Controversia ¿Reelección indefinida? SI NO Profesor de postgrado Universidad de Nueva York Steven Griner Miembro del Diálogo Interamericano Que decidan los votantes. Para el Ejecutivo se debería permitir postulación a la reelección de forma indefinida Los límites al período del mandato pueden controlar la corrupción y promover la responsabilidad política Limitar el poder de los presiden tes, no su tiempo de mandato. Desde mediados de los noventa no menos de diez países en Latinoamérica, han tratado de reformar, reescribir o reinterpretar sus constituciones. La principal motivación ha sido extender el mandato de un jefe del Ejecutivo popular. En su mayor parte, el debate público se ha concentrado en extender pero no eliminar los términos al período presidencial. Al tiempo que el crecimiento desigual empeora la polarización política, el interés se ha orientado a eliminar los límites a los períodos de Que se postulen. El problema no es la reelección presidencial. El problema es el presidencialismo. En la medida en que las democracias latinoamericanas continúen basándose en arreglos institucionales -tanto formales como informales- que concentran el poder en el Artículo publicado originalmente en la revista “Americas Quaterly” y cedido especialmente a Política Colombiana. Americas Quaterly, spring 2009, vol. 3 No. 2. www.americasquaterly.org Traducido por Juan Fernando Londoño, Editor académico Política Colombiana Política Colombiana • 01 Patricio Navia 113 114 Política Colombiana • 01 Ejecutivo, el desarrollo democrático estará incompleto. Esta concentración de poder lleva consigo las semillas de inestabilidad que dificultarán, o reversarán, la consolidación democrática, sin considerar el hecho de que se impongan límites al período presidencial. Esto pone al descubierto tanto los peligros del autoritarismo, como la falta de responsabilidad que caracteriza la gobernabilidad de la región. En meses recientes el debate sobre la reelección presidencial se ha alimentado de claros esfuerzos por eliminar los periodos de mandato, liderados por el presidente venezolano Hugo Chávez y una campaña más disimulada por parte del presidente colombiano Álvaro Uribe en búsqueda de lo mismo. En las recientes asambleas constituyentes de Ecuador y Bolivia se han establecido a dos términos los límites a la reelección presidencial, siguiendo una tendencia que comenzó con la interpretación de la constitución peruana de 1993 del entonces presidente Alberto Fujimori. Reformas subsecuentes en Argentina, en 1994, y en Brasil, bajo la primera administración de Fernando Henrique Cardoso (1994-1998), consolidaron la tendencia. Hoy en día la práctica de limitar a los líderes a dos términos consecutivos se ha extendido a la gran mayoría de países de la región, con las notables excepciones de México y Chile. En la mayoría de países -excepto México y Costa Rica- los límites a la reelección generalmente no se aplican a los legisladores o a funcionarios locales y provinciales (Venezuela los eliminó con su reciente referendo). Es claro que permitir buscar la reelección a funcionarios distintos al Presidente generalmente es visto como algo bueno y conveniente en democracias de buen funcionamiento. La reelección aumenta la eficacia y coloca los mandato. Este es un camino equivocado. El límite a los períodos aporta un control importante sobre la concentración del poder; fortalece la democracia y asegura la estabilidad en el largo plazo. Estos límites se ubican en tres categorías generales: la completa prohibición de la reelección (México); un límite a dos períodos consecutivos, generalmente de cuatro años (Brasil); la prohibición de la reelección consecutiva (Chile). Esta última restricción tiene el efecto práctico de generar Ejecutivo con dos periodos de mandato con frecuencia muy diferentes, como se puede ver en la administración de Alan García en Perú y Óscar Arias en Costa Rica. Actualmente, varios gobiernos en Latinoamérica intentan permitir un tercer período presidencial; Venezuela eliminó todos los términos de mandato de cargos de la rama Ejecutiva. Claro está, existe una distinción entre la eliminación y la extensión de los períodos de gobierno, pero la diferencia ha sido menos perceptible durante la última década. Entre más tiempo se ostente el poder en el Ejecutivo, más borrosa será la diferenciación entre el Estado y el partido