Universidad Nacional Mayor de San Marcos From the SelectedWorks of Alan A. Pasco Arauco July, 2009 Concausa, corresponsabilidad y participación: ¿responden los autores, cómplices e instigadores solidariamente? Una aproximación hacia un análisis de lege ferenda Alan A. Pasco, Arauco Available at: http://works.bepress.com/alan_pasco/18/ CONCAUSA, CORRESPONSABILIDAD Y PARTICIPACION: ¿RESPONDEN LOS AUTORES, COMPLICES E INSTIGADORES SOLIDARIAMENTE? Una aproximación hacia un análisis de lege ferenda I. INTRODUCCION El tema objeto de análisis, si bien no ha sido ampliamente debatido dentro de la “provincia de la responsabilidad civil”, ello no debe llevarnos a dudar de su importancia y trascendencia, ya que no es lo mismo (qué duda cabe) responder como autor que como partícipe de un determinado evento dañoso generador de responsabilidad civil. Ahora, si bien la delimitación entre lo que debe entenderse por autoría y participación es muy tenue, llegando incluso, en algunos casos, a la imperceptibilidad, esta dificultad al momento de diferenciarlas, no justifica que se le otorgue un tratamiento similar. Comencemos por lo básico: los hechos que dieron lugar a la sentencia casatoria objeto del presente comentario1. Se trata de un choque entre un vehículo trimotor (mototaxi) -el cual transportaba a dos pasajeros- cuyo conductor carecía de licencia de conducir y manejaba en sentido contrario al establecido y a una velocidad no permitida por una avenida principal; y una camioneta, cuyo conductor se encontraba manejando en estado de ebriedad. Las víctimas fueron los dos pasajeros del vehículo trimotor. Ante tal acontecimiento la pregunta es ¿Quiénes son los responsables? ¿Estamos ante un supuesto de concausa? ¿Cómo responden los agentes causantes del daño? II. LA CONCAUSA COMO CATEGORIA GENERAL Desde nuestro particular punto de vista, lo adecuado es partir del análisis de la concausa como categoría general. Si en determinada supuesto, concurren dos causas destinadas a producir el efecto dañino, hablamos de concausa. Por ende, ésta, como categoría general, reúne los siguientes supuestos: 1.- Concausa que genera responsabilidad solidaria: Cuando son dos o más los autores directos del daño2. Técnicamente, acá se habla de coautoría, y la forma como responden los coautores de un daño, se encuentra regulada en el artículo 1983 CC3 Al respecto, un sector importante de la doctrina nacional, refiriéndose a la relación existente entre la concausa y la responsabilidad solidaria, ha sostenido que las mismas deben ser diferenciadas: “los supuestos de causa concurrente o concausa 1 En honor a la verdad, debemos señalar que la sentencia casatoria objeto de comentario servirá como excusa para ahondar de forma integral en todo lo referente a la actuación de los partícipes en el ámbito de la responsabilidad civil: la forma cómo se distribuye el quantum resarcitorio, la responsabilidad solidaria, la forma cómo repercute la solidaridad desde el punto de vista de las funciones de la responsabilidad civil, entre otras cosas. 2 Más adelante veremos si es que los cómplices e instigadores, a pesar de no ser autores del daño, responden de forma solidaria conjuntamente con los autores. 3 Artículo 1983 CC: “Si varios son responsables del daño, responderán solidariamente. Empero, aquel que pagó la totalidad de la indemnización puede repetir contra los otros, correspondiendo al juez fijar la proporción según la gravedad de la falta de cada uno de los participantes. Cuando no sea posible discriminar el grado de responsabilidad de cada uno, la repartición se hará por partes iguales” 1 difieren del de la responsabilidad solidaria, por cuanto aquí la causalidad se enfoca respecto de una pluralidad de agentes dañantes”4 Desde nuestro particular punto de vista, y como bien se indicó, ambos términos (concausa y responsabilidad solidaria) deben ser clasificados en categorías distintas: una cosa es la concurrencia de varios de sujetos al momento de producirse un determinado evento dañoso (concausa) y otra muy distinta la forma como se distribuye la responsabilidad entre dichas personas causantes del daño. Sin embargo, ello no nos debe llevar a establecer diferencias entre ambos términos, ya que estos pueden presentarse de forma conjunta en determinado caso: la concausa, bajo la forma de la coautoría, puede dar lugar a un supuesto de responsabilidad solidaria, como es el caso normado en el artículo 1983 del Código Civil. En este caso, como se aprecia, uno es la causa del otro: la coautoría (concausa) es la causa o factor determinante para que se presente un supuesto de responsabilidad solidaria. 2. Concausa para atenuar el quantum resarcitorio: Cuando la propia víctima, colabora con el autor del daño para que el evento lesivo se produzca. En este supuesto, corresponde la aplicación del artículo 1973 CC5; es decir, corresponde que el Juez reduzca la “indemnización”, toda vez que la imprudencia de la víctima concurrió en la producción del daño. Cabe señalar que esta participación de la víctima en la producción del daño, no es de tal magnitud como para que se configure un supuesto de ruptura del nexo causal, regulado en el artículo 1972 CC6. En efecto, no se debe confundir la concausa con la ruptura del nexo causal7. La concausa viene a ser una causa concurrente con otra, ambas destinadas a producir el efecto dañino. En cambio, en el supuesto en el cual es la propia víctima quien produce o contribuye de forma determinante en la producción del daño (la denominada ruptura del nexo causal) no es posible hablar de concausa, toda vez que el único hecho causante del daño fue el de la propia víctima. A pesar de ello, la conducta de los terceros intervinientes en el evento dañoso, podría ser considerada como condición8 u ocasión9, pero bajo ningún supuesto como causa10. 4 ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de la Responsabilidad Civil. 5ª. Edición. Editorial Gaceta Jurídica. Lima. 2007. Pág. 177 5 Artículo 1973 CC: “Si la imprudencia sólo hubiere concurrido en la producción del daño, la indemnización será reducida por el Juez, según las circunstancias” 6 Artículo 1972 CC: “En los casos del artículo 1970, el autor no está obligado a la reparación cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, de hecho determinante de tercero o de la imprudencia de quien padece el daño”. (el énfasis es nuestro) 7 En este error incurre Alterini, para quien “la concausa es aquella causa que desvía o suprime (de manera directa) los efectos de otra causa distinta y coexistente, como sería el caso de la muerte de un herido por una enfermedad que preexiste al hecho del responsable” (ALTERINI, Aníbal. Responsabilidad Civil. 3ª. Edición. Editorial Abeledo – Perrot. Buenos Aires. 1987. Pág. 140). El error en que incurre el citado autor, ya ha sido advertido en sede nacional por Juan Espinoza, quien acertadamente señala que, tal como está definida la concausa según Alterini, “se está haciendo referencia a un supuesto distinto, que es el de ruptura del nexo causal. Cuando se habla de concausa, se está haciendo referencia a una cusa concurrente con otra, destinadas a producir el efecto dañino” (ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de la Responsabilidad Civil. 