I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 1 ESCULTURA BARROCA ESPAÑOLA. El elemento definitorio de todas las artes figurativas del barroco español es el profundo realismo, un realismo que tiene sus raíces en el pensamiento religioso contrarreformista. Para la Iglesia Católica del siglo XVII las cuestiones religiosas deben llegar de la forma más directa al espectador, el arte debe tener como principal misión mostrar la vida de los santos, de Cristo, las escenas de su Pasión, de tal forma que pueda sentir el mismo esa presencia. Este pensamiento tiene sus origines en el recelo que provoca en la Iglesia Católica la actitud protestante hacia las imágenes de santos, cristos y vírgenes en los templos. Es través de la contemplación de las imágenes como se debe orar, imaginándose el dolor, el sufrimiento, imitando la entrega de esos modelos que se le muestran. La oración puramente mental, sin referencia materiales, se considera demasiado cercana al erasmismo y al protestantismo, es por lo tanto sospechosa y se debe evitar. La actitud a seguir es por lo tanto la de los santos católicos de la Contrarreforma, por ejemplo S. Francisco de Borja, dice en 1557 en un manual de oraciones: “Imagínate estar mirando a Jesucristo, ...considerar le dolor que sentiría, imaginar a Cristo nuestro Señor en el huerto, su sudor era como gotas de sangre que corrían en la tierra, ... Cómo aquel Cordero a puros azotes es desollado. Cuan derramada andaría aquella sangre y como se bañaría la tierra de ella, y sería pisada... Cómo muchas de aquellas espinas se quebrarían, otras entrarían hasta los huesos agujereando por todas partes el cerebro” Descripciones de este tipo explican el crudo realismo de las representaciones de las escenas de la Pasión de Cristo, el fiel debía tener todos los instrumentos para imaginarse de la forma más fiel posible esa situación. Esa importancia del realismo se extenderá a otros terrenos además del religioso, se manifiesta en el retrato, que huye de la idealización, en las escenas costumbristas de la pintura... La escultura del barroco es casi de forma exclusiva religiosa, no encontramos hasta el siglo XVIII, con la llegada de los Borbones el desarrollo de una escultura cortesana basada en temas mitológicos y alegorías. Una escultura religiosa que mantiene el realismo del que ya hemos hablado, con un perfecto estudio de las anatomías y de los modelados del cuerpo, junto con un fuerte expresividad, que en ocasiones nos puede resultar excesiva. Los encargos son eclesiásticos, tanto de catedrales, como de órdenes religiosas, que tienen gran fuerza en el siglo XVIII, y son fundamentalmente retablos, tallas exentes, algunas de pequeños tamaño para un uso devocional en capillas pequeñas. A estas instituciones religiosas se añade una nueva, las cofradías, vinculadas generalmente a gremios de artesanos, que encargan gran cantidad de imágenes destinadas a los desfiles procesionales, que habían tenido su origen en el siglo anterior pero que ahora se extenderán y alcanzaran un grandísimo desarrollo. La I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 2 imaginería popular para estas procesiones es el rasgo que individualiza a la escultura barroca española de otras, y donde mejor percibimos el sentido escenográfico y teatral de ella. En cuanto a las materiales, la crisis económicos del siglo XVII impone sus limitaciones, manteniéndose la madera policromada con la técnica del estofado como principal recurso, incluso se realizan imágenes sólo de vestir que son aun más económicas. La policromía de la madera se convierte en uno de los principales recursos expresivos que ayuda a aumentar el realismo de la talla, incluso en ocasiones ese realismo se veía potenciado con la utilización de pelo natural, ojos de cristal... Podemos dividir cronológicamente la evolución de la escultura en tres grandes periodos: 1-. Barroco inicial: Finales del siglo XVI- primeras décadas del XVII 2-. Barroco pleno: Reinados de Felipe IV (1621-1700) 3-. Escultura cortesana y escuela Murciana :Siglo XVIII 1-. BARROCO INICIAL. También denominado por algunos autores como Barroco Clasicista, Protobarroco, esta representada por escultores que aun no se han desvinculado completamente del manierismo pero que dan el paso hacia un nuevo estilo, evolucionando hacia el naturalismo propio del XVII . Destacan principalmente dos focos regionales, que dan lugar a dos escuelas con características muy diferenciadas, la castellana y la andaluza. CASTILLA. Toda