TODOS TENÍAN RAZÓN, PERO TAMBIÉN ESTABAN EQUIVOCADOS o de cómo se construyó la Teoría de la Tectónica Global... y se construyen todas las teorías científicas. José Sellés-Martínez, Departamento de Geología, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. INTRODUCCIÓN Cuántas veces nos hemos hecho, o hemos escuchado a otros, hacer preguntas como las siguientes: ¿Por qué hay fósiles marinos en las montañas? ¿Por qué están deformadas las capas de roca? ¿Cómo se forman las montañas? Desde que hace algunos centenares de años el hombre comenzó a tener plena conciencia de que la superficie de la Tierra no era una forma estática sobre la cual esporádicamente podían ocurrir erupciones volcánicas o producirse terremotos, sino que era algo dinámico que cambiaba a lo largo de periodos de tiempo cuya dimensión él no alcanzaba a precisar y a percibir que dicha superficie estaba influenciada por procesos cuyo origen y mecanismos de acción él aún no podía determinar, comenzó a formularse preguntas como las anteriores, las que se sumaron a la curiosidad o interés, ya existente desde tiempos muy remotos, por encontrar metales preciosos o yacimientos de minerales o canteras de mármoles lujosos. En el último siglo tuvo lugar una de los avances científicos más importantes de la historia del hombre, las ideas acerca de la estructura de la Tierra y de su dinámica se sucedieron casi en tropel, hasta configurar la Teoría de la Tectónica Global. Esta teoría es el marco en el cual se encuadran hoy todas las explicaciones e interpretaciones de los fenómenos geológicos que se producen en la superficie y el interior de nuestro planeta y surge como una síntesis en la cual se engloban concepciones más parciales como la Teoría de la Deriva Continental, la Teoría de la Expansión de los Suelos Oceánicos y la propuesta del Ciclo de Wilson y su máximo éxito ha sido encontrar explicación dentro de un marco coherente a numerosas observaciones y datos que no podían ser explicados por ninguna de las otras teorías (como sería el caso de la inclinación de las denominadas Zonas de WadatiBenioff, que muestran la distribución de los hipocentros de los terremotos). La Teoría de la Tectónica Global explica que la superficie externa de la Tierra, la litosfera se encuentra fragmentada en placas que se mueven unas con respecto a las otras. Como consecuencia de este movimiento las placas pueden separarse, deslizarse una junto a otra o chocar. Las montañas pueden originarse en los bordes de colisión de dichas placas, por formación de pilares y fosas en las zonas de extensión de las placas, o como resultado de los fenómenos eruptivos, por construcción de grandes edificios volcánicos. Como consecuencia de la apertura y cierre de los océanos, los sedimentos marinos son acumulados, deformados y finalmente elevados en las cadenas montañosas. ¿No se encuentran aquí las respuestas buscadas al iniciar el capítulo? LAS PRINCIPALES HIPÓTESIS GEOTECTÓNICAS Encontramos en el párrafo anterior respuestas sencillas. Sin embargo, estas respuestas no fueron fáciles de construir ni de demostrar. Para referirnos al proceso histórico que hizo posible el desarrollo de esta Teoría que nos resulta de tanta utilidad, utilizaremos como guía la discusión que hace quien fuera quizá el último de los opositores a la existencia de movimientos horizontales en la superficie terrestre. Este hombre, en su momento el geólogo más poderosos en la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, se llamaba V.V. Belousov (1907-1990) y en su libro PROBLEMAS BÁSICOS DE GEOTECTÓNICA, escrito en 1954 (publicado en castellano en 1971) dedica un capítulo a la discusión de las principales hipótesis geotectónicas en el que analiza la evolución de las ideas acerca de la formación de las estructuras que afectan a la corteza terrestre. La presentación de Belousov se completará con algunos datos e ilustraciones provenientes del libro PRINCIPIOS DE GEODINÁMICA (Scheidegger, 1968), autor que discute también las causas de la orogenia pero con mayor objetividad y, contrariamente a Belousov, concede a la Teoría de la Deriva de los Continentes la prerrogativa de ser la que mejor explica los rasgos observados y los datos geofísicos de que se dispone. HIPÓTESIS DE LA CONTRACCIÓN DE LA CORTEZA TERRESTRE Esta hipótesis fue desarrollada y sostenida por diversos autores y fue la más popular a fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Es la hipótesis tradicional que compara la esfera terrestre con una manzana o naranja que se contrae al deshidratarse y cuya superficie exterior se arruga como consecuencia de ello. La hipótesis supone que la parte exterior de la Tierra se enfrió más rápidamente que el interior y se volvió más rígida. Como el interior