EL PAPEL RESPONSABLE DEL PROFESOR DE EDUCACIÓN FÍSICA AL RESPECTO DE LA PROMOCIÓN DE LA SALUD. ESE NUEVO VIEJO RETO Zabala, M.; Ramírez, J.; Lozano, L. y Viciana, J. Departamento de Educación Física y Deportiva. F.CC.A.F.D. Universidad de Granada RESUMEN: Partiendo del grave problema que la sociedad desarrollada actual sufre en forma de sedentarismo y falta de actividad física (AF) unida a unos hábitos alimentarios poco recomendados, en este trabajo se trata de sintetizar el marco legal en el que se ha desarrollado la Educación Física (EF) en España en los últimos tiempos, así como la evolución que la misma ha presentado al respecto de su papel en la educación para la salud. Este rol de la EF se ha puesto de manifiesto como herramienta importante para ayudar a paliar la epidemia de obesidad y riesgos cardiovasculares asociados (Carreiro, 2003; Evans, 2003; Delgado y Tercedor, 2002). Sin embargo la EF no parece haber desarrollado este papel y el profesor de EF debería asumir su parte de responsabilidad en este sentido. De las declaraciones de intenciones se debe pasar a la acción, mediante programas concretos constatables. En este trabajo se presentan aspectos básicos pero fundamentales a tener en cuenta para promocionar la AF y la salud desde la EF. PALABRAS CLAVE: Educación física, actividad física, salud, autonomía. INTRODUCCIÓN El fenómeno de la AF y la práctica deportiva se manifiestan en multitud de aspectos de la vida cotidiana, siendo uno de sus marcos el que acontece en la EF escolar. En este sentido, se tratan de utilizar el deporte y la AF en el ámbito educativo a modo de vehículo transmisor de conocimientos, procedimientos y actitudes deseables y pretendidas en los alumnos. La AF en los jóvenes puede enseñar cuestiones prácticas y significativas para su vida cotidiana en beneficio de su salud y es obvio que de ese beneficio "transmisor" se deben ayudar y aprovechar los docentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje que llevan a cabo en los centros educativos. Asimismo, se puede servir de enlace a otro tipo de manifestaciones deportivas de interés formativo-educacional, ya en el entorno extraescolar. El área de EF debe cumplir una función social, preventiva y educativa en lo que respecta también a la salud. Sin embargo, frente a este gran problema, en el que se destaca a la población adolescente (edad crítica escolarizada en Educación Secundaria Obligatoria ESO-) como foco importante a atender en cuanto a hábitos saludables y adherencia a la práctica de AF, son múltiples los factores a los que el profesor de EF debe hacer frente y debe asumir, desde su responsabilidad y ética profesional. EL MARCO LEGAL Y SUS IMPLICACIONES Atendiendo al marco legal en España, debemos reseñar que la década de los 90 estuvo marcada por 2 leyes fundamentales: La Ley 10/1990 de 15 de Octubre del deporte que vino a sustituir la Ley 13/1980 y la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) 1/1990 de 3 de Octubre, que da forma jurídica a la reforma de la enseñanza no universitaria y que establece el carácter obligatorio de la EF en la enseñanza hasta los 16 años (Rodríguez, 2000). En lo que al área de EF más directamente concierne, hay que decir que la implantación progresiva de la LOGSE no modificó positivamente los horarios de las clases de EF. En ESO, durante los 4 cursos de enseñanza de que consta, el alumno tiene en su horario 2 sesiones de EF semanales de 50 minutos cada una. Esta modificación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años ha supuesto que los niños abandonen el centro de primaria dos años antes de lo que venían haciendo, para pasar a los institutos de educación secundaria; esta circunstancia influyó cualitativamente y cuantitativamente y de manera negativa en la práctica deportiva de los escolares (Rodríguez, 2000). A pesar de que la LOGSE no pasará a la historia educativa española con etiqueta de exitosa, sino más bien lo contrario, debemos reseñar que, en lo que a ESO se refiere y al respecto del tema que nos ocupa -AF y salud-, sí se realizaron alusiones directas, por ejemplo, al hecho de “conocer y valorar… la AF como medio de exploración y disfrute…”, “… dosificar el esfuerzo en función de sus posibilidades…”, o “Adoptar hábitos de higiene… y de ejercicio físico que incidan positivamente en las salud” (objetivos generales 4º, 5º y 8º del bloque de contenidos denominado “condición física”). Cuestión diferente es que estas “declaraciones de intenciones” no hayan calado en la práctica lo que los profesionales de la EF hubiéramos querido. Para autores ya clásicos en el área de EF pero bien vigentes como Mosston (1978) Piéron (1999), Siedentop (1998) ó Delgado (1991), el tratamiento de los contenidos