la escuela castellana se crea a partir de Valladolid como principal centro de producción, la importancia de esta ciudad se potencia con el traslado a ella de la Corte con Felipe III entre 1601 y 1606. De esta escuela el principal autor y el que marca cuales van sus características en este momento y en posteriores es Gregorio Fernández. Crea un estilo basado en el sentido dramático y expresivo, con un gran naturalismo y un profundo estudio anatómico de los cuerpos; característico de él son también los pliegos muy marcados con ritmos triangulares formando ángulos muy profundos que generan un gran contraste de luces y sombras; este tipo de pliegues genera un movimiento contenido que potencia además la expresión de los rostros y de las manos. En 1605 ya está instalado en Valladolid, comenzando su periodo más productivo y creativo. Crea I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 3 una serie de tipos escultóricos de gran éxito, como el de Cristo Yacente (del que hay varios ejemplares como el del Museo de Escultura de Valladolid, el del Pardo, el del Convento de la Encarnación de Madrid...) todos presenta un perfecto y proporcionado estudio de la anatomía, destacando el realismo en la representación de un cuerpo sin vida con gran dramatismo y sentimiento; la inclinación de la cabeza, la utilización de ojos de cristal, la boca y los ojos entreabiertos, el vientre hundido... culminan el aspecto trágico de la imagen. En el tema de la Piedad, intenta expresar la soledad de la Virgen ante la muerte de su hijo, contrastando el tratamiento pesado del cuerpo de Cristo y el gesto dramático de la Virgen; emplea una composición triangular asimétrica. Otros tipos escultóricos con los que tuvo gran éxito fue el de Cristo atado a la columna, en donde el empleo de un columna baja obliga a inclinar el cuerpo de Cristo, mostrándose así al espectador la espalda cubierta de las llagas de los azotes. Hace también grupos escultóricos destinados a ser pasos procesionales, como el del Descendimiento o la Flagelación. Dentro de los retablos diseñados y realizados por Gregorio Fernández los más destacables es el de las Huelgas Reales de Valladolid y el de la catedral de Plasencia. ANDALUCÍA. Frente a la dureza y dramatismo de la escultura de Gregorio Fernández, la escuela andaluza emplea una mayor elegancia en los modelos, un gusto por el equilibro y la contención de los sentimientos, la serenidad expresiva, la tendencia por anatomías más clasicistas y más delicadas. Si en Castilla el uso de los dorados y estofados había sido menor para aumentar la expresividad de las figuras, en Andalucía se mantiene vigente durante mucho más tiempo. Se pude hacer un seguimiento de la escultura atendiendo a la producción de los principales focos 1-. Granada. Destaca la figura de Pablo de Rojas, que se centra en los nuevos modelos iconográficos del barroco español, revalorizando las imágenes de devoción, con un cierto regusto manierista aun. Junto a este el otro escultor destacable es Andrés de Ocampo, con un técnica más austera tendente a una mayor sobriedad, posteriormente se traslada a Sevilla. I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 4 2-. Sevilla. Es la ciudad donde se crea una escuela más numerosa que atiende los importantes encargos de las cofradías, de los conventos y de la catedral. De todos ellos sin duda alguna el autor más destacado y que condiciona al resto de escultores, es Juan Martínez Montañés (1568-1649), formado inicialmente en el manierismo, su estilo se caracteriza por la serenidad, el equilibrio y el gusto por la belleza, siempre basado en un cierto clasicismo, con expresiones más serena y la carencia de gestos dramático en los rostros y en las manos. Su taller fue uno de los más conocidos, con un gran producción que no limita a cristos, inmaculadas, sino también retablos, imágenes de urna, estando documentada incluso la salida de alguna de sus obras hacia las Indias. Una de sus obras más emblemáticas es el Cristo de la Clemencia, o de los Cálices, de 1603; se trata de una figura de perfecto y a la vez realista trabajo anatómico, muy proporcionado, con cierto tendencia a la estilización, elimina todo rastro de dramatismo y muerte, como la sangre de las llagas; lo representa vivo, con la cabeza ligeramente inclinada, con una mirada de paz y sosiego; el único rasgo turbador son los pies, forzadamente cruzados empleando cuatro clavos. En la imagen de la Inmaculada nos presenta a un Virgen idealizada con la vista baja, las