Los espacios y elementos naturales a través de los ojos de

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Los espacios y elementos naturales a través de los ojos de una inmigrante
Nadia Der-Ohannesian
Facultad de Lenguas – UNC.
RESUMEN
En la novela Lucy de Jamaica Kincaid, la protagonista, originaria de una isla caribeña,
narra su experiencia como au pair en los Estados Unidos entre los 18 y los 20 años. En este
trabajo se contrasta la representación de la naturaleza del Caribe y del país huésped a través de la
mirada crítica de la protagonista. Se analiza cómo los factores que definen la identidad de Lucy
como mujer e inmigrante atraviesan esta mirada, y se comparan los valores culturales específicos
de Lucy y de la sociedad huésped con respecto a la relación ser humano-medio ambiente.
Este trabajo propone el análisis de elementos naturales no humanos y paisajes en la novela
Lucy de Jamaica Kincaid a través de los ojos de la protagonista. Su mirada está fuertemente
atravesada por su condición de joven mujer e inmigrante proveniente de una pequeña isla
caribeña, en un una metrópoli estadounidense. A pesar de que la novela no presenta una temática
netamente medioambiental, los lectores podemos inferir una cierta postura en la obra con
respecto a esta cuestión. Es decir, a través de algunas grietas que se abren en la narrativa
podemos apreciar las interrelaciones que Lucy observa y establece con el mundo no humano. Su
postura se encuentra bien diferenciada de los valores de la sociedad que la hospeda, aunque en la
novela estas diferencias no se presentan como dicotomías, tales como espacio urbano/espacio
natural o Caribe/Estados Unidos. Esto se encuentra en perfecta concordancia con las teorías del
feminismo y la ecocrítica, las cuales buscan deconstruir ideas de pares de opuestos. A través de
Lucy se pueden entrever las interrelaciones del mundo humano y el no-humano en toda su
complejidad y no reducidas a dualidades, lo que convierte a la novela en un producto sumamente
orgánico. Por esta razón, se puede interpretar a Lucy desde una postura ecológica en tanto que
[l]a disciplina de la ecología desafía las dicotomías. La ecología no es un estudio del
medioambiente 'externo' al que entramos—un gran exterior al que vamos de paseo. La
ecología es un estudio de interrelaciones, cuyos cimientos son la distinción entre las cosas en
sí mismas y las cosas para nosotros. (Gaard y Murphy, 5-6)
Otro punto de interés para este análisis es que en Lucy se abren espacios de lucha en los
cuales se cuestionan los valores patriarcales de dominación sobre la naturaleza y la mujer. Por
todo lo dicho anteriormente, y a pesar de que Lucy presenta una temática esencialmente
relacionada con la construcción de la identidad, la novela se presta a una interpretación a través
de una lente ecocrítica.
Para brindarle una mayor organización a este trabajo, se realizará en primer lugar el
análisis de elementos naturales no humanos y sus interrelaciones, y luego el análisis del paisaje,
intentando a la vez instancias explicativas.
El primer gran shock de Lucy al llegar a los Estados Unidos es el clima. Como en los
autores románticos, el clima parece estar en estrecha relación con el estado de ánimo, y se
establece así muchas veces una analogía entre el mundo exterior y el mundo interior de la voz
narrativa. La primera mañana que Lucy despierta en el nuevo país está soleada, lo que la hace
extrañar menos su hogar, y por esto decide usar un vestido liviano. Sin embargo, éste no era el
sol al que ella estaba acostumbrada, “sino un sol amarillo pálido, que parecía débil por el
esfuerzo que hacía al tratar de brillar” (Kincaid, 5). Podemos observar cómo su conocimiento del
mundo que le permite establecer pequeñas leyes aparentemente lógicas tales como “sol brilla, el
aire está cálido” ( Kincaid, 5) es puesto en cuestión por esta nueva realidad: el sol brilla, pero
hace frío. Así, el clima funciona como una alegoría de su nueva vida en el exilio: las cosas que
ella da por sentadas deberán ser reevaluadas constantemente en nuevos contextos.
En estrecha relación con el clima, se consideran a continuación las estaciones, especialmente la
primavera. Lucy, quien proviene de una región con clima cálido todo el año, desconoce la
primavera. Mariah, la madre de la familia que la hospeda, está al tanto de esta situación y trata de
transmitir a Lucy un sentimiento de ansiosa espera por la llegada de esta estación. Mariah recalca
lo bello de las flores, especialmente de los narcisos, los cuales recibirán en tratamiento particular
más adelante en este trabajo, ya que Lucy no los asocia positivamente. Mariah además planea
con mucho entusiasmo un viaje a la casa del lago, así como también otras actividades. En
palabras de Lucy:
...Mariah comenzaba siempre con la frase: “cuando llegue la primavera”, y la seguían tantos
planes que yo no podía entender cómo una pequeña primavera podía contenerlos a todos.