continúa enfriándose, la superficie externa debe contraerse al tener que acomodarse a un interior que reduce su volumen permanentemente. HIPÓTESIS DE LA ISOSTASIA Esta hipótesis fue desarrollada por diversos autores que presentaron modelos diferentes que explicaban la presencia de montañas sobre la superficie terrestre, mereciendo citarse entre ellos a Pratt (1855), Airy (1855) y Dutton (1892). En estos casos se intentaban explicar ciertos llamativos resultados obtenidos en la medición del campo gravitatorio terrestre en la cercanía de los macizos montañosos y de allí surgieron dos modelos principales. Uno de ellos señalaba la posibilidad de que, al igual que la porción de la quilla de un barco que se hunde en el agua es proporcional al peso del barco, las montañas presentaban raíces que se hundían en el sustrato de la superficie, siendo dichas raíces más profundas cuánto más altas eran las montañas. El otro modelo consideraba que lo que debía existir era una profundidad más o menos uniforme a la cual desaparecían las raíces de todas las montañas, independientemente de su altura, superficie llamada "de compensación isostática”. Es importante señalar que, aún cuando los modelos reseñados no explican el origen de las montañas, si describen acertadamente las situaciones que se encuentran en diferentes contextos geológicos. Las montañas, como los témpanos, pueden tener raíces, y en el marco de la Teoría de la Tectónica Global esto se corresponde con el engrosamiento de la corteza terrestre asociado al desarrollo de zonas orogénicas (de formación de montañas). Como consecuencia del requerimiento de que el equilibrio isostático entre la cantidad de material por encima y por debajo "de la línea de flotación" debe mantenerse, a medida que la erosión elimina material rocoso de las montañas, sus raíces ascienden y con el paso del tiempo, de las antiguas orogenias no quedan más vestigios que las rocas de sus raíces aflorando en la superficie terrestre, pero sin más huellas de elevaciones en la superficie ni engrosamiento de la corteza. HIPÓTESIS DE LA PULSACIÓN Con el propósito de explicar la aparente ciclicidad o recurrencia periódica de los movimientos verticales en la corteza terrestre (movimientos que daban origen a las cuencas donde se acumulaban los sedimentos y luego las deformaban y elevaban como cadenas montañosas), algunos científicos trataron de establecer la posibilidad de que la Tierra se comportara como un sistema pulsante, con períodos de expansión (que por similitud con los latidos del corazón se denominaban períodos de diástole) y períodos de contracción (o de sístole). Entre los autores que desarrollaron esta teoría cita Belousov a Bucher (1933 y 1939), a Usov (1940) y a Obruchev (1936 y 1940), acerca del cual dice -mezclando desacertadamente ideología política y ciencia- que "...después de una detallada crítica, Obruchev formuló su versión de la hipótesis de la pulsación, la cual creyó que estaba más de acuerdo con los principios del materialismo dialéctico". Esta hipótesis de la contracción y dilatación rítmicas suponía que sobre toda la superficie terrestre deberían producirse movimientos de formación de cuencas sedimentarias o de cadenas montañosas en forma sincrónica y las evidencias geológicas estaban muy lejos de poder demostrar esto, sino que apuntaban a lo contrario, por lo que la misma no alcanzó gran popularidad. HIPÓTESIS DE LOS CICLOS RADIACTIVOS Esta hipótesis, desarrollada por Joly (1925 y 1929) intenta explicar el origen de los cambios de volumen del planeta en función de que las masas continentales actúan como escudos al escape de calor, el cual se acumula en el subsuelo y la capa basáltica. Como consecuencia de ello, los continentes por encima de esa capa se hunden y se resquebrajan. Las masas continentales se desplazan entonces sobre la capa fundida y como consecuencia de ello, al desplazarse el continente que actuaba de escudo al escape del calor, la capa previamente fundida comienza a enfriarse y se produce el calentamiento del material por debajo de la nueva posición del continente. La situación se repite permanentemente mientras los materiales radiactivos en el interior puedan generar calor durante el proceso de su desintegración. El cambio de densidad de la capa basáltica por fusión hace que los continentes que flotan sobre ella se hundan y vuelvan a elevarse cuando el basalto se enfría, explicando de este modo los movimientos verticales que se infieren en diferentes momentos del registro geológico y que se expresan como avances y retrocesos de los antiguos mares. Es interesante señalar que, a pesar de su inviabilidad (por razones cuya discusión escapa a las posibilidades de este trabajo), esta hipótesis toma en cuenta