Seis ex consejeros y consejeros del BSCH conocían por contratos

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Seis ex consejeros y consejeros del BSCH conocían por contratos de Amusátegui y Corcóstegui antes de aprobarlos
Seis ex consejeros y consejeros del BSCH conocían por contratos de
Amusátegui y Corcóstegui antes de aprobarlos
Seis ex consejeros del Banco Santander Central Hispano (BSCH), algunos aún vinculados al grupo Santander,
aseguraron ayer que conocieron los términos de los contratos del ex copresidente, José María Amusátegui, y del
ex consejero delegado, Angel Corcóstegui, antes de aprobarlos "por unanimidad" en la primera sesión del
consejo del banco fusionado, celebrada el 17 de abril de 1999.
El entonces co presidente Emilio Botín fue el encargado de dar cuenta de los términos de la retribución a Santiago
Foncillas, Matías Rodríguez Inciarte y Rodrigo Echenique, en tanto que Amusátegui hizo lo mismo con Fernando de
Asúa, Pedro Ballvé y José Manuel Alburúa, según relataron cada uno de ellos durante su intervención hoy en el
Audiencia Nacional en calidad de testigos.
Defensas, acusaciones y Fiscal también tuvieron oportunidad de tomar declaración al letrado asesor del consejo y
secretario de la comisión ejecutiva del BSCH, Antonio Hoyos; al consejero ejecutivo del grupo, Francisco Luzón; al
secretario del consejo, Ignacio Benjumea, y al inspector del Banco de España que supervisaba las cuentas del grupo en
el momento de la fusión.
La consejera del Santander --entonces BSCH-- y presidenta de Banesto, Ana Patricia Botín, se acogió al derecho de no
contestar las preguntas que pudiesen perjudicar a su padre Emilio Botín, lo que provocó que acusaciones, Fiscal y
defensas descartasen formular interrogatorio porque cualquier cuestión podía afectarle.
El único que aseguró desconocer los contratos de Amusátegui y Corcóstegui, que derivaron en un pago de 43,75
millones de euros para el primero en concepto de bonus y de 108,1 millones por pensiones para el segundo, antes de su
aprobación por parte del consejo fue el inspector del Banco de España, José María Lamamie de Clairac.
Según su versión, el banco emisor no tuvo noticia de los documentos hasta que la Audiencia Nacional le encargó un
informe, que presentó el 29 de noviembre de 2002. En esta documentación consta que el supervisor recabó información
en marzo y febrero de 2002, tras recogerse el bonus de Amusátegui en la memoria del banco de 2001.
Lamamie dijo desconocerlos cuando supervisó el BSCH siendo jefe del equipo de inspectores del banco emisor --de
febrero de 1998 a octubre de 2000-- y admitió no tener constancia de que se hubiesen dotado los fondos para las
jubilaciones en 1999, aunque sí verificó que estaban provisionados en los balances de 2000 y 2001. En su testificación
durante la fase de instrucción explicó que el banco no estaba obligado a informar al Banco de España, salvo si lo
requería el supervisor.
La mayoría de los diez testigos restantes que declararon hoy coincidieron en que conocían los pagos, que fueron puestos
a disposición de los consejeros en una mesa auxiliar horas antes de proceder a su aprobación, aunque no se leyeron en
alto, y en que el consejo autorizó "por unanimidad" los contratos.
El letrado asesor del consejo y secretario de la Comisión Ejecutiva del BSCH, Antonio Hoyos, confirmó que participó
en la redacción de ambos contratos y los justificó en la necesidad de adaptar sus condiciones "a la nueva entidad", a las
funciones que se esperaban de ellos y a las "condiciones de mercado".
Hoyos desveló que también se realizó un contrato "similar" al de Corcóstegui a favor del consejero ejecutivo Antonio
Escámez, aunque se diferenciaban en las cuantías, y aseguró que el consejo aprobó todos ellos y sus modificaciones
posteriores sin poner pega alguna y "totalmente" por unanimidad. "Ninguno de los consejeros hizo el más mínimo
comentario ni la más mínima reserva", dijo.
