"No hay que matar un niño para solucionar un problema social"

Anuncio
Universidades | Opinión/Profesores
Viernes 7 de Setiembre del 2007
La Nación - Argentina - Cultura - Pág. 12 - Circulación: 204000
"No hay que matar un niño para solucionar un problema
social"
Según un experto del Vaticano en temas de bioética
"No hay que matar un niño para solucionar un problema social"
Monseñor Laffitte advierte que hoy se intenta justificar la eliminación de la vida
"Cuando una menor de 14 años queda embarazada y su entorno la empuja al aborto, no es un problema de la madre ni del niño, sino de toda la
sociedad." Así explica el sacerdote francés Jean Laffitte, vicepresidente de la Pontificia Academia para la Vida, la preocupación con la cual la
Iglesia aborda situaciones tan dolorosas.
Y ante casos resonantes, como el reciente aborto selectivo practicado en Italia, donde un equipo médico eliminó por error a un feto sano en lugar
de un embrión gemelo que iba a nacer con el síndrome de Down, la Iglesia lamenta que se haya hablado solamente del "error del médico, que
suprimió a la criatura sana".
"El error fundamental fue querer matar a la enferma y considerar a una persona enferma un ser inferior a otro. Eso no vale en ninguna
civilización", advirtió monseñor Laffitte, una de las principales voces de la Iglesia en temas de bioética, al describir una conducta que se extiende
en el mundo.
En diálogo con LA NACION, el teólogo y colaborador del Papa estimó que se vive hoy una incoherencia social. "Por un lado, la sociedad protege
a los discapacitados, con prioridades en los transportes públicos, la construcción de rampas y otras medidas muy positivas. Pero cuando hay
sospechas de que una persona puede nacer con algún tipo de discapacidad, se le quiere impedir que nazca y viva en nuestra comunidad".
Monseñor Laffitte, de 55 años, llegó al país para participar del IV Congreso Internacional de Bioética Personalista, organizado por el Instituto de
Bioética de la Universidad Católica Argentina (UCA). Allí se abordaron distintas problemáticas vinculadas con la conciencia cristiana, la
ciudadanía y el derecho a la vida.
La objeción de conciencia, cómo curarse y hacerse curar, la eutanasia y el aborto fueron temas qu
e suscitaron reflexiones por parte de especialistas argentinos e internacionales, ante los desafíos que hoy presenta la bioética en el mundo.
Laffitte describió cómo, a lo largo de la historia, "siempre existió un respeto incondicional a los pobres y a los enfermos". "¿Hoy no se los
respeta?", se le preguntó. "Sí, pero se está creando una nueva sensibilidad, para justificar la eliminación de la persona en el comienzo de la vida",
respondió.
Percibe, así, una corriente laicista muy dura, que presupone que "el ciudadano, a priori, no tiene fe o, si la tiene, debe callar". Esa visión
contrasta, según dijo, con una laicidad sana, moderada, que admite la reflexión de la Iglesia como una contribución al bien común. Por ello
celebra el triunfo de Nicolas Sarkozy en las últimas elecciones en Francia, que han mostrado, según interpreta, un retroceso de la corriente
laicista dura en Europa.
Aporte de la Iglesia
La promoción y defensa de la vida humana es uno de los temas principales de la Pontificia Academia de la Vida, creada por Juan Pablo II en
1994.
Cada año se realiza en Roma un congreso abierto sobre cuestiones de actualidad, como el estatuto del embrión humano, la objeción de
conciencia y los desafíos frente a la eutanasia, el tema previsto para 2008.
"No existe un mundo científico y otro religioso. El mundo es el mismo", dijo Laffitte, al explicar que a la Iglesia le interesan todos los temas
susceptibles de cambiar cualitativamente la vida de los hombres. "No todos los temas son neutros. A veces se presentan cuestiones
pseudocientíficas: detrás existe el proyecto de cambiar los valores humanos", advirtió.
De allí la preocupación por la eutanasia, tratada como un modo de mejorar las condiciones del enfermo, y el aborto, limitado muchas veces a la
libertad o el derecho de la mujer, cuando nadie se pregunta por los derechos de la persona por nacer.
"Una vida no vale más que la otra", dijo monseñor Laffitte, al recordar el principio que gu
ía a la Iglesia: en circunstancias extremas y dolorosas, como el aborto, hay que hacer lo posible para salvar las dos vidas. Si se produce la
muerte de uno de ellos, será una consecuencia no querida.
"No hay que matar al niño para solucionar un problema social. El Estado debe ayudar a la joven a que tenga condiciones dignas de vida, acceso
a la salud y a la educación, y ayudarla a tener el hijo. No es una cuestión de fe: es una obligación natural", concluyó el sacerdote francés.
Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION
Sin antagonismos
"No hay antagonismo entre ciencia e Iglesia. No existen mundos separados", afirmó monseñor Jean Laffitte, convencido de que ésa es una
representación imaginaria de la sociedad. "La fe tiene su propia racionalidad, no es irracional. Si no, sería superstición. Uno puede creer en Jesús
resucitado y descubrir el síndrome de Down, como el científico Jérome Lejeune", dijo, al recordar a uno de los precursores de la Academia para la
Vida, fallecido en 1994, poco después de que Juan Pablo II lo convocara para constituir la institución. Hoy, Lejeune se encuentra en proceso de
beatificación.
Universidades | Opinión/Profesores
La Nación - Argentina - Cultura - Pág. 12 - Circulación: 204000
Viernes 7 de Setiembre del 2007
Descargar