TRABAJO DE CAMPO El trabajo de campo del proyecto “Género, Pobreza y Exclusión”, se realizó en Barcelona durante 9 meses (de Abril a Diciembre de 2001) en los que se llevaron a cabo diversas acciones con el objetivo de identificar los factores de riesgo que inciden en las situaciones de exclusión de los tres grupos de población destinatarios del programa: mujeres responsables de familias monoparentales, mujeres inmigrantes y mujeres de etnia gitana. A continuación presentamos lo que fueron las fases del trabajo de campo -el diseño, y el propio proceso de realización- y la metodología de análisis que utilizamos. DISEÑO DEL TRABAJO DE CAMPO El trabajo de campo de este proyecto se ha llevado a cabo siguiendo el método hipotético deductivo, que considera el punto de partida de nuestro trabajo en la formulación de una hipótesis o conjunto de hipótesis cuya validez se contrasta a lo largo del proceso de investigación. Solo una vez han sido formuladas las hipótesis estas pueden ser contrastadas empíricamente y, en consecuencia, aceptadas o rechazadas. Aunque también, a la inversa, la formulación de nuestras hipótesis y, por tanto nuestras primeras ideas en torno al objeto de estudio, no surgen de la nada, sino de cierta experiencia o conocimiento previo. Se trata así de un círculo de elementos que se alimentan entre sí, aunque analíticamente establezcamos el inicio del proceso de investigación en la formulación de hipótesis. El siguiente cuadro puede servir de ilustración gráfica de este proceso: (Método hipotético-deductivo) 1- EXPLORACIÓN PREVIA 2- HIPÓTESIS 3- INDICADORES 4- TENDENCIAS 5- FACTORES DE EXCLUSIÓN 6- PROPUESTAS La labor de diseño del trabajo de campo implicó varias tareas: 1- Definir los diferentes ámbitos de interés en los que centraríamos nuestro estudio sobre la exclusión social 2- Acordar las técnicas de investigación más apropiadas en función de los objetivos planteados. 3- Llevar a cabo la selección de informantes que participarían en el proyecto de diferentes maneras a lo largo de todo el proceso. 4- Elaborar los guiones para las aciones de campo: las entrevistas, los grupos focales y las historias de vida. 1- Definición de ámbitos de interés El trabajo de campo se diseñó con el objetivo de contrastar las hipótesis de partida a través del discurso generado por las propias mujeres que están viviendo procesos de pobreza y exclusión, y de la información proporcionada por personas expertas y que trabajan con estos colectivos. Para ello, centramos el análisis en ciertos ámbitos que consideramos de especial interés, referentes a diferentes aspectos en los que se podían concretar nuestros planteamientos iniciales. Estos ámbitos de interés son herramientas de análisis que nos han permitido operacionalizar el trabajo, es decir, llevar nuestras hipótesis al terreno de la realidad social que pretendíamos analizar, concretando en qué aspectos de la exclusión nos centraríamos. Por otro lado, los ámbitos que hemos seleccionado –sin ser todos los posibles- son una muestra del carácter multidimensional de la exclusión, ya que cada uno de ellos se refiere a parcelas de realidad en las que podemos encontrar factores de exclusión, estando muy frecuentemente relacionados entre sí, como veremos a lo largo del análisis. Cada uno de ellos abre toda una serie de posibles vías de conocimiento e indagación. Los ámbitos de interés funcionaron además como base sobre la cual se elaboraron los guiones de las diferentes acciones del trabajo de campo. Son el “esqueleto” fundamental sobre el cual pudimos construir y formular nuestras preguntas a las informantes, dinamizar los grupos de discusión, orientar las historias de vida, etc. Son los siguientes: Migración Situación legal Cargas familiares Ámbito laboral Servicios sociales Formación Participación Vivienda Salud Espacios de ocio y relación Actividad religiosa Rentas Expectativas de futuro 2- Las técnicas de investigación que se aplicaron durante el trabajo de campo fueron las siguientes: entrevistas a informantes clave, entrevistas en profundidad, grupos focales e historias de vida. - entrevistas a informantes clave: son entrevistas llevadas a cabo a personas que, por su trabajo, su trayectoria personal, su participación en movimientos sociales, etc., tienen un conocimiento profundo respecto a alguno de los tres grupos de población destinatarios del proyecto, o/y respecto a alguno de los ámbitos que son objeto de nuestro estudio. Se trata de personas con capacidad de desarrollar un análisis privilegiado de la situación, por pertenecer –en la mayoría de los casos- ellas mismas a algunos de estos tres grupos de mujeres, y además contar con herramientas para formular un discurso del grupo a nivel más general. Estas conversaciones proporcionaron información muy interesante, no solo a nivel de contenidos, sino también a nivel metodológico y de posibles contactos con otras personas. Por esta razón fue importante comenzar el trabajo de campo desde aquí, ya que estas entrevistas facilitaron mucho todo el proceso posterior. - entrevistas en profundidad: son entrevistas realizadas a mujeres pertenecientes a cada uno de los grupos destinatarios del proyecto. Se trata de entrevistas largas –en torno a una hora y media o dos horas- y abiertas, pero basadas en un guión que repasa minuciosamente cada uno de los indicadores de exclusión social sobre los que trabajamos en el proyecto. Se procuró que las mujeres entrevistadas fueran lo más diferentes entre sí posible, para ajustarnos de este modo a la heterogeneidad de los grupos. - grupos focales: consisten en discusiones de grupo a partir de un guión que permite tratar los temas o ámbitos que son centro de nuestro estudio. Cada uno de los grupos estuvo formado por una media de unas 8 mujeres, todas ellas pertenecientes al mismo colectivo de cada uno de los que son destinatarios del proyecto. En algunos casos se aprovecharon grupos ya constituidos (grupos y asociaciones de mujeres, mujeres usuarias de determinados servicios, etc) y en otros casos se creó el grupo de forma específica para el proyecto. Estos grupos de discusión permitieron ver cómo se abordan los diferentes temas de forma colectiva –focalizando la atención cada vez en uno de los colectivos estudiados-, contrastar la información y sumarla a la que obtuvimos a través de las otras técnicas, que se acercaban a las mujeres de forma individual. - historias de vida: una historia de vida es mucho más que una entrevista, en el sentido de que supone varios encuentros largos con la mujer, a través de los cuales se recoge el relato que ella misma elabora sobre lo que ha sido su trayectoria vital hasta el presente. Además, entre uno y otro encuentro con esta mujer, se procura hacer pequeñas entrevistas a personas cercanas a ella, contrastar sus informaciones con otros datos, reconstruir la información que ella va dando paralelamente a un estudio de las estructuras sociales y culturales que la hacen significativa. 3- La selección de informantes tuvo lugar de forma coherente con el tipo de técnicas que se decidió utilizar. Así, y puesto que usamos técnicas cualitativas, las informantes con quienes trabajamos no fueron consideradas a partir de muestras estadísticamente representativas del grupo, sino como mujeres cuyas experiencias y discursos son significativos en tanto que personas pertenecientes a ese colectivo. El perfil de las mujeres que pudimos contactar a lo largo del proyecto es muy variado, reflejo de la heterogeneidad de los grupos y también en función de lo que era más apropiado para cada técnica en concreto. De igual manera, las formas de contacto y acceso a estas mujeres también fue muy variada. El perfil de las informantes en relación a las técnicas: - las informantes clave son, como ya hemos dicho, mujeres con un gran conocimiento, capacidad de análisis y de comunicación sobre la realidad que vive su grupo en relación a los temas que nos ocupan - las mujeres a quienes hemos hecho entrevistas en profundidad y de quienes recogimos su historia de vida, son ellas mismas personas que están sufriendo pobreza o/y están viviendo procesos de exclusión - las mujeres que han participando en los grupos, han sido casi siempre mujeres que ya se conocían entre sí, es decir, se trataba la mayoría de las veces de grupos ya existentes previamente, de forma independiente al proyecto: miembros de una asociación o grupo de mujeres, compañeras de clase en cursos de formación ocupacional, miembros de una misma familia, etc. También eran mujeres en procesos de pobreza y exclusión o con especial riesgo para sufrir estos procesos. El acceso a las informantes ha sido diverso. Para poder entrevistar o reunirnos con algunas mujeres fue fundamental la mediación de las informantes clave, quienes ya las conocían previamente y realizaron una importante labor para ponernos en contacto. Sin esta mediación inicial hubiera sido más complicado, si no imposible, llevar a cabo algunas partes del trabajo de campo. Esto resulta especialmente significativo en el caso de las mujeres gitanas, aunque también ocurrió para los otros colectivos. Otras vías de contacto muy importantes fueron las asociaciones -sobre todo en lo que respecta a los grupos de discusión- y personas responsables de algunos servicios, sobre todo los servicios de formación y orientación ocupacional de Surt, a los que acuden mujeres de los diferentes grupos destinatarios del proyecto. 