PARA QUE EL DECRETO DE INTERDICCION DE UN DEMENTE PROFERIDO EN PAIS EXTRANJERO PUEDA PRODUCIR EFECTOS EN COLOMBIA, SE REQUIERE EL EXEQUATUR Aunque la constitución de la guarda personal se rige por la ley del país donde se constituye, por encontrarse allí el incapaz bajo la jurisdicción de las leyes, locales, ello no significa que sus efectos puedan siempre cumplirse en otro país, ni que, cuando ello es posible, tales efectos se regulen siempre por la ley de su constitución. Los efectos extraterritoriales no podrán surtirse cuando, por ejemplo, en el país extraño no se reconozca como causa de interdicción la que dio origen al decreto de incapacidad. Del mismo modo —no habiendo tal inconveniente-las funciones del guardador que actúa en país distinto del originario de constitución, habrán de sujetarse a la legislación del país en que actúa. Así, en el caso que se estudia, el guardador del demente deberá sujetarse a lo dispuesto en los artículos 483 y 484 del C. C, para ejecutar válidamente los actos que allí se mencionan, y tales formalidades serán necesarias aunque el acto o contrato se celebre en país extraño, en cuanto sus efectos deban cumplirse en Colombia (artículos 19 y 20 del C. C). De manera que "los derechos y obligaciones mutuas entre guardador y pupilo quedan fijadas en general por la ley bajo la cual se constituye la guarda, sin perjuicio de que la administración de esos derechos se rija, en cuanto se ponga por efecto, por la ley del lugar donde se verifique la administración" (Julián Restrepo Hernández, 'Derecho Internacional Privado', T. I. n. 303, pág. 138). El decreto de interdicción de un demente es el reconocimiento oficial y, al mismo tiempo, la prueba indiscutible de un hecho, la demencia, que determina la incapacidad del interdicto. Se sujeta, por tanto, a la ley del lugar donde reside el paciente, pero para que sus efectos extraterritoriales puedan producirse válidamente, es indispensable, como para toda sentencia extranjera, que el respectivo país otorgue el exequátur, previa revisión de la sentencia en su forma y en el motivo determinante de la interdicción. La forma, que se refiere a las solemnidades ex-ternas, se determina por la ley del país de otorgamiento. La autenticidad que dice relación al hecho de haber sido realmente dictada y autorizada por las personas y de la manera que en ella se expresa (art. 21 C. C.), se prueba según nuestra ley. En cuanto al motivo de interdicción, debe estar reconocido también por la ley colombiana, para que la sentencia pueda ejecutarse en nuestro país. Corte Suprema de Justicia. — Sala de Casación Civil.—Bogotá, agosto dieciocho de mil novecientos cincuenta y dos. (Magistrado ponente: doctor Alberto Holguín Lloreda) El doctor Álvaro Leal Morales, como apoderado sustituto del señor Manuel Agustín Aljure, pidió en escrito de primero de agosto de 1951, que se otorgara exequátur a la decisión ¿le 20 de febrero de 1947 del Tribunal Civil de Apelaciones del Departamento Líbano Norte de la República Libanesa, por medio de la cual, ante la demencia comprobada de Amelia Agustín Aljure de Faour, se le nombró tutor a su hermano Manuel Agustín Aljure, con facultades generales para la administración de sus bienes. Vinieron con dicha petición los siguientes documentos: a) El poder dado por el tutor expresado a su hermano Felipe Aljure, ante A. Samuel Rafquí,-Notario principal del circuito de Trípoli, el 25 de mayo de 1950, para representar a su pupila en Colombia, como demandante y como demandada, en toda clase de juicios y ante cualesquiera tribunales, con las facultades que allí se indican, inclusive la de delegar el mandato. b) La sustitución de dicho poder al doctor Leal Morales, para la solicitud del exequátur. c) Copia de la citada resolución extranjera sobre nombramiento de tutor. d) Certificación del Excelentísimo Señor Nazih Láhoud, Ministro del Líbano en Colombia, en que consta que en la República Libanesa la ley consagra el principio de la reciprocidad legislativa para el cumplimiento de las sentencias extranjeras. Oído el señor Procurador General de la Nación, este funcionario, en su vista número 330 de 3 de octubre, en que estudia el asunto por sus distintos aspectos, fué de opinión que debía concederse el exequátur. La Sala Plena de Casación Civil, en providencia de 7 de junio de este año, negó el exequátur, "por no haberse comprobado en la forma que nuestra ley exige, la vigencia en la República Libanesa de la norma legal que permite la ejecución allí de sentencias dictadas en Colombia, a falta de tratado público sobre la materia", pero reconoció, en la motivación de ese proveído, no sólo que la decisión judicial extranjera a que el peticionario se refiere es una sentencia definitiva, sino que "toda sentencia en el sentido