Lectura 8

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TEORÍA GRAMATICAL IV
PROFS.CARMEN ACQUARONE – ALICIA GIL
Unidad 1
Lectura Nº 8
Humberto Mederos Martín: Procedimientos de cohesión en el español actual
(Universidad de Santa Cruz de Tenerife, 1988)
4. ANÁFORA MEDIANTE FRASE NOMINAL DEFINIDA
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4. l. LA ANÁFORA DE LA FRASE NOMINAL DEFINIDA:
CONSIDERACIONES GENERALES
La frase nominal definida no pronominal consta de al menos un determinante (artículo, demostrativo,
posesivo) y un nombre. El determinante definido cumple la misión de señalar que el referente está
identificado, de distinto modo según sea su naturaleza, bien por haber sido ya mencionado o por estar
prominente de algún modo en el contexto de enunciación. El contenido descriptivo del nombre es decisivo
para hallar el objeto mentado ya directamente, en la mera referencia, ya a través de una remisión anafórica a
una frase nominal precedente. Analizados el comportamiento y el valor de los determinantes en la frase
nominal definida anafórica, dedicaremos este apartado a mostrar las relaciones entre los lexemas nominales
del antecedente y del anáforo. Es indudable la contribución cohesiva de los lexemas en la anáfora de frase
nominal definida. Puede hablarse en estos casos, en que la relación entre los lexemas está apoyada por los
determinantes definidos, de una especie de «cohesión léxica». El tipo más evidente de relación entre los
lexemas nucleares del antecedente y del anáforo es el que HH (1976: 278) han denominado «reiteración», esto
es, la repetición del mismo lexema, la presencia de un lexema sinónimo o casi sinónimo o la presencia de un
lexema hiperónimo.
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4.2. LA REITERACIÓN MEDIANTE HIPERÓNIMO
La hiperonimia es la relación inversa de la hiponimia (Lyons 1977: 29l). Esta última es una relación
paradigmática de sentido «que se establece entre un lexema más específico o subordinado y otro más general o
superordinado». La hiponimia se puede caracterizar mediante la relación lógica de implicación (→) de manera
que ‘el vestido es escarlata’ → ‘el vestido es rojo'. La sinonimia puede caracterizarse en términos de hiponimia
simétrica: si x es hipónimo de y e y es hipónimo de x, x e y son sinónimos (Lyons 1977: 292). La hiponimia
propia, en cambio, es asimétrica. Nos interesa de momento la hiponimia propia. Esta es una relación
transitiva: si x es hipónimo de y e y es hipónimo de z, x es hipónimo de z. La relación de hiponimia introduce
un orden jerárquico en el léxico. Por la relación de transitividad sucede que un lexema puede tener como
superordinados a varios lexemas situados en niveles distintos de generalidad. Aunque no se dan lexemas
cuyos sentidos recubran una de las clases del nombre –discontinuos, concretos, abstractos, etc.– sí hay, en
cambio, lexemas muy generales (Lyons 1977: 298) –persona, animal, cosa, lugar, propiedad, cualidad...– que
engloban subconjuntos amplios de las clases sintácticas del nombre. HH llaman la atención sobre la
importancia de tales lexemas, a los que denominan «nombres generales», en las descripciones del inglés y
lamentan el descuido en que se los tiene (HH 1976: 274). Veamos algunos ejemplos:
(1) a. Así, la misma voz «león» significa la fiera africana, una ciudad española, un buen número de papas y las dos
esculturas que guardan la escalera de nuestro edificio parlamentario. En este ejemplo, el hecho de que el mismo
fonema –león– signifique todas esas cosas es puramente casual. (0, 131)
b. No hicieron sino imitar a los que en Siria y Egipto desde dos centurias se hacían «desertores» -eremitas- para
practicar la moné –la soledad. De aquí que se les llamara monakhos –monjes. Este tipo de vida les proporcionó un
enorme prestigio. (0, 122)
Digamos también que junto a los nombres generales hay lexemas generales correspondientes a otras
partes del discurso en las que tampoco ocurre que un lexema recubra semánticamente una clase sintáctica.
