“Papá no va a llegar, porque está trabajando en el norte” Memorias y epistolario de un preso político comunista y su familia en Chile Rolando Álvarez Araya “Papá no va a llegar, porque está trabajando en el norte” Memorias y epistolario de un preso político comunista y su familia en Chile. Autor: Rolando Álvarez Araya Editora: Isadora Stuven Di Pede Registro de Propiedad intelectual: 222.205. I.S.B.N.: 978-956-351-536-7. Diseño de Portada: Manuel Olate Céspedes Diagramación e Impresión: Gráfica LOM Impreso en Santiago de Chile, noviembre de 2012 Índice Palabras iniciales 5 Prólogo 9 Memorias de prisión 13 Epistolario de prisión 83 Carta a los hijos 155 Fotos familiares 165 n 3 n Palabras iniciales E l origen de este libro se remonta al verano de 2011, cuando Rolando Álvarez Araya, luego de leer un nuevo texto sobre las experiencias de un preso político en los meses posteriores al golpe de Estado de 1973 en Chile, decidió que debía dejar en claro su propia experiencia. Algunos de sus cinco nietos habían crecido y conocían fragmentos de los derroteros de su abuelo en los campos de concentración de la dictadura. Por su parte, los más pequeños pronto estarían en edad de querer conocer la historia de su Tata. Según sus propias palabras, su deseo de que esta historia no se perdiera entre los retazos de la memoria familiar, lo decidió al fin a contar su versión de los hechos. Este ejercicio, luego de 21 años de terminada la dictadura, puede parecer algo alejado de todo dramatismo, más aún cuando ya son de sobra conocidas las atrocidades y atropellos cometidos contra los derechos humanos entre los años 1973 y 1990. Sin embargo, para la familia Álvarez Vallejos fue una decisión que n 5 n n Rolando Álvarez Araya n removió antiguas heridas. Durante los años de dictadura, los hijos de Rolando Álvarez Araya crecimos con el temor de contar, con la paranoia de la represión y con la conciencia del tabú. “No hablen de estas cosas en el colegio”, fue una frase que los tres recordamos. Con la idea de proteger a su parentela, Rolando decidió no contar los detalles de su traumática historia a sus hijos. Esta nunca fue tema de conversación en las sobremesas familiares, salvo en contadas ocasiones. Siempre tuvimos dudas sobre la magnitud de lo ocurrido con nuestro padre, qué había pasado en los temibles interrogatorios, cómo lo había pasado nuestra madre... En este sentido, Rosa y Alejandra, las dos hijas mayores de Rolando Álvarez, recuerdan claramente la genética mentira piadosa que explicaba la ausencia paterna. Ante sus incesantes preguntas a su madre sobre dónde estaba, la respuesta fue “el papá está trabajando en el Norte, pronto volverá”. Por este motivo, aunque parezca increíble, nosotros, la familia de Rolando Álvarez Araya, hemos terminado de conocer sus padecimientos post golpe de Estado mediante la elaboración de este libro. Especie de sanación y pago de una deuda pendiente, a la vez que legado para sus nietos, este texto termina de cerrar un largo ciclo en la historia personal tanto de nuestro padre como de su familia. De esta manera, el origen de este libro es eminentemente una cuestión familiar, gracias al cual nuestro “querido viejo” puede terminar de darnos el largo abrazo que tanto pensó durante los eternos meses de su arbitraria detención. Sin embargo, estamos concientes de su valor histórico, para que las nuevas generaciones de chilenos y chilenas no olviden los horrores que también forman parte del pasado de nuestro país. Este libro se construyó en base a una decena de entrevistas que Isadora Stuven Di Pede, egresada de antropología, realizó a nuestro padre a lo largo del año 2011. Ella tuvo el enorme n 6 n Palabras iniciales mérito de ganarse su confianza y así ayudarlo a reconstruir sus recuerdos. Asimismo, entrevistó en una ocasión a nuestra madre, Rosa Vallejos Guzmán, crucial testimonio para terminar de comprender lo ocurrido y que también está incluido en el texto. En base a este material, Isadora elaboró un relato en primera persona, una historia de vida de Rolando, que de manera ágil y certera, describe los sucesos que dieron forma a la experiencia en prisión de nuestro padre. En medio de la voz de Rolando, aparece, con otro tipo de letra, la voz de Rosa, quien cuenta cómo vivía esos dolorosos meses. Queremos agradecer a Isadora por el excelente trabajo realizado. Una vez terminada esta parte, ocurrió un hecho inusitado. Acicateada por las entrevistas de Isadora, Rosa se decidió a entregar a la familia (hijos y nietos) un preciado tesoro, guardado durante 37 años. A modo de rumor familiar, nosotros sabíamos que nuestra madre había conservado el epistolario sostenido con Rolando durante sus meses como prisionero político. Sin embargo ninguno de nosotros nos habíamos atrevido a leerlas, tal vez por pudor y también temor a conocer la magnitud de lo vivido durante aquel tiempo. Pero al fin, el año 2011 se abrió el baúl de la memoria familiar y todos nos animamos a leer estas viejas cartas. A través de ellas, pudimos comprobar algunas cosas. Lo primero, la fidelidad de los recuerdos de Rolando, cuyo testimonio coincidía a la perfección con el contenido de las cartas que él había escrito a fines de 1973 y 1974 y que no había vuelto a leer. Lo segundo, pudimos comprender en una nueva dimensión todo lo ocurrido; cada uno de nosotros, sus hijos, metabolizamos de manera distinta lo que pasó y en esta ocasión, también asimilamos personalmente la lectura de estas cartas. Así, un texto que originalmente pretendía ser el testimonio de Rolando Álvarez Araya en prisión, se convirtió, a través de su n 7 n n Rolando Álvarez Araya n epistolario con Rosa y nosotros, sus entonces pequeños hijos, en algo más amplio: en la descripción de un episodio fundamental en la historia de nuestra familia. Concientes que la nuestra fue una historia de muchos, decidimos que la compartiríamos con todos quienes quisieran conocer lo que miles de chilenos y chilenas padecieron a partir del 11 de septiembre de 1973. Como siempre, muchas personas colaboraron en la elaboración de este libro. Como familia, queremos reiterar nuestro agradecimiento al enorme y excelente trabajo de Isadora Stuven Di Pede. Su compromiso con este proyecto fue fundamental para lograr terminarlo. Queremos agradecer a la historiadora Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, que mediante el prólogo que redactó para este libro, contextualiza el valor historiográfico y político de estas memorias familiares. También a Manuel Olate Céspedes, por el diseño de la portada del libro. La labor de transcripción de las cartas la hicieron Zoé Gálvez Álvarez (26 años) e Imara Álvarez Garrido (19 años), las dos nietas mayores de Rolando. Los tres menores, Martín Alegría Álvarez (10 años), Rolando Álvarez Riscal (9 años) y Fernando Álvarez Gajardo (5 años), si bien no participaron directamente en la elaboración del texto, fueron fundamentales para que su abuelo se decidiera a contar esta historia. Rosa, Alejandra y Rolando n 8 n Prólogo Q uizá una de las cuestiones más estremecedoras de una dictadura sea el que la vida sigue fluyendo, continúa su curso, y, mientras muchos sufren la represión y el dolor, la vida sigue con sus amores, desafíos de sobrevivencia y alegrías. Más aún, los mismos afectados por la violencia, sus familias y los otros que son testigos mudos de lo que ocurre, deben seguir sus vidas y hasta ser felices. La dictadura militar pinochetista vivida por Chile durante diecisiete años tiene ese doble rostro: el de la represión contra los partidarios de la derrotada Unidad Popular, como de cualquier oposición, el del terror que envolvió a toda la sociedad y la desintegración de los lazos sociales y de solidaridad mínimos. No obstante, también fueron los años en que miles, partidarios y opositores al régimen, se casaron, tuvieron hijos y vivieron momentos de gran felicidad e incluso algunos fueron completamente felices. El libro que está en sus manos, “Papá no va a llegar, porque n 9 n n Rolando Álvarez Araya n está trabajando en el norte. Memoria y epistolario de un preso político comunista y su familia en Chile”, es un vívido reflejo de ese claroscuro que significa vivir una dictadura, en este caso, la dictadura cívico-militar encabezada por el general Augusto Pinochet. Como muchos estudios han demostrado, el régimen militar instalado en Chile a partir del 11 de septiembre de 1973 se constituyó en un Estado terrorista, que utilizó el aparato estatal para perseguir y aniquilar a la izquierda marxista, como a quienes se oponían activamente a la violación de derechos humanos, imponiendo el terror, el cual se apoderó de la vida de los chilenos. Como se sabe, la represión y el terror no constituyen el mismo fenómeno. En efecto, la primera es focalizada y se dirige a los militantes izquierdistas, dirigentes sociales, estudiantiles, pobladores, obreros y trabajadores en general, es decir, aquellos estrechamente comprometidos con el anterior gobierno y resistentes al nuevo régimen; son aquellos que han sido definidos como el enemigo interno, antipatriotas, a quienes se niega su naturaleza humana, susceptibles, por tanto, de cualquier ultraje y violencia. Carecen de todo derecho. Son aquellos que nadie debe defender, parias sociales. El terror, en cambio, es una ola gigantesca que atrapa todo el cuerpo social, a partidarios, simpatizantes y opositores, pues sobre todos recaen las nuevas lógicas y normas de convivencia. Es la sociedad en su conjunto la que debe aprender un nuevo sistema de creencias, de valores, nuevas conductas y sociabilidades; la que debe privatizar su vida. Una nueva vida cotidiana surge bajo el poder de la espada, deshumanizando la vida. Rolando Álvarez Araya fue parte de la represión, de los castigados, negados y definidos como enemigos. Su Memoria y el epistolario con su esposa son un vívido reflejo de esa nube negra que fue controlando a la sociedad chilena: detenido en su lugar n 10 n Prólogo de trabajo –el Hospital Barros Luco– en medio del allanamiento realizado por la Fuerza Aérea de Chile, pero peor aún, producto de la aparición de un nuevo sujeto social, el delator, aquel que le sopla al oído al militar su militancia comunista y su compromiso con la Unidad Popular, lo acusa de ser “extremista”, bloqueando la libertad que recién le habían reconocido. El delator, el “soplón”, como se le denominaba en la jerga cotidiana que surgió tras el golpe, fue un actor central en la desarticulación de los lazos sociales, de las confianzas interpersonales; uno de los encargados de instalar la desconfianza, el silencio y la distancia entre los chilenos. Don Rolando fue víctima de esos noveles valores sociales, aplaudidos y estimulados por las autoridades militares: la deslealtad, la traición. Fue, igualmente, destinado a un campo de concentración –la oficina salitrera Chacabuco, cerca de la ciudad de Antofagasta–, luego de pasar por la Fuerza Aérea y el Estadio Nacional, centros interinos de detención y tortura. Toda esa experiencia buscaba destruirlo como persona, como ser humano. Contra todo intento, la vida en el campo de concentración solo logró reforzar su humanidad, reconfirmar sus valores y defender la vida bajo fuertes cimientos. Consistente con sus cartas, su recuerdo del campo, del trato de los militares a cargo y la convivencia con los soldados solo comprueban que la represión no logró su objetivo y que tras esa dura prueba, un ser humano de mejor calidad salía de Chacabuco. Esta dimensión humanista en medio de la represión dictatorial se expresa, igualmente, en esa segunda faceta a que aludía en un comienzo, la de la vida fluyendo, del amor, el matrimonio, los hijos. La Memoria y especialmente el epistolario de este hermoso libro solo demuestran que bajo condiciones tan adversas, lo que emergió con más fuerza fue el amor. A la pregunta de si ¿es posible amar en dictadura?, Rosa y Rolando dan un testimonio vívido de una respuesta afirmativa. La desesperación de Rosa n 11 n n Rolando Álvarez Araya n ante su ausencia, “y el 21 de septiembre yo te esperé...y no llegaste, no llegaste”, fue llenada con la activación por saber de su destino, yendo de un lugar a otro para obtener información, reuniéndose con militares, visitando constantemente la Oficina de Informaciones instalada en el ex Congreso Nacional; la asociación con otras mujeres en su misma situación, la lucha por la sobrevivencia; el cuidado y la protección de los hijos: “Papá no va a llegar, porque está trabajando en el norte”. Por eso, él la vio en el Estadio Nacional “tan linda y tan valerosa”. Rolando, por su parte, se sostenía con el amor de ella expresado en las cartas y la sostenía, a su vez, a ella, recalcando que estaba bien y que se concentrara en los niños. Así, contrariamente a lo esperado y buscado por la dictadura, también los mejores valores pueden aparecer en una dictadura, los del amor y la solidaridad, el apoyo de aquellos que brindaron la ayuda en el momento requerido. Estimado/da lector/a, tiene Ud. la posibilidad de asomarse a la dictadura chilena en aquella doble dimensión: la más inhumana, pero incapaz de derrotar a la humanidad y el amor. Es la historia de Rosa y Rolando, y de la familia Álvarez Vallejos. Verónica Valdivia Ortiz de Zárate Universidad Diego Portales n 12 n Memorias de prisión “Si me preguntáis de dónde vengo, tengo que conversar con cosas rotas, con utensilios demasiado amargos, con grandes bestias a menudo podridas y con mi acongojado corazón”. (Pablo Neruda,“No Hay Olvido” en Residencia en la Tierra) Tengo 71 años, nací en 1939, cuando empezaba la Segunda Guerra Mundial. Así como muchos lo han hecho, quiero contar, especialmente a mis hijos, todo lo que me pasó, porque creo que es importante que sepan mi experiencia. Hasta ahora no he querido develar algunos hechos sucedidos, pero, hoy decidí hacerlo, porque algún día los nietos también querrán saber y aquí estará mi versión. Estuve prisionero en varios campos de concentración de la dictadura y debo decir que fue una experiencia terrible. Fui testigo de cosas monstruosas, no siempre narradas tal como sucedieron.... Yo trataré de no ser exagerado, no me siento un héroe de un pasaje histórico. Contaré exactamente lo que me tocó vivir, ni más ni menos. Soy muy afortunado al haber sobrevivido y haber podido reconstruir mi vida y brindar a mi familia una vida venturosa. n 15 n Mamá, papá y mi crianza S oy el hermano mayor. Rolando Alberto Arturo, por mi padre, mi abuelo paterno y materno, respectivamente. Mi hermano que sigue es Osvaldo Enrique (nombre de dos tíos), científico destacado de la Universidad de Chile. Finalmente está María Elvira, que lleva el nombre de mi abuela paterna y el de su madre y abuela. Ella es enfermera y vive en Argentina con su familia desde poco después del golpe militar. Tengo excelentes recuerdos de mis padres, personas íntegras, cariñosas, responsables, no fueron ricos, pero a nosotros nunca nos faltó lo necesario, y al revés, nos dieron más que uno y otro lujo. La familia de mi papito era de Osorno. Mi abuelo, Arturo Álvarez de la Grande, era inmigrante de España y llegó a Chile de Asturias, del norte de la península, famosos por lo porfiados y peleadores. Tenía una pequeña fábrica de bebidas. Mi abuelita era María Koheler Bielefeld; también llegó a fines del siglo XIX desde Alemania. Mi padre fue el séptimo de n 17 n n Rolando Álvarez Araya n ocho hijos y ella se preocupó que todos fueran educados como alemanes en la “Deutsche Schule”, convencidos de su país, “Deutsche Uber Alles”, que los judíos y los comunistas también eran seres despreciables. Mi mamá era de Copiapó. Su madre, Elvira Edelmira Serafina Figueroa Rencoret, era profesora de francés y junto a su hermana María Teresa, fueron famosas educadoras. Mi abuelo, Alberto Araya Sapiain, fue también famoso por ser jefe de la Estación de Ferrocarril de Copiapó a Caldera, el primer tren de Sudamérica. Su única hija fue mi mamá, Elvira Inés Araya Figueroa (Nené). Después del fallecimiento de mis abuelos varones, ambas familias volvieron a Santiago. Rolando y Nené se conocieron en Macul (Los Fresnos 3240, hoy Gregorio de la Fuente), luego de un tiempo decidieron casarse el 15 de octubre de 1938 y yo nací a los 9 meses justos, el 13 de julio de 1939. Mi madre y abuela me educaron en la fe católica y mi padre trató de enseñarme alemán y aquello de “Alemania sobre todos”. De eso no quedó nada, soy comunista, admiro a los soviéticos y a los israelitas. Sin embargo, mis padres nos enseñaron a ser justos, respetuosos de las ideas de la gente, religión y estado socio-económico, ideas que comparto exactamente con mis dos hermanos. Mi papá y mi mamá fueron muy buenas personas. Mi padre, como hijo de una alemana, creció creyendo que los alemanes eran lo mejor del mundo, y como cosa secundaria, que los judíos y los comunistas eran unos hijos de perra. Mi mamá era del norte y era hija de profesor. Mi abuela materna fue muy famosa en Copiapó y mi mamá se casó con mi papá prácticamente contra la voluntad de los familiares de mi papá. Tuvieron tres hijos, yo soy el mayor de ellos y me crié absolutamente carente de ideas políticas, de ninguna manera. Lo más que aprendí, que los alemanes eran las mejores personas del n 18 n Memorias de prisión mundo y que sus enemigos eran mis enemigos, o sea, yo crecí creyendo que los judíos eran unas personas muy malas y que los comunistas ni pensar. Yo no sé de dónde me viene a mí el izquierdismo, no sé cómo empezó a nacer eso en mí. Mi papá me enseñó la justicia, es decir, que todos, –excepto los judíos y los comunistas– somos los mismos, que nos tenemos que respetar. Mi mamá y mi abuela me enseñaron a ser muy católico y curiosamente yo aprendí del catolicismo el no hacerle a los otros lo que no me gustaría que me hicieran a mí. n 19 n n Rolando Álvarez Araya n Mi formación C on esa mentalidad, entré a la Escuela de Medicina. Ahí, durante toda mi carrera fui un niño, porque entré a estudiar muy chico, a los quince años estaba en primer año de medicina. Yo era un niño hasta muy avanzada mi carrera. Me costaba entrar a la escuela con mi cara de niño chico. Mis compañeras nunca me vieron más que como tal y no como un posible pololo. Durante toda la carrera, no tenía ideas políticas de ninguna clase, pero tenía esta gran sensibilidad con la gente pobre, sin que nadie me lo enseñara. Cuando cumplí veintiún años y tuve que votar, curiosamente decidí votar por una candidata a regidora que se llamaba María Maluenda, una famosa dirigente comunista. Voté por los comunistas con mucho susto, y me di cuenta que no me pasó nada. En 1963 terminé mi carrera y tuve que ir un mes al sur, a un pueblo que se llama Purranque, donde conocí a un compañero n 20 n Memorias de prisión de curso que era socialista, quien me habló de muchas cosas que me perturbaron. Cuando hacía mi beca de cirugía en el hospital del Salvador, conocí al doctor Jenkins, que era traumatólogo y quien de alguna manera me hizo firmar unas listas de los médicos allendistas. Yo firmé y nuevamente no me pasó nada. Y llegó el día de la elección presidencial y al no salir mi candidato, me dio mucha rabia, pero lo único que pasó fue mantener más firme mi tendencia izquierdista1*. Entonces empecé a cuestionarme como médico, porque realmente ser médico significaba enriquecerse, y curiosamente, varios incidentes me hicieron pensar diferente. Recuerdo que el más importante fue una vez que iba a operar a una enferma que tenía un tumor en la mama, entonces había que hacer una biopsia rápida, y si era cáncer, se sacaba todo el pecho. La operación de la biopsia valía por ejemplo 1.000 pesos, pero la mastectomía costaba $60.000. Cuando llegó el informe de la biopsia, estábamos esperando el resultado [y al saber que fue negativo] la arsenalera dijo qué lástima. Eso me dejó marcado, porque me di cuenta que para ella mutilar a una persona significaba más plata. Ahí me di cuenta que la plata era muy importante para la mayoría de los médicos. Posteriormente, mi profesor me pidió que siguiera apegado a él, para que me traspasara a los clientes, yo como ayudante. Entonces me di cuenta que el tipo quería que fuera su incondicional. En un momento dado me dijo, ya pos, tienes que preocuparte de hacer lo que tenemos planeado para que después podamos seguir afuera, yo te doy pega pero tú me haces el trabajo. Entonces, sencillamente me bajó la furia y decidí que nunca iba a tener consulta, que iba a ser un médico funcionario y que solamente 1* Se refiere a la elección presidencial de 1964, en donde Salvador Allende, candidato de la coalición de izquierda llamada FRAP, fue derrotado por el candidato de la Democracia Cristiana Eduardo Frei Montalva. n 21 n n Rolando Álvarez Araya n me conformaría con lo que me pagaría el Estado, lo que cumplí hasta que me detuvieron. Apenas me recibí, gané una beca que privilegiaba el estudiar, solo tenía que dedicarme a estudiar y ahí decidí que no iba a usufructuar de la medicina privada. Lógicamente eso me enfrentó a mi padre, porque él esperaba que yo fuera un brillante profesional y que ganara plata. Naturalmente, le fallé, porque en los momentos que mi padre necesitó plata, yo no tenía. Pero ese es otro cuento. A los dos años de profesión, decidí que iba a ser un médico funcionario y de ahí en adelante, pasé a ser una persona más de izquierda. Pretendí entregar mi quehacer a las personas de bajos recursos. Y, evidentemente, mis votos para los comunistas y para Allende se transformó en una cosa sólida, obvia. Ahora ya sabía por qué tenía ideales de izquierda, sin entender mucho lo que significaba el Partido Comunista. En todo caso, pensé: yo quiero que este mundo cambie y me puse a leer algunas cosas, como por ejemplo sobre la Segunda Guerra Mundial, y me di cuenta que ésta la había peleado la Unión Soviética prácticamente sola. También que los comunistas entregaban el sueldo a los partidos y se repartía en partes que les correspondían a los obreros para mano de obra calificada. Me percaté que no había ningún comunista rico, que todos vivían de acuerdo a lo que pensaban. Eso me interesó mucho, porque yo estaba acostumbrado a ver políticos que se decían de izquierda y tenían puro billete. De pronto conocí a una matrona y me gustaba. Yo trataba desesperadamente de enamorarla y no me daba boleto. Su papá era un militante comunista que lo había pasado muy mal como preso político en el gobierno de González Videla2*. Finalmente, 2* Se refiere a Eugenio Vallejos Vallejos, militante comunista, ex gobernador de Chanco en tiempos de la presidencia de Gabriel González Videla. n 22 n Memorias de prisión tres años después conseguí enamorarla y me casé con ella. Y sigo enamorado de ella. De ahí nació la idea en mi familia de que ella fue la que me dio las ideas políticas. No fue así, yo ya estaba “corrompido”, pero no hay caso, aunque no importa. Ella es una mujer muy sacrificada, algún día te puedo contar su historia, aunque me la ha contado a pedazos, pero su papá estuvo preso y pasaron unas pellejerías increíbles durante parte de su niñez. Después estuvo conmigo y siguió pasando pellejerías, y posteriormente sufrió con su hijo que hubo que sacarlo de fiscalía militar por hacer rayados murales contra la dictadura para el plebiscito de 1988. Estuvo preso en la isla Quiriquina y relegado en la localidad de Putre, en el extremo norte de Chile. Más tarde, fue integrante del Comité Central y la Comisión Política del Partido Comunista. Militó en la zona sur de Santiago, especialmente en el Comité Regional Sur, del cual fue su secretario político. Falleció tempranamente en noviembre de 1971. n 23 n n Rolando Álvarez Araya n Allende y sus grandes alamedas E l año 1964 estaba a punto de terminar mi beca y mi compromiso era que tenía que irme a provincia por un período de dos años. Me fui a Talca y allá se pensaba que era un comunista más. Después, incluso, me hice militante comunista, me confesaba comunista y en provincia, siguiendo fiel a mis ideas, pensaba que ser comunista significaba no ser un burgués. Allende fue elegido en 1970 y yo ya estaba de vuelta en Santiago. Me casé en 1966 y ya tenía dos niñitas [para cuando ganó Allende]. Me acuerdo que el día 4 de septiembre me fui al centro a celebrar. El discurso, Allende lo hizo en la FECH, un famoso discurso en que dijo algo así como váyanse a sus casas, duerman junto a sus hijos porque mañana vamos a empezar a trabajar. Fue un discurso muy bonito, como todos los que dio Allende. Yo me acuerdo que le dije a mi señora: ahora es el momento de tener otro hijo, y justo nació mi hijo Rolando, nueve meses después del cuatro de septiembre. n 24 n Memorias de prisión En ese momento me incorporé a la tarea de la Unidad Popular y me nombraron director de un consultorio en San Joaquín. Lo fui durante un año y tuve que trabajar en cosas muy bonitas, como la campaña de vacunación contra la polio, la enseñanza de comer merluza... hasta se hizo jugo de merluza, croqueta y caldo de merluza se hacía en el policlínico. Se hicieron campañas contra el alcoholismo. Posteriormente, la derecha comenzó su campaña de desabastecimiento y su campaña del terror. Se erradicó también la poliomielitis, una enfermedad infantil. Esto no se sabe mucho, pero pasó. n 25 n n Rolando Álvarez Araya n La gran ausencia amenaza L a situación se puso cada vez peor, la izquierda lo hacía muy mal, apareció la ultra izquierda, el presidente Allende decía vamos a nacionalizar las industrias que estén botadas, entonces lo que hacían, sencillamente, era expropiar todo, con justicia o sin justicia. La base ideológica de izquierda se fue perdiendo. La Unidad Popular en la primera elección, para regidores, obtuvo una tremenda mayoría. La izquierda fue lentamente disminuyendo ese apoyo, porque la gente de clase media empezó a desinteresarse cuando veían desórdenes, indisciplina. Vino la huelga en octubre del año 1972, en que se pararon los camioneros. Los médicos y toda la gente de izquierda, luchando por el control que estaban perdiendo. Las cosas fueron cada vez peores, empezaron a haber grupos armados y la gente tenía miedo. Vino el “Tancazo”, una rebelión militar el año 1973. Trataron de atacar La Moneda, se resistió y el comandante en jefe paró la n 26 n Memorias de prisión rebelión. Esto fue como tres o cuatro meses antes del golpe3*. Hubo una huelga terrible [contra Allende], los médicos en huelga... nosotros trabajábamos mientras todos estaban en huelga, fue una cuestión terrible. El día del “Tancazo”, yo estaba operando cuando se produjo el movimiento de tropas. Ese día en la tarde nos juntamos para ver qué había pasado, y ahí supimos que estábamos solos, que el golpe iba a venir. Empezamos a organizar todos los planes, los médicos tenían una tarea fundamental, porque [se suponía que] iba a haber una guerra civil. Me di cuenta que las cosas estaban perdidas. Los médicos íbamos cada uno por su cuenta y así no íbamos a llegar a ninguna parte. Esto era en el hospital Barros Luco. Pensé que estábamos sonados, que lo mejor era hacerse a un lado. Mi destino estaba hecho. Muchos médicos socialistas se apartaron de la U.P., pero yo dije no puedo retirarme, iba a caer con todos. Entonces ahí yo pendía de un puñado que se decía que era de la U.P., pero a mí me quedaban dudas que fuera así. Sabía que a ellos no les iba a pasar nada. Aunque hubiera revolución o no, mi puesto sería el Hospital Barros Luco, ahí iba a atender a los heridos y probablemente la Unidad Popular se iba a replegar hacia el sur y en caso de guerra civil, no iba a poder estar con mi familia. Fui donde mi cuñado y le conté lo que yo temía y le dije: por favor, mi casa de La Reina es conocida por casa de izquierdistas. Te ruego que cuando pasen las cosas, agarres a mi mujer y mis tres hijos y te los lleves a alguna parte para que no les pase nada. Yo era médico de la posta y sabía que en caso de guerra, no podría atender a mi familia. Mi cuñado no me dijo nada, pero él iba a cumplir su palabra. Varios años después, estábamos juntos 3* Se refiere al movimiento militar ocurrido el 29 de junio de 1973, cuando el