gobernante. Un tercer período hace perder el balance de los poderes y debilita la autoridad de una legislatura autónoma, una rama judicial independiente, autoridades electorales neutrales y partidos políticos competitivos. La incursión en un tercer término distrae la atención de la implementación de políticas urgentes, contribuye a la polarización política y hace plausible un ligero autoritarismo. Brasil, una de las democracias más grandes del mundo, es una de las mejores ilustraciones de los beneficios de los límites de los períodos. Se les prohíbe a los presidentes servir Controversia Existen mejores mecanismos para promover la responsabilidad y la eficacia. En lugar de no permitirle a la gente postularse, los reformadores deberían promover cambios institucionales que fomenten la competencia, reducir los umbrales de acceso para los nuevos contendores y nivelar los gastos de campañas. En otras palabras, en vez de prohibirle a una serie de televisión, a pesar de su popularidad, iniciar una nueva temporada; la mejor forma de promover una mejor televisión es facilitando la competencia entre los diferentes canales. Las series sobrevivirán si pueden resistir la competencia por parte de los nuevos contendores. Al hacer que una serie no se transmita más porque ya ha estado al aire demasiado tiempo no se producirá una televisión de mejor calidad automáticamente. Lo mismo aplica a la política. más allá de un segundo período. Como resultado, el gobierno y las fuerzas de oposición durante los últimos 16 años han desarrollado un equilibrio de poder el cual ha ayudado al país a solucionar los problemas más graves a través de consensos. El resultado ha sido reconocido internacionalmente en temas tales como programas contra la pobreza, incluyendo trasferencias condicionadas e inversiones a largo plazo en la educación primaria. En Latinoamérica pensar vencer a un presidente que lleva mucho tiempo en el poder es una tarea impensable. Los esfuerzos espontáneos por modificar las constituciones y expandir los mandatos de los presidentes que llevan mucho tiempo no han sido seguidos por una legislación coherente para controlar el uso y abuso de los recursos del Estado en las campañas electorales. Existen pocas reglas que determinen cuándo un presidente que busca la reelección es jefe de Estado con acceso ilimitado e incontrolado de los recursos públicos, y cuando esta misma persona es candidato presidencial que recurre a fondos públicos o privados para su campaña. Incluso en las democracias multipartidistas mejor consolidadas se ha reportado uso in fraganti de recursos del Estado durante campañas electorales. Los esfuerzos espontáneos por modificar las constituciones y expandir los mandatos de los presidentes que llevan mucho tiempo no han sido seguidos por una legislación coherente para controlar el uso y abuso de los recursos del Estado en las campañas electorales Política Colombiana • 01 incentivos correctos sobre los funcionarios para que sean responsables ante sus electores. Sin la posibilidad de una reelección, los representantes dejan de tener incentivos para servirle a aquellos que los eligieron a través del voto. La perspectiva de la reelección implica que los representantes pueden ser “despedidos” por parte de los electores, si sienten que no se les ha cumplido. Los esfuerzos para introducir los límites de los períodos de mandato fueron diseñados para promover la eficacia, pero resulta que no tienen un efecto significativo en la limitación de las carreras políticas: aquellos funcionarios que tengan un término limitado simplemente se cambian a otros cargos de elección popular para continuar sus carreras. Tampoco crean una renovación de la élite política, ya que muchos jefes políticos locales acuden a sus allegados para llenar sus espacios o tienen suplentes elegidos para ocupar sus puestos hasta que se les permita postularse otra vez. 115 116 También es cierto que los políticos individualmente considerados no son los únicos actores interesados en servirle bien a los electores. Los partidos políticos también tienen esos incentivos. En una democracia sana, con partidos fuertes y responsables, si no se les permite a los funcionarios postularse para la reelección, los partidos políticos que ellos representan tienen todos los incentivos para asegurarse que sus representantes hagan un buen trabajo. De lo