la diferente composición de las rocas que forman los continentes (más ricas en granitos) y los océanos (basálticas) y sus propiedades y que postula el desplazamiento de las masas continentales sobre capas de basalto fundido. Atribuye el movimiento horizontal de los continentes a la fuerza de las mareas provocadas por acción luni-solar sobre la Tierra. HIPÓTESIS DE HOLMES Este autor desarrolló su contribución entre los años 1927 y 1931 intentando encontrar mecanismos que le permitieran explicar los movimientos horizontales de los continentes y su interpretación se basa fundamentalmente en la recién expuesta hipótesis de los ciclos radiactivos. HIPÓTESIS DE LA DERIVA CONTINENTAL Si bien Belousov se refiere en su libro a la obra de Wegener (1880-1930) publicada en 1924 por ser está la que mayor difusión tuvo en la comunidad internacional, Alfred Wegener publicó por primera vez sus ideas acerca de los movimientos horizontales de la corteza terrestre en el año 1912. Dice Belousov a propósito de las ideas de Wegener: "El fallo de estas hipótesis geotectónicas, en especial la de la teoría de la contracción, trajo principalmente en el período 1910-1930, una invasión de varias hipótesis, la mayoría de las cuales han de considerarse como de fantasía y no tienen nada que hacer con la ciencia. Esto ocurre con las hipótesis que sugieren la deriva horizontal de los continentes, entre ellas la hipótesis de Wegener, que fue en otro tiempo famosa. Es una fuente de profundo asombro que una tal hipótesis -basada como está sobre un enfoque abiertamente formalista de los mayores problemas y sobre un desacuerdo total y consistente de los datos básicos geotectónicos y, como se estableció ya, no explicando nada de lo que tenía que explicarse en primer lugarno fuese sólo seriamente estudiada en la literatura científica, sino que alcanzase un éxito considerable y atrajese alguna de las autoridades más importantes a las filas de sus seguidores. Estos hombres fueron evidentemente hipnotizados por la osadía de las ideas de Wegener y por su brillante estilo literario.” Digamos aquí que, contrariamente a la voluntad de Belousov, la hipótesis de la Deriva Continental, si bien fuertemente modificada en cuanto a los mecanismos que explican los movimientos horizontales de los continentes y las fuerzas que posibilitan los desplazamiento (puntos en los cuales la propuesta original de Wegener fracasó rotundamente), se ha convertido desde principios de la segunda mitad del siglo XX en la hipótesis aceptada por la generalidad de la comunidad geológica y geofísica. HIPÓTESIS DE LAS CORRIENTES DE CONVECCIÓN En la búsqueda por explicar fuerzas capaces de mover verticalmente los continentes se desarrollaron diferentes variantes que postulaban el desarrollo de células convectivas en el interior terrestre, cuyo motor era la diferencia de temperatura (y en consecuencia la diferencia de densidad) de las rocas a diferentes profundidades. Entre los autores que se ocuparon de estos aspectos puede citarse a Ampferer (1906), Grigs (1939), Vening-Meinez (1952), Kraus (1951), Urey (1953) La formación de las células convectivas se produciría por la circulación del material caliente (menos denso) hacia la superficie y el enfriamiento posterior y hundimiento del material frío (más denso) en el interior. Las masas continentales eran tomadas por esas corrientes convectivas y elevadas en el tope de las ramas ascendentes de la célula o deprimidas en su hemiciclo descendente. Incluso se propuso que la formación de las montañas se producía por la compresión de las masas continentales en la zona de convergencia de las celdas convectivas (Vening-Meinez, 1950). Veremos luego que una sutil adaptación de este modelo permitió un fuerte avance en la explicación de los movimientos horizontales de las placas corticales. Es interesante señalar que Belousov critica prejuiciosamente estas hipótesis señalando que las mismas no han sido desarrolladas por geólogos sino por geofísicos y que por lo tanto no explican de forma adecuada ciertos rasgos geológicos, cuando en realidad sólo no lo hacen en la forma que él considera acertada... HIPÓTESIS DEL PLEGAMIENTO POR GRAVEDAD "Esta hipótesis fue el comienzo del desarrollo de las ideas generales que son ahora el alma de la geotectónica" dice Belousov de las ideas desarrolladas por Haarman (1930) y que el comparte en sus aspectos más generales. La idea principal en la propuesta es la existencia de movimientos verticales inducidos por desplazamientos de la parte líquida de la capa siálica contenida debajo de los continentes. La pendiente resultante del levantamiento de algunas partes y el hundimiento de otras sería suficiente para producir la desestabilización y desplazamiento de los