tradición clásica en la literatura latinoamericana

Anuncio
TRADICIÓN CLÁSICA EN LA LITERATURA LATINOAMERICANA
CONTEMPORANEA DE A U T O I ~ AFEMENINA:
MEDITACI~NEN EL UMBRAL
LUISACAMPUZANO
Universidad de La Habana (Cuba)
La literatura latinoamericana contemporánea escrita por mujeres se caracteriza -como
buena parte de la escritura femenina de las Últimas décadas- por un espíritu transgresor,
subversivo, contestatario, que se expresa en una praxis polémica. Entre los objetivos fundamentales de sus autoras se han señalado la búsqueda de la visibilidad y de la identidad
femeninas y, en relación con esta, la revisión de las falsas imágenes de las mujeres acuñadas
a lo largo de siglos por el discurso patsiarcal. Pero aunque se ha insistido en cómo esta actitud revisionista de la escritura femenina implica una "intervención ci-ítica, y por lo tanto
paródica, en el paisaje textual preexistente"', sin embargo, no se ha reparado en el hecho de
que una considerable parte de la revisión y subversión promovidas por las escritoras latinoamericanas contemporáneas ha tomado como blanco la antigüedad clásica, lo que es de la
mayor obviedad si tenemos en cuenta el peso que el pensamiento y, en general, la cultura
grecolatina han tenido en la constiucción de la subalternidad femenina.
En este sentido, un cuento de la recientemente fallecida narradora y dramaturga mexicana Elena Gamo, "Antes de la Guerra de roya"', constituye un oportuno ejemplo, ya que
tematiza la asimilación latinoamericana de los cánones de la cultura clásica -sin distinción
de género sexual-, y su hegemonismo en la formulación de paradignas. Su título, que a lo
largo de casi todo el relato parece denotar lo que en un sociolecto de capas ilustradas equivaldría a la fiase más común de "en tiempos de Maricastaña", en las últimas páginas asume
su significación literal en la narración de una niña que, con la ingenuidad de su perspectiva
infantil, constata cómo ella y su hermana antes de haber leído la Ilíuda eran una sola, mientras que después de la guerra de Troya, al haberse colocado fiente a modelos antagónicos y
haberse identificado ella con Héctor y su heimana con Aquiles, se habían dividido en dos,
habían adquirido sus identidades personales respectivas.
Pero este cuento nos habla igualmente de otro desdoblamiento y otras identidades, pues
narra cómo la entrada de estas niñas en el universo evocado por la guessa de Troya también
las separa de ese entorno cultural popular, doméstico y callejero, de creativa oralidad, en el
que habían vivido hasta entonces, llevándolas a un mundo otro. De este modo, en el cuento
igualmente se inscribe la problemática continental de la pertenencia simultánea a dos culturas: una central, europea, hegemónica, y otra marginal, indígenalafiicana, subalterna, con
todo lo que esto implica en sociedades étnica, linguística y culturalmente fragmentadas,
como sucede en la mayoría de los países de la América Latina, donde la adhesión a la tradi1
7
-
E. SKLODOWSiiA, Laparod~aen la nueva riovela hlspanoamer~cana.Amsterdaiii-Filadelfia, 1991, p. 144.
E. GARRO, La senlaria de colores. Xalapa. 1964.
324
LUISAC ~ U Z A N O
ción clásica podsía leerse también como traición a la tradición autóctona. Una singular inversión de esto último, que ilustra por contraste su iinpostancia, es la contralectura irónica
del mito clásico que coloca en el inicio de los inicios, en la toma de Tenochtitlán, la nmadora cubano-mexicana Julieta Campos en su novela El niiedo de perder a Ezirídice, al legitimar la actuación de la Malinche, arquetipo mexicano de la traición constiuido por el discurso patiiascal, que la culpa de toda desgracia nacional por haber auxiliado a un extranjero, mediante su comparación implícita con la "inocente" ~riadna.'