genérico explicado atrás, cualquiera que sea su naturaleza, dictada en otro país, necesita del exequátur para que pueda' surtir efectos de todo orden en Colombia", con lo cual ha quedado admitido que aquella decisión es susceptible de ejecución en nuestro país, en cuanto a su aspecto formal se refiere. El doctor Leal Morales, en memorial presentado el primero de julio último, ha insistido en su pretensión, pero acompañando ahora no sólo la prueba que la Corte echó de menos en su expresaba providencia, sino también otros comprobantes, a saber: e) Copia, firmada y sellada por el Consejo de Abogados de Trípoli, con fecha 12 de junio del corriente año, de las "resoluciones legislativas" dadas por el alto Comisario de la República Francesa en Siria y Líbano, en su decreto 1113 de 19 de noviembre .de 1921,- "aun vigente” y expedido "en consideración a la Resolución dada a nombre del Presidente de la República Francesa del 8 de octubre de 1919 y a la del'"23 de octubre de 1921; y de acuerdo a la Relación de la Secretaría General, y vista, entendida y considerada la nota o conclusión de la Presidencia del Oficio de las Cuestiones Judiciales...". Son de ese decreto 1113 las siguientes disposiciones, con las reformas que se indican: "Artículo 1º —. Se considera como extranjera —conforme a lo ordenado en ese decreto— toda decisión judiciaria emanada de los tribunales que no fuesen sirios o libaneses y no sujetos a sus leyes. "2º—Son ejecutorias esas Decisiones de los tribunales extranjeros tan luego obtengan el "exequátur" aprobativo del Foro sirio o Libanes, cuando se trata de fallos definitivos, firmes e irrevocables, presentados para la ejecución". (Los artículos 3° y 4º, relativos al procedimiento, fueron sustituidos por el decreto 43 de 30 de mayo de 1931, que en lo pertinente está transcrito en la copia, pero que la Sala omite, por estimarlo innecesario). "Artículo 5°—Debe el demandante de acompañar a su petición una copia completa y legalizada de la Decisión cuya ejecución pide". El artículo 6» está reformado por el Decreto 2525 de 25 de abril de 1929, en estos términos: "Se permite, se autoriza la ejecución de toda sentencia o decisión judicial irrevocable dada por tribunales extranjeros sin la necesidad de revisión y examen del proceso, eso cuando se trata de juicios dictados por la justicia en países amigos con quienes estén establecidas y en completa armonía convenios y relaciones diplomáticas Cordiales, cuyas leyes nos ofrezcan iguales condiciones.. y trato. En ese caso se efectúa la ejecución a condición de que las personas condenadas hayan estado al corriente del proceso y a su tiempo debidamente notificadas y de que la condena ha sido dada por tribunales competentes de acuerdo a las leyes vigentes en el país de su procedencia y que no contenga algo contrario al orden público así como no haya sido la sentencia a ejecutarse obtenida por engaños y falsedades en las formalidades del proceso en contradicción a las leyes". f) Copia de las sentencias de 5 de diciembre de 1951 del Tribunal de Apelaciones del Líbano Norte por la cual se confirmó la de 6 de noviembre de 1950 en que el Juez de Becharre negó la anulación de la decisión que nombró a Manuel Agustín Aljure como tutor de su hermana Amelia, anulación pedida por Wadih Faour, esposo de ésta. g) Copia de la sentencia de 23 de abril de 1952 de la Corte Suprema de Casación de la República Libanesa, que confirmó el precedente fallo del Tribunal de Apelaciones. h)El poder ya mencionado en el aparte a) de esta providencia, y la sustitución de él al peticionario, presentada personalmente por el señor Aljure el 19 de junio último. Los documentos extranjeros que quedan citados aparecen escritos en árabe, pero se han presentado con traducciones oficiales al castellano y con las autenticaciones que son de rigor según nuestra ley, lo cual hace presumir que se conforman con la del lugar de su otorgamiento (artículo lº de la ley 39 de 1933). Admitido como está por la Corte que la sentencia cuyo exequátur se pide es, en cuanto a la forma de aquellas que pueden ejecutarse en Colombia, y habiéndose acreditado suficientemente que en el país de origen está consagrado por ley el principio de reciprocidad legislativa, lo cual resulta establecido con la copia de lo conducente de los decretos legislativos 1113, de 19 de noviembre de 1921, 2525, de 25 de abril de 1929, y 43, de 30 de mayo de 1931, citados en el aparte e) de esta providencia, resta' examinar si la sentencia extranjera reúne las condiciones que enumera el artículo 557 del C. J. El Derecho que da la ley a ciertos parientes para provocar la .interdicción del demente, y el que tienen para que se les defiera la guarda son derechos personales, y, por consiguiente, las acciones para hacerlos efectivos