5ª. Edición. Editorial Gaceta Jurídica. Lima. 2007. Pág. 177) 8 La condición no produce el efecto por sí, de forma autónoma e independiente (como sí lo hace la causa) pero de alguna manera permite que el efecto se produzca o descarta un obstáculo que impediría que aquel tenga lugar. Es “todo antecedente sin el cual el resultado no 2 Otra aclaración resulta importante: si la conducta de la propia víctima fuese de tal magnitud, al punto de ser el factor desencadenante del daño (es decir, al punto de producirse una ruptura del nexo causal), no podremos hablar, jurídicamente, de un “autor”11 del daño, toda vez que éste se habría producido exclusivamente por el hecho de la propia víctima. Si consideramos a la víctima, como autora de su propio daño, tendríamos que considerarla responsable del mismo, y al ser responsable, debería responder por el daño y pagar la “indemnización” a favor de sí misma (en aplicación del artículo 1983 CC). Esta forma de ver las cosas, naturalmente, resulta absurda, motivo por el cual somos de la opinión que en este supuesto, no es posible hablar de un “autor” del daño. Por ende, en aplicación del artículo 1972, al no existir, jurídicamente hablando, un autor del daño, nadie estará obligado a el resarcimiento del mismo. Sin embargo, ello no impide que exista, fácticamente, una conducta generadora del daño (esta conducta se habría producido, todo elemento que no puede ser eliminado con el pensamiento sin que haga faltar el efecto” (PIRSON y DE VILLE, citados por ALTERINI, Aníbal. Ob. Cit. Pág. 139) 9 La ocasión tiene un ámbito de relevancia mucho menor en comparación con la causa y la condición. Aquella únicamente se limita a favorecer la operatividad de la causa. En efecto, la ocasión viene a ser la “oportunidad, comodidad o coyuntura favorable para algo, sea bueno o malo, o ambas cosas a la vez, según el enfoque de cada agente” (CABANELLAS, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Tomo V. 29ª. Edición. Editorial Heliasta. Buenos Aires. Pág. 646) 10 La causa en términos prácticos podría ser entendida como el antecedente necesario que origina un efecto; sin embargo, esto no debe llevarnos a considerar la teoría de la conditio sine qua non como criterio válido para establecer relaciones de causa – efecto. Y es que como resulta obvio, “el análisis causal de la responsabilidad civil no se basa en el orden natural de causas sino en la voluntad de la ley. Esta voluntad responde a finalidades antes que a mecanismos; es decir, mientras que la naturaleza está tramada por las cusas eficientes (relación causa – efecto) que crean mecanismos automáticos o regularidades fácticas, el Derecho está tramado por propósitos sociales que establecen vinculaciones entre los hechos con miras a la realización de ciertos valores o fines sociales” (GOLDENBERG, Isidoro. La relación de causalidad en la responsabilidad civil. Editorial Astrea. Buenos Aires. 1984. Pág. 45). Como bien enfatiza TRIMARCHI, la causalidad en Derecho no es un concepto lógico sino el resultado de una reflexión propiamente jurídica y práctica, orientada a resolver un problema específico. Por eso, no siendo la causalidad jurídica un mero concepto lógico, tampoco tiene carácter universal; por lo que puede tener un sentido diverso en las diferentes áreas del Derecho (TRIMARCHI, Pietro. “Causalità giuridica e danno”. En: Risarcimento del danno contrattuale ed extracontrattuale. A cura di GIOVANNA VISINTINI. Giuffré Editore. Milano. 1984. Pág. 1) 11 Por autor entendemos a la persona que ocasiona un daño a un tercero. Es decir, el autor es un tercero respecto del daño que se produce. Si A produce un daño a B, A será el autor del daño, toda vez que el mismo repercute en la esfera jurídica de un tercero. En cambio, si B. por imprudencia propia, se lesiona, acá no es posible hablar, desde un punto de vista jurídico, de un autor del daño. En efecto, según la definición de autor que proponemos (aquél que causa un daño a un tercero) B no podría ser autor de su propio daño. Aquí no es posible distinguir a un autor, toda vez que sólo se puede hablar de éste cuando se dan los elementos necesarios para que se produzca un supuesto de responsabilidad civil: un sujeto que a través de una conducta ilícita, imputable a él por haber actuado con dolo, culpa o mediante algún bien o actividad riesgosa, ocasiona un daño a otro, y este daño es imputable al primero a través de una relación de causalidad adecuada. En consecuencia, en los casos en los cuales la propia víctima es quien se inflige un daño, o contribuye de forma determinante a que éste se produzca (al punto de producirse una ruptura del nexo causal), es preferible hablar del causante del daño, mas no de autor. 3 fue precisamente la de la propia víctima) y por ende, un causante directo del mismo. Es decir, en estos casos, sí es posible realizar un juicio de causalidad12 Pongamos como ejemplo el caso del suicida que se arroja a las llantas de un carro que se encuentra en pleno trayecto. Naturalmente, acá no es posible señalar que nos encontramos ante una concausa (dos o más hechos desencadenantes del daño), toda vez que la única causa desencadenante del daño fue la conducta misma de la víctima, quien se arrojó a las llantas del vehículo. La conducta de quien manejaba el vehículo deberá ser considerada simplemente como ocasión, es decir, asumirá una relevancia nimia a efectos de imputar responsabilidad. En consecuencia, el causante del daño será la propia víctima mientras que el conductor del carro no podrá ser considerado autor del daño, por lo que no asumirá ningún tipo de responsabilidad. Distinto sería el caso en el cual dos automóviles colisionan y ambos conductores se demandan mutuamente. En este supuesto13, en caso ambos conductores hubiesen actuado negligentemente (uno porque se pasó la luz roja y el otro porque conducía a una velocidad por encima de lo permitido por las normas de tránsito), podríamos concluir que cada uno de ellos fue autor del daño producido a su contraparte y contribuyeron (por su imprudencia) en el daño producido a ellos mismos. Por ende, corresponderá que el Juez fije el resarcimiento de manera proporcional. Es decir, aquí la concausa sirve para atenuar el quantum resarcitorio, al haber contribuido la propia víctima a la producción del daño. 3. Concausa para distribuir el quantum resarcitorio: Se presenta cuando el autor del daño, actuó en complicidad con un determinado sujeto (ayuda) o se vio incitado por éste a causar un daño (instigación). Ambos supuestos, incitación y ayuda, se encuentran regulados en el artículo 1978 CC14. Como se puede apreciar, en cada uno de los 3 supuestos de concausa descritos, ésta cumple una función distinta. En el primer caso, la concausa sirve para distribuir la responsabilidad de forma solidaria (artículo 1983). En el segundo supuesto, la concausa sirve para atenuar la responsabilidad del autor del daño (artículo 1973), y en el tercer supuesto, la concausa sirve para distribuir la responsabilidad entre los autores y partícipes del evento dañoso. (Artículo 1978)15. 12 “Comúnmente se afirma que concurriendo el hecho culposo del dañado en la producción de un evento lesivo, un juicio en términos causales no sólo es posible, sino mas bien necesario, por dos razones: la primera, porque permite averiguar si el comportamiento de la víctima es idóneo para excluir del todo la responsabilidad, y por ende, para interrumpir la relación de causalidad con el hecho del otro participante; y en segundo lugar, para evaluar la respectiva eficiencia causal de las dos conductas, que junto al análisis de la gravedad de las dos conductas culposas, constituyen los dos requisitos para que se produzca la reducción del resarcimiento” (TRAVERSO, MARIA CLEMENTINA. “Il concorso di colpa del danneggiato”. En: Il Risarcimento del danno contrattuale ed extracontrattuale. A cura di GIOVANNA VISINTINI. Giuffré Editore. 