Aprovechando lo anteiior me apresuro a decir que los objetivos y la perspectiva inetodológica de un trabajo que apenas empieza y que me propongo exponer en estas páginas
-inaugurales en lo que a este tema en conjunto se refiere y como tales, tentativas y azarosasson las de una estudiosa de las letras femeninas hispanoamericanas a la que su formación de
filóloga clásica le brinda ciestas ventajas para la tarea que se ha propuesto, la cual dista mucho de aspirar a constituirse en un inventario de "influencias" o "deudas" de estas autoras
con el mundo grecolatino. Digamos que me interesa más descubrir la inteligencia con que
las escritoras contemporáneas de este lado del mundo se han empeñado en volver a tejer
con otros diseños los hilos de estas tramas antiguas y -en cierta medida- ajenas, o a tomar
algunos de sus motivos para sus propias telas; que prefiero desentrañas el modo en que Eco
da nueva fonna y nuevo sentido al discurso del siempre autorseflexivo Narciso.
Un notable repertorio de escritoras hispanoamericanas, la voluminosa y bien documentada guía bio-bibliográfica compilada y publicada por Diana E. Marting en l990> que elenca a cuasenta y cuatro autoras de nuestro siglo, sirve de punto de partida para la conformación de un corpus. Dieciocho de las autoras recogidas en él, es decir, el cuarenta por ciento
de las integrantes de este reconocido canon femenino, poseen por lo menos un texto en el
que está presente con fuerza significativa la tradición clásica. Otras fuentes bi-bliográficas y
lecturas permiten agregas más autoras de lengua tanto española como portuguesa que cultivan distintos géneros literarios -poesía, novela, cuento, teatro, ensayo- y en cuyas obras hay
distintas formas de remisión intertextual a la tradición clásica, hasta alcanzas un total de
treinta, muchas de las cuales están representadas con más de un texto pertinente para nuestra indagación.
Pero el hecho de que prioricemos como espacio de partida y de llegada la literatura latinoamericana de mujeres, y adoptemos una perspectiva crítica de género que tenga igualmente en cuenta los problemas de la inultietnicidady de la corselación entre raza y clase, no
quiere decir que consideremos posible bocetar un mapa tentativo de la presencia de la tradición clásica en las autoras que vamos a estudias sin preocuparnos por establecer sus vías de
acceso a la cultura de Grecia y Roma.
Mzljer que sabe latín..., título del importante libro en que Rosario Castellanos recogiera sus ensayos, artículos y reseñas sobre letras femenina^,^ subraya la autoconstrucción de la subjetividad femenina a través de la posesión de un saber, pasa lo
' J. CAMPOS, El medo de perder a Etnídice. México, 1979, p. 161.
5
D.E. MARTMG (Comp.), Escritoras de Hispanoanieirca. Una gtiía bio-bibliográjca. Bogotá, 1990.
R. CASTELLANOS, Mujer yiie sabe latín... México, 1973.
que se vale de la parodia irónica de un viejo refián,"Mujer que sabe latín ni tiene
marido ni tiene buen fin'', al que en total desacato de la tradición, no sólo le suprime
los predicados de transparente misoginia, sino que enfatiza este gesto marcando su
erradicación con unos provocadores puntos suspensivos. Pero es que esta valoración
negativa del conocimiento del latín por las mujeres no solo fue en la América Latina
colonial un modo inetafórico de expresar la inconveniencia de que ellas realizaran
altos estudios -los que se hacían en latín-, sino también un modo de censurar inediante la burla y la degradación moral a las que leyeran o escribieran la lengua del
Lacio. Un ejemplo de la mayor elocuencia es la despectiva descripción que hace, el
antiguo secretario del Gobernador de La Habana, de la Masquesa Jústiz de Santa
Ana, la primera escritora cubana, que había denunciado al rey Carlos 111 el débil
compostainiento de las fuerzas españolas cuando la toma de ciudad por los ingleses
en 1762: 'poetisa, latina, crítica", son términos de censura a los que añade como
burla alguna cita de Virgilio que coloca en sus labios6 Otros no menos significativos son los que bsinda muy gustosamente Ricardo Palma en una de sus Tradiciones
peruanas, titulada "El latín de una luneña", en la cual, a más de ridiculizar el uso
que de esta lengua hiciera en sus aventuras eróticas "una muchacha de muchas entradas y salidas", tsas damos todo un elenco de limeñas del siglo XVIII que "mastiriz[ason] a las musas castellanas [y] a las latinas" y "no sólo conocían el latín, sino
hasta el griego", se deleita en precisar que"muchas traducían al dedillo las Metal ~ ~ o ~ f oys el
i s Ars amnndi de Ovidio, con lo que está dicho que hubo hasta latín de
alcoba".'