Regimiento Blindados Nº 2, coludido con la ultraderecha, intentó derrocar al gobierno. La resuelta actitud del Comandante en Jefe del Ejército, general Carlos Prats González y una coyuntura adversa, hizo fracasar este conato golpista. n 27 n n Rolando Álvarez Araya n celebrando algo, con varias copas de más y me dijo que yo me había mostrado irresponsable al abandonar a mi familia. Eso me dolió tanto, porque yo todavía creía que mi deber era estar como médico del Partido antes que todo y me acuerdo que me cuestioné muchísimo, llamé a mis tres hijos y les pregunté si había actuado muy equivocadamente. Entonces me dijeron que no. Pienso que realmente mis hijos piensan que no fue malo que haya asumido mi responsabilidad. Creo que no fui malo ni desleal con mi familia. A mi señora no le gustaba que fuera comunista, pero creo que en el fondo me entendió. El día del golpe de estado, en la posta quedamos aprisionados, sin poder salir un montón de médicos, médicos socialistas, médicos fascistas, y quedamos trabajando en común acuerdo, sin problemas. Al hospital llegaron las personas más importantes del Ministerio Nacional de Salud. En la posta, solo quedamos los médicos de posta. Después, por el toque de queda, no podíamos salir. Me quedé en el hospital tres días trabajando y llegaron un montón de heridos a bala, incluso llegó una micro de carabineros heridos. De común acuerdo, los médicos de derecha los atendieron y nosotros atendimos a los pobladores. No hubo ningún problema en el hospital y ninguna intervención militar. Atendimos así hasta el día 21 de septiembre, o sea prácticamente diez días después del golpe. Me fui a mi casa al tercer día, con la idea de que me podría pasar algo. Sabía que mi familia estaba bien en la casa de mi suegra. No sabía qué es lo que iba a hacer. En un momento, pensé presentarme en los carabineros, ya que pensaba por qué me iba a estar escondiendo. Afortunadamente nunca lo hice, porque un montón de gente lo hizo y hasta ahí no más llegaron. Me preocupaba una cosa: mi papá me había regalado una pistola que yo tenía inscrita y cuando tenía quince años, me regaló un rifle que todavía tengo. Por eso pensaba, lo tengo inscrito, así es que, si iban a dar a mi casa y encontraban las n 28 n Memorias de prisión pistolas, lo iba a pasar muy mal. Si las botaba al río, me iban a ir a buscar porque había botado las pistolas. Entonces no sabía qué hacer. Eran armas de calibre 22 antiguo. Un doctor me ayudó, el doctor Melleli. Aparentemente no te iban a perseguir por las ideas sino por los actos delictuales. Yo pensé, no he matado a nadie, no tengo de qué preocuparme. El domingo 20 de septiembre salí con mis chiquillos a elevar volantines al campo, porque decía qué más voy hacer, ya no se puede hacer nada. Se sabía que estaban tomando presos. Yo me dediqué a elevar volantines y seguí trabajando. Quiero recordar dos cosas. Una es sobre María González Marchant, directora de colegio, alcaldesa, una persona muy respetada. Después supe que era la mamá de una doctora comunista, que incluso visitó a mi señora cuando estaba preso, y antes de la Pascua, le llevó juguetes y un poquitito de plata. Ella estaba libre y era la encargada de apoyar a los presos. Es importante, porque ella [la hija de María González Marchant] era esposa a la vez de un español que se llamaba Carmelo Soria. El fue tomado preso por la DINA y asesinado. Los españoles siguen buscando que metan presos a los asesinos. La otra cosa que quiero recordar es sobre un compañero de trabajo, en la posta del hospital Barros Luco. El día del allanamiento, el 21 de septiembre, yo había llevado mi auto a arreglar en la mañana. Le dije a este tipo que por favor, si me tomaban preso, fuera a buscar el auto y se lo llevara a mi señora. Él nunca buscó el auto, hasta que un mes después mi mujer iba en la micro y de repente vio el auto en la calle y se bajó y enfrentó al mecánico que estaba manejando y le dijo oye, ese auto es del doctor Álvarez, él le dijo que sí, que no había problema. Y así mi señora recuperó el auto. Curiosamente, con ese médico después entré a trabajar hasta hace un mes atrás. Nunca me habló del auto. Fue un gran amigo y un gran compañero. Había mucho miedo en ese tiempo. n 29 n n Rolando Álvarez Araya n El Barros Luco Y o era médico de planta de la posta. Era un cargo que me había ganado por concurso. Mi cargo estaba en la posta del hospital. Ahí funcionábamos por turnos. Primer turno, de 08:30 a las 11 a.m. segundo turno, de 11 a.m. a las 13.30 p.m. Tercer turno, de 13.30 p.m. hasta las 16 hrs. Cuarto turno, desde las 16 a las 18.30 hrs. Quinto turno, desde las 18.30 hasta las 21 hrs. Y el último, el turno de noche, desde las 21 hasta las 8 1/2 del día siguiente. Además estaba el turno volante, que reemplazaba al turno que hizo noche. Nos tocaba hacer noche una vez a la semana. Cada turno estaba constituido por un jefe de turno, un ayudante primero, dos ayudantes segundo, un anestesista, un internista, un traumatólogo y dos dentistas. Además existía un turno de día exclusivo, el llamado sector B, que solo funcionaba en las mañanas y que operaba a pacientes de urgencia diferidos del turno de noche. Yo era ayudante segundo del primer turno y el ayudante primero era el doctor Melleli. Ahí fue cuando nos n 30 n Memorias de prisión conocimos. Como el jefe de turno era bastante mayor, el que hacía realmente el cargo era el doctor Melleli. Entonces, él se dio cuenta que era un buen cirujano y que era muy trabajador. Nos hicimos buenos amigos. Él sabía que yo era comunista... él era carabinero. Incluso a veces conversábamos de nuestras respectivas ideas políticas, pero siempre fuimos muy respetuosos. Esa fue la razón que nos hizo acercarnos. Yo respetaba sus ideas y él las mías. En la posta solo había dos o tres médicos de izquierda, nada más. El hospital no fue allanado en primera instancia y por el contrario recibió a muchos médicos de izquierda. n 31 n n Rolando Álvarez Araya n La detención “ ...Estaba nerviosa, preocupada, porque sabía lo que podía ocurrir, sabía perfectamente.... y el día que caíste, el veintiuno de septiembre, yo ya en esa época no estaba trabajando, porque Rolito estaba muy chico, y no pude encontrar quién me lo cuidara. Por eso me tuve que retirar, hacía ya casi ocho meses. Me había perdido toda la “chimuchina” del año anterior, que fue tremenda en el hospital. Y el veintiuno de septiembre yo te esperé, hice todo en la casa, y tú llegabas siempre a almorzar, y no llegaste y no llegaste, y nosotros no teníamos teléfono y en ese tiempo no había celular. Así es que llamé al hospital, y ahí me dijeron que no me preocupara, que seguramente iban a tomarte algunos datos y te iban a llevar para la casa. Pero yo no les creí y llamé a toda la familia, es que era algo que se veía venir. Al otro día nadie sabía dónde estaban, después averiguamos, no me acuerdo cómo, que estaban en el Estadio Nacional. Solo te vi una única vez después de eso, en el Estadio, cuando te trasladaron al barco. Yo me sentía muy mal porque no sabía lo tremendo que iba a ser esta situación, n 32 n Memorias de prisión no sabíamos que iban a matar gente, en ese momento no se sabía nada, sino, hubiese sido mucho peor, no sabíamos que corría peligro su vida, nada...” Hasta que el día 21 de septiembre de 1973 llegué a trabajar a la posta como siempre y hubo un gran allanamiento por parte de la Fuerza Aérea. Los aviadores pusieron una mesita y había dos uniformados con unos papeles y las personas pasaban su carné y verificaban si tenían antecedentes. Los que no tenían nada, los dejaban libres. A los otros los tomaban presos. Revisaron por todos lados buscando armas y gente. Entonces llegué a mostrar mi carné y me dijeron no, tú no estás en la lista, y me dejaron libre... o sea, al lado de la gente que no iban a tomar detenida. En ese momento, un compañero de trabajo, un médico, le dijo a un carabinero algo en el oído, entonces el carabinero sacó un revólver, me lo puso en la cabeza y mi compañero me acusó de ser extremista. Ese fue el primer traumatismo, porque me amenazaron con una pistola en la cabeza. La persona que me acusó trabajaba en el hospital de El Pino, en San Bernardo. También se quedó trabajando en la posta, yo nunca le dije nada. Trató de entrar al Colegio Médico, pero yo nunca me preocupé de recriminarle, y él se hizo el tonto cuidadosamente. Es posible que algún día vuelva atrás nuevamente. Creo que dentro de todo, el nombre de quien me delató es importante tenerlo presente, se llama César Seisdedos. Ese señor era compañero de curso mío, cirujano. Él también tenía otro compañero de curso que se llamaba Iván Seisdedos, que era otro médico y este tipo cuando le pidió que realmente le ayudara, le dijo yo no tengo hermano, como diciendo que hicieran lo que quisieran con él. [Luego que me delataron] me llevaron adentro del hospital, donde estaban todos los “malucos”. En la sala había como diez médicos más. Había un teniente de carabineros que estaba n 33 n n Rolando Álvarez Araya n enfermo de odio y agarró una metralleta y quería que la tocáramos, seguramente para que quedaran nuestras huellas digitales. Había otro carabinero que decía que todo esto era una rutina, que no era importante y que nos iban a soltar en un rato. Que nos iban a interrogar y que nos íbamos a ir a nuestras casas. Incluso les dijo a todos que podíamos llamar a nuestras casas. Algunos giles cayeron y llamaron por teléfono y claramente no fue así. Al rato, entró el otro carabinero, el teniente que andaba enfurecido, el que nos mostraba un arma rusa, un AK47, y nos decía que eso usábamos nosotros los extremistas y quería desesperadamente que la tocáramos. El carabinero estaba enfurecido y alguien le preguntó por qué estaba así y él le respondió que el día 12 de septiembre atacaron a una micro de carabineros en la población La Legua, le habían hecho una emboscada y mataron a tres carabineros. Parece que él tenía algo que ver con esos carabineros heridos y quería matarnos a todos. Estaba fuera de sí, porque [según él] éramos todos extremistas y dijo que no los habíamos atendido en la posta, lo cual no era cierto porque los médicos que trabajan ahí los atendieron y nosotros atendimos a la población. Finalmente, nos agarraron a todos y nos subieron a una micro de la Fuerza Aérea (a las 12 del día) y de ahí me llevaron al Instituto Politécnico de las Fuerzas Armadas. Ahí nos pusieron de rodillas, con las manos en la nuca, esperando para ser interrogados. Empezaron a interrogar a las personas más importantes, a mí me tocó a las doce de la noche. Estuvimos todo el día esperando que nos llamaran. En un momento dado, me dieron ganas de orinar. Estaba así desde la mañana. Me acuerdo que pedí permiso y un conscripto me tomó, me vendó los ojos y me dijo ¡corre mierda! Y yo tuve que correr a oscuras para ir al baño, fue muy desagradable. A las doce de la noche me interrogaron. Me dijeron este señor no tiene nada, no está acusado de ninguna cosa. Yo todavía era muy crédulo y pensaba ya, me n 34 n Memorias de prisión interrogaron tarde y seguramente me van a llevar a la casa, pero me dijeron ya, sin cargos, al Estadio Nacional. Y después nos subieron a una micro para llevarnos al Estadio, en pleno toque de queda, a las doce de la noche. ¿Qué les digo a mis hijos? “A mis hijos les dije que el papá se iba a ir a trabajar en un hospital y punto, si el Rolo tenía dos años, la Alejandra iba a cumplir cinco años en diciembre y era septiembre y la Rosita tenía seis años, estaba recién en primero básico... después la seguí llevando yo a la escuela. Estuve con mi hermana y mi cuñado los dos días de toque de queda, el 11 y 12 de septiembre completos. En esos días mis niños estuvieron con los de ella, que eran chicos también y no se dieron ni cuenta. El 13 volví a mi casa, el toque de queda era hasta las seis de la tarde y ya en diciembre era hasta las ocho de la tarde. Era verano y estaba claro, y ahí acordamos con mi suegro que ellos se iban a ir a vivir a mi casa, porque ellos arrendaban en la Villa Macul y yo me vine a la casa de mis padres. Después tuve que buscar trabajo. Hasta diciembre me pagaron tu sueldo; me daban un cheque a tu nombre, el primero fue a fines de septiembre. El Colegio Médico no hizo nada, no protegió a ningún médico. Llegué al Banco del Estado y le iba a explicar al cajero tu situación, pero él me dijo que ningún problema y me lo cambió. Después lo retiré en tu lugar de trabajo con un poder que me enviaste. Encontré trabajo en un consultorio que atendía a empleados particulares, tenía sede en varias comunas, era el Sermena, yo trabajé en la sede de calle dieciocho. Este desapareció después porque FONASA se hizo cargo. Trabajaba de lunes a viernes, durante ocho horas. A veces atendíamos partos particulares y mi mamá se quedaba con mis hijos. También en la casa estaba mi hermano, su esposa y sus hijos. Estábamos todos juntos y los niños lo pasaban muy bien con los primos”. n 35 n n Rolando Álvarez Araya n El Estadio Nacional “Somos cinco mil en esta pequeña parte de la ciudad. Somos cinco mil. ¿Cuántos seremos en total en las ciudades y en todo el país?” Víctor Jara, última poesía escrita en el Estadio Chile F inalmente nos trasladaron en una micro de la Fuerza Aérea y nos llevaron a la base aérea del Bosque, a la escuela Politécnica. Ahí estuve desde las dos de la tarde hasta las dos de la mañana, de rodillas, con las manos en la cabeza. Como contaba, me tocó que me interrogaran a las doce de la noche. No tenía ningún antecedente y pensé que me iban a soltar a la noche, nunca imaginé que me iban a decir ya, sin cargos, mándenlo al Estadio Nacional. Ahí nos trasladaron una noche oscura. Iba con compañeros médicos del hospital Barros Luco. En el traslado había un oficial que les decía a las mujeres cómo las iban a interrogar, las torturas que les harían. Cuando llegamos al estadio, a las mujeres las llevaron al sector de la piscina y a nosotros a los camarines. Cuando llegamos, había un sector de tierra entre unas graderías, donde había unos hombres durmiendo, eran unos tipos que tenían el pelo cortado al rape, y alguien nos dijo que eran de La Legua. Pensamos que era n 36 n Memorias de prisión lumpen de la población y que nos mezclaban con ellos como una manera de ofendernos. Al día siguiente, cuando salió el sol, vimos quiénes eran los que estaban acostados ahí en la tierra: doctores del hospital Sótero del Río. “...Y ahí empecé a ir todos los días al Estadio. A veces me acompañaba mi cuñado, mi cuñada y otras personas. Pasábamos horas y horas esperando alguna novedad, esperando un milagro, que pudieras salir libre... a mandarte cosas. Incluso mandé una carta a la Intendencia para hacer una apelación, pero ridículo. Me la contestaron que “no ha lugar” por el estado de guerra. Afuera estaba lleno de mujeres, de niños, de hombres. Desde la calle, por la entrada de Pedro de Valdivia con Grecia, se veían a todas las mujeres detenidas. Estaban en los jardines. Los hombres no se veían, estaban más adentro del Estadio. Te dejábamos siempre cosas, pero no sabíamos si te llegaban. Recuerdo que una vez un militar que estaba adentro, arriba de un tanque, era un jefe, nos dijo a todos “quédense tranquilos, que sus familiares están bien, tienen colchonetas, frazadas, tienen de todo, yo les mandé una frazada” y nos quedamos todos mucho más tranquilos. Después me dijiste que no te habían entregado nada... En el Estadio Nacional nos vimos cuando supimos que te iban a trasladar. Ahí, después de hacer una cola, pasé al interior del estadio. Tú estabas en la gradería esperándome, pero detrás de una reja que no nos permitió darnos un abrazo o un beso. Solo nos pudimos tocar las puntas de los dedos a través de la reja. Le pasé una maleta con ropa, con libros, a un milico para que te la diera. Estábamos vigilados por jóvenes milicos con metralleta a punto de disparar. En ese tiempo tú eras un hombre sano, joven... me decías que todo iba a estar bien... Cuando nos encontramos fue tremendo, después de tanto tiempo y estuvimos un ratito cortito, si había una cola inmensa de gente que quería entrar. Solo alcanzaste casi a recibir la maleta que llevaba tu nombre y que los milicos revisaron”. Al otro día nos pusieron en las graderías del estadio y nos sirvieron el desayuno, una tacita de café con leche, muy rico n 37 n n Rolando Álvarez Araya n el café. Ahí vimos quiénes estábamos. Éramos los doctores del hospital Barros Luco, médicos del Sótero, auxiliares, obreros, profesionales, de todo. Me hice amigo yunta de tres médicos, uno que se llamaba Raúl Díaz Valdés, el doctor Carmona y el doctor Víctor Hanna. Yo andaba trayendo un libro que se llamaba Circuitos elementales de los transistores, era un libro que me acompañó a todos lados, ¡era el único que había en el estadio! Leer eso era una de mis manías en ese tiempo. Ese libro lo quería leer todo el mundo y trataba de electrónica; la gente lo leía y me agradecían mucho. No deben haber entendido demasiado, además, ese libro me sirvió como almohada. Posteriormente le dibujé un tablero de ajedrez, y jugábamos en él. Además recogimos las cajetillas de cigarro y les dibujé las caras del naipe. Jugábamos a la brisca, a la escoba y a la canasta; jugamos con los naipes ingleses, todos los días. [En todo caso], los primeros días no hicimos nada. En una oportunidad se nos ocurrió contarnos películas, era una buena idea. Yo empecé, como tengo buena memoria, y las conté muy detalladamente. Después nadie quiso contar ninguna película, pero yo les conté varias películas y libros. [Más tarde] En Chacabuco conté incluso la Segunda Guerra Mundial en fascículos que había comprado, por eso la relaté en capítulos. Contábamos chistes, cuentos. También cuando teníamos hambre, empezábamos a recordar las cosas que nos gustaba comer. Por ejemplo, que las mejores comidas estaban en la calle Pío XII. Algunos quedaban espantados porque se les abría el apetito. Eso hacíamos cuando nos sacaban a las graderías por las mañanas. Al principio éramos hartos, había gente en las tribunas, en muchas partes, gente de la Universidad Técnica, de fábricas, de empresas. Después nos pasaban al camarín, que era muy chico. Tenía un pequeño baño con ducha, en un rinconcito, en ese espacio nos metieron a 120 personas para pasar la noche, n 38 n Memorias de prisión en el día nos sacaban a las graderías. Para poder entrar poníamos a los más viejos pegados en la muralla, después teníamos que meter las piernas entremedio de los otros, todo para poder caber. Había gente que se dormía arriba de las repisas, donde se ponen los bolsos de los equipos. La noche era terrible, porque alguien se cambiaba de lado y todos se tenían que cambiar, porque era la única manera de caber. Había gente que se quejaba, lloraba, roncaba. Era bastante incómodo, pero nos acostumbramos, así estuvimos dos meses. Tratábamos de dormir como podíamos. Los milicos una vez nos dijeron que teníamos que hacer una lista. Nosotros la hicimos con toda la gente que estaba en el camarín. Era para saber quiénes éramos, esto se transformó en una costumbre, cada vez que nos cambiaban de locación hacíamos la misma lista, antes que nos dijeran algo. A poco andar, nos contaron que nos iban a interrogar, los interrogatorios se hacían en el velódromo. Estábamos convencidos que nos iban a soltar. Por parlantes, siempre llamaban a cierta gente y las listas se iniciaban con dos nombres: Gregorio Mimica Argote y Máximo Antonioletti. Los llamaban todos los días y no estaban en el Estadio. El primero había sido fusilado el 12 de septiembre en la UTE. 4* Un día estaba de lo mejor cuando me llamaron al segundo piso, donde estaba el suboficial mayor y me dijo: María Cristina Escobar... Jara, agregué yo. Resulta que ella era una matrona muy amiga de mi esposa, que le había pedido al suboficial (tío de ella) que me contactara. Me preguntó qué es lo que yo había 4* Gregorio Mimica Argote era Presidente del Centro de Alumnos de Ingeniería Mecánica de la Universidad Técnica del Estado, militante comunista y se encuentra desaparecido desde el 14 de septiembre de 1973. n 39 n n Rolando Álvarez Araya n hecho para estar ahí. Le dije que no había hecho nada... en fin, me comunicó que mi señora y mis hijos estaban bien. Fue curiosa la manera en que él comprobó que me conocía. Se despidió con un fuerte apretón de mano. Otro personaje importante en el Estadio fue el capellán, un cura de origen polaco que era capellán de una cárcel. Era súper desagradable, nos hablaba para convencernos de ser católicos. Siempre nos decía que éramos malos. Una vez fueron a cortar el pasto del Estadio para el partido de fútbol de Chile y la Unión Soviética. Todos vimos cómo cortaron el pasto y nos reíamos y aplaudíamos cuando la máquina pasaba cerca del arco. También veíamos una fila de 200 personas que iban a ser interrogadas, se iban al velódromo. Después de los interrogatorios, a algunos se los llevaban fuera, a otros los dejaban aislados y a otros los dejaban donde mismo, esos nos contaban cómo los habían interrogado, cómo les pegaron, cómo les aplicaron corriente, cómo les habían hecho simulacro de fusilamiento. Después nosotros enfrentábamos los interrogatorios con un sabor agridulce. Finalmente, llegó el día de mi interrogatorio, cerca del 15 de octubre. Estaba en la fila, empecé a caminar al velódromo y nos dejaron en las graderías hasta que nos llamaban por los parlantes del velódromo para pasar a los interrogatorios. Me llamaron finalmente, era en los baños. Me vendaron los ojos. Me dijeron que llevaba un carné falso. Me interrogó un milico también y él me pegó un par de combos. Eso fue todo lo que recibí. Me interrogaron sobre mi pasado sindicalista, toda una red de cosas. Me preguntaron quiénes eran los que trabajaban en el hospital, si eran socialistas, comunistas, si los conocía. Yo me fui de negativa, y claro que los conocía. Me preguntaron si tal había estudiado en Cuba, no sé, respondía yo. Me dijeron que firmara unos papeles. Aprendí que no había que preocuparse n 40 n Memorias de prisión mucho de lo que uno firmaba. Pregunté qué iba a pasar conmigo y me respondió un milico, no sé si te voy a fusilar o si te voy a dejar preso. Tenía miedo, porque no sabía hasta qué punto había hablado para perjudicar a otras personas. Finalmente, en esos interrogatorios, lo único que buscaban era saber quiénes eran los integrantes de la Unidad Popular en el hospital y nada más. Yo tenía miedo que me preguntaran cosas como mi participación en el Partido Comunista, por esto de los refugiados de guerra en los hospitales clandestinos. Pensaba que sobre eso me iban a interrogar, de lo que yo sabía muchas cosas. El traslado, quiénes iban a ser los médicos y quiénes eran las personas atendidas. Pero no me preguntaron nada de eso. Después supimos que íbamos a ser trasladados a un campo de concentración, éramos unas setecientas personas. n 41 n n Rolando Álvarez Araya n En el “Andalién”, a través del mar, partí al norte N os subimos al barco un día 11 de noviembre de 1973, en Valparaíso. Del Estadio Nacional, 700 personas nos fuimos en una caravana de buses. Con ropa nueva que nos habían traído las mujeres, íbamos bastante contentos. Salimos y en las calles de Santiago había mucha gente que nos saludaba. En cada micro iban tres milicos y en la parte de atrás todas las maletas. Eran hartos milicos. Delante iba un vehículo blindado, helicópteros volando y cada veinte metros, un milico. Nosotros creíamos que íbamos a ser vigilados por los marinos, la infantería de marina. Llegamos a Valparaíso y la gente nos saludaba, una me saludó así [hace un gesto con las manos, figurando un degollamiento]. La gente sabía a vista y paciencia que íbamos vigilados, que nos trasladaban. Finalmente, llegamos al muelle Barón, donde estaba anclado el buque Andalién. No nos explicaron por qué nos iban a trasladar, solo que nos íbamos al norte, a una oficina salitrera. n 42 n Memorias de prisión Las visitas nos contaron, las que fueron al Estadio Nacional. El comandante nos había dicho que nos íbamos a Chacabuco. Nos subimos al barco y nos contaron. Éramos 700. Era un barco grande, que al lado de la cabina tenía dos bodegas y una tercera bodega atrás. En esas bodegas, de todo el ancho del barco, se bajaban por unas escaleras en la pared. Ahí bajamos y nos quedamos, por primera vez nos sentimos libres. Teníamos espacio allá abajo. Arriba estaba lleno de milicos. Podíamos juntarnos según nuestras apetencias, en grupos de amigos. Arriba estaban los tres mil infantes de la marina, por primera vez ellos estaban armados con fusiles y bayonetas, los milicos no usaban bayonetas. El mejor lugar para no marearse era al medio, pero habíamos conseguido pastillas de contrabando para el mareo. Había unos tambores para hacer caca. En la noche se tenían que vaciar. Tres días viajé en ese barco. Nos daban comida, desayuno y un café muy rico, realmente muy rico. Se decía que tenía piedra lumbre, una cosa que daban para disminuir la libido. Dormíamos en saco de dormir, no pasábamos frío, entre nosotros nos calentábamos. Cantábamos. Nos organizábamos, cada uno sabía lo que tenía que hacer. Teníamos todo pensado. Queríamos hacer una biblioteca. Subimos a la parte de arriba del barco. Todo se veía muy bonito, fue como media hora, se veía el pueblo a lo lejos, unos delfines. Escuchábamos la radio de los marinos. El viaje concluyó tranquilo después de tres días, en Antofagasta. Era el 11 de noviembre de 1973 y ese día hubo toque de queda en la ciudad, mientras los “peligrosos extremistas” éramos trasladados al campamento. Fuimos transferidos a un tren que nos llevó a 100 kilómetros al norte, luego a camiones, escoltados por tanques hasta la llegada a las canchas de futbol del campamento, donde nos n 43 n n Rolando Álvarez Araya n organizaron, separados por tres metros cada uno. Tuvimos que abrir las maletas para que las revisaran y apareció el capitán Santander, quien dijo: a ustedes les vamos a enseñar a ser personas; les vamos a enseñar quiénes son los verdaderos padres de la patria... n 44 n Memorias de prisión Chacabuco, tierra sin lluvia “ Cuando el Congreso todavía estaba en Santiago, nos juntábamos para buscar información, ahí fue donde nos avisaron que te iban a llevar al norte. Cuando llegó la Navidad, entre los familiares de los detenidos, que ya nos conocíamos un poco, nos pusimos de acuerdo y nos fuimos a Chacabuco. Yo me fui con la mamá de un compañero tuyo, el que fue tu mejor amigo en el encierro, no recuerdo el nombre. Tú no sabías que yo iba. Me habías mandado una carta diciendo que mejor no fuera, que no era necesario, que ibas a estar bien, pero yo fui igual. Con la señora tomamos un bus y partimos. Viajamos veintidós horas hasta Antofagasta, viajamos toda la noche y llegamos al otro día en la mañana. Me quedé en la casa de una colega matrona que no conocía, pero me hicieron todas las conexiones, me trataron muy bien. Sabían que iba a visitarte. Llegué un día veintitrés y el veinticuatro era la visita. Nos juntamos a tal hora en la Plaza de Antofagasta y nos llevaron en un bus. Te llevaba otra maletita con ropa y el libro Cien años de soledad. Cuando me abrieron la maleta, le pasaron el libro a un cura que revisaba todo n 45 n n Rolando Álvarez Araya n para que no fuera revolucionario. Pero no te gustó el libro, te lo llevé porque era un libro grueso. Nos revisaron enteras, nos llevaron a una parte, que me dijiste, era la iglesia. Había un milico en cada esquina para que no hicieran nada “los revolucionarios”. Estábamos con la señora y nos juntamos los cuatro. La veía como una señora en ese tiempo, porque era muy canosa. Llevaba un queque, lo partió y compartimos. Fue muy poco lo que hablamos, no más de media hora. Era la primera vez que nos podíamos tocar desde septiembre y era el veinticuatro de diciembre. No sé si estuvimos una hora o media hora, pero fue muy poco. Al poco rato nos llevaron de vuelta a Antofagasta. Tú estabas preocupado por los niños. Yo me quedé más tranquila porque te veía más gordito, distinto a como estabas en el estadio. Aprovechamos