discurso del presidente del gobierno, don josé luis rodríguez

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MC.DEL/16/07
29 November 2007
Original: SPANISH
DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, DON JOSÉ LUIS
RODRÍGUEZ ZAPATERO, EN LA INAUGURACIÓN DEL CONSEJO
MINISTERIAL DE LA ORGANIZACIÓN PARA LA SEGURIDAD Y LA
COOPERACIÓN EN EUROPA (OSCE)
Madrid, 29 de noviembre de 2007
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Señores Ministros, señores Jefes de Delegación, señor Secretario General,
representantes de instituciones de la Organización para la Seguridad y la
Cooperación en Europa, señoras y señores,
Es un gran honor y una enorme satisfacción recibirles en la capital de España
para inaugurar el XV Consejo Ministerial de la Organización para la Seguridad y
la Cooperación en Europa. Espero que se sientan gratamente acogidos en
Madrid, una ciudad con una larga historia de compromiso con la libertad, una
ciudad en la que confluyen personas de todos los rincones de España y también
de todos los continentes, orígenes, razas, lenguas y culturas del mundo; una
ciudad, pues, cosmopolita y abierta al entendimiento, y una ciudad que ya
albergó entre 1981 y 1983 la segunda reunión de la Conferencia para la
Seguridad y la Cooperación en Europa, antecedente de la OSCE.
Hoy, como entonces, todos los que nos congregamos en torno a estas siglas nos
apoyamos en la fuerza transformadora de la palabra y en la voluntad activa de
consenso. Son éstos los elementos insustituibles para afrontar una realidad tan
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compleja como la que hoy vivimos; una realidad que, para que constituya
ocasión de bienestar, seguridad y progreso, exige un horizonte colectivo que sólo
alcanzaremos si seguimos la senda del multilateralismo eficaz, la concertación y
el respeto estricto a la legalidad internacional.
Éstos son, justamente, los principios rectores de la política exterior de España.
Ellos informan coherentemente nuestras prioridades nacionales: Naciones
Unidas, Europa, solidaridad, cooperación y también la singular relación con
Iberoamérica y con nuestros vecinos del Mediterráneo. Ellos, en fin, esos
principios, han inspirado durante el presente año la acción de la Presidencia
española en el ejercicio de la OSCE.
Desde el convencimiento de que la paz y la seguridad internacionales son
objetivos realizables, estamos convocados a incrementar la coherencia y la
eficacia del sistema internacional. A este afán, y bajo el liderazgo global de
Naciones Unidas, se suma la OSCE, como recoge el Acuerdo Regional al
amparo del Capítulo VIII de su Carta fundacional.
La fuerza del Derecho Internacional, el avance de las libertades, la igualdad y la
profundización en la solidaridad y en la sostenibilidad son algunos de los
desafíos, y también de las oportunidades, que subyacen en el fortalecimiento y
actualización del sistema de relaciones internacionales al que sirve la OSCE y al
que contribuimos los 56 Estados participantes y los socios de cooperación.
Señoras y señores,
España ha aportado a la Presidencia de la OSCE la vitalidad de la sociedad
española y el ejemplo de la profunda progresión social, económica y cultural que
la democracia española ha sido capaz de generar en muy pocos años por su
compromiso con las libertades, con la igualdad y la cohesión social, y con un
proyecto de convivencia en paz y libertad. Éste y no otro ha sido el éxito de
España a lo largo de las tres últimas décadas.
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Sobre estas bases, la Presidencia española ha favorecido un nuevo enfoque para
aproximarse a las tres grandes dimensiones que estructuran los objetivos de la
organización. Su interrelación ha sido un medio para abarcar la complejidad de
nuestros desafíos de cooperación en materia de seguridad, desarrollo sostenible y
convivencia.