Por otsa parte, es necesario no desestimar el hecho de que si bien las escritoras contemporáneas latinoamericanas, coino las de otras latitudes, casi en su totalidad provienen de las
capas más favorecidas de la sociedad, aquellas que muestran en sus textos una sigwosa
apelación a la tradición clásica suelen tener, además, una fosmación universitaria de coste
filológico -ya que en esta región sólo se estudian las letras clásicas en el tercer nivel-, y muchas han sido o son profesoras universitarias. En este sentido, un caso extremo sesía el de
Emilia Macaya, profesora de literatusas griega y latina de la Universidad de Costa Rica y
autora de un libro de cuentos de escenario y personajes contemporáneos basados en su inayoría en textos clásicos: La so171braen el espejo (1986).
Pero aún así, debemos tener en cuenta que la remisión a los clásicos no siempre es directa, sino mediada por autores, géneros y hasta sistemas literarios modernos. Esto, que resulta evidente, por ejemplo, en escritoras cronológicamente cercanas al neoclasicismo o al
parnasianismo y deudoras de su estética y sus fuentes, es mucho más difícil de advertis en
textos contemporáneos. Así "Lamentación de Dido", el gran poema-monólogo de Rosario
~astellanos,sen el que resulta evidente la impronta de Visgilio y de Ovidio, ha sido escsito
también, según confesión de la autora, a partir de St-John Perse, "que [l]e ha proporcionado
6
Cf L. CAMPUZANO, "Las mucliaclias de la Habana no tienen perdón de Dios", Revista Caliadieme de Estudios Hispánicos, 2 (1992): 3 14-315.
7
R. PALMA, Tradicio~iesper~ranas.
La Habana, 1964, pp. 201-1 03.
R. CASTELLANOS, Poesía no eres ti;. México, 1972, pp. 93-97.
Aunque los textos que nos proponemos estudiar corresponden a las últimas décadas, período de eclosión a nivel mundial de la segunda oleada feminista, con sus inanifestaciones
políticas y sus correspondientes corolarios teóricos, artísticos y literarios, sería conveniente
considerar cómo fue asumida la tsadición clásica tanto por las escritoras del pesíodo colonial y del siglo XIX, coino por las de la primera mitad del XX, e intentar descubrir en ellas
algo más que miinetisinos tildados habitualmente de defectuosos. Valgan como ejemplo de
una temprana e irónica revisión feinenina del discusso patriarcal, las palabras de Sor Juana
Inés de la Ciuz relativas a lo conveniente que le habría resultado a Aristóteles haber pasado
algún tiempo en la cocina,I0que pueden leerse, en el contexto de la discrepancia de la jerónhna mexicana con la prohibición de San Pablo de que las mujeres hablaran en la iglesia,
como comentario a las fosmulaciones inisóginas del ~ s t a ~ i r i t a' . '
Teniendo en cuenta lo anterior, sería muy pertinente y justo comenzar nuestro análisis
reconociendo la existencia de un texto precursor, la novela que según todas las estudiosas
inaugura la escritura femenina y feminista del siglo XX en la América Latina, y que con todo derecho también hay que situar en el inicio de nuestra indagación: IJgenin (1924), de la
venezolana Teresa de la Parra, pues en ella se produce la subversión del mito de la doncella
inmolada mediante la identificación irónica de matrimonio y sacrificio, opciones totalmente
divergentes en su hipotexto gsiego.