el rato de estar juntitos, no te pregunté nada sobre los tratos.... y el milico parado ahí. Yo perdí el contacto con la mamá de tu compañero, porque mi colega me llamó y me dijo que me había conseguido un pasaje en LAN Chile para Santiago, y me vine, porque era Navidad y quería estar con mis hijos. Me separé de la señora y no la vi nunca más. Volví porque los niños me echaron de menos, la Alejandra era la más sensible. Un adulto tolera mucho, pero no una niña de cinco años, que se pone a llorar porque escucha un disco de Inti-Illimani que a ti te gustaba mucho. Ella estaba perfectamente consciente de lo que estaba pasando. El disco nunca más lo pusimos, no podíamos. Todos sabían perfectamente por qué... “El Rolito le metía la mano en el bolsillo de la camisa al tío para sacarle su carnet de identidad y decía “papá” y se lo guardaba. Él decía que su foto era el papá, a él también se le notaba cuánto te echaba de menos... fue muy duro, muy duro. Ahora Alejandra me cuenta que me veía tan poco y que me echaba mucho de menos, que tenía miedo de perderme a mí también, porque cuando tenía que atender partos particulares me quedaba muchas horas fuera. Por eso, cuando terminé la visita me vine inmediatamente a estar con ellos. Pasamos una Navidad muy acompañados por mi madre, hermanos, la Nené, tía Villa, tío Osvaldo y el Tata Rolando. Los niños recibieron regalos muy diversos, como un camioncito hecho por el Tata, muñecas hechas por la tía Villa y la Nené, en fin, lo único que faltó fuiste tú... n 46 n Memorias de prisión Había redes para ayudar a la gente. Un día me acuerdo que llegó una colega con mercadería o tus compañeros de trabajo, que todos los meses juntaban una cantidad de plata y me la pasaban. Eso me ayudó mucho los primeros meses, cuando no trabajaba, después cuando encontré trabajo no me llegó más. Todas las cartas que te envié las revisaban y tachaban frases. Tú siempre me contabas que estabas bien, pero psicológicamente. Ahí partió tu enfermedad, la hipertensión, la diabetes. Tuviste un fuerte estado de estrés, eso desencadenó la diabetes”. Nos empezaron a llamar por lista y nos formaron en grupos de nueve y nos metieron a las casas. Fuimos ubicados en cuatro pabellones, que estaban al borde de la reja, entre la puerta de entrada y el comedor. Las calles eran de tierra y polvorientas. Nos dijeron que teníamos un minuto para escoger un jefe de casa. Nadie quería ser, así que me ofrecí. Eran diez casas. Cada una con 18 prisioneros, alojados en 3 camarotes de tres pisos en cada pieza, con piso de tierra. Contaba además con un pequeño patio, una llave y al fondo, una cocina de barro. Después, desde Valdivia, llegaron las colchonetas, pero yo fui el pelotudo, porque no alcancé a tener una, porque como era el jefe, sentía que tenía que dar el ejemplo. Estas casas habían sido el alojamiento de los antiguos obreros. Las casas del lado norte eran más grandes, tenían piso de madera, habían sido las casas de los empleados y más tarde constituirían el “barrio cívico”. Los soldados se entendían directamente con los jefes de casa. Las puertas y ventanas estaban cubiertas con sacos de arpillera. Rápidamente los reemplazamos por puertas y ventanas que conseguimos buscando entre las antiguas instalaciones. No era fácil convivir con 18 compañeros en un espacio tan pequeño. Había diferentes costumbres, personalidades, n 47 n n Rolando Álvarez Araya n educación, etc. Pronto los roces se hicieron insoportables y los militares permitieron que se ocuparan las casas desocupadas del lado norte. Algunos de nosotros consideramos impropio que hombres que repudiaban el clasismo, tuvieran una actitud como ésta. En general, la mayoría del campamento decidió quedarse junto a los compañeros que les tocó. Entre ellos estuve yo, que decidí acostumbrarme a varios, algunos de la población La Legua. En mi “casa” había economistas, locutores, profesores, campesinos, actores, zapateros, relojeros, obreros fabriles y otros. Hacíamos campeonatos de brisca, escoba, canasta, ajedrez, dama. La diana sonaba a las 6 de la mañana. El desayuno se servía en el comedor a las 7 A.M., nos daban un “generoso” café con leche y un gran trozo de pan para todo el día. Cuando hablo de comedor, se pueden imaginar uno clásico, pero el nuestro era un espacio de 50 por 25 metros, con piso de tierra, sin paredes, cubierto con listones de madera, con espacios entre ellos. Las mesas eran para 30 personas y acomodaban a 36 comensales, es decir, los habitantes de dos casas. El que quería se levantaba solo, si no, no comía. Después había que lavar la loza, pero a la gente no le gustaba, pero nosotros, los médicos, siempre tomábamos esas tareas, siempre nos ofrecimos. A las 8 A.M. era la formación en la cancha de fútbol, en cuyo extremo norte estaba la bandera. Nos formábamos haciendo un cuadro. Después, debíamos cantar la canción nacional. En los primeros días solo con la primera estrofa y más tarde con la última estrofa, “los valientes soldados”. En general cantábamos menos de la mitad, pero al llegar a la estrofa “el asilo contra la opresión”, gritábamos a todo pulmón. Cada cierto tiempo el teniente de turno se enojaba y nos hacía cantar de nuevo. Para este acto, en cada esquina entraba un grupo de dos soldados con ametralladora 2.30. Se formaban listos para hacer fuego. n 48 n Memorias de prisión Después de la canción nacional, el teniente de seguridad se acercaba al primer grupo y el jefe de pabellón se asomaba, se presentaba, contaba y si había enfermos o no. Cuando estaba lista la cuenta y se decían las noticias, quedábamos libres y se iban los milicos. Nosotros podíamos irnos a las casas, a hacer juguetes. Quedábamos libres hasta la hora de almuerzo. Al principio los milicos andaban rondando armados hasta los dientes, después ya andaban más relajados. Las letrinas eran de un diámetro de 30 centímetros, más o menos. Había que limpiarlas. Los médicos hicimos turnos al principio. Al frente estaban las duchas. Al mediodía nos bañábamos, cada uno tenía su jabón. Nunca barrimos las calles. En la casa donde yo estaba, había un tipo que le daban muchas ganas de orinar en la noche y estaba estrictamente prohibido salir más allá de las ocho y media, por el toque de queda. Por eso, le hicimos un hoyo para que se levantara al baño en la noche. Nos dimos cuenta que íbamos a tener cierta libertad. Dentro del campo no había milicos, solo unas torres de vigilancia, seis torres con dos milicos con ametralladora. De hecho, nos dieron permiso para ir a conocer el campo. Nos dimos cuenta que en el campo había como cien presos más que habían llegado antes. No eran presos desconocidos, eran presos que habían quedado en el Estadio. Habían llegado en la noche. Ellos habían sido recibidos de peor manera. Los hicieron desnudar y trotar así. Al día siguiente nos dimos cuenta que los milicos querían tratarnos de forma individual, pero nosotros queríamos que fuera de manera colectiva. Llamaron a cada jefe de casa y nos juntamos por pabellón. Lo llamaron el “Consejo de Ancianos”, conformado por el jefe mayor y los otros ancianos. Los milicos dieron esa posibilidad. El “Consejo de Ancianos” decidió al final tener una casa desocupada como su sede. Pusimos una mesa, un mantel y unas sillas alrededor. Discutíamos n 49 n n Rolando Álvarez Araya n asuntos de cotidianidad, el barrer las calles, el ir a limpiar las letrinas. Nosotros, los médicos, teníamos mucho interés que no se produjeran epidemias. Los milicos, cada vez que querían conversar con nosotros, iban primero al “Consejo de Ancianos”. Adentro no teníamos contacto con nuestros seres queridos. Teníamos un correo donde enviábamos y recibíamos cartas. Hacíamos trabajo forzado. Hacíamos juguetes de madera que se vendían en Antofagasta, ganábamos plata. No mucho, pero era algo de plata. Había gente que tallaba el recinto de Chacabuco de lado. Y los milicos lo vendían, en Antofagasta, en Santiago. Los periodistas hacían un diario con las noticias del campamento. Teníamos una casa donde hacíamos la “Noche de los sábados”, ahí cantábamos. Estaba también Ángel Parra, el hijo de Violeta Parra. Yo les pedía que cantaran “Sonata de un viejo amor” y la cantaban siempre. A nosotros nos dijeron que íbamos a ser interrogados en el norte por segunda vez. Pero llegamos en noviembre y nos interrogaron en enero, es decir, pasamos casi dos meses sin ser interrogados. Yo tenía una mezcla de sentimientos de culpa, temía mucho por mi familia, mi mujer y mis tres hijos. El día del golpe militar sabía que tenía que dejar a mi familia porque mi puesto era trabajando en el hospital. No podía cuidarlos. Mi señora se trasladó a la casa de mi suegra. Ella rápidamente había vuelto a trabajar. Meses atrás le había dicho que no trabajara por un tiempo, que se quedara con los niños, Rolando estaba chiquitito. Y así lo hizo. Después tuvo que buscar trabajo, a mis hijos los cuidaba mi suegra. Tenía tremendos sentimientos, porque mi mujer me había dicho lo que me iba a pasar por militar en el Partido Comunista y por trabajar en el gobierno. Tenía un tremendo sentimiento de culpa, porque eso le había pasado a n 50 n Memorias de prisión su papá y porque no sabía cómo mierda juntar plata para los chiquillos. No sabía qué iba hacer cuando saliera de prisión. Después de esto, venía la preocupación por mí y la principal era saber qué diablos podía pasarme. Tenía muchos compañeros sueltos, me daba miedo lo que podían hablar, que me comprometieran a mí o que me interrogaran y comprometer a mis compañeros si me torturaban. Había muchos compañeros del hospital que dependían de mí. Dormía bien, pero tenía pesadillas, de estar preso, que no me iban a soltar, que venía mi familia y no encontraba el carné, que me hallaban la pistola que me había regalado mi papá, esas cosas soñaba. Otro pensamiento que tenía era que las posibilidades que me mataran eran muy bajas. Ya no lo habían hecho... eso pensaba, que ya no me iban a matar. Estaba preso y dormía en una cama dura, pero estaba tranquilo porque ahí no me iban a matar. Se sabía que en Santiago estaban tomando presos y desaparecían, lo de la ”Caravana de la muerte”5*.... ¿qué más me iba a pasar? Creo que todos queríamos salir, algunos más desesperados. Yo quería salir, pero seguro, sin que me jorobaran más. Me preocupaba mucho qué iba a ser de mi futuro; había rumores que me iban a impedir ejercer mi título. Pensé en ser jardinero, porque de seguro podía dedicarme tranquilamente a eso, sino, otra cosa iba a inventar. Pero después venía la angustia, el temor, ¿cuándo me iban a soltar?, ¿un año?, ¿dos años?... y ¿qué iba a hacer?, ¿cómo iba a alimentar a mi familia?, ¿cómo me iba a ganar la vida? 5* Se refiere a la comitiva encabezada por el general de ejército Sergio Arellano Stark, que entre fines de octubre y principios de noviembre de 1973, recorrió el país en un helicóptero del Ejército, cuyo resultado fue el asesinato de casi 80 personas. La actividad de la “Caravana de la Muerte” fue ordenada directamente por el general Pinochet y encubierta bajo el eufemismo de “acelerar los procesos”. En la práctica, fue una operación de ejecución sumaria de detenidos. n 51 n n Rolando Álvarez Araya n Echaba mucho de menos a mi familia, a mis cabros chicos. Me acuerdo de algo muy tardío, cuando me soltaron en el Estadio Chile. Nosotros sabíamos que había mucha gente que los soltaban, pero los agarraban en la salida y después los desaparecían. Por eso, con un grupo de amigos que también salían, nos pusimos de acuerdo qué era lo que teníamos que hacer. Había que salir y llamar por teléfono para comunicarse con la familia, con serenidad y tranquilidad para decirles que nos habían soltado. Yo llamé para mi casa y me contestó mi hija Alejandra, que tenía cinco años: aló, ¿con quién hablo? Con Alejandra.... tú estás hablando con tu papá, le digo, y me responde papito, vente luego, te echo mucho de menos aquí. Mi amigo me tuvo que recoger. Los echaba de menos terriblemente y me sentía muy culpable de haberlos dejado solos. Tenía miedo de que me mataran y los dejara huérfanos, o que me tuvieran preso muchos años. Les escribía cartas y les contaba unos cuentitos. Trataba de contarles cosas para que no se olvidaran de mí. Mi hijo menor tenía dos años. n 52 n Memorias de prisión Anecdotario chacabucano L a guardia era muy buena. Cada quince días la cambiaban. Había algunos tenientes que eran muy desagradables, como el famoso teniente Ananías. Algunos contaban chistes, cuentos, hablaban de Pinocho. Un día cambió la guardia, era el Regimiento “Séptimo de Línea”, una guardia muy famosa. Usaban uniforme camuflado, una gorra que tenía un velo atrás. Ese teniente entró a la formación de la mañana, en la cancha de fútbol, para contarnos. Una vez se dieron cuenta que no cantábamos la segunda estrofa y ese teniente nos mandó al día domingo a cantar esa estrofa. Entonces, nos pusimos en marcha para cantarla. Llegó la mañana que teníamos que cantar, podíamos estar todo el día hasta que saliera bien, pero nos la hizo cantar tres veces y salió bien. Ese teniente una vez entró con un grupo de cincuenta soldados listos para disparar. Nos dijo “aquí hay ametralladoras punto treinta, que tienen una capacidad de 1.200 disparos por minuto y tenemos fusiles ametralladoras que n 53 n n Rolando Álvarez Araya n también disparan ráfagas... y ellos tienen orden de matarlos a todos si algunos de ustedes me tocan un pelo”. El hombre tenía realmente miedo y todos los días hacía el mismo show. Al cabo de una semana, las cosas habían cambiado. Él estaba en la casa de Ángel Parra aprendiendo a tocar la flauta. Como a los diez días, el teniente nos dice que nos tiene una mala noticia: se había decidido recibir a unos presos que venían de Concepción, se pensaba que eran subversivos. Nos decían que teníamos que encerrarnos en nuestras casas, venían del estadio de Concepción. Nosotros les queríamos ofrecer una taza de café y el teniente se sorprendió que nosotros tuviéramos sentimientos tan agradables. Eran setenta y todos venían sin cargo, sin acusaciones. Cuando se tuvo que ir, el teniente se despidió de nosotros con un abrazo, después que él pensaba que éramos unos hijos de perra. Nos prometió que cuando estuviéramos libres, nos íbamos a juntar a tomar unas cervezas. Según la guardia que venía, íbamos a tener unos buenos o malos quince días. El maltrato era psicológico. Pero nunca se desaparecieron compañeros, ni se les dio muerte. En el campamento impartíamos diversos temas educativos para aquellos que quisieran asistir. Desde alfabetización hasta algunos tópicos más sofisticados, como por ejemplo, astronomía, historia, computación, geografía, continuación de la enseñanza media para los más jóvenes. Esto no era muy del agrado de los militares, que mostraban el mismo complejo del general español Millan Astre, quien ocupó militarmente la Universidad de Salamanca, donde enseñaba Miguel de Unamuno, y al llegar dijo ”viva la muerte, abajo la inteligencia”. Con frecuencia nos decían que la educación que ellos recibían era de nivel universitario. Las clases de computación fueron prohibidas con el pretexto que podían ser usadas para planear alguna conspiración. Por otra parte, las clases de astronomía (que las hacía yo, apoyado con instrumentos primitivos) fueron consideradas peligrosas, pues n 54 n Memorias de prisión podrían servir como elementos de orientación en una hipotética fuga por el desierto. Un día, casi recién llegados al campamento, fuimos convocados los médicos, abogados, ingenieros, profesores, considerados la elite, a una reunión donde se presentó un oficial militar que declaró ser el general Joaquín Lagos, Comandante de la Segunda División de Ejército. Nos dijo que éramos considerados “prisioneros de guerra” y que, por lo tanto, seríamos tratados según la Convención de Ginebra. A nosotros nos pareció bastante atemorizante esta calificación. Lo que no sabíamos era que el general y su división acababan de recibir la visita de la “Caravana de la Muerte”, que asesinó a muchos prisioneros de guerra que estaban en otras zonas del país. Ahora nos damos cuenta que su discurso significaba que no íbamos a correr el mismo destino. Y así fue. El trato fue duro, pero soportable. La comida fue mala, pero suficiente. Tuvimos atención médica y dental prestada por médicos militares. Las instalaciones eran espartanas, pero dignas. Los tanques En Chacabuco había dos tanques, uno era un Sherman de la Segunda Guerra Mundial, con los achaques propios de la edad. Por ejemplo, una vez no quería encender el motor y aunque parezca increíble, nos pidieron que saliéramos a empujarlo. Fueron alrededor de trescientos hombres quienes lograron hacer partir al monstruo de treinta y dos toneladas, con gran algarabía nuestra y de los soldados. El otro blindado era un transporte de personal M-113, artillado con una impresionante ametralladora punto cincuenta, manejada por cinco amenazantes soldados con cascos encasquetados hasta las orejas. Este vehículo recorría todo el perímetro de la reja. Así fue como un día que yo caminaba al borde de la reja, desde el tanque me llaman y preguntan por un compañero, quien en ese n 55 n n Rolando Álvarez Araya n momento jugaba fútbol. Para mi sorpresa, me pidieron que le llevara un paquete con carne que le traían desde la ciudad y a mí me regalaron una cajetilla de cigarrillos. Todo esto hecho a través de la reja. La piscina Un día encontramos un gran recipiente metálico de 10 por 4 y 2 metros de profundidad. Pedimos permiso para habilitarlo y llenarlo con agua para usarlo como piscina. Felizmente obtuvimos ese permiso. Entre todos lo limpiamos y a la hora del calor nos juntábamos a su alrededor para refrescarnos y conversar. En una oportunidad descubrí a dos bañistas que no eran presos, sino soldados paramédicos que yo ubicaba del hospital de campaña y que aprovechaban la única piscina del desierto. El estanque de agua Otro episodio que mostró a los militares nuestra capacidad, y por qué no decirlo nuestra superioridad, fue la reparación del estanque de agua. Ahora me asalta la duda si el agua era potable, ojalá que lo haya sido. Resulta que la torre con el depósito de agua era alimentada por una cañería y durante la noche se rebalsaba, formando un riachuelo en la tierra salitrosa. El comandante ordenó que un equipo de prisioneros hiciera una canaleta para así dirigir el agua del rebalse fuera del recinto. Se le contestó que era más fácil, eficiente y menos trabajoso instalarle una válvula tipo silencioso al estanque. Así se hizo y el problema se solucionó. El generador eléctrico El campamento contaba con un generador eléctrico diésel para el alumbrado público, que incluía la electrificación de la reja y los focos para las tareas de vigilancia. Era atendido por personal técnico de INACAP, contratado en Antofagasta, además contaban con un taller técnico completo para trabajos n 56 n Memorias de prisión de carpintería, soldadura, mecánica y eléctricos. Este equipo fue usado en tiempos normales para hacer docencia. Como el generador era pequeño, se permitía el uso de luz solo hasta las nueve de la noche, después debía apagarse para asegurar la electrificación de la reja, los reflectores y la luz de los soldados. Al poco tiempo de estar instalados, se concedió permiso para conocer las antiguas instalaciones de la oficina salitrera. El profesor Mario Céspedes nos explicó los procesos extractivos del salitre. Cuando los ingenieros prisioneros examinaron las antiguas maquinarias, descubrieron que había un electro generador del año 1920, de mucha potencia. Estimaron que ellos podían hacerlo funcionar, después de las adecuadas reparaciones y limpieza, así asegurarían electricidad para toda la noche. Costó convencer al comandante, que no creía que fueran capaces de hacer andar estas ruinas prehistóricas. A los pocos días empezó a funcionar, pero como los funcionaros de INACAP no quisieron saber nada de esta reliquia, se tuvo que autorizar la salida de dos “electricistas prisioneros”, para salir del cercado y hacer el turno de noche y así atender el generador. Llevaban con ellos una estufa, café, colchonetas y naipes. Lógicamente eran vigilados toda la noche por un soldado con fusil y casco. Muy luego el guardia fue incorporado al café, competencia de brisca o escoba, y por supuesto le pusieron una colchoneta para descansar. Lo malo fue que lo sorprendió el jefe y se le amenazó hasta con fusilarlo. Se salvó gracias a nuestros ruegos. Reparaciones varias Entre otras cosas, también se reparó el antiguo horno de la panadería. Don Mario Céspedes limpió la plaza, regó los antiguos pimientos y tuvimos la satisfacción de verlos revivir. Reparamos el antiguo teatro, lo limpiamos, pintamos y aquí fue donde nos encontramos con nuestros familiares en Navidad. n 57 n n Rolando Álvarez Araya n Nuestros carceleros se dieron cuenta que en vez de la “chusma” brutal, delictual y peligrosa, como nos consideraban, éramos un grupo de elite, de lo mejor que producía nuestra patria y creo que más de alguno de ellos, se dio cuenta de la injusticia que se cometió con nosotros. El “capitán Zabola” El capitán Zabala se hizo famoso por sus dichos. Tanto que hasta sus propios compañeros le decían ”Capitán Zabola”. Por ejemplo, decía que “el desierto era caliente de día y frío de noche”. Esta frase fue inmortalizada en una canción que fue muy conocida en el show sabatino, aprovechando el doble sentido de la frase. En otra ocasión, para animarnos dijo que nosotros junto a los soldados íbamos a trabajar como amigos hasta lograr “reverdecer la pampa”. Usaba un corte de pelo al rape, según él, era lo mejor para el desierto y nos recomendaba que lo imitáramos. El capitán Santander Uno de nuestros primeros carceleros fue el capitán Santander. Usaba una correa de cuero al hombro y se moría de ganas que le preguntáramos para qué era. Un día no pudo más y nos dijo que era una correa de tiro al blanco y que había ganado un campeonato en Panamá. Nos odiaba y nos advirtió que si alguno intentaba fugarse, él se encargaría de dispararle. La causa de su odio era por un problema que había tenido con el “estanco automotriz”, un sistema para comprar automóviles durante el gobierno de la U.P., y que según él lo habían estafado. La banda de guerra Como preparación para los festejos del 21 de mayo de 1974, se preparaba la banda de música. Algunos vigías – músicos, cuando hacían turnos de noche, llevaban sus trompetas y aprovechaban n 58 n Memorias de prisión de ensayar. Se generaban ásperos y folklóricos diálogos con los que trataban de dormir. Se hizo famoso “Filistoque”, preso político con conocimientos de música, quien fue comisionado para preparar el desfile y el encajonamiento, con el cargo de sargento, título que le dio el oficial ante la tropa. Se cuenta que un día dirigió la banda marcialmente por la salida del campo y tuvieron que traerlo de vuelta desde la carretera panamericana, que corre paralela al campo. Los médicos Llegamos siete médicos desde Santiago, uno desde Valparaíso y tres desde Concepción. Además había dos psicólogos, auxiliares de enfermería, administrativos y un dentista. Organizamos un policlínico en una casa de tres piezas, la habilitamos para tres consultas individuales. Estaba ubicado frente a la reja, a pasos del hospital de campaña, que se comunicaba con el campamento a través de una puerta en la reja, junto a una de las torres de los vigías. Contamos con la cooperación de todos los funcionarios. Al dentista se le permitió usar el equipo dental de los militares. Sus servicios no solo fueron solicitados por los prisioneros, sino que también por personal militar, a pesar que ellos contaban con uno. Se confeccionaron fichas y se establecieron horarios de atención. Había medicamentos básicos entregados por la Cruz Roja y un auxiliar de farmacia estaba a cargo. En resumen, las necesidades médicas de los presos no necesitaron al personal sanitario militar, salvo cuando fue necesario operar. De esta manera, el prestigio médico de nuestro grupo fue reconocido por todos. El Dr. Mariano Requena fue el primer presidente del Consejo de Ancianos y enfrentó con valor y habilidad los difíciles primeros días, logrando finalmente el respeto de nuestros carceleros. Cuando recién llegamos nos notificaron que se nos inyectaría una vacuna antitífica, la cual fue rechazada de plano por los n 59 n n Rolando Álvarez Araya n presos. La intervención de los médicos logró convencerlos que era una necesidad, como prevención de epidemias. Las inyecciones serían administradas por nuestros auxiliares de enfermería y por los médicos. Al día siguiente todos amanecimos con fiebre, algunos con mucha más que otros. La mitad del campamento no se pudo levantar. Durante mucho tiempo nos hacían bromas a los médicos por haber recomendado la vacuna. El personal militar fue vacunado por su personal y también presentaron cuadro febril. En una oportunidad operábamos a un soldado herido de bala, y de pronto, entró un capitán de tanques, reconocible por su boina roja, sin mascarilla y fumando. Yo administraba la anestesia con éter y oxígeno, ambos muy inflamables. Sin pensar grité ordenándole que saliera inmediatamente. Todavía me acuerdo de la cara de sorpresa del capitán ante mi insolencia, antes que le advirtieran del riesgo de explosión. Recuerdo que operé a varios compañeros, y en una reunión– almuerzo en el año 2008, uno de ellos me contó que yo lo había operado de un cáncer en una oreja en 1973. El conscripto baleado En enero de 1974, ocurrió un incidente muy importante para las relaciones entre prisioneros y militares. Oscurecía en la oficina salitrera y nos preparábamos para dormir, cuando de súbito escuchamos una balacera y como no siguió, no nos preocupamos. Al rato llegó un confuso mensaje hasta nuestra casa, “ir de inmediato al hospital de campaña, el Dr. Álvarez recibió un balazo”. Intrigado, me dirigí al hospital siguiendo las instrucciones para circular en toque de queda: andar despacio por el medio de la calle, con los brazos en alto y así no ser blanco de los vigías que estaban en las seis torres de vigilancia con focos y ametralladora punto treinta. Al llegar al hospital, los soldados n 60 n Memorias de prisión abrieron la reja y salimos los diez médicos a reunirnos con el médico militar. Allí estaban, además de él, los paramédicos militares, oficiales y el Dr. Jenkin alrededor de un conscripto herido a bala en el tórax. ¿Qué había pasado? Ocurrió que una familia de turistas que pasaba por la carretera había decidido entrar al campamento, pensando que era un pueblo (eran turistas brasileros). Esto provocó la balacera que habíamos escuchado y que dejó herido a un soldado. El herido fue llevado al hospital para ser atendido por el médico militar (Dr. Amor), que se caracterizaba por su odio hacia los médicos presos. Nos llamaba despectivamente “los detenidos”. Este médico era ginecólogo en Antofagasta y fue tal su incapacidad para atender al soldado herido, que el Teniente lo obligó a llamar al Dr. Jenkin, famoso por sus salidas a operar a Calama y Antofagasta. Éste de inmediato dijo que necesitaba un anestesista y que éste solo podía ser el Dr. Rolando Álvarez y un ayudante, el Dr. Danilo Bartulín. Así fue como el Teniente hizo ir a todos los médicos y el mensaje que llegó a mi casa, al ir pasando de casa en casa, llegó distorsionado. Yo rápidamente practiqué una desnudación venosa, que el Dr. Amor trataba infructuosamente de hacer. En seguida induje la anestesia, comprobando y avisando de inmediato que solo había oxígeno para diez minutos. El soldado estaba muy grave, en shock. La herida era muy grande, con entrada por el pecho y un horrendo orificio de salida, una herida similar a la que mató al Senador Jaime Guzmán. Yo pensaba con temor en mi incierto futuro, ante el fallecimiento inevitable del joven soldado al que daba anestesia. Cuando avisé de la muerte, el médico militar ordenó que salieran todos, excepto los doctores Jenkin, Bartulín y yo, para terminar el proceso de cerrar las heridas del fallecido. Al abandonar la sala, yo temía encontrarme con el enojo de los oficiales. Al n 61 n n Rolando Álvarez Araya n contrario, fuimos recibidos por un atento Comandante, que nos llevó a un cuarto donde estaba el resto de nuestros colegas, abrigados con mantas, tomando café con sándwich, atendidos por los soldados. El Comandante nos agradeció los esfuerzos por salvar la vida del conscripto y el espontáneo ofrecimiento de los presos no médicos para dar sangre. A la mañana siguiente, el Comandante asistió a la formación, lo que nunca hacía, para repetir sus agradecimientos a todo el campamento. Las visitas Hubo dos capellanes destinados al campamento durante un tiempo determinado. Uno pertenecía a Carabineros y llegaba con uniforme. Era conocido como “la yegua de las pampas”, porque demostraba un sospechoso interés por los prisioneros de menor edad. Nos ofreció servir de mensajero para el Comité Pro-Paz de la Vicaría. La verdad que nunca confiamos mucho en él. El otro capellán, de apellido Jorquera, del regimiento Séptimo de Línea, fue más cercano. En varias ocasiones almorzó en el rancho de los prisioneros junto a nosotros, en las duras bancas y toscas mesas que llamábamos comedor. En una ocasión nos contó sobre los muertos, víctimas de la “Caravana de la muerte”, y cómo él había tenido que enfrentar a los familiares. En general, nos dejó un buen recuerdo. Cuando nos visitó el Cardenal Silva Henríquez, el capellán Jorquera lo acompañó y asistió en la misa. Lo primero que visitó el Cardenal fue la casa de José Vega. Este preso, pampino, había trabajado aquí en 1940 y habitado esa casa. En el período de González Videla sufrió la represión y fue relegado a Pisagua. En 1973 fue tomado preso y relegado a Chacabuco. Llegó muy mal, buscó la que había sido su casa y se ahorcó. El Cardenal, indiferente al suicidio, pecado mortal para los católicos, realizó un responso en el lugar. Luego celebró n 62 n Memorias de prisión una misa para todo el campamento, que asistió en masa. Fue amenizada con una canción de Ángel Parra y cantada por el “Conjunto Chacabuco”. Al Comandante del campo le pareció altamente subversiva y provocadora la letra y preguntó de quién es la letra y le respondieron que era una transcripción del Evangelio según San Juan el Evangelista. El Cardenal nos trasmitió la solidaridad de la Iglesia, que representaba a los católicos y a los presos recluidos aquí, y que rogaba a Dios por nuestra pronta libertad y que contáramos con el apoyo del Comité Pro-Paz. También nos visitó el general Oscar Bonilla, Ministro del Interior de Pinochet. Aterrizó en el campamento en el mismo helicóptero en el que posteriormente sería asesinado por orden de Pinochet. Se mostró como un general muy duro y nos prometió que si le dábamos un golpe, él nos daría dos golpes. Se mostró como el prototipo del fascista. A fines de 1973, periodistas de El Mercurio hicieron un reportaje del campamento, mostrando una visión idílica de la vida diaria, con fotografías y narraciones que recordaban las que se instrumentaban en los campos de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. La mayoría nos mantuvimos alejados de los reporteros. También nos visitó la Cruz Roja. Aquel día hubo buena comida y otras maniobras para reflejar que estábamos bien. También nos mantuvimos alejados. Tampoco colaboramos con el grupo de cine, pensando que eran de la Alemania Occidental. Craso error, eran cineastas de la República Democrática Alemana, quienes hacían un documental recorriendo Chile de norte a sur6*. 