son también personajes, pues nacen de ellos (artículo 666 C. C). No es pues discutible que la sentencia referida, en que se nombró a Manuel Agustín Aljure, a petición suya y por causa de demencia de su hermana, guardador de ésta, dictóse a consecuencia del ejercicio de una acción personal. La autenticidad de ese fallo está demostrada de acuerdo con el artículo 1° de la ley 39 de 1933, sustitutivo del 657 del C. J., y el estar ejecutoriada se deduce rectamente de los documentos mencionados en los apartes f) y g) precedentes, pues no se habría pedido su anulación, como se pidió y fué negada, si hubiera sido susceptible de otros recursos procesales. En cuanto a la 2ª condición del artículo 557 del C. J., no se ve en qué pueda esa sentencia afectar la jurisdicción nacional, ni ser contraria al orden público o a las buenas costumbres. De acuerdo con el derecho internacional privado, "la necesidad, los requisitos y la forma del decreto de interdicción dependen de la ley local de donde sé dicta, aún en concepto de los partidarios del estatuto nacional; porque es un juicio, un acto de autoridad, un hecho que se consuma en un país; mas para ello es indispensable que esté allí bajo la jurisdicción de los jueces de ese país, el incapaz....” "El guardador viene a completar la persona del pupilo. Administradas debidamente las guardas, son verdaderas cargas para los guardadores en beneficio de los pupilos, de los terceros y de la sociedad. De aquí que la ley que determina la incapacidad de 3a persona que ha de ser el pupilo, es la que rige todo lo relativo al nombramiento del guardador. Desde que el incapaz no puede ser entregado a sí mismo, la ley que reconoce o establece la incapacidad debe proveer a la guarda del in. capaz, para lo cual lo primero que debe hacer es determinar quién nombra el guardador, cómo se le nombra, y a quién se le confiere el cargo. Tal ley es, en nuestra opinión ,1a ley local de la constitución de la guarda. "Ella, pues, determina si la guarda es testamentaria, legítima, o dativa, qué participación tienen los parientes en el nombramiento del guardador, la manera de hacer el nombramiento cuando éste se hace bajo el imperio de dicha ley y el orden en que deben ser llamados los guardadores" (Julián Restrepo Hernández —Derecho Internacional Privado —T. I. Nos. 291 y 294 pag 136). Pero aunque la constitución de la guarda persona se rige por la ley del país donde se constituye, por encontrarse allí el incapaz bajo la jurisdicción de las leyes locales, ello no significa que sus efectos puedan siempre cumplirse en otro país, ni que, cuando ello es posible, tales efectos se regulen siempre por la ley de su constitución. Los efectos ' extraterritoriales no podrán surtirse cuando, por ejemplo en el país extraño no se reconozca como causa de interdicción la que dio origen al decreto de incapacidad. Del mismo modo — no" habiendo tal inconveniente— las funciones del guardador 'que actúa en país distinto del originario de constitución habrán de sujetarse a la legislación del país en que actúa. Así en el caso que se estudia, el guardador de la demente deberá sujetarse a lo dispuesto en los artículos 483 y 484 del C. C. para ejecutar válidamente los actos que allí se mencionan, y tales formalidades serán necesarias aunque él acto, o contrato se celebre en país extraño, en cuanto sus efectos deban cumplirse en Colombia (artículos 19 y 20 del C.'C,). De manera que, como lo dice el autor citado, "los derechos y obligaciones mutuas entre guardador y pupilo quedan fijadas en general por la ley bajo la cual se constituye la guarda, sin perjuicio de que la administración de esos derechos se rija, en cuanto se ponga por efecto, por la ley del lugar donde se verifique la administración" (Ob. cit. Nº 303, pág. 138). El decreto de interdicción de un demente es el reconocimiento oficial y al mismo tiempo la prueba indiscutible de un hecho, la demencia, que determina la incapacidad del interdicto. Se sujeta^ por tanto, a la ley del lugar donde reside el paciente, pero para que sus efectos extraterritorial les puedan producirse" válidamente, es indispensable, como para toda sentencia extranjera, que el . respectivo país otorgue el exequátur, previa revisión de la sentencia en su forma y en el motivo determinante de la interdicción. La forma, que se refiere a las solemnidades externas, se determina por la ley del país de otorgamiento. La autenticidad, que dice relación al hecho de haber sido realmente dictada y autorizada por las personas y de la manera que en ella se expresa (art. 21 C. C.) se prueba según nuestra ley, como ya se ha visto. En cuanto al motivo de interdicción, debe estar reconocido también por la ley colombiana, para que la sentencia pueda ejecutarse en nuestro país. El reconocimiento