contrario, los partidos serán castigados cuando los votantes asistan a las urnas. Política Colombiana • 01 Desafortunadamente los países latinoamericanos tienen sistemas de partidos notoriamente La eliminación o extensión excesiva de los límites del período engendra corrupción, la cual es la principal causa de desconfianza pública en las instituciones democráticas y constituye un obstáculo significativo para el desarrollo económico en la región. Los presidentes latinoamericanos poseen una influencia desproporcionada sobre otras ramas del poder público. En momentos de crisis política pueden gobernar por medio de decretos. Pueden nombrar y destituir sus gabinetes con poca o ninguna participación o control del congreso, así como contratar y despedir a otros miembros de la administración discrecionalmente. En tiempos de emergencia, pueden suspender los derechos civiles básicos e igualmente poseen una significativa influencia política y económica sobre los medios de comunicacion. Los esfuerzos del presidente peruano Alberto Fujimori para concentrar el poder y extender su mandato, encontraron apoyo popular al principio. En 1990 fácilmente ganó con una absoluta mayoría en la votación. Su iniciativa de cerrar el Congreso en 1992 encontró una aprobación pública aún mayor. Sin embargo, la paciencia de sus electores decayó así como lo hicieron sus importantes victorias en contra del terrorismo y la inflación. Hacía el año 2000, a pesar de una oposición significativa a su administración, Fujimori ganó un tercer período utilizando una mezcla perniciosa de soborno, intimidación y populismo. Si Fujimori se hubiera regido por los límites existentes en ese entonces su legado habría sido muy diferente. La transición de poder en el 2001 estremeció a la democracia peruana hasta lo más profundo, ya que su héroe se había vuelto un villano. Con límites al período las transiciones se realizan de forma natural en los sistemas de- Controversia El debate acerca de los límites al período presidencial en Latinoamérica es una nueva versión del debate sobre el presidencialismo y el parlamentarismo. Los defensores del sistema parlamentario argumentaron hace 20 años que las democracias latinoamericanas organizadas bajo el presidencialismo son inherentemente inestables, ya que concentran demasiado poder en una sola persona. Si ese argumento se acepta, el permitir que los presidentes busquen períodos adicionales claramente empeoraría la situación. La campaña en favor de permitir la reelección ilimitada para los presidentes en Latinoamérica debería ser utilizada para restringir los poderes y atribuciones de los presidentes. Cuando líderes como Hugo Chávez exigen una reelección ilimitada, citando los ejemplos de Francia, el Reino Unido o Alemania, los defensores de la democracia deberían responder exigiendo reformas constitucionales que permitan que los presidentes se postulen a la reelección indefinidamente, pero que también introduzcan un mejor sistema de equilibrio de poderes, que realmente restrinja la capacidad del presidente, como por ejemplo eliminando el control sobre la agenda legislativa, limitando el gobierno por decreto y su poder discrecional sobre el gasto. mocráticos. La política deja de ser percibida como un juego de suma a cero. Los partidos gobernantes pueden cultivar nuevos liderazgos que mantengan las políticas exitosas de sus líderes anteriores, pero también corregir los errores del pasado. Los partidos pueden transformarse, cambiar la forma en que son percibidos y adaptarse a los retos dinámicos del mundo que los rodea. Tal es el caso de Chile, donde la Concertación ha gobernado durante cuatro períodos consecutivos con cuatro presidentes que representan tres partidos políticos diferentes. De la misma manera, la oposición tiene más posibilidades de seguir siendo una oposición leal que no trata de subvertir el sistema, dado que pueden prever la llegada al poder algún día por medio de elecciones libres y justas. Las transiciones pacíficas de Brasil, Uruguay y El Salvador han ayudado a que los partidos políticos sigan siendo relevantes incluso cuando no están en el poder. De hecho, la percepción pública de la democracia, componente claro de la estabilidad democrática, parece haberse fortalecido en las democracias donde se ha presentado alternancia entre distintos partidos. Claro está, limitar los periodos de mandato