¿Qué Enseña Realmente la Iglesia Católica sobre el Control de la

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¿Qué Enseña
Realmente
la Iglesia Católica
sobre el Control
de la Natalidad?
Los cristianos profesan que Jesús vino a redimirnos y a
enseñarnos la verdad sobre el amor — el amor de Dios hacia
cada uno de nosotros y la forma de amarnos los unos a los
otros.
Jesús nos demostró cuan plenamente el amor compromete
al mismo Dios con cada uno de nosotros durante toda nuestra
vida, cómo Dios ama y aún sigue al pecador para abrazarle de
nuevo en la vida de gracia. “Porque Dios tanto amó al mundo
que entregó a su único Hijo para que todo el que crea en El no
se pierda sino tenga vida eterna” (Jn. 3, 16).
Jesús sacrificó su vida para que pudiéramos compartir la
vida eterna con El, y, en el Evangelio, Jesús nos enseña que
amar no siempre es fácil. El enseña que en el amor matrimonial, el hombre y la mujer están llamados a amarse mutuamente
hasta la muerte. Jesús perturbó fuertemente a sus interlocutores al declarar que divorciarse y volverse a casar constituye
adulterio (Mc. 10, 1-12) y en la Ultima Cena nos dió el nuevo
mandamiento, aquél que para la mayoría de nosotros es el más
difícil: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”
(Jn. 13, 35).
Por otro lado, Jesús prometió no solamente felicidad
eterna a aquéllos que lo sigan por el camino estrecho (Mt. 7, 14).
También prometió una paz y alegría muy especiales a aquéllos
que lo acepten a El y que lo sigan: “Aquél que quiera salvar su
vida, la perderá; aquél que pierda su vida por mí, la encontrará”
(Lc. 9, 24).
En este contexto de la enseñanza plena de Jesús sobre
el discipulado y el amor, los cristianos deben tratar de comprender la verdad sobre el amor conyugal que ha sido enseñada por Jesucristo en, y a través de su Iglesia, a lo largo de la
historia. En este espíritu de fidelidad, por lo tanto, los cristianos
auténticos se deben plantear las preguntas sobre el control de la
natalidad y otros problemas pertinentes.
Este librito hará énfasis en la enseñanza de la Iglesia
católica por dos razones: Primero, los medios de información
pública tienden a identificar la oposición a los medios artificiales de anticoncepción con el catolicismo. Sin embargo, como
veremos más claramente, la enseñanza de la Iglesia Católica
sobre este asunto era compartida por las Iglesias protestantes
hasta hace poco, y muchos protestantes todavía la comparten.
Segundo, debido a la controversia del tema del control de la natalidad, la Iglesia Católica ha promulgado y publicado un buen
número de documentos a los cuales tenemos fácil acceso.
I. La Enseñanza Católica sobre el matrimonio y la regulación de la natalidad.
¿Qué enseña la Iglesia Católica sobre el matrimonio?
● El matrimonio es una relación permamente creada
por Dios, la cual inician el hombre y la mujer en plena
libertad.
“La íntima comunidad de la vida y del amor conyugal,
creada por Dios y sometida a sus leyes, se inaugura con el
contrato matrimonial, es decir, con el consentimiento personal
irrevocable. Así, del acto humano con que los cónyuges mutuamente se entregan y aceptan, surge una institución estable, por
ordenación divina, incluso ante la sociedad” (Gaudium et Spes,
48).1
● El matrimonio es una relación de amor y servicio.
“Por consiguiente, el hombre y la mujer, que, por el
matrimonio ‘ya no son dos, sino una sola carne’(Mt 19,6), con
la íntima unión de personas y de obras se ofrecen mutuamente
ayuda y servicio, experimentando así y logrando más plenamente cada día el sentido de su propia unidad” (GS 48).
● El matrimonio cristiano es un sacramento.
“Por eso los esposos cristianos son robustecidos y como
consagrados para los deberes y dignidad de su estado, por este
sacramento particular” (GS 48).
● Dios creó la relación del matrimonio.
“El mismo Dios es el autor del matrimonio. La vocación
al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y
de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las
numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los
siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes
espirituales” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1603).2
¿Qué enseña la Iglesia Católica sobre la paternidad?
“El matrimonio y el amor conyugal están ordenados, por
su propia naturaleza, hacia la procreación y educación de los
hijos. Los hijos son en realidad el don supremo del matrimonio
y contribuyen substancialmente al bienestar de los padres. El
mismo Dios que dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo’
(Gen. 2, 18) y ‘que hizo al ser humano desde el principio varón y
hembra’ (Mt. 19, 4), quiso compartir con el hombre una cierta y
especial participación en su propia obra creadora. Por eso, Dios
bendijo al varón y a la hembra, y les dijo: ‘Creced y multiplicaos’
(Gen. 1, 28).