sedimentos acumulados. HIPÓTESIS DE LA UNDACIÓN Van Bemmelen (1933 y 1955) desarrolla más extensamente la hipótesis anterior, señalando la posibilidad de cambios en la composición mineralógica en una capa intermedia entre las capas siálica y simática (ricas en minerales livianos y pesados respectivamente) como consecuencia de los cuales se producían los levantamientos y hundimientos de la superficie y el plegamiento por deslizamiento en los flancos. A pesar de que Belousov señala que las evidencias a favor de estas dos últimas hipótesis han sido confirmadas por la observación, la verdad es que no existía ya en ese tiempo ninguna evidencia de la existencia de capas totalmente fundidas en la base de los continentes. HIPÓTESIS DE TETYAYEV Los trabajos de M.M. Tetyayev fueron publicados en 1934 y 1931 y según Belousov "a pesar de sus muchos y obvios defectos fue un hecho de máxima importancia para la geotectónica". Ello se debería al enfoque integrador de estructuras y procesos que el autor intentó dar a su obra, pero que en rasgos generales se inscribiría entre aquellas que intentan explicar las estructuras geológicas en función exclusiva de movimientos verticales. HIPÓTESIS DEL ASTENOLITO Los autores de la hipótesis del astenolito (B. y R. Willis, 1941), hicieron énfasis en la desigual distribución de los elementos radiactivos en el subsuelo para explicar el origen de la energía capaz de formar montañas. En aquellos lugares donde se encontraban en mayor concentración, la producción de calor era suficiente para fundir el material rocoso y generar un cuerpo de material fundido que denominaron "astenolito", el que se desplazaba por diferencia de densidad hacia la superficie provocando los procesos de deformación como consecuencia de los propios cambios de volumen al ir enfriándose. HIPÓTESIS DE LA RADIOMIGRACIÓN Esta hipótesis cierra el conjunto de las descripciones que realiza Belousov y constituye la exposición de sus propias ideas, basadas en algunas de las hipótesis previas y defiende a ultranza la exclusividad de los movimientos verticales como generadores de las grandes estructuras orogénicas. Señala que la concentración de materiales radiactivos en las capas de composición más granítica es un hecho que ha ido desarrollándose a medida que transcurría la historia geológica y tuvo lugar a partir de un material original indiferenciado. Esta distribución desigual conduce a una igualmente desigual distribución del material radiactivo (presente en mayor cantidad en los granitos que en los basaltos) y es la fuente de energía que posibilita los movimientos verticales de la corteza. Finaliza aquí el desarrollo que hace Belousov de las ideas más importantes acerca de los fenómenos que afectan a la corteza terrestre, mostrando su preferencia por una hipótesis que hoy a caído completamente en el olvido y poniendo de relieve la naturaleza humana de los científicos y lo difícil que es a veces para los mismos separar sus convicciones políticas y sus prejuicios de sus investigaciones. ¿CÓMO SE CONSTRUYE EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO? Los párrafos anteriores nos han permitido seguir más o menos rigurosamente el proceso de desarrollo de las ideas de los científicos acerca del origen de las montañas en los últimos 150 años. Como habrá podido observarse ninguno de ellos logró enunciar una teoría completa y perfecta y muchos de ellos, aún cuando hicieron aportes importantes, también cometieron errores de apreciación y de interpretación. La causa de ello no debe buscarse en la falta de capacidad de esos científicos, sino en las limitaciones del conocimiento acerca de la estructura de la Tierra en general y de corteza terrestre en particular, así como de la composición y de las propiedades mecánicas de las rocas que se encontraban en el interior de la Tierra. Vale la pena citar aquí un corto párrafo de Séneca, quién sabiamente nos recuerda: "...las opiniones de los antiguos son sólo esbozos sin acabar. Se andaba entonces errante alrededor de la verdad. Todo era nuevo para quienes partían a tientas; después todo se ha vuelto a pulir y a afinar, pero sin embargo hay que concederles a ellos el mérito de lo que se descubrió. Se necesitó mucha valentía para forzar los arcanos de la naturaleza, contemplar el interior de las cosas sin limitarse a verlas desde afuera y para penetrar en el secreto de los dioses. Es haber contribuido en gran medida al descubrimiento de la verdad el haber tenido la esperanza de alcanzarla. Hay que escuchar pues con indulgencia a nuestros predecesores. Por grandes que sean los progresos todos los años que han de venir seguirán descubriendo". Dejemos esa hermosa frase que dice "Es haber contribuido en gran medida al descubrimiento