Entre los verbos están hacer, haber, ser, tener, coger, etc. De momento prestaremos atención a los nombres
generales, por estar más implicados en la clase de reiteración de que tratamos.
(2) a. El alcalde inauguró el museo municipal de Vallecas. El local inaugurado posee una sala de exposiciones, [...) (E, 23)
b. El estudio sobre la posible implantación del parquímetro electrónico portátil, [...], se ha pospuesto para el otoño, [...]
La utilización de este aparato (E, 28).
Se observa en estos ejemplos de reiteración, y la observación puede generalizarse, que el orden de
aparición de los lexemas relacionados es hipónimo-hiperónimo: museo – local, parquímetro aparato.
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No se trata sino de un caso más del principio que también gobierna el orden frase nominal - pronombre
cuando aparecen en oraciones distintas.1
La reiteración mediante hiperónimo permite con gran facilidad la introducción de algún componente
interpersonal 2 de familiaridad y que puede ser de desprecio o de simpatía. El componente interpersonal
puede ser inherente al nombre general o puede aportarlo un sufijo o un modificador. En el lenguaje familiar y
en los argots abundan lexemas que transmiten componentes interpersonales referidos, sobre todo, a los seres
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humanos: fulano, tipo, tipejo, tío, sinvergüenza, angelito, criatura., hijo de...., etc. La variedad de expresiones
viene a coincidir en buena medida con las usadas con función vocativa. […]
Otras parejas de expresiones entresacadas de los textos son las siguientes: una propuesta española # la idea;
artrópodos y moluscos # estos organismos; su excelencia # ese valor; el lavado de la ropa # esta industria; un
león # estos animalitos; una carta pastoral # el documento; unas pesetas # estos cuartos; el eterno ruiseñor de
Ovidio y de Shakespeare # el pájaro; las saigas # la especie; teléfono # este adminículo; el encapsulamiento
protector # este proceso; la orden ministerial # la nueva disposición, etc.
Resulta poco natural el siguiente ejemplo donde el orden es hiperónimo-hipónimo:
(4) El sistema consiste en cargar el aparato en una oficina municipal por el tiempo que el propietario desee. Una vez
pagadas estas horas (E, 28)
1
Puede considerarse este orden como el más típico o no marcado. El orden inverso puede darse en algunos casos bien conocidos
de la sintaxis formal, sobre todo dentro de una misma oración. Así, por ejemplo, cuando la cláusula subordinada encabeza la oración:
Cuando entró, María encendió la luz, en una de cuyas lecturas el sujeto morfológico es anafórico con el nombre propio.
2
Sobre la función interpersonal, cfr. Halliday (1970: 143) y Lyons (1977: 51).
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4.3. LA «ANÁFORA FORZADA» («STRAINED ANAPHORA»)
En (5) hay una muestra de un fenómeno que no es infrecuente ni en el nivel de la oración ni en el del
discurso:
(5) 1. Todos los animales terciarios poseen cerebros pequeños.
2. Durante este período se advierte un gradual incremento en el tamaño del cerebro. (P, 34)
Nos referimos a la relación cohesiva: los animales terciarios # este período; las naranjas israelíes # ese país;
una hipótesis climatológica # esta ciencia; una revuelta estudiantil # ese sector; personas prudentes # tal virtud;
un deporte invernal # esa estación; estructura metálica # esa materia.
La transición del adjetivo al sustantivo sigue los siguientes pasos: adjetivo, nombre de la misma raíz,
hiperónimo de este último. Ejemplos: israelí – Israel – país; climatológico – climatología – ciencia. Se habrá
observado que los adjetivos más idóneos para experimentar este proceso son los relativos porque no es difícil
hallar un hiperónimo para su correspondiente nombre, y, por otra parte, el nombre al que remiten constituye
algo muy saliente en su significado (Bartos 1978).
Los hablantes no tienen problemas para interpretar este tipo de relación cohesiva. [...]