6* Se refiere a los realizadores alemanes Walter Heynowski y Gerhard Scheuman, quienes lograron engañar a la autoridad militar y grabar a los prisioneros dentro del campamento de Chacabuco. El documental se llama “No fui, no soy, no seré”. n 63 n n Rolando Álvarez Araya n En diciembre de 1973 ocurrió algo muy serio en el campo. Se nos presentó una carta que debíamos firmar, declarándonos arrepentidos de nuestras ideas, que habríamos sido engañados por los líderes de la Unidad Popular y que solicitábamos clemencia. Unos pocos, muy pocos, quisieron firmar. La mayoría rechazó de plano la famosa carta, de la que no se habló más. n 64 n Memorias de prisión La Navidad: el dolor de una lejanía presente... “ Son las visitas de Santiago”. Le dije a mi mujer que no viniera a verme y eso que tenía unas ganas locas de verla, pero no teníamos plata. Quería que se quedara tranquila, que se preocupara de sus chiquillos, de su trabajo. Le dije ‘olvídate de mí, porque estoy bien’. Sentía que no importaba porque yo era el que tenía que cuidar a mi familia. Pero unos días antes de la pascua, me llamaron por altoparlantes junto a la gente que tenía visitas. Me trajo un paquetito con cosas de Santiago, dibujos de los niños, besos y abrazos. Me contó que se había alojado en la casa de una matrona en Antofagasta. Esto no duró más allá de una hora, ya que no se podían quedar, las habían revisado y todo. Para muchos, durante varios días fue muy triste. Fue muy emocionante, que después de las visitas se produjo una depresión muy grande... Posteriormente en nuestra “casa” nos hicimos un regalo para cada uno, donde hubo un lagrimeo espantoso. Con otros dos compañeros nos pusimos a caminar y a hablar mierdas n 65 n n Rolando Álvarez Araya n sobre los milicos, nos bajó la rabia y después nos pusimos a llorar con fuerza, fue como una especie de catarsis. En la noche nos bajó la furia y cantamos la Internacional. Cuando terminó la noche de Navidad, nos fuimos a acostar contentos. El año nuevo nunca fue muy importante, pero nos dijeron que venían los nuevos interrogatorios. Nos juntaron en la cancha, pusieron una mesita y ahí iba a empezar el interrogatorio. Leyeron una lista con trescientos nombres, esos iban a quedar libres, es decir, no los iban a interrogar, a los otros sí. Leyeron la lista y no me nombraron. Finalmente leyeron una lista con cincuenta o sesenta personas que iban a interrogar. Yo estaba muy asustado. n 66 n Memorias de prisión La incertidumbre de los interrogatorios N osotros esperábamos los interrogatorios con susto y ansiedad. Nos habían mandado al norte con la idea que nos iban a interrogar otra vez, porque en el Estadio Nacional el interrogatorio había sido insuficiente. Esto ocurrió a finales de enero, esperábamos desde diciembre, es decir, tres meses. Sabíamos como había sido en el Nacional. Un día nos reunieron en la cancha de fútbol. Había un milico con una mesita (también había carabineros). Después de un rato, leyeron una larga lista donde había más o menos unos quinientos presos. Los milicos decían que tenían bien claro lo que habían hecho y lo que le iban a hacer a esos que se nombraron. Les dijeron que se fueran para la casa. Nosotros seguimos elucubrando. Después leyeron una lista de doscientas personas más, y les dijeron lo mismo, que no necesitaban interrogarlos. Quedamos cien presos esperando. Luego leyeron una lista que incluía a todos, menos veinte presos, que también les dijeron que no los iban a interrogar. Y de los veinte que quedaron, estaba yo. n 67 n n Rolando Álvarez Araya n Ahí pasó el primero a una casita que estaba cerca de la entrada. Nos llamaba la atención que no había vigilancia adicional. Mientras esperábamos, no oímos ningún grito ni nada. A los veinte minutos salió y le consultamos, qué te preguntaron, ¡puras hueás!, respondió. Dijo que no le habían pegado, que por el contrario, lo habían tratado muy bien. En la tarde, salió un carabinero que se estiró y dijo tengo hambre, voy a ir a comer y seguimos, pero el único que quedaba era yo, y claro, estaba muerto de susto. Al rato llegó el mayor González y me hicieron pasar..... Me preguntaron ¿usted fuma?, ¿quiere una bebida?, ¿y ese libro de qué es? Préstemelo. Yo estaba leyendo El Principito. Me preguntaron si había participado en reuniones destinadas a atacar a las fuerzas armadas. Evidentemente dije que no. Me preguntaron a qué Partido pertenecía y claramente les respondí que yo era comunista, porque era la tendencia en ese tiempo. Me preguntó qué sabía yo sobre los hospitales clandestinos. Expliqué que los médicos partidarios del golpe atendieron a la micro de carabineros que llegó y que los médicos de la Unidad Popular atendimos a los pobladores heridos. Y esas fueron las preguntas que me hicieron.... doctor, usted va a salir libre muy pronto, así es que prepárese. El mayor González me dijo que se iba a reunir con las mujeres en el Congreso y que podía mandar una carta con él. Quedé espantado, porque nunca imaginé tanta amabilidad de parte de él. Bueno, resulta que le mandé esa carta a mi señora y la Rosita la recibió. Ella se encontraba con el mayor de carabineros cada vez que iba al Congreso. Él le aseguró que iba a salir, le señaló que no tenía acusaciones ni cargo, así es que me iban a soltar luego. n 68 n Memorias de prisión Chacabuco, te miro de lejos P osteriormente a ese día, empezaron a llamar listas de gente que se iba. A los pocos días, una veintena, después treinta, así. Esperaba que me soltarían. Estábamos en febrero; pasó marzo y abril y nada. A mí me habían interrogado en enero. Terminé saliendo de Chacabuco en abril. Los que nos quedábamos, seguíamos manteniendo vivo el campamento. Estábamos cada vez más tristes, porque no se cumplían las promesas de libertad. Cada vez estábamos más frustrados, cada vez era más penoso. Una noche nos dijeron mañana se van ustedes. No nos dijeron que nos iban a liberar, pero creíamos que lo más probable era que nos íbamos a la casa. Esa noche realmente no dormí nada, no sabía si me iba a ir realmente. Me preguntaba qué llevarme, ¿las cartas?. No sabía si me las iban a quitar. Al día siguiente nos llevaron fuera del campamento. Dentro de él quedaron unas trescientas personas más. En la oficina de administración nos dieron todas las cosas n 69 n n Rolando Álvarez Araya n que andábamos trayendo el día de nuestra detención. Después el comandante nos dio un discurso asegurando que nosotros nos íbamos, que nos portáramos bien, que algún día nos íbamos a encontrar y a tomarnos unos tragos juntos, pero que no podíamos volver aquí, porque no regresaríamos más. Finalmente, llegaron dos buses Mercedes Benz, verdes y rojos. Nos subimos con las maletas... adentro solo íbamos con tres milicos para cuarenta presos. Veinte en una micro y veinte en otra. Íbamos muy contentos. Chacabuco solo quedaba a cien kilómetros de Antofagasta, creo que cantamos canciones permitidas por los milicos. Pero a mitad de camino, las micros pararon y se bajaron los milicos. Eso nos bajó totalmente el ánimo. Hasta que subieron los milicos, que nos dijeron que el bus de adelante estaba en pana, no tenía bencina y que íbamos a buscar bencina a Mantos Blancos, una minera que está en el camino. Nos dijeron que no teníamos que preocuparnos, que solo era una pana de bencina. Nos preguntaron ¿quieren bajarse a estirar las piernas?. Y nosotros nos miramos negando con la cabeza... bajen no más, fue la sugerencia de los milicos. Finalmente bajaron algunos. Al cabo de una hora, seguimos rumbo a Antofagasta, lógicamente muy asustados, pues ya sabíamos lo de la Caravana de la Muerte. Finalmente llegamos a Antofagasta, a la base aérea que estaba al norte de la ciudad. Cuando bajamos de la micro, aparece un comandante de la Fuerza Aérea, que dijo ¿qué hacen aquí ustedes? Y nosotros, muy entusiasmados, respondimos que nos íbamos para la casa, pero él aclaró, están equivocados, el avión no está planeado para salir sino hasta mañana. La desilusión fue inmediata, teníamos que devolvernos a Chacabuco y volver mañana, porque solo mañana partía el avión. Preferíamos dormir encadenados antes que volver a Chacabuco, pero no hubo forma, tuvimos que regresar en la noche, cansados como perros, desanimados. n 70 n Memorias de prisión Esa noche tampoco dormí nada. A la mañana siguiente nos volvieron a formar y partimos rumbo a Antofagasta sin inconvenientes. Llegando a la base aérea, lo primero que vimos fue un inmenso avión y al frente, unas cien personas con las manos en la nuca y mirando hacia los camarines. Nosotros tuvimos que esperar, incluso unos milicos nos trajeron helado. Ya nos devolvíamos a Santiago. Subimos las maletas a un avión Hércules con una gran puerta trasera. De pronto cerraron la rambla y apareció la “azafata”: un cabo que nos dijo ya, ustedes donde se sientan, no se mueven, nadie habla, nadie hace ninguna cosa. Entonces no faltó el desubicado que preguntó si se podía cambiar a otro lado y el milico le gritó ¡cállate voh mierda!... y partió el avión. Íbamos con mucho susto, porque sabíamos que de repente abrían las puertas y nos tiraban al mar. Pero finalmente arribamos de noche a Cerrillos, fue como una hora y media de viaje, son casi mil kilómetros de distancia. Llegando nos trasladaron al Estadio Chile. n 71 n n Rolando Álvarez Araya n Te siento, libertad E ntramos al Estadio Chile por una fila de pacos que nos pegaban a medida que íbamos entrando. A nosotros nos pusieron en el último piso de las graderías. Abajo, en la cancha, estaban otros presos, la mayoría muy golpeados. En ese momento había unas doscientas personas. Esa noche teníamos que dormir en el estadio y después, al otro día, nos iban a soltar. Como teníamos sacos de dormir, logramos descansar un poco. Finalmente llegó el otro día, nos llamaron en una lista y nos sacaron fotos de perfil. Cuando les tocó sacarme la foto, se les echó a perder la máquina y tuve que esperar a que trajeran otra. Pero bueno, nos pasaron todas nuestras cosas y estábamos listos para salir. Teníamos planeado que nos íbamos a ir en taxi. Pero primero teníamos que llamar a nuestras familias, porque sabíamos que lo ocurrente era que te soltaran y después te mataban. Teníamos que llamar, ser serenos y dejar de lado los sentimentalismos para avisarles a nuestras familias. Salimos y n 72 n Memorias de prisión al frente había un boliche. Entré, pedí el teléfono y llamé a mis hijos. Fue en ese momento cuando hablé con mi hija Alejandrita, como contaba más arriba. “Aló, ¿con quién hablo?, con Alejandra, me respondió una vocecita en el teléfono; Alejandra, soy tu papá, le dije, papito, vuelve pronto, te extrañamos... “Cuando llamaste era abril, era tarde, los milicos en el Congreso nos habían avisado. Yo conocí al carabinero que te entrevistó en Chacabuco, era un capitán, el capitán González. Era muy humano, diferente a todos los milicos. Yo tuve una o dos entrevistas con él. Me entregó una carta tuya antes de venirte. Cuando tú llamaste que venías saliendo del Estadio Chile, llamé a todo el mundo para avisarle. Llegaste tan flaco, con todas tus cositas, feliz, dichoso y los tres niños corrían de un lado para otro”. Nos subimos al taxi y observamos a una ciudad grande, llena de luces, de autos, de gente. Finalmente llegué a la casa de mi suegra. Me esperaban mi señora, mis hijos, un cuñado, mi suegra, mi hermano, mis padres y otras personas. Todos me miraban con cara de extrañeza, porque seguramente hablaba mucho, se pensaba que nosotros estábamos rayados y la verdad es que estuvimos rayados muchos meses. Recuerdo cuando me fui a acostar a la pieza después de tanto tiempo, con sábanas limpias y con mi señora al lado. No recuerdo que hayamos intimado, pero sencillamente era muy bonito estar con ella, calentita. Por fin estaba libre. “Fue difícil al principio, porque no dormías en la noche. Hiciste un tratamiento psiquiátrico, no tenías trabajo. Empezaste primero en la iglesia. Nosotros no somos creyentes pero ayudaron mucho, como por ejemplo la Vicaría de la Solidaridad. Tú no me decías nada, pero notaba tu angustia. Yo tenía miedo que te volvieran a tomar preso, siempre te dije que no te metieras en nada, porque ya tenía mi historia propia de abandono, de vivir en casas ajenas. Mi papá estuvo preso en el periodo de González Videla. Después empezaste a trabajar, a hacer turnos y de n 73 n n Rolando Álvarez Araya n a poco... Teníamos una plata ahorrada para comprar nuestra casa y que nunca toqué. Empezamos a averiguar si se podía pedir un préstamo al banco. A fines del setenta y cinco, salimos a buscar casa. Ahí la cosa fue cada vez mejor...” Al día siguiente me levanté. Mi mujer estaba trabajando y me quedé ahí con mi suegra y mis cabros. Salí a dar una vuelta a la manzana y me di cuenta que realmente estaba libre. Poco a poco fui tomando una rutina. Me preguntaba qué iba a hacer. Entonces, el esposo de una colega de mi señora, que trabajaba en una parroquia, me invitó a que atendiera allí a los enfermos, pero rápidamente empezó a llegar gente perseguida. A poco andar, me dijeron que me podían pagar por cada enfermo que atendiera. Era muy poca plata, pero podía atender a los enfermos. Después me hicieron imposiciones, pero ganaba muy poco, que era lo que podían pagar. Yo tampoco era muy entusiasta en cobrar, porque nunca había cobrado ningún peso. Pero estaba trabajando en lo mío. Al pasar el tiempo, me llamó una doctora comunista que no estaba presa y me dijo que ella tenía posibilidades de conseguirme trabajo en Maipú, porque ella trabajaba allá. Su marido era Carmelo Soria, un español que había llegado en el Winnipeg. Con ella trabajamos en Maipú. Ahí ocurrió uno de los momentos buenos que me pasó en la vida. Más o menos como un a mes de estar libre, recibí una llamada telefónica del doctor Iván Melleli Foresti, mayor y luego general de Carabineros. Me mandó un recado, que por qué diablos no lo había ido a ver, si ya llevaba un buen tiempo libre, si él me había ofrecido ayudarme. No se me había ocurrido recurrir a él. Fui a la posta de San Bernardo, donde trabajaba. Me dijo mira, ahora estás en libertad, nadie te persigue, así es que yo te ofrezco trabajo en el hospital. No tenemos ningún puesto de doctor, solo para que ordenes la farmacia, n 74 n Memorias de prisión pero te tienes que olvidar de lo que piensas, porque tienes que trabajar tranquilo. Como comprenderán, para mí fue muy importante, porque después de salir libre no sabía qué iba a hacer. Él me consiguió trabajo en el hospital y para mí es un amigo de verdad, porque me apoyó. Él me hizo comprender que no todos los carabineros y no todos los fachos eran malos. Fuimos a conversar con el director del hospital, el doctor Joel San Martín, que había sido el Presidente del Partido Nacional en San Bernardo. Mi amigo Melleli era su mano derecha. Le dije doctor, si usted me da trabajo, yo le prometo que me voy a portar bien, no voy a dejar mis ideas políticas pero voy a trabajar bien. Solo no tenía que meterme en líos. El director me dijo que no le prometiera nada a él, sino que me comprometiera con mi amigo, que mi lealtad estaba con el doctor Melleli. El hospital de San Bernardo fue el único hospital de Chile que no fue allanado. Trabajando me encontré con un médico amigo, Carlos Godoy, uno de los veintiún médicos asesinados. Él trabajó hasta el año 1976. A mí me preguntaron si tenía una relación con él, respondí que sí, pero antes. El doctor Melleli me dijo que si le preguntaban, él me iba a defender. Una vez le dije tú sabes que en mi casa tengo escondido un rifle y tengo miedo que me allanen la casa, lo encuentren y me saquen la cresta... por favor, qué puedo hacer. Él me dio un papel para que le entregara la pistola a un carabinero, después ya no habría problema. A los pocos meses llegó a mi casa una camioneta de investigaciones. En mi casa vivían también mi papá y mi mamá. Me citaron a una comisaría de investigaciones y se sabía que cuando te llamaban no salías más. Fui donde mi amigo Melleli, y le señalé estoy muerto de susto. Él me dijo que me iba acompañar y que me iba a esperar afuera hasta que saliera. Entré, pero solo me querían interrogar por un asunto de un choque. Así era mi amigo Melleli, mi amigo de toda la vida, porque indudablemente él todo n 75 n n Rolando Álvarez Araya n el tiempo se portó bien. Sabiendo que era comunista, nunca trató de sacarme información ni de convencerme. Todo lo contrario, muchas veces discutíamos nuestros puntos de vista, con todo respeto, lo mismo que el doctor San Martín. Conversábamos libremente, con un respeto mutuo notable. Con esto quedé convencido que no todos los hombres de derecha y los milicos son hijos de perra. Hay de todo... aprendí a respetar a todos. Para mí, lógicamente hay milicos que son perros, pero si tú a un milico le sacas el casco y conversas con él, es un hombre como cualquier otro. Hay buenos y malos como en toda la sociedad. Me acuerdo que unos días después del golpe, dejaron en la Posta del Barros Luco a un milico de guardia, que era conscripto de las Fuerza Aérea. Resulta que se olvidaron del tipo y en la noche estaba sin comer y yo le pedí al encargado de la comida que le diera algo. Se sacó el casco para comer y era un “cabrito” de dieciocho años. n 76 n Memorias de prisión El rabanito E n el hospital de San Bernardo, empecé trabajando como farmacéutico, después conseguí trabajo en la Posta y a los pocos meses empecé a trabajar como cirujano. Hice una carrera muy buena, tuve muestras de aprecio de todos los directores, incluso de los pertenecientes al Opus Dei. Me tenían respeto, sobreviví a varias directivas del hospital. Fui respetado hasta el final, ¡me estoy echando muchas flores! (risas). Una vez, a todos los doctores que estuvimos presos, nos ofrecieron nuestros antiguos puestos de trabajo en el hospital Barros Luco. Íbamos a ganar más, pero no lo quise aceptar porque conocía cómo se trabajaba en el hospital, con un cariño que no iba a tener en mi antiguo puesto. Además, tenía miedo que si tomaba ese puesto, se lo iba a quitar a otra persona que llevaba quince años trabajando. A la gente le llamaba la atención mis ideales, porque era médico y no tenía consulta propia. Era muy respetado como médico, me querían mucho, me decían ‘el rabanito’, porque era n 77 n n Rolando Álvarez Araya n rojo por fuera y blanco por dentro. Les parecía muy raro, porque sabían que no era malo. Esto lo sabía el doctor Melleli y todos sus amigos milicos “fachos”. Me porté bien. Puedo decir que en comparación con la historia que vivieron mis compañeros, la mía fue muy distinta. A mí no me pasó nada; o sea, sí, estuve preso, perdí mi trabajo, mi puesto, pero más allá de eso, a mí no me pasó nada. ¡A mis compañeros los torturaron! A mí me daba vergüenza decir que estuve preso, porque fuera de eso, a mí no me pasó nada. Pero lo peor de estar preso es perder la dignidad. Uno deja de ser importante, pasas a ser un hueón de mierda asesino. Lo otro, es estar alejado de mi familia. Es la incertidumbre de no saber qué iba a pasar conmigo, porque se rumoreaba que me iban a quitar el título de médico... ¡y yo que nunca he cometido ningún delito!, ni siquiera un parte de tránsito. Por eso, para mí era algo desagradable ser considerado como un delincuente. Eso fue lo más espantoso, además del temor de haber comprometido a otra gente con mis actividades políticas, las que consideraba claramente lícitas, pero que eran catalogadas como delictuales por la dictadura. Eso de comer comida mala y dormir mal, no me preocupaba ni importaba tanto, ni el trato rudo de los militares. Así son ellos, así fueron formados, sobre todo si su nivel no era tan culto (aunque había algunos que sí). Ellos eran de muy mala leche. Había un teniente que le gustaba burlarse de un grupo de detenidos, decía yo puedo pelear a mano limpia con todos ustedes. Era un auto lavado de cerebro que los hacía mostrarse con mucha crueldad. La idea era producir en el preso un desgaste psicológico importante. No me volví más rencoroso y les enseñaba eso a mis niñitos, que los carabineros estaban ahí para ayudarlos. Al principio, claro, decía que todos los militares eran unos hijos de perra, pero al poco andar, me di cuenta que los militares eran seres humanos y que en ese tiempo, a los milicos que no eran brutos n 78 n Memorias de prisión los mataban. Se crearon espacios donde se les dio rienda suelta a la violencia de algunos, por ejemplo la DINA, el guatón Romo es el más conocido... hombres torturadores. La DINA vigilaba hasta a los militares, le dieron sustento a la máquina represiva. ¿Cómo hacían obedecer a los conscriptos?, gracias a la brutalidad de unos pocos. Pero el tipo más cruel fue Pinochet, porque dijo que no se movía ni una hoja sin que él lo supiera. Era siniestro, al igual que toda la gente bajo su mando. Manuel Contreras y toda la gente de la DINA. Para los militares, fue una pésima experiencia haberse relacionado con la dictadura militar, así es que, al final, yo no les tenía pica. De la prisión puedo decir que hay muchas más cosas positivas que negativas. Se sacó lo mejor de los presos, la camaradería, las pocas cosas que teníamos había que compartirlas entre todos. Compartir con los presos fue lo más bonito, compartir el frío y lo duro del cemento. Nos juntábamos para dormir. Se hacían cursos de todo, de capacitación, para aprender a escribir y a leer. Yo no aprendí mucho, pero pude ejercer mi profesión, operé a enfermos. Por ejemplo, a una persona que le operé un “poroto” que después fue un cáncer; a gente que tenía hernias, “cototos”, tumorcitos. Pude ejercer la medicina. Compartí mis conocimientos de astronomía con la gente, que aunque muy de principiante, nos hicieron pasar ratos muy agradables. Nos sorprendía ver el grado cultural de los militares, era muy interesante, porque se notaba perfectamente que les habían lavado el cerebro. Estaban convencidos que todos nosotros éramos personas agrestes, que queríamos matar y que no teníamos ningún valor moral. La mayoría de ellos creía eso. En ellos había un sentimiento de inferioridad, se habían dado cuenta que el nivel cultural de los presos era muy alto, había un gran sector de profesionales con una elevada capacidad de creación, los trabajadores no profesionales también tenían una elevada ética. Por eso, cada n 79 n n Rolando Álvarez Araya n cierto tiempo, trataban de demostrar que tenían una instrucción. Se trataban de comparar con nosotros. Igual se daban cuenta que éramos iguales como personas. Lo que más aprendí fue la solidaridad. Ahí me di cuenta que era un valor verdadero, como lo fue para la Pascua, que estábamos todos deprimidos y nos abrazamos, lloramos juntos y nos sentimos mucho mejor. Desde hace como diez o quince años, tenemos la costumbre de juntarnos una vez al año. Éramos unas cuarenta o cincuenta personas, no más, porque muchos estaban afuera y los otros siempre tenían miedo de juntarse. Nos seguimos juntando. A mis hijos nunca les conté nada, porque a mí no me enseñaron a odiar.... pero como yo me enfermé... nunca les hablé contra los militares. Lógicamente resalté los valores de la izquierda, pero nunca los adoctriné, como la mayor parte de los comunistas que les enseñaron a sus hijos a ser comunistas. Eso sí, cuando me preguntaban algunas cosas, las contestaba. Pero no los adoctriné. Sí compraba El Siglo, el diario comunista, pero nunca les conté que estuve preso. Mis niñas siempre pensaron que estaba trabajando en el norte. No quise trasmitirles mi experiencia de dolor, no quise demostrarme como un hombre rencoroso, como alguien que odiaba. Mi hija mayor es muy emotiva, es muy llorona, igual que yo. Pero ella no quiere saber nada, ella odia a los que me encarcelaron, pero tampoco es un odio sentido. La Alejandra está muy obsesionada con la Unidad Popular, pololeó con un tipo que era socialista. Rolando salió más de izquierda, pero nunca le dije nada, fue iniciativa de él. Todo esto suena más o menos coloreado, pero fue terrible estar preso. Cuando quedé libre tenía miedo, cada cierto tiempo me enteraba que habían agarrado a un médico y lo habían desaparecido. Pensé que me iba a pasar lo mismo. En algún momento pensé en la posibilidad de irme al extranjero, pero n 80 n Memorias de prisión finalmente, gracias a mi amigo Melleli, recuperé mi dignidad de médico. No me hice rico ni famoso y me quedé aquí, en mi país, con mucho miedo pero me quedé aquí. Me costó tranquilizarme; cuando un auto se paraba frente a la casa me daba mucho miedo... tenía pesadillas. Quise contar ahora mi historia, porque ya me voy a morir y no tengo mucho para dejarles a mis nietos. Me da mucha pena no haber conocido más sobre la historia de mis padres y mis abuelos, por eso quiero dejar una huella de lo que me pasó. Es una de las cosas más importantes que me ha pasado. Quiero que quede un recuerdo claro de esto. Mi historia va de la mano con la historia de miles de chilenos y chilenas. Algunos ya no están, otros sobrevivieron, pero todos conformamos el grupo que vivió una etapa terrorífica, que nunca imaginamos siquiera que ocurriría en nuestro país. Mi testimonio lo dejo para que ojalá nunca más vuelva a suceder, nunca más... n 81 n Epistolario de prisión7 7 Se ha respetado la redacción y la ortografía original. Epistolario de prisión 10 de noviembre de 1973 Señor Rolando Álvarez A. Mi querido Rolando, recién hoy 10 de noviembre he sabido donde has sido trasladado, pero como aún no sé la dirección, no podré mandarte esta carta. Solo lo sabré el próximo 13, pero de todas maneras, te iré escribiendo día a día y luego te envío todo. Quiero saber cómo estás, de salud, de ánimo, cómo es el clima, etc., etc.... Si necesitas algo. Son las 10 de la noche. La Mony8 es la única que aun está en pie haciendo dibujos y viendo televisión. Te contaré que Alejandrita duerme conmigo y la Rosita en tu cama. Ya se acostumbraron a la idea que tú estás lejos trabajando, pero Alejandrita me pide que te llame por teléfono, para que vengas. Hoy en la tarde el tío Walchen10 nos llevó al “Portofino” y luego nos llevó donde mi Mamy11; allí estaba la Toya 12 y Germán13. Nos pusimos de acuerdo con Roberto14 en que él se va a vivir a mi casa cuando yo me cambie. 