199. Pág. 348) 13 Este ejemplo generaría un supuesto de responsabilidad civil que se configuraría dentro del artículo 1970 (responsabilidad objetiva) al tratarse del empleo de vehículos automotores, los cuales son considerados como bienes riesgosos. Pero también, en el mismo caso, debe tomarse en cuenta la actuación culposa de alguno o de ambos conductores, pero sólo a efectos de la cuantificación del daño y no como factor de atribución de responsabilidad (Cfr. ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Op. Cit. Pág. 444) 14 Artículo 1978 CC: “También es responsable del daño aquel que incita o ayuda a causarlo. El grado de responsabilidad será determinado por el juez de acuerdo a las circunstancias”. 15 Más adelante veremos si la solidaridad también alcanza a quienes actuaron en calidad de partícipes (cómplices e instigadores) en la producción del daño. 4 De todos estos supuestos de concausa, el que nos interesa, a efectos de la elaboración del presente ensayo, es aquél en el cual conjuntamente con la actuación de un determinado sujeto, pasible de ser calificado como autor, concurre la actuación de otras personas, pero a título de participación, ya sea como instigadores o como cómplices (o ayudantes, para usar la terminología empleada por nuestro Código Civil III. PROPORCION DEL QUANTUM RESARCITORIO PARTICIPES ENTRE AUTORES Y Primero corresponde determinar si es posible que los autores y partícipes de determinado daño, respondan en iguales proporciones. El artículo 1978 únicamente se encarga de señalar que el grado de responsabilidad de los partícipes debe ser determinado por el Juez de acuerdo a las circunstancias. La norma no señala si el grado de responsabilidad de los partícipes puede o no ser igual al de los autores. En este punto el legislador omitió un pronunciamiento expreso. Corresponde entonces preguntarse si es posible que producido determinado hecho dañoso generador de una responsabilidad por 100, el autor y el partícipe sean condenados a asumir cada uno 50. Desde nuestra perspectiva, esto no es posible, ya que desnaturalizaría el fundamento por el cual se diferencia la autoría y participación. En efecto, la bifurcación que hace la doctrina y el Código Civil entre autores y partícipes, implica reconocer distintos grados de responsabilidad en cada uno de ellos, y esto acarrea a su vez imponerles distintos montos resarcitorios. Si distinguimos entre autores y partícipes, es porque consideramos que ambos no tienen el mismo grado de responsabilidad, y como no tienen el mismo grado de responsabilidad, corresponde que cada uno de ellos asuma distintos montos resarcitorios. Es un contrasentido que producido determinado daño por 100, hablemos de autores y partícipes que respondan cada uno en un porcentaje idéntico por 50. Lo correcto será sancionar al autor en un porcentaje mayor que al partícipe (la distribución del monto resarcitorio podría ser por ejemplo 60-40 o 70-30, dependiendo del criterio del Juez y de las pruebas aportadas por las partes). No olvidemos que hablar de autores y partícipes lleva implícito reconocer distintos grados de responsabilidad, y esto a su vez conlleva la existencia de distintos montos resarcitorios. Todo lo contrario sucede con los coautores. Si en la producción de determinado daño participan dos (o más) sujetos cuya intervención se da en la misma magnitud (igual grado de responsabilidad), contribuyendo ambas conductas en igual porcentaje a la producción de aquél, entonces nos encontraremos frente a un supuesto de coautoría. Por ende, corresponderá que los coautores asuman su deber resarcitorio en la misma proporción, tal es así que si el daño producido fue por 100, cada uno de ellos asumirá 50 (en caso sean dos los coautores), sin perjuicio de la responsabilidad solidaria a favor de la víctima. A diferencia de lo que sucede con los supuestos de autoría y participación, en los cuales a diferente grado de responsabilidad corresponde distintos montos resarcitorios, en los casos de coautoría, al encontrarnos frente al mismo grado de 5 responsabilidad, corresponderá que los coautores asuman el monto resarcitorio fijado por el Juez en proporciones iguales. IV. ¿LOS AUTORES Y PARTICIPES REPSONDEN SOLIDARIAMENTE? El artículo 1983 CC establece la solidaria respecto de todos los responsables del daño: “Si varios son responsables del daño, responderán solidariamente” Corresponde preguntarse: ¿responden solidariamente tanto los autores como los partícipes, o es que la solidaridad está pensada sólo para los coautores, estando exenta de dicha regla los partícipes? Para responder prolijamente la interrogante planteada, corresponde analizar detenidamente los artículos 1978 y 1983, pero antes de ello, debemos anotar algo. La responsabilidad solidaria es un supuesto en el cual concurre una pluralidad de sujetos dentro del esquema de la relación jurídica obligatoria (obligaciones pluripersonales). Esta pluralidad de sujetos puede presentarse tanto en la parte activa (acreedores solidarios), pasiva (deudores solidarios), como en ambas partes de la obligación (acreedores solidarios versus deudores solidarios). El primer supuesto se presenta cuando un sólo deudor, se encuentra obligado frente a una pluralidad de acreedores (solidaridad activa), a ejecutar determinada prestación. El segundo caso se da cuando son varios los deudores, quienes se encuentran vinculados frente a un único acreedor (solidaridad pasiva). Finalmente, la solidaridad puede presentarse en ambos polos de la obligación, cuando varios deudores (dos por lo menos) tienen el deber específico de ejecutar determinada prestación a favor de una serie de personas (por lo menos dos acreedores). Ahora bien, la particularidad de la solidaridad radica en que cualquiera de los acreedores solidarios puede reclamar a título personal la ejecución total de la prestación al deudor (en caso fuera uno) o a cualquiera de los deudores solidarios16. Por su parte, cualquiera de los deudores solidarios puede ejecutar íntegramente la prestación a favor del acreedor (en caso fuese uno) o a favor de cualquiera de los acreedores solidarios17, con lo cual la obligación quedará extinta. En efecto, si A y B son acreedores solidarios de C por un monto de 100, B podrá cobrar la totalidad de la deuda a C, quien no podrá negarse al pago argumentando que a B únicamente le corresponde cobrar la mitad de la deuda, es decir 50. Pero una vez que C haya pagado la totalidad de la deuda a B, la obligación se habrá extinguido18 y a 16 Artículo 1186.- “El acreedor puede dirigirse contra cualquiera de los deudores solidario o contra todos ellos simultáneamente. Las reclamaciones entabladas contra uno, no serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan contra los demás, mientras no resulte paga la deuda por completo”. 17 Artículo 1185.- “El deudor puede efectuar el pago a cualquiera de los acreedores solidarios, aun cuando hubiese sido demandado sólo por alguno”. 