U R Í D I C A J C T U A L I D A D A La eutanasia: el derecho a la vida relativizado en razón de la dignidad humana y la autonomía personal Por Nick Ronnie Barbosa Gómez Estudiante de Derecho de la Universidad del Norte. Correo electrónico: [email protected] Resumen El presente artículo se dispone a tratar un tema que ha iniciado gran cantidad de debates, que ha generado discusiones y molestias entre la misma sociedad y entre sus máximos representantes; una materia que fue tratada por la Corte Constitucional hace doce años y de la cual hoy día no existe una regulación legal al respecto, sino la interpretación jurisprudencial de la Corte agregándole una causal de justificación al artículo 106 del Código Penal Colombiano, que regula el homicidio por piedad. Palabras claves: Eutanasia, homicidio por piedad, Corte Constitucional, Código Penal, vida, dignidad humana y autonomía personal. 48 Introducción Derecho a la vida y a la dignidad humana “La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor", así se refirió el célebre filósofo Lucio Anneo Séneca. Dicha frase traduce a lo que para muchos se reduce el tema de la eutanasia: un favor. Ayuda que resulta muy difícil de realizar, a pesar de las incesantes luchas por la despenalización de la eutanasia. En el caso colombiano, la Corte trata de regular la aplicación de la eutanasia, cuando es practicada por el médico tratante de un paciente que sufre de “intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad grave e incurable”, y desea ponerle fin a tal dolor o padecimiento. Y no es para menos si tenemos en cuenta que se están tocando temas que van más allá de la política y la religión; pues, estamos discutiendo una materia que envuelve derechos primordiales. Sobre todo, si vemos que la Corte Constitucional relativiza el derecho más importante entre los llamados fundamentales: el de la vida. A continuación, expondré de manera sucinta distintos puntos sobre el debate alrededor de la eutanasia. El derecho a la vida es inalienable, es decir, un derecho irrenunciable por parte del mismo sujeto titular de él; en consecuencia, vemos la protección constitucional a esta clase de derechos proclamada en el artículo 5 de la Carta Política. En desarrollo de esta protección constitucional a la vida, el Código Penal prevé los “delitos contra la vida” para así evitar que la muerte provenga de conductas delictivas y llegue al ser humano de manera natural o por hechos no atribuibles a otro individuo. La muerte se define como la “ausencia total de actividad en el cerebro y en el resto del sistema nervioso central, el sistema circulatorio y respiratorio, observada y declarada por un médico1”; la muerte es el punto final de la existencia de todo ser vivo, de ahí que la vida sea protegida de manera muy celosa por el Estado, lo cual vemos reflejado en la Constitución2. Por otro lado, íntimamente ligado al de la vida, tenemos el derecho a la dignidad humana, el cual como principio rector de las actuaciones estatales3 es el soporte de muchos derechos fundamentales (honra, intimidad, integridad, entre otros). 1. Océano Mosby, Diccionario de medicina, Barcelona, MMV Editorial Océano, p. 907. 2. Véase en: Artículo 2 (las autoridades de la República están instituidas para proteger la vida), 11 (en su primera parte aludiendo a la inviolabilidad de la vida y en su última parte, aboliendo la pena de muerte), 12 (prohibición de desaparición forzada, torturas, o tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, e incluso 334 (cuando establece que uno de los fines de la intervención estatal en la económica es conseguir el mejoramiento de la calidad de vida). 3. Artículo 1° de la Constitución Política. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general. (Subrayas y negrillas fuera del texto). 