9 Hoy hace un día frío y, nublado. Rolando, me siento triste y sola sin ti. Me haces mucha falta. Vivir sin ti, es no vivir, es vegetar. Tienes que hacer lo posible para que esto se solucione. Claro que tú es bien poco lo que puedes hacer y yo tampoco, me siento tan impotente. Ayer fui nuevamente al Ministerio de Defensa para saber cuáles eran los cargos contra ti, y es el mismo que yo sabía, “sospechoso”, ¿de qué será? no sé. 8 9 12 13 14 10 11 Rosa Álvarez Vallejos, hija mayor de Rolando y Rosa. También nombrada como Rosita, Mony, Monina y Cucky. tenía 6 años en ese momento. Alejandra Álvarez Vallejos, segunda hija de Rolando y Rosa. tenía 4 años en ese momento. Osvaldo Álvarez Araya, hermano de Rolando. Irma Guzmán González, madre de Rosa Vallejos. Gladys Vallejos Guzmán, hermana de Rosa Vallejos. Germán Wilson Scappini, esposo de Toya, cuñado de Rosa Vallejos. Roberto Vallejos Guzmán, hermano de Rosa Vallejos. Periodista deportivo. n 85 n n Rolando Álvarez Araya n Rolando hasta aquí llego por ahora, te quiero mucho, Buenas noches. Ahora escribe la Rosita: PAPITO VEN PAPITO YO TE QUIERO MUCHO ROSITA. Esto lo escribió ella con su propia redacción. 7 11 de noviembre de 1973 Pasamos todo el día con tus papás. El tata15 les hizo unos caballitos a los tres, están muy contentos y el tata muy orgulloso. 7 12 de noviembre de 1973 En la mañana fui al Colegio Médico a hablar con un médico que está dedicado a ver la situación económica de los familiares de los médicos detenidos. No estaba, pero la secretaria le informará y tratará de agendar una entrevista con él. Ahora ya van a ser las 10 de la noche. La Rosita está haciendo unas sumas y restas, ya llegaron al número 100. Esta noche se quedó mi mamy, que mañana partiré temprano al Ministerio de Defensa para saber tu dirección. ¿Cómo estás padrecito? Tienes que cuidarte mucho y comerte todo lo que te den para que no sigas bajando de peso o a enfermarte. ¿Cómo es el clima? Tienes que mantenerte en buen estado y pensar que aquí tiene a su Rolando Álvarez Koheler, padre de Rolando Álvarez Araya. 15 n 86 n Epistolario de prisión mujer, hijos, padres, hermanos y amigos que te quieren y añoran, y que para mi eres lo más importante y querido y que lo único que deseo es verte bien y muy luego de vuelta. Tus Padres te mandan montones de cariños y que luego te escribirán 7 14 de Noviembre de 1973 Aun el Ministerio no tiene las listas, pero en el Servicio General del Ejército se me dio tu dirección, la cual espero sea la indicada. Ojalá puedas recibir esta carta. Adiós Rolandito, hasta muy pronto. Te quiere. Rosa V. 7 Para Rosa Eugenia Vallejos Guzmán Chacabuco 12 de noviembre de 1973. Rosita querida: Me encuentro en buen estado de salud , tanto f ísico como mental . En este lugar la comida es satisfactoria y las condiciones de vivienda son suficientes. Por otra parte , el clima de la pampa no es tan malo como decían , al menos por el momento. El viaje lo efectuamos en barco y tampoco tiene ningún problema. Te reitero, por lo tanto que me encuentro bien e incluso junto a mis colegas tenemos un ambicioso plan de trabajo en relación a la atención médica de la gente . Esto último significa mucho para n 87 n n Rolando Álvarez Araya n nosotros, pues el trabajo es excelente remedio para las preocupaciones. Mi estado anímico es también bastante bueno, especialmente después de haberte visto en el Estadio. A mí , como al resto de nosotros, la visita de nuestros seres queridos significó un impacto emocional de incalculables proporciones, que nos ha permitido enfrentar las cosas con un optimismo extraordinario. Rosita querida, estás más linda que nunca y te quiero aun más que cuando nos casamos. Estos 8 años de vida en común han sido los mejores de mi vida, no es ninguna exageración y a ti te consta lo aproblemado que era antes. Rosita te recuerdo constantemente como la mejor esposa que puede tener un hombre . Tu decisión de trabajar para tratar de remplazar mi sueldo y la solución al problema de movilización de los niños para ir a la escuela fueron el mejor remedio a la angustia que a ratos amenazaba con quebrarme , mientras estuve en el Estadio. Ahora sé que además de una esposa amante , tengo una mujer valiente , decidida y capaz de enfrentar situaciones tan dramáticas como las que vivimos en este momento, y que en otras familias, creo, no podríamos haber esperado. Recomendaciones: Rosita, te reitero que no debes distraer dinero en tratar de mandarme cosas, tengo ropa suficiente , la comida es buena y los cigarrillos ya no constituyen un problema, pues ya casi no fumo. El dinero debes guardarlo para los gastos de la casa y lo que sobre , si es que llegara a sobrar, meterlo a la Asociación de Ahorros y Préstamos. Solo te pido, más bien exijo que me escribas lo más frecuentemente que puedas. Haz que los niños me escriban o me manden dibujos. n 88 n Epistolario de prisión Mi mayor temor es que no me recuerden cuando llegue , especialmente Rolandito16. Debes insistirles en que estoy viajando y que volveré , háblales constantemente de mi , recordándoles los volantines, los paseos en auto y todas las cosas buenas que yo les daba o hacía. Rosita, necesito con urgencia una foto tuya , de las niñas y mis padres. Mándamela si es posible , como creo debe ser en la primera carta que me escribas. Rosita: Te quiero mucho, y te añoro extraordinariamente . Debes ser valiente y tener confianza en que volveremos a vernos para envejecer juntos, criar a nuestros hijos, especialmente a las niñitas para que sean mujeres tan extraordinarias como tú eres. Hasta pronto. Tu marido que desea abrazarte lo más pronto posible . P.d: Dale mis más profundos agradecimientos a mis hermanos, a tu mamá, tus hermanos y cuñados. Es realmente satisfactorio y alentador tener una familia como la que tengo. Va carta adjunta para mis padres y los niños. Parece que solo te podré escribir dos veces al mes, ojalá tú puedas hacerlo más seguido. No te olvides de las fotos. Mi dirección es: I División de Ejército Oficina Chacabuco Antofagasta. 16 Rolando Álvarez Vallejos, hijo menor de Rolando y Rosa. Tenía 2 años en ese momento. n 89 n n Rolando Álvarez Araya n Stgo 17 de noviembre 73 Mí querido Rolando: Te estoy escribiendo esta carta desde el correo Central, necesito pedirte algo en forma urgente. Me imagino que ya habrás recibido mi primera carta. Resulta que ahora para cobrar tu sueldo me exigen un poder tuyo. El que tú me dijiste haber firmado en el Estadio Nacional no se me ha entregado; me dijeron que lo enviaron por correo, pero hasta el momento nada. ¿Crees tú que podrás enviarme uno? ¿Conseguirlo con las asistentes sociales del Ejército? Si así fuera mándamelo certificado. Y cómo estás, ¿el clima es muy duro? Nos dijeron que no se podían enviar encomiendas; nosotros estamos muy bien. En la próxima carta te contaré mi entrevista en el Colegio Médico. Cuéntame cómo fue tu viaje. Qué hacen; ¿trabajan en algo? ¿Cómo es el lugar? La Villa tiene unas fotos que salieron en una revista sobre Chacabuco. Se ve una calle polvorienta con 1 Iglesia y algunas casas con los marcos de puertas y ventana, me imagino que cerca de ese lugar estarán Uds. ¿Tienen agua de pozo? ¿Luz eléctrica? En fin cuéntame todo lo que más puedas. Los niños y yo nos acordamos mucho de ti y espero que esto terminará pronto. Te abraza y besa tu esposa Rosa Vallejos. 7 n 90 n Epistolario de prisión Stgo 19 de noviembre 73 Sr. Rolando Álvarez A Pte. Padrecito, solo hace 2 días que te despaché otra carta en la cual pedía un nuevo poder, pues el otro no aparecía. Resulta que ese mismo día al llegar a casa había llegado por correo. Así es que ya no necesito nada. Ojalá que aún no se haya iniciado ningún trámite. El sueldo me lo pagaron sin problema. ¿Y cómo estás tú? No hallo las horas de recibir carta tuya. En este momento que te escribo lo hago desde la consulta de la Dra. Jirón, la espero pues hablaremos sobre trabajo. Te contaré que en la entrevista que tuve con el médico del Colegio Médico, el Dr. Prado, éste me comunicó que habías sido calificado en lista C, por los capítulos médicos del hospital. Me aconsejó que presentara una carta al Consejo Regional Stgo pidiendo un sumario, es decir una apelación. Pienso llevarla entre hoy y mañana. Además él pidió informar al Ministerio del Interior sobre tu cargo, pero como es por escrito, yo creo que respuestas tendremos en estos días. No te aflijas padrecito, pues además en el hospital también el director del hospital le dijo a éste que se revisarían nuevamente, lo que más importa es que tú estés bien. Tienes que cuidarte mucho por nosotros que te esperamos y necesitamos. Por ahora no tengo más noticias nuevas, hasta pronto. Te abraza y quiere mucho Rosa. 7 n 91 n n Rolando Álvarez Araya n Chacabuco, 20 de noviembre 1973 Querida Rosita Te escribo otra carta, aunque es claro que ni siquiera te haya llegado la primera. Sin embargo, no quiero perder ninguna oportunidad de mantener este exiguo contacto, que debe reemplazar aquel contacto cotidiano tan feliz de nuestra vida en común . Solo podemos escribir 2 cartas al mes y con extensión limitada, ya que el trabajo de revisar la correspondencia es excesiva en estas condiciones. Por lo tanto no podré escribir como yo quisiera, es decir una carta para ti , otra para mi papá, mamá y para los niños. Estoy bien . El poder dormir sin estrecheces sobre un colchón y servirse una comida satisfactoria sobre una mesa , marca un apreciable contraste con las anteriores condiciones de vida. Disponemos, además de un espacio de 10 x 4 cuadras, con calles y canchas deportivas donde podemos movernos libremente . Tenemos múltiples actividades. Las habilidades y preparación de la gente son múltiples y todos las están entregando en beneficio del resto. Por ejemplo yo practico gimnasia diariamente bajo la dirección de un profesor de educación f ísica, así como sigo un curso de programación de computadores. Yo en cambio entrego atención médica en un policlínico que hemos habilitado todos los ex trabajadores del SNS y me preparo para hacer clases de Astronomía. Además, existe un excelente conjunto folclórico formado y dirigido por Ángel Parra, club de ajedrez, brisca y otros. No quiero parecer pesimista, pero estoy inscrito para trabajar en labores de carpintería, específicamente fabricando juguetes. Es posible que esto signifique un n 92 n Epistolario de prisión ingreso económico, que te enviaría para ayudar a los gastos de la casa. Ojalá resulte esto. En resumen estoy bien , f ísica y anímicamente . Esto no impide que la nostalgia se manifieste fuerte y frecuentemente , especialmente al no tener ninguna certidumbre sobre la duración de esta situación . Cuando Ángel Parra y su gente canta “Tonada del viejo amor ”, no hay control y las lágrimas sirven de desahogo. Rosita, escríbeme lo más frecuente y largo que puedas. Cuéntame todo lo que pase en la casa, hasta lo que hace el perro. Cuéntame de los niños, de la situación económica, que es lo que más me angustia. Mándame fotograf ías. Esto y tu amor expresado en el papel es todo lo que necesito, pues te insisto en que no gastes plata tratando de mandarme cosas. Que no me olviden los niños, háblales de mí frecuentemente . Cuídate mucho, se valiente y ten paciencia, pues conf ío en que nos espere un futuro que nos permita olvidar la pesadilla de esta separación . No creas que tengo ideas fijas, pero a cada momento recuerdo tu visita en el Estadio, la alegría que tuve al verte tan linda y tan valerosa. Cuando miro la ropa no puedo menos que emocionarme pensando que tú la lavaste y planchaste con cariño para mí . He dejado un pantalón y una camisa que no usaré , para conservarla tal como la pusiste en la maleta. Quiero que saludes a tu mamá, hermanos y cuñados, que también recuerdo con cariño. Rosita querida: te quiero mucho, me haces una horrible falta, pero algún día podremos olvidar todo esto. Te abrazo y besa tu marido. n 93 n n Rolando Álvarez Araya n Papito: Te echo mucho de menos, pero también espero mucho de ti; debes reemplazar la figura paterna que necesitan mis hijos. Ahora, igual que cuando yo era pequeño, tienes que inculcarle a mis niños pequeños los conceptos éticos que me enseñaste , para que ellos al igual que tu y creo que yo, sean íntegros, honrados y que sean útiles y capaces de engendrar y criar hijos iguales. Padre , te quiero y admiro. Nada más. P.D. Escríbeme . Mamita17: Escríbeme , pero escríbeme que estás entera y que eres la misma que ha enfrentado situaciones dif íciles y las ha superado. Es necesario que así sea por ti , tu marido, tu hija Rosita y tus nietos y eso será el mejor apoyo que me puedes dar. Creo que has tenido mucha suerte cuando hace casi ocho años atrás, tuviste una nueva hija, que te salió un poco crecidita, pero una hija que ha hecho feliz a tu primogénito y te ha dado lindos nietos. Mamita, muchos besos y abrazos imaginarios, en espera de los reales que algún día podremos darnos. Saludos fraternos a Osvaldo y María Elvira.18 Rolando Álvarez 7 Elvira Araya Figueroa, madre de Rolando. También mencionada como Nené. María Elvira Álvarez Araya, hermana menor de Rolando y Osvaldo. También mencionada como Villa. 17 18 n 94 n Epistolario de prisión Chacabuco 22 de noviembre de 1973 Querida Rosita: Tu carta del 15 la recibí el 20 de Noviembre , bastante rápido el servicio ¿no te parece?. Yo pensaba que la demora sería mayor. No se si te diste cuenta, pero tu carta fue distinta a todas las otras que me habías escrito antes. En ellas nunca expresaste en forma tan intensa e incluso dramática tus sentimientos, como lo hiciste ahora. Bueno, así me gusta que me escribas, ya que aunque la emoción es mucho más intensa, mas grande es la alegría de ver expresado en esa forma tu cariño. También me emocionó mucho las letras que manda la Monina. Espero que se repitan y aún espero algunos dibujos de Alejandrita. No tengo mayores novedades en relación a la última carta, aunque no recuerdo si te hablé de la operación efectuada en el campo. Operé a un cirujano militar, ayudé a Enrique Jenkins y yo controlé la anestesia. El enfermo tenía una hernia inguinal y se encuentra perfectamente recuperado. Te mando esa especie de cuento a las niñitas para que Rosita pinte los autitos y se lo lea a sus hermanos menores. Para la próxima carta pienso mandarle un dibujo para pintar, recortar y armar, ya tengo casi lista la idea. Rosita, ya parezco disco rayado, pero tengo que decirte una vez más lo mucho que te quiero. Cuando por fin podamos juntarnos de nuevo, trataré de corregir mis múltiples defectos y corregir hasta los más pequeños errores de comportamiento contigo, y las niñas y el resto de la familia . Cierto es que solo se sabe lo que uno tiene cuando se pierde algo y nunca n 95 n n Rolando Álvarez Araya n me he dado cuenta del verdadero tesoro que tengo en mi casa y en las casas de mis familiares. Saludos a todos y a ti un fuerte abrazo. Rolando. Pd: Pregúntale a Nolberto si me puede prestar ese libro de astronomía en inglés que una vez me prestó. Si no es muy caro mandarlo, hazlo, pero solamente el libro. No gastes dinero innecesariamente . Si es posible , el paquete debe ser enviado a: 19 Control de Carabineros de Balmaceda. Antofagasta. Besos, Rolando. 7 Para mis hijos Rosita Álvarez Vallejos: En letras imprenta, pues recién comienza a leer (I año básico). Rosita: Tu papito está lejos, pero va a volver. Se fue en un barco que se llama ANDALIÉN. [mayúsculas en el original]. Vive en una casa muy bonita y trabaja en un hospital parecido al que tú conoces. Pórtate bien y no hagas rabiar a tu mamita. Para Alejandrita: [dibujo de citroneta y de papá y ella elevando un volantín] Amigo de la familia. 19 n 96 n Epistolario de prisión Para Rolandito: [dibujo de un avión tipo Cesna]. 7 Para mis padres: Mamita querida: Rosita te habrá contado cómo estoy, a ti solo te agrego que estoy perfectamente bien y no debes preocuparte por mí . No te enojes, pero pensé que tú ibas a ser la persona más valiente de la familia y espero que esta carta te ayude a tener confianza y paciencia. Los puzzles que me mandaste me han servido mucho, especialmente en el viaje , que duró más de 2 días, pues llegué en barco. Mamita, mi mujer y mis hijos necesitan de tu habitual energía y optimismo, por lo que te exijo que superes tu pena y seas la vieja gorda, alegre y chistosa que yo recuerdo constantemente . Tu hijo que te quiere y abraza. Papito: Yo estaba muy preocupado por ti , sin embargo Rosita me ha tranquilizado al respecto. No sabes cuánto siento haberte causado la pena que debe afligirte pero se que me comprendes, porque al fin de cuentas soy tan parecido a ti , aunque a veces tengamos posiciones contradictorias. Tu hijo está bien y espera confiado el momento que pueda abrazarte largo, largo. Papito, tus nietos te necesitan ahora que les falta su padre , por favor, reemplázame . Rolando PD: Sendos abrazos paras mis hermanos Osvaldo y María Elvira. Dile a Osvaldo que nunca dudé que iba n 97 n n Rolando Álvarez Araya n a tener la actitud que está teniendo para auxiliar a mi gente . Debes estar orgulloso de tu hijo segundo. 7 Stgo 27 de noviembre 73 Sr. Rolando Álvarez A. Mí querido Rolando: Esta es ya la cuarta carta que te escribo y aún ni recibo nada de ti, aunque ya he sabido de otras Sras. que han recibido cartas desde Chacabuco. Espero que esto solo se deba a la demora lógica de la revisión que se debe hacer al salir las cartas. Quizás tú tampoco hayas recibido las mías. Averiguamos que tienen derecho a escribir 1 carta por semana, por lo tanto se me deben como 3 ¿o no es así? Deseo saber cómo estás, como te sientes, cómo está la salud. En estos días casi todas las mujeres que nos quedamos ya sea sin el marido, el hijo o el novio, nos hemos estado movilizando para tratar de conseguir una visita a Chacabuco. En caso que esto fuera aceptado, quiero que me hagas llegar una lista con las cosas que quieres que te lleve, con lo que más falta les hace. Yo he pensado comprarte 2 pares de blue jeans que creo que serán más útiles que los pantalones que llevaste; además alpargatas, chupalla para el sol, los bototos que no te pude mandar mientras estabas en Stgo. Creo que aún no comienzan los interrogatorios, por lo cual he pensado que esto se prolongará hasta después de Diciembre. Padrecito quiero que me digas sinceramente lo que necesitas. Dinero tengo, pues me siguen pagando tu sueldo. Supe que tienen una especia de pulpería donde Uds. pueden comprar, me imagino que del dinero que llevaste no será mucho lo que te queda. No sé si mandarte dinero. Todo esto tienes que decírmelo. n 98 n Epistolario de prisión Ojalá que puedas volver antes de pascua, es lo que más deseo. Me parece increíble que ya hayan pasado 2 meses sin estar juntos, es como un sueño, nosotros que nunca nos habíamos separado. Rolando eres tan importante para mí, como no te imaginas, es un cariño inmenso que no se puede descifrar, pero tú me comprendes. Pienso que volverás para no separarnos. No te niego que he adquirido mucha fortaleza y ésta, en gran medida, me nace al mirar a nuestros hijos. Están tan lindos y estoy dispuesta a evitarles cualquier sufrimiento, no sé si te conté, pero ellos saben que el papá está de viaje, ahora esperan carta tuya. Están conformes, Rolandito está bien peladito. Pancho20 le cortó el pelo al fin. Yo se lo corté a las niñitas, pero no mucho, pues no me dejaron. Por aquí ya es pleno verano, hace mucho calor. En general toda la familia está muy bien. La Cristy21 está con amigdalitis superada, dice que haces mucha falta, pues tuvo que llamar a otro médico, te manda muchos saludos. Padrecito te quiero cada día más y te admiro por tu valor ante este momento tan inmerecido e injusto por el que estás pasando. Pienso que esta pesadilla ya terminará pronto y me consuelo. no sabes con qué ansias espero tu carta, ojalá llegue pronto. Aún no he empezado a trabajar, pues no me he podido cambiar a la casa de mi mami como pensaba, pues está el Tavo22 con su familia. Recibí el ofrecimiento de parte de tu hermano, para él irse a dormir en mi casa y que nosotros nos vayamos Amigo cercano de la familia. María Cristina Escobar Jara, amiga cercana de Rosa Vallejos. 22 Luis Gustavo Vallejos Guzmán, hermano de Rosa Vallejos. Militante comunista, fue detenido en la V Región, donde se desempeñaba en la Refinería de Petróleo de Concón (RPC). Liberado, debió esperar un par de meses en casa de su madre para partir al exilio en Alemania. 20 21 n 99 n n Rolando Álvarez Araya n a casa de tus padres, pero resulta que parece que a fin de mes les entregan el departamento; ojalá que no sea así, entonces nos iríamos para allá. Ya veremos, por el momento, como te digo, no tengo apuros de irme. La Cruz Roja Internacional me informó que estabas en el pabellón 18. Bueno Rolandito ya no te escribo más por ahora, recibe un beso grande de Rosa. La hoja que sigue es de tus hijos. PD: Te mando estampillas para la respuesta. 7 Chacabuco 27 de noviembre 1973 Querida Rosita Con mucha alegría he recibido la noticia que podré escribirte semanalmente , como era mi deseo. He recibido 3 cartas tuyas con fechas 14, 19 y 17 respectivamente , aunque parece que tú aún no recibes ninguna de las 3 que te he mandado. Mucho me tranquiliza saber que aún recibes mi sueldo, aunque me apena saber que mi cargo en el SNS [Sistema Nacional de Salud] corre peligro de perderse . Las autoridades del campo, sin embargo, nos han insistido que esto no podría suceder si no se nos prueba algún delito. Triste sería tener que alejarse de un servicio al que le he dedicado lo mejor que he podido. Sin embargo, conf ío que podré ganarme la vida honestamente por humilde que sea el trabajo que pueda realizar, y apoyado en tu amor y tu valentía, lograr que nuestro hogar sea feliz. n 100 n Epistolario de prisión Respecto a tus dudas: tenemos agua potable , duchas, luz eléctrica y me como toda la comida (bastante satisfactoria por lo demás). Vivimos en las mismas casas que vio María Elvira en esa revista, pero las ventanas y puertas están protegidas por cortinas de arpillera. Sigo haciendo gimnasia, trabajo en el Policlínico y he empezado a trabajar en INACAP, en juguetería. He ganado un nuevo amigo durante estos meses. Se llama Raúl Díaz Valdés, es médico, director del “Sótero del Río”. Estamos juntos desde mi detención el 21 de septiembre y pese a los numerosos cambios de ubicación , seguimos prácticamente en la misma casa. Nunca hemos estado separados más de 24 horas. Así hemos compartido angustias, penas, lágrimas, temores, pero también alegrías, recuerdos familiares e incluso las provisiones que recibíamos en el Estadio. Así ha nacido una profunda amistad entre nosotros y a través de ella, él te conoce a ti y a los niños y yo conozco a su mujer y sus 5 hijos. Hemos pensado que sería muy hermoso que tu y su mujer se conozcan también y se apoyen mutuamente , tal como lo hacemos nosotros. Ella se llama Mónica Alvarado y viven en Salvador 2417 y su teléfono es 234643. Por favor, comunícate con ella y traten de ser tan buenas amigas como somos nosotros. Rosita , llevo más de 2 meses fuera de la casa y ya casi no recuerdo otra manera de vivir que la actual . Casi no recuerdo que tengo una casa , televisión , Frecuencia Modulada , radio Andrés Bello y citroneta . Debo hacer un esfuerzo para recordar nuestro pequeño jardín . Me he acostumbrado y probablemente adaptado al duro lenguaje de hombres solos y angustiados. Sin embargo mantengo intacta n 101 n n Rolando Álvarez Araya n la imagen tuya , los niños y los familiares. Tu recuerdo de mujer apasionada , dulce y delicada no me abandona . Envidio a Pablo Neruda por ser capaz de haber escrito “100 sonetos de amor ” dedicados a Matilde Urrutia . Por favor léelos e imagina que es tu marido que te dice cuánto te quiere , que valora cada momento del día , tal como dice el poeta . Cuando atardece , con Raúl Díaz contemplamos en silencio y soledad la puesta del sol , hundidos en la nostalgia de nuestras familias. Hazlo tú también y será como una cita a través de la distancia cuando miremos lo mismo y nos recordemos mutuamente . Rosita, creo que no estaremos juntos para la Navidad . Tal vez no sea más que mi maldito pesimismo, pero creo que es mejor que empieces a pensar ya en esa posibilidad . Sin embargo, mi conciencia está completamente limpia y no dudo que pronto estaremos juntos nuevamente y podremos olvidar esta pesadilla. Juntos rehaceremos nuestras vidas y uniendo nuestros trabajos y apoyados en nuestro amor seremos felices criando a nuestros hijos y alegrando a nuestros padres. Rosita: Es tarde ya y no puedo seguir escribiendo. Diles a mis padres que el próximo viernes haré uso de la segunda carta semanal a que tenemos derecho para escribirles a ellos. Así mismo le escribiré unas letras a Rosita chica. Por favor no olvides de mandarme las fotos. Te abraza Rolando. Para Monina un besito, igual para Alejandrita y Rolandito: el Papito. n 102 n Epistolario de prisión Stgo 30 de noviembre Querido niño, Esta es la cuarta carta que principio, ojalá sea la definitiva, quiero expresarte Cuco23 querido, todo lo que te queremos y lo que te extrañamos. Además decirte, que tú me dices vieja y gorda, no soy ni lo uno ni lo otro, sino una madre que se creyó inútil, pero que ahora ha encontrado su verdadero papel. No solo sirvo para cuidar a mi casa, sino que acompaño y ayudo a Rosita. El otro día estuve con Cucky viéndole sus tareas y eso me hizo retroceder varios años y tenerte a mi lado, viendo las tuyas. ¿Cómo estamos?, bien, extrañándote montones y rogando a todos los Santos para tenerte luego con nosotros. Estoy un As para fabricar mamaderas sin grumos y entenderle a Rolandito. El Tata está bien, aún no le aparece ningún dientecitos, ahora, no es ni campana. Villa, en su trabajo; Walchen y Pancho iguales. Se me olvidaba el Tito está cada día más ladrador. Cuco querido: Vengo llegando de un paseo a los ‘refalines’ con tus tres mocositos. La Rosita y ellos pasan todos los fines de semana con nosotros y así juntos te recordamos con mucho cariño y esperamos tu pronto regreso. Rolandito está cada vez más cariñoso conmigo y ya habla sus cositas y su Tata tiene importancia en su vida. Le tengo hecho para la Pascua (y esto me recuerda tu trabajo de juguetería allá) un camión con cabina y de colores muy vivos. Tu mujercita, tal como dices en tu carta, nuestra muy querida hija, está muy bien atendida, principalmente por Walchen, quien tiene a disposición de Rosita sus buenos servicios y la Citroneta. Sé que no debo escribir largo, por lo que me despido con un fuerte abrazo. Tu padre. 