18 El pago constituye la forma típica y natural a través de la cual se extinguen las obligaciones y se encuentra regulado en el Título II de la Sección Segunda del Libro VI. Así mismo, para que podamos hablar de un pago en sentido estricto, aquél debe cumplir con una serie de requisitos o reglas: regla de la integridad (artículo 1220 CC: “Se entiende efectuado el pago sólo cuando se ha ejecutado íntegramente la prestación”), regla de la identidad (artículo 1221: “No puede compelerse al acreedor a recibir la prestación objeto de la obligación, a menos que la ley o el contrato lo autoricen”) y regla de la oportunidad (artículo 1240: “Si no hubiese plazo 6 A no le quedará más remedio que dirigirse contra su coacreedor B, a efectos de que éste le entregue la parte que le corresponde, todo ello conforme lo establecido por el artículo 1203 CC: “En las relaciones internas, la obligación solidaria se divide entre los diversos deudores o acreedores, salvo que haya sido contraída en interés exclusivo de alguno de ellos. Las porciones de cada uno de los deudores o, en su caso, de los acreedores, se presumen iguales, excepto que lo contrario resulte de la ley, del título de la obligación o de las circunstancias del caso”. (el énfasis es nuestro). Como puede apreciarse, dentro de las coordenadas diseñadas en el Código Civil vigente, se entiende que la solidaridad no implica, necesariamente, una pluralidad de porciones iguales entre sí a pagar, por cuanto, de acuerdo al segundo párrafo del art. 1203 C.C., en las relaciones internas las porciones de cada uno de los deudores o, en su caso, de los acreedores, se presumen iguales, salvo excepciones19. Y es que cuando se habla de solidaridad (pasiva), no necesariamente se hace alusión al mismo grado de responsabilidad (culpa) en que incurrieron los sujetos causantes de determinado daño. La solidaridad únicamente significa que todos los causantes del daño responden por la totalidad del mismo, independientemente del grado de responsabilidad que tuvieron y por ende independientemente del monto resarcitorio que les correspondería asumir a título personal. Si la ley lo dispone, podría establecer que tanto los autores como los partícipes responden solidariamente por el daño ocasionado; es decir, la persona afectada podría exigir la totalidad de la deuda al partícipe, y éste se encontrará obligado a pagar, pudiendo dirigirse luego contra el autor, a efectos de que éste le restituya el monto que pagó de más y que no le correspondía asumir. Así por ejemplo, en caso la deuda fuese de 100, y al partícipe le hubiese correspondido pagar tan sólo 30, a pesar de lo cual pagó la totalidad (ante la exigencia del dañado), aquél podrá dirigirse contra el autor del daño a efectos de que éste le restituya los 70 que pagó de más, pero de ninguna manera podría negarse a pagar la totalidad frente al dañado, ya que al tratarse de un supuesto de responsabilidad solidaria, éste se encuentra facultado a cobrarle la totalidad de la deuda a cualquiera de los obligados, ya sea autor o partícipe. Como se puede apreciar, la solidaridad termina siendo sumamente útil para los acreedores y tremendamente perjudicial para los deudores, es por ello que el legislador le otorgó un tratamiento bastante específico y limitado, al instaurar que sólo designado, el acreedor puede exigir el pago inmediatamente después de contraída la obligación”). 19 “También debe tenerse en cuenta el art. 1263 que establece, que en la subrogación legal el subrogado está autorizado a ejercitar los derechos del acreedor contra sus codeudores, sólo hasta la concurrencia de la parte por la que cada uno de éstos estaba obligado a contribuir para el pago de la deuda” (ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “Responsabilidad civil de la persona jurídica. Responsabilidad solidaria vs. responsabilidad concurrente o in solidum”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 80. Julio 2000. Con relación a este tema, véase también del autor: “Responsabilidad de las personas jurídicas: experiencia jurisprudencial administrativa en materia de defensa del consumidor”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 21. Pág. 109; “La teoría del órgano frente a la responsabilidad civil de la persona jurídica”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 77-B. Pág. 21; “La responsabilidad civil de la persona jurídica con ocasión de las funciones de sus órganos, representantes y dependientes”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 79-B. Pág. 21; “Fundamento de la responsabilidad civil de las personas jurídicas en la jurisprudencia peruana”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 19. Pág. 125. 7 la ley o las partes pueden establecer los supuestos en los cuales la solidaridad opera20 y que la misma no se transmite a los herederos21 Ahora bien: ¿Los partícipes y autores responden solidariamente? El artículo 1978, el cual regula expresamente lo referente a los partícipes (instigadores y cómplices), no hace alusión alguna a la solidaridad. Se limita a señalar, en la primera parte, que tanto los instigadores como los cómplices también son responsables del daño; mientras que en la segunda parte, establece que el grado de responsabilidad, en relación con el o los autores, deberá ser determinado por el Juez en el proceso seguido por la parte afectada contra los causantes del daño. Por su parte, el artículo 1983 sí hace alusión expresa a la solidaridad de todos los responsables del daño. De ello se podría concluir que tanto autores como partícipes son responsables solidarios, toda vez que el 1983 establece la solidaridad de los responsables el daño, y según el 1978, los partícipes son también responsables del daño. De ello se derivaría, irremediablemente, que los partícipes, al ser responsables del daño, responden solidariamente. Pero desde nuestro punto de vista, esta interpretación literal no es suficiente. Es necesario analizar también la segunda parte del artículo 1983, según la cual en caso uno de los responsables solidarios asuma la totalidad del monto resarcitorio, podrá repetir contra los otros responsables, a efectos de que cada uno de ellos asuma el monto dinerario que le corresponde. El grado de responsabilidad (o lo que es lo mismo, el monto resarcitorio que le corresponde de cada uno de los causantes del daño), debe ser fijado por el Juez. Detengámonos un momento en esta parte: si el grado de responsabilidad debe ser fijado por el Juez, ello significa que éste, luego de un sesudo análisis, podría determinar que los distintos sujetos participantes22 en la producción del daño, incurrieron en distintos grados de responsabilidad: algunos a nivel de autoría, otros a nivel de instigación y otros a nivel de complicidad o ayuda. Naturalmente, los autores asumirán un mayor monto resarcitorio en comparación con los partícipes. En consecuencia, el legislador, al establecer que el grado de responsabilidad debe ser fijado por el Juez, se está refiriendo a la posible concurrencia tanto de autores como partícipes. Por ende, tanto autores como partícipes deberán responder solidariamente. El último párrafo del 1983 CC permite confirmar esto: “Cuando no sea posible discriminar el grado de responsabilidad de cada uno, la repartición se hará por partes iguales”. ¿Qué quiere decir esto? Significa que si son varios los responsables del daño, y el Juez, debido a las circunstancias, se encuentra imposibilitado de determinar los distintos grados de responsabilidad (es decir, quiénes fueron autores y quiénes 20 Artículo 1183.