Lectio Semanal - Dominicas de la Anunciata

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Domingo 4 de septiembre, 2016
XXIII Domingo Tiempo Ordinario - Ciclo C
“Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría.” Salmo 90
Espíritu Santo,
Enséñanos,
guía nuestras comunidades,
a vivir tras los pasos de Jesús.
Muéstranos
cómo hacer hoy presente
los valores y opciones
del Reino de Jesús.
Espíritu Santo,
Espíritu de Jesús,
descúbrenos
el rostro del Padre,
para que, de cara a Él,
busquemos servir
a su proyecto
en la justicia
y la vida para todos” 1
Lucas 14, 25-33
25
Mucha gente seguía a Jesús; y él se volvió y dijo: 26«Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su
madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi
discípulo. 27Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. 28Si alguno de ustedes quiere
construir una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? 29De otra
manera, si pone los cimientos y después no puede terminarla, todos los que lo vean comenzarán a burlarse de él,
30
diciendo: “Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.” 31O si algún rey tiene que ir a la guerra contra
otro rey, ¿acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil soldados puede hacer frente a quien va a atacarlo con
veinte mil? 32Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos, le mandará mensajeros a pedir la paz.
33
Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo.
1
Tomado de: Enséñanos a orar de Marcelo A. Murúa
http://www.lectionautas.com – http://www.discipulitos.com
Algunas preguntas para una lectura atenta
¿Qué hacía la gente? ¿Cuál amor debe ser superado por el amor a Jesús? ¿Qué deben hacer los que quieran ser
discípulos de Jesús? ¿Qué ejemplos usó Jesús? ¿Qué pasa con el que no deja todo lo que tiene?
Algunas pistas para comprender el texto:
P. José Manuel Delgado2
El Evangelio de este domingo se encuentra dentro de la sección de Lucas -iniciada en 9,51- que nos presenta a Jesús
en viaje hacia Jerusalén. El texto está formado por dos comparaciones enmarcadas por tres frases de Jesús sobre el
discipulado. Revisemos con atención algunos puntos que nos ayudarán a entender mejor nuestro fragmento.
1. No se trata de cantidad: En los vv. 25-26, Jesús explica que ser su discípulo no significa simplemente caminar
detrás de Él. Por esta razón, al ver que tantos lo siguen, se voltea y explica que para poder ser su seguidor de verdad,
hay que preferirlo a Él por sobre todos. El amor que pide Jesús para sí es mayor que los lazos familiares más
profundos, como el padre, la madre, los hijos o hermanos. Como ya había hecho en 9,57-62, el Señor enseña que
solo poniéndolo a Él en el centro de nuestro corazón, prefiriéndolo incluso a la propia vida, podemos ser sus
seguidores.
2. Cargar la propia cruz: El v. 27, nos indica que para seguir a Jesús, es necesario cargar con la propia cruz. Del
mismo modo que Él camina sin dudar hacia Jerusalén para entregar su vida (cf. Lc 9,51), quien quiere seguirlo debe
hacer de su existencia un camino de entrega y servicio, y no de comodidad.
3. Por encima de los bienes: Al final del texto, en el v. 33, Jesús deja ver que tampoco puede ser discípulo suyo quien
no renuncia a todo lo que tiene, es decir, a los bienes materiales que posee. Nuestro pasaje nos enseña así que el
Señor debe ser preferido a todos y a todo.
4. Condiciones indispensables: Es de notar que las tres frases sobre el discipulado que hemos leído no son consejos
para seguir mejor a Jesús, sino condiciones sin las cuales es imposible seguirlo (en las tres ocasiones se repite la
expresión “no puede ser mi discípulo”). De este modo, el Evangelio nos invita a revisar nuestra escala de valores y
prioridades para asegurarnos que Jesús esté siempre en el lugar más alto.
5. Calcular: Las condiciones para el seguimiento de Jesús que hemos leído, se comprenden mejor a la luz de las
comparaciones que encontramos en los vv. 27-32. Ambas tienen en común la necesidad de calcular y reflexionar
antes de tomar una decisión, sea de construir una torre o de salir a combatir la guerra. Del mismo modo, el discípulo
de Jesús debe tomar una decisión libre antes de seguir definitivamente al Maestro, para no correr el riesgo de “poner
la mano en el arado y seguir mirando para atrás” (Lc 9,62); de otro modo, no podrá terminar lo que comenzó (v. 30),
ni ganar la batalla contra las seducciones del mundo (cf v. 31).