por si mismo no garantiza una prospera democracia multipartidista. A pesar de su promesa de “Sufragio Universal y la No Reelección”, la revolución Mexicana no marcó el comienzo de una democracia multipartidista significativa hasta después de setenta años. Para evitar otra dictadura, los Paraguayos incluyeron un artículo de no reelección en su constitución, sin embargo, el régimen del Partido de Colorado permaneció intacto durante diecinueve años más, hasta la elección de Fernando Lugo el año pasado. En ambos países, sin embargo, la Política Colombiana • 01 débiles. Así, con frecuencia, los votantes tienen pocas herramientas a su disposición distintas a la amenaza o al beneficio de la reelección para castigar o recompensar a los titulares. Esto es particularmente cierto para los presidentes que se postulan como independientes. Si la reelección no fuese posible los presidentes independientes no tendrían ningún incentivo para cumplir sus promesas de campaña. Aún peor, los votantes no tienen medios para castigar a los presidentes independientes que no aspiren a la reelección. 117 118 Así, Chávez tendría la misma habilidad que el canciller alemán para postularse cuantas veces quiera, pero sus poderes ejecutivos estarían limitados al igual que en Alemania. Las democracias latinoamericanas carecen de un nivel de competencia apropiada. Los personajes de opinión o partidos políticos tienden a promover monopolios y oligopolios que la obstaculizan. Los partidos políticos favorecen la existencia de barreras que hacen difícil el acceso a nuevos partidos que puedan desafiar su oligopolio. Los congresistas a su vez hacen difícil que nuevas figuras reten su poder estableciendo reglas de financiación de campañas complejas y ambiguas - las que en la mayoría de los casos favorecen directamente a sus promotores. Política Colombiana • 01 La iniciativa de eliminar los límites al período presidencial se debería ver como un síntoma de una democracia en mal funcionamiento y no como su causa. Sería mas sabio atacar la enfermedad como tal y no los síntomas. Los presidentes con un término fijo ya ejercen demasiado poder. En vez de reemplazar a un presidente poderoso por otro igualmente poderoso, tendría más sentido reducir los poderes y atribuciones de este sin tomar en cuenta quién ocupe el cargo. Que se postulen tantas veces como lo deseen, pero de forma más competitiva, que se nivelen las reglas de juego y se reduzcan los poderes y atribuciones del presidente. PC La iniciativa de eliminar los límites al período presidencial se debería ver como un síntoma de una democracia en mal funcionamiento y no como su causa sucesión presidencial entre individuos, incluso del mismo partido, iba paralelo con cambios graduales en la política. Mas aun, el debate vigoroso y reñido entre los partidos dejó ver las vulnerabilidades del partido gobernante y generó oportunidades importantes para la oposición en las elecciones generales. El legado de “no reelección”, punto importante del inigualable poder de estos partidos políticos, contribuyó en alguna medida a las eventuales transiciones pacíficas de poder. Es bastante diciente que cuando se mencionó el tema de la reelección por parte de los presidentes en el poder de México y Paraguay, los líderes políticos y los ciudadanos rechazaron la idea rotundamente. Actualmente, el electorado en Latinoamérica sigue siendo altamente ambivalente con respecto a levantar uno de los controles sobre su poder Ejecutivo. En 2007 los venezolanos rechazaron la reelección indefinida del Ejecutivo, la medida eventualmente fue aprobada en una nueva votación catorce mese después; pero, incluso perdiendo, más de cinco millones de personas expresaron su preferencia hacia los límites de los períodos. De igual forma, en tanto que el Presidente Álvaro Uribe contempla un tercer término sin precedentes, la opinión pública en Colombia ha expresado un significativo escepticismo. Los esfuerzos para extender los períodos de mandato a más de dos términos no son motivados por causas ideológicas. Sus impulsos vienen de gobiernos cuyo poder es inigualable y su popularidad sin precedentes. En política, sin embargo, tanto el poder como la popularidad son efímeros. En una democracia, el electorado debería mantener su prerrogativa de cambiar de opinión, y los políticos deberían tener la oportunidad de motivarlos a hacerlo. PC