4- Tal y como ya hemos mencionado más arriba, la elaboración de guiones para las acciones de campo tuvo lugar tomando como base el listado de los ámbitos de interés en los que inicialmente decidimos centrarnos. Se desarrolló un guión- base que posteriormente se fue adaptando en función de las diferentes acciones, bien si se pretendía utilizar en una entrevista, en un grupo de discusión, o como soporte de las historias de vida. TRABAJO DE CAMPO Una vez establecido el diseño del trabajo de campo, procecimos a implementar las diferentes acciones previstas. Para empezar, se concertó un calendario de entrevistas y encuentros con diferentes informantes y se establecieron los primeros contactos con ellas para explicarles el proyecto. A continuación, se procedió a la realización de las entrevistas, la dinamización de los grupos y el desarrollo de las historias de vida. También se aprovechó para recoger materiales que pudieran proporcionar información de interés para el proyecto: folletos informativos de asociaciones y entidades, etc. Y por último se transcribieron literalmente todas las acciones de campo desarrolladas para poder llevar a cabo el análisis cualitativo. Las acciones concretas que se llevaron a cabo fueron las siguientes . INFORMANTES CLAVE Gitanas: 4 entrevistas a mujeres gitanas (entre 25 y 35 años) Inmigrantes: 7 Entrevistas a mujeres inmigrantes de diferentes orígenes (Guinea Ecuatorial, Marruecos, Gambia, China, Filipinas, Colombia ) y diferentes edades (entre los 32 y los 48 años) Monoparentales: 1 entrevista a una mujer autóctona de 32 años. GRUPOS FOCALES Gitanas: 2 grupos. Uno con mujeres de diferentes franjas de edad y otro con mujeres jóvenes (menos de 20 años) Inmigrantes: 2 Grupos con mujeres de diferentes franjas de edad miembros de dos asociaciones Monoparentales: 2 grupos. Uno con mujeres inmigrantes de orígenes diversos y otro con mujeres autóctonas, de diferentes edades ENTREVISTAS EN PROFUNDIDAD Gitanas: 4 Entrevistas a mujeres gitanas entre los 28 y los 40 años Inmigrantes: 3 Entrevistas a mujeres de diferentes orígenes (Marruecos, Brasil, Perú) de diferentes edades (entre 32 y 53 años) Monoparentales: 4 entrevistas a mujeres autóctonas entre 38 y 59 años HISTORIAS DE VIDA Mujer gitana 1 entrevista Mujer inmigrante monoparental 1 Entrevista Aunque hubo algunas variaciones, la mayoría de las acciones de campo tuvieron una duración aproximada de una hora y media. Este tiempo aumentaba ligeramente para los grupos de discusión (unas dos horas), y algo más para las historias de vida, que se llevaron a cabo en dos sesiones de unas dos horas con cada mujer. En todos los casos se ofreció a las mujeres que colaboraron con nosotras que fueran ellas quienes decidieran el lugar en que se llevaría a cabo el encuentro. Así, en algunos ocasiones nos encontramos en sus casas particulares o en su lugar de trabajo, otras veces en las oficinas de Surt, en la sede de las asociaciones en que ellas participan habitualmente, o en espacios públicos. Los diferentes contactos (entrevistas, grupos, historias de vida…) con las mujeres informantes se grabaron –y posteriormente se transcribieron literalmente- siempre que ellas estuvieron de acuerdo, y en caso contrario se tomaron notas de las diferentes informaciones que nos fueron proporcionando. Todas las acciones fueron numeradas para así preservar el anonimato de las mujeres participantes en el trabajo de campo. En todo momento se procuró respetar y reflejar en el trabajo de campo la heterogeneidad de los grupos destinatarios del proyecto. Esto se concretó en el hecho de que todos los contactos han tratado de cubrir al máximo posible las diferencias existentes entre las mujeres, sobre todo en lo que se refiere a edad, orígen y nivel de formación. ANÁLISIS Una vez concluidas las acciones del trabajo de campo se pasó a analizar el contenido de las transcripciones de cada uno de nuestros encuentros con las mujeres. Primeramente llevamos a cabo una búsqueda de las tendencias más significativas para cada uno de los grupos, y en relación a los diferentes ámbitos de interés seleccionados previamente. Este trabajo se fundamentó en dos modelos de análisis: - - el análisis cualitativo, que se basa en el estudio de la realidad social a través de la interpretación de significados antes que en la cuantificación de datos, dando como resultado una enunciación de tendencias que permiten establecer rasgos especialmente relevantes del colectivo. el análisis comparativo, que ha consistido en trabajar paralelamente las tendencias que hemos ido encontrando por cada ámbito de interés, para cada uno de los grupos destinatarios del proyecto. Como resultado, obtuvimos una idea general acerca de cuales son las características más significativas de cada uno de los colectivos destinatarios del proyecto en relación a los ámbitos que se habían decidido explorar, esto es: trabajo, formación, salud, etc. Es importante destacar que se trata de tendencias consideradas especialmente significativas, y no de realidades fijas, inalterables y generalizables a la totalidad del colectivo. Dichas tendencias se organizaron para facilitar su análisis: por colectivos; por ámbitos de interés. A continuación, procedimos a identificar factores de exclusión a través del sistema que se conoce como MARCO LÓGICO. Dicho sistema nos permitió analizar la situación de exclusión en la que se encuentran cada uno de los grupos destinatarios del proyecto en relación a los diferentes ámbitos de interés. A partir de las tendencias generales obtenidas previamente, se identificaron los problemas que el trabajo de campo evidenció como algunos de los más importantes que experimentan las mujeres, para a continuación analizar cuales son sus causas y cuales sus efectos. Esto dio lugar a una serie de cuadros, llamados también “árboles de problemas”, y que tienen la siguiente estructura: ÁMBITO DE INTERÉS… CAUSA 1 CAUSA 2 CAUSA 3 PROBLEMA CENTRAL EFECTO 1 EFECTO 2 EFECTO 3 Se desarrollaron cuadros relativos a cada uno de los ámbitos de interés para los tres colectivos, dando lugar a un total de 20 árboles de problemas, que exponemos a continuación. Esta labor de sistematización hizo posible que se llevara a cabo el análisis de una realidad sumamente compleja (en la práctica, los “problemas” aparecen generalmente vinculados entre sí; lo que es “causa” en relación a un asunto, se convierte en “efecto” en otro lugar, etc). Utilizar el Marco Lógico nos permitió organizar la información y, a partir de ahí, identificar los factores de exclusión, tarea que puso en evidencia la interrelación que tiene lugar entre ellos, reflejando así en la práctica nuestra hipótesis inicial sobre la multidimensionalidad del concepto de exclusión social. También hizo posible la comparación entre colectivos, viendo cuales eran los problemas compartidos así como las diferencias más significativas. Es imposible reflejar a través de los siguientes cuadros y explicaciones la totalidad de información obtenida a través del trabajo de campo, ya que esta es muy amplia y susceptible de varias lecturas posibles. Lo que aquí exponemos son las cuestiones que hemos considerado más significativas en relación a los diferentes aspectos estudiados. En este documento presentaremos los resultados del proyecto a través de los cuadros ordenados por colectivos, aunque nuestro análisis ha supuesto más bien una lectura a partir de los ámbitos de interés, tratando de establecer comparaciones entre los tres grupos. Por otro lado, también hay que tener en cuenta la heterogeneidad de los colectivos destinatarios del proyecto, de los cuales hablaremos a