Decía que íbamos a salir de la ciudad para ir a su casa en uno de los Grandes Lagos, la casa
en la cual solía pasar los veranos cuando era niña. Íbamos a visitar unos hermosos parques.
Íbamos a ir al zoológico—algo lindo para hacer en primavera; a los chicos les iba a encantar.
Íbamos a hacer un picnic en el parque apenas llegara el primer día cálido. Una caminata por
la tarde para sentir el airecito de la primavera—eso era una cosa que tenía muchas ganas de
hacer conmigo para mostrarme la magia del cielo primaveral. (Kincaid, 19)
Esta enumeración es sumamente significativa, ya que contribuye a que la situación que se
describe a continuación sea profundamente anticlimática: “El día de la primavera vino una
tormenta de nieve, y nevó más ese día de lo que había nevado en todo el invierno.” (Kincaid, 1920) Más allá de ser presentado de en un tono de humor, Lucy manifiesta que no llega a
comprender cómo Mariah puede percibir esta situación como una traición a nivel personal ya
que el tiempo no cumplió con sus expectativas. La llegada efectiva de la primavera no ha
coincidido con la fecha calendaria, que después de todo no es otra cosa que una convención de
los seres humanos en su intento por organizar el tiempo. Se podría observar que lo opuesto se
aplica a Lucy; es decir, ella no se coloca en una posición central respecto de los fenómenos
climáticos, por lo que no los toma de manera personal sino que los acepta y convive con ellos en
una suerte de heterarquía. Mariah, en cambio, en su esfuerzo por entender y dominar, parece
reducir los fenómenos a lo humano, a lo que le es familiar, someter lo impredecible a una
jerarquía del orden natural en la cual el hombre se encuentra en la cima y al cual todo se
encuentra supeditado.
Finalmente, la llegada efectiva de la primavera hace que la nieve se derrita y cambie el
paisaje urbano: “Todo lo que parecía tan frágil en el frío del invierno—las veredas, los edificios,
los árboles y hasta la gente—ahora parecía tener las costuras flojas” (Kincaid, 23). Vemos cómo
el paisaje pierde rigidez, pero cambia a una sensación no menos desagradable. Lo mismo se
produce en el ánimo de Lucy, y ella lo manifiesta explícitamente.
Ahora podía mirar hacia atrás, hacia el invierno. Era mi pasado, digamos, mi primer
pasado verdadero—un pasado que era mío y sobre el cual yo tenía la última palabra.
Acababa de atravesar un periodo triste y frío, y no estoy hablando del clima. Acababa de
atravesar este periodo y cuando el clima cambió de frío a cálido, no me llevó consigo. Algo
se instaló dentro mí, algo duro y pesado (...) Pensé Esto debe ser la vida, esto debe ser el
comienzo de ese periodo al cual la gente se refiere cuando dice “hace mucho, cuando era
joven.” (Kincaid, 23-24).
Lucy ha pasado sus primeros tres meses lejos de su hogar. Ha cambiado y ha perdido, por así
decirlo, su inocencia. La tristeza que ahora siente es el precio que ha de pagar por adquirir
experiencia. Las estaciones además han contribuido a la idea del ciclo, lo que parece explicar
mejor los momentos de la vida de Lucy que la linealidad.
En relación con los cambios de estación, los narcisos, a los que se hizo referencia
anteriormente, son muy significativos por cuanto representan para Lucy y para Mariah cosas
totalmente distintas: para Mariah son la epítome de la belleza, lo que la hace sentirse viva; Para
Lucy, en cambio están asociados con la memoria del pasado colonial. Cuando Lucy todavía era
una niña, había tenido que aprender de memoria el poema “Los narcisos” (“The Daffodils”,
también conocido como “I Wandered Lonely as a Cloud”) de William Wordsworth para recitarlo
en público, y a pesar de los cumplidos que recibió, secretamente había odiado la experiencia, ya
de pequeña mostrando cierta rebeldía y ofreciendo alguna forma de lucha contra el poder
imperial. Recordemos que durante el período colonial, Gran Bretaña se valió de la literatura
como propaganda en las colonias. La literatura fue una herramienta fundamental para transmitir
la ideología del imperio, y a su vez para silenciar todo intento de tomar la voz por parte de las
colonias, ya que los textos que podían ingresar en el canon eran sólo aquellos producidos en la
metrópoli. Mariah le muestra al llegar la primavera un jardín con narcisos esperando que Lucy
los encuentre tan maravillosos como ella. Lucy los odia y siente que quiere cortarlos desde la
base, no porque sean narcisos, sino por lo que representan. Vale la pena transcribir las palabras
de Lucy:
Le dije “Mariah, ¿te das cuenta que a los diez años tuve que aprender de memoria un
largo poema sobre unas flores que no vería en la vida real hasta los diecinueve años?”