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4.4 REITERACIÓN MEDIANTE SINÓNIMO O CASI SINÓNIMO
Otro tipo de reiteración se lleva a cabo por el uso de un sinónimo o casi sinónimo. Para precisar el uso de
estos términos acudiremos a los criterios y a la clasificación propuesta por Lyons (198la: 50 y ss.). Dos
expresiones son sinónimas si tienen el mismo significado. Al decir «expresiones» no queda restringida la
sinonimia a los lexemas sino que puede darse también entre secuencias léxicamente complejas (Seco 1978:
224). Esto permite, por ejemplo, decir que existe sinonimia entre «indagan la causa de la enfermedad» y la
«indagación de la causa de la enfermedad». La sinonimia queda caracterizada por la identidad y no por la
semejanza de significado. Muchos de los lexemas incluidos como sinónimos en los diccionarios no se ajustan
a este requisito: en vez de sinónimos son casi sinónimos. […]
…un procedimiento para poner de manifiesto la identidad referencial (correferencia) de dos expresiones
heterooracionales es el parecido o semejanza de significado. En esos casos, junto a la correferencia, hallamos
la cohesión léxica. No es preciso, por tanto, para que exista cohesión léxica que las relaciones que contraigan
las expresiones sean casos de relaciones sistemáticas (sinonimia, hiponimia). Junto a ellas se encuentran
relaciones sin respaldo sistemático: casi sinónimos y casi hipónimos. Otro procedimiento para poner de
manifiesto la identidad referencial se basa en el conocimiento del referente y no en el conocimiento lingüístico.
El acierto en establecer correferencia entre Cervantes y el manco de Lepanto depende de lo que el oyente sepa
de Cervantes. No debe olvidarse tampoco que la equivalencia entre expresiones sin base semántica en el
sistema puede lograrse por formulación sintáctica explícita mediante aposición o atribución y, por otra parte,
mediante la información proporcionada en el texto con anterioridad. Ejemplos de relaciones cohesivas entre
casi sinónimos son los siguientes:
(7) a. La idea, que será expuesta al secretario norteamericano de la Energía el próximo viernes en la capital francesa, puede
contar ya con el espaldarazo de la Administración Reagan. El apoyo de Washington sería importante. (E, 1)
b. Sendas notas de protesta. que recogen estos hechos, han sido entregadas al Consejo de Seguridad de la ONU y a la
Secretaría de Estado norteamericana.
La denuncia ha provocado una inmediata reacción en Tegucigalpa. (E, 3)
c. Emergí a una suerte de plazoleta; mejor dicho, de patio. Lo rodeaba un solo edificio de forma irregular y altura
variable; a ese edificio heterogéneo pertenecían las diversas cúpulas y columnas. Antes que ningún otro rasgo de ese
monumento increíble, me suspendió lo antiquísimo de su fábrica. (B 1, 15)
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d. Un día, en una de sus demostraciones de clase, el profesor Eisley enseñó a sus estudiantes de Filadelfia un dibujo de
lo que sería en su opinión el hombre del futuro: un hombre con un cráneo mayor que el nuestro, una frente
prominente y unos dientes muy pequeños. Los alumnos estaban fascinados contemplando aquel futurible de la
especie. (P. 50)
Casos de sinonimia parcial son los siguientes:
(8) a. HOMO ERECTUS (Pleistoceno inferior medio): Incremento notable del cerebro, cuyo tamaño se aproxima al del Homo
sapiens (2/3). Este aumento va unido a una mayor propositividad y memoria. (P, 51)
b. Para la instalación de un campamento en las afueras de Algeciras que facilite el tránsito de los marroquíes por el
estrecho durante el mes del Ramadán. El paso de marroquíes [...] (E, 26)
c. Un terremoto [...] destruyó totalmente en la tarde del lunes el centro de la pequeña localidad californiana de Coalinga
[...] El seismo [...] no causó víctimas mortales (E, 2)
d. Alguien puede desear tener el mayor número de hijos posible que pueda alimentar y educar. Esa persona tiene dos
fines (M, 53)
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4.5. REITERACIÓN NOMINALIZADA
Incluimos en la reiteración sinonímica los casos en los que se establece una relación entre un verbo –con
sus posibles complementos– o un adjetivo y un nombre, siempre que entre ellos medie una relación de
nominalización y una relación de sinonimia.
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Un ejemplo de adjetivo nominalizado es el siguiente:
Convencido
< convencimiento >
certidumbre
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El no usar el nombre correspondiente a la nominalización del verbo obedece, en general, al principio
estilístico de la variación (Ullmann 1967: 171).