La OSCE nos ha aunado durante años en el esfuerzo por la construcción de una
Europa en paz consigo misma. La diversidad existente entre nosotros y la propia
metodología de acción de este foro no son obstáculos para avanzar en la
colaboración, ya sea en los Balcanes, en la resolución de los conflictos
congelados, en el afianzamiento de las cotas de seguridad del espacio OSCE o en
el fortalecimiento legal de la Organización.
En este sentido, es necesario que recompongamos el consenso sobre el Tratado
de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, piedra angular de la paz, la
estabilidad y nuestra seguridad.
Juntos podemos también hacer frente a las nuevas amenazas de nuestro mundo y
vencer el terrorismo, sinrazón de la violencia, del que ningún país y ningún
ciudadano están a salvo. España tiene en este campo una dolorosa experiencia,
pero también ofrece al mundo el ejemplo de una esperanza confiada en la derrota
final de quienes, a través del terror, quieren imponerse a todas sus propias
obsesiones. Si hemos padecido como pocos pueblos el ataque terrorista en sus
más variadas formas y sus más dispares autores, también hemos sabido acreditar
la fuerza del Estado de Derecho al juzgar a los culpables.
Esta Organización está llamada a colaborar más estrechamente para frenar sus
embates que dejan tras de sí un rastro dramático de dolor y sufrimiento.
Queremos que la OSCE sea ambiciosa en materia de lucha contra el terrorismo y
apoyamos el firme compromiso de todos los Estados participantes en esta lucha,
así como su mayor atención y reconocimiento a las víctimas. La convocatoria de
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la I Conferencia sobre Víctimas de Terrorismo auspiciada por la OSCE este año
ha sido decisiva para avanzar en este campo.
Asimismo, España tiene en alta estima la labor de la OSCE en el análisis de
vínculos entre migración y seguridad, sus esfuerzos contra las redes de
delincuencia y trata de personas, así como su asociación a los trabajos de la
Organización Internacional para las Migraciones. En esta materia España
favorece el avance de una política basada en los principios de legalidad,
integración y lucha contra las mafias que trafican con personas.
Hemos sido un país de emigración hasta hace poco más de dos décadas y hoy
somos un país receptor de inmigrantes. Es un dato que nos marca como sociedad.
Nuestra experiencia y sensibilidad a la hora de regular los flujos migratorios y
los retos demográficos han contribuido a acuerdos entre la Unión Europea y el
Magreb y el África Subshariana. Por la misma razón, España ha impulsado el
diseño de una política integral de inmigración en la Unión Europea y en la región
euromediterránea, que involucra a países de origen, tránsito y destino e incide en
sus causas y efectos a través de medidas de cooperación al desarrollo,
integración y seguridad.
Quiero también destacar la relevancia del debate suscitado en el seno de la
OSCE en torno a la relación entre seguridad y medio ambiente. Es un debate que
la Presidencia española ha potenciado, porque se adecua con un concepto de
seguridad global que integra y conecta todas sus dimensiones.
La reunión del Panel Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático,
celebrada hace dos semanas en Valencia, nos alerta de la envergadura de estos
procesos desencadenados por la acción del hombre, que pueden y deben ser
mitigados con urgencia.
Mi Gobierno está comprometido con el desarrollo sostenible, la preservación del
equilibrio ecológico y la adopción de medidas para frenar los efectos del cambio
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climático, medidas que constituyen también una oportunidad para una nueva
generación de actividad económica y para nuevos yacimientos de empleo.
Pero soy consciente de que el fenómeno del cambio climático, aunque no excusa
las acciones emprendidas por Estados aislados, exige para su tratamiento eficaz
una acción concertada de toda la Comunidad Internacional. De ahí que de este
reto derive una inevitable redefinición de contenidos y enfoques de las relaciones
internacionales en el siglo XXI.
La Presidencia española ha prestado una especial atención a la preservación de
suelos y a su descontaminación, así como a la gestión sostenible del agua como
recurso necesario para la vida y derecho universal. Mi país atesora una gran
tradición en el manejo del agua y está hoy a la vanguardia en su investigación e
innovación.