continuación. Partimos de que existe una gran diversidad dentro de cada colectivo, pero aquí nos limitaremos a reflejar las líneas más generales en cuanto al grupo, apuntando apenas algunas cuestiones que hagan referencia a esa diversidad interna, en la que habría que seguir profundizando de aquí en adelante. Los resultados del trabajo de campo y los cuadros generados a partir de la investigación son los siguientes: MUJERES GITANAS MUJERES GITANAS: FORMACIÓN PARA EL EMPLEO Para empezar –y esto es válido para los tres colectivos destinatarios- hay que destacar que, cuando a lo largo del trabajo hemos hablado de formación como uno de nuestros ámbitos de interés, nos estábamos refiriendo mayoritariamente a la formación para el empleo. En el caso de las mujeres gitanas aparecían dos problemas fundamentales: la falta de formación y la inadecuación de la formación ocupacional a la que pueden tener acceso hoy en día. Muchas mujeres gitanas carecen de la formación necesaria para incorporarse al mercado laboral regular. La falta de referentes en su cultura de otras mujeres que hayan recibido formación, y un proceso de socialización tradicionalmente muy vinculado a la familia, hacen más complicado que una mujer gitana tome esta opción. Esta falta de formación, se puede entender mejor también a la luz del otro problema identificado, que es la no adecuación de la formación para el empleo que existe hoy en día. A menudo, se trata de acciones que no reconocen la diversidad cultural y, por tanto, no incorporan las necesidades y características específicas de las mujeres de étnia gitana. Esto hace que muchas veces aparezca el dilema de si formarse lleva inevitablemente a la aculturación, al “apayamiento”. Además, se están desarrollando medidas de formación vinculadas a prestaciones sociales que no son verdaderamente útiles porque no capacitan para competir en el mercado laboral y son entendidas más bien como contraprestación. Por otro lado, el tipo de formación que se ofrece, suele estar muy limitado a algunos ámbitos ocupacionales concretos –podríamos hablar de guetos formativos- donde frecuentemente la incorporación laboral se produce en condiciones de precariedad. Como consecuencia, se ha observado una falta de motivación de cara a la formación (porque no va unida a la consecución de un empleo y solo supone una “pérdida de tiempo”, porque no tiene en cuenta las características culturales del pueblo gitano, y concentra a las mujeres en ciertos guetos, etc.), y una participación más bien escasa en acciones formativas que no están vinculadas de forma obligatoria a prestaciones de servicios sociales. En cualquier caso, existe una mejor valoración de la formación por parte de la comunidad gitana, que además va en aumento, y se está produciendo un cambio importante en este sentido: cada vez son más las mujeres gitanas que se incorporan a acciones formativas. MUJERES GITANAS: EMPLEO Tradicionalmente, la actividad económica del pueblo gitano había estado muy vinculada a ciertos trabajos: la venta ambulante, la recogida de chatarra, etc. , normalmente ligados al mercado informal, no reglado. Con los cambios económicos y sociales producidos desde la industrialización, ha tenido lugar paulatinamente un proceso de desplazamiento y desaparición progresiva de muchas de estas tareas tal cual se venían realizando. Esto ha provocado que un gran número de personas gitanas, muchas mujeres en el caso que nos ocupa, vean seriamente limitadas sus posibilidades de continuar desarrollando las actividades económicas que hasta entonces habían supuesto el mantenimiento económico familiar. El problema es que, por diferentes motivos, no se ha producido una incorporación de la comunidad gitana a otros sectores laborales, y que las mujeres gitanas se enfrentan hoy en día a una gran dificultad de acceso al empleo en el mercado formal. Las causas de este problema son múltiples y complejas. Desde la falta de formación ya mencionada anteriormente -que hace complicado incorporarse a un mercado cada vez más especializado y competitivo- hasta la larga historia de discriminación por parte de la sociedad mayoritaria hacia el pueblo gitano –que actualmente continúa existiendo y provocando situaciones de racismo y discriminación laboral-. Los prejuicios imperantes hacen que muchas mujeres gitanas experimenten de antemano miedo al rechazo en el trabajo, lo cual no facilita su acceso al mundo laboral regular. Muchas mujeres gitanas se incorporan así al empleo solo en ciertos guetos ocupacionales –en empleos generalmente no cualificados- y a menudo en condiciones laborales muy desiguales respecto a la población mayoritaria (precariedad contractual, desprotección social, etc), donde sus posibilidades de movilidad y promoción son mínimas. Como consecuencia de las dificultades que supone esa incorporación, y de las condiciones en que generalmente tiene lugar, es frecuente que muchas mujeres gitanas orienten su actividad económica hacia desempeñar trabajos vinculados a la economía sumergida -con el agravante de que, como hemos visto, cada vez es más complicado por el desplazamiento de esas tareas y la penalización del mercado informal-. También es frecuente que desarrollen situaciones de gran dependencia de los servicios sociales. Lo más usual, dadas las circunstancias, es que estas dos posibilidades aparezcan combinadas, tal y como veremos a continuación, lo cual no facilita que dejen de ser colectivos afectados por procesos de exclusión y puedan participar de la vida social y laboral con las mismas posibilidades que otras personas. MUJERES GITANAS: SERVICIOS SOCIALES El problema fundamental que hemos podido detectar en los servicios sociales en relación a su atención a las mujeres gitanas es que no existen una medidas públicas adecuadas para apoyar a esta población y contribuir de manera efectiva a que salgan de las situaciones de pobreza y exclusión en que viven muchas de ellas. Las medidas que se están implementando hoy en día son mayoritariamente medidas limitadas, dedicadas a incidir en un ámbito concreto en un momento determinado, pero apenas se desarrollan intervenciones de carácter integral que aborden la complejidad de la problemática que afrontan estas mujeres de manera global. De este modo, es imposible resolver problemas cuyas causas son múltiples y afectan a diferentes ámbitos. Las medidas existentes cumplen más una función de contención que de propiciar un cambio real. Las mujeres gitanas no experimentan una transformación radical de sus condiciones de existencia, pero lo que sí perciben a cambio de estos apoyos puntuales es un importante control de sus vidas (organización familiar, distribución de recursos, etc) por parte de los servicios sociales, que genera desconfianza en las mujeres. Y, por otro lado, estos servicios van unidos a importantes contraprestaciones, una de las cuales es el tiempo que tienen que dedicar a participar a acciones formativas frecuentemente inútiles que, como hemos visto, no les capacitan para acceder al mercado laboral reglado en igualdad de condiciones respecto a la sociedad mayoritaria. La difícil situación laboral –pérdida de actividades económicas tradicionales y problemas de acceso al empleo reglado- hace que muchas mujeres y muchas familias gitanas generen situaciones de gran dependencia de los servicios sociales, más en concreto del PIRMI. Este les proporciona unos recursos mínimos, con los que es imposible sobrevivir, potenciando indirectamente que las personas receptoras hayan de compensar la economía familiar con otros recursos fruto de actividades económicas sumergidas. Las medidas PIRMI no proporcionan a las mujeres gitanas una formación profesional realmente útil que les de la posibilidad de competir en el mercado laboral, pero tampoco proporcionan unos recursos económicos suficientes para llevar una vida digna. En consecuencia, y teniendo en cuenta también la ruptura de las estrategias propias de subsistencia del pueblo gitano, se está perpetuando la situación de exclusión de esta población a través de su dependencia de los servicios sociales. No nos encontramos ante unas medidas públicas de apoyo realmente transformadoras, sino perpetuadoras de la situación que viven las mujeres gitanas y gran parte del pueblo gitano como ciudadanos de segunda categoría. MUJERES GITANAS: VIVIENDA La situación actual de la vivienda para las mujeres gitanas debe contemplarse en relación a las políticas para la erradicación del chabolismo que tuvieron lugar en los años 70-80. Después de aproximadamente 