de la verdad el haber tenido la esperanza de alcanzarla" zumbando en nuestros oídos y repasemos entonces la historia para ver algo más de sus actores y tratar de identificar al personaje principal de la misma. A lo largo del desarrollo del capítulo anterior hemos mencionado numerosos nombres (Holmes, Airy, el mismo Belousov entre otros). ¿Quién entre ellos es el personaje principal de esta historia?. Ninguno. Tampoco lo es, como podría parecer a primera vista, Alfred Wegener. Ni siquiera lo es la Teoría de la Tectónica Global. El personaje principal es algo completamente abstracto. El personaje es: La construcción del conocimiento científico. El personaje de nuestra historia es esa verdad de que nos acaba de hablar Séneca y el problema es la propia inconciencia de la dimensión de nuestra ignorancia, que en muchas ocasiones nos lleva a sobrevalorar nuestras opiniones. Vale la pena hacer aquí tres pequeñas digresiones. La primera de ellas es para señalar que si bien ignorar es un problema en si mismo, el caso tiene algunas sutilizas. Existe en principio la ignorancia por si misma, se ignora completamente cuando ni siquiera se tiene conciencia de la falta del conocimiento. Por otra parte, cuántas veces hemos escuchado discusiones en las cuales la propuesta de uno de los interlocutores es fácilmente demolida con solo la fuerza de unos pocos datos ciertos. En este caso la ignorancia de la propia ignorancia ha sido la debilidad del proponente que, demasiado confiado en lo que sí sabía, construyó su teoría sin suficiente información, ignorando que ignoraba una parte del tema. En otros casos, sin embargo, la ignorancia es de un tipo diferente, se sabe que hay información faltante y necesaria, pero el acceso a la misma es imposible, y toda definición con respecto a la teoría debe posponerse hasta tanto no se cuente con dicha información. Sintetizando podemos decir ¡Qué problema es ignorar!, diferenciando tres problemas diferentes cuya influencia en la formación y aceptación de una hipótesis es también diferente: El problema de ignorar El problema de ignorar que se ignora El problema de ignorar qué se ignora La segunda digresión se corresponde con la usual frase con que se condena a nuestros adversarios científicos: "la incontrastable prueba de los hechos". ¿Cuál es el valor de "la incontrastable prueba de los hechos" a lo largo de la historia de la Ciencia? Sistemáticamente incurrimos en el error de considerar "hechos" a la interpretación que hacemos de los datos y observaciones. Así por ejemplo la presencia de fósiles semejantes en lugares separados por grandes océanos permitió explicar "por la fuerza de los hechos" la existencia de puentes que unían los continentes y que periódicamente se levantaban y hundían en el fondo marino. Esa misma "fuerza de los hechos" podía interpretarse como que los mismos organismos podían surgir espontáneamente en diferentes lugares de la Tierra. La tercera y última digresión corresponde también al uso abusivo de la expresión "es evidente". ¿Qué quiere decir “es evidente” en el contexto de una interpretación científica? No puede querer decir más que "a la luz de los datos de que se dispone la interpretación que proponemos es la más plausible". Sin embargo, según hemos visto un par de párrafos más arriba, los datos de que se dispone pueden no ser para nada suficientes y podemos ignorar incluso la naturaleza de los datos que nos están faltando y que destruirán nuestra hipótesis en el futuro. Quizá una mayor proporción de humildad sería fundamental para no cometer el error de, en la vehemencia de la discusión, olvidar la verdadera dimensión de nuestra ignorancia y sobrevaloran la de nuestro saber. DESDE WEGENER A HOY Volvamos ahora a la discusión acerca de la historia de la construcción de la Teoría de la Tectónica Global. En la época en que Wegener desarrolla su hipótesis, ya eran pasado dos Charles fundamentales: Charles Lyell (1797-1875) que había revolucionado toda la geología del siglo XIX con su obra "Elementos de Geología" y Charles Darwin (1809-1892), quién había ya sentado las bases del pensamiento evolutivo. Se habían producido cambios importantes en los paradigmas científicos con respecto al Tiempo geológico, al que se reconocía ya una duración estimable en millones de años (y al que se había subdivido en función de la evolución observada en el registro fósil) y también en la Estructura interna de la Tierra, que se sabía formada por una capa externa de densidad diferente a la del interior y que podía subdividirse en dos elementos diferentes, una capa más densa continua en toda su superficie y otra discontinua, más liviana, que parecía flotar sobre la anterior y que formaba los continentes. La primera capa recibía el nombre