- “La solidaridad no se presume. Sólo la ley o el título de la obligación la establecen de forma expresa” 21 Artículo 1187.- “Si muere uno de los deudores solidario, la deuda se divide entre los herederos en proporción a sus respectivas participaciones en la herencia. Regla similar se aplica en caso de muerte de uno de los acreedores solidarios” 22 No debe confundirse el término “participantes”, que incluye a los autores y partícipes, con la voz “partícipes”, que hace expresa alusión a las personas que incitan o ayudan a causar el daño” 8 partícipes) deberá atribuir a todos los causantes del daño el mismo nivel de responsabilidad: todos los causantes del daño deberán ser considerados coautores23. Por ende, nos encontraremos ante una serie de coautores que responderán solidariamente frente al sujeto dañado, correspondiendo a cada uno de ellos asumir (en lo que respecta a las relaciones internas entre todos los coautores) el mismo monto resarcitorio, luego de dividir el monto total en partes iguales (no olvidemos que si son coautores, es porque incurrieron en el mismo grado de responsabilidad y por ende les corresponde asumir montos resarcitorios iguales) Como se puede apreciar, luego de interpretar el artículo 1983, y leerlo conjuntamente con el artículo 1978, es posible concluir que tanto los autores como partícipes se encuentran sujetos a responsabilidad solidaria. Sin embargo, ello no significa que para efectos internos (esto es, en las relaciones internes entre todos los causantes del daño), el monto resarcitorio deba dividirse entre autores y partícipes en partes iguales: los coautores asumirán el mismo monto resarcitorio, y lo mismo sucederá con los copartícipes, pero jamás, coautores y copartícipes responderán en igual magnitud. Un ejemplo para aclarar esto último: Si A es dañado por la conducta de cuatro sujetos: B, C, D y E, entonces aquél podrá demandar a los cuatro de forma conjunta. Supongamos que el Juez, luego del análisis respectivo, determina que B y C fueron los autores del daño, mientras que D y E fueron los partícipes. Así mismo, fija como monto resarcitorio a favor de A la suma de 100 y en aplicación de la segunda parte del artículo 1978, determina que a B y C (como autores) les corresponde asumir 30 a título personal, mientras que a cada uno de los partícipes le corresponde 20. No obstante ello, debido a que los 4 causantes del daño se encuentran sometidos a responsabilidad solidaria, D (partícipe al cual le corresponde asumir tan sólo 20) paga la totalidad de la deuda. En este caso, y teniendo en cuenta lo dispuesto por el artículo 1983, D podrá dirigirse (en un proceso posterior) contra B, C y E, con la finalidad de que estos le restituyan los montos que les corresponden, en función a la proporción establecida por el Juez. Es decir, B y C deberán restituirle 30 cada uno, mientras que C tan sólo 20. Por ende, nos reafirmamos, la lectura conjunta de los artículos 1978 y 1983, permite concluir que tanto los autores como los partícipes responden de forma solidaria contra el dañado24 25. 23 En efecto, si el legislador señala que la repartición del quantum resarcitorio debe hacerse en partes iguales, entre todos los causantes del daño, es porque atribuye a todos ellos el mismo nivel de responsabilidad, y en consecuencia, considera a todos los participantes en el evento dañoso, como coautores. Sostener lo contrario, nos llevaría a la conclusión de que sí es posible diferenciar (en este caso) entre autores y partícipes, a pesar de lo cual, el Juez debe repartir el quantum resarcitorio en partes iguales (¡!) ¿Cómo es que si el Juez reconoce distintos grados de responsabilidad (autores y partícipes) sanciona a todos los participantes con el deber de asumir el monto resarcitorio en partes iguales? ¿No se supone que los autores, al haber realizado el hecho dañoso de forma directa, asumen un mayor nivel de responsabilidad, y por ende asumen un mayor monto resarcitorio? No debemos olvidar, como ya señalamos, que al hablar de autores y partícipes, estamos reconociendo distintos grados de responsabilidad, y esto a su vez conlleva la existencia de distintos montos resarcitorios. A contrario sensu, si partimos de la premisa de establecer el mismo monto resarcitorio para todos los participantes (como lo hace el último párrafo del artículo 1983 CC), es porque atribuimos a todos ellos el mismo nivel de responsabilidad (coautoría) sin distinguir entre autores y partícipes. 24 En este caso, nos encontramos ante lo que la doctrina ha denominado “responsabilidad solidaria imperfecta”. Así, “analizando aquello que ha sido llamado “el fundamento de la solidaridad”, parece necesario distinguir dos formas, o dos tipos en los cuales se presenta el esquema de la solidaridad. Estas formas son denominadas “obligaciones solidarias con intereses comunes” y “obligaciones solidarias con intereses unipersonales” (…) Sobre el 9 V. LA SOLIDARIDAD EN EL PRESENTE CASO En el caso objeto de análisis, la Sala Revisora condenó a los demandados Martín Hidalgo Herrera y Teodolfredo Hidalgo Ruis, al pago solidario de un total de nueve mil soles a favor de los demandantes, y al señor Carlos David Atoche Vilela al pago de trece mil nuevos soles. En ningún momento se hace alusión a la responsabilidad solidaria de todos los dañantes, motivo por el cual intuimos que el sentido del fallo fue que únicamente respondan solidariamente los dos primeros dañantes, por el monto total de nueve mil soles, mientras el último responde (a título personal) únicamente por trece mil soles. Esto quiere decir que la Corte Suprema (al confirmar el fallo emitido por la Sala Revisora) optó por negar la responsabilidad solidaria de todos los coresponsables del daño, a pesar que nos encontrarnos frente a un supuesto de concausa generador de responsabilidad solidaria, conforme la conclusión a la cual arribamos líneas arriba, luego de realizada una interpretación sistemática y finalista de los artículos 1978 y 1983 del Código Civil. Por ende, la responsabilidad solidaria de los autores y partícipes de un daño, no es una aspiración a la cual debamos llegar vía una reforma legislativa; todo lo contrario, es la forma cómo se encuentra regulado el tema en nuestro Código Civil, y por ende debería ser la regla general en la aplicación del derecho por parte de los Jueces y con mucha mayor razón de la Corte Suprema. Un tema aparte es analizar la responsabilidad solidaria de los autores y partícipes desde el punto de vista de las funciones de la responsabilidad civil. Desde nuestra humilde posición, consideramos que optar por responsabilizar solidariamente a todos actores (autores y partícipes), no es correcto, ya que se termina privilegiando de forma desmedida la función resarcitoria, en detrimento de la función preventiva de la responsabilidad civil26 particular, se ha negado que se pueda hablar propiamente de obligación solidaria cuando ella fuese establecida en interés exclusivo de uno solo de los sujetos. Se ha hablado en consecuencia, de solidaridad perfecta y solidaridad imperfecta, afirmando que cuando falta, al interior de la obligación, un interés común a todos los sujetos, la solidaridad se considera imperfecta: ejemplo típico es la corresponsabilidad por hecho ilícito” (MAZZONI. “Le Obbligazioni solidali e indivisibili” En: Trattato di Diritto Privato. Diretto da Pietro Rescigno. Tomo Primo. UTET. Pág. 598) 25 Debemos advertir al lector que la postura que