20 años durante los cuales la mayor parte de la población barraquista era gitana, se produjeron los realojos. La comunidad gitana fue la última en ser acomodada en pisos, y este traslado se planificó sin tener en cuenta las opiniones y propuestas de la población afectada, lo cual dio lugar a múltiples problemas y conflictos. Además, las nuevas viviendas eran pisos uniformes y aislados, por lo que se han denominado como “chabolismo vertical”. En la actualidad, aún hay un 12% de la población gitana que vive en barracas. El problema fundamental que hemos detectado hoy en día, es el problema de la guetización, la concentración de la población gitana en determinados barrios, aislada de la población mayoritaria. Generalmente, se trata de barrios que están en malas condiciones, mal comunicados, con algunos servicios de poca calidad y otros que ni siquiera existen. Las personas suelen desarrollar su vida dentro del barrio, dándose dificultades para salir de ese territorio y situaciones de aislamiento respecto al resto de la ciudad, con lo que es prácticamente imposible que tengan lugar relaciones interétnicas. Y en algunos casos se generan situaciones de conflictividad y delincuencia. Las personas que residen en barrios gueto, a menudo son estigmatizadas por parte de la sociedad mayoritaria, lo cual les genera problemas en situaciones como, por ejemplo, la búsqueda de empleo, siendo un handicap para su promoción laboral y personal. Por otro lado, la concentración en un barrio determinado hace que se produzca un mayor control social por parte de la comunidad a todos sus miembros, situación que afecta de forma muy particular a las mujeres gitanas. MUJERES GITANAS: OCIO Y RELACIONES SOCIALES Las relaciones sociales de las mujeres gitanas se desarrollan fundamentalmente dentro de la familia extensa, y mantienen escasas relaciones de ocio fuera del ámbito familiar. Por el papel que desempeñan las mujeres dentro de la comunidad gitana en los diferentes momentos de su vida, existe un importante control de las relaciones que establecen. Frente a esto, las relaciones familiares son muy amplias, ya que lo que se considera la familia es mucho más extenso que el modelo tradicional en la sociedad mayoritaria, y dentro de este círculo, se dan relaciones de fuerte apoyo y solidaridad. Por otro lado, existe un cierto temor entre muchas mujeres gitanas a mantener relaciones interétnicas, entre otras cosas por miedo a que estas impliquen una cierta aculturación y las conduzcan al apayamiento. Generalmente, las mujeres gitanas desconocen aquellos espacios que están fuera de su entorno cotidiano y familiar. Este desconocimiento las lleva a veces a desarrollar visiones estereotipadas de otras realidades o personas, tanto para criticarlas como para idealizarlas. Para establecer relaciones fuera del ámbito tradicional de la familia, las mujeres gitanas desarrollan sus propias estrategias. Por ejemplo, y sobre todo entre las gitanas más jóvenes, es frecuente el uso de las nuevas tecnologías, sobre todo el teléfono móvil y los “chats” en internet, para poder entrar en contacto y comunicarse con personas con quienes sería muy difícil o imposible mantener cualquier relación por otras vías. La participación en el culto evangélico también ofrece a las mujeres una posibilidad de encuentro y relación que, siendo endógama, supera los límites de la familia. MUJERES GITANAS: PARTICIPACIÓN Las políticas de intervención llevadas a cabo a lo largo de la historia para el pueblo gitano, se han desarrollado sin tener en consideración las opiniones y propuestas de las personas afectadas. La tendencia hasta el momento ha sido no contemplar la participación de la comunidad gitana, no solo en la sociedad mayoritaria en general, sino ni siquiera en aquellas cuestiones que les afectan directamente. La falta de participación en la sociedad mayoritaria es resultado de una larga historia de recelos y racismo hacia el pueblo gitano, que a pesar de ser ciudadanos/as según la ley, no disfrutan en ningún caso de igualdad de derechos. Por otro lado, a la hora de hablar de participación, hay que decir que este concepto debe ser entendido en su concepción amplia, para dar cabida a lo que diferentes culturas y grupos entienden como tal. Así, existe una distancia entre el concepto de participación hegemónico en la sociedad mayoritaria –basado en el asociacionismo, en el voto, etc- y otros modelos de participación que se desarrollan entre las personas gitanas, más arraigados en sus características culturales. Al imponerse el modelo payo como la vía de acceso a la participación en la sociedad mayoritaria, muchas personas gitanas quedan fuera de estos mecanismos. En el caso de las mujeres, además, esto se ve agravado porque en la cultura gitana, como en casi todas las culturas, la representación del grupo y la toma de decisiones es entendida prioritariamente como un rol masculino. La escasa participación en la sociedad mayoritaria favorece el mantenimiento de los prejuicios y perpetúa la falta de reconocimiento de la comunidad gitana como pueblo. En algunos casos, las administraciones han fomentado la creación de asociaciones gitanas con el objetivo de encontrar un único interlocutor que cumpla diferentes funciones: el control social de la comunidad; la realización de acciones de dinamización; ejercer como vehículo de transmisión y ejecución de las decisiones de la administración que tienen que ver con la comunidad gitana, etc. La contraprestación se concreta en: protagonismo dentro de la comunidad, subvenciones, capacidad de poder repartir cieros beneficios. Estos mecanismos han dado lugar en algunas ocasiones a representantes y estructuras no reconocidas por la comunidad, pervertidas al querer combinar modelos organizativos en algunos aspectos antagónicos y a veces sometidos a la dictadura de la subvención, perdiendo su carácter reivindicativo y convirtiéndose en meras gestoras de programas. Las mujeres gitanas tienen cada vez más protagonismo en el ámbito asociativo, emergiendo con reivindicaciones propias y con un marcado carácter de género, inventando y reinventando nuevas formas de combinar sus rivindicaciones de género con la pertenencia a su cultura Como estrategias alternativas para poder llevar a cabo su participación, las mujeres gitanas han desarrollado tres vías que vienen a ser paralelas a las llevadas a cabo por las mujeres payas. Son las siguientes: la creación de vocalías de mujeres dentro de asociaciones gitanas mixtas; la participación desde asociaciones específicas de mujeres gitanas; y la presencia en asociaciones de mujeres, donde se produce una solidaridad de género y se establecen a partir de ahí relaciones interétnicas. MUJERES GITANAS: RELIGIÓN En cuanto a la religión, existe un gran prejuicio por parte de la cultura hegemónica hacia manifestaciones religiosas que difieran de la mayoritaria. Esto es fruto, una vez más de los muchos años de historia de relaciones entre mayoría y minoría basadas en el desconocimiento y las preconcepciones. La sociedad actual está experimentando procesos de homogeneización y de no contemplación de la diversidad cultural, y esto tiene una de sus manifestaciones en la cuestión religiosa. Una consecuencia de esto es que aquellas personas con creencias diferentes a las mayoritarias, suelen tener dificultades para poder desarrollar su práctica religiosa. Hay que decir también, dentro de este ámbito, que desde hace años vienen existiendo unas importantes relaciones de paternalismo y asistencialismo por parte de la iglesia católica hacia el pueblo gitano. Pero quizas lo más significativo en este campo es el acercamiento y la inclusión, desde hace ya años, de muchas personas gitanas a otros movimientos religiosos, como es el movimiento evangélico. La participación en el culto evangélico ha generado cambios en algunos contenidos culturales del pueblo gitano, lo cual ha dado lugar a un debate acerca de la idoneidad de esta práctica religiosa en relación al mantenimiento de la cultura gitana. Un ejemplo, es que el culto permite el encuentro y las relaciones sociales entre personas gitanas que no son de la misma familia y en horarios y lugares en que no sería posible encontrarse de otro modo, cuestión que adquiere un mayor significado en el caso de las mujeres. Por otro lado, algunos contenidos de la práctica religiosa imponen ciertos valores de género a las mujeres de acuerdo con los valores más tradicionales. Sin ir más allá en un análisis que es complejo, hay que decir que la iglesia