propios de la EF ha venido siendo un pilar fundamental de trabajo, en cuanto a qué contenidos tratar, durante cuánto tiempo desarrollarlos, con que técnica/s de enseñanza llevarlos a la práctica, qué objetivos priorizar en ellos, cómo evaluarlos... Por su parte, en los orígenes de la EF -y más de acuerdo al régimen político bajo el que convivía-, el alumno había venido siendo un mero receptor de lo que el profesor de EF planificaba y ponía en práctica con ellos; con frecuencia, el alumnado ha sido olvidado y ha sido muy poco ó nada tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones pre-activas por parte del profesor de EF (Wittrock, 1990). Actualmente, con una propuesta legislativa en proceso de análisis (Learreta, 2003) ya en marcha que puede llevar al área de EF al término medio que le proporcione identidad propia -LOCE-, se pretende devolver cierto protagonismo al producto frente al proceso mediante criterios de evaluación más claros y directrices más específicas. Esta controvertida propuesta -por otras cuestiones que ahora no interesan- no debe significar la mayor dirección y “encorsetamieto” que algunos pretenden ver, sino la intención de huir de ese “todo vale” y “vamos a vivenciar y a disfrutar”, por encima de todo. No es la intención extinguir ni la vivenciación, ni la experiencia, ni el disfrute, sino la de dotar al área de una identidad que, seguramente, nunca ha tenido justamente asignada; a nuestro juicio, se pasó de la dirección y el aire militarista a un polo bastante opuesto y, tristemente, difuso (Viciana et al., 2003). En el Real Decreto 3473/2000 de 29 de Diciembre, por el que se modifica el Real Decreto 1007/1991, de 14 de Junio -por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la educación secundaria obligatoria-, se destacan de manera especial las siguientes cuestiones en relación a la EF (Viciana et al., 2003): 1) Los contenidos de Deportes y Condición Física relacionada con la salud aparecen muy resaltados -se menciona en 6 ocasiones el término “calidad de vida” y en 21 el término de “salud”, haciendo referencia en los objetivos 3, 6, 7, 8 y 9, y 1, 2, 3, 4 y 5 respectivamente a dichos conceptos (de 11 objetivos en total). En cuanto a los objetivos 10 y 11, éstos hacen mención a la relajación y a la expresión corporal. 2) Los procedimientos adquieren una mayor importancia y protagonismo en esta nueva disposición legal, encontrándose 9 enunciados de procedimientos entre los 11 objetivos expuestos, expresándose a lo largo de estos 9 objetivos en 15 verbos de carácter de procedimientos. 3) En el apartado de Contenidos y Criterios de Evaluación, se manifiesta la preocupación por que se priorice la regulación de la intensidad de esfuerzo por parte del alumnado, como medio hacia una práctica física más saludable. Incluso se hace expresa la referencia a la frecuencia cardiaca (FC) como medio para su consecución. Sin duda, esta nueva ley hace patente la preocupación social e institucional surgida en torno al descenso de práctica de AF entre la población actual, al aumento de sedentarismo, y al elevado índice de obesidad tanto en las poblaciones infantil como adulta. Podemos decir que parece seguirse la línea que otros países punteros del denominado “primer mundo” han comenzado a desarrollar, como EEUU (Robbins et al., 2003) o Inglaterra (Evans, 2003), donde tras percibir este gran problema social de patrones de inactividad y aumento de riesgos cardiovasculares, se comenzó a tomar medidas al respecto: el American College of Sport Medicine -ACSM, 1991, 1995, 1998-, ya hacía especial hincapié, en la necesidad de fomentar la práctica de AF encaminada a paliar y mejorar el estado físico de los ciudadanos, mediante una práctica de AF fundamentalmente aeróbica. España, tristemente, parece estar a la cabeza de las actitudes negativas para fomentar la AF y hábito saludables (Varo et al., 2003). EL ROL DEL PROFESOR DE EF Arráez y Martín (1997) o Zabala et al. (2002), reclaman una mayor involucración por parte del profesor de EF para canalizar la AF de sus alumnos fuera de su área, aconsejando y orientando su práctica hacia clubes deportivos, asociaciones o escuelas deportivas y así tratar de prolongar la AF y procurar un mayor afianzamiento de la actitud positiva hacia la práctica deportiva. En este sentido también se pronuncian de manera clara y contundente Pérez y Delgado (2004), al reclamar por parte del docente de EF una mayor implicación e involucración en sus tareas en general y en cuanto a lo referido a la salud en particular, de cara a mejorar una bastante malograda EF. Delgado y Tercedor (2002), consideran que la intervención docente en EF para la salud debe: 1) Incluir objetivos y contenidos coherentemente dispuestos y