“Por lo tanto, aunque no disminuye los otros propósitos
del matrimonio, la verdadera realización del amor conyugal,
y el sentido pleno de la familia que de él se deriva, tienen esta
dirección: que la pareja esté dispuesta con corazones firmes a
cooperar con el amor del Creador y Salvador, quien, a través de
ellos aumentará y enriquecerá su propia familia, día tras día.
“Los padres deben considerar como su misión apropiada
la tarea de transmitir la vida humana y de educar a aquéllos a
quienes se les ha transmitido. Deben estar conscientes que son
por esto cooperadores con el amor de Dios el Creador, y son,
propiamente hablando, los intérpretes de ese amor” (GS 50).
“El amor conyugal tiende a ser naturalmente fecundo. El
niño no viene de afuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es
fruto y cumplimiento” (C 2366).
¿Qué es paternidad responsable?
“El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto,
que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes
para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la
sociedad, en una justa jerarquía de valores.”
“En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan
por tanto libres para proceder arbitrariamente, como si ellos
pudiesen determinar de manera completamente autónoma los
caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta
a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma natu-
raleza del matrimonio y de
sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia” (Humanae
Vitae, 10).3
“La labor de educación para la vida requiere la formación
de los esposos para la procreación responsable. Esta exige,
en su verdadero significado, que los esposos sean dóciles a
la llamada del Señor y actúen como fieles intérpretes de su
designio: esto se realiza abriendo generosamente la familia a
nuevas vidas y, en todo caso, permaneciendo en actitud de apertura y servicio a la vida incluso cuando, por motivos serios y
respetando la ley moral, los esposos optan por evitar temporalmente o a tiempo indeterminado un nuevo nacimiento.”
“La ley moral les obliga de todos modos a encauzar las
tendencias del instinto y de las pasiones y a respetar las leyes
biológicas inscritas en sus personas. Precisamente este respeto,
legitima, al servicio de la responsabilidad en la procreación, el
recurso a los métodos naturales de regulación de la fertilidad”
(Evangelium Vitae, 97).4
¿Enseña la Iglesia que una pareja casada debe tener
todos los hijos que físicamente les sea posible?
No. En las decisiones respecto al tamaño de la familia, la pareja
casada “tomará en cuenta cuidadosamente tanto su propio bien
como el de sus hijos, los ya
nacidos, y aquéllos que se
prevean en el futuro. Los
padres considerarán estos
elementos a la luz de las
condiciones materiales y
espirituales de los tiempos,
y de su propio estado de
vida. Por último, llevarán
a consulta los intereses
del grupo familiar, de la
sociedad temporal, y de la
misma Iglesia” (Gaudium et
Spes, 50).
¿Qué enseña la Iglesia acerca del tamaño ideal de la
familia?
“La Sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia
ven en las familias numerosas como un signo de la bendición
divina y de la generosidad de los padres”
(C 2373).
Sin embargo, la Iglesia no tiene ninguna enseñanza específica acerca del tamaño óptimo de la familia. Por un lado, como
se ha indicado previamente, las parejas pueden (y deben) tomar
muchos factores en consideración. Por otro lado, la perspectiva cristiana nos advierte que no se deben tomar decisiones
basadas en factores puramente materialistas. La vida es un don
para ser compartido, y la pareja cristiana debe ser generosa en
el servicio a la vida según las circunstancias.
Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II nos ha dicho que “las
decisiones acerca del número de niños y de los sacrificios que
ellos requieren, no se deben tomar, con miras solamente a un
mayor confort o mantener una existencia tranquila. En reflexión profunda sobre esta materia, ante Dios, con las gracias
del Sacramento, y guiados por la enseñanza de la Iglesia, los
padres se dirán mutuamente que ciertamente es menos grave el
negar a sus hijos ciertas comodidades o ventajas materiales que
privarlos de la presencia de hermanos o hermanas que puedan
ayudarlos a crecer humanamente y a culminar la belleza de la
vida en todas las edades y en toda su variedad”.5
¿Qué enseña la Iglesia sobre los métodos del control de
la natalidad?
“Por tanto, la índole moral de la razón de obrar, cuando
se trata de armonizar el amor conyugal con una transmisión
responsable de la vida, no depende solamente de la sinceridad
de la intención y de la ponderación de los motivos, sino que
se debe determinar por criterios objetivos, deducidos de la
naturaleza de la persona y de sus actos, que siguen el sentido
integral de la mutua donación y de la humana procreación, en
un contexto de auténtico amor; no se cultiva la virtud de la
castidad conyugal. Por tanto en la regulación de la procreación
no les está permitido a los hijos de la Iglesia, en virtud de estos
principios, seguir unos métodos que el Magisterio, al explicar
la ley divina, no aprueba” (GS 51; vea también
C 2368).
¿Enseña la Iglesia que todos los métodos artificiales de
control de la natalidad son inmorales?
Sí. En la Encíclica Humanae Vitae, el Papa comienza
señalando la primera forma ilícita o artificial de regular la
natalidad: el aborto (n. 14).
