lo que nos
permitirá sintetizar todo lo que hemos estudiado hasta ahora, os propongo el siguiente
ejercicio a través de los siguientes textos:
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La condición moral del ser humano
Cuestiones
1. ¿De dónde nos viene el Sentido Moral? Resume todas las teorías sobre el origen
del sentido moral que puedes encontrar en los textos.
2. ¿Qué es un juicio de valor?
3. ¿Qué son los códigos morales y en qué se diferencian del sentido moral?
4. ¿Qué se necesita para realizar un juicio moral?
5. ¿Crees que es posible el altruismo? Razona tu respuesta.
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Carlos Muñoz Gutiérrez
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La condición moral del ser humano
Aunque el origen del sentido moral es polémico, como podemos ver en estos
textos, podemos prescindir de las diversas posiciones que encontramos aquí e intentar
ofrecer la imagen más completa y compleja.
El sentido moral es la capacidad del ser humano de evaluar las acciones
humanas en función de una idea del bien, de lo bueno. Ya sea porque
emocionalmente nos repugna lo cruel o lo malvado, ya sea porque podemos evaluar
cognitivamente lo que significa una acción cruel o malvada, ya sea porque
racionalmente somos capaces de definir un máximo valor que dirija nuestra acción, o
sencillamente porque terminamos racionalmente ajustando nuestras emociones a ese
máximo valor, el caso es que el ser humano se enfrenta a lo que hace y a lo que pasa
con una inclinación según el sistema de valores que organiza sus creencias y dirige
sus fines.
Diréis que no hemos avanzado mucho desde el principio, esto es lo mismo que
decir que los seres necesitan saber lo que les conviene. Pero al describir la
complejidad de la vida humana en sociedad, vemos que la moralidad se convierte en
un factor decisivo para la supervivencia del individuo y del grupo en el que vive. Ahora
bien, ¿toda acción humana es susceptible de una valoración moral? ¿Cuál es el
ámbito de la moralidad? ¿Cuál es el valor que queda definido moralmente?
3.- La acción moral: El bien
Desde luego no todo es susceptible de una valoración moral. Mucho de lo que
pasa y muchos de lo que hacemos los hombres no podemos calificarlo de moralmente
bueno o malo. Veamos dos hechos:
¿Cuál de estos dos hechos que han pasado podemos juzgarlos desde el punto
de vista moral?
Lo primero que debemos distinguir es entre los hechos y los valores. Un hecho
es lo que pasa y un valor, dijimos, es nuestra actitud ante eso que pasa. Hay hechos
inevitables o que no responden a una conducta humana, hechos de la naturaleza o
que un ser vivo, como un virus, provoca en una comunidad humana. Los virus o
bacterias o animales en general, en tanto que no pueden elegir sus actos, en tanto que
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Carlos Muñoz Gutiérrez
no son libres, no pueden ser juzgados como malos o crueles. No tienen alternativa.
¿Consideraríamos cruel a un león que se come a una gacela viva? Parece que no,
diríamos que es su naturaleza. Ahora bien, ¿qué pasa con la chica que en su suicidio
arrastra a la muerte a su amiga? ¿Qué pasa con alguien que dispara y mata a otra
persona?
Los seres humanos tenemos alternativas, podemos saltar o no, dispara el
gatillo o no, y dado que algunas de las consecuencias de nuestros actos tienen efectos
sobre otras personas o seres, hay determinadas acciones humanas que podemos
juzgarlas desde el punto de vista moral. Es decir, respecto a la bondad o maldad con
las que han sido realizadas o respecto al bien o el daño que han producido. A estas
acciones las denominamos acciones morales.
¿Cuándo una acción es moral?
Una acción es susceptible de valoración moral cuando:
1. Es una acción libre. Realizada voluntariamente y sin coacción. Aunque esto
podríamos discutirlo largamente.
2. Es una acción posible, es decir hay alternativa a lo que se hace. Aunque,
como hemos visto, casi siempre cabe pensar una alternativa dentro de las
acciones humanas
3. Sobre todo, es una acción que tiene consecuencias para otros seres
humanos u otros seres vivos o para la vida de los seres vivos.
Pero, ¿qué debemos juzgar: la intención con la que se ha realizado la acción o
los efectos que producen? ¿En dónde radica la responsabilidad moral?
Hay buenas intenciones que provocan efectos devastadores –“de buenas
intenciones está el infierno lleno”, dice un refrán popular- y hay perversas intenciones
que producen efectos deseables
Kant decía que solamente puede denominarse absolutamente buena a la
buena voluntad. Para Kant el juicio moral debía recaer en la intención con la que se
hacía la acción. Y definía buena a aquella intención que pudiera convertirse en una ley
universal. Es decir, aquella intención que cualquier ser humano pudiera suscribir.
Pongamos un ejemplo, Alguien va a disparar un arma con la intención de matar a su
enemigo. ¿Todo ser humano debe estar dispuesto a matar a su enemigo? Observa
que tu enemigo debería también matarte a ti. Luego evidentemente esta intención no
parece que pueda generalizarse en una ley universal.
Y con esto hemos establecido el objeto de la ética: ¿Qué acciones son
absolutamente buenas y deseables para todo ser humano? O si lo queréis expresado
de un modo clásico, la ética intenta determinar que es el bien, cuál es la acción
virtuosa. O dicho de otro modo, al saber lo que nos conviene es a lo que
denominamos ética.
Pero para comprender este objetivo, antes tenemos que recorrer un largo
camino aún.
Por ahora hemos analizado la dimensión moral del ser humano:
1. Todo ser vivo necesita un saber para sobrevivir en su medio.
2. Este saber es saber lo que le conviene.
3. En los animales, este saber viene configurado biológicamente, mediante
instintos y emociones.
4. En los seres humanos nuestra inteligencia nos ha llevado a sobrevivir en
mundos artificiales construidos por nosotros mismos: La Sociedad o la
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La condición moral del ser humano
Cultura.
5. En los seres humanos, nuestra inteligencia es simbólica o semántica
6. Esto nos abre a alternativas de acción pensadas por nosotros mismos.
7. Esto es la libertad. El ser humano es libre porque puede imaginar
posibilidades y llevarlas a cabo.
8. Cuando hay alternativas hay que elegir
9. Al elegir conviene no equivocarse.
10. No equivocarse nos permite ser felices
11. Nuestras acciones puede incidir en otras personas o seres.
12. Elegir aquello que no haga daño a nadie es una preocupación humana.
Tenemos un sentido moral.
13. Esta preocupación se denomina moral
14. La moral es ajustar nuestros valores, que guían nuestra acción a una idea
racional de Bien.
15. La moral y los sistemas de valores que contiene se definen, transmiten,
transforman y se establecen en el marco de la comunidad de los hombres.
¿Cómo ocurre este proceso por el cuál aprendemos lo que está bien y lo que
está mal, lo correcto y lo incorrecto?
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