sostenemos es contraria a posición que mantiene la doctrina mayoritaria en nuestro país. En efecto, FERNANDO DE TRAZEGNIES niega que exista responsabilidad solidaria entre autores y partícipes: “Los artículos 1983 y 1978 no tienen una relación telescópica; no es que el artículo 1978 entre dentro del caso genérico del artículo 1983. Estas dos normas contienen soluciones diferentes y, por ello, es preciso deslindar cuándo se aplica una o la otra (…) Si el demandado puede lograr que su conducta sea calificada como ayuda, entonces el Juez deberá determinar su grado de responsabilidad; y sólo pagará una indemnización acorde con tal determinación. En cambio, si el Juez lo considera como co-responsable (artículo 1983) y no como ayudante, estará obligado a reparar el íntegro del daño a la víctima, en la medida de que es responsable solidario” (énfasis nuestro) (DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando. La Responsabilidad Civil. Tomo I. 1ª. Edición. Fondo Editorial PUCP. Lima. 1988. Pág. 520). De la misma opinión es JUAN ESPINOZA: “En mi opinión, debido a que los supuestos regulados en el artículo 1978 c.c. no son de responsabilidad solidaria sino acumulativa, es más conveniente, por estrategia procesal, optar por el artículo 1983 c.c. en vez del artículo 1978 c.c.” (el énfasis es nuestro) (ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Op. Cit. Pág. 200) En este mismo sentido se pronuncia FLORES ALFARO en: Responsabilidad por incitación o coautoría. Comentario al artículo 1978 c.c. Código Civil Comentado. Tomo X. Gaceta Jurídica. Pág. 606. 26 En efecto, la responsabilidad civil cumple una serie de funciones. Una de ellas (sólo una de las tantas) es la función de reparación o de reintegración, la cual consiste en colocar a la 10 Esta desmedida prevalencia de una función en desmedro de la otra, no puede encontrar sustento en un sistema jurídico como el peruano, el cual, de forma indirecta, ha regulado con la misma intensidad y jerarquía tanto a la función resarcitoria como la función preventiva. En efecto, al haber consagrado el legislador, una cláusula general normativa basada en la culpa (artículo 1969 CC) y otra basada en el riesgo (artículo 1970 CC), ha regulado y reconocido (quizás involuntariamente) que nuestro sistema de responsabilidad civil cumple como funciones principales y de igual categoría: por un lado el resarcimiento de la víctima del daño, y por el otro la inducción hacia las personas para que éstas desarrollen su propia actividad con la adopción, cuando menos, de las medidas que normalmente son idóneas para impedir la producción de eventos dañosos para otros. Un sector autorizado de la doctrina nacional ya se ha pronunciado al respecto: “el conflicto entre los objetivos de compensation (reparación) y deterrence (prevención), se ha plasmado en la lucha por su prevalencia, entre los regímenes de negligence (responsabilidad subjetiva) o de strict liability (responsabilidad objetiva), desde que es apreciable que el objetivo de compensation (reparación) puede obtenerse mejor y más ampliamente a través de la regla de imputación de la responsabilidad por strict liability (responsabilidad objetiva), mientras que el objetiva de deterrence (prevención), puede actuarse y obtener mejores resultados a través de la culpa (régimen de negligence)”27 Este es un tema que da para mucho más, y que por cuestiones de espacio y respeto al lector (quien merece un desarrollo íntegro acorde con la importancia de la materia) no vamos a detallar. Simplemente, la conclusión sería la siguiente: así como está diseñado nuestro Código Civil, todos los responsables del daño (autores y partícipes) responden solidariamente. Sin embargo, analizando el tema desde las funciones de la responsabilidad civil, la regla de la solidaridad debería ser cambiada por la de la parciariedad o mancomunidad entre autores y partícipes. LA INCITACIÓN Y AYUDA COMO SUPUESTOS DE RESPONSABILIDAD SOLIDARIA Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República Demandante: Ricardo Aguilar Santisteban y Jesús Neyra Medina. Demandados: Oswaldo Martín Hidalgo Herrera, Teobaldo Nino Celi, Teodolfredo Hidalgo Ruis. víctima en la misma situación en la cual se encontraba antes de sufrir el daño. Al lado de la función de reparación, encontramos otras funciones no menos importantes, como por ejemplo la función de prevención, en el sentido de que la previsión del deber de resarcir el daño ocasionado induce a la persona a desarrollar su propia actividad con la adopción, cuando menos, de las medidas que normalmente son idóneas para impedir la producción de eventos dañosos para otros. Para un análisis integral de las funciones de la responsabilidad civil, ver: CORSARO. Voz “Responsabilità Civile I. Diritto Civile”. En: Enciclopedia Giuridica Treccam. Volumen XXVI. Istituto della Enciclopedia Italiana. Roma. 1991; FRANZONI, Massimo. “La evolución de la responsabilidad civil a través de sus funciones”. En: Estudios sobre la Responsabilidad Civil. 1ª. Edición. Ara Editores. Lima; FERNANDEZ CRUZ, Gastón. “Las transformaciones funcionales de la responsabilidad civil: La óptica sistémica (Análisis de las funciones de incentivación o desincentivación y preventiva de la responsabilidad civil en los sistemas de civil law). En: Estudios sobre la Responsabilidad Civil. 1ª. Edición. Ara Editores. Lima; FORCHIELLI, Paolo. Il rapporto di causalità nell’illecito civile. Padua. Cedam. 1960 27 FERNANDEZ CRUZ, Gastón. Op. Cit. Pág. 260. 11 Materia : Indemnización por daños y perjuicios Referencias legales: Código Civil: artículos 1973º y 1983º. Ley General de Tránsito: artículo 29º CAS. Nº 3678-2006 PIURA. Lima, 29 de mayo del 2006 La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República; vista la causa Nº 3678-2006 en Audiencia Pública de la fecha, emite la siguiente sentencia: MATERIA DEL RECURSO: Se trata en el presente caso de dos recursos de casación, el primero interpuesto por los demandantes Ricardo Daniel Aguilar Santisteban y Jesús Neyra Medina, a fojas ochocientos noventa; y, el segundo planteado por los demandados, Martín Hidalgo Herrera y Teodolfredo Hidalgo Ruis, a fojas novecientos ocho, ambos contra la sentencia de vista de fojas ochocientos ochentiuno, su fecha quince de agosto del dos mil seis, que Confirmando en un extremo y Revocando en otro la apelada de fojas seiscientos setentitrés, fechada el catorce de junio del dos mil cinco, declara Fundada en parte la demanda; en los seguidos por Ricardo Daniel Aguilar Santisteban y Jesús Neyra Medina contra Martín Hidalgo Herrera y otros sobre Indemnización por Daños y Perjuicios. FUNDAMENTOS DEL RECURSO: La Corte mediante resoluciones ambas de fecha trece de diciembre del dos mil seis, obrante a fojas cuarentiuno y cuarenticuatro del cuadernillo formado en este Supremo Tribunal, ha estimado Procedente los dos recursos conforme a las causales y agravios que se detallan a continuación: I) RECURSO DE CASACION DE RICARDO AGUILAR SANTISTEBAN Y JESUS NEYRA MEDINA: Invoca las causales de: i) Interpretación errónea del artículo mil novecientos setenta del Código Civil; y, ii) Contravención de normas que garantizan el derecho a un debido proceso, expresando como fundamentos: i) Interpretación errónea: que la Sala Revisora ha interpretado erróneamente el artículo mil novecientos setenta del Código acotado, toda vez que no ha tenido en cuenta lo ordenado por