manos juntas y el manto recogido el regazo, manteniendo la técnica del estofado en la decoración de las vestimentas. Un buen ejemplo lo constituye la Inmaculada de la capilla de los Alabastros, conocida como “la Cieguita”, contratada en el año 1628, se tata de una talla muy equilibrada, con un ligero contraposto, marcado por los pliegues del manto, alargados y suaves. Esta tendencia hacia la idealización y la belleza se percibe en otras tallas como las que realiza para el retablo de Santiponce, de 1609, de donde destaca además de los paneles de relieves centrales, la talla de S. Jerónimo, cuyo modelo es el de Torrigiano I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 5 2-. PLENO BARROCO. A partir de la segunda mitad del siglo XVII, comienzan a llegar a España influencias más directas del barroco italiano a través de viajes e intercambio de grabados y de libros, desarrollándose un nuevo periodo que durará hasta el final del reinado de Carlos II. El estilo se caracterizará por la tendencia a un mayor naturalismo y complejidad conceptual, junto con la herencia de los dos grandes maestros del periodo anterior, Gregorio Fernández y Montañés En Castilla y en todo el norte no se logra superar la obra de Gregorio Fernández y todos los artistas son deudores de su obras pero sin llegar a resultados de mayor calidad, la mayoría de los numerosos tallistas que nos encontramos fueron discípulos de este. Entre los puntos de mayor producción está Madrid, convertida ya en sede definitiva de la Corte, la actividad está enfocada al embellecimiento de la capital de la monarquía a través de los encargos de la corona, y también satisfacer la demanda de obras que las distintas órdenes religiosas encargan para sus nuevos conventos de la capital. Se abren nuevas plazas y jardines, mandándose realizar obras para su ornato, como las realizadas por Manuel Pereira o por Pietri Tacca, como la escultura ecuestre de Felipe IV. En Andalucía la actividad vuelve a centrarse en los talleres granadinos y sevillanos. Alonso Cano, nacido en 1601, es el autor fundamental en Granada en estos años, no sólo como escultor, sino también como pintor y arquitecto, su obra mantiene un fuerte carácter expresivo, incluso violento e impulsivo, junto con la creación de tipos que tienden al idealismo a la belleza, siguiendo el modelo de su maestro Montañés. Suelen ser figuras de pequeño tamaño, generalmente con composiciones ovales, con cierto recuerdo manierista, cabeza pequeña e inclinada hacia un lado, el manto caído y recogido a los pies. Figuras llenas de idealismo, elegancia y expresiones tristes o melancólicas. De entre sus obras podemos destacar la Virgen de la Oliva, de la iglesia de Santa María de Lebrija; la pequeña Inmaculada que hace en 1656 para el facistol del coro de la catedral de Granada es posiblemente la obra que más fama le ha dado, se trata de una Virgen casi niña, de composición oval, recogida, un modelo que también emplea en su obra pictórica. I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 6 Pedro de Mena (1628-1688), hijo del también escultor Pedro de Mena en cuyo taller se formó, pasando también por el de Alonso Cano; de este último toma la elegancia en las composiciones y la perfección del modelado, pero aporta un mayor realismo y emoción religiosa, con gesticulaciones algo teatrales alejándose así de la serenidad de su maestro. Se preocupa mucho más por las figuras en éxtasis místico y la expresión de una profunda religiosidad. Hace las sillerías de coro de las catedrales de Málaga y de Granada, aunque sus obras más características son las imágenes de santos y personajes sagrados, como el San Francisco de Asís de la catedral de Toledo de 1663, o la espectacular Magdalena penitente de 1664, en la que se percibe la influencia de la escuela castellana heredera de Gregorio Fernández: la figura juvenil se consume a si misma de pena y angustia; sujeta el crucifijo con la mano izquierda y la derecha la leva al corazón en un gesto dramático, el modelado de la manos es sumamente elegante y contrasta con el tosco sayal que ciñe con una cuerda de esparto; la composición es sumamente sencilla y nos obliga a concentrar la mirada en el rostro sufriente y doloroso, un efecto que se potencia con la sobriedad de la policromía. También son muy típicas de Pedro de Mena las imágenes de las dolorosas, talladas sólo el busto, llenas de ese sentimiento místico, con las manos entrecruzadas, lágrimas de cristal... toda una serie de recursos que