Tan pronto como dije esto, me dio pena haber colocado sus queridos narcisos en una escena
que ella nunca había considerado, una escena de conquistados y conquistadores; una escena
de brutos enmascarados como ángeles y de ángeles representados como brutos. (...) No era
culpa de Mariah. No era culpa mía. Pero nada podía cambiar el hecho de que donde ella veía
flores hermosas yo veía pena y amargura. Podíamos llorar por lo mismo, pero nuestras
lágrimas no tenían el mismo gusto. (Kincaid, 30)
Los narcisos son interpretados como símbolos absolutamente distintos por las dos mujeres
y Lucy hace hincapié en la imposibilidad de hacer la misma interpretación de este elemento de la
naturaleza ya que no comparten la memoria del colonizado. Lucy produce un quiebre en la
lectura monológica de una ciudadana de la metrópoli, filtra en algo que parecía sólido una
mirada y una voz otra, y así pone de manifiesto las tensiones de las relaciones entre los países
hegemónicos y los de las márgenes.
Para analizar los paisajes y cómo son representados en la novela, resulta de utilidad la
categoría de cronotopo propuesta por Bakhtín y retomada por Michael J. McDowell en “The
Bakhtinian Road to Ecological Insight.” (Glotfelty y Fromm, 371-391). Este término destaca la
inseparabilidad y la interconexión entre tiempo y lugar en la narrativa. En Lucy se aprecia cómo
los espacios son también su historia y, en este ejemplo, se presenta su temporalidad en términos
de paisaje marítimo:
Ya no estaba en una zona tropical, y la conciencia de esto ahora entraba en mi vida como
una corriente de agua dividiendo tierras que antes eran secas y sólidas, creando dos orillas,
de las cuales una era mi pasado—tan familiar y predecible que sólo pensar en la infelicidad
de entonces me hacía feliz ahora—la otra, mi futuro, un vacío gris, un paisaje marítimo
lluvioso y sin un bote a la vista. Ya no estaba en una zona tropical, y tenía frío por dentro y
por fuera. Era la primera vez que sentía una cosa así. (Kincaid, 5-6)
Lucy se ha habituado a su nueva rutina y se siente profundamente infeliz. Ve en la
geografía el reflejo de su estado de ánimo y de su historia: “Miré un mapa. Un océano se
interponía entre mí y el lugar de donde vine pero ¿hubiera sido diferente si en vez de un océano
hubiera existido sólo una tacita de agua? No podía volver.” (Kincaid, 9-10) Por medio del mar,
simultáneamente denotativo y connotativo, nuevamente Lucy habla de la distancia entre su
pasado y su presente. La imposibilidad del regreso hace referencia no sólo a un regreso físico,
sino también a uno temporal, es decir, una vuelta a la inocencia.
Además de poseer una visión holística, la cual, por ejemplo, no disocia el paisaje de la
temporalidad, Lucy tiene una perspectiva ecológica, por cuanto devela en sus comentarios las
interrelaciones de las voces humanas y no humanas en el medioambiente. (MacDowell en
Glotflety, 372) Lucy se sorprende de que Mariah y algunos de sus amigos se entristezcan por la
destrucción de los espacios verdes que solían frecuentar cuando eran niños. El progreso ha
cambiado los paisajes de los Grandes Lagos y Mariah siente nostalgia por un pasado tal vez
idealizado. Su hija, quien ya tiene la edad en la que se confronta a los padres, le pregunta a
Mariah “¿Y qué había aquí antes de que construyeran esta casa?” (Kincaid, 72), algo que Lucy
siempre había querido preguntar, pero no lo había hecho por no lastimar a Mariah, quien no es
capaz de ver las consecuencias de la actividad humana en el medio. La muchacha entiende que
las actitudes de Mariah no nacen de la hipocresía, sino de una profunda incapacidad para
entender relaciones causales más profundas debido a “sus cómodas circunstancias” (Kincaid,
72). Con las mejores intenciones, Mariah funda una organización para proteger estos espacios y
sus especies. Lucy señala que “Como [Mariah], todos los miembros de esta organización tenían
mucho dinero pero no establecían ninguna conexión entre sus comodidades y la degradación del
mundo delante de sus ojos” (Kincaid, 72). De este modo, Lucy manifiesta su crítica a los grupos
ambientalistas o similares que se ocupan de los problemas ecológicos a un nivel superficial, sin
intentar comprender las verdaderas relaciones causales entre los hechos. La muchacha, a pesar de
no querer manifestarlo verbalmente para no herir los sentimientos de Mariah, sí parece ver
claramente la interconexión de los fenómenos y expresa que
... no podía decirle [a Mariah] que si todas las cosas que quería salvar en el mundo se
salvaran, tal vez perdería todas sus comodidades y su situación se volvería muy ajustada; no
podía pedirle que analizara detenidamente las conversaciones diarias de su marido son su
corredor de bolsa a ver si había alguna relación entre esto y cómo las cosas desaparecían
delante de sus ojos. (Kincaid, 73)
La forma en que Lucy percibe la realidad nos ilustra con claridad el breve y a la vez rico
concepto de ecología como “la ciencia de las relaciones” (MacDowell en Glotflety, 372).