23 Apodo familiar de Rolando Álvarez Araya. n 103 n n Rolando Álvarez Araya n Hijo querido Esta cartita te la entregará Rosita, porque, como tú dices, estos papeles fueron el único contacto material que hemos tenido en estos largos pero muy largos meses. No quiero que pienses que he tenido flojera de escribirte, pero es penoso hacerlo a un hijo tan lejano y en tus condiciones. Valor, paciencia, fe en Dios, es lo que te puedo decir, pero para eso tendría que principiar yo mismo a tenerla. Yo solo puedo ayudarte rogando a nuestros seres queridos que te den conformidad, aquellos seres, que como tu abuelita, siempre deseó lo mejor para ti, que cuando principiaste a dar tus primeros pasos, hizo que se te quitaran todas las piedrecitas del camino, para que tú no tropezaras. Cuántos recuerdos vienen a mí y por más que busco, no encuentro nada que puedas pensar que me hiciste sufrir, solo tus grandes rabietas por tu famosa moto, que me hacías tener todos los días un despertar intranquilo, pensando que no te quería partir. Ahora esas angustias me hacen sonreír. Fuiste siempre un buen alumno nunca un problema fuera de tu endiablada letra, que ya en ese entonces, te indicaba tu profesión, médico de letra endiablada. Tanto para ti como para nosotros, esta pascua será muy triste, fallarás a la cita, pero te prometo que esa noche no seré yo la que de el vamos a las lágrimas; María Elvira nos contagió y está produciendo sus regalos con el mínimo de gasto; todas las cosas serán fabricadas por ella, con los cachureos de géneros y recortes, esto hizo renacernos y es así como el Tata se puso en campaña y les fabricó a las niñitas unas lindas sillitas de playa para unas muñequitas que les hizo Villa. Al regalón le fabricó un camioncito con acoplado. Estas cosas lo han mantenido ocupado y piensa un poco menos en ti y en la fecha que se avecina. Rolandito, mono o auto que se le rompe, se lo manda o lleva al Tata para que le ponga ruedas. Ahora mismo tengo en la cartera un caballito para que le ponga rueda. n 104 n Epistolario de prisión Un abrazo muy largo, en espera del que podamos darnos cuando te tenga otra vez en mis brazos hijo querido. Tu madre que desea tenerte muy luego con nosotros. Nené. Me olvidaba. Les he fabricado a cada chico un perrito y un pollito de género, me quedaron muy lindos. Rolando Álvarez Araya Pab. 18 (con letra de Rosa Vallejos) 7 3 de diciembre de 1973 Mí querido Rolando: No sabes tú lo felices que hemos estado de recibir dos cartas tuyas. Hacia tanto tiempo que no sabía nada de ti. Las niñitas andaban muy orgullosas con su cartita. Por favor no te olvides en todas tus cartas de escribirle algo a la Rosita, pues en la segunda no pusiste nada para ella y se desilusionó un poco. Ojala que ya hayas recibido alguna de mis cartas. Nosotros seguimos todos muy bien, sin grandes problemas. Rolandito estuvo un poco resfriado, pero ya se le pasó. El domingo estuvimos en la casa de la abuelita Irma, fuimos a visitar al Tavo y a su familia que están con ella. Ahí nos juntamos con la Toya y sus niños, además estaba la Claudia24. Hubo un desorden de niños que gritaban, lloraban corrían, etc. Fue una locura. Pero ellos estaban felices. 24 Claudia Vallejos Pino, hija de Roberto y Chely. n 105 n n Rolando Álvarez Araya n Te contaré que la Mónica25 está hospitalizada desde hace un mes por síntomas de placenta previa. Ha estado muy bien, pues se rompió una vez, el médico que la atiende la convenció de que se quedara en el hospital por sus antecedentes, además que ya se le hizo dos transfusiones. Está en el Salvador. Me pidió que te diera montones de saludos. Su familia está toda bien. Rolando no te preocupes de nosotros por lo económico, pues me siguen pagando, claro que no sé si será hasta fin de año solamente o seguirá. De todas maneras he ahorrado dinero, pues ahora gasto menos sin ti. Aunque el costo de la vida ha subido montones. Yo decía no puedo trabajar pues no me he podido cambiar pues mi mamy tiene al Tavo y tus padres se cambiarán muy pronto. Así que sigo esperando tener un hueco donde mi mamy, que creo será pronto. Así que si logras ganar algún dinero, por favor no me lo envíes. Úsalo tú en lo que necesites. Padrecito, ¿ya empezaron los interrogatorios?, ¿tienes alguna idea de cuánto tiempo estarán por allá? Si llego a soñar con el día que pueda abrazarte de nuevo y que estés con nosotros definitivamente. Ahora mientras escribo, son las 11 y media de la noche del 3 de diciembre y tenemos un temporal de viento muy fuerte, no frecuente en esta época, ojalá lloviese pues hemos tenido calores de más de 30°C. Esto no será nada para las temperaturas que ustedes tendrán. Bueno Padre, después de las escrituras de tu hija mayor, me despido con un fuerte abrazo, hasta pronto. Rosa. Mónica Vallejos Guzmán, hermana de Rosa Vallejos. 25 n 106 n Epistolario de prisión Chacabuco, 4 de diciembre, 1973 Querida Rosita: He recibido tu cuarta carta, la que trae las manitos de Alejandra, Rosita y Rolandito. Esta es la quinta carta que te mando. Calculando la demora que existe , pienso que esta carta debe llegar muy cera de la pascua, y me temo que será el único regalo que podré hacerle a mi familia. Las noticias que me das son bastante tranquilizadoras en general , pues ya no me preocupo del problema económico. Me preocupa eso sí , que Alejandra no pueda ir a la escuela y los problemas que se originarán cuando trabajes. Respecto a una posible visita tuya , quiero que sepas que sería hermosísimo poder verte , pero creo que debes calcular muy bien los gastos y debes pensar que ahora eres padre y madre y los niños te necesitan todo el tiempo. Piénsalo bien y decide tú. Respecto a mis necesidades, en realidad insisto en que solo necesito tus cartas y tu cariño. Tal vez un poco de dinero, no más de 2000 al mes, para hacer aportes al fondo común que tenemos para comprar azúcar y té . Recibí carta de Enrique26, contándome el problema del embarazo de Mónica, ojalá que no hayan problemas en el parto. Yo estoy bien de salud , acostumbrado al lugar. Los días son iguales uno al otro y pese a las múltiples actividades siempre hay tiempo para las 26 Enrique Cisterna, esposo de Mónica Vallejos Guzmán. n 107 n n Rolando Álvarez Araya n preocupaciones y la pena. Lo más angustiante es la falta de definición sobre nuestra situación , y es entonces el ¿Por qué? ¿Cuánto tiempo más? El que calienta la cabeza y produce angustia. Por otro lado la latente nostalgia de los seres queridos predomina por sobre todo en los momentos de melancolía. Con Raúl Díaz nos apoyamos mutuamente y tratamos de alejar de nuestra mente este tipo de pensamiento. Hay algunos de nosotros que frenan totalmente en este empeño y tienen “caldo de cabeza” todo el día, resultado... hombres deprimidos e irritables. Otras novedades en relación a cartas anteriores no tengo. Rosita querida, no puedo evitarlo, pero tus cartas me hacen llorar. Me da pena horrible comprobar que tengo una esposa amante , valiente , hermosa y excelente madre , y que no tengo derecho a gozar de esta suerte por esta espantosa represión . Te vuelvo a repetir que me emocionan tus palabras, tú, tan controlada y poco expresiva que eres en otras cartas que me has escrito en otras oportunidades. Yo nunca he dudado de tu amor, como sé que tú nunca lo has hecho del mío, para comprobar que este cariño es tan grande , me llena de legítimo orgullo. No sé cuánto tiempo más estaremos separados, pero esto acabará y entonces, madrecita, podremos vivir intensamente , con más significado que antes, mas el perder algo, aunque sea pasajeramente , hace ver la importancia de lo que se posee . Estoy seguro que si llegamos a viejos, bien viejos, nuestros nietos mayores se reirán cuando vean a sus abuelos salir como pololos al teatro o sencillamente a pasear a un parque o una plaza. n 108 n Epistolario de prisión Rosita, me faltan palabras para poder expresar mi cariño y añoranza. Ya podré demostrarte con mi presencia lo que las palabras pueden hacer. Rolando. Papito Querido: Estoy seguro que me echarán mucho de menos para la Pascua, y me duele mucho saberlo. Sin embargo esta es solo una Pascua y habrán muchísimas más y esta solo será un recuerdo desagradable . En estos 33 años nunca hemos estado separados para el 24 de Diciembre y siempre para mí fue una fecha hermosa. Cada niño, el juguete , muchas veces hecho con tus queridas manos, era la causa de la alegría. Luego fue la más solemne reunión de nuestra familia, cuando una linda oración nos hacía llegar a ti , la mamita y nosotros atrás. En los últimos años tu hija postiza, la madre de tus nietos, no significó la detención de esta costumbre , sino que aun le dio mayor significado, sobre todo cuando ahora se juntaban 3 Rolando Álvarez, el abuelo el hijo y el nieto. Papito, te vuelvo a repetir el cariño que te tengo y te ruego que no tengas celos cuando en las cartas que escriba le hablo a mi mujer hasta por los codos. Recuerda que es tu cuarta hija. Y no olvides que esta hija te necesita entero, para reemplazarme ante mis hijos. Papito: un abrazo fuerte de tu hijo que luego estará contigo. Mamita Qué más puedo decirte , fuera que te quiero. Tú también eres una figura poderosa de mi infancia y juventud . n 109 n n Rolando Álvarez Araya n Cuando pienso en mis padres, especialmente tu, luchando por educar a sus hijos, incluso luchando con valor extraordinario contra sus propias debilidades, más cariño te tengo. Te pido disculpa ahora por todos los malos ratos que te hice pasar cuando niño, joven y adulto. Ahora que me faltas, se lo que significa tener una madre como tu. Chao mamita, hasta luego. Felices pascuas a todos, yo estaré junto a Uds. cuando canten Noche de Paz, pero a la distancia. Traten de no llorar mucho, porque yo voy a tratar de hacer lo mismo. 7 Santiago 5 de diciembre de 1973 Hoy he recibido dos cartas tuyas más, en total tengo 4. Los niños ya saben que son tuyas, saltan de alegría, pero la más feliz era la Rosita por su cartita con los dibujos, por supuesto que les leyó la historia a sus hermanos, pero al terminar lloró, es como si supiera donde estás, te echa mucho de menos, cuéntale algo divertido. Fíjate padre que presté la Citroneta, pero no te alarmes, fue a la Silvia, la señora que lleva a la Rosita al colegio. Llegó ayer toda afligida, pues quedó en pana de la caja de cambios, y eso creo que se demorará en arreglarse y me decía “justamente cuando recibo el pago de los niños” a mí no ha querido cobrarme hasta ahora. Ante esta situación, no me quedó otra cosa que prestársela ¿qué piensas tú? Además nuestra citrola está sin uso y sin batería, está descargada de un día para otro (Walchen hizo prueba) así que n 110 n Epistolario de prisión tuvo que ponerle la batería de su auto. Yo creo que le va a hacer bien el uso. Creo que los niños tienen clases hasta el 22 de diciembre, pero hay algunos colegios particulares que terminarán el 14. Hoy día fui a hablar con la profesora de Rosita, pues quería informarme sobre la fiesta de fin de año. Me dijo que Rosita había sido elegida para bailar en una ronda. Pero hoy, antes que yo llegara, se le había hecho otra prueba y no había sabido o querido hacer el paso de Vals. Pero me dijo que en unos días más se le volverá a examinar. En caso que quedara para mi serán más complicaciones, pues tendría que ensayar después de salir de clases (sale a las 6 y media) y continuar yendo todos los días hasta el día de la presentación que será el dos de enero en el gimnasio Manuel Plaza, en la Plaza Egaña. En realidad a mi me encantaría que saliera en el baile, pero... que piensas tu? Tendría que dar mi autorización más adelante y ella por supuesto está muy entusiasmada. El lunes 3 fui a una reunión al Comité de Ayuda Pro-Paz, en el centro Familiar Cristiano, donde un abogado de esa institución que los visitó a ustedes, nos informó largamente de la firma en que Uds están viviendo, como se han organizado, etc, etc. Además que dijo haber traspasado ya a las autoridades 3 puntos que Uds. les habían planteado sobre tiempo de estadía en ese lugar, remuneraciones que se mantengan, etc. Al igual que tu, ya me he hecho el ánimo que pasaré la Navidad sin ti. He pensado ese día quedarme en casa y acostarme temprano. Tu mamá ya me invitó a su casa, pero no creo que iré, quizás mandaré a la niñitas. En realidad aun no lo he decidido definitivamente. Hoy día 6 de diciembre supe que ayer se trató en reunión del Consejo Regional de Santiago del Colegio Médico tu calificación, n 111 n n Rolando Álvarez Araya n pues no me acuerdo si te informé, mandé una carta a ese Consejo pidiendo que se revisara la calificación y que se abriera un sumario. Como tú probablemente lo sabrás, fuiste calificado en lista C por los capítulos médicos de tu servicio. Ya mañana tendré información de algún resultado, pedí nuevamente una entrevista al médico encargado de este asunto. Yo creo que hay que agotar todos los recursos cuando uno tiene la razón, y como tal pedir justicia. Rolandito, no pierdas la fe en que este asunto se resolverá bien, así lo espero pues he sabido de varios médicos que los han recalificado. Apenas sepa de algo te informo. Pasando a otra cosa, Roberto te iba a escribir esta semana y te pensaba mandar las formas para hacer un rompecabezas en madera. En cuanto lo vea le daré tu pedido. Padrecito me haces mucha falta y sueño el día en que estemos nuevamente juntos y miremos hacia atrás recordando esta pesadilla, increíble como lo que es “una pesadilla”. Te quiero mucho y pienso en cada instante en ti. Hasta pronto, te besa Rosa. P.D: Recibiste las fotos de los niños?. Ten cuidado al poner la dirección en el sobre, en tu última carta en vez de Santiago pusiste Antofagasta, la rectificaron en la revisión. 7 Chacabuco 10 de diciembre de 1973 Querida Rosita: He tenido una gran alegría en saber que ya has recibido una carta mía. Las cartas de los niños me n 112 n Epistolario de prisión han dado asímismo otra gran emoción . Sin embargo echo de menos tu foto, que me la debes. Una de estas noches soñé con Rolandito, y lo veía rubio y con las rayas de “El Principito”, pero con una carita redonda y el típico pucherito. Lo curioso es que al día siguiente llegó la foto. Me siento chocho, además mostrando la foto a los amigos, orgulloso de los lindos niños que me has dado. Le debo explicación a la Monina por no haberle escrito unas letras en la segunda carta, pero en todas las demás hay dibujos y frases para ella. Me preguntas por mi situación: [borrado por la censura] Los días se suceden unos a otros sin variación , yo trabajo, atiendo los enfermos y ahora incluso estoy haciendo un mapa de estrellas, ya que el cielo de aquí si que es realmente limpio. Los miércoles y domingos hay veladas artísticas, en las que destaca [borrado por la censura, pero al parecer dice “Ángel Parra”] y el Coro. También hay un conjunto de teatro bastante bueno. La otra gran fuente de entretenimiento es el correo, con las cartas, encomiendas y giros. Respecto a eso, te repito que solo necesito tus cartas, la foto tuya y en lo posible de mis padres y hermanos. Si no es muy complicado o muy caro, me puedes mandar 2000 o 3000 al mes, para comprar azúcar, té y algunos cigarrillos. Nada más por favor, no quiero causar más líos que los que mi ausencia provoca. Rosita querida, me repito pero cada día te quiero más, cada día ansío más volver a tenerte a mi lado, para poder demostrarte personalmente mi cariño. Siento tanto haber sido un marido fome , no haber tenido la imaginación de llevarte flores, chocolates, n 113 n n Rolando Álvarez Araya n etc. Sin embargo tú sabes cómo soy, o mejor dicho como era; estaba tan convencido que mi cariño era completamente percibido por ti , que nunca creí necesario expresarlo de otra manera. Cuando todo esto pase , además de un apernado marido, tendrás un romántico galán en tu propia casa. Asímismo mis hijos, nunca más tendrán un padre cansado o dormilón , si no que siempre encontrarán en él un interlocutor atento y un permanente compañero de juego. Estas no son promesas de curado y cuando al fin esto acabe deberás recordármelo a cada instante . Tengo aburrido a mi amigo [borrado por la censura, pero parece decir “Raúl Díaz”] contándole cosas acerca de ti , las gracias de las niñas y todos los alegres momentos vividos en los 8 años de nuestra vida en común . Claro que él no lo hace nada de mal hablándome de su propia familia . Claro que él me ganó, porque tiene 5 hijos. Fíjate que incluso pasaron su luna de miel en El Tabo, igual que nosotros. Tenemos mucho en común , y estoy seguro de que tú y su esposa serán también muy buenas amigas. En estos momentos de prueba es cuando la amistad sincera es más necesaria , ya que el mutuo consuelo y apego es muchas veces el único remedio a la desesperanza . Cuando él recibe una carta , esa carta la compartimos y nos alegramos juntos también , porque no decirlo, nos corren las lágrimas cuando nos mueve la emoción . Rosita querida, nada más tengo que contarte por el momento, excepto que ya tengo completamente hecho el ánimo de no estar contigo y los niños para la pascua y el año nuevo. Sin embargo muchos más nos esperan y estos [borrado por la censura] solo serán un mal recuerdo en el transcurrir del tiempo. n 114 n Epistolario de prisión Saluda a toda la gente y recibe un abrazo muy fuerte de tu marido. Rolando. P.D. Consulta si necesito o no un abogado. Aquí hay muchos que tienen abogado, pero realmente no se si vale la pena. Si es muy caro, definitivamente no vale la pena, pues demostrar inocencia y quedar endeudado toda la vida no me parece un buen negocio. Trata de averiguar sobre este asunto, pues tal vez sirva de algo. Además mándame estampillas de correo. A mis padres: Recibí las cartas de ustedes y me alegro mucho de saber que soportan con entereza mi ausencia. No podría ser de otra manera pues harta fortaleza me demostraron cuando era niño y después cuando joven . Sigan así , pues yo cuento con ustedes para que ayuden en mi hogar a mi mujer e hijos. Paciencia y nos veremos. Cuco. 7 Stgo 15 de diciembre 73 Mi querido Rolando: Hace poco más de una semana no recibo carta tuya y parece que hiciera mucho más tiempo. Todos los días espero y espero y nada. Bueno, en realidad ya tendría que haber aprendido a esperar, pero es tan difícil. Cuéntame cómo estás. Progresa tu trabajo en juguetes? Se practica medicina? Te contaré que conocí a Mónica, la esposa de tu colega Díaz. Claro que apenas conversamos, pues cuando llegué no estaba en casa, lo hizo cuando ya me iba. De todas maneras quedamos de n 115 n n Rolando Álvarez Araya n juntarnos a conversar este próximo lunes, día además en que te enviaré una pequeña encomienda junto con las de otras esposas. Aquí todo sigue igual y la navidad se acerca a pasos agigantados. El tata le hizo a Rolandito un camión de madera con acoplado, pintado de rojo y amarillo, se veían los esfuerzos que ha hecho para no dárselo ya. Tu mamá y Villa están confeccionando muñecas de género para las niñitas, además de una serie de animales: perros, pollos, conejos. Todos estos con moldes que le han dado a tu mamá en su Centro de Madres. Estoy segura que los niños estarán felices con ellos. La Alejandrita y Rolandito comenzaron a ir al colegio nuevamente, pues la Silvia se ofreció para llevarlos y traerlos. El más feliz fue Rolandito, aunque ayer me lo trajeron más temprano pues lloraba que le dolía la guatita, según Alejandrita se había comido su trozo de plasticina ¿Qué te parece? La Rosita ya está ensayando la ronda. Sale todos los días a las 19 hrs. Está muy entusiasmada y se presentarán en el Manuel Plaza, el gimnasio de principios de enero. Toda la gente, parientes, amigos te mandan montones de saludos entre ellos___ quien me encargó mucho que te saludara. Este vino a ver a Rolandito, pues éste siguió con mucha fiebre y diarrea. Ya hoy 15 está perfectamente corriendo por todos lados. Bueno chao padrecito, no tengo más novedades. Recibe un beso y fuerte abrazo de tu esposa. Rosa. 7 n 116 n Epistolario de prisión Chacabuco 16 de diciembre de 1973. Querida Madrecita: La última carta tuya llego hace un par de días y era la de fecha 5-6 de diciembre . Me da la impresión que cuando la escribiste estabas sola y muy triste . Creo que no debes seguir escribiendo sola, pues eso es lo mejor para acentuar la angustia, las penas y la desesperación . Creo que debes seguir viviendo en nuestra casa de Loreley, la casa en que cada cosa que hay ha sido adquirida con nuestro trabajo, con dificultades mayores o menores, pero que lo hicimos juntos. Acuérdate de lo que te decía hace muchos años acerca del pajarito que forma un nido pluma a pluma. Creo además que alguien debe acompañarte , alguien que sea capaz de cuidar a los niños, la casa, para que tú puedas ir tranquila a tu trabajo. Aunque me perdone tu mamá, creo que esa persona es precisamente ella. Sé que tiene otros problemas, pero tú eres la hija querida que se enfrenta a una terrible situación , que ella mejor que nadie conoce , y evidentemente es quien más la necesita . Mi madre es muy buena, pero lo que tú necesitas ahora es tu madre . Tu mamá sabe que no soy pedigüeño ni me gusta forzar a nadie con argumentaciones chuecas, así que hazle saber que me cuesta mucho hacerle este pedido, ya que comprendo que la coloco en un dilema bastante dif ícil . Insisto en pensar que el mejor lugar para que vivas tú y los niños es nuestra casa. Hazle saber mi pensamiento a la familia. Rosita: No te apenes ni preocupes tanto. Nuestra separación se terminará algún día, ojalá que pronto, pero si no es así , habrá que esperar con confianza el n 117 n n Rolando Álvarez Araya n momento de nuestra reunión . Tengo la conciencia tranquila y espero con confianza el porvenir. Si he perdido el trabajo, bueno, siempre hay una manera honrada de ganarse la vida, lo que unido a tu trabajo nos permitirá mantener nuestro hogar y educar a nuestros hijos. Sé que tú enfrentas mil problemas, la llevada de los niños al colegio, tu trabajo, la comida , etc. Sé que esto, sumado a mi ausencia es una carga terrible para una mujer común y corriente . Pero debes saber que yo no te considero una mujer común y corriente , sino mi esposa , la mejor esposa que puede tener un hombre . Tu valentía superará todos los problemas, con la ayuda de nuestros familiares. Y seguirás esperando tranquila y con esperanza el paso del tiempo. Cuando nos juntemos de nuevo seremos una pareja muy feliz y nos preocuparemos de olvidar estos tristes tiempos. Rosita, ¡ánimo!, ¡A no flaquear!. Por estos lados no tengo mayores novedades en relación a cartas anteriores. Sigo trabajando en juguetes y en las tardes como médico. Incluso participé en otra intervención quirúrgica. Tengo las manos llenas de saludables callos y una que otra ampolla: Todo un carpintero. Estamos construyendo un camioncito desarmable , de los que construiré tres para mí , con la idea de mandárselos a los niños. Un camión no es un regalo para la Rosita o Alejandra, pero peor es mascar lauchas. No se aún si podremos mandar encomiendas, pero de todas maneras ahí están los camioncitos. Respecto al regalo de pascua, no puedes marginarte de la fiesta de navidad en casa de mis padres, creo que debes ir aunque sea solo pensando en mi papá, tú sabes lo sentimental que es. n 118 n Epistolario de prisión Quiero insistirte en que estoy bien moral y f ísicamente . No me cabe duda que soltaré algunas lágrimas para la pascua y que con Raúl Díaz estaremos muy tristes durante la puesta de sol , pero no me quebraré , te lo prometo. Tú debes esforzarte para estar tranquila también . A Raúl le llegó un libro muy hermoso, mejor dicho dos. Uno es “El Principito”. Lo curioso es que la víspera de la llegada de la encomienda soñé con Rolandito y lo veía vestido con el viento y las ropas del Principito ¿Premonición?. El otro libro se llama Juan Salvador Gaviota y narra una hermosa historia de una gaviota que quería volar muy rápido. Tiene un texto realmente hermoso, parecido a las historias de Saint Exupery y unas fotos de gaviotas realmente bellas. Trata de comprarlo. No sé si ya conoces a la esposa de Raúl Díaz. Pero las cartas que mandé y por lo que cuenta mi amigo se que serán buenas amigas y que se ayudarán mutuamente . Estoy convencido que nuestros familiares desarrollarán una amistad que perdurará cuando esta situación acabe . Rosita, hasta la próxima carta, y recibe el amor de tu marido que te echa mucho de menos. Saludos a la familia y amigos que nos ayudan en estos momentos dif íciles. Un abrazo de tu marido. Rolando. Para Irma Guzmán: Querida Señora Irma, usted sabe que yo la quiero y la admiro muchísimo. Usted superó con valor momentos tan trágicos como los que afligen a su hija actualmente y por lo tanto comprende exactamente n 119 n n Rolando Álvarez Araya n las penas de Rosita. Yo nunca creo haberle causado problemas ni nunca le he exigido cosas que causen dificultades, pero ahora me veo obligado a pedirle prioridad para mi familia . Yo soy su yerno más antiguo y quiero hacer valer esa antigüedad . Vaya a mi casa a acompañar a mi esposa, la necesita , igual que mis hijos. Sus demás hijos cuentan al menos con sus esposas y maridos y eso significa una ventaja incomparable . Por favor complazca este ruego de su hijo adoptivo al que la angustia de su familia lo ha puesto pedigüeño y exigente . Muchas gracias de antemano. Le saluda muy cariñosamente . Rolando Álvarez. 