2
Párroco de Nuestra Señora de Czestochowa, Arquidiócesis de Guayaquil. Coordinador del ámbito de Biblia de la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana
http://www.lectionautas.com – http://www.discipulitos.com
El mensaje central de nuestro texto es pues, que para ser discípulo de Jesús no basta seguirlo “por inercia”, llevado
por la corriente, sino que es necesario decidirse por Él libre y radicalmente, poniéndolo por encima de todo y de
todos. Sin embargo, esta decisión no es pura renuncia, sino la elección por un bien superior, pues el que “deja todas
las cosas” para seguir a Jesús, recibe “mucho más en la vida presente, y en la vida venidera recibirá la vida eterna” (Lc
18,30).
El Evangelio dominical, nos presenta a un Jesús exigente que busca discípulos que se atrevan a darlo todo por Él. La
Palabra de Dios invita a romper los apegos que no nos permiten crecer en nuestro camino de fe o que nos limitan en
el anuncio del Evangelio. Jesús no hace una exigencia inhumana, pues siempre nos pedirá lo que nuestras fuerzas
puedan brindar. El Espíritu de Dios, por medio de la oración, nos aumentará la fuerza y nos pondrá en el corazón las
renuncias que debemos hacer.
Continuemos nuestra oración con la siguiente reflexión, de San Juan Pablo II "Ante estas expresiones de Jesús, no
podemos dejar de reflexionar sobre lo excelsa y ardua que es la vocación cristiana. No cabe duda que las formas
concretas de seguir a Cristo están graduadas por Él mismo según las condiciones, las posibilidades, las misiones, los
carismas de las personas y de los grupos. Las palabras de Jesús, como Él dice, son “espíritu y vida” (cf. Jn 6, 63), y no
podemos pretender concretarlas de forma idéntica para todos. Pero según Santo Tomás de Aquino, la exigencia
evangélica de renuncias heroicas como las de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y renuncia de sí por
seguir a Jesús —y podemos decir igual de la oblación de sí mismo en el martirio, antes que traicionar la fe y el
seguimiento de Cristo— compromete a todos, es decir, según la disponibilidad del espíritu para cumplir lo que se le
pide en cualquier momento que se le llame, y por lo tanto comportan para todos un desapego interior, una sacrificio,
una autodonación a Cristo, sin las cuales no hay un verdadero espíritu evangélico. 3
Sigamos nuestra meditación con estas preguntas:
¿Cuáles son las exigencias que Jesús me hace como su discípulo? ¿He pensado qué es lo máximo que podría
abandonar por Jesús? ¿Siento que al ser llamado para ser discípulo, Jesús me pide más de lo que puedo dar?
Que marcado con tu cruz,
no tenga miedo a la vida dura,
a los trabajos en los que se arriesga la vida.
Haz que esté dispuesto para la gran aventura a que me llamas.
Tengo que comprometerme.
Tengo que jugarme la vida, Señor, por tu amor.
Los demás bien pueden ser prudentes.
Tú dijiste que hay que ser locos.
3
San Juan Pablo II - Audiencia General, 28 de octubre de 1987.
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Los demás creen en el orden.
Tú me has dicho que crea en el amor.
Los demás piensan que hay que conservar.
Tú me has dicho que hay que dar.
Los demás se instalan.
Tú me has dicho que hay que caminar
y estar preparado a la alegría y al sufrimiento,
al fracaso y al éxito. 4
Jesús, te entrego todo lo que soy y lo que tengo y tomo tu cruz sobre mis hombros
Todos los días ofreceré la vida de mi familia y amigos entregándoselos a Jesús y al mismo tiempo renovaré mi fe
diciendo: Señor Jesús cuenta conmigo.
“Da siempre lo mejor de ti y lo mejor vendrá”
Madre Teresa de Calcuta
4
Tomado de: Oración para arriesgar la vida - José Correa S.J
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