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4.6. REITERACIÓN POR REPETICIÓN DEL MISMO LEXEMA
Hemos visto hasta ahora dos tipos de reiteración: la reiteración mediante hiperónimo y la obtenida
mediante sinónimo o casi sinónimo. En un extremo de la escala de los tipos de reiteración se encuentra la
repetición de un mismo lexema y, en el otro, la reiteración mediante hiperónimo de carácter muy general, de
los llamados «nombres generales». Entre estos últimos y las proformas no hay solución de continuidad. Se
puede reconocer un continuo de elementos cohesivos:
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(12) Muchos escritores han terminado, injustamente en el exilio. Ese exilio/ese destierro/esa pena/ese hecho/ ello ha
servido de acicate a sus facultades creativas.
El tipo de reiteración más frecuente es el que se obtiene por repetición del mismo lexema: la relación no
se da entre lexemas, porque no hay más que uno, sino entre apariciones distintas del mismo lexema, entre
dos muestras del mismo tipo3. Entre las tendencias que pueden actuar en la elección de un anáforo de este
tipo, está el afán de precisión, la dificultad para encontrar un sinónimo o un hiperónimo, ya sea porque
escasean o porque no los hay en la lengua, o la rapidez con que se construye el texto. En ocasiones la
repetición del mismo lexema supone una reducción de medíos. Sucede esto cuando lo que se reitera es el
núcleo solo o acompañado de parte de los adyacentes:
(13) Un impresionante coche descapotable con matrícula extranjera circulaba a gran velocidad. Más tarde nos enteramos
de que ese coche había sido robado.
Como en el caso de la reiteración mediante sinónimo o casi sinónimo incluimos aquí nominalizaciones
deverbales y deadjetivales:
(14) a. La gente es con frecuencia parcialmente racional.
Esa parcial racionalidad práctica individual se refleja en la cultura en forma de una parcial racionalización (M, 60)
b. La policía intervino también violentamente en Gdansk contra varios grupos de personas [...] La intervención policial
se produjo una vez que el coche de Walesa había abandonado la zona (E, 6)
c. será también, gracias a la fórmula impersonal del enunciado, el que escuche «caer el agua» en el último verso,
cansadamente, angustiadamente. Esta final caída del agua, de un agua ya, como hemos visto [...] (S, 257)
d. Sólo un animal que «tiene mucho que decir» sobre lo que no «está ahí» en el contorno, se verá obligado a no
contentarse con un repertorio de señales, sino que choca con la limitación que éste representa, y este choque le lleva
a superarlo. Y es curioso que este choque con un medio de comunicación insuficiente […] (0, 147)
Salvada la tendencia general de que el anáforo no está más especificado que su antecedente, las diferencias
entre ambos términos, por lo que respecta a otros tipos de modificadores, son muy variadas e imprevisibles.
Así, el anáforo puede contener modificadores que retomen información textual previa, valoraciones del emisor
a propósito del referente, modificadores que manifiesten conocimientos compartidos, información nueva pero
estimada secundaria, etc. [...]
3
El frecuente esquema un hombre #el hombre, con un presentador y el identificador, ha sido denominado «recurrencia témica»
por Lybbert (1972: 7)
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4.7. RELACIÓN TROPOLÓGICA: METÁFORA Y METONIMIA
Dos frases nominales correferenciales pueden estar relacionadas metafórica o metonímicamente.
Constituyen un caso especial de cohesión léxica. Ejemplos de relación metafórica son estos dos:
(19) a. Es patente que esta necesidad de decir [...] es lo que llevó al invento y existencia posterior de las lenguas. Esto nos
permite hacernos bien cargo de si este instrumento inventado para decir es suficiente y en qué medida lo es o no (0.