49 U R Í D I C A J C T U A L I D A D Qué mejor forma de vincular estos dos principios que como lo hace el Dr. Gómez López: A “La vida es el conjunto de vivencias, proyectos, búsquedas y sentidos que cada uno le da a sus días; y en ese ámbito, cada individuo es dueño de su destino, de signarse un proyecto de vida, tal como él se sueña y se piensa, por eso la vida aparece ligada en esencia al principio de 'dignidad humana', esto es a la facultad que tiene el individuo de existir y proyectar su vida en forma autónoma, conforme a su propio modelo, bajo el entendido de que cada persona es única, irrepetible y que es un ser que se asigna o decide su propio destino4”. Ahora bien, cuando se habla del “derecho a morir dignamente” es cuando entran en colisión estos dos principios fundamentales: unos promulgan por el hecho de “vivir bien”, de una buena forma (con dignidad), y hay otros que parten del presupuesto que la vida es un bien jurídico inviolable, sin importar condiciones. Definición de eutanasia La palabra “eutanasia” proviene del griego εu, “bien”, y θανατος, “muerte”, para significar una “buena muerte”; en otras palabras, la eutanasia es el cese deliberado de la vida de un individuo en orden a prevenir posteriores sufrimientos. La eutanasia puede ser activa o pasiva, la primera ocurre cuando, por acción u omisión, se termina con la vida del paciente para poner fin a sus sufrimientos. La segunda, por su parte y a diferencia de aquella, se refiere a esos casos en que la vida del paciente está condicionada por artefactos médicos, de los cuales se vale el médico para prorrogar la muerte de dicho paciente5. La Corte Constitucional, respecto al homicidio por piedad, ha dicho que “según los elementos que el tipo describe, es la acción de quien obra por la motivación específica de poner fin a los intensos sufrimientos de otro. Doctrinariamente se le ha denominado homicidio pietístico o eutanásico”6. La eutanasia y la religión En pleno siglo XXI, lastimosamente a mi juicio, sigue latente (no con la misma fuerza, pero continúa presente) el poderío de la Iglesia, la influencia de ésta en la sociedad, el impacto y consecuencias que sus declaraciones tienen sobre las personas. El tema de la eutanasia no está exento: la Carta Encíclica del fallecido Papa Juan Pablo II, de la cual se traerán a colación un par de fragmentos, establece: “[...] De acuerdo con el Magisterio de mis Predecesores 81 y en comunión con los Obispos de la Iglesia Católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal.” “Vivir para el Señor significa también reconocer que el sufrimiento, aun siendo en sí mismo un mal y una prueba, puede siempre llegar a ser fuente de bien. Llega a serlo si se vive con amor y por amor, participando, por don gratuito de Dios y por libre decisión personal, en el sufrimiento mismo de Cristo crucificado. De este modo, quien vive su sufrimiento en el Señor se configura más plenamente a Él (cf. Flp 3, 10; 1 P 2, 21) y se asocia más 4. Jesús Orlando Gómez López, Homicidio Eutanásico e Inducción al Suicidio. Bogotá, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 2005, p. 31. 5. Al respecto, la Ley 23 de 1981 sobre la Ética Médica, en su artículo 13 expone: “El médico usará los métodos y medicamentos a su disposición o alcance, mientras subsista la esperanza de aliviar o curar la enfermedad. Cuando exista diagnóstico de muerte cerebral, no es su obligación mantener el funcionamiento de otros órganos o aparatos por medios artificiales.” (Subrayas fuera de texto). 6. Corte Constitucional, Sentencia C-239 de 1997. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz. 50 íntimamente a su obra redentora en favor de la Iglesia y de la humanidad.7” Del aparte subrayado fácilmente concluimos que la Iglesia es partidaria de la posición extrema del don sagrado de la vida. Posición de la Corte Constitucional La Corte Constitucional en Sentencia C-239 de 1997, Magistrado ponente Carlos Gaviria Díaz, aborda el problema jurídico de si el legislador desconoce el artículo 11 de la Constitución al prever una sanción menor para los homicidios causados en razón de la piedad despertada hacia el sujeto pasivo. El artículo 106 del Código Penal establece que “el que matare a otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad grave e incurable, incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3) años”; como vemos, se estableció una pena realmente mayor que la prevista para el homicidio simple y agravado: trece (13) a veinte cinco (25) años, y veinticinco (25) a cuarenta (40) años de prisión, respectivamente. La Corte, en primer lugar, esboza que del artículo 29 de la Constitución se infiere que en nuestro país existe un derecho penal de acto y, en consecuencia, no es dable que se castigue a un