evangélica tiene una importante presencia hoy en día en la comunidad gitana, y que el culto ha generado un nuevo espacio identitario para la cultura gitana, lo cual está dando lugar a cambios que están siendo comentados y cuestionados desde diferentes ámbitos. MUJERES GITANAS: SALUD En relación a este ámbito, hay que tener en cuenta que cuando hablamos de salud nos estamos refiriendo a un concepto de salud amplio, basado tanto en lo físico como en lo psíquico y emocional. Como contexto que nos ayuda a entender un poco mejor la situación de los tres colectivos de mujeres destinatarias del proyecto, es necesario mencionar que el sistema sanitario público no es adecuado ni se ajusta a la realidad social de la población a la que atiende: es un servicio muy burocratizado, que resulta excesivamente lento, que no contempla la diversidad de las personas en todas sus facetas, etc. Es significativo mencionar que en relación a esta cuestión aparecen numerosos puntos en común entre los tres grupos de mujeres con quienes hemos trabajado. Lo más característico sobre la salud de las mujeres gitanas es la ausencia de prevención, problema que radica en dos cuestiones: la no utilización de los servicios de medicina preventiva, y el rol tradicional de género que define a las mujeres gitanas, como a todas las mujeres en las más diversas culturas, como “cuidadoras de los otros/as”. Es a través de este rol que una mujer gitana es valorada y respetada por su familia y su comunidad. Pero esto no es valorado ni reconocido socialmente, especialmente por parte del mundo empresarial, lo cual crea en ocasiones fuertes contradicciones en las mujeres gitanas al tratar de responder a las exigencias de su cultura y a las normas sociales imperantes en la sociedad mayoritaria. No existe una atención sanitaria específica para las mujeres, que de respuesta a las necesidades con las que ellas acuden a los servicios sanitarios. Además, las mujeres gitanas han manifestado dificultades de comunicación con el personal sanitario, por la falta de dedicación en tiempo, por el trato distante, pero muy especialmente por la diferencia cultural, que complica el entendimiento mutuo. Generalmente, no se tienen en consideración las diferentes concepciones culturales de salud y enfermedad. Todo esto aumente la desconfianza de las mujeres gitanas hacia los servicios sanitarios. Esto se ve agravado porque las mujeres gitanas no prestan atención a su salud personal más que cuando es absolutamente necesario: cuando tienen mucho dolor, o cuando no pueden mantener el ritmo de vida normal. Así, no dan importancia a la prevención, y sin embargo acuden mucho a los servicios de urgencias. Algo que también debe leerse a la luz de lo que podríamos llamar una “necesidad cultural de inmediatez” que caracteriza al pueblo gitano. Como consecuencia, la salud de estas mujeres suele estar desatendida, manifestando muy frecuentemente un envejecimiento prematuro. Su desconfianza hacia la atención sanitaria, hace que muchas de ellas recurran a otras estrategias, como la automedicación o la utilización de otras redes y medicinas, como por ejemplo la curación que se lleva a cabo en el contexto del culto evangélico. Igual que ocurre en los otros dos grupos de mujeres destinatarias del proyecto, muchas mujeres gitanas sufren de una mala salud psíquica y emocional, dándose frecuentes casos de depresión. MUJERES RESPONSABLES DE FAMILIAS MONOPARENTALES MUJERES MONOPARENTALES: FORMACIÓN Y EMPLEO El problema fundamental que tienen que afrontar las mujeres responsables de familias monoparentales en estos ámbitos es la dificultad para compatibilizar la maternidad con la formación profesional y el empleo. Esto radica sobre todo en la falta de ayudas y recursos públicos que hagan posible la conciliación de la maternidad con otros ámbitos de la vida. El rol de género tradicional asignado a las mujeres las sitúa como las cuidadoras naturales de las personas dependientes, en este caso hijos e hijas. Y se asume que, ante la maternidad, son ellas quienes deben hacerse cargo de las criaturas a todos los niveles. Mientras en otros países de la Comunidad Europea ha habido un mayor debate en torno a esta cuestión y se han generado medidas de apoyo para la atención a niños y niñas, en el estado español carecemos prácticamente de ellas. La sociedad sigue funcionando a partir del modelo de familia tradicional (familia nuclear compuesta por una pareja heterosexual con sus hijas e hijos) y con el reparto de tareas en base al género. Si bien la falta de apoyos y recursos genera enormes dificultades a todas las mujeres para poder hacer compatible su maternidad con la vida laboral o con otros ámbitos de la vida, la situación es mucho más compleja para aquellas mujeres cuyas familias no responden al modelo tradicional, y especialmente para las que son responsables de sus criaturas en solitario. Ni el mercado laboral, ni las acciones formativas, son sensibles a las necesidades específicas de estas mujeres. Para poder tener y conservar un empleo, las mujeres a cargo de familias monoparentales deben adaptarse a las condiciones de horario, tipo de jornada, etc. imperantes, sin contar prácticamente con ningún apoyo público para el cuidado de su hijos/as durante ese tiempo. En consecuencia, estas mujeres se enfrentan a enormes dificultades para participar en cursos de formación ocupacional y tienen grandes limitaciones laborales. Conseguir y mantener un empleo es mucho más complicado en estas condiciones, por lo que muchas de ellas terminan en el paro y sufriendo condiciones de gran precariedad económica. Esto les lleva en muchas ocasiones a depender de otras personas, generalmente de sus padres u otros familiares. A la hora de tener un empleo, y dado que el cuidado y atención de sus hijas e hijos depende únicamente de ellas, las mujeres a cargo de familias monoparentales a menudo priorizan aquellos trabajos que les proporcionan los mejores sueldos posibles ajustados a sus necesidades horarias, esto es, en función del horario de las guarderías. Muy frecuentemente, esto se traduce en una pérdida de cualificación profesional. Este panorama provoca estrés y malestar a las mujeres, que a menudo tienen una sensación de fracaso y falta de autoestima que a veces termina derivando en situaciones de depresión. MUJERES MONOPARENTALES: SOCIALES PARTICIPACIÓN, OCIO Y RELACIONES En el ámbito de la participación, así como en el de las relaciones sociales y el ocio, el problema para este colectivo vuelve a ser el mismo: la dificultad para compatibilizar estos ámbitos con la maternidad. Y de nuevo nos encontramos con la falta de ayudas y recursos públicos que faciliten a las mujeres que viven su maternidad en solitario la posibilidad de conciliar este con otros aspectos de sus vidas. A nivel individual, tiempo y dinero son dos recursos escasos y de gran valor para estas mujeres. El tiempo de que disponen para dedicarse a ellas mismas fuera del empleo, del cuidado de las criaturas y del mantenimiento de la casa, es mínimo, a veces prácticamente nulo. Apenas tienen tiempo para dedicar a ocio, salvo cuando este puede llevarse a cabo con sus hijos e hijas, lo cual limita considerablemente las actividades y horarios posibles. Y a menudo se sienten culpables si dedican parte de su tiempo a hacer algo sin incorporar a sus criaturas. Lo mismo pasa con las relaciones sociales, ya que el volumen de trabajo y las limitaciones – horarias, de movimientos, etc.