140-141)
b. pero los dedos de mi pie no quieren saberlo. No les interesa otra cosa que emitir uñas: láminas córneas,
semitransparentes y elásticas, para defenderse ¿de quién? Brutos y desconfiados como ellos solos, no dejan un
segundo de preparar ese tenue armamento. (Borges, El hacedor, Alianza, Madrid, 1979, p. 21)
En estos otros ejemplos, la relación es metonímica:
(20) a. Quienes han frecuentado la poesía lírica de Inglaterra no olvidarán la Oda a un ruiseñor que John Keats...; dos o tres
horas le bastaron para producir esa página de inagotable e insaciable hermosura (B2, 116)
b. –Sí, una cosa parecida a las películas de Cantinflas o de Jorge Negrete, ¿no es eso?
–Igualito. Lo mismo que las cintas esas. (S1, 301)
Recuérdese también que los lexemas nucleares de una secuencia de frases nominales correferenciales
pueden encontrarse, como vimos al hablar del valor asociativo del artículo, en una relación de parte-todo o
«partonimia» (Miller 1978: 79) coche – motor – carburador; o de inclusión locativa: casa – cocina – fregadero.
Estas asociaciones tienen como base esos «marcos» («frames», Minsky 1980) mediante los que se almacena en
la memoria el conocimiento de situaciones y cosas estereotipadas.
4.8. EQUIVALENCIAS REFERENCIALES BASADAS EN EL CONOCIMIENTO
EXTRALINGÜÍSTICO
Contribuyen a la cohesión del texto, aunque no por razones léxicas, numerosas frases nominales
correferenciales en las que no hay relación léxica alguna entre sus lexemas nucleares. Se ha hablado en estos
casos de «sinonimia referencial», pero este modo de expresarse no es sino mera analogía. Se trata de
«equivalencias referenciales» (Gutiérrez 1981: 217). La base de la relación está en el conocimiento
extralingüístico o en la información aportada por el texto. En este último caso está presente algo parecido a la
«elaboración conceptual» que se da en la anáfora difusa. Véanse los siguientes ejemplos:
121
(21)
a.
b.
c.
el profesor Eisley enseñó a sus estudiantes de Filadelfia un dibujo de lo que sería en su opinión el hombre del
futuro: un hombre con un cráneo mayor que el nuestro, una frente prominente y unos dientes muy pequeños. Los
alumnos estaban fascinados contemplando aquel futurible de la especie. (P. 50)
Cuando algún pequeño crustáceo, por ejemplo, roza los tentáculos de la hiedra, ésta le lanza unos
filamentos venenosos que lo paraliza; luego, la víctima, es apresada por los tentáculos (P, 23)
Con las reliquias de su ruina erigieron, en el mismo lugar, la desatinada ciudad que yo recorrí: suerte de
parodia o reverso y también templo de los dioses irracionales que manejan el mundo y de los que nada
sabemos, salvo que no se parecen al hombre. Aquella fundación fue el último símbolo a que condescendieron los
Inmortales (81, 20)
En el lenguaje periodístico abundan las equivalencias referenciales, sobre todo las relativas a personas.
Un individuo puede ser identificado por alguna expresión nominal propia (Paco, Francisco, Sánchez, Sr.
Sánchez, etc.) o por una expresión alusiva a algún «rol», relevante al caso, de los muchos que puede
desempeñar (Brown y Yule 1983: 54 y ss.). En ocasiones, se establece por medios sintácticos, como la
aposicion o la atribución, la equivalencia, y luego, en las oraciones siguientes, se usarán esas expresiones
solas para referirse al individuo de que se trate:
(22) a. Guillermo Ungo, máxima figura del Frente Democrático Revolucionario (FDR), rama política de la oposición al
régimen salvadoreño [...] Según el dirigente del FDR [...] El dirigente de la oposición ha recordado (E, 3).
b. La idea, que será expuesta al secretario norteamericano de la Energía el próximo viernes en la capital francesa,
puede contar ya con el espaldarazo de la Administración Reagan. El apoyo de Washington sería importante (E. 1)
c. George Schultz, secretario de Estado norteamericano, aseguró ayer que al fin esta semana espera alcanzar un
acuerdo sobre la retirada de tropas israelíes de Líbano. El jefe de la diplomacia estadounidense hizo estas
afirmaciones a un grupo de periodistas norteamericanos (E, 7).
d. El doctor Alan Trounson [...] ha anunciado el pasado martes que el embrión humano que había sido congelado con
éxito por su equipo ha sido implantado en una mujer [ .. ]
Según la explicación ofrecida por el doctor Trounson, la paciente había tomado cuatro meses antes un
medicamento para favorecer la fecundación (E, 29)
Morgan (1975: 442) se pregunta «¿Qué podemos inferir sobre las intenciones del hablante a partir del hecho de que
haya elegido esta descripción en lugar de cualquier otra que nos podría haber llevado al mismo referente?» Es
indudable que cualquier individuo puede identificarse por un sinnúmero de descripciones. Este amplio margen de
posibilidades es una fuente de valores estilísticos. [...]