7 Chacabuco, 25 de diciembre de 1973. Querida Rosita: Ya pasó la pascua y no fue tan terrible como temía. Durante la tarde de ayer, en la noche y la madrugada hubo un surtido de actividades y hoy he amanecido bastante trasnochado. Después de la comida, a las 20 hrs, pudimos gozar de una excelente velada artística en la que destacó el coro, el conjunto folclórico y el grupo de teatro. Esta velada contribuyó poderosamente a levantarnos el ánimo y ayudarnos a sobrellevar la pena por la ausencia de los seres queridos. Posteriormente se celebró la misa del gallo, con la participación del grupo folclórico y del coro. El grupo de Ángel Parra interpretó una especie de oratorio con letra del Nuevo Testamento y música chilena, lográndose una elevada calidad artística. n 120 n Epistolario de prisión Posteriormente , ya de madrugada, celebramos una abundante y rica cena de Navidad en nuestra casa, presidida por un hermoso árbol de pascua hecho de papeles pintados y con unas correspondientes velitas. Alrededor del árbol , tarjetas de navidad , entre las cuales destacaba la que me mandó la Monina. También hubo regalos que intercambiábamos entre nosotros. A mí me obsequiaron una hermosa tarjeta con las firmas de todos los habitantes de la casa. Raúl Díaz me obsequió un hermoso dibujo a plumón hecho por su hija de 5 años, cosa que me emocionó grandemente . Luego a dormir. Como puedes ver una celebración bastante hermosa por lo emotiva y por el compañerismo demostrado por todos nosotros. No puedo negar que lloré a las 12 de la noche , pero lo hice solo y a escondidas, permitiendo desahogarme y mantenerme entero el resto de la noche . Lloré pensando en ti , en las niñas, mis padres, hermanos y familiares, pensando en la falta que me hacían , y lo que me extrañarían todos. Sin embargo todo eso ya pasó, y ahora pienso en la hermosísima Navidad que celebraremos en 1974. Rosita querida: no saco nada con contarte mi alegría cuando te vi el 22, no tengo palabras para hacerlo. Cuánto me alegra que no me hayas obedecido y hayas venido a este desierto. Estás más linda que como te recordaba y tu fortaleza de espíritu me hace quererte aun más que antes, si eso es posible . He abierto la maleta con reverencia, tocando y retocando cada una de las cosas que me compraste , sin duda con dificultades, y ahora rodean mi cama tarros, paquetes y libros, lo que me acerca más a mi hogar. Creo que me costará bastante comerme todas las cosas, por el tema de tener que botar los envases que miro con n 121 n n Rolando Álvarez Araya n alegría todas las noches antes de acostarme . Las fotos de Uds, me miran desde un portarretratos colgado en la pared , pero aún espero más fotograf ías tuyas. Rosita querida, estoy contento porque te quiero, porque sé que tú me quieres mucho y que nuestro amor podemos gozarlo juntos cuando esta terrible separación termine . Espero que ustedes también hayan soportado en buena forma la Navidad y que la alegría de los niños al recibir los juguetes haya aminorado mi ausencia. Como me dicen en sus cartas, solo es posible tener confianza y paciencia. Si algo bueno tiene todo esto, es que cuando nuevamente esté libre y junto a mi familia , sabré apreciar mucho mejor las pequeñas cosas que realmente constituyen las alegrías de la vida. Creo que ya nunca más me podré enojar porque se quedó en pana la citroneta y un vaso de agua helada constituye una verdadera delicia. Por eso no me preocupo demasiado saber que seré exonerado, pues como ya te lo he reiterado, siempre podré trabajar honradamente en cualquier cosa. Rosita querida, me despido hasta la próxima carta, declarándote una vez más mi amor que además de platónico es f ísico (consecuencia de haberte visto tan buena moza). Un apretado abrazo de tu marido. Rolando. P.D. necesitaría que me mandaras: Un blue jeans. Un par de alpargatas. Varias fotograf ías tuyas. El libro de astronomía en inglés. n 122 n Epistolario de prisión Chacabuco, 2 de enero de 1974 Querida Rosita: Finalmente ha llegado 1974 y ya han pasado 10 días desde tu visita. Estos diez días han estado cargados de emociones y ahora que se han ido me siento extrañamente cansado, como si esas emociones hubieran sido extenuante actividad f ísica. Primero tu visita que no esperaba, pero que al mismo tiempo deseaba con toda mi alma. Después la Navidad tan lejos del hogar, y en tan triste situación . El cumpleaños de mi hermana, el de mi padre en dos días más, y finalmente el año nuevo. Son demasiadas descargas emocionales, pero ya han pasado y he logrado enfrentarlos en buena forma. Ahora el campamento vuelve a la rutina que fue alterada por estos días tan agitados, llenos de celebraciones, visitas y emociones. Nuestra situación es buena dentro de las evidentes limitaciones, y las autoridades militares se afanan por solucionar nuestros problemas en la medida que ello es posible . Sobre la definición de nuestra situación parece haber novedades, y se nos ha asegurado que se está agilizando el estudio de nuestros antecedentes. Y tan evidente es esto que ya han salido libres algunos de nosotros. En realidad no tengo nada más que contarte . Solo volver a insistir en expresarte el inmenso amor que siento por ti . A veces este amor me ahoga y no puedo menos que llorar al no poder vivirlo junto a ti , pero eso es pasajero y vuelve a mí la confianza que este nuevo año pronto nos verá juntos, amándonos sin limitaciones y juntos ganándonos el sustento y el bienestar para nuestra familia . Te he dicho en otras n 123 n n Rolando Álvarez Araya n oportunidades cuán arrepentido estoy que mis ideas políticas nos hayan traído esta desgraciada situación y pese a tus advertencias es evidente que ya nunca más pensaré en otra cosa si no en mi obligación de hacer feliz a mi familia . No quiero que nunca más exista la posibilidad que nos volvamos a separar. Rosita querida, te quiero mucho, quiero tu valor, tu limpia y sana mente que tanto ha significado para mi felicidad , quiero tu amor por nuestros hijos, la ternura para con ellos y conmigo y también quiero tu cuerpo que junto con el mío aprendí los secretos del amor. Temo que si sigo escribiendo al respecto va a salir una carta para mayores de 21 años, pero no puedo guardarme esto sin decírtelo. Rosita, pronto nos veremos juntos nuevamente . Paciencia y valor. Saluda a todos, especialmente a mi Padre que cumple años el 4 de Enero y diles a todos sobre mi confianza en un pronto reencuentro. Rolando. P.D. Por favor mándame un Blue Jean , porque el pantalón café tiene dos agujeros de ventilación en las rodillas, y no quiero que el verde corra la misma suerte . Aprovecha de mandarme el libro de astronomía en inglés. También necesito lápices y algunos cuadernos. Asímismo una copia de la libreta de notas de Rosita y Alejandrita. Ahora si don Enrique me puede prestar un libro sobre transistores, sería maravilloso. Finalmente se me había olvidado decirte que el temblor de hoy no tuvo consecuencias de ninguna clase . n 124 n Epistolario de prisión Stgo. 4 de enero 1974 Mí querido Rolando: Te escribo ya desde la casa de mi mamy en la cual estoy viviendo desde el 30 XII. Y en la nuestra se trasladó Chely y Roberto. Estamos muy bien. Los primeros días los niños querían irse, pero ya eso lo superaron. En cuanto a mi trabajo, te contaré que me inscribí para atender por Sermena y creo que me irá bien. Rolando ponte muy orgulloso pues tu hija mayor sacó el primer lugar en su curso. Por esto recibió un regalo consistente en 2 libros de cuento. Ella estaba feliz. Y en la fiesta de fin de año del colegio bailó en una ronda. Si la hubieras visto lo bonita que se veía. Le sacamos fotos que una vez desarrolladas te mandaremos. No sabes Padre lo bien que me hizo verte, pues te veía muy bien, más gordo incluso. Esto me ha dado más fuerzas aún para seguir adelante y esperar, esperar... Ya presenté la apelación al Ministerio de Salud por tu calificación. Los niños quedaron matriculados en los mismos colegios mientras tanto, aunque yo creo porque así como van las cosas, tendré que hacer su traslado al barrio de mi mamy. Por ahora no tengo más novedades que darte, mi nueva dirección: Exequiel Fernández 2420 – Ñuñoa. Rolando cuéntame cómo fue el temblor por allá, nos asustamos mucho pues decían que era terremoto, pero después supimos que alcanzo grado 6. De todas maneras es fuerte y esas casas tan viejas en que Uds. viven. (Hay un dibujo de una casa con una chimenea y un camino hacia la entrada. Al lado dice: Esta casa la hizo Alejandra) n 125 n n Rolando Álvarez Araya n Padrecito recibe un abrazo muy fuerte por este nuevo año el espero que espero no nos sea tan adverso como el anterior. Te quiere mucho Rosa. 7 Chacabuco, 9 de enero 1974 Querida Rosita: El atochamiento del correo no ha permitido que reciba carta tuya desde antes de la Navidad . Me imagino que tú tampoco habrás recibido noticias mías. Bueno, ya llegarán tus cartas y tú recibirás las mías. Tengo confianza que no tendrás problemas económicos y que hayas podido solucionar los problemas y podido trabajar. Yo estoy bien , saludable y resignado, o mejor dicho acostumbrado a la vida en el campamento. Tengo confianza en que mi solución se defina y que pronto recupere mi libertad . Entre las menos actividades me he dedicado a la costura y llevo confeccionado 4 Jockeys con la tela de mis pantalones verdes que se gastó. Me han quedado bastante bonitos. Además estoy enseñándoles anatomía a 2 alumnos de Medicina, lo que me ayuda a mantener frescos mis conocimientos. Contamos con un tratado de anatomía y es una actividad que me agrada mucho. Recibí una carta de una mujer desconocida que se identifica como la esposa de un enfermo que había operado hace tiempo en el hospital . Su carta contenía una estampa de una Santa y manifestaba su preocupación por mi situación y el deseo de visitarte n 126 n Epistolario de prisión para ofrecerte su apoyo moral . Incluso me anuncia el envío de una encomienda. He tratado de recordar pero no logro saber de quién se trata. Su carta realmente me emocionó pues me parece dif ícil encontrar a alguien capaz de escribirle a una persona en mi situación , y el hacerlo revela un real agradecimiento por mi acción médica sobre su marido. Madrecita: una vez más te digo que te quiero mucho, que te añoro inmensamente y que tu recuerdo me acompaña permanentemente . Me da miedo este cariño tan grande que prácticamente no deja espacio para otros. Añoro y siento la lejanía de mis padres en forma muy intensa, pero lo que siento por ti no tiene medida. Que me perdonen mis viejos pero no quiero que tengan celos. Al fin y al cabo tu eres la madre de mis únicos nietos, y por lo tanto una hija más de ellos. Respecto a los niños, no sabes cuánto quiero verlos. Ya van 110 días de que no puedo sentirlos a mí alrededor. Quisiera poder ver las mejores (¿) escolares de mi hija mayor, y escuchar las primeras palabras del regalón . Quisiera poder ver las (¿) y genialidades de Alejandrita. Bueno pronto creo que podré hacerlo. Amorcito: Pronto nos veremos y olvidaremos esta pesadilla y nunca más nos separaremos. Saluda a mis padres, hermanos, cuñados, suegra y sobrinos. Se valiente y cuida a nuestros hijos. Rolando. P.D. Necesito con cierta urgencia: 1 Blue jean . Alpargatas. Fotograf ías tuyas. n 127 n n Rolando Álvarez Araya n Santiago, 10 de enero de 1974 Mi querido Rolando: Recién ayer acabo de recibir tu carta del 25 de diciembre. Y por lo que me cuentas, la Navidad fue celebrada en forma, aunque siempre con mucha pena por la separación. Yo no sé si te conté en la otra carta que llegué justo el 24 a las 20:30 hrs a la casa de tus padres desde Antofagasta. Fue una odisea el conseguir pasajes de vuelta, solo tenían para el 29 de diciembre, te imaginas. La otra posibilidad era un avión, pero el pasaje cuesta E17.200, ¡es carísimo!... resumiendo, al fin me vine en avión LAN [Chile], que demoró una hora 40’, en circunstancia que el bus demoró 22 horas. El dinero para el pasaje me lo prestó la colega en cuya casa me alojé. Se portaron maravillosos conmigo. Algún día la conocerás. Mi llegada constituyó toda una sorpresa, pues no me esperaban ya. Los niños ya habían abierto sus regalos y estaban todos desparramados por el suelo junto al árbol de Pascua. Las niñitas recibieron más muñecas de trapo preciosas de la tía Villa, además el Tata les hizo unas sillitas de playa para las muñecas. La abuelita Nené les hizo unos pollos, conejos de género muy bonitos. A Rolandito, el Tata le hizo un camión con acoplado muy lindo. Te contaré que tu hijo tiene una flota de autos, camiones, pues fuera de los que tú le mandaste, recibió otro camión de regalo de la Sylvia y el Tata se ha dedicado a refaccionarle todos los autos que no tenían ruedas, haciéndoles una de madera. Estaban muy felices. Ya después más tarde comimos los grandes, faltando solo tu puesto. Pero no lloramos, yo creo que cada uno en su interior se hizo el propósito de no claudicar, pues si uno lo hacía quedaba la escoba. No pusimos el disco de Noche de Paz. Brindamos con champaña pensando en ti, deseando tu pronto regreso y rogando para que esto nunca más nos vuelva a suceder. n 128 n Epistolario de prisión El año nuevo lo pasé en la casa de mi Mamy con Viera27 y el Tavo. Yo todo el tiempo pensando en ti y echándote mucho de menos. Ya sabes que estamos viviendo aquí. A nuestra casa se fueron ayer tus Padres y familia. Si, no te admires, resulta que Walchen se le cumplió el plazo que tenía para cambiarse y su departamento no se lo han desocupado. Así que no quedó otra cosa que ellos se fueran allá. Claro que no con todas sus cosas, pues donde las metían. El comedor lo vendieron íntegro, pues en el departamento tampoco les cabía. El living se los tienen unos amigos. La Villa se irá a dormir solo los fines de semana, pues le queda muy lejos de su trabajo. El Pancho se fue, no sé dónde. Tu hermano anda muy nervioso con todo este lío y justo coincidió con su doctorado, ya dio unos exámenes y ahora está preparando un trabajo científico para lo mismo. La Viera se va por fin hoy día y el Tavo yo creo que a fin de mes. Están felices. Ayer estuve en la oficina de informaciones del congreso y nos llegaró la lista de los primeros detenidos libres en Chacabuco y que están a la espera del transporte para venirse. Nos prometieron que posiblemente la próxima semana tendrán otra lista. Imagínate cómo nos sentimos todas las mujeres, madres, esposas, novias, etc., ante esto. Esto nos demuestra además que ya empezaron a revisar los casos. Ojalá que a nosotros nos toque muy luego esta tremenda alegría de saber tu libertad. En tu carta me dices de trabajar en cualquier cosa, te olvidas que tienes una profesión en la cual seguirás trabajando, si no en un hospital, por lo menos particular, que te significará entradas 27 Viera Vallejosova, esposa de Luis Gustavo Vallejos Guzmán, de nacionalidad checoeslovaca. n 129 n n Rolando Álvarez Araya n mucho mayores. Además está la apelación cuyo veredicto aun no sabemos. Te contaré que estoy aprendiendo a manejar, me enseña el marido de la Silvia. Según él soy una muy buena alumna. Tendrás la sorpresa cuando vuelvas que ya no tendrás la citroneta solo para ti. Fíjate que en este momento se me acerca Rolandito y me pregunta si esto es para el papá. Él ya sabe que yo escribo para el papá. Tu hijo está muy grande y habla mucho, los tres están muy grandes. A la Monina ya se le cae su 2do diente superior medio. Bueno padrecito, ya se me acabaron todas las copuchas, ahora no me queda más que despedirme de ti con todo mi cariño y con muchas esperanzas de que esto pronto acabará. Te quiere y besa tu esposa. Rosa. 7 Chacabuco, 13 de enero 1974 Querida Rosita: Recibí tu carta del 4 de enero, en la que cuentas del premio obtenido por Rosita. Es muy agradable saber que los desvelos y cuidados prodigados a nuestros hijos dan resultados y que podemos esperar con confianza que llegarán a ser personas de mundo. El primer fruto que obtuvo Rosita es una demostración de que nuestro matrimonio es exitoso y una medida más de nuestro amor. Quisiera que me contaras en detalle todos los aspectos de la ceremonia de entrega de premios, la reacción tuya , de la niña y del resto de la familia. Igualmente me podrían escribir sus n 130 n Epistolario de prisión impresiones mi papá, mi mamá, hermanos y otros familiares que asistieron . De esta manera podría formarme una imagen más real y casi podría pensar que yo también estuve presente . Me alegra saber que estás viviendo con tu madre y que el trabajo camina. Me tranquiliza el hecho que tengas a tu lado permanentemente a tu madre , porque te ayuda a sobrellevar dificultades y penas. Te recomiendo que le expliques a Roberto en forma clara el funcionamiento del receptor de radio, ya que puede equivocarse al apagarlo o prenderlo. En realidad no tengo nada más que contarte y solo puedo reiterarte mi amor y la confianza de que pronto volveremos a estar juntos. Hasta pronto mi amor. Rolando. 7 Chacabuco 21 de enero de 1974 Querida Rosita: Hoy cumplo 4 meses pero parece increíble que durante este tiempo no haya visto a los niños, a mis padres y solo he estado un par de horas contigo. Hoy también es el cumpleaños de mi madre , espero que tú no lo hayas olvidado. Sin embargo también este día me ha dado alegría: recibí el bonito pantalón y las alpargatas que me mandaste . Llegaron justo a tiempo, pues los otros acaban de expirar, perforados por todos lados, perdidos burdamente . Por lo tanto hoy estreno pinta nueva. n 131 n n Rolando Álvarez Araya n La vida en el campamento continúa sin variaciones, la comida es satisfactoria, me mantengo en el peso, y el trato de los militares es cordial y se esmeran por solucionar los problemas que se nos presentan . Por lo tanto debes estar tranquila y espera con paciencia el momento en que me toque quedar libre . Tú debes saber ya que hay personas que han quedado libres. Entre ellos Ángel Parra que ha sido despedido con mucho cariño por nosotros. Así como yo estoy bien , tú también debes cuidarte , especialmente si estás aprendiendo a manejar. La citroneta tiene ya 6 años y tiene sus mañas, por lo que debes decir a mi hermano que revise los frenos, que estaban un poco largos. No te olvides tampoco echarle aceite al motor, Shell x-100 20-30, cambiándolo cada 2000 kilómetros. Por el momento no necesito nada, si llegara a faltarme algo te lo pediré expresamente . Solo necesito saber que estás bien , que no te falta el dinero para los gastos de la casa y que me escribas contándome todas las pequeñas cosas que hagan los niños. Mándame más fotograf ías tuyas, de los niños y de mis padres. Cuéntame también cómo va el embarazo de Mónica. Recibí carta de María Elvira, cosa que me alegró mucho. Saluda a todos los familiares y amigos. Rosita, te quiero mucho y te echo de menos, pero pronto estaremos juntos. Un abrazo de tu marido. Rolando. Mamita: Espero que tu cumpleaños lo hayas pasado en compañía de tu hija y nietos, y que hayas sabido que yo también estuve contigo a través de la distancia. n 132 n Epistolario de prisión Pronto nos veremos y solo debes tener confianza y paciencia. Tu hijo. 7 Stgo. 21 enero 73 (Pero debe haber un error y es del ‘74) Mí querido Rolando: La semana pasada no te escribí pues lo he pasado muy ocupada, además te contaré que pasó un tiempo largo en que, al igual que tú, no recibí ninguna carta. Incluso llegué a pensar que no me escribirías porque estarías libre. Pero no es así, por ahora, pues tengo muchas esperanzas en que ahora podrás salir por fin en libertad. Como te conté en la otra carta, se nos mantiene informadas sobre los presos libres en una oficina de informaciones del congreso, además se puede escribir para entrevistas con el coronel Espinoza, me imagino que para aportar algún informe o documentos y así acelerar vuestros procesos o estadía en ese lugar. Yo tengo entrevista para el 25 de este mes, ojalá me vaya bien. Padrecito te mandé un paquete con una señora que viajo el 20 a visitar a su marido. Éste contenía 1 pantalón, 1 par de alpargatas, 2 cuadernos de 100 hojas y 3 lápices Bic. El sr. se llama Pedro Ormeño Hernández. En tu última carta del 13 I me pides que te cuente como fue la ceremonia de entrega del premio a Rosita por su 1er puesto. En realidad esto se hizo en la sala de clases donde solo estábamos los padres y la profesora. Fue algo muy sobrio. La Rosita no captó muy bien el significado del premio, solo se interesó en el regalo en si lo mostraba orgullosa a sus compañeros. Yo me sentí, n 133 n n Rolando Álvarez Araya n imagínate, muy emocionada, y pensé inmediatamente en ti que no podrás compartir de inmediato conmigo este orgullo. Fue una mezcla de pena y alegría. Soledad, por no tenerte a mi lado. Pero, pensé no importa nos quedan muchos años aun por delante en los que volveremos a vibrar juntos por estas cosas y otras. Te contaré que el Tavo se fue. Iba muy bien y dejó muchos saludos para ti. He progresado mucho en el manejo de la citroneta. Te diré que he manejado hasta la Villa Macul y de ahí por Quilín, la rotonda hasta [....] Avenida Egaña. No es ni parecido a cuando manejaba la Issetta. Lo que tengo que “pulir” es la salida en 1° sin el saltito. Rolandito por ahora no tengo más que contarte y todos los días pienso en que luego estaremos juntos por fin y tú debes pensar igual sin desanimarte, esto es lo más importante. Que el desaliento no penetre jamás en ti, o si trata de hacerlo deséchalo lo más rápido posible. La fe no la debes perder nunca y pensar en conservarte bien para nosotros que te añoramos mucho. Las niñitas están felices porque les estás haciendo pulseras. Te diré que Alejandrita me rompió la campanita que me hiciste, no sé cómo lo hizo. Chao padrecito, hasta muy luego y te confieso que mi cariño por ti se agranda cada vez más. Te besa Rosa. 7 n 134 n Epistolario de prisión 31 de enero de 1974 Querida Rosita : Hace 1 semana que fui interrogado nuevamente . Esta vez fue un interrogatorio tranquilo, cordial , sin presiones de ninguna especie . El teniente de Carabineros que me interrogó incluso fue muy atento y ofreció llevarte una carta mía que a lo mejor ya la has recibido. No te puedo negar que he concebido muchas esperanzas en este interrogatorio, pero no vale la pena creer que mi libertad es cosa de muy corto tiempo. En todo caso parece que la cosa se acerca a una definición y eso ya es una gran cosa. A lo mejor pronto nos veremos. Sigo sin novedades, orgulloso con mis pantalones nuevos y la rutina del campo no se modifica. El capellán me expresó que puedes dirigirte a un señor Fernando Salas en el arzobispado (calle Santa Mónica), y que es posible que te den trabajo estable en una clínica u hospital que depende de la Iglesia. Tú debes ver si eso te conviene . Amorcito, debes tener mucho cuidado al manejar, no quiero que tengas algún accidente . En realidad nada más tengo que contarte y solo espero con esperanza que la definición de mi situación signifique nuestra pronta reunión . Por favor cuéntame cómo estás de plata, cosa que me preocupa muchísimo. Saluda a toda la gente y diles que tengo la esperanza de poderlos ver muy pronto. Un fuerte abrazo de tu enamorado marido. Rolando. n 135 n n Rolando Álvarez Araya n Santiago 2 de febrero de 1974 Mí querido Rolando: Empiezo esta carta con el pensamiento de que sea una de las últimas que tenga que enviarte a ese lugar, pues han surgido en mi las esperanzas de que muy pronto estés libre entre nosotros. Me imagino que tú debes estar pensando lo mismo. Tanto tiempo separados, parece increíble cómo pasa el tiempo, ya van más de 4 meses. Tengo mucha fe en que esta vez sí se te hará justicia. Estos días que faltan para confirmar esta esperanza serán muy largos, pero como lo he hecho hasta aquí, sabré esperar una vez más. Padre, no te olvides de hacerle las pulseritas a tus hijas, pues están muy felices con esto. Los niños están muy bien, grandes. Fíjate que les sacamos unas fotos y han salido tan malas, pero de todos modos te mando algunas. Mi trabajo está muy bien, no nos falta nada. Y me he alegrado mucho que hayas recibido el pantalón que fue un regalo de la Villa y que además te haya quedado bien. Claro que no sigas engordando mucho, si no nada te quedará bien. La citroneta se ha portado bien hasta aquí y no te preocupes de que si hay que cambiarle aceite u otra cosa, pues tengo un magnifico asesor en tu hermano. Todo se lo consulto a él. Pienso sacar carnet de chofer este próximo lunes, ya veremos cómo me va. Ojalá que bien. Una muy buena noticia, la Mónica tuvo bien su guagua y fue mujer. Las dos ya están en su casa en perfectas condiciones. No te contaré cómo está Enrique, más chocho que si fuera el primero. Y sabes que nombre le puso? Afírmate, uno muy rebuscado para mi gusto, se llama Constanza Isabel ¿Qué te parece? La chica es muy bonita, no se parece a Enrique, con eso te lo digo todo. Otra n 136 n Epistolario de prisión novedad es la Mimi28, que ya tiene 4 meses de embarazo. Si la vieras, esta gordita con cara de Mamá, está feliz. Tus padres están muy bien, hermana, hermano. Mi mamy en iguales condiciones. Padre, te quiero mucho y no hallo las horas de tenerte con nosotros. Anteayer en la oficina de informaciones del Congreso me habló el Coronel Espinoza y me dijo que las personas que quedarán libres se estaba estudiando la forma en que serían traídos de vuelta, pues es un número de alrededor de 300. Dijo que se había pensado en que aquellos que quisieran su libertad en Antofagasta se les daría y así viajarían por sus propios medios. Ahora yo no sé como estas tú de dinero en caso de que salieras. Quizás si a través de un telegrama me podrías informar. Pues lo menos que necesitarías para viajar en bus son E5.000 o a lo mejor más, no sé a cuánto se reajusto el pasaje. Padrecito, tú pensarás que me estoy adelantando mucho y que a lo mejor no resulta. No importa, pero siempre hay que tener esperanzas. Chao padre, hasta muy luego, te besa Rosa. 7 Chacabuco 12 de febrero de 1974 Querida Rosita: Estos largos días transcurridos desde la visita del Coronel Espinoza y el mismo interrogatorio 28 Irma Vallejos Guzmán, hermana de Rosa Vallejos. n 137 n n Rolando Álvarez Araya n han sido muy largos. Las esperanzas de una pronta libertad hacen más insoportable la separación , pues uno desea permanentemente ser de los afortunados que se reunirán con sus familiares. No te niego que tengo confianza en volver pronto, pero lucho por no ilusionarme demasiado, ya que si las cosas no resultan como uno quiere , la pena es mayor. En la carta donde venían las fotos de los niños me doy cuenta que lo que tú sientes es muy parecido. Creo que lo mejor es no tener demasiadas esperanzas y pensar que aunque aún debamos seguir separados, algún día hermoso podré reunirme contigo, los niños y parientes, y entonces todo lo pasado dejará de tener importancia. Al respecto te revelo un poema hecho por uno de nosotros que me parece resume muy bien este pensamiento. Rosita querida, te quiero muchísimo y no puedo dejar de sentirme orgulloso de la mujer que es mi compañera. Cuando vi lo hermosos que están los hijos que me diste , cuando se ve que rebosan salud y alegría, me doy cuenta que has sabido reemplazarme con valentía y decisión Me alegra saber que la citroneta no tiene problemas mecánicos y que tú ya sabes manejarla. De todas maneras mucho cuidado, no vayas a tener un accidente . Buenas noticias las de Mónica y Enrique , es bueno que no haya habido problema. Respecto al nombre , no es tan complicado. Qué más te puedo decir, si no que debemos seguir manteniéndonos lo más enteros posibles para el día en que quede libre . Lo único que necesitaría serían algunos pesos. Si puedes mandarme un giro con la n 138 n Epistolario de prisión cantidad que puedas disponer sería bueno, mas siempre hay algunos gastos. Rosita querida, aún tengo la esperanza de llegar antes que esta carta, pero si eso no ocurre , no olvides que te quiero muchísimo. Rolando. P.D: Mándame franqueo. POEMA Cuando se haga familiar el paisaje Y conozca la calle el eco de mis pasos Cuando de puertas y ventanas se asome el vecindario Y el ladrido del perro anuncie la llegada. ¡Entonces olvidaré todo! Cuando el temblor de tu cuerpo convulsione el mío Y entre risas nerviosas se confunda el llanto Cuando tus senos, tu vientre , cansado por la espera Revivan en mi cuerpo. ¡Entonces, amor, lo olvidaré todo! Cuando en el pecho paterno se acurruque El cuerpo de los hijos Y sus caras morenas se partan en sonrisas Cuando busquen sus manos mi barba crecida ¡Todo lo olvidaré! Cuando en medio de la noche despierte sobresaltado Y no se escuche ya los roncos sonidos anhelantes Si no tú aliento Y no tenga junto a mí el frío Si no tu cuerpo cálido ¡Entonces de nuevo amor, lo olvidaré todo! Pero cuando los hijos crezcan Y las voces de otros niños Llenen la casa vacía n 139 n n Rolando Álvarez Araya n Cuando los árboles hayan mudado Sus hojas en mil veranos Cuando se curve tu espalda o la mía En cualquier momento En la tenue luz de un amanecer sombrío O en la dorada muerte de la tarde Surgirá furtivo, el recuerdo de un mal blanco Hiriendo las espaldas y el contacto con una tierra seca y polvorienta Querrá de nuevo el puño del miedo aterrorizar las vísceras Entonces surgirá vigorosa una palabra Un abrazo, un dolor compartido entre arpilleras. Todo, todo surgirá de nuevo Porque es recuerdo cincelado a golpe de sal De arena y viento. Y cuando este cuerpo ya cansado Se niegue a seguir con vida Más luminoso que nunca Surgirá el recuerdo de un pueblo abandonado Que revivió un día con las voces de unos hombres Que no se conocían y sin embargo eran hermanos. 