el juicio ordinario corresponde el diligenciamiento de prueba

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RAÚL E. BAETHGEN
Dr.
Cuando
de
y
el juicio ordinario corresponde el
después de clausurada la estación
diligenciamiento
prueba
correspondiente
ya practicada la publicación de probanzas ¿Procede o no
una nueva publicación de probanzas ?
en
I
En los libros de exégesis de más frecuente innovación no se plantea
caso; tampoco en los repertorios de sentencias nacionales aparece re
gistrado. Conozco, sólo, que una situación como la de que se trata, fué
este
promovida,
en
a
hace poco
tiempo,
Juzgado Letrado -de Primera Instancia
novedosa, ante los alumnos del aula
universitario, el Escribano Amílcar Mantaras,
en
lo Civil de 3.er turno; la aludió
mi cargo,
en
el presente año
Secretario Adjunto que atendió
diente al cursillo
práctico
a
el
como
los estudiantes
de observación
una lección correspon
c[ue realizamos durante
en
directa,
cada año académico.
El
caso,
que
se
reitera
ahora,
en
su
carta-consulta,
es
de verdadero
interés. Pudo -darse muchas veces, aunque no se dio; podrá darse de aquí
en adelante muchas veces, y esta posibilidad da la medida del interés en
solucionarlo. El material del sistema
ción
permiten
resolverlo sin forzar
legal vigente, y su racional interpreta
ningún texto legal y sin crear nmguna
construcción "ad hoc"
(1) Uso, distintamente, los vocablos "tér-minos'' y "'plazos". Tienen, uno y otro, acep
ción procesal diferente. Nuestro Código de Procedimiento, lo mismo quei los demás Códigos
americanos de la materia, que arraigan en el de Enjuiciamiento Civil español
cuyo es este
pecado original
emiplea sin diferenciación ambas expresiones. El Código Procesal alemán
los distingue precisamente, conforme al léxico científico. Véase sobre el particular, "Elementos
—
—-
de Derecho Procesal Civil", del profesor de Munich, Wisch (versión con anotaciones del ca
tedrático de Zaragoza, L. Prieto Castra, año 1932, pág. 147) y "Derecho Procesal Civil",
del profesor de Berlín, James Goldschmidt (traducción de los profesores L. Prieto Castro y
N. Alcalá Zamora Castillo, año 1936, pág. 204)
.
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n
Manejaré, desde luego, soluciones legales positivas, que expongo, por
esto, de modo suscinto y ciñéndome al aspecto útil del problema, a saber:
a) El litigante, sobre quien pesa toda o parte de la carga de la prue
ba está obligado a demostrar sus afirmaciones o sus negaciones. Esta obli
gación procesal supone que hizo afirmaciones o negaciones en su oportu
nidad
procesal, no exentas de demostración (Art. 331 del C. de Procedi
Civil) ; que ofreció expresamente la prueba o, en su defecto, que
el Juez abrió la causa a prueba (Art. 332) ; que pidió con oportunidad los
diligenciamientos conducentes y los urgió por su parte (Art. 344). Llenados
estos extremos su carga procesal está, en este
aspecto-, cumplida, y, si a
pesar de esto, la prueba no se efectúa, en todo o en parte, le nace un dere
cho, mejor una posibilidad, para que sea llenado su deber o carga de probar;
este derecho tiene una de dos ocasiones procesales de ser realizado:
a) en
la propia instancia antes de alegar de bien probado (Art. 344) sí es ins
tancia única, o es instancia última; b) si el interesado no pidió su diligen
ciamiento en la pro-pía instancia porque no la consideró entonces indispen
sable creyendo bastante las demás probanzas rendidas (Arts. 726, N' 2 y
742 in fine) en la ulterior instancia si sobreviene ésta.
miento
III
La publicación de probanzas (no hace falta señalar de nuevo la im
propiedad conocida de esta expresión legal (Art. 601) o la agregación de
probanzas sí es correcto mudar la expresión de la ley sin mudar antes la
ley, es un acto administrativo del proceso rodeado de necesarias solemni
dades, a saber : quién la dispone, cuándo la dispone, quién la realiza, cómo
la realiza, y su notificación a las -partes, lo- que significa entonces, contralor
de la ley; compromiso de las investiduras oficiales inherente a quien la or
dena y a quien la realiza; contralor de las partes sirviendo a los fines de
la ley por la vía del interés propio de los litigantes.