Esto también incluye los dispositivos o drogas que pueden
causar abortos tempranos. Estos dispositivos o drogas, incluyen
obviamente la droga abortiva RU-486. También incluye el DIU
(dispositivo intrauterino) y toda forma química para el control
de la natalidad — la Píldora, los implantes, tales como el Norplant® y las inyecciones como la Depo-Provera®. Nadie puede
decir con precisión cuan frecuente estas drogas o dispositivos
del control de la natalidad, actúan de esta manera, pero no hay
duda de que pueden causar un aborto temprano en cualquier
mujer y en cualquier ciclo dado.
Luego añade: “Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización
directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la
mujer” (HV 14). Esta frase condena en conjunto la ligadura de
trompas, la vasectomía y, nuevamente la Píldora anticonceptiva.
El texto del documento continua: “queda además excluida
toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su
realización o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se
proponga, como fin o como medio hacer imposible la procreación” (HV 14). Estas formas artificiales incluyen la Píldora, el
DIU (dispositivo intrauterino), las espumas, los diafragmas, los
condones, la retracción preorgásmica, la masturbación mutua o
solitaria y las prácticas sodomitas.
¿Qué método de regulación es moralmente aceptable?
La Planificación Natural Familiar.
¿Qué es la Planificación Natural de la Familia?
Hay dos clases diferentes de Planificación Natural de la
Familia (PNF). Una es la lactancia ecológica. La otra requiere el
conocimiento de la fertilidad y se llama PNF sistemática.
1. La lactancia ecológica fue diseñada por Dios mismo y
ha estado presente desde el comienzo de la raza humana. La
clave para espaciar a los bebés con la lactancia ecológica es el
estado de unión de la madre y el bebé y el amamantamiento
frecuente sin restricciones. (Vea en www.planificacionfamiliar.org las siete normas de la lactancia ecológica). Como promedio, las madres estadounidenses que amamantan a sus hijos
de esta forma pasarán de 14 a 15 meses antes de que observen
su primera menstruación después del parto.
2. Las parejas usan sus conocimientos de fertilidad tanto
para lograr el embarazo como para evitarlo. “La continencia
periódica, es decir, los métodos de regulación de la natalidad
basados en la observación propia y en el uso de períodos infertiles, cumple con los criterios de objetividad de la moralidad”
(C 2370).
¿Es la Planificación Natural de la Familia sólo otro nombre para el control de la natalidad Católico?
No. La Iglesia enseña que una pareja necesita una seria
razón para posponer o evitar el embarazo, para hacer que el
uso de la PNF sistemática sea moralmente bueno. En Humanae
Vitae el Papa Juan Pablo VI usa los siguientes términos para
describir las condiciones del uso moral de la PNF: “graves
motivos” (n. 10), “serios motivos...por razones aparentemente
justas y serias...por razones plausibles...[y] justos motivos” (n.
16).
El Catecismo enseña que: “Un aspecto particular de esta
responsabilidad se refiere a la regulación de la natalidad. Por
razones justificadas, los esposos pueden espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben cerciorarse de que su
deseo no nace del egoísmo, sino que es conforme a la justa
generosidad de una paternidad responsable. Por otra parte,
ordenarán su comportamiento según los criterios objetivos de
la moralidad” (C 2368).
Vemos así que la misma enseñanza de la Iglesia que
condena explícitamente el uso de los métodos artificiales de
regulación de la natalidad, aprueba explícitamente el uso de la
Planificación Natural de la Familia (PNF), cuando hay razón
suficiente para evitar o posponer el embarazo. Con su énfasis
en la necesidad de razones serias para usar el método natural,
la Iglesia nos advierte en contra del uso de la PNF en forma
egoísta.
Tanto los métodos naturales como los artificiales tienen
el propósito de limitar el tamaño de la familia. ¿No significa esto que, moralmente, son iguales?
No. El fin no justifica los medios; un propósito común no
hace moralmente iguales a todos los medios que se usen para
lograrlo. La encíclica Humanae Vitae dice: “No es lícito, aún
por la más grave de las razones, hacer el mal para procurar
un bien” (HV, 14). Un propósito primario de los Diez Mandamientos es enseñarnos que no podemos actuar contra nuestra
naturaleza humana creada, en la consecución de un propósito o
un placer. Por ejemplo, no podemos asesinar o robar o cometer adulterio para salir “adelante” en una empresa, social,
comercial, o personal. La Iglesia afirma que los esfuerzos para
controlar la natalidad “deben ser realizados con pleno respeto
al orden establecido por Dios” (HV, 16).
¿Por qué se opone la Iglesia Católica al control artificial
de la natalidad?
La razón básica de la oposición de la Iglesia a cualquier
acción pecaminosa es que tal acción es contraria a la naturaleza
que Dios nos ha dado. Jesús dijo, hablando acerca del matrimonio: “Lo que Dios ha unido, que nadie lo separe” (Mc. 10,
9). Esto también se puede decir del acto sexual, que durante
muchos siglos de la historia cristiana ha sido llamado el acto
matrimonial.