España quiere compartir ese patrimonio y sensibilizar a la Comunidad
Internacional sobre el uso y sostenibilidad de los recursos hídricos. En este
contexto se inscribe la Organización de la Exposición Internacional de Zaragoza
2008 sobre el Agua y el Desarrollo Sostenible, en la que participarán más de un
centenar de países, organizaciones multilaterales y la sociedad civil.
Señoras y señores,
La historia de la OSCE y la de la moderna España van de la mano. Nuestra
transición democrática coincide con la renegociación y firma del Acta final de
Helsinki, cuyo decálogo de principios sigue aún vigentes y es la columna
vertebral de la Organización. Al asumir la Presidencia hemos aportado nuestra
experiencia democrática para robustecer el acervo de la OSCE, con el objetivo
de reafirmar su carácter genuino como foro de diálogo permanente.
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Aquí, en esta Organización, debatimos propuestas para afrontar los desafíos de
nuestro tiempo desde el respeto a las sensibilidades, pensamientos y tradiciones
diversas, para converger en una comunidad de valores en construcción.
Las Conferencias sobre Antisemitismo de Bucarest y la de Intolerancia y
Discriminación hacia los Musulmanes, celebrada en Córdoba, han servido para
profundizar en la dimensión humana de la OSCE y para adoptar medidas contra
las expresiones excluyentes o xenófobas en los espacios públicos convencionales
y tecnológicos.
Como nos señala Juan Goytisolo, el diálogo intercultural se ha convertido en la
razón de ser nuestra civilización y es una garantía para la convivencia global. A
este fin va dirigida la Alianza de Civilizaciones que propuse en la Asamblea
General de Naciones Unidas en septiembre de 2004; una iniciativa apadrinada
desde entonces por Turquía y España, que hoy ya es patrimonio de Naciones
Unidas y que en enero próximo celebrará en Madrid su primer foro de la
Alianza.
A través de ella aspiramos a gestionar la diversidad y a reforzar la seguridad
global, mediante el respeto mutuo y el entendimiento entre culturas. La OSCE
puede contribuir de manera significativa y valiosa a esta iniciativa a través de su
dimensión humana.
Señoras y señores,
La OSCE nos ofrece una herramienta de incuestionable valor para la
construcción de un espacio euroasiático de paz y prosperidad compartidas; un
espacio de diálogo y cooperación multilateral que, proyectado hacia el Atlántico,
nos permite hacer frente juntos a los grandes desafíos del siglo XXI. Nuestro
espacio geopolítico está cambiando y con él debe también evolucionar nuestra
organización.
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Por ello, España asumió el compromiso, el reto, de la Presidencia que ahora
concluye y seguirá apoyando de manera activa la imprescindible tarea de la
OSCE.
Del diálogo político constructivo emerge el consenso y de ahí la importancia de
esta Reunión Ministerial de la OSCE, que es el escenario de interlocución
política de los Estados participantes y de los socios de cooperación, así como el
espacio para compartir las inquietudes y anhelos de nuestras sociedades civiles.
Esta Conferencia Ministerial debe trazar la dirección del camino por el que
transitamos juntos y marcará el ritmo de nuestros avances.
Desde que la Conferencia Ministerial de la OSCE de Madrid sea todo un éxito,
porque será el triunfo de todos y de cada uno de los Estados participantes, al
tiempo que facilitará el trabajo de la próxima Presidencia finlandesa, a la que
brindo la colaboración de España y le auguro prometedores avances.
Estoy convencido de que todos ustedes encontrarán en su tarea la voz armónica
del consenso, voz necesaria para afrontar con mayor certidumbre el futuro
común y para colmar nuestras esperanzas, y estoy convencido de que Madrid,
que España, es un buen lugar para dialogar, para entenderse y para mirar hacia
un futuro compartido.
Muchas gracias.
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