APRENDER RAZONAR Y ANALIZAR

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APRENDER, RAZONAR Y ANALIZAR PARA PODER ADMITIR
Cómo el dolor, la infelicidad y los trastornos físicos son los elementos
purificadores que la Ley de Causa y Efecto utiliza para hacernos abrir los ojos
del Alma y la Conciencia espiritual, para darnos cuenta que lo que hicimos o
dijimos no era correcto, no era armónico con la Ley Divina y por consecuencia
nos perjudicaba, nos dolía. El dolor físico o moral era esta advertencia. Así que
si podemos entender esta realidad podremos deducir que nuestro deber, lo que
debemos hacer para nuestro bien y provecho, es vigilar toda energía que salga
de nosotros, ya sea en forma de palabras, de pensamiento, de deseos, de
acciones o de sentimientos, para procurar que no sea negativa y pueda ser
causa de dolor a otro Ser, ya que si producimos dolor a otra persona la Ley de
Causa y Efecto, más tarde, en otro momento o quizás en otra encarnación, nos
hará llegar el efecto que nuestra energía habrá producido y nos hará pasar las
situaciones de dolor que habíamos generado y nos lo hará pasar como lección
que necesitamos para que seamos conscientes del error producido y tomemos
la decisión de enmendarlo, sustituyen el error o la ignorancia, por conocimiento.
Se trata que entendamos que no estamos encarnados aquí, en este Mundo,
para vivir la vida de manera cómoda, agradable o feliz posible, como la gran
mayoría de seres creen y piensan, sino que estamos encarnados en un cuerpo
físico, por un tiempo determinado, para aprender, aprender y aprender de
continuo, las lecciones que las situaciones de la vida nos presentará porque
son las lecciones que necesitamos para nuestro progreso espiritual, lecciones
que nos deben dar el nivel (que la Ley de Jerarquía Espiritual) necesita para
nuestra evolución y grado para alcanzar los Mundos Superiores, las lecciones
que aumentarán los grados de conocimiento y de sabiduría que impulsarán
nuestra evolución.
Debemos aceptar y no intentar eludir el dolor que nos pueda venir, ya sea en
forma de enfermedad, de trastorno físico o de dolor espiritual o moral, porque el
dolor es el indicador que nos avisa que algo que hemos hecho no es correcto,
no es armónico con la Ley Divina. Decíamos que lo correcto, cuando se tiene
un dolor, físico o moral, es analizar y razonar de donde viene, qué es lo que lo
ha generado, cual es la causa que lo ha producido, para que, una vez conocida
la misma, podamos rectificarla y, si es posible, anularla y no volver a incurrir en
el error en el futuro. Esta es la forma de apartarnos de facto del dolor, del
sufrimiento y de la infelicidad para siempre.
Pero cuando hacemos estos análisis para entender la razón por la cual pasan
las cosas, nos damos cuenta que lo que aparece como determinante, como
regulador de los efectos, son las Leyes Divinas, en este caso la Ley de Causa y
Efecto, que junto con la de Afinidad Vibratoria se nos manifiestan. Nos damos
cuenta que las Mismas determinarán con exactitud el grado de desviación de
nuestros actos en relación a la Ley de Amor, que es la Ley Divina
Fundamental, y fijará exactamente las consecuencias o los efectos que deben
producirse a causa del error y veremos que el mecanismo de exactitud nos
demuestra lo siguiente: Nosotros al actuar erróneamente, al actuar de forma
contraria a la Ley, lo que hemos hecho es romper una armonía, romper un
equilibrio, la balanza de nuestro Ser interno se ha desequilibrado con nuestra
acción y la Ley de Causa y Efecto nos impulsará hacia el restablecimiento del
equilibrio. Esto quiere decir que la Ley nos hará pasar las lecciones necesarias
hasta que consigamos restablecer el equilibrio. Cuando el equilibrio interno
está restablecido, el dolor desaparece y esto indica que nuestro Espíritu ha
asimilado la lección, que es el objetivo del dolor o sufrimiento, pero la forma
como recibiremos el dolor y la clase de dolor que será recibido, viene
determinado por la Ley de Afinidad Vibratoria, que es la que relaciona nuestras
energías emitidas con las energías afines a ella y, por ello, veremos que el
dolor que hemos causado es el mismo que vendrá a nosotros.
Cuando nosotros analizamos estas consecuencias, nos damos cuenta que la
presencia o manifestaciones de la Ley Divina es lo relevante, es lo que
determina la razón de los efectos, y este razonamiento nos conduce a ver y a
deducir, que todo en la Creación está sujeto a un Orden, a un Equilibrio y a una
Armonía y que las Leyes Divinas son las energías que aseguran que se
mantenga y se restablezcan, en todo lo creado, el Equilibrio, la Armonía y el
Orden, que la ignorancia humana pueda romper con sus acciones.
La deducción lógica que podemos hacer de todo cuanto estamos analizando es
que lo correcto, lo útil, lo necesario, lo conveniente, para que podamos
continuar progresando con naturalidad, es procurar que en todo momento y en
toda circunstancia, nuestras energías sean lo más armónicas posibles con las
Leyes Divinas, que todo cuanto salga de nosotros no se halle en oposición a la
Ley sino en concordancia con Ella. Podemos darnos cuenta, si somos sinceros
con nosotros mismos, que nuestra ignorancia nos hace mover, en la mayoría
de los casos, en una actitud que no es armónica, porque actuamos por
egoísmo, por vanidad, por orgullo, por resentimiento, por engreimiento y por
soberbia, produciendo enemistades, luchas, enfrentamientos, separaciones y
todo un conjunto de actos de desamor.
Es así como vemos en todos los estamentos sociales, tanto en los sectores
ilustrados como en los campos de poco conocimiento, tanto moral como social,
donde los seres humanos se enfrentan y se separan con fuertes enemistades,
tanto los que son familia, como los que se unieron por amor, como los que son
socios y se unieron en un trabajo colectivo por negocios o amistad. La mayoría
de los seres humanos tienen recelo o enemistad y no se hablan con otras
personas. Para evitar que repitamos estas situaciones en nuestro hacer diario,
que aunque no seamos conscientes de ello, nos perjudican, es evidente que
debemos tener una idea lo más clara posible de las Leyes Divinas.
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