IV
El certificado de probanzas, que
es
el acto de secretaría que sintetiza
prueba, no es elemento principal del proceso
(argumentos de los Arts. 252 y 676) ; pero si el sistema legal no prevé el
caso de su omisión, no es por otra cosa que porque se prevé que su omisión
no podrá darse (argumento del doble mecanismo de contralor, ejercido por
las partes o en su defecto -por el funcionario, Art. 601), otras veces por
el funcionario solo (Art. 500, por ejemplo) y nunca por las partes solas.
y culmina la
agregación
de la
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-
V
Expirada la estación de prueba tendrá acceso, si se pidiere, la que se
propuso en tiempo y fué urdida pero no realizada. Esta diligencia probato
ria, una o más de una, pueden sobrevenir a la publicación de probanza ya
practicada, o en tanto ésta no esté practicada. En el último supuesto lo
obligatorio, es diferir su cumplimiento hasta tanto
sean efectuadas; estas diligencias corresponderán
diligencias
a la estación de prueba no obstante aparecer diferidas en el tiempo; se pro
duce a su respecto una especie de restitución de tiempo. No nacerá, por con.secuencia, hasta tanto I3 certificación se haga, comprendiendo toda la prue
ba producida, el término perentorio de seis días dentro del cual cabrá opo
ner tachas de testigos (Art. 408) o, en su caso, comenzará el plazo del ac
tor -para alegar de bien prdbado- (Art. 602).
Pero si las nuevas dihgencias probatorias se producen con posterioridad
a la expedieón del certificado correspondiente, ¿las nuevas pruebas se agre
garán sin otra formalidad que el decreto judicial que dispone su agregación,
o se requiere que, hecho saber del Juez por dada cuenta del Actuario o Se
cretario si antes no medió petición de parte, que los díHgenciamientos orde
nados quedaron cumplidos, el Juez disponga se publique o agregue la nueva
prueba ?
La práctica judiciaria sigue todas las veces la -primera conducta; la
nueva prueba se glosa al expediente sin otra formalidad
que la resolución
judicial que dispone sea glosada.
Aquí puede ofrecerse el dédalo procesal, hasta lo más inesperado, por
interferencias incidentales, con sus efectos sobre computación de término
(para tachar testigos, si depusieron testigos) y computación de plazo (para
alegar de bien probado) desarreglando onerosamente, con mengua del pres
tí g.o judicial y con lesión de los particulares, la secuela
regular del proceso.
En mi concepto se hacen indudable que si la estación -de prueba tiene lo
le llamaremos una sobre
que
para designarlo de algún modo que le señale
vida, especie de restitución del término probatorio pero referida a diligen
ciamientos determinados, corresponderá que, una vez efectuadas las pruebas
de la referencia, se haga nueva publicaeón de probanzas, sea a solicitud de
parte, sea de oficio, por excitación de secretaría. Y podrá optarse por reha
cer el anterior certificado para incluir la
prueba posteriormente ingresada al
proceso, o por un nuevo certificado que comprenda exclusivamente a ésta;
la última solución me parece preferible.
A todas las razones que el examen lógico encuentra para mejor servir
la organ.zación del proceso, en otro caso propenso a desarreglos indeseados
para la disciplina del proceso, y todos concluyen en favor de la tesis que sus
tento, existe una, poderosa por ella sola para decidir en favor de esta tesis.
Y es que, si en la prueba en cuestión está el examen de testigos, situación
prudente,
las
aunque
nuevas
no
lo
no
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~
experiencia judicial, y no se realiza
procesal para tacharlos.
Y ocurrirá así que se crearía un fuero de exención para el testigo/, que depone
tardíamente y cuya deposición puede influir quién sabe en qué grado, pudo
una valoración judicial incompleta, o errónea, porque la parte interesada no
puede hacer objeción, ni a las personas ni a sus dichos.
Y no estaría bien concluir en el distingo de situaciones para solucionarlas
según medie examen de testigos o no, en la nueva prueba de ejecución tardía
autorizada. La situación principista ha 'de ser una sola y misma; en todo
caso como el de que se trata -procederá hacer, en su momento, nueva publi
cación o agregación de probanzas; cuando no sea en función del derecha de
tachar testigos porque la prueba no consistió en prueba testimonial, será
siempre en función de una exacta determinación de la iniciación del plazo
para alegar.
la más frecuente
una nueva
como
lo muestra la
publicación de probanzas,
no
habrá ocasión
Apostillas
En el último número de
LOS TESTIGOS EN LOS CONTRATOS
~
"Revista del
Notariado^
^
publicación
Colegio de Escribanos, de Buenos Aires, hemos leído lo que acerca
de "Los testigos en los Contratos ínter-vivos" escribe nuestro distinguido
colega don Lázaro Halperín, ilustrada secretario de aquel prestigioso insti
importante
del
tuto notarial.
Haciendo
una
interesante síntesis, el articulista señala y
co
aspectos.de tan importante tema, con- el siguiente sumario:
Origen de los testigos en los actos formales; breve reseña sobre el formu
lismo; ejercicio de la función en el derecho romano; representación del pue
blo; transformación paulatina de la función.
Com;o desde luego se comprende, el estudio que nos ocupa, hecho con
hondo conocimiento del asunto, es de innegable actualidad. Nos permitire
mos unas simples anotaciones, con el objeto de señalar su real importancia.
Sabido es por todos que el derecho de propiedad nació con el primer
hombre. Y que en cuanto se reunió con otros hombres y tuvo principio la
vida de relación, surgieron los conflictos, que el imperio de la fuerza resolvía.
Cada uno quiso conservar lo que entendía que era propio, que le pertenecía,
con el
ejercicio de su actividad, por más que no sieraporque lo había adquirido
menta diversos
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