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DEMASIADO TARDE
Carta de Animadores
Claretianos. Padres y Hermanos
Enero de 2015
Queridos amigos:
En una parroquia apareció colgado un cartel que merece una
meditación. Presentaba una primera foto de un bebé y debajo de
ella se leía: «Demasiado joven para pensar en Dios». A su lado, otra
fotografía de un adolescente en una discoteca: «Demasiado
distraído para pensar en Dios». A continuación, una imagen de unos
recién casados saliendo de la iglesia: «Demasiado felices para
pensar en Dios». La siguiente instantánea mostraba a un ejecutivo
con cara de estresado hablando por teléfono: «Demasiado ocupado
para pensar en Dios». Por último, bajo la foto de un féretro, se
indicaba: «Demasiado tarde para pensar en Dios».
El cartel me ha venido a la cabeza cuando leía unas palabras
del Papa, citando a san Bernardo de Claraval. Con ellas alertaba del
peligro de caer en la «dureza de corazón» por los miles de líos y
complicaciones que nos marean cada día. «Mira adónde te pueden
arrastrar estas malditas ocupaciones, si sigues perdiéndote en
ellas… sin dejarte nada de ti para ti mismo», citaba el Santo Padre
parafraseando al gran impulsor de la orden cisterciense.
Y es que en estos tiempos en los que decimos que no
tenemos tiempo para nada porque tenemos nuestra agenda hasta el
borde, conviene de vez en cuando levantar el pie del acelerador y
pararse a pensar hacia dónde vamos. La cara de sorpresa tiene que
ser monumental cuando uno se presente delante de Dios y se dé
cuenta de que tiempo ha tenido, y a montones, siempre que se
tratara de dedicarse a sus apetencias, de satisfacer sus necesidades
y caprichos, de perderse en los innumerables trajines de cada día,
pero que, con Dios, se ha sido más bien rácano. Como animadores
vocacionales hemos de hace algo antes de que sea demasiado
tarde.
Repitamos a nuestros jóvenes que la única manera de estar
vivos es vivir en el presente. Que no hay manera de ser felices si no
es siéndolo hoy. Que la fuga al futuro son eso, fugas. Que un ser
que quiere vivir de veras debería gritarse a si mismo ante el espejo,
cada día al levantarse, que esa jornada que empieza es la más
importante de su vida. El pasado pasó. Ya sólo sirve para subirse
encima de él y mirar mejor hacia adelante. El futuro vendrá de las
manos de Dios y en ellas ha de dejarse. La única tarea es el
presente, esta hora, ésta. Dios mismo no nos espera en el mañana.
Se cruzará hoy con nosotros. Nuestra misma resurrección ha
comenzado en este momento que vivimos ahora.
Juan Carlos cmf
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