de SIMA, por suponérsela rica en silicatos de magnesio, y la segunda, que formaba los continentes, se denominaba SIAL, por ser más rica en silicatos de aluminio, menos densos que los de magnesio. A partir de la observación de numerosos rasgos geográficos y geológicos (que por otra parte ya habían sido enunciados previamente en tiempos tan tempranos como 1858 por A. Snider Pellegrini, aunque parece ser él desconocía esta versión previa de su hipótesis), Wegener lanza su teoría y busca no sólo pruebas geológicas para la misma, sino que intenta encontrar los mecanismos que expliquen el desplazamiento horizontal de los continentes. Lamentablemente para él y para el progreso de las ideas en Geología, no encuentra respuestas adecuadas pero si encuentra adversarios formidables. Sobre todo en los Estados Unidos (vale la pena tener en cuenta al respecto que Wegener es alemán y estamos en tiempos de la Primera Guerra Mundial). Los geofísicos, encabezados por H. Jeffreys, destruyen una tras otra sus propuestas. Entre las cuestiones que Wegener no pudo resolver merecen destacarse: - ¿Cuál es el origen y cuál la magnitud de las fuerzas involucradas en el desplazamiento horizontal? Ya que según su modelo los continentes se desplazaban sobre la capa basáltica. - ¿Cómo se explican las cordilleras a sotavento de los continentes? El desplazamiento propuesto por Wegener sólo explicaba las cordilleras que se formaban sobre el frente de barlovento. Por otro lado ¿porqué se formaban sólo en el bloque continental y no se producía deformación en el bloque oceánico sobre el que se movía el continente? - ¿Cómo se explican las orogenias antiguas? Tampoco había modo de explicar fácilmente la existencia de antiguas cadenas montañosas, casi totalmente destruidas por la erosión, que aparecían en las partes centrales de los continentes. Quedaba entonces la opción de abandonar la Teoría de la Deriva de los continentes, partido que tomaron muchos científicos, pero ¿Qué hacer entonces con las evidencias que habían llevado a la postulación de la Teoría? Recordemos que estas evidencias, desarrolladas in extenso por el mismo Wegener, eran: • Configuración geométrica de los bordes continentales • • • Concordancia de la geología en los márgenes continentales enfrentados al hacer el encastre Simultaneidad de eventos paleoclimáticos en lugares situados en muy diferentes latitudes Similitudes en el registro fósil en diversos continentes muy alejados entre sí. Sin embargo muchos científicos, quizá en una actitud decididamente romántica, tomaron una decisión diferente: ¡Seguir creyendo en ellas! Entre quienes siguieron creyendo en ellas pueden citarse varios nombres y ya hemos mencionado anteriormente a A. Holmes, pero corresponde recordar ahora a un hombre que no sólo siguió creyendo en ellas sino que se ocupó de reforzarlas y de encontrar otras nuevas. Este hombre era un geólogo sudafricano llamado A. Du Toit (1878-1948) quién propuso que la Pangea vislumbrada por Wegener eran en realidad dos masas continentales diferentes Laurasia y Gondwana, separadas por el mar de Thetis. Pero la discusión acerca de la posibilidad o no de la deriva hubiera continuado indefinidamente si no se hubieran producido importantes avances en distintas disciplinas de las Ciencias de la Tierra, las que aportaron nuevos datos y dieron pie al desarrollo de nuevas hipótesis acerca de los mecanismos y procesos que posibilitarían el desplazamiento horizontal de los continentes. Estos avances son posibles sobre todo a partir del importante avance en las técnicas de medición y registro de datos geofísicos (sismicidad, gravedad terrestre, magnetismo terrestre) y se producen principalmente en el campo de la estructura del planeta y de las características de los fondos oceánicos. Los resultados de nuevas investigaciones permiten desarrollar nuevas disciplinas científicas como el paleomagnetismo y el magnetismo de rocas que permiten construir lo que podríamos llamar el "broche de oro" al conjunto de ideas movilistas horizontales ya que conducen al reconocimiento de: • • • • El reconocimiento de las reversiones del campo magnético terrestre A la construcción de las Curvas de deriva polar aparente A la identificación de las fajas simétricas en la respuesta magnética de los fondos oceánicos, fajas que tienen su eje de simetría en las dorsales oceánicas A la interpretación de la capa por debajo de los fondos oceánicos y de los continentes como una discontinuidad mecánica que representaría una zona de baja resistencia mecánica, la Astenosfera Una nueva generación de geofísicos norteamericanos se rebelaría ahora contra sus maestros y, a partir de los nuevos datos, encontraría los procesos y mecanismos que permitirían corregir los errores