- hace que se dispongan de pocos momentos para estar con personas amigas. Así, suelen priorizar las relaciones con otras madres, personas con criaturas a su cargo con quienes compartir los mismos ritmos y buscar alternativas. Todo esto se ve dificultado por el hecho de que generalmente disponen de pocos recursos económicos para gastar en ocio, lo cual reduce aún más sus posibilidades. Muchas mujeres a cargo de familias monoparentales acaban reduciendo mucho su círculo social y ante las dificultades que hemos planteado, pueden llegar a terminar recluidas en el ámbito doméstico. El teléfono se convierte entonces en un instrumento fundamental de conexión con otra gente. Un gran número de mujeres sufre de soledad y puede padecer fuertes depresiones por este motivo. A nivel colectivo, las mujeres responsables de familias monoparentales en el estado español tienen poca tradición de demanda a las instituciones ante las dificultades que experimentan. La interiorización del rol tradicional como “cuidadoras naturales, y en cierto modo responsables de su situación”, hace que se asuman circunstancias que deberían estar apoyadas a través de recursos y servicios públicos. En consecuencia, existen pocas asociaciones y poca participación de las mujeres a cargo de familias monoparentales como grupo. Por otro lado, en los casos en que sí se han organizado entidades o asociaciones, estas han tenido grandes dificultades para mantenerse, por varios motivos: por la falta de tiempo de las mujeres implicadas, por la falta de recursos económicos que las instituciones dedican a estas entidades, etc. En consecuencia, existe poca presencia de sus necesidades y reivindicaciones en el debate público, donde solo aparecen de vez en cuando algunos de los casos que despiertan más interés mediático –como las madres adolescentes, por ejemplo- que no son ni mucho menos la realidad mayoritaria en el estado español. Existe una gran invisibilidad del colectivo y de los procesos de exclusión que experimentan muchas de estas mujeres, a pesar de que la mayoría de los estudios recientes las presentan como uno de los perfiles más afectados por la pobreza y la exclusión. MUJERES MONOPARENTALES: VIVIENDA En relación a la vivienda, las mujeres responsables de familias monoparentales se enfrentan al problema de la dificultad de acceso a una vivienda digna. La falta de recursos económicos plantea muchos problemas para poder adquirir, tanto de compra como de alquiler, una casa que esté en condiciones adecuadas. Como no existen ayudas públicas en este ámbito, el mercado inmobiliario es quien pone las reglas, dejando a muchas personas fuera de las posibilidades de tener un hogar. Las mujeres a cargo de familias monoparentales sufren esta situación de manera particular. Además de la falta de recursos, se enfrentan a otros problemas a la hora de acceder a una vivienda. Al no pertenecer al modelo de familia estándar, suele ocurrir que inmobiliarias y propietarios actúen en base a prejuicios y desconfíen de ellas, pensando que no ofrecen las garantías de seguridad que, según su opinión, ofrece el modelo tradicional (padre, madre e hijos/as) y poniéndoles más difícil las condiciones de los alquileres. En consecuencia, muchas de estas mujeres viven en casas que están en malas condiciones o que son muy viejas, con los problemas de tensión y salud que eso ocasiona. También es relativamente frecuente el caso de mujeres que viven en casas cedidas (por algún familiar, etc.) Pero muy a menudo, les resulta imposible mantener una vivienda autónoma, y en ese caso lo más usual es que vuelvan a vivir a casa de sus padres. Esto supone a veces un enorme apoyo, pero otras veces también da lugar a roces, chantajes, y situaciones de convivencia complicadas. Otra de las alternativas de vivienda para estas mujeres son las residencias de madres solteras, donde el acceso suele ir condicionado a una denuncia por malos tratos o por abandono. Y a la dificultad de acceso hay que sumar el hecho de que, efectivamente, existen muy pocos recursos para afrontar esta necesidad. MUJERES MONOPARENTALES: SALUD En este ámbito, hemos podido observar que la salud de las mujeres a cargo de familias monoparentales no recibe una atención adecuada. Este problema presenta dos facetas: por un lado, las mujeres no hacen uso de la medicina preventiva, que no se ajusta a sus necesidades específicas. Por otro lado, el rol tradicional de género que define a las mujeres como “cuidadoras de los otros/as”, también afecta a cómo ellas mismas afrontan su propia salud. No existe una atención sanitaria específica para las mujeres, que de respuesta a las necesidades con las que ellas acuden a los servicios sanitarios. Y por otro lado, muchas mujeres a cargo de familias monoparentales han manifestado sus dificultades de comunicación con el personal médico: por la falta de dedicación en tiempo, por el trato distante, por el lenguaje utilizado, etc. Esto genera situaciones de desconfianza por parte de las mujeres hacia los servicios sanitarios. Las consecuencias que esto provoca se ven agravadas por el hecho de que las propias mujeres acuden muy poco a los servicios de salud, y apenas mantienen visitas o llevan a cabo acciones preventivas. Generalmente, estas mujeres dan mucha importancia a la prevención y al cuidado de la salud cuando es la salud de otros/as, y muy especialmente la de sus criaturas, que están perfecta y puntualmente atendidas. Pero no ocurre lo mismo cuando se trata de ellas: su salud no es algo prioritario, y apenas dedican tiempo a cuidarse en ese sentido (visitas preventivas al médico, hacer deporte, etc) Las mujeres responsables de familias monoparentales presentan así a menudo una salud personal desatendida. Como no utilizan los servicios de prevención existentes, hacen un uso excesivo de los servicios de urgencias. Pero en cualquier caso, solo acuden al médico en situaciones muy extremas, cuando ya no queda más remedio porque hay dolor o porque no pueden mantener el ritmo de vida habitual. Lo más característico en lo que se refiere a la salud de este colectivo son las somatizaciones y la precaria salud a nivel emocional y psíquico ya que, como hemos venido diciendo, las difíciles condiciones de vida, la soledad, el sentimiento de culpa, etc. provocan muy a menudo cuadros de baja autoestima, estrés y depresiones. Situaciones que desde los servicios médicos generalmente se atienden medicando a las mujeres, pero no prestando la atención y ofreciendo los apoyos que serían necesarios para tratar de mejorar esas condiciones de salud tan precarias. MUJERES INMIGRANTES EXTRACOMUNITARIAS MUJERES INMIGRANTES: FORMACIÓN PARA EL EMPLEO La situación de las mujeres inmigrantes extracomunitarias en relación a la formación para el empleo es similar en algunos puntos a la de las mujeres de los otros grupos. Así, los problemas fundamentales son la falta de formación acreditada de las mujeres y el hecho de que la formación para el empleo a la que pueden acceder no es adecuada. En cuanto a la falta de formación, hay dos cuestiones que en este caso se añaden a las que ya afectaban a las otras mujeres: por un lado, las inmigrantes extacomunitarias encuentran grandes dificultades para que los estudios que hicieron en sus países de orígen antes del proceso migratorio les sean convalidados. Esto significa que, a pesar de que en muchos casos son mujeres que ya tienen estudios y experiencia profesional, cuando llegan a Europa se encuentran en la situación de tener que empezar desde cero. Por otro lado, la actual ley de extranjería impide que aquellas mujeres cuya situación legal sea irregular puedan acceder a acciones formativas públicas. En cuanto al otro problema, la inadecuación de la formación existente, las razones de este problema radican en aquellas cuestiones que ya hemos mencionado: la falta de reconocimiento de la diversidad cultural, la no correspondencia de los perfiles profesionales, la concentración de estos colectivos en guetos formativos, etc. En consecuencia, estas mujeres tienen grandes dificultades de acceso al mercado laboral, especialmente en empleos que requieren una cierta cualificación. Otro de los efectos es que muchas mujeres inmigrantes extracomunitarias no disfrutan de la posibilidad de establecer nuevas relaciones, también relaciones con la población autóctona, a través de la formación, ámbito que podría llegar a ser un importante elemento de integración y espacio de conocimiento entre culturas. La existencia de cursos específicos para mujeres inmigrantes facilita en ciertos momentos su acceso a la formación, pero dificulta el establecimiento de relaciones con personas del país de acogida, por lo que pueden ser medidas puntuales, aunque no exclusivas. MUJERES INMIGRANTES: EMPLEO El principal problema que afrontan las mujeres inmigrantes extracomunitarias es la dificultad de acceso al empleo. La causa fundamental de esta dificultad radica en la actual ley de extranjería, que es sumamente restrictiva y ofrece muy pocas posibilidades de obtener el permiso de trabajo. A pesar de existir ofertas de empleo para estas mujeres en diferentes sectores de la economía, hoy en día resulta prácticamente imposible que puedan regularizar su situación y ser contratadas en el estado español. La situación legal empuja así a muchas de estas mujeres a trabajar sin contrato, y a incorporarse en sectores donde no existe una regulación laboral igual que en otros ámbitos, como por ejemplo el servicio doméstico o la prostitución. Nos encontramos así con muchas mujeres que están trabajando en condiciones de gran precariedad