la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, en el sentido de que en la presente causa existe responsabilidad objetiva de Oswaldo Martín Hidalgo Herrera quien conducía la camioneta rural de propiedad de Teodolfredo Hidalgo Ruis en estado de embriaguez; que sin embargo, la Sala de origen sin merituar de forma imparcial y objetiva el dosaje etílico, ha concluido que tal demandado sólo ha contribuido en parte en la producción del accidente de tránsito; por tanto, se ha interpretado erróneamente el artículo mil novecientos setenta del Código Civil; ii) Contravención: a) que se ha afectado el debido proceso al no haberse tenido en cuenta los argumentos del pleno casatorio emitido por la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, además que la resolución impugnada no ha sido debidamente motivada y que no se ha merituado objetiva e imparcialmente el dosaje etílico practicado al demandado, Oswaldo Martín Hidalgo Herrera; b) que se ha sustentado en forma incongruente la sentencia de vista al establecerse que no existe responsabilidad solidaria entre los demandados, pese a que se ha demostrado la responsabilidad de todos los 12 emplazados; c) que al resolver la Sala Revisora en forma contraria al mandato expreso de la ley y sin observar lo ordenado por el Superior en grado, ha violentado su derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, y, d) que no se ha merituado los medios de prueba ofrecidos por la parte actora en clara discriminación de los impugnantes; II) RECURSO DE CASACIÓN DE MARTIN HIDALGO HERRERA Y TEOBALDO NINO CELI: Invoca las causales de: i) Inaplicación de los artículos mil novecientos setentidós del Código Civil y doscientos setentidós del Decreto Supremo número cero treintitrés - dos mil uno - MTC; ii) Contravención de normas que garantizan el derecho a un debido proceso; expresando como fundamentos: i) Inaplicación: que en autos se ha inaplicado el artículo mil novecientos setentidós del Código Civil y doscientos setentidós del Decreto Supremo número cero treintitrés - dos mil uno - MTC, ya que si bien el artículo mil novecientos setenta del Código Civil regula la responsabilidad por riesgo, es claro que nuestro ordenamiento jurídico no consagra un sistema objetivo de responsabilidad absoluta, sino que por el contrario admite los supuestos de ruptura del nexo causal, en los cuales no hay responsabilidad, como el caso fortuito, la fuerza mayor, el hecho de un tercero o el hecho de la propia víctima: así, en el presente caso el causante exclusivo del accidente es el mototaxista que circulaba en sentido contrario al tráfico, carecía de permiso de circulación y de SOAT, por tanto, es él quien debe responder por los daños; ii) Contravención.- que la sentencia no refleja el mérito de las pruebas que obran en autos, violando el debido proceso y lo establecido en el artículo ciento veintidós inciso tres del Código Procesal Civil; ya que en autos se ha demostrado que el causante del accidente es el mototaxista, sin embargo, en la sentencia se atribuye corresponsabilidad por un daño que no han causado. CONSIDERANDO Primero.- Que, estando a los efectos nulificantes de la causal de contravención de normas que garantizan el derecho a un debido proceso, que torna sin objeto emitir pronunciamientos sobre las causales sustantivas que se hayan invocado. corresponde iniciar la labor casatoria a través de la referida causal, la cual ha sido invocado por los dos recursos interpuestos, consecuentemente, se comenzará por los agravios denunciados en el recurso de casación de los actores Ricardo Daniel Aguilar Santisteban, y Jesús Neyra Medina, y concluirá con el recurso de casación de los demandados, Martín Hidalgo Herrera y Teodolfredo Hidalgo Ruis; Segundo.- Que, sin embargo, esta Sala de Casación considera necesario desarrollar primero las siguientes consideraciones jurídicas y reproducir las fácticas determinadas en las sentencias de mérito, a efectos de expedir una sentencia casatoria con una mejor fundamentación y de fácil comprensión para los justiciables: que, conforme lo ha establecido esta Suprema Corte de manera reiterada y uniforme, en íos casos de responsabilidad objetiva derivada del empleo de una cosa riesgosa o de una actividad peligrosa, contemplada en el artículo mil novecientos setenta del Código Civil, a fin de que proceda la indemnización por responsabilidad extracontractual, si bien no es necesario determinar la culpa o el dolo del agente, esto es. el factor de atribución. sí es indispensable probar tanto la existencia de daños y perjuicios alegados como la relación de causalidad entre el acto del demandado y el resultado dañoso producido; lo que significa que la sola producción de un evento dañoso dentro del escenario de una actividad o bien riesgoso o peligroso, no hace al autor, operador o conductor responsable de modo automático o inmediato del daño, sino que debe verificarse la concurrencia de los precitados requisitos; Tercero.- Que, entonces, tratándose de apreciar la configuración de los requisitos: a) existencia de daños y perjuicios; y, b) relación de causalidad entre el acto del autor y el resultado dañoso; debe tenerse presente que existen elementos que quiebran o fracturan la relación de causalidad; así lo contempla el artículo mil novecientos setentidós del Código Civil cuando prescribe que: "En los casos del artículo mil novecientos setenta, el autor no está obligado a la reparación cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, de hecho 13 determinante de tercero o de la imprudencia de quien padece el daño"; elementos estos que deben ser apreciados por el juzgador ante una pretensión indemnizatoria derivada de responsabilidad objetiva en el caso, claro está, de que así haya sido alegado por la parte demandada; Cuarto.- Que, además de la fractura de la relación causal o liberación de responsabilidad, el ordenamiento jurídico contempla también, en el artículo mil novecientos setentitrés del Código Civil, la figura de la atenuación de la responsabilidad, esto es, que en caso de que el hecho del tercero o la imprudencia de la víctima, hayan tenido trascendente participación junto con el accionar del bien riesgoso o de la actividad peligrosa para producir el evento dañoso pero no han sido las exclusivas responsables del referido resultado, la indemnización deberá ser reducida de acuerdo a las circunstancias; lo que significa que no se libera de responsabilidad al autor del daño sino que éste se atenúa ya sea en un sentido ascendente o descendente de acuerdo al grado de participación en el evento dañoso del hecho del tercero o la imprudencia de la víctima: Quinto.- Que, en el presente caso, Daniel Aguilar Santisteban y su cónyuge Jesús Neyra Medina interponen demanda de Indemnización por Responsabilidad Extracontractual contra Martín Hidalgo Herrera, en su calidad de conductor del vehículo de placa de rodaje RO - dos cero siete seis; y, contra Teodolfredo Hidalgo Ruis, en su condición de propietario del referido vehículo, a fin de que abonen solidariamente la suma de noventa mil nuevos soles, más intereses legales, por los daños y perjuicios sufridos a causa del accidente de tránsito producido el primero de junio del dos mil tres, en la zona del distrito de Marcavelica a inmediaciones del puente viejo de Sullana; proceso éste al cual han sido incorporados, la Compañía de Seguros y Reaseguros La Positiva y la persona de Carlos David Atoche Vilela, este último debido a ser el conductor del trimovil motorizado o Mototaxi en la que se encontraban los actores al momento en que se produjo el accidente: Sexto.