de la propuesta original de Wegener y diseñar una nueva Teoría de la Deriva, esta vez viable. Entre los más destacados autores merecen señalarse por lo menos dos. Uno de ellos un imaginativo Almirante de la Reserva y Profesor en Princeton, el Dr. Harry H. Hess (1906-1969) quién entre 1959 y 1962 propone que los fondos oceánicos se expanden a partir de las dorsales centro-oceánicas y se consumen en las zonas de subducción y el otro un creador incomprendido, J. Tuzo Wilson (1908-1993) a quién, luego de resignar sus ideas y convertirse al "derivismo" cuesta mucho publicar sus primeros trabajos. En 1960 propone la existencia de los “hot spots”, plumas o puntos calientes, que explican la formación de las cadenas de volcanes alineados del cual sólo un extremo es activo. Estas cadenas están presentes en muchos puntos de la Tierra y se originarían por la surgencia de material fundido desde las profundidades del manto. Esto sólo ya hubiera bastado para hacerlo famoso, pero no paró allí, en 1965 desarrolla el concepto de “Falla transformante”, un mecanismo que permite explicar el funcionamiento de las fallas que cortan en numerosos fragmentos las dorsales centro-oceánicas, desplazando su eje, y que se caracterizan por carecer de sismicidad en su parte central. En homenaje a sus aportes a las ideas de formación y destrucción de los fondos oceánicos, en 1974 se propone el nombre de “Ciclo de Wilson” a la secuencia de eventos asociados a la apertura y cierre de un océano. Mucho es lo que se avanzó desde entonces, todo el conocimiento geológico acumulado tuvo que ser revisado y reinterpretado a la luz del nuevo conocimiento. Sin embargo, aún quedan muchos problemas por resolver, aún cuando la Teoría de la Tectónica Global no esté ya en discusión. No se sabe aún con certeza qué mueve las placas, ya que es a veces difícil diferenciar causa y efecto, pero parece demostrado que por lo menos en algunos casos es el peso de la placa el que tira de la misma hacia abajo y arrastra al resto. Las características de las celdas de convección, su número, geometría, distribución y persistencia en el tiempo están también en discusión y recién en estos últimos años en los que se ha alcanzado un avance formidable en las posibilidades de registro y análisis de la información sísmica y en el modelado de la estructura del interior terrestre han comenzado a vislumbrarse los primeros resultados más o menos confiables. La existencia misma de la Astenosfera (la capa parcialmente fundida del manto terrestre que, por su baja resistencia mecánica facilitaría el movimiento de las placas sobre la misma se haya ahora en discusión, aunque las visiones menos revolucionarias señalarían que sólo puede hablarse de una falta de continuidad de la misma y no de su ausencia absoluta. Con respecto a las críticas que hacían referencia a la imposibilidad de la hipótesis de Wegener de explicar las orogenias antiguas, existirían evidencias convincentes de que los procesos de convergencia y divergencia de las masas continentales se habrían producido en el pasado, habiéndose desarrollado ya modelos para el Paleozoico e incluso para los tiempos precámbricos. La determinación de las velocidades de desplazamiento de los continentes con respecto a puntos fijos ha permitido establecer con un alto grado de precisión no sólo cuántos centímetros por año se mueven sino también en qué dirección lo hacen. De este modo, la teoría ha pasado a la fase final de prueba ¿logrará predecir la posición de los continentes en el futuro? La respuesta a esta pregunta está sin embargo condicionada por otra de más difícil respuesta ¿estará aún el hombre sobre la superficie de la Tierra en el momento en que esta pregunta tenga una respuesta exacta? SI QUIERES CONOCER IDEAS NUEVAS... LEE LIBROS VIEJOS. Para finalizar, y retomando la ya repetida frase de Séneca “Es haber contribuido en gran medida al descubrimiento de la verdad el haber tenido la esperanza de alcanzarla" y veamos algunos antecedentes a las ideas de Wegener e incluso de A. Snider que no merecen ser calificados como hipótesis científicas, pero que muestran que los antiguos no carecían de capacidad de observación y de inquietudes para interpretar esas observaciones, aunque su imaginación se encontrara maniatada por la falta absoluta de la información necesaria para avanzar aún siquiera un paso más allá de sus expresiones. "Los vestigios de la ruptura aparecen por si mismos si uno toma un mapa del mundo y observa cuidadosamente los contornos de los tres continentes” y “América fue arrancada de Europa y África por terremotos e inundaciones”, dice en 1595, el hombre que disponía de la mayor cantidad y calidad de información geográfica en su época, Abraham Ortelius (1527- 