En el acto natural de una relación sexual y marital consumada, hay una unión simbólica, de cuerpos, entre el hombre
y la mujer. Sin embargo, en todo método artificial de anticoncepción, hay un esfuerzo directo para destruir la posibilidad
procreadora de un acto que Dios nos ha dado como signo muy
especial del amor conyugal.
Mírelo de esta manera, Dios ha querido que el abrazo
matrimonial sea una forma simbólica, para la pareja casada, de
renovar, aunque sea implícitamente, su alianza matrimonial.
Como escribió Juan Pablo II, “En el acto conyugal, se llama a
los esposos a confirmar de manera responsable el don mutuo
de entregarse uno mismo que se prometieron en el pacto del
matrimonio”.6 En esta unión corporal, los esposos reafirman
las promesas originales de su amor matrimonial, la decisión de
aceptarse mutuamente en lo bueno y en lo malo, y de permanecer unidos hasta que la muerte los separe.
Por otro lado, la contracepción dice claramente: “Te acepto en lo bueno, pero no en lo malo de una posible paternidad”.
“Así al lenguaje natural que expresa la recíproca donación
total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje
objetivamente contradictorio, es decir, el no darse al otro totalmente: se produce, no sólo el rechazo positivo de la apertura a
la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del
amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal ...la
diferencia antropológica y al mismo tiempo moral, que existe
entre el anticoncepcionismo y el recurso a los ritmos temporales ... implica en resumidas cuentas dos concepciones de la
persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí”
(Familiaris Consortio, n. 32).7
¿Hay acaso fundamentos bíblicos para la enseñanza de
la Iglesia contra la anticoncepción?
Sí. En el capítulo 38
del Génesis, leemos la
historia de Judá, sus hijos
y Tamar. Uno de los hijos,
Onán, cometió el pecado
de la anticoncepción —
retirada prematura, en
este caso — con Tamar,
y el relato bíblico nos
dice que Dios le castigó
porque “había cometido
una acción abominable”
(Gen. 38, 10).
…en todo método
artificial de anticoncepción, hay un
esfuerzo directo para
destruir la posibilidad procreadora de
un acto que Dios nos
ha dado como signo
muy especial del
amor conyugal.
Los eruditos bíblicos
concurren hoy en día, en
afirmar que Judá, Onán y
otro hermano, fueron culpables de violar una antigua “ley de
hermandad” oriental, llamada la ley del Levirato. Sin embargo,
sabemos que el castigo por infringir dicha ley era más bien
leve, según lo estipula el código Deuteronómico (véase Deuteronomio 25, 5-10). El mismo Judá admitió su culpa (Gen. 38, 26).
Es evidente que el castigo especial dispensado a Onán, no fue
causado por la violación del Levirato, sino por la forma en que
había pecado — es decir, la unión sexual deliberadamente frustrada, en la cual Onán había “derramado su semilla” (Gen. 38, 9)
indebidamente, después de aparentar la realización del acto de
alianza conyugal.
Esta interpretación del texto de Génesis 38 tiene un correlativo en el Nuevo Testamento, donde encontramos otro caso
de muerte súbita como castigo de un pecado — nos referimos
a la muerte de Ananías y Safira, que aparentaron contribuir a la
colecta que hacían los Apóstoles, pero en realidad negaron dicha contribución en su sentido pleno; igual que Onán, aparentaron consumar un acto en sí mismo bueno, pero lo vaciaron de
contenido y significado (Hechos, 5, 1-11).
El librito El Control de la Natalidad y el Seguimiento de
Cristo nos ofrece una explicación más detallada acerca de este
tema y otras preguntas relacionadas.8
¿Dice la Biblia algo específico sobre el amor y la sexualidad humana?
Sí. Decididamente, no hay duda alguna que el concepto
bíblico integral del amor humano señala el hecho de que
el hombre tiene que subordinar el “eros” o amor erótico, al
“ágape”, o amor de entrega. El famoso “himno a la caridad”
de San Pablo en 1 Cor. 13, 4 ss., aunque no menciona explícitamente el problema del control de la natalidad tiene validez
para nuestra exposición. Es impor-tante señalar que San Pablo
empieza y termina su discurso con los dos aspectos del amor
que son indispensables para la realización feliz de la Planificación Natural de la Familia; el texto dice: “El amor es siempre
paciente y bondadoso . . . espera siempre . . . todo lo aguanta .
. . ” San Pablo también le advierte a los esposos cristianos que
tienen que amar a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia
y se entregó por ella (Ef. 5, 25). Jesús conminó a todos los
cristianos, la noche antes de su muerte, a amarse los unos a los
otros, como El los había amado, afirmación que tiene matices
obvios acerca del amor manifestado en la entrega propia (Jn. 15,
12). San Pablo también le dice a su audiencia que los frutos del
Espítiru son “amor, alegría, paz, paciencia, bondad, tolerancia,
confianza, mansedumbre y control propio”. San Pablo advierte
a sus lectores que no pueden pertenecer a Cristo hasta que
crucifiquen sus pasiones y deseos (Gálatas 5, 22, 24).