Una vez que este trabajo pretende ocuparse de las relaciones conscientes, intencionadas
y de un modo u otro paródicas, de textos literarios latinoainericanos contemporáneos de
autosía femenina con textos de autores griegos y latinos y con su tradición -pues, coino hemos dicho, estas relaciones no siempre son inmediatas-, privilegiaremos en el análisis, por
una parte, los criteiios cualitativos de referencialidad, comunicatividad, autorreflexividad,
estmcturalidad, selectividad y dialogicidad desassollados por M d e d Pfister para el establecimiento de la intensidad de la remisión intertextual," y sólo como apoyo tendremos en
cuenta criterios cuantitativos; y, por otra parte, nos beneficiaremos de la amplitud y la profundidad con que Linda Hutcheon ha abordado teóricamente la parodia,'3 y también del desassollo y aplicación de sus hallazgos a la narrativa latinoamericana contemporánea llevados a cabo por la ya citada Elzbieta Sklodowska.
Finalmente, son tantas las variantes presentes en el coipus que resulta imposible intentas
una tipología o clasificación preliminar. Algunos ejemplos servirán para demostrar la diversidad de formas con que estas obras de disímil extensión reelaboran total o parcialmente
textos gsecolatinos, conseivando su ubicación en escenarios de la Antigüedad o tsansfiriéndola a la contemporaneidad, para cuestionar ideológicamente la subaltemidad femenina que
9
R. CASTELLANOS, Mujer ..., op. cit., pp. 206-207.
'O E. ABREU GOMEZ, Carta Atheriagórica y Respuesta a Sor Filotea. México, 1934
II
Para una reacción contemporánea y no menos irónica a los pareceres de Aristóteles sobre las mujeres, ver
"Historia gnega", en: O. NOLLA, D a j k en e1 nies de ti7arzo. Madrid, 1989, p. 43.
12
.- M. PFISTER, "Co~icepcionesde la intertextualidad", trad. de Desiderio Navarro, Criterros, 32 (1 994), 85-108.
" L HUTCHEON, A Theoy ofParodj.. The Teachrtigs qf T~i~eiitretl~
Centioj,Art Foniis Nueva York-Londres,
1985
estos contribuyeron sustancialmente a constiuir.
Así pues, situándonos en un extremo, encontramos casos en que la transgsesión propuesta por un texto en su totalidad no se relaciona directamente con ningún referente gsecolatino, y sin embargo la autora elige para su concreción mediante el más "significativo"'"
de los paratextos, responsable como ningún otro de la osientación de la lectura, un título que
remite a la tradición clásica y en cuya foimulación la voluntad contestataria se evidencia a
través de las distintas transfosmaciones a las que se somete su hipotexto. Y es que como se
ha dicho, "inclusive una ligera alteración del discurso original por medio de la parodia puede producir un cambio semántica significativo" (145). Así, el título del quinto libro de la
poeta argentina Alejandra Pizamik, Los trabajos y las noches (1965), señala obviamente a
Hesíodo, pero al peirnutar "los días" del enunciado oiiginal por "las noches", marcadas
como femeninas en la siinbología bipolar falogocéntrica que tiene uno de sus más antiguos
exponentes precisamente en el poeta de Ascra, introduce una rectificación paródica y una
distancia irónica que contando con la competencia intestextual del lector, se traducen, tanto
en una subversión ideológica, puesto que se postula la existencia de una posibilidad otra,
como en una risueña censura a Hesíodo, fundador del discurso sexuado, de lo masculino y
de lo femenino, y codificados de la noche como mujer y procreadora de males.''