- Que, la Sala Descentralizada Civil de Sullana, en vía de revisión, ha declarado fundado en parte la demanda, atribuyendo responsabilidad objetiva, en un factor contributivo, a los demandados. Martín Hidalgo Herrera y Teodolfredo Hidalgo Ruis, fijándoles como indemnización el pago solidario de un total de nueve mil nuevos soles a favor de los actores; pero señala principalmente que la responsabilidad objetiva, en su factor determinante, corresponde al tercero legitimado, Carlos David Atoche Vilela, en su condición de conductor del trimovil motorizado en la que eran transportados los demandantes cuando se produjo el accidente, fijándole como indemnización el pago de un total de trece mil nuevos soles; Sétimo.- Que, para sustentar dicho fallo, la Sala Revisora ha señalado: "Segundo: Que, conforme se aprecia del Informe Técnico número cero cero uno - cero cero tres - SIAT - DIVPOL PNP (...), se llega a la conclusión de que el factor determinante proviene del conductor de trimovil motorizado -Carlos David Atoche Vilela- al desplazar su vehículo en sentido contrario al tránsito, sin adoptar las medidas de precaución al ingresar a una curva cerrada a una velocidad imprudente; por otro lado, señala como factor contributivo la velocidad no razonable en la que viajaba el conductor de la camioneta rural -Martín Hidalgo Herrera-, cuyo vehículo es de propiedad de Teodolfredo Hidalgo Ruis; Octavo.- Que, de folios cuatrocientos cincuenta, obra el Informe número cero cero uno-cero cuatro-JEFSAL-PIU/PM-PNP-SU, emitido por la Dirección del Policlínico de la Policía Nacional del Perú, donde se expresa el resultado del dosaje etílico practicado al demandado Martín Hidalgo Herrera, que arroja positivo por cero punto diez gramos de alcohol por litro de sangre; lo que permite concluir que la condición de dicho demandado contribuyó en parte en la producción del accidente; Noveno.- Que, de lo expuesto se aprecia que estamos frente a un caso de concurrencia causal o con causa, pues el actuar negligente del demandado Oswaldo Martín Hidalgo Herrera concurrió o cooperó parcialmente en la producción del evento dañoso, ocasionado principalmente por el autor directo - Carlos David Atoche Vitela; Décimo.- Que, estando a las consideraciones jurídicas y antecedentes expuestos, se tiene que el agravio a), causal de contravención, del recurso de casación de los actores, carece de asidero real toda vez que, la Sala Revisora sí ha tenido en cuenta el mandato dictado 14 por esta Sala de Casación mediante la resolución casatoria obrante a fojas ochocientos quince, ya que, a diferencia de la anterior sentencia de vista que declaraba infundada la demandada respecto de los demandados Martín Hidalgo Herrera y Teodolfredo Hidalgo Ruis y amparaba la misma únicamente respecto del tercero legitimado, Carlos David Atoche Vitela. la sentencia de vista, esta vez, sí ha valorado el resultado del dosaje etílico practicado al demandado, Martín Hidalgo Herrera, y ha atribuido responsabilidad a dicha persona en el accidente sufridos por los actores pero en grado de contribución, de acuerdo a los fundamentos extractados anteriormente en la presente sentencia casatoria; Décimo Primero.- Que, en relación a los agravios b), c), y d), del mismo recurso, éstos tampoco se configuran, puesto que las responsabilidades atribuidas a cada demandado y terceros legitimados se encuentran debidamente sustentadas, no violando el principio de congruencia contemplado en los artículos VII del Título Preliminar y cincuenta inciso sexto del Código Procesal Civil, no habiéndose inobservado el mandato supremo anterior, conforme ya se indicó, y valorándose los medios probatorios conforme a la regla prevista en el artículo ciento noventisiete del Código acotado, debiendo más bien la parte actora reparar y no minimizar o ignorarlo señalado por la Sala Revisora en el sentido que el trimotor en el que eran trasportados se desplazaba en sentido contrario al tránsito e ingresó, a una velocidad no prudente ni razonable, a una curva cerrada, produciéndose el accidente al impactar con la camionera rural conducido por el demandado; Décimo Segundo.- Que, respecto de la causal de contravención, del recurso de casación de los demandados, se tiene que ésta debe igualmente ser desestimada, dado que el Ad Quem no ha violado el debido proceso de estos recurrentes, dado que claramente ha señalado que aun cuando el accionar del chofer del mototaxi resultó determinante para la producción del resultado esta determinación no fue exclusiva sino inclusiva dado que contribuyó el hecho de que el demandado, Martín Hidalgo Herrera, conductor de la camioneta rural, por su parte, viajaba también en una velocidad no razonable y bajo el influjo de cierto grado de alcohol: por cuya razón, no se produjo la fractura de nexo causal sino la atenuación de la responsabilidad del referido demandado; Décimo tercero.- Que, en cuanto a la causal de interpretación errónea del recurso de casación de los actores, debe señalarse que no se configura e! citado error jurídico dado que, conforme se ha expuesto precedentemente, las consideraciones jurídicas de la Sala Revisora se han ajustado a ley; máxime si la fundamentación de esta causal versa más en cuestionas fácticas que de interpretación jurídica; que la misma suerte debe correr la causal de inaplicación invocada en el recurso de casación de los demandados, puesto que, igualmente parte de la premisa de que el único responsable del accidente es el conductor del mototaxi, Carlos David Atoche Vitela. lo que constituye una cuestión fáctica y no jurídica, además que, conforme ya se ha apreciado, la Sala Revisora no ha violado la regla de valoración conjunta y apreciación razonada de los medios probatorios contenido en el artículo ciento noventisiete del Código Procesa! Civil; Décimo cuarto.- Que, en tal virtud, no hay lugar a casar la sentencia de vista sino, por el contrario, a desestimar el recurso de conformidad con el articulo trescientos noventisiete del Código Adjetivo; estando a las consideraciones que preceden; declararon: INFUNDADOS los recursos de casación, interpuesto a fojas ochocientos noventa por Ricardo Daniel Aguilar Santisteban y Jesús Neyra Medina; y a fojas novecientos ocho por Martín Hidalgo Herrera y Teodolfredo Hidalgo Ruis; en consecuencia: NO CASARON la resolución de vista de fojas ochocientos ochentiuno, su fecha quince de agosto del dos mil seis: EXONERARON a Ricardo Daniel Aguilar Santisteban y a Jesús Neyra Medina, al pago de las costas y costos del recurso, así como de la multa, por gozar de auxilio judicial y de conformidad con la sentencia del Tribunal Constitucional número mil doscientos veintitrés - dos mil tres - AA/TC; CONDENARON a Martín Hidalgo Herrera y Teodolfredo Hidalgo Ruis al pago de las costas y costos del recurso, así como a la multa de una Unidad de Referencia Procesal; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, bajo responsabilidad; en los 15 seguidos por el Daniel Aguijar Santisteban y otra con Teodolfredo Hidalgo Ruis y otros sobre Indemnización por Daños y Perjuicios; y los devolvieron: Vocal Ponente Señor Palomino García.- SS. TICONA POSTIGO, PALOMINO GARCIA, MIRANDA CANALES, CASTAÑEDA SERRANO, MIRANDA MOLINA C-145335-103. 16