La lactancia ecológica requiere mucha abnegación y no
hay duda de que la práctica de la PNF con su necesidad de autocontrol sexual, se adapta bien a la tradición bíblica cristiana.
¿No sería útil a esta doctrina una mayor frecuencia y
claridad de textos bíblicos acerca de la anticoncepción?
No. La ausencia de referencias múltiples no tiene que perturbar a la persona que tiene un sentido de realismo teológico.
Esta persona está consciente que la Biblia no puede ser más
explícita en su condena del homosexualismo (ej.: Romanos 1,
26-32), pero aquéllos que quieren justificar la conducta homosexual simplemente marginan los textos bíblicos como expresiones no pertinentes a nuestro mundo moderno, o interpretan
el texto como sodomía “promiscua”, aunque de suyo, San
Pablo no hace tal distinción entre homosexualismo promis-
cuo y homosexualismo “controlado”. Pero, aún si la Biblia
estuviera llena de condenaciones explícitas contra el aborto, la
esterilización, y anticoncepción artificial, aquéllos que quieren
justificar estos pecados usarían el mismo enfoque de aquéllos
que pretenden justificar el homosexualismo: es decir el enfoque
de “reinterpretar” convenientemente y a su manera, los textos
bíblicos, para hacer ver que estos pecados son compatibles con
la doctrina bíblica.
La fe de la Iglesia Católica Romana, y de otras Iglesias
Cristianas, nos dice que Jesús no nos dejó solamente con un
libro, sujeto a interpretaciones personales y contradictorias,
sino que estableció su Iglesia y la constituyó como Maestra
con autoridad magisterial, guiada por el Espíritu Santo. La
enseñanza constante y perenne de la Iglesia en materias de fe y
moral se llama Tradición.
¿Tienen las religiones no Cristianas enseñanzas similares?
Sí, algunas sostienen doctrinas semejantes. Es difícil
encontrar enseñanzas morales específicas en algunas de las
religiones no cristianas del mundo. Pero no hay duda de que
muchos profetas y maestros de esas religiones han hablado de
temas específicos de moral. Tomemos como ejemplo el caso
de Mahatma Gandhi; en sus declaraciones sobre el control de
la natalidad en la década
de los años 1920, Gandhi
rechazó por completo el
uso de métodos artificiales. Muchas de sus ideas
son interesantemente
semejantes a los criterios
morales de Humanae
Vitae, publicada en 1968.
¿Constituye la enseñanza católica contra
la anticoncepción una
nueva doctrina?
La lactancia
ecológica requiere mucha
abnegación y
no hay duda de
que la práctica
de la PNF con su
necesidad de autocontrol sexual,
se adapta bien a
la tradición bíbli-
No. El problema del
control de la natalidad
ha surgido muchas veces
en los 20 siglos de vida
Cristiana, y la Iglesia
ha respondido siempre
con una negativa firme y
universal contra el aborto,
la esterilización y todas
las formas de control artificial de la natalidad. La Encíclica Humanae Vitae simplemente
reafirmó esta Tradición universal.
¿Tiene esta enseñanza constante y perenne algún significado especial?
Sí. En la Ultima Cena, Jesús prometió a sus apóstoles que
el Espíritu Santo guiará a su Iglesia a la plenitud de la verdad
(Jn. cap. 14-17). Cuando una doctrina se ha enseñado con constancia y unanimidad a través de los siglos, los cristianos tienen
fundamento para creer que esta doctrina procede del Espíritu y
es, por lo tanto, verdadera. Algunos teólogos sostienen que esta
constancia y unanimidad de enseñanza cumplen los requisitos
expuestos por el Concilio Vaticano II para que una enseñana
sea doctrina infalible del magisterio ordinario y universal de la
Iglesia.9 [El Magisterio es la autoridad oficial de enseñanza de
la Iglesia].
¿Cambiará la Iglesia Católica esta enseñanza?
No. La Iglesia está guiada por el Espíritu Santo para enseñar la verdad, sin importar cuan poco popular esta verdad sea.
La Iglesia nunca enseñará que es moralmente permisible que
parejas casadas hagan uso de formas artificiales en un acto de
amor matrimonial.
“La enseñanza de la Iglesia sobre contracepción, no
pertenece a la categoria de asunto abierto a discusión entre
teólogos. Enseñar lo contrario, es guiar la conciencia moral de
los esposos hacia el error”.10
“En esta perspectiva la contracepción se ha de considerar
objetivamente tan profundamente ilícita que jamás puede justificarse por razón ninguna. En una palabra, la contracepción
contradice la verdad del amor conyugal”.11
¿Han compartido las Iglesia Protestantes esta Tradición?