adaptados a la edad y nivel de los alumnos, organizando el uso adecuado de instalaciones y materiales, 2) Facilitar la participación de todo el alumnado sin exclusiones ni eliminaciones, contemplando las necesidades especiales de los alumnos, 3) potenciar la motivación, la autonomía y la autoestima en los alumnos, favoreciendo su práctica de AF fuera de la EF, 4) Evaluar coherentemente de manera continua y formativa y 5) Ser conscientes de la influencia que como profesores tenemos en los alumnos, en lo referente a actitudes, valores y conductas relacionados con la salud (incluyendo el denominado currículum oculto). Así, por ejemplo, podemos procurar a los alumnos un mayor conocimiento y concienciación de lo que les puede suponer una adecuada práctica de AF en relación a su salud, de tal forma que conozcan y apliquen de manera autónoma esos conocimientos para así realizar individualmente una práctica de AF de mayor calidad y enfocada de manera intencional a cumplir los propósitos que ellos mismos se marquen; así lo proponen en cuanto a la regulación del esfuerzo Zabala y Viciana (2002), estableciendo las pautas concretas de actuación para que cualquier docente de EF pueda desarrollar un programa similar en sus clases y constatar y evaluar el aprendizaje, tanto a nivel de procedimientos (Zabala et al., 2004), como a nivel de conceptos (Zabala et al., 2003). Tomando las palabras de Pangrazi, éste ya reclamaba en 1987 que “…los jóvenes deben comenzar cuanto antes a aprender que el ejercicio físico diario realizado de manera autónoma como un hábito muy importante para consolidar un estilo de vida saludable”. Digelidis et al. (2003), apuntan que el profesor de EF puede crear un clima motivacional positivo que facilite a los alumnos su orientación gracias las tareas propuestas y actitudes positivas hacia el ejercicio saludable. En el ámbito europeo, la situación no es nada alentadora, pues la EF ha perdido protagonismo en beneficio de otras áreas más técnicas; tal es el caso p.e. de Inglaterra, donde la práctica se reduce a una sesión semanal de 1h en la etapa correspondiente a secundaria. Tan sólo los países nórdicos parecen seguir sin “atentar” contra la EF lectiva. Evans (2003), en referencia a este problema de salud actual y el papel de la EF en Inglaterra, habla del profesor de EF como profesional educador de salud, destacando la necesidad de actuar de forma vigilante y activa ante el problema de la obesidad, al tiempo que dice que las escuelas y colegios en Inglaterra se encuentran bajo presión ante la gran responsabilidad de educar para la salud a los jóvenes. Además, añade que, desde septiembre de 2002, las escuelas en Inglaterra y Gales están obligadas, ante un nuevo y específico requisito curricular, a promover en su currículo la educación personal, social y saludable de los alumnos. Sin duda, una gran responsabilidad para el profesor de EF, que en Inglaterra debe actuar ante un problema considerado de grandes dimensiones y cuyo diseño y aplicación de políticas y programas ad hoc se hace más que necesario (Cavill et al., 2001; Sallis et al., 2000). Para Delgado y Tercedor (2002), el centro escolar se ha convertido en el pilar básico de educación para la salud, debido a diferentes razones: 1) porque afecta a la calidad de vida presente y futura, 2) porque es un ámbito muy amplio (social, ambiental, biológico, económico…) y, para nada, exclusivamente sanitario, 3) porque su preservación precisa nuestro compromiso y ello se debe dar de manera continuada y reflexiva, 4) porque la escuela sola no lo consigue pero puede ayudar, 5) porque por la escuela pasan casi todas las personas para formarse y, además, en el mejor momento para adquirir hábitos saludables. Desde un prisma internacional, Carreiro (2003) señala que “Los problemas sociales y culturales a los que se enfrenta la sociedad europea en este comienzo del siglo XXI hacen de la EF escolar un proyecto educativo indispensable”. Carreiro destaca a este respecto que “Según la OMS existen 300 millones de obesos en el mundo, 45% de los cuales son ciudadanos de la Unión Europea (135 millones, 75 millones hombres y 60 millones mujeres); entre el 65% y el 85% de la población mundial no practica ejercicio físico suficiente; en Europa, el exceso de peso es ya el principal problema de salud pública de este siglo; en la UE se calcula, de promedio, que los gobiernos gastan cerca del 8% de sus presupuestos de salud en problemas asociados a la obesidad, sin incluir los costes indirectos”. Este autor hace un llamamiento a la responsabilidad de los profesionales involucrados en la EF, de cara a: -Concebir la EF como un contexto de innovación y de transformación cultural social. -Contemplar las necesidades y