DISTINCION PERITO -TESTIGO– TESTIGO PERITO La práctica de la psicología forense es definida por Blackburn (1993) como la provisión de información psicológica con el propósito de facilitar una decisión judicial. Esta definición pragmática, sirve para situarnos dentro de la distinción que se pretende aclarar a instancia de la Coordinadora de Psicología Jurídica del Consejo General de la Psicología de España. En primer lugar la prueba pericial es uno de los medios de prueba que el procedimiento judicial prevé para lograr la convicción del juzgador sobre unos determinados hechos y cómo se incardinan dentro de la normativa legal. Los medios de prueba que prevé la Ley de Enjuiciamiento Civil (Art. 299) son: el interrogatorio de las partes; los documentos públicos y privados; el dictamen de peritos; el reconocimiento judicial; y el interrogatorio de testigos. Se emplea la prueba de peritos cuando, para conocer o apreciar cualquier hecho de influencia en el pleito, sean necesarios conocimientos científicos, artísticos o prácticos (Art. 335 LEC). La regulación legal del dictamen de peritos puede encontrarse en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, artículos 456 a 485 en el caso de asuntos penales; y en la Ley de Enjuiciamiento Civil, artículos 335 al 352 en el caso de procesos civiles, como son los de familia, en los que más suelen participar los profesionales de la Psicología. El perito conoce desde el inicio de su intervención profesional que el objetivo de su trabajo es presentarlo ante un juzgado o tribunal para ayudar a la justicia en la toma de decisiones sobre aspectos de su competencia profesional, y su fidelidad profesional la debe exclusivamente al tribunal, haya sido reclutado a tal fin directamente por el mismo o por los justiciables o su representación legal. Pero no sólo en tal condición puede el/la psicólogo/a ser llamado a la sala de justicia, pues también puede ser reclamado en calidad de testigo de determinados hechos, que ha conocido en virtud de su profesión y por lo tanto ser interrogado como testigo en esa condición. Es el caso del psicólogo o psicóloga que comparece en la sala dentro del interrogatorio de testigos, normalmente por haber mantenido una relación profesional previa con alguno de los justiciables. En este segundo caso, el profesional no debe su fidelidad al tribunal sino al que fuera su cliente, casi con toda certeza dentro de una evaluación o intervención psicológica ajena al debate judicial actual. La distinción entre la intervención clínica y la forense la establecen sus objetivos, el contexto de aplicación y el destinatario final del trabajo del psicólogo. Para abundar en tales peculiaridades puede consultarse el trabajo de Echeburúa, Muñoz y Loinaz (2011). Sin falta de ser llamado a juicio, puede también el juzgado dirigirse al psicólogo pidiendo un documento escrito sobre su intervención dentro de la actividad pública o privada que haya desempeñado con el justiciable. El dilema deontológico está servido en ambas situaciones (testifical o documental), en los términos que son propios del mantenimiento y los límites del secreto profesional. La entrada en vigor de la ley 1/2000, de Enjuiciamiento Civil, aún añade complicación a la distinción establecida anteriormente entre peritos y testigos, pues dentro del epígrafe de los testigos, introduce la figura del Testigo-perito (Art 370 de la LEC) e incluso contempla un trámite para la solución de la mentada situación del deber de secreto profesional (Artículo 371.1 de la LEC): 1. Cuando, por su estado o profesión, el testigo tenga el deber de guardar secreto respecto de hechos por los que se le interrogue, lo manifestará razonadamente y el tribunal, considerando el fundamento de la negativa a declarar, resolverá, mediante providencia, lo que proceda en Derecho. Si el testigo quedare liberado de responder, se hará constar así en el acta. Sobre estas cuestiones existen distintos documentos de origen colegial que pueden ayudar a profundizar en el conocimiento y debate científico y profesional. Por citar solo algunos de los recientes, encontramos la Guía de Buenas Prácticas para la Evaluación Psicológica Forense y la Práctica Pericial de 2014, del Grupo de Trabajo e Investigación de la Sección de Psicología Jurídica y Forense del COP de Catalunya (disponible en http://www.copc.org/Paginas/Ficha.aspx? IdMenu=E5406E2D-6EDB-48D9-8026-30CCB62B7220) o la Guía de Buenas Prácticas para la Elaboración de Informes Psicológicos Periciales sobre Custodia y Régimen de Visitas de Menores elaborada en el año 2009 por el COP de Madrid, (disponible en http://www.copmadrid.org/webcopm/recursos/guia_buenas_practicas_informes_custodia_y_regime n_visitas_julio2009.pdf) o las propias Guías de Actuación en Psicología Forense de la Coordinadora Estatal de Psicología Jurídica Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España (disponible en http://www.cop.es/pdf/GuiasDeActuacionEnPsicologiaForense.pdf). Ramon J. Vilalta Suárez, Coordinador de Psicología Jurídica del Consejo General de la Psicología. REFERENCIAS: Blackburn, R. (1993). The psychology of criminal conduct: Theory, research and practice. John Wiley & Sons. Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya (2014). Guía de Buenas Prácticas para la Evaluación Psicológica Forense y la Práctica Pericial. Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (2009) Guía de Buenas Prácticas para la Elaboración de Informes Psicológicos Periciales sobre Custodia y Régimen de Visitas de Menores. Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España (2007) Guías de Actuación en Psicología Forense. Echeburúa, E., Muñoz , J.M. y Loinaz I. (2011). La evaluación psicológica forense frente a la evaluación clínica: propuestas y retos de futuro. International Journal of Clinical and Health Psychology, 11, 141-159. LEY de ENJUICIAMIENTO CIVIL. LEY de ENJUICIAMIENTO CRIMINAL.