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Justificó que consignó a mano la cifra de 43,75 millones del bonus de Amusátegui por "razones de confidencialidad"
para que no la conocieran terceros. Según dijo, fue "confidencialidad frente a miradas indiscretas, pero el consejo tiene
pleno conocimiento o si no no estaría cumpliendo su función".
Hoyos advirtió además que coincidió con Ignacio Benjumea en que los contratos debían pasar por el primer consejo de
administración que celebrase el banco fusionado. "Desde el primer momento --dijo-- se vio que tenía que ir a
aprobación del pleno del consejo de administración".
En cuanto a las altas cifras estipuladas por contrato, estimó que con Amusátegui y Corcóstegui se procedía como a
"ficharles" puesto que se quería que "pilotaran" la fusión junto con Botín "para que fuese un éxito".
En este sentido, Matías Rodríguez Inciarte subrayó que el banco resultante de la fusión era "la primera entidad de la
zona euro" y de "enorme transcendencia", por lo que Botín le encargó que buscase datos sobre las retribuciones de
presidentes de grandes entidades internacionales para fijar un pago comparable. Indicó que era una fusión de "enorme
transcendencia" y era "importante" que Amusátegui y Corcóstegui "tuviesen plena colaboración" para garantizar su
éxito.
Según sus indagaciones, los presidentes ejecutivos de grandes sociedades cobraban entre 20 y 220 millones de dólares al
año y algunos tenían además 'stock options' por hasta 300 o 400 millones de dólores, por lo que el bonus de 43,75
millones de Amusátegui le pareció una cifra "comparable" y la apoyó.
Rodríguez Inciarte, quién desveló que puede jubilarse en el momento que lo desee según su contrato, dijo que no
chequeó personalmente el contrato de Amusátegui "porque ya conocía el contenido sustancial" por el propio Botín. Por
otra parte, aseguró que no se puso "tacha de ilegalidad" a ninguno de los contratos en ninguna de las reuniones
celebrada por el consejo.
José Manuel Alburúa, actual consejero de Banco Banif, de la gestora del grupo y Santander Investment, tampoco leyó el
contrato de Amusátegui, del que el propio ex copresidente le dio cuenta "verbalmente", pero "comprobó" que estaba
antes de la reunión del consejo en la que se aprobó.
El consejo del grupo Santander --antes BSCH-- Rodrigo Echenique, relató a su vez que la mayoría de los consejeros
ejecutivos disponen de un contrato similar al de Corcóstegui, aunque con importes diferentes según el caso; estimó que
Botín no cuenta con un bonus similar al de Amusátegui y negó que esta compensación fuese consecuencia de la fusión.
Santiago Foncillas dijo indicó que los documentos se encontraban "dos o tres horas" antes de la reunión en una auxiliar
para que los consejeros los pudieran chequear y que, tras su aprobación, se incorporaron a las actas de la reunión y se
archivaban en secretaría general donde estaban "a disposición de todos los consejeros".
Según este ex consejero del BSCH, que quiso adelantar en dos meses su jubilación para acompañar a Amusátegui en su
salida, desveló ser beneficiario de una pensión por jubilación "del orden de 50 millones" de las antiguas pesetas.
Consideró "natural" que Amusátegui como Corcóstegui renunciasen a nombrar sustitutos en el consejo procedentes del
antiguo BCH porque "se habían cumplidos los objetivos de la fusión" y era pertinente adelgazar el consejo. "No había
consejeros de uno y otro banco, era un consejo muy unido", dijo.
Por su parte, el consejero ejecutivo del Santander, Francisco Luzón, recordó que el consejo aprobó por unanimidad en
marzo de 2004 un texto en el que se considera que las retribuciones de Amusátegui y Corcóstegui "no provocaron
perjuicio al banco".
A su juicio, los pagos "no solamente no lesionaron" sino que la aportación de Amusátegui y Corcóstegui "fueron
factores claves en el éxito de la fusión" y "beneficiaron" así a los accionistas y al banco. Indicó que la junta fue
informada al detalle de las cuantías en las memorias del banco y que fueron aprobadas en las juntas de 2002-2003 y
2004 con un apoyo "próximo al 100%".
Europa Press
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