A continuación se propone el análisis de otro elemento, el bosque, y particularmente cómo
la actitud de Lucy respecto del mismo cambia de aprehensión a admiración. Durante el verano
que pasa con la familia que la emplea en su casa de veraneo, todas las mañanas Lucy debe
atravesar un bosque con los niños para ir al lago. Al comienzo se queja de los insectos, y de que
está oscuro y húmedo de principio a fin del trayecto. Además le produce temor, ya que sin
quererlo imagina que hay cosas o personas acechando.
Imaginaba que había alguien o algo donde no había nada. Esto me recordaba mi hogar. Me
recordaba que yo venía de un lugar donde no había cosas “reales”, porque a menudo, lo que
parecía una cosa terminaba siendo otra totalmente diferente. (Kincaid, 55)
Este temor es representado en las primeras líneas como algo inmediato y casi infantil, pero
luego se vuelve más ambiguo, y Lucy establece una relación con el Caribe, en lo que parece no
sólo una referencia al exuberante y sobrecogedor paisaje, sino también a las relaciones históricas,
sociales y políticas de la región en el ámbito internacional e interno.
Lucy conoce muchas historias transmitidas oralmente sobre caminar por “los lugares
donde viven los árboles y ninguna tenía un final feliz” (Kincaid, 55). Sin ir más lejos, una de las
historias es la de cómo su madre fue herida por un mono que parecía obsesionado con ella. Sin
embargo, por medio de la rutina de estas caminatas hacia el lago, poco a poco Lucy no pierde
sino que se acostumbra al temor y comienza a percibir una cierta belleza en el bosque. De este
modo enriquece “su mundo en expansión” (Kincaid, 55) y experimenta un crecimiento a nivel
espiritual y en su relación con el mundo natural a través del conocimiento.
Para recapitular, la ecocrítica se opone a posturas tradicionales por medio de dos
estrategias básicas. Una es la subversión del status quo aceptado como verdad eterna e
inmutables. La otra es
más sutil y más radical. Se trata de cuestionar los conceptos mismos sobre los cuales se
basan las viejas jerarquías. Naturaleza y cultura, locura y razón, hecho y ficción, humano y
animal, el self y el otro, científico y no-científico, civilizado y primitivo, hasta macho y
hembra, bien y mal—cuando se examinan cuidadosamente todas estas oposiciones, se
revelan como artificiales, parciales, simplistas, y entonces son de alguna manera
reestructuradas. (Campbell en Glotfelty, 128)
Ambas estrategias se encuentran en esta breve pero rica novela y los ejemplos
anteriormente analizados dan cuenta de ello.
Para concluir, podemos afirmar que los temas secundarios propuestos en la novela Lucy,
objetos de análisis de este trabajo, no son simples rellenos de la historia, sino que tienen algunos
efectos. Éstos son la contribución a desmantelar el orden antropocéntrico y androcéntrico por
medio, por ejemplo, del reconocimiento de la complejidad de los fenómenos y la puesta en
evidencia del simplismo de las concepciones de los ciudadanos de la metrópoli, así como
también la relectura de textos lingüísticos y culturales por parte de una mujer extranjera—lo que
es en sí mismo un claro caso de subversión de las jerarquías tradicionales y da lugar a la
incorporación de otras voces.
Bibliografía
Gaard Greta & Patrick D. Murphy (eds.) “Introduction” en Ecofeminist Literary Criticism.
Theory, Interpretation, Pedagogy. Urbana and Chicago: University of Illinois Press,
1998.
Glotfelty, Cheryll and Harold Fromm (eds). The Ecocriticism Reader. Landmarks in Literature.
Athens and London: The University of Georgia Press, 1996.
Kincaid, Jamaica. Lucy. New York: Farrar, Straus and Giroux, 2002.
Wordsworth, William. “I Wandered Lonely as a Cloud”.
http://en.wikipedia.org/wiki/I_Wandered_Lonely_as_a_Cloud. Fecha de acceso: 21 de
julio de 2008.
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