individuo sin tener en consideración los aspectos subjetivos que componen su conducta8; de ahí que nuestro Supremo Tribunal Constitucional advierta que “[…] en un Estado Social de Derecho las penas tienen que guardar una razonable proporcionalidad con el grado de culpabilidad del acto, y no sólo con la gravedad material y objetiva de la lesión al bien jurídico […]9.” Entonces, vemos cómo tal diferenciación punitiva se resume al grado de culpabilidad de la conducta y la finalidad con la que se haya adelantado la acción. Por grado de culpabilidad debemos entender que la pena a imponerse siempre debe ir acorde a la exigibilidad, como bien dice el profesor Velásquez V.: “El juzgador no puede formular juicios iguales enfrente a hechos desiguales.10” Por lo tanto, la sanción se debe graduar ya sea para agravar o atenuar, “de tal manera que a su autor se le impone una sanción, mayor o menor, atendiendo a la entidad del juicio de exigibilidad, es decir, la pena debe ser proporcional al grado de culpabilidad11.” Por otro lado, también se debe tener en cuenta la finalidad buscada con el accionar del sujeto agente, respecto a este punto, la Corte Constitucional, citando a Carrara, expresa en su sentencia que: “Si bien el derecho no se lesiona sino con el acto físico, con todo la fórmula usada por nosotros: variedad del derecho lesionado, no es idéntica a esta otra: variedad del actor físico; porque dos actos físicos semejantes pueden estar dirigidos, por cada uno de los agentes, a violar dos derechos distintos, y por la influencia del elemento intencional sobre la esencia del delito, pueden nacer (a pesar de la identidad de actos físicos) diversos delitos, a causa de la diversidad de las intenciones del agente, que dirigió el acto físico a lesionar un derecho más bien que otro.12" De igual forma pasa con los “móviles determinantes de la conducta”, respecto a los cuales nuestra Honorable Corte expone que: “Para graduar la culpabilidad deben tenerse en cuenta los móviles de la conducta, pero sólo cuando el legislador los ha considerado relevantes al describir el 7. Subrayas fuera del texto. 8. “El artículo 29 de la Constitución, en armonía con la definición del carácter político del Estado como Social de Derecho, y del postulado de respeto a la dignidad de la persona humana, consagra el principio de que no hay delito sin conducta, al establecer que "nadie podrá ser juzgado sino conforme a las leyes preexistentes al acto que se le imputa". En estos términos, es evidente que el Constituyente optó por un derecho penal del acto, en oposición a un derecho penal del autor”. (Sentencia C-239 de 1997). 9. Corte Constitucional, Sentencia C-239 de 1997. Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz. 10. Fernando Velásquez Velásquez, Derecho Penal, parte general. Bogotá, Editorial Temis, 1994, p. 612. 11. Corte Constitucional, Sentencia C-239 de 1997. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz. 12. Corte Constitucional, Sentencia C-239 de 1997. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz. 51 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A acto punible. Dichos móviles, que determinan en forma más concreta el tipo, en cuanto no desconozcan las garantías penales ni los demás derechos fundamentales, se ajustan a la Constitución, y su adopción hace parte de la órbita de competencia reservada al legislador.13” Ahora bien, existe otro asunto que se evidencia cuando media el consentimiento del sujeto pasivo, esto es, la víctima del homicidio. La Corte propone, a la luz de los preceptos traídos por la Constitución de 1991, que tal acto no sea sancionado y se basa en el hecho de que la vida es un derecho al cual el titular puede renunciar cuando las circunstancias que rodean a ésta no la hacen digna de vivir; de tal forma que prefiera poner fin a sus sufrimientos sin posibilidades de alivio, en lugar de vivir, como propone la Iglesia (citada anteriormente), sin oportunidad de rehusarse a hacerlo y “vivir su sufrimiento en Dios”. Bien dice la Corte que: “[...] Si el respeto a la dignidad humana, irradia el ordenamiento, es claro que la vida no puede verse simplemente como algo sagrado, hasta el punto de desconocer la situación real en la que se encuentra el individuo y su posición frente al valor de