1598), cartógrafo de Felipe II. Ortelius, que moriría dos años después de haber escrito tan prometedoras frases, no habría hecho, sin embargo, ninguna especulación acerca de los mecanismos ni la época en que tal cosa podría haber ocurrido. Los autores de origen inglés, han proclamado siempre con énfasis la preminencia de Francis Bacon quién en 1620 habría sugerido que las formas de ambos continentes coincidían. Otros autores como Lilienthal, Franklin e incluso el sabio alemán A. von Humboldt tampoco fueron indiferentes al tema y también encontraron necesario expresar su opinión, pero ninguno de ellos, hasta la aparición de A. Snider Pellegrini, ya citado anteriormente, propuso ninguna idea que pueda ser comparada con la Teoría de la Deriva de los Continentes y fue Wegener el primero que abordó el tema de modo realmente científico, por lo que sólo a ellos cabe el mérito de ser los pioneros en la construcción de la misma. CONCLUSIONES Digamos que, del análisis de la historia que hemos desarrollado en los párrafos anteriores surge que, para que una idea brillante prospere en la comunidad científica, la misma debe ser enunciada: a. En el momento adecuado, es decir cuando la comunidad (dado el grado de desarrollo del conocimiento) se haya preparada para recibirla, completarla y expandirla, ya que esta es una tarea que nunca es realizada en su totalidad por un solo científico. Muchas propuestas, como la de Wegener, llegan antes de que las pruebas que sustentan la misma puedan ser obtenidas. b. En el lugar adecuado, es decir en un foro abierto a las ideas novedosas y dispuesto a cambiar su propio modo de ver las cosas. Muchas propuestas, como la de Wegener sucumben ante un auditorio hostil. c. En el lenguaje adecuado, es decir en un idioma y de un modo que la mayor parte de los científicos que lideran la investigación en ese momento puedan tomar conocimiento de la nueva propuesta. Muchas propuestas, como las primeras publicaciones de Wegener, son ignoradas por quienes no conocen el idioma de la publicación o no tienen acceso a publicaciones de escasa circulación o de poco reconocimiento científico. d. ¡ ...y tener suerte! Aún tratándose de Ciencia, el factor suerte tampoco puede ser dejado de lado. Podemos agregar ya, para concluir, tres moralejas: Moraleja 1: La Ciencia debe encontrar la explicación de los hechos. Éstos no tienen la obligación de adaptarse a ninguna Teoría. No tiene sentido forzar las interpretaciones y ocultar información contraria a nuestras propuestas, la verdad surgirá finalmente y nos descalificará en muy poco tiempo. Es preferible reconocer que nuestra propuesta ha sido superada por la aparición de nuevos datos que insistir neciamente en sostener algo perimido sólo porque ha sido fruto de nuestro pensamiento. Moraleja 2: Ninguna teoría es más sólida que la información sobre la que se ha construido. Por lo tanto, aún cuando tengamos una idea que nos parece muy buena, debemos reunir las pruebas que la sostengan. Moraleja 3: Todos los científicos, hasta los más brillantes, son deudores del pasado y de sus contemporáneos. Vemos que en realidad, más que en crear hipótesis brillantes, los científicos pasan la mayor parte de su tiempo generando nueva información y seleccionando aquellas ideas que la aparición de esos nuevos datos no convierte en hipótesis obsoletas. La actividad científica cotidiana y aún el desarrollo de nuevas hipótesis son impensables como una tarea individual e inconexa del sistema científico internacional. NUNCA ESTÁ DICHA LA ÚLTIMA PALABRA Este trabajo, elaborado muy a principios del siglo XXI, se vio enriquecido a partir de una serie de nuevos datos a los que pudo acceder el autor en el año 2004, en ocasión de su participación en el Congreso Geológico Mundial realizado ese año en Florencia (Italia) y en un Simposio de Enseñanza de la Geología realizado en Alicante (España). En el primero pudo saber que existía también un antecedente de las ideas de Wegener en Italia. Hoy en día ya se conocen algunos otros antecedentes de científicos que, o bien señalaron la coincidencia entre los contornos de los continentes o incluso propusieron también algún tipo de hipótesis acerca de que los mismos se desplazaban lateralmente en función de diferentes evidencias geológicas. Entre ellos se puede mencionar a Franklin Coxworthy (entre 1848 y 1890), Roberto Mantovani (entre 1889 y 1909), William Henry Pickering (1907) y Frank Bursley Taylor (1908). Sin embargo, es importante destacar que fue Wegener el primero en construir una teoría que más allá de la presentación de las diferentes evidencias, tratará de encontrar las razones y mecanismos por los cuales se producía la deriva. Wegener falló en este aspecto, pero ello no invalida su labor pionera.