Sí. Anterior a 1930, ninguna Iglesia Cristiana Protestante
aceptaba la anticoncepción, la esterilización o el aborto. Sin
embargo, en 1930, la Iglesia Anglicana aceptó la contracepción. En 1931, el Concilio Federal de Iglesias en los E.U.A.
siguió los pasos de los anglicanos. Luego de alguna resistencia
al principio, muchos protestantes aceptaron formas artificiales
para el control de la natalidad.
¿Han aceptado el aborto las Iglesia que adoptaron la
anticoncepción?
Trágicamente casi todas las iglesias que aceptan la contracepción, aceptan también el aborto. En la práctica, un proceso
de racionalización que mira primeramente a la intención de la
persona, no puede decir un firme “NO” a cualquier conducta
imaginable. Esto se ha visto repetidamente con la aceptación de
la contracepción, el aborto y la sodomía.
“A pesar de su diversa naturaleza y peso moral, muy a
menudo están íntimamente relacionados, como frutos de una
misma planta” (EV 13).
“La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de
distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el
derecho fundamental a la vida” (EV 58).
¿Cuál es el significado de aquellos sacerdotes o teólogos que aparentan estar confundidos, o que no aceptan
la doctrina oficial de la Iglesia sobre el control de la
natalidad?
Primeramente, la gente necesita distinguir entre la auténtica enseñanza de la Iglesia y la opinión de algunos teólogos.
Los obispos canadienses hicieron esto claro en 1973.
“Para seguir la conciencia individual, y permanecer un
Católico fiel, una persona debe tomar en cuenta primero y por
sobre todo la enseñanza del Magisterio. Cuando ocurren dudas,
causadas por una discrepancia entre la opinión personal y la
enseñanza oficial de la Iglesia, siempre se debe afirmar que la
verdad descansa en la doctrina del Magisterio y debe siempre
distinguirse de la enseñanza particular de teólogos o sacerdotes
individuales, por muy inteligente o persuasiva que sea esta
opinión”.12
En segundo lugar dichos sacerdotes o teólogos necesitan
las oraciones de los fieles. “Y si algún confesor o pastor de las
almas (que Dios no lo permita) indujera a los fieles que le han
sido confiados a estos errores o al menos les confirmara en los
mismos con aprobación o doloroso silencio, tenga presente que
ha de dar estrecha cuenta al Juez Supremo por haber faltado
a su deber y aplíquese aquellas palabras de Cristo: “Ellos son
ciegos que guían a otros ciegos, y si un ciego guía a otro ciego,
ambos caen en la fosa”.13
II. La Solución:
La Planificación Natural de la Familia
¿Ha provisto Dios con algún método del regulación de la
natalidad moralmente aceptable, además de la abstinencia total?
Sí. Dios, autor de la naturaleza le ha dado a la mujer
ciertos signos en su cuerpo que identifican el período fértil e
infértil y estos signos son la base de la PNF moderna. Dios
también hizo a la mujer de tal modo que el tipo correcto de
lactancia puede espaciar los nacimientos.
¿Es la lactancia fomentada por la Iglesia Católica?
Sí. En 1941 el Papa Pío XII exhortó a todas las madres a
lactar a sus bebés: “...Excepto cuando sea imposible, es más
deseado que la mujer alimente sus hijos de su propio pecho.
Quien sabe que influencias misteriosas ejerce la madre en el
crecimiento de esa pequeña criatura, que depende totalmente
de ella para su desarrollo”.14
En 1995, el Papa Juan Pablo II exhortó la lactancia
extendida. El observó “dos grandes beneficios para el niño: la
protección contra las enfermedades y la nutrición adecuada”.
Luego añadió: “En adición a estos efectos nutricionales e
inmunológicos, esta forma natural de alimentación puede crear
un lazo de amor y seguridad entre la madre y el niño, y ayuda
al niño a hacer valer su persona mediante la interacción con la
madre”.15
¿Puede realmente la lactancia espaciar los nacimientos?
Sí. El Autor de la Naturaleza ha creado una relación
complementaria entre la madre y el bebé. Cuando una madre
lacta a su bebé, ella le da la mejor nutrición y cuidado emocional. A cambio, el estímulo que produce la lactancia frecuente
pospone el regreso de la fertilidad.
En el mundo en desarrollo, se posponen más embarazos
a través de la lactancia que los que se posponen a través de
la regulación de los nacimientos. Sin embargo, esto es cierto
sólo con la lactancia “ecológica”, donde las madres están
constantemente con sus bebés quienes a su vez están lactando
frecuentemente. Esta forma natural de espaciar los nacimientos
es moralmente aceptable. El intervalo normal entre embarazos,
en una mujer que use la lactancia ecológica, varía entre los
18-24 meses. (Para más información, vea el folleto, ¿Puede la
lactancia espaciar los nacimientos?)16
¿Qué se puede decir del método del Ritmo?