de la demencia como causa de incapacidad es universal, porque el demente lo es en todas partes. "El adulto que se halle en estado habitual de imbecilidad o idiotismo, de demencia o de locura furiosa, será privado de la administración de sus bienes, aunque tenga intervalos lúcidos", establece nuestro Código Civil (art. 8º Ley 95 de 1890); y su curaduría legítima, que tiene lugar cuando falta o expira la testamentaria (art. 456 C. C), se defiere, si se trata de mujer casada no divorciada, en primer término al marido (art. 6? Ley 28 de 1932), y en segundo a las personas que señala el artículo 550 del C. C. en sus ordinales 2« y siguientes, pero el llamamiento preferente del marido no es imprescindible, desde luego que pueden mediar circunstancias que lo incapaciten para la guarda, como el carecer dé domicilio en la nación (ordinal 6 o del artículo 586 del C. C), o cualquiera otra de las indicadas en esa disposición. Tanta importancia da nuestra ley al hecho de que el guardador resida no sólo en Colombia sino en el mismo lugar en que la guarda ha de ejercerse, que después de establecer la prohibición de nombrar a quien no tiene domicilio en el país, admite que se excusen del cargo los que tienen su domicilio a considerable distancia de ese lugar (ordinal 4? del artículo 602 del C. C), y faculta al Juez, cuando el guardador nombrado está en el extranjero y se ignora cuándo ha de volver, para señalarle plazo dentro del cual se presente a encargarse o a excusarse, y para ampliarlo de dedeclarar inválido el nombramiento, el cual no convalece por la posterior presentación (artículo 611 C C). No habría pues razón para considerar, en presencia de los citados preceptos legales, que se afecta el orden público por el hecho de que la autoridad libanesa haya confiado la guarda de la de-3—Gaceta mente Amelia Aljure de Faour a su hermano Manuel Agustín, natural y vecino de ese país, con prescindencia del marido señor Wadih Tannus Faour, residente en Colombia, cuando para ello se tuvo en consideración, entre otras razones, la de la ausencia permanente en el exterior del señor Faour, es decir, el mismo motivo que nuestra ley consagra como causal de incapacidad para ser nombrado guardador. En efecto, en la citada sentencia de 5 de diciembre de 1951 del Tribunal de Apelaciones del Líbano Norte se lee: "Y como quedó confirmado por el informe oficial del 4 de julio de 1951 dado por el Tribunal de Bogotá que Wadih Faour ha sido condenado al pago de una pensión subsistenciaria mensual a favor de su esposa Amelia Agustín Aljure y que a pesar de su vencimiento en diez años pasados, no. han sido hasta hoy cancelados ni saldados y que-sólo ha exhibido Faour recibos que, a ser auténticos, revelan solamente el pago de unos pocos meses de 1935 y 1936, no pudiendo comprobar el pago de otros. Y prescindiendo del pago o no de la pensión subsistenciaria, la existencia del proceso reclamándole es prueba más que suficiente que afirma la negativa del esposó a proteger voluntariamente a la esposa ofreciéndole lo necesario para su mantenimiento, negativa ésa que motivó la acción y la condenación judicial al pago obligatorio de sus mensualidades. '•'Así como también por el Juicio de Divorcio planteado y seguido por Faour quedan claramente reveladas sus malas disposiciones e intervenciones hacia la esposa (Ver Josserand Derecho Civil. Tomo I. 3» Edición N' 550 p. 322)". Tratándose, pues, en el caso presente, de una sentencia ejecutoriada, que por su forma y por su fondo es susceptible, de cumplirse en Colombia; que dictase en consecuencia de una acción personal; que no afecta nuestra jurisdicción, ni por otro concepto contraría el orden público o las buenas costumbres; y que emana de legítima autoridad de un país en que pueden ejecutarse las que, con las mismas formalidades, se pronuncien en el nuestro, es el caso de acceder a lo solicitado por el doctor Leal Morales en nombre de su representado. En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de la Ley, y de acuerdo con el concepto del señor Procurador General de la Nación, declara que debe cumplirse en Colombia la sentencia que con fecha veinte (20) de febrero de mil novecientos cuarenta y siete (1947) dictó el Tribunal Civil de Apelaciones del Departamento Líbano Norte de la República Libanesa, y por la cual se nombra "al señor Manuel Agustín Aljure, de Hadeth-El Jopé, tutor de su hermana alienada Amelia Agustín Aljure con facultades para la administración de sus bienes e intereses conforme a las disposiciones de la Ley". Publíquese, cópiese, notifíquese, insértese en la GACETA JUDICIAL, y cancélese la radicación y archívese el expediente. Gerardo Arias Mejía — Alfonso Bonilla Gutiérrez—Pedro Castillo Pineda — Alberto Holguin Lloreda—Hernando Lizarralde, Secretario.