7 Santiago 12 de febrero de 1974 Rolando Querido: No te había escrito antes pensando que muy pronto te tendría por aquí, pero no ocurrió así. Pero, yo creo que no debes perder la fe y las esperanzas de que en cualquier momento se te notifique tu libertad, pues según lo que se dijo aquí, esto seguirá ocurriendo. Tú debes seguir teniendo la moral muy alta, es tu obligación por nosotros, y piensa que nosotros desde aquí (Yo, n 140 n Epistolario de prisión tus padres, hijos, amigos) te apoyamos y te queremos cada vez más si es posible. Siempre estamos pensando en ti. Padre, te voy a dar un trabajo para que ocupes parte de tu tiempo, necesito lo antes posible tu Curriculum Vitae. En cuanto lo tengas me lo mandas. Tienes que incluir tu sabes, además del trabajo o prácticas realizadas, los trabajos científicos hechos, cursos de perfeccionamiento. Lo más detallado posible. Por favor no te preocupes por nosotros en lo que a dinero se refiere. Ya estoy trabajando momentáneamente y además recibiré ayuda de un grupo de colegas tuyos. Esto será una cantidad de dinero mensual que me permitirá vivir en forma holgada. En cuanto reciba este dinero te enviaré a ti, pues seguro que no tienes ni un escudo. Aquí en Stgo, el tiempo ya no está tan caluroso y se nota como va cambiando la temperatura. ¿Y por allá cómo está? Cuéntame qué haces siempre ¿sigues en el taller INACAP? ¿Practicas la medicina? Te contaré que la citroneta está muy bien, ya la sé manejar, pero no tengas miedo por mí porque no saldré a calles muy transitadas hasta que no esté muy segura de mí. Bueno padrecito, en realidad no tengo muchas novedades que contarte, solo quiero que estés bien y te sientas acompañado por mi cariño en todo momento. Las niñitas te mandan dibujitos. Te besa Rosa. 7 n 141 n n Rolando Álvarez Araya n Stgo 20 de febrero de 1974 Querido mío: Ayer recibí carta tuya y ya hacía más de una semana que no recibía y me hacía mucha falta este contacto tan sutil que tenemos, pero que nos estrecha mucho más en un vínculo indisoluble y para siempre. Son las 10 de la noche y acabo de acostar a los niños. Si los vieras, saltan, se arrancan y lloran por ir a la pieza de la Claudia a jugar con ella. No se cansan de jugar todo el día, sin descanso y Rolandito detrás de ellas. No sé si te conté que a la Rosita le dice “Mony” y a la Alejandra “Tandy” y a mí me llama Mamy. Ya habla mucho y aunque no lo creas se acuerda de su papá y pregunta por ti. Padrecito tienes que mantener siempre la esperanza que vas a salir, porque esto sucederá algún día, y espero que sea luego, tengo muchas esperanzas de nuevo para la próxima quincena de Marzo. Espera siempre con fe, pues es lo único que mantiene la moral alta. No me has contado qué te pareció el libro que te llevé. Si te aburrió, te divirtió, qué. Aunque yo creo que es un libro ante el cual es difícil mantenerse indiferente. Cuéntame sinceramente cómo lo encontraste. Te contaré que tu hermano está dedicado a leer libros de ciencia ficción como loco, pues está viviendo en una casa llena de estos libros, la tuya. Te insisto que me mandes tu Curriculum Vitae lo más luego posible. ¿Recibiste el giro que te mandé? Aquí estamos todos bien y mucha gente me pegunta por ti, amigos, pacientes y siempre te mandan muchos saludos. No tengo nada más que contarte. n 142 n Epistolario de prisión Recibe un beso y abrazo muy fuerte de tu mujer que te quiere mucho, mucho... Rosa. 7 Chacabuco, 23 de febrero de 1974 Querida Rosita: Hace 2 días se cumplieron 5 meses de mi ausencia del hogar. Es harto tiempo ya no me imagino cómo es vivir en una casa con todas las comodidades que antes parecían absolutamente indispensables. No te escribía desde hace como 10 días, pero debes entenderme: parecía casi inminente mi evacuación de Chacabuco y ya me veía llegando a la casa. No han sucedido así las cosas, pero aún no deja de ser posible que ocurra en cualquier día de estos. Confianza, pero tampoco crearse falsas esperanzas. Debes pensar que esto, dure lo que dure , es pasajero y que cuando nos veamos será para no volver a separarnos. Me encuentro bien , trabajando, incluso operando bastante frecuentemente . Muchos de los detenidos me piden que les extirpe lunares, verrugas y otras lesiones similares, por lo que casi no doy abasto. Tal vez me has visto en la TV, pues fuimos filmados en el hospital junto a otros colegas. Aunque mi amigo Raúl Díaz salió del campo, no estoy solo y tengo otras personas con las que juego y me relaciono. En resumen estoy bien de salud y ánimo, y espero confiado mi libertad , llegue esto pronto o no tan luego. Tú debes hacer lo mismo. Rosita, me preocupa el colegio de Rosita chica. n 143 n n Rolando Álvarez Araya n Trata de hacer lo posible para que siga en la misma escuela, que me parece es buena. Me llegó el giro con los 10.000, con lo que he comprado arroz, huevos, tallarines, cigarros y otros manjares. Gracias. Mejor no te pregunto qué sacrificio tuviste que hacer para mandármelos, pero me vinieron muy bien . En realidad no tengo nada más que contarte , excepto que te quiero mucho, creo que te lo demostraré cuando vuelva , así es que prepárate . Por favor saluda a toda la gente , a mis padres, hermanos, cuñados. A tu mamá dale las gracias por tenerte en su casa. Amorcito: hasta pronto, te quiero mucho. Rolando. Pd: Incluye carta para Rosita, único regalo de cumpleaños para sus 7 años. Pd: Chitas los niños lindos que tenemos, ya tengo guatones a mis compañeros de casa mostrándole las fotos. 7 Stgo 4 de marzo de 1974 Mí querido Rolando: Ya hace más de 10 días que no recibo carta tuya y esto me tiene muy inquieta, pues generalmente recibo una por semana. ¿Qué pasa?, ¿cómo estás? No sé cómo podría averiguarlo. Solo me queda esperar el cartero y espero que esta semana que empieza me traiga noticias tuyas. He sabido por otra Sra. que tiene su hijo allá que tampoco ha recibido nada, así es que la demora es para todos, me imagino. n 144 n Epistolario de prisión Aquí los días pasan y pasan. El pasado 27 [de febrero de 1974] la Rosita cumplió 7 años. Le celebramos su cumpleaños en compañía de todos sus primos. Estaba feliz con sus regalitos, tú sabes como es. Le sacamos fotos que una vez desarrolladas te enviaremos. Ya hice el traslado de colegios, a una escuela cerca de nuestra casa, están matriculadas. Rolandito solamente quedó sin matricular, pues en el nuevo colegio no hay para niños tan pequeños. Hace unos días televisaron Chacabuco con sus distintas dependencias, la pulpería, la piscina y al conjunto. Claro que esto me lo contaron porque yo no lo vi, para mala suerte. Padre, tengo tantos deseos de verte como no te imaginas. He soñado mucho contigo. Y si hay más visitas por allá será muy difícil que yo pueda ir por mi horario de trabajo y queda tan lejos. Tienes que mandarme a decir lo que te vaya faltando para enviártelo. No sé aún si recibiste un giro que te envié. Te contaré que ya tengo carnet de chofer, estoy muy orgullosa, aunque reconozco que me falta mucho aún para manejar bien. No me atrevo a salir al centro, es demoniaco. El examen fue muy fácil. Te mando una foto que me sobró de las que tenía que llevar para el carnet, por eso estoy con anteojos. Tus padres y hermanos están muy bien. La Rosita me preguntaba por qué no le habrás escrito en las últimas cartas. Ya no tengo más novedades que contarte. Por favor Padre escríbeme aunque sea poquito. Me haces mucha, mucha falta y las cartas son lo único que tengo de ti en estos momentos. Aunque de repente te sientas depresivo escríbeme y cuéntamelo, eso hace bien. Pues creo que a veces yo lo he hecho también. Son cartas que te han sorprendido según tú, pero yo me he sentido mucho mejor después que te he escrito lo que siento. Lo único n 145 n n Rolando Álvarez Araya n que te pido es que nunca pierdas la fe en que algún día se te hará justicia como te lo mereces. Chao Padrecito, te quiero mucho, mucho... te besa y abraza tu mujer. Rosa. 7 Stgo 11 de marzo de 1974 Querido Rolando: Ya hoy día empiezan tus hijas sus clases. Están muy felices y ansiosas por empezar luego. La Mony no ha dicho nada porque fue cambiada de colegio, espero que todo ande bien. Estuvimos repasando matemáticas y está muy bien. Claro que aún confunde la d con la b, espero que con la práctica esto lo supere luego. La Alejandrita va al Kinder junto con la Claudia, imagínate como están. Van a una escuela que está a 4 cuadras de la casa, eso es maravilloso, pues no tendremos el problema de ir a dejarlas o ir a buscarlas. Averigüé que tu causa está “en revisión” y que de esto saldrá una decisión final, que creo, este mes lo sabremos. Ojalá que así sea, pues después de seis meses lo único que uno desea es tener algo concreto, ¿no es así? Creo que está de más decirte que sea cual sea esta decisión final, la sabré afrontar y tú también me imagino. Como bien dices, no importa cuán larga sea nuestra separación, pues llegará un día en que nuevamente juntos olvidaremos esto, no importa cuánto tiempo haya transcurrido. Rolando, cuéntame cómo estás de zapatos, ropa interior, camisas, otra chomba, etc. Por favor dime lo cierto, pues aquí tienes más ropa y no se trata de comprar más. Próximamente n 146 n Epistolario de prisión habrá un paquete con una señora que viaja. Yo desgraciadamente no podré hacerlo por mi trabajo. 13 de marzo Aún no te mando la carta y te cuento más novedades. No sé si te conté que la Mónica controla a la Constancita (qué difícil) con nuestro pediatra. La llevó el 1º al cumplir los dos meses de edad, y éste le dijo que la niña tenía un soplo cardiaco de cierta importancia, que no ha pasado. Si a los tres meses aún continúa le harán un electro y una radiografía de tórax. Imagínate cómo están Mónica y Enrique, es como mucha mala suerte, ¿no es cierto? La Mónica la cuida y mima como si fuera su único hijo, y esto fue precisamente lo que el Dr. le dijo que no hiciera, pero yo creo que es muy difícil en un caso así no hacerlo. Las niñitas ya han ido 3 días a la escuela. La Mony, tú sabes cómo es, tímida pero amistosa, aún no tiene amiguitas dice, pero yo creo que todo irá bien a medida que se vaya acostumbrando. Alejandra está feliz, ya aprendió una canción. Bueno Padre ya no te escribo más y mañana mando esta carta. Recibe un fuerte, fuerte abrazo y besos. Te echo mucho de menos y cada día te quiero más. 7 Chacabuco, 11 de marzo de 1974 Querida Rosita: Hoy he recibido tu carta del 4 del presente , en la que viene tu foto y que ya está colocada en el marco al lado de mi cabecera. En realidad ha habido problemas con la correspondencia y esa debe ser la explicación por no haber recibido noticias mías. n 147 n n Rolando Álvarez Araya n En realidad he mandado una carta semanal y creo que pronto las recibirás. Incluso una carta lleva un mensaje de cumpleaños para Rosita. Yo estoy muy bien , f ísica y mentalmente , incluso me estoy arreglando unas muelas que estaban un poco averiadas. En realidad me encuentro extraordinariamente bien , esto podría sonar como algo insólito para ti , pero estoy tranquilo pensando en que no te falta dinero, que mis hijos tienen lo que necesitan y que tú cuentas con el apoyo de mis seres queridos. ¿Qué me falta a mí? Tú, mis hijos, mis padres, mis amigos y parientes. Pero esa falta es temporal y cuando se produzca nuestro encuentro todos estos meses amargos se olvidarán . No temas que me desespere , he alcanzado un grado de paz interior que me hace tolerar la separación y no me frustra demasiado el no haber sido incluido aún en las listas de gente en libertad . Aunque eso se demore , algún día llegará. Tú debes pensar igual , debes trabajar, amar y cuidar a nuestros hijos y tranquilizar a mis padres, diles que me esperen con confianza, que su hijo está bien y que su recuerdo es una inmensa ayuda para mí . Me dices que me quieres mucho, pero no creo que sea mucho más de lo que yo te quiero a ti . Sueño permanentemente contigo y me relajo recordando nuestros mejores momentos y me preparo con santa paciencia para demostrarte mi cariño cuando llegue a la casa. Pienso con profundo placer en el abrazo que te daré en la puerta de la casa y en el llanto de alegría que será incontenible . Pienso en la cara de alegría de mi Monina, de Alejandrita y de la cara de sospecha que pondrá Rolandito cuando vea ese hombre que a lo mejor ya ni recuerda. Me imagino a n 148 n Epistolario de prisión mi padre , a mi madre y mis hermanos, a tu madre y el resto de los parientes. Pienso en todo eso y no puedo menos que llenarme de alegría. Si eso no ocurre pronto, no importa, ocurrirá. Te lo repito Madrecita, estoy bien y no debes preocuparte por mí . Trata de olvidarte que estoy preso y que más bien estoy becado en el extranjero y que nuestra separación no tiene gran importancia. Te contaré que me he dedicado, entre otras cosas, al diseño de muebles y que he fabricado para mi casa chacabucana, un amoblado de living que ha causado sensación . Ahora diseñaré un dormitorio con una cama de dos plazas que creo que será muy bonita y que se inspira en el de la cabaña de Reñaca en que estuvimos el año pasado. Sigo trabajando en el Policlínico y me he dedicado a sacar lunares, verrugas, lipomas y otras operaciones de este tipo, y aún conservo la habilidad normal . En fin Rosita, no te preocupes por mi , tu marido se conserva en buenas condiciones y espera con paciencia su libertad . Pronto nos veremos y eso es lo único que debemos pensar: en lo felices que seremos. Te abraza tu marido que te quiere muchísimo. Rolando. Rolando Álvarez Araya, Pabellón 19 casa 83. P.D. no trates de venir a verme , ni me mandes nada, porque no necesito nada más que tu amor. Si algo me faltara, te lo haré saber. Para Rosita chica: Querida hija, te mando este dibujo de la casa donde vivo. La dibujó un amigo que me quiere n 149 n n Rolando Álvarez Araya n mucho y que también te quiere a ti . Muéstrasela a la Alejandrita y Rolandito y diles que yo vivo en la tercera puerta. Cuida a tu mamita y tus hermanitos hasta que yo llegue . 7 Santiago 19 de marzo de 1973 Rolandito: aprovecho que Roberto tiene que viajar a Antofagasta para mandarte algunas pocas cosas, y espero que pueda conseguir permiso para visitarte. Aquí ya las inscripciones se cerraron. Van tus bototos que me habías pedido hace tanto tiempo y que me imagino que ya tu ropa estará muy gastada por lo que creí obligación mandarte este paquete. Tienes que mandarme decir qué es lo que más falta te hace. Aquí estamos todos muy bien, sin problemas. Los niños en el colegio y yo trabajando y solo pensando en el día en que te volveré a ver. Chao Padrecito, te quiero mucho, mucho. Rosa. 7 Chacabuco, 24 de marzo de 1974 Querida Rosita: He sido gratamente sorprendido con la visita de tu hermano. Imagínate mi sorpresa al ser llamado. Roberto te contará que llegué de lo más arregladito y perfumado y arrepentido de haber comido cebollas a la hora de almuerzo. Sin embargo no creas que me decepcionó el no verte a ti . No, yo prefiero seguir esperando hasta n 150 n Epistolario de prisión que la próxima vez que nos veamos no tengamos que despedirnos al cabo de unas pocas horas. Me vino muy bien la llegada de los bototos y de los billetitos. Los primeros son muy buenos para las horas frescas de la mañana y la noche y los segundos se han transformado ya en chancho chino y cigarrillos. Rosita querida, estoy bien anímica y f ísicamente , Roberto estoy seguro que te lo confirmará. No necesito nada más de ropa ni ninguna otra cosa. Debes seguir esperando con paciencia y trabajando por nuestros niñitos, ya que cada día que pasa es uno menos de separación . Confianza. Desde que llegó la TV, estoy viendo patrulla juvenil y trilogía policial , la primera los lunes y la segunda los jueves, como creo que son los mismos horarios que en Santiago, cuando tú los estés viendo piensa que yo también lo estoy haciendo. Rosita: No tengo nada más que contarte y por milésima vez te reitero mi amor y te recomiendo paciencia y confianza. Te abraza tu marido: Rolando. 7 Santiago 5 de abril de 1974 Mi querido Rolando: No te había escrito pues como tuviste la visita de Roberto, he pensado que él te habrá dado noticias muy frescas nuestras. En general estamos bien, sin grandes problemas, claro que sin ti. Las niñitas se acuerdan mucho de ti y no te olvides de escribirle a la Rosita, pues ella es la primera en abrir tus cartas y buscar si n 151 n n Rolando Álvarez Araya n le has escrito. Te mando unas fotos de ellas tomadas por la Cristy en su casa y con nuestra máquina, están muy buenas no crees? Lo único que las que aparecía yo se echaron a perder, así que no podrás tener por ahora otra foto mía. Aquí ya se hace notar el otoño en los primeros fríos y días nublados. Por allá me imagino que el tiempo será más parejo, y si necesitas ropa más abrigada, por favor házmelo saber. Roberto tiene que viajar nuevamente a Antofagasta y si puede irá a verte. Yo he pensado ir en Semana Santa, si es que los viajes están permitidos, aun no se, pues los tres días son muy poco, pues el lunes a primera hora debo trabajar. Veré si puedo arreglármelas de alguna forma. No te imaginas los deseos que tengo de verte, aunque sea por algunas horas. Aunque ahora es muy distinto a como fue cuando viajé en diciembre. He sabido que las visitas son más largas y con más libertad. Por ahora no tengo nada más que contarte. Solo deseando que esto acabe de una vez. Te quiero mucho. Rosa. P.D: No te mando estampillas, pues en correo central no hay, solo máquina. 7 Chacabuco, 5 de abril de 1974 Querida Rosita: Ha pasado otra semana más sin mayores acontecimientos. Sigo con muy buena salud y mi ánimo se conserva bueno. El clima no muestra cambios en relación a las veces anteriores, por lo que la ropa y calzado que tengo son apropiados. En las últimas 2 semanas me he pegado unos banquetazos con chancho n 152 n Epistolario de prisión chino, arroz y fideos que he comprado con la platita que me mandaste . En resumen estoy bien ya no necesito nada. Te reitero que lo único que necesito es saber que tú, los niños y mi familia estén bien y que tengan la paciencia para esperar mi vuelta sin flaquear. Conf ío que esto ocurra pronto y que finalmente podamos olvidar muy luego estos amargos meses. He pensado mucho en el colegio de los niñitos y ojalá que una vez en la casa puedan volver a su antigua escuela, que me parece mejor que a la que están asistiendo. Conf ío que esto podrá ocurrir. He estado imaginándome el momento que nos encontremos de nuevo, pero no he logrado hacerme una idea clara como van a ser esos primeros días. Tendré que acostumbrarme de nuevo a mil pequeñas cosas agradables de las que he estado privado estos meses, cosas tan simples como un vaso de agua con hielo, comidas deliciosas y por sobre todo tu compañía y la presencia de los chiquillos. Debes estar segura que eso será un adecuado remedio a todas las penas y sinsabores y que bastarán unos instantes contigo para que todo lo anterior pase solo a ser un mal recuerdo. Debes convencerte que nos esperan muchos años alegres y que cuando envejezcamos mirando a nuestros hijos crecidos estos solo serán tan poco importantes como el recuerdo de haberme apretado un dedo en una puerta, por ejemplo. Rosita, te quiero mucho, cada día más y eso es lo único que vale la pena que pienses. Te abraza muy fuerte tu marido Rolando. Rolando Álvarez Araya. Pabellón 19, casa 83. n 153 n n Rolando Álvarez Araya n Santiago 8 de abril de 1974 Mí querido Rolando: De nuevo Roberto tiene la oportunidad de viajar a Antofagasta y por ende tratará de visitarte. Yo no iré, pues mi tiempo es muy estrecho. Te mando tu pipa y un poco de tabaco, ojalá te guste. Igualmente otro pantalón que me fue regalado por la Toya, pues le quedó corto a Germán. Me imagino que a ti te quedará bien. Tu mamá te hizo unas galletas que están del uno. Ojalá lleguen bien. Rolando, nos dijeron en el Congreso que a más tardar el 16 tendremos una respuesta concreta a la situación de cada uno de ustedes. Chao Padrecito, te quiero mucho. Rosa. 7 [FECHA POCO CLARA, DICE: I 20 04] Querida Rosita: Hoy he sido re interrogado y espero que esto me acerque al momento en que podamos reunirnos en nuestro hogar. El trato fue muy cordial y te repito que las esperanzas de libertad renacen en mí . Estoy bien de salud , tanto f ísica como mental , e incluso, tal vez haya engordado un poco. Sin embargo el pantalón que me mandaste me quedó perfecto. No quiero crearte falsas ilusiones, pero tal vez no esté muy lejano el día en que pueda abrazarte a ti , los niños y mis padres. Confianza, paciencia y valentía para enfrentar estos días malos que algún día olvidaremos. Rolando. n 154 n Cartas a los hijos Cartas a los hijos 7 Este cuento es para que Rosita se lo lea a Alejandrita y Rolandito. El papito antes de casarse con la mamita tenía una moto. Esta moto era de color negro y el asiento era rojo. La mamita nunca quiso subirse a la moto porque le daba miedo. Después el papito vendió la moto y se compró un huevito azul . En este huevito azul el papito y la mamita se fueron a Talca cuando se casaron . Cuando iba a nacer la Rosita, el papito vendió el huevito porque era muy chico y no cabía la cunita que le habíamos comprado a la Rosita. Se compró un auto rojo que era muy malo y que pasaba enfermo y el papito rabiaba mucho porque tenía que irse en micro al hospital . Cuando iba a nacer Alejandrita, el papito cambió ese auto por una citroneta, la misma que tiene todavía. Y en la citroneta caben el papá, la mamá, la Rosita, Alejandrita y Rolandito. También caben las maletas cuando vamos a la playa. ¿Te gustó el cuento? Pinta el cuento y se lo lees a tus hermanitos [ña carta viene con cuatro dibujos, la moto, el huevito, el auto rojo y la citroneta]. Rosita yo se que te estás portando bien y que cuidas a tus hermanitos. Dale un besito a tu mamita y a tus abuelitos. n 157 n n Rolando Álvarez Araya n 7 Monina Quiero que me escribas una carta bien larga. En esa me mandas dibujos bien lindos, con hartos colores. También debes contarme cómo te fue en la Escuela y qué notas te sacaste . Cuéntame qué te regalaron para la Pascua y si te gustó el regalo que mandé con la mamita. Dile a Alejandrita que también me mande hartos dibujitos, porque me gustan mucho. A Rolandito debes cuidarlo y no dejar que se porte mal . Quiero que me digas si quieres que te mande dibujos y qué cosas quieres que te dibuje . Chao Rosita y no te olvides que papito te quiere mucho. Tu Papá n 158 n Cartas a los hijos 7 Rosita Álvarez Vallejos Querida Monina estoy muy contento de saber que vas a pasar a segundo año y que te has portado bien . Ojalá que te guste el dibujo que te mando. Yo no soy muy bueno para dibujar, pero se parece harto a la casita de nosotros. Si te fijas bien , vas a ver la citroneta y hasta el columpio. No pude dibujar la casita que les hice para jugar. La mamita me contó que lloraste con el cuento que te mandé . No debes llorar porque a tu mamá le da mucha pena. Sigue portándote bien , cuida a tu mamita y dale muchos besitos a los abuelitos. Dile a la Alejandrita que la quiero mucho y un abrazo bien fuerte a Rolandito. Yo voy a llegar luego así que estén muy contentos. Tu papito. n 159 n n Rolando Álvarez Araya n 7 Señorita Rosa Álvarez Vallejos Me ha dado gusto saber que sacaste el primer puesto en el curso y que la señorita Jeanette te dio dos libros como premio. Esto se debe a que eres una niñita buena y estudiosa . Cuando me acuerdo de todos los largos ratos que pasamos en la pizarra aprendiendo a leer y escribir, me alegro mucho de haberte ayudado a ganarte ese premio. Debes seguir portándote bien y ayudar a tu mamita, cuidando a tus hermanitos. Dale muchos besitos a la abuelita Irma, al Tata y a la abuelita Nené . Te quiere mucho Tu papito. n 160 n Cartas a los hijos 7 Rosita linda: ¿Cómo te has portado?. Yo creo que te has portado muy bien porque eres una niñita muy buena. Yo te estoy haciendo una pulsera muy bonita y otra igual para Alejandrita. Cuando la termine te la voy a mandar en una encomienda. Dale muchos besitos a tu mamita, a tus abuelitos y a tus tíos y diles que yo los quiero mucho. Tu papito 7 Señorita Rosita Álvarez Vallejos Querida Moni: ¡Feliz cumpleaños! [27 de febrero de 1974]. Cumples siete años y ya eres una niñita grande . Así me di cuenta cuando vi las fotos que me mandó la mamita. Estás muy grande y bonita. También Alejandrita y Rolandito están muy lindos. Yo estoy muy bien , te echo de menos, pero pronto estaré contigo y te voy a dar muchos besitos. Sigue portándote bien y cuida a tu mamá y hermanitos. Chao y hasta luego. Tu papito n 161 n n Rolando Álvarez Araya n 7 Rosita Álvarez Vallejos Me gustó mucho la casa, el sol y las flores que me mandaste . He sabido que confundes la “d” con la “b” y que le pones la panzita al revés. No olvides que la d es para el lado de la mano con que tú escribes. Dile a Alejandra que me gustó mucho el dibujo que mandó, lo mismo que las rayas de Rolando. Monina: tu papito te quiere mucho, pero todavía no puede volver. Vas a tener que seguir durmiendo en mi cama para cuidar a tu mamá. Además, debes enseñarle a Alejandra, porque no puede ir al colegio. Chao Rosita 7 Para la mamá Rosita, no sabes cuanto siento no estar para el cumpleaños de Alejandra [18 de diciembre de 1973], por favor cómprale algo y dile que yo se lo mandé . Para la Pascua saluda a todos los que han sido nobles con nosotros, Aliste , Escobar, ambos hermanos, el Dr. Girón y cualquier otro que se haya acordado de mí en esta situación . De más está decir que mi recuerdo y cariño también se extiende a la familia, que veo crece día a día. Especialmente a tu mamá, mis hermanos, cuñadas y cuñados. Deseos de éxito para Mónica. Hasta pronto Madrecita n 162 n Cartas a los hijos 7 Señorita Rosa Álvarez Vallejos Querida hija: me ha dado mucho gusto saber que vas a pasar a segundo año y que ya sabes leer y escribir. Cuando vuelva me vas a tener que leer tus libros de cuentos. Ahora que yo no estoy, tienes que enseñarle las letras a Alejandra, igual como yo te las enseñé a ti . Te mando un dibujo de un trencito para que lo pintes. Para Alejandra va un buque y un avión para Rolandito. También recibí tus dibujos y los de tus hermanos, muy bonitos, pero serían más bonitos si los pintaras con lápices de color. Sigue portándote bien y cuida a tus hermanos. Para la Pascua le das hartos besitos a tu mamá, hermanos, abuelitos y tíos. Chao Rosita. Tu papito que te quiere mucho. A la Alejandrita dile que le voy a escribir cuando aprenda a leer y que ahora solo le mandaré dibujos. n 163 n Fotos familiares Fotos familiares Osvaldo Álvarez (“Walchen”), Elvira Araya (“Nené”) y Rolando Álvarez. Rosa Vallejos y Rolando Álvarez en el día de su matrimonio. n 167 n n Rolando Álvarez Araya n Fiesta de matrimonio de Rosa y Rolando. Se pueden ver, de izquierda a derecha, Irma Guzmán (primera de la izquierda), María Elvira Álvarez (a la derecha de Rolando), Mónica Vallejos Guzmán (entre Rolando y Rosa), Irma Vallejos Guzmán (semitapada, atrás de Rosa) y Eugenio Vallejos (antepenúltimo) Fiesta de matrimonio de Rosa y Rolando. De izquierda a derecha, aparecen Elvira Araya (“Nené”), Rolando Alvarez (“el Tata”), Irma Guzmán y Eugenio Vallejos. n 168 n Fotos familiares Rosa y Rolando en Talca, a fines de la década de los sesenta. Rosa Vallejos. n 169 n n Rolando Álvarez Araya n De pie, Elvira Araya, al lado Rosa Álvarez Vallejos. Sentados, Rolando Álvarez (Tata) y Rosa Vallejos; en brazos de ésta, Alejandra Álvarez Vallejos. Rolando Álvarez (“Tata”) con su nieto Rolando Álvarez Vallejos. n 170 n Fotos familiares Rosa Álvarez Vallejos y Alejandra Álvarez Vallejos. Rolando Álvarez (“Tata”) con su nieto Rolando Álvarez Vallejos. n 171 n n Rolando Álvarez Araya n Alejandra Álvarez Vallejos y Rosa Álvarez Vallejos. Rosa Álvarez Vallejos. n 172 n Fotos familiares Rosa Álvarez Vallejos. Alejandra Álvarez Vallejos. n 173 n n Rolando Álvarez Araya n Carta de Rolando Álvarez Araya a Rosa Vallejos, del 22 de noviembre de 1973. n 174 n Fotos familiares Carta de Rolando Álvarez Araya a Rosa Vallejos del 10 de diciembre de 1973. Los borrones corresponden a la censura a la que era sometido el intercambio epistolar de los prisioneros políticos. n 175 n n Rolando Álvarez Araya n 176 n n Fotos familiares Carta de Rolando Álvarez Araya a Rosa Álvarez Vallejos. Es el cuento de los autos del papá. n 177 n n Rolando Álvarez Araya n De Rolando Álvarez Araya a Rosa Álvarez Vallejos. n 178 n Fotos familiares Árbol de Pascua hecho por Rosa Álvarez para su padre ausente. Navidad de 1973. n 179 n n Rolando ÁlvaRez aRaya n Dibujo de “El Principito” enviado por su papá a Rosa Álvarez Vallejos. Se puede leer: “Rosita. Te mando este dibujo del Principito para que lo pintes. Los colores cópialos del libro”. n 180 n Fotos familiares De izquierda a derecha, Rosa Álvarez Vallejos, Rosa Vallejos Guzmán, Rolando Álvarez Araya, Alejandra Álvarez Vallejos y Rolando Álvarez Vallejos. Rosa y Rolando y sus cinco nietos. De izquierda a derecha, Rosa Vallejos Guzmán, Martín Alegría Álvarez, Rolando Álvarez Araya, delante de él Fernando Álvarez Gajardo y Rolando Álvarez Riscal. Hincadas, Zoé Gálvez Álvarez e Imara Álvarez Garrido. n 181 n