la vida para sí. En palabras de esta Corte: el derecho a la vida no puede reducirse a la mera subsistencia, sino que implica el vivir adecuadamente en condiciones de dignidad […].14” Por último, dada la pericia que se necesita en el sujeto agente, relativa a conocer la situación real y la información suficiente, como dice la Corte, “acerca de su enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico, y cuenta con la capacidad intelectual suficiente para tomar la 52 decisión15”, a los médicos se les exonera, a partir del fallo del Tribunal Constitucional. Conclusión En síntesis, lo que se busca es dejar al arbitrio de la persona afectada la facultad de disponer de su vida, independientemente de la opinión o posición que los demás tengan al respecto, por cuanto es esa persona quien en el día a día sufre sin ánimos de seguir viviendo; es cierto lo que plantea el senador Benedetti cuando dice que: “Si las mayorías son católicas y alguien es católico, finalmente esa persona no se aplica la eutanasia, pero pregúntense ustedes: ¿qué hago yo con las personas que viven en Colombia, en el Estado, que no creen en Dios?16” La eutanasia no es inconstitucional, lo que sí constituye una violación a la Carta Constitucional es coartar la libertad y la autonomía de aquellas personas que, estando conscientes de su estado de salud precario, desean terminar con su vida. Por todo lo anterior, dice la Corte lo siguiente: “[...] La Constitución se inspira en la consideración de la persona como un sujeto moral, capaz de asumir en forma responsable y autónoma las decisiones sobre los asuntos que en primer término a él incumben, debiendo el Estado limitarse a imponerle deberes, en principio, en función de los otros sujetos morales con quienes está avocado a convivir, y por tanto, si la manera en que los individuos ven la muerte refleja sus propias convicciones, ellos no pueden ser forzados a continuar viviendo cuando, por las circunstancias extremas en que se encuentran, no lo estiman deseable ni compatible con su propia dignidad, con el argumento inadmisible de que una mayoría lo juzga un imperativo religioso o moral17”. Más, cuando la misma Corte, en Sentencia C-578 de 1995, establece que: 13. Corte Constitucional., Sentencia C-239 de 1997. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz. 14. Ibíd. 15. Corte Constitucional, Sentencia C-239 de 1997. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz. 16. Notas tomadas del Conversatorio sobre temas de actualidad: Eutanasia, dosis personal y reforma política con el senador Armando Benedetti, ponente del Proyecto de Ley Estatutaria 44 de 2008 por el cual se reglamentan las prácticas de la Eutanasia y la asistencia al suicidio en Colombia, el servicio de cuidados paliativos y se dictan otras disposiciones. Barranquilla: Universidad del Norte, 30 de marzo de 2009. 17. Corte Constitucional, Sentencia C-239 de 1997. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz. “Los derechos fundamentales, no obstante su consagración constitucional y su importancia, no son absolutos y, por tanto, necesariamente deben armonizarse entre sí y con los demás bienes y valores protegidos por la Carta, pues, de lo contrario, ausente esa indispensable relativización, la convivencia social y la vida institucional no serían posibles.” 18 Referencias -Conversatorio sobre temas de actualidad: Eutanasia, dosis personal y reforma política con el senador Armando Benedetti, Barranquilla, Universidad del Norte, 30 de marzo de 2009. -GÓMEZ LÓPEZ, Jesús Orlando, Homicidio eutanásico e Inducción al suicidio. Bogotá, Ediciones Gustavo Ibáñez, 2005. -OCÉANO MOSBY, Diccionario de medicina, Barcelona, MMV Editorial Océano. Sentencias -CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C239 de 1997. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz --------------------------------------, Sentencia C-578 de 1995. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz. Jurisprudencia -Ley 23 de 1981, por la cual se dictan normas en materia de ética médica. -Leyes. Ponencias -VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando, Derecho Penal, parte general. Bogotá, Editorial Temis, 1994. 18.Corte Constitucional, Sentencia C-578 de 1995. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz. 53