La primera forma de Planificación Natural de la Familia
fundamentada en la abstinencia periódica fue el Ritmo de
Calendario. Este método se usó durante la década de 1930;
el método tenía un índice de efectividad parecido al de los
métodos artificiales (o de contención) disponsibles entonces
— condones y diafragmas. Esta efectividad presuponía, sin
embargo, que la madre tuviera ciclos regulares y aprendiera a
conciencia el método. Sin embargo, el método, en la práctica,
era poco confiable para algunas parejas, bien por la irregularidad del período de la esposa, o bien por ignorancia acerca del
uso del método. Debe tenerse presente, sin embargo, que los
métodos modernos de Planificación Natural de la Familia son
MUY DIFERENTES del antiguo método del Ritmo.
¿Qué se puede decir de la Planificación Natural de la
Familia sistemática?
La planificación natural de la familia sistemática se basa
en los conocimientos de los signos presentes de fertilidad o
infertilidad de una mujer, mientras que el método del ritmo
se basa solamente en el historial de ciclos pasados, la PNF
sistemática moderna se basa en el historial actual.
¿Cómo funciona la Planificación Natural Familiar
sistemática?
En la forma más completa y cooperativa de la PNF
sistemática, la esposa observa y anota las mucosidades y los
cambios del cuello del útero, y su esposo anota las temperaturas de la esposa al despertarse. Usan estos signos como referencia para saber cuando es fértil o infértil.
El coito (relaciones sexuales) de las parejas que tratan de
lograr el embarazo tiene lugar en la época fértil. El coito de
las parejas que tratan de posponer o evitar el embarazo tiene
lugar sólo durante la época infértil y evitan el contacto genital
durante la época fértil.
¿Requiere la PNF períodos extensos de abstinencia?
Normalmente no. El promedio es de 8 a 10 días, y la mayoría de las parejas no tienen que guardar abstinencia más de 12
a 14 días — igual a la práctica de los judíos ortodoxos durante
casi 3,000 años de historia. Con la gracia de Jesucristo y la
gracia del Espíritu Santo, muchas parejas han descubierto que
la abstinencia, lejos de ser una dificultad, es un dato positivo
para su crecimiento como matrimonio cristiano.
¿Qué tan eficaz es la PNF sistemática?
La PNF sistemática es muy eficaz cuando se usa debidamente. La forma más completa puede usarse con una eficacia
del 99% para evitar el embarazo. También resulta muy útil para
parejas con fertilidad marginal que traten de lograr el embarazo.
¿Cómo puedo aprender a usar la PNF?
EL libro más completo sobre este tema es El Arte de la
Planificación Natural de la Familia.17 La Liga de Pareja a
Pareja (LPP) es una organización al servicio de educación en
PNF. Para más información sobre la PNF o la posibilidad de
abrir un capítulo en su área, puede escribir a la dirección de la
oficina central de la LPP incluida en este folleto.
III. Efectos en el Matrimonio
¿Cómo el uso de medios artificiales para el control de la
natalidad afecta el matrimonio?
En general, tiene un efecto negativo. El uso creciente de
métodos artificiales desde 1913 ha sido acompañado de un
aumento de divorcios de casi un 500%. Las parejas católicas
antes tenían una tasa de divorcios más baja que otras parejas de
confesiones distintas. Pero desde que los matrimonios católicos
se unieron al uso desmedido de anticonceptivos en la década
de 1960, la tasa de divorcio entre los católicos ha subido hasta
el mismo nivel, que el resto de la cultura que ha dejado de ser
cristiana.18 Aún teniendo en cuenta el hecho de que otros factores han contribuido a la ruptura de la estabilidad familiar, hay
evidencia suficiente que permite afirmar que los anti-conceptivos han sido uno de los factores más significativos.
¿Cómo afecta el uso de la PNF a la unidad matrimonial?
El efecto general es positivo. Muchas parejas que han
dejado de usar medios artificiales informan que la relación
marital ha mejorado substancialmente con el uso de la Planificación Natural. Este dato ha sido confirmado por estudios sociológicos19,20 y por encuestas que arrojan una tasa de divorcios
asombrosamente baja en las parejas que practican PNF.21
Entre los factores que contribuyen a profundizar la relación marital a través del uso de la PNF podemos mencionar:
apertura al diálogo, no se siente usado por su cónyuge; desarrollo de una intimidad no limitada a lo genital; paz de espíritu
y de consciencia; ausencia de temor ante los efectos fisiológicos negativos causados por métodos artificiales. Además, la
práctica del PNF ayuda a desarrollar la firmeza de carácter que
es indispensable para la fidelidad matrimonial y la permanencia
del matrimonio.
EN RESUMEN: Dios es Amor (1 Jn., 4, 7-9), es la fuente
de vida y de la sexualidad humana. La fe auténtica se preocupa
por el sexo, porque el sexo tiene que ver con el amor y con la
vida. Dios es Verdad, y es parte de la fe católica el creer que
el Espíritu Santo guía a la Iglesia cuando ella enseña la verdad
sobre el amor, incluyendo el amor sexual.