contractual y sin ninguna protección. La propia legislación favorece la exclusión laboral de estas personas y la creación de guetos ocupacionales caracterizados por las malas condiciones laborales y la falta absoluta de derechos. Además de las limitaciones legales, es frecuente encontrar casos de racismo y discriminación étnica en el acceso a ciertos puestos de trabajo, lo cual complica aún más la posibilidades de incorporación al mercado laboral reglado. También se producen situaciones discriminatorias en relación a la promoción laboral. Cuando las mujeres inmigrantes extracomunitarias consiguen un empleo, suele ser en la economía sumergida, y en condiciones laborales muy desiguales respecto a la población autóctona. Normalmente se producen casos de descualificación respecto a su formación y en relación a su situación laboral en los países de orígen. Y sus posibilidades de movilidad y promoción son muy pocas. A este panorama, hay que sumar que muchas mujeres inmigrantes viven en el estado español con sus hijos e hijas, y que muchas son las únicas responsables del cuidado y sostenimiento de su familia –tanto la que vive aquí con ellas como la que quedó en el país de orígen-. Así, afrontan también el problema compartido por la gran mayoría de las mujeres que es la dificultad para hacer compatible la vida laboral con la maternidad y otras responsabilidades familiares. La inexistencia de recursos y apoyos institucionales en un momento en que lo que se pretende desarrollar una política de “puerta cerrada” y crear la falsa ilusión de que esto evitará la llegada de más inmigrantes, está creando toda una bolsa de personas -en la cual cada vez hay más mujeres- a quienes no se les ofrece ninguna alternativa o apoyo. Estas circunstancias plantean en las mujeres a quienes hemos entrevistado una enorme frustración y sensación de fracaso, generando muchos casos de depresión. MUJERES INMIGRANTES: VIVIENDA Otro de los grandes problemas a los que se enfrentan las mujeres inmigrantes extracomunitarias es la dificultad de acceso a la vivienda. Dadas las condiciones en que funciona el mercado inmobiliario hoy en día, las posibilidades de tener un hogar digno son complicadas para la mayoría de las personas, también ciudadanas españolas, pero esto se agrava mucho más en el caso de las mujeres que se encuentran en el estado español procedentes de países no comunitarios. Los requisitos de acceso a una casa en buenas condiciones son complejos, ya que la oferta es muy escasa en relación a la demanda, y no hay ninguna regulación por parte de las administraciones públicas. Una nómina –vinculada a un contrato de trabajo- y un aval, suelen ser condiciones imprescindibles para el alquiler de una vivienda. Y, como hemos visto, se trata de dos privilegios raramente disfrutados por las mujeres inmigrantes extracomunitarias. Muchas de estas mujeres carecen de información acerca de los recursos y la documentación necesaria para poder acceder a una vivienda. Dadas las condiciones de irregularidad legal en que se encuentran gran parte de ellas, suelen tener grandes dificultades para acceder a la oferta de vivienda a través de las redes normalizadas, cayendo a menudo en trampas y engaños. Son más que frecuentes los casos de explotación de las personas inmigrantes extracomunitarias por parte de propietarios y redes inmobiliarias que se aprovechan de las condiciones del mercado y de la vulnerabilidad legal que sufren las inmigrantes, para alquilarles viviendas en muy malas condiciones, antiguas, a precios desorbitados y con condiciones abusivas. A todos estos problemas hay que sumar la discriminación y el racismo que también se dan en el acceso a la vivienda. En consecuencia, las mujeres inmigrantes extracomunitarias acceden básicamente a viviendas que se encuentran en muy malas condiciones y por las que tienen que pagar elevados precios. A menudo comparten casa con otras personas que se encuentran en su misma situación, dándose casos de hacinamiento, con las implicaciones lógicas respecto a la situación higiénica, a las dificultades de conviviencia, etc. La población inmigrante extracomunitaria suele concentrarse en guetos territoriales, algunos barrios concretos del centro y zonas de la periferia, que se descuidan por parte de las administraciones públicas y se degradan, dando lugar a diversos conflictos con la población autóctona de estas zonas, que frecuentemene es población también con pocos recursos. Algunas alternativas que suelen explotar las personas inmigrantes extracomunitarias para el acceso a una vivienda son: desarrollar redes propias de búsqueda y el realquiler de espacios entre las propias inmigrantes. Esto suele ser una importante fuente de apoyo, pero en ocasiones también se convierte en formas de aprovechamiento y explotación, incluso entre inmigrantes. Situación que, en cualquier caso, viene propiciada por las condiciones del mercado inmobiliario, la falta de apoyos públicos en este ámbito, y una vez más, las actuales políticas de extranjería. A todo esto hay que sumar los prejuicios específicos que afrontan las mujeres inmigrantes por su condición de género, en base a los estereotipos de que una mujer es más inestable y ofrece menos seguridad al propietario, etc. dificultando aún más su situación cuando buscan vivienda sin una pareja y acompañadas de sus hijos/as u otros familiares dependientes. Por otro lado, hay que tener en consideración el choque cultural que supone para muchas mujeres inmigrantes vivir en espacios muy diferentes a los que están acostumbradas en sus países de orígen, y que no permiten formas de relación y socialización estrechamente vinculadas a su cultura. MUJERES INMIGRANTES: OCIO Y RELACIONES SOCIALES El ámbito del ocio y las relaciones sociales es uno de los que requiere tener más en cuenta la heterogeneidad del colectivo al que nos referimos y sus diferencias culturales. Partiendo de este punto, hemos podido constatar dos problemas básicos que afectan a las mujeres inmigrantes extracomunitarias : por un lado, la situación laboral precaria y la falta de políticas de apoyo dirigidas a ellas, dificultan sus posibilidades a la hora de disfrutar del tiempo libre, ya que suelen tener muy poco, y disponen de muy escasos recursos para dedicar a ocio. Por otro lado, está la falta de espacios adecuados que tengan en cuenta la diversidad cultural. Para muchas mujeres inmigrantes, su vida en el estado español implica directamente la pérdida de formas de relación que se daban en sus sociedades de orígen y que no han sido reemplazadas por otras relaciones y espacios. La emigración supone para ellas soledad que, en muchos casos, las conduce a la depresión. Esta situación puede verse agravada en el caso de algunas culturas donde el control social de las mujeres por parte de la familia y la comunidad es mayor Al contrario, también se dan casos de mujeres que desarrollan nuevos espacios de relación que les permiten reproducir o reinventar formas de ocio ajustadas a sus modelos tradicionales y compatibles con su nueva situación en el país de acogida. Es el caso de los locutorios de teléfono o las peluquerías para muchas mujeres latinoamericanas, subsaharianas, etc. Lugares cuya función excede en mucho el que era su objetivo práctico original, para convertirse en auténticos puntos de encuentro, relación e información con otras personas. Otra alternativa de ocio y relación bastante desarrollada por algunas mujeres de ciertos orígenes (subsaharianas, filipinas, marroquís..) es la búsqueda de espacios en las asociaciones (asociaciones de inmigrantes de su misma cultura, grupos de mujeres…), que se convierten en algunos casos en una segunda familia para muchas de ellas.. Pero lo más destacable en relación a este ámbito es el desconocimiento mutuo que existe entre diferentes culturas, entre las personas autóctonas y las inmigrantes, entre mujeres con diferentes orígenes. Las mujeres inmigrantes extracomunitarias, se relacionan básicamente y pasan su tiempo de ocio con otras personas de su mismo orígen y cultura. Muy pocas veces se rompe este modelo endogámico para dar lugar a formas de relación interétnica. La falta de voluntad política, los prejuicios, la competencia por los recursos escasos, etc., fomentan antes relaciones conflictivas y de desconfianza mutua, que relaciones de comunicación y entendimiento. MUJERES INMIGRANTES: PARTICIPACIÓN Las mujeres inmigrantes extracomunitarias sufren en general de una gran falta de reconocimiento social y tienen muchas dificultades para participar