aumentan su patetismo, al igual que en los bustos del Ecce Homo. En Sevilla el discípulo más importate de Montañés más importante es Juan de Mesa (1583-1627), realiza fundamental esculturas y tallas individuales para las cofradías; en todas manifiesta la herencia de su maestro, sobre todo en las composiciones y las tipologías humanas, aunque el equilibrio anterior se transforma en movimiento barroco, patetismo expresivo y crispación. Destacan especialmente los cristos, de perfecto estudio anatómico, con gestos exagerados, agitación, movimiento, grandes paños de pureza, que sujeta con con un gran nudo y cuerdas, como el Cristo de la Buena Muerte de 1620, o la imagen de vestir del Cristo de Gran Poder . Otro discípulo sevillano de Montañés es Pedro Roldán (1624-1699) , fue un artista muy prolífico, no sólo como realizador de grandes retablos como el del Hospital de la Caridad de Sevilla, sino también como tallador de obras exentas. I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 7 3-. LA ESCULTURA DEL SIGLO XVIII. El cambio de siglo no trajo ninguna ruptura en el ambiente escultórico, al comienzo del siglo los talleres continúan con su producción siguiendo las pautas anteriores; aunque esto no es obstáculo para que una vez instalada en el trono la nueva dinastía, ésta traiga a España escultores extranjeros que traen consigo las novedades del barroco final europeo y se abran las primeras academias de bellas artes que impondrán progresivamente su gusto clasicista. En general se asiste a una progresiva difusión del gusto italianizante, la fuerte inclinación hacia lo pintoresco y la exaltación del movimiento teatral, con predominio de recursos berlinescos (paños flotantes, columnas salomónicas, columnas “enguinaldadas”...) En Andalucía los cambios en los focos artísticos son mínimos, manteniendo Granada y Sevilla si predominio. En esta última lógicamente la herencia de Alonso Cano y Pedro de Mena es muy fuerte, como se percibe en la actividad del taller familiar de los Moro, de éstos el más destacable es Pedro de Mora, autor de numerosas imágenes de aspecto dramático y toques místicos (dolorosas, ecce homos...) En Sevilla tenemos la obra de Luisa Roldán, “la Roldana”, una de las pocas mujeres artistas que tenemos a lo largo de toda la Historia del Arte, formada en el taller de su padre Pedro Roldán , su estilo es representante de este barroco final, realismo, expresividad sentimental, movimiento y gesticulaciones; trabaja también en Cádiz y en Madrid, donde llegó a ser la escultora de cámara de Carlos II ; además de las obras en madera, realiza también obras en barro policromado de pequeñas dimensiones para la devoción particular en pequeñas capillas. También en los temas se aparta ligeramente de la tradición, tratando el tema de Jesús niño, temas infantiles de la vida de la Virgen. El gran foco de este barroco final es Murcia, en donde la figura de Francisco Salzillo (1707-1783) es la más importante de este periodo y la única que aporta elementos nuevos a la escultura. Se forma en el taller de su padre, el italiano Nicolas Salzillo. Creó un taller de imágenes devocionales, muchas de ellas de vestir, y de pasos procesionales de Semana Santa, todo muy vinculado al estilo rococó que comenzaba a llegar a España. Son formas elegantes y reales a un tiempo, demostrando un perfecto conocimiento de la anatomía, con un aire elegante y casi decorativo, pero sin perder el dramatismo propio del tema. De estos pasos de Semana Santa los más importantes son el Prendimiento o la Oración en el Huerto. Además de esta escultura, desarrolla temas novedosos de la tradición popular napolitana como el del Belén, con multitud de figuras que representan no sólo el tema religioso, sino también escenas costumbristas. I.E.S. VALLE DEL AMBROZ, HISTORIA DEL ARTE, SEGUNDO BACHILLERATO MANUEL TORRES ZAPATA 8 La actividad escultórica de la Corte se halla por completo desligada de la tradición imagenera del barroco español, aquí nos encontramos abundancia de escultura profana y decorativa en función de la serie de parques y jardines adornados con fuentes y monumentos. Otro punto a destacar es la creación de las academias de artes, especialmente la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando creada en 1752, que general un gusto clasicista, formal, vinculado al Neoclasicismo que esta empezando a desarrollarse en Francia y Gran Bretaña, representante de esta tendencia es Juan Salvador Carmona, que trabaja en Salamanca, Madrid y Extremadura.