posibilidades personales. -No sobrevalorar la practica de AF enfocada al rendimiento utilizada de manera selectiva y excluyente. -Promocionar un desarrollo tecnomotor y sociomotor, así como de competencias reflexivas para una participación personal gratificante en la cultura del movimiento a lo largo de toda la vida. -Criticar equitativamente las posturas pedagogistas o biologicistas de EF, así como el concepto de “socialización para el deporte de alto rendimiento”. -Criticar y actuar contundentemente al respecto de actuaciones que pongan en compromiso los derechos de igualdad y excelencia de los alumnos o perpetúen desigualdades sociales y económicas. Para Carreiro, “La EF no solamente sobrevivirá sino que conquistará cada vez más importancia educativa en las escuelas básicas y secundarias”. Un ejemplo de lo difícil que resulta desarrollar la AF salud en la sociedad lo encontramos en EEUU. Los objetivos del proyecto estadounidense denominado Healthy People 2010 (United States Department of Health and Human Services -USDHHS-, 2000) son: 1) Aumentar la proporción de adolescentes practicantes de AF moderada durante al menos 30 minutos o 5 días ó más a la semana, del 20 al 30% y 2) Aumentar la proporción de adolescentes practicantes de AF vigorosa durante 3 o más días a la semana del 64 al 85%. Ante estas pretensiones, Sallis (2000) analizó diferentes estudios advirtiendo de la no consecución de metas al respecto; en este sentido, para Robbins et al. (2003), una de las claves para no fracasar de nuevo se encuentra en la colaboración de los profesores de EF en lo concerniente a la salud, como ayuda esencial para estructurar una EF y una AF extralectiva y extraescolar orientadas al estilo de vida que hoy día precisan los jóvenes; añaden además que la niñez y juventud son periodos ideales para cultivar una AF que redunde en beneficios saludables a lo largo de toda la vida -tracking-. CONCLUSIÓN Así, todo lo expresado anteriormente debe, por necesidad, tener un claro reflejo en la planificación de la EF escolar, en la intervención docente de clase y en la manera e instrumentos de evaluar los resultados obtenidos. Ante este panorama, abogamos por una utilización de la EF que facilite medios concretos a los alumnos, enfocados hacia paliar los problemas que la sociedad de hoy nos impone: procurar herramientas para que los alumnos disfruten de la AF y se adhieran a ella al saber cómo valerse de ella, al percibir y entender sus beneficios y aportaciones. Y es que, si los alumnos no disfrutan de una AF suficiente, deberíamos tratar también de procurarles las herramientas para que puedan practicar por su cuenta de manera controlada, sabiendo ellos mismos qué hacen y porqué. Sólo así entenderán y harán suyos los beneficios y el partido que se puede sacar de la AF en beneficio de su salud, tanto física como psíquica. Por eso, debemos atenernos a los principios éticos al respecto de la promoción de la salud que promulgan Devís y Pérez (2001) de utilidad, autonomía -entendido como “…el proceso de capacitación de las personas para mejorar y aumentar el control sobre su salud” y cuyo exponente lo podemos encontrar, por ejemplo, en el trabajo de Zabala (2004)-, justicia y responsabilidad. Y es que la EF, puede y debe tratar de cumplir las funciones social, educativa y formativa (Álamo et al., 2002), especialmente en las edades escolarizadas en las que muchos estudios lo aconsejan por necesidad sincrónica real (Ekelund et al. 2001) y, a modo de prevención, por ser edades especialmente sensibles que influyen en el tracking de la AF posterior de los individuos (Robbins et al. 2003; Delgado y Tercedor, 2002; Trudeau et al. 1998). Sin embargo, el éxito y la consiguiente aportación de la EF al respecto de la promoción de la salud, pasa por la responsabilidad del profesor de EF, quien deberá planificar y concretar sus acciones para poder lograr fines concretos constatables (Viciana, 2002). De nosotros los profesionales de la EF depende que la consideración social hacia nuestra área sea digna y estemos orgullosos de ello -tal y como desean Carreiro (2003) o Pérez y Delgado (2004)- o, por el contrario, siga entendiéndose por la mayoría de la sociedad como la asignatura a la que despectivamente llaman “maría” y que, por desgracia, parece servir poco más que de entretenimiento. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ÁLAMO, J.M.; AMADOR, F. y PINTOR, P. (2002). Función social del deporte escolar. El entrenador del deporte escolar. Lecturas: revista digital. Nº 45, Febrero. AMERICAN COLLEGE OF SPORT MEDICINE -ACSM- (1991). Guidelines for exercise testing and prescription. Lea and Febiger (4th edition). Philadelphia. 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