De igual modo, el título del primer libro de Rosario Fersé, Papeles de Pandorn (1976),
proclama la legitimidad de la curiosidad femenina y de la participación de las mujeres en
múltiples oficios, roles o "papeles". Y simultáneamente, dada la poliseinia del término '*papeles", reivindica para las mujeres el derecho a las letras curiosas, inquisitivas, indagadoras,
desacralizadoras, que echen al viento las verdades. En este importante libro sólo uno de sus
textos, "Medea 1972", se relaciona directamente con la tradición clásica. Sin embargo, en el
que escsibe después de este, Fábulas de la gama desangrada (1982), cargado de citas y
subtítulos que remiten a la Antigüedad -y que también juega a desconstiuir architextos clásicos: tiene un "Pre-talamio" además de un "Epi-tala1nio"-, hay una buena cantidad de poemas dedicados a refosmulas los mitos femeninos sobre los que reflexiona postesionnente en
un libro de ensayos acerca de la escritura femenina con título de resonancia clásica, Sitio a
Eros (1986).
Colocándonos en otro extremo, nos hallaríamos ante obras que siguen con al parecer
bastante fidelidad a sus hipotextos, como la Hécuba de la mexicana Luisa Josefina Hernández, publicada con el subtítulo de "Según ~ u r í ~ i d e s "Pero
. ' ~ no bien comenzamos a leerla,
descubsimos que otorga mucho más importancia y visibilidad a las mujeres, al sustituir un
coso monocorde por siete troyanas que, por separado y cada una según su carácter, van
dando a conocer no solo los textos a él asignados, sino que ocupan el espacio del fantasma
de Polidoro, ausente de esta versión, para ofiecer desde el principio una perspectiva femenina eminentemente solidaria.
Entre uno y otro extremos, se ofiece la más variada gama. Desde textos como la Antígonafiriosa de Griselda Gambaro, hasta una novela tan experimental que comienza con
14
E. SKLODOWSKA, op. n r . p. 145.
M. DALTON, Mujeres, d~osasy niusas: tejedoras de la nzenlona. México, 1996, pp. 147-233.
16
L.J. HERNANDEZ, "Hécuba; según Eurípides", Tramoya, 5 (1 976): 7-30.
15
328
LUISACAMPUZANO
una coma y teimina con dos puntos, Uinn nprendiznjeni o11 O livro dos prazeres, de Clarice
Lispector. Partiendo también de la tragedia, Griselda Gambaro va mucho más allá en esta
pieza cuyo título, ya de por sí transgresor, se construye mediante la refundición de los de la
Antígonn de Sófocles y el Hércules fiirioso de Séneca, para constituisse en un aguzado
oxímoron que anticipa lo que será la transfoimación de la protagonista. Antígona, que en el
hipotexto sofócleo sólo se rebela ante la ley del Estado porque esta anula las leyes y los ritos del parentesco, en la versión de Gambaro, ubicada en un bar, no recuerda en absoluto a
aquella víctima dócil y presta a morir, sino que se convierte en memoriosa vengadora que
resucita con el fin de volver a cumplir su deber para con los muertos en ese contexto implícito pero evidente en que se desarrolla la acción: el de los treinta mil desaparecidos argentinos contra los que se ha decretado la ley del olvido obligatorio. Los protagonistas de la novela brasileña, Ulises y Lori -apócope de Lorelei, la sirena del Rhin, que burlonamente señala hacia otra tradición-, invierten el mito hoinérico, pues la sirena es la seducida; pero,
además, en el texto se propone otra inversión mucho más transgresora, ya que como han indicado algunas de las múltiples lecturas que ha propiciado este libro, podríamos considerarlo como un poema épico al revés, el que se ocupa del viaje interior de Lori en busca de
su identidad.
Por último, un análisis como el que nos proponemos realizar demanda tomar también en
consideración textos en los que la Antigüedad es de algún modo materia de reflexión seria o
irónica, como lo son, por una parte, la novela En breve cárcel (1981), de la argentina Sylvia
Molloy, con la importante presencia en sus páginas de una insólita Arteinisa de Efeso,
pre-helénica, orgiastica, diosa de la fecundidad, y de la más frecuente Diana virginal; o, por
otra parte, el poema "La Victoria de Samotracia", de Rosario Castellanos, cuyo sujeto lírico
atribuye a la condición acéfala de la escultura el hecho de que avance "como avanzan los
felices: Iingrávida, ligera9'.'
'
17
R. CASTELLANOS, Poesiu ... op. cit.,p. 326.
Descargar