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Las numerosas secuencias correferenciales que aparecen en los textos periodísticos son un recurso muy
apropiado para ir introduciendo nuevos datos a propósito de un referente conciso pero suficientemente
mencionado. De los numerosos procedimientos (repetición léxica, sinonimia o casi sinonimia, hiperonimia,
paráfrasis, anáfora difusa, etc.) el más frecuente en los textos periodísticos por la razón susodicha es el
basado en la descripción de características de la realidad que centra la noticia. Es el caso de Napoleón # el
vencedor de Jena ; Lanzarote # La isla de los volcanes, etc. (Carbonero 1983: 39)
4.9. LA ANÁFORA DIFUSA
En los tipos de reiteración léxica que discutimos antes se da una clara relación semántica entre ambos
términos. Todos estos casos quedarían englobados en la llamada «anáfora etimológica» en la que «el sustantivo
que acompaña al pronombre no hace más que repetirse, o es una palabra distinta que el antecedente, pero de
la misma raíz o de significación análoga» (Fernández 1951: pár. 133). A este tipo de anáfora opone el citado
gramático la llamada «anáfora difusa» en la que el antecedente –si todavía se puede hablar en estos términos–
es impreciso. En este tipo de anáfora, lo que podríamos seguir llamando «anáforo» no es un lexema que repita
o sea semánticamente afín a otro anterior, sino que es «el resultado de una elaboración conceptual mediante
la cual se interpreta una palabra o el sentido de un grupo de palabras ya pronunciadas» (Fernández 1951:
pár. 129). Como ejemplo propone el citado autor el siguiente de Benavente:
(23) No he bailado porque a Juanita nadie le decía nada, y como se muere de envidia, no he querido darle ese mal rato
(El automóvil, Teatro, Madrid, I, 382)
La anáfora difusa es usual tanto en el coloquio como en la prosa analítica o expositiva. Su empleo en esta
segunda modalidad «va asociado a la elaboración de conceptos nuevos, tras de una exposición de datos o de
123
pormenores que el autor interpreta. La especulación se va realizando por tramos; cada uno de estos tramos se
cierra con un juicio objetivante, que recae precisamente o se predica acerca del concepto que ha sido
elaborado como resumen de la exposición» (Fernández 1951: pár. 133). Vemos, pues, que el anáforo presenta
la característica de ser el resultado de una «elaboración conceptual», esto es, una «interpretación» o un
«resumen».
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El valor anafórico en la anáfora difusa lo contiene el determinante, que suele ser un demostrativo.
Léxicamente apenas puede hablarse de cohesión. Hay una relación estrecha entre los demostrativos este y ese
en compañía de un nombre y los dos tipos anteriores de anáfora, como indicamos más arriba. Según
observaciones de Femández Ramírez (1951: pár. 133), este aparece en posición inicial en las 3/5 partes de sus
usos, mientras que ese sólo en 1/4 parte. En la anáfora etimológica es más frecuente ese y en la difusa este.
[…] En los usos anafóricos, los demostrativos se ordenan según un esquema «que opone en primer lugar lo
cercano [...] al hablante frente a lo alejado (es decir, este/aquel), de manera que el otro demostrativo (ese)
viene a ser como el archivalor o neutralización de ambos (cuando no importa señalar la polarización de las
referencias) (Alarcos 1978: 343). Puede observarse también que la frase nominal encabezada por ese suele
estar constituida por el determinante y un nombre; en cambio, con este la frase nominal suele llevar
adyacentes de algún tipo. Esto parece estar en consonancia con el interés que lo denotado por el anáforo con
este despierta en el hablante.
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