en las sociedades de acogida. Además, cuando sí se produce una cierta organización, sus posibilidades de incidir y cambiar la estructura son muy pocas. También en este ámbito hay problemas de racismo y de discriminación étnica que complican una presencia de las mujeres inmigrantes en igualdad de oportunidades. Además, las instituciones ofrecen poco apoyo a las entidades, especialmente si tienen planteamientos que no se ajustan a las líneas marcadas por ellas. Como venimos mencionando, la situación laboral y familiar de estas mujeres les deja muy poco tiempo libre para llevar a cabo actividades de cara a su participación social. Otra de las dificultades fundamentales es que, al encontrarse muchas de ellas en situaciones de irregularidad legal, no apuestan por organizarse tomando opciones de tipo más reivindicativo. La vulnerabilidad total que supone el estar “sin papeles”, se convierte en un freno a la participación de estas mujeres, que temen posibles represalias contra ellas. Por otro lado, y sumado a lo anterior, existe desconocimiento acerca de las vías de participación posibles en la sociedad de acogida. Este desconocimiento es mayor en el caso de aquellas mujeres cuya vida se desarrolla básicamente en el ámbito doméstico, las que tienen dificultades de comunicación por el idioma, etc. Hay que decir también que las diferencias culturales suponen posiciones muy diferenciadas de cara a esta cuestión, existiendo situaciones muy distintas según el orígen, de grupos que tienen una tradición asociativa y de presencia en la comunidad de acogida, y otros cuya organización y visibilidad social a este nivel es muy poca. Hablando de mujeres, esta realidad se acentúa aún más, ya que su participación específica dentro de las asociaciones de inmigrantes es muy desigual en función del orígen, y que la existencia de grupos específicos de mujeres se da en algunos casos (filipinas, subsaharianas…), pero no en otros (chinas, paquistanís…). De cualquier modo, se trata casi siempre de asociaciones endógenas, que tienen una importante función como red propia de mantenimiento cultural, apoyo social entre personas del mismo orígen, etc. Las entidades son así un espacio de información y comunicación fundamental que contribuye a combatir la soledad y el desarraigo. Pero cuando hablamos de participación, no debemos limitarnos al asociacionismo, a las organizaciones y las vías tradicionales establecidas por nuestra cultura. Existen otras maneras de entender la participación y de generar vínculos de apoyo mútuo y organización colectiva, que tienen que ver con otras concepciones culturales. Generalmente, son alternativas que se desconocen o que no son reconocidas como formas de participación, pero que de hecho están siendo utilizadas por algunos grupos de mujeres inmigrantes extracomunitarias residentes en nuestro país. Un ejemplo son los grupos de apoyo social y económico propio de algunas mujeres subsaharianas. Aún así, en general, las mujeres inmigrantes extracomunitarias permanecen bastante invisibles y ausentes en los ámbitos de participación y, igual que suele ocurrir con las mujeres autóctonas, en los puestos de toma de decisiones. Esto conduce a un desconocimiento de sus experiencias y a la no inclusión de sus necesidades y propuestas específicas en el debate público. MUJERES INMIGRANTES: SALUD El problema fundamental detectado en este ámbito, la no atención adecuada a la salud de las mujeres, tiene raíces compartidas para los tres colectivos destinatarios del proyecto: por un lado, la ausencia de una prevención adecuada; y por otro lado, el rol tradicional de género que define a las mujeres como “cuidadoras de los otros/as”, lo cual les hace descuidar su propia salud priorizando frecuentemente el bienestar de otras personas. Algunos elementos son aquí similares a los que veíamos para las mujeres gitanas y monoparentales, pero las mujeres inmigrantes extracomunitarias se enfrentan además a algunas problemáticas específicas. Una de las más importantes es que la situación legal –una vez máscondiciona el tipo de acceso a los servicios sanitarios, limitando así seriamente las posibilidades de recibir una atención preventiva. Otro de los problemas es la dificultad de comunicación con los médicos, que si bien ya hemos mencionado para los otros dos grupos, aquí se ve incrementada en muchos casos por el desconocimiento del idioma por parte de algunas mujeres. A esto hay que sumar también el no entendimiento producido por la distancia cultural, y por la no contemplación desde los servicios sanitarios de los diferentes conceptos de salud y enfermedad. En consecuencia, existe una gran desconfianza por parte de estas mujeres hacia los servicios sanitarios. Hay que destacar que, mayoritariamente (por causa de su situación legal, o de desconocimiento, etc) acuden a los servicios de urgencias. Existen muchos casos de desatención, y nos encontramos con numerosas mujeres cuya salud personal está muy desatendida, lo cual les lleva a experimentar un rápido envejecimiento. A esto hay que añadir que las difíciles condiciones de vida (a nivel laboral, a nivel de vivienda, etc) les provocan a menudo malas condiciones de salud psíquica y emocional, que no es atendida correctamente por los servicios de salud. Algunas mujeres inmigrantes extracomunitarias continúan utilizando en el país de acogida las redes y medicinas tradicionales de su cultura, lo cual da lugar a veces a algunos conflictos debido al desconocimiento y a la falta de reconocimiento por parte de las autoridades sanitarias. MUJERES INMIGRANTES: SERVICIOS SOCIALES La situación de las mujeres inmigrantes extracomunitarias en relación a los servicios sociales es que sufren una gran desprotecctón social. La base fundamental de esta desprotección, como venimos comentando a lo largo del proyecto, radica en la actual ley de extranjería, que condiciona el acceso a los servicios –incluidos aquellos vinculados a derechos básicos- a la situación legal de las personas. No existen unas medidas públicas de protección adecuadas a la situación y a las necesidades de las mujeres inmigrantes extracomunitarias residentes en nuestro país. Desde los servicios sociales, no se contempla a fondo la diversidad cultural y las diferentes situaciones de convivencia propias de personas de diferentes orígenes, sino que se trabaja en base a modelos rígidos que no dan cabida a una realidad muy heterogénea. Por otro lado, las mujeres acusan que la recepción de determinados apoyos por parte de los servicios sociales van siempre unidos a contraprestaciones: en tiempo, en forma de control, etc. En consecuencia, existe una importante desconfianza hacia los servicios sociales. A esto hay que añadir que muchas mujeres inmigrantes extracomunitarias no conocen los recursos y servicios a los que sí pueden acceder. Ante las situaciones de desprotección y precariedad, muchas mujeres buscan alternativas en el apoyo y ayuda de redes no institucionales: ONGs, la Iglesia, etc. También establecen redes endógenas de apoyo y ayuda mutua. Redes que en unos casos ya existían de forma similar en los países de origen, o redes constituidas específicamente de cara a la nueva situación. Esta alternativa genera en ocasiones relaciones de dependencia con la familia o con la comunidad. La falta de apoyos y la vulnerabilidad conduce a estas mujeres a desarrollar actividades económicas en el mercado sumergido, y a condiciones de gran precariedad. MUJERES INMIGRANTES: RELIGIÓN El ámbito religioso es uno de los más complejos para ser tratado en relación a la diversidad cultural y la perspectiva de género. Ofreceremos solo algunas pinceladas básicas. Existe un gran prejuicio por parte de la cultura hegemónica hacia otras formas de religión, cuestión que podemos ubicar en la larga historia de relaciones entre mayoría y minoría, y el desconocimiento existente hacia las opciones minoritarias. Es necesario centrar esta situación en el contexto de una sociedad que tiende hacia la homogeneización en los más diversos ámbitos, y que no contempla la diversidad cultural. Todo esto unido a la falta de voluntad política para que las cosas pudieran ser de otra manera. En consecuencia, muchas mujeres encuentran dificultades para desarrollar en la sociedad de acogida sus prácticas religiosas, que en los países de orígen podían ser importantes espacios de relación social. Se suelen encontrar también con problemas de falta de espacios adecuados y de los recursos necesarios.
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