“Si os mantenéis en mi Palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos,
y conoceréis la verdad
y la verdad os hará libres.”
— Jn. 8, 31-32
— John Kippley
Referencias
1. Vaticano II, Gaudium et Spes o Constitución Pastoral sobre
la Iglesia en el mundo de hoy. Traducción e introducción por
P. Gustavo Vallejo T. OCD. Cuarta edición 1996. Las referencias
subsiguientes a Gaudium et Spes aparecerán en el texto como GS
seguido por el número de la sección.
2. Catecismo de la Iglesia Católica. Quinta edición 1992. Las referencias subsiguientes al Catecismo aparecerán en el texto como
C seguido por el número de la sección.
3. Papa Pablo VI, encíclica titulada Humanae Vitae, 25 de julio de
1968. Las referencias subsiguientes aparecerán como HV seguidas
por el número de la sección.
4. Papa Juan Pablo II, Evangelium Vitae, n. 97, 25 de marzo de
1995. Las referencias subsiguientes aparecerán como EV seguidas
por el número de la sección.
5. Papa Juan Pablo II, homilía de la misa celebrada en el Washington Mall, 7 de octubre de 1979.
6. Papa Juan Pablo II, Carta a las familias del Papa Juan Pablo II,
n. 12, 2 de febrero de 1994. El concepto de “renovación del pacto
del matrimonio” fue desarrollado por John F. Kippley en Sex and
the Marriage Covenant (El sexo y el pacto del matrimonio), segunda
edición (Cincinnati: LPP, 1991, 2002).
7. Papa Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 22 de noviembre de
1981. Las referencias subsiguientes aparecerán como FC seguidas
por el número de la sección.
8. John F. Kippley, El Control de la Natalidad y el Seguimiento de
Cristo (Cincinnati: La Liga de Pareja a Pareja, 1999).
9. Ésta y otras perspectivas se revisan en el libro Sex and the
Marriage Covenant (El sexo y el pacto del matrimonio), especialmente el Capítulo 7. El Magisterio es la autoridad didáctica oficial
de la Iglesia.
10. El Papa Juan Pablo II, se dirige a los participantes de una
conferencia de estudio sobre procreación responsable el 5 de junio
de 1987, L’Osservatore Romano, 6 de julio de 1987, 20.
11. Juan Pablo II, 17 de septiembre de 1983, “La vocación cristiana
de los esposos puede demandar hasta actos heroicos,” L’Osservatore
Romano, 10 de octubre de 1983, 3.
12. Conferencia Católica Canadiense, Declaración sobre la formación de la Conciencia, n. 41, 12 de diciembre de 1973.
13. Papa Pío XI, Casti Connubii, párr. 35, 31 de diciembre de
1930.
14. Papa Pío XII, “Guiding Christ’s Little One’s,” dirigida a Mujeres de Acción Católica Italiana, Fiesta de Cristo Rey, 26 de octubre
de 1941. Tomado de “The Major Addresses of Pope Pius XII: Vol I
Selected addresses”, editada por Vincent A. Yzermans, (St. Paul:
North Central Publishing, 1961) 44.
15. Papa Juan Pablo II, Mensaje dirigido a la Academia Pontificia
de las Ciencias, 12 de mayo de 1995. La Academia estaba finalizando
una conferencia sobre lactancia auspiciada por el Vaticano.
16. ¿Puede la Lactancia Espaciar los Nacimientos? (Cincinnati:
La Liga de Pareja a Pareja, 1998).
17. John y Sheila Kippley, El Arte de la Planificación Natural
de la Familia, edición abreviada (Cincinnati: La Liga de Pareja a
Pareja, 1999).
18. Para mayor evidencia, vea el folleto “The Legacy of Margaret
Sanger,” (El legado de Margaret Sanger) (Cincinnati: La Liga de
Pareja a Pareja, 1980).
19. Mary Peter McCusker, Couple’s Perceptions of the Use of Fertility Awareness Methods of Natural Family Planning on their Marriage
Relationship, (Washington, D.C.: Catholic University of America,
1976), una tesis para el grado de maestría.
20. Joseph Tortorici, “Conception regulation, self-esteem, and
marital satisfaction among Catholic couples: Michigan State University,” Internatinal Review of Natural Family Planning 3:3 (otoño
de 1979) 191-205.
21. Una encuesta mostró que menos del 1% de los participantes
usuarios de PNF, se había divorciado o vuelto a casar (Nona Aguilar,
No-Pill, No-Risk Birth Control [New York: Rawson Wade, 1980] 104105). Sacerdotes con gran experiencia en tribunales de matrimonios
católicos han dicho que en casi todos los casos de divorcio, habían
sido precedidos por falta de castidad - ya fuera por contracepción
durante el matrimonio, por relaciones sexuales prematrimoniales
o ambas.
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