La necesidad de revisió n del convenio de acreedores Por José R. Sánchez Medina Socio de Dictum Abogados Situación actual Las consecuencias del incumplimiento de un convenio concursal son importantes e irreversibles, dado que su declaración supone la rescisión del mismo y la desaparición de la eficacia novatoria respecto a los créditos de los acreedores privilegiados que hubiesen votado a favor de éste, así como igualmente respecto de los acreedores ordinarios y los de los subordinados que hubiesen quedado extinguidos en la parte a que hubiese alcanzado la quita y/ó aplazados en su exigibilidad por el tiempo de espera y, en general, por todo aquello en que se hubiesen visto afectados por el contenido del convenio. A su vez, supone la «reapertura» del concurso, cuya conclusión no es declarada hasta la observancia de las circunstancias previstas por el artículo 141 de la Ley Concursal (LC), pero desde la eficacia del convenio concursal debieron haber cesado todos los efectos de la declaración de concurso, que podrían haber quedado sustituidos –en su caso- por los que hubiera podido establecer el propio convenio, salvo los deberes de colaboración e información establecidos por la propia Ley, que subsistirán hasta la conclusión del procedimiento. Es decir, también cesan las funciones de intervención o posible sustitución de la administración concursal. La irreversibilidad y mayor gravedad de las consecuencias del incumplimiento viene dada por la imposibilidad de poder negociar y conseguir un nuevo convenio, una nueva solución de continuidad empresarial y de satisfacción paccionada por la mayoría de acreedores en satisfacción de sus intereses –que no olvidemos es el principal interés general del concurso descrito en la Exposición de Motivos de la LC- pues, de conformidad con lo prevenido por el artículo 143.1.5º LC, procederá de oficio la apertura de la fase de liquidación. Por ello, debemos entender que, mediante la posible revisión de un convenio, la continuidad de la actividad económica por la misma empresa es la mejor solución para el interés general de la satisfacción de los acreedores, siempre que resulte el beneplácito de la mayoría de éstos respecto al cobro de sus créditos A mayor incisión en tal inquebrantable situación de punto final a la continuidad empresarial, conforme al art. 142.2 LC, se impone al deudor la obligación de pedir la liquidación cuando, durante la vigencia del convenio, conozca la imposibilidad de cumplir los pagos comprometidos y las obligaciones contraídas con posterioridad a la aprobación de aquél. La apertura de la fase de liquidación será inmediata. Ciertamente, puede parecer razonable proceder a la liquidación de los activos para el pago a los acreedores con el posible excedente que pudiera resultar como remanente de activos, tras el fracaso o la imposibilidad de haberse cumplido el convenio inicialmente aprobado, que, en parte, debe haber sido consecuencia de no haberse generado unos recursos –ingresos o tesorería- suficientes para hacer frente al plan de pagos, conforme a los planes de viabilidad que hubiesen acompañado a la propuesta de convenio. Si la actividad ha cesado o es inviable, la liquidación parece la salida más razonable, pero ¿y si la empresa es viable modificando las condiciones de pago de la deuda? No obstante, ¿podría evitarse dicho incumplimiento? Si tras una fase o periodo de cumplimiento, el deudor, a través de las revisiones periódicas de sus planes de tesorería y viabilidad, debe prever la imposibilidad de cumplir con alguno de los hitos de pago y pudiera tener la opción de volver a plantear una nueva propuesta de convenio que fuese aprobada por sus acreedores antes de darse la fecha en que se produjese el incumplimiento, en tal caso, este incumplimiento y sus consecuencias se podrían haber evitado. Las estadísticas publicadas, a consecuencia de la mayor duración y crudeza de la actual crisis económica, no prevista por un gran número de analistas económicos ni, mucho menos, por el tejido empresarial español, que supone la gran mayoría de deudores concursados y acreedores, nos exponen un elevado número de incumplimientos de convenio, convenios que fueron propuestos y aprobados habida cuenta de las circunstancias y previsión de escenarios económicos de aquellos momentos y que, dos o tres años más tarde, han variado notablemente, derivándose por ello el inevitable incumplimiento. Las quitas y esperas de los convenios concursales propuestos y aprobados en los primeros años de la crisis eran de cuantía y tiempo inferior a las que actualmente se deducen ante la notable variación de los escenarios y previsiones económicas. Los impedimentos y la incongruencia legal “El concurso será calificado como culpable cuando la apertura de la liquidación haya sido acordada de oficio por incumplimiento del convenio debido a causa imputable al concursado”. (Art. 164.2.3º LC) Por un lado la Ley manifiesta promover la continuidad empresarial como mejor forma de satisfacción a los acreedores y, de otro lado, dentro del concurso, levantados sus efectos, en periodo de cumplimiento de un convenio, pero con previsión de incumplimiento de las condiciones impuestas en el mismo, no sólo deja de fomentarse la posibilidad de renegociación o adaptación a las nuevas realidades económicas, y de forma paritaria con la universalidad de acreedores, continuándose con el mantenimiento de la “par condicio creditorum”, sino que claramente se impiden y sancionan. Además, de forma ilógica o contrapuesta, dentro del periodo de cumplimiento de convenio, nada se impide respecto a la renegociación individual con cada uno de los acreedores para novar el convenio, de forma singular o individual, con condiciones pactadas para unos distintas que para otros, pues si llegado el vencimiento de cualquiera de los hitos convenidos se “renovase” la quita o la espera por parte de un acreedor, el convenio concursal no puede entenderse incumplido respecto al mismo, quién puede haber entendido más favorable para sus intereses una nueva novación de las condiciones de su crédito en posible continuidad empresarial que la irremediable liquidación concursal de la empresa deudora. Asimismo, sí cabría la posibilidad de negociar conjuntamente con todos los acreedores, al igual que con la celebración de la Junta de Acreedores en sede concursal conforme a los artículos 111 y siguientes de la Ley Concursal, pero de forma totalmente extra o parajudicial y sin vinculación alguna para los acreedores que no asistieran o que no estuviesen conformes con la propuesta, aun para el caso en que estos últimos fuesen una minoría. En definitiva, aunque se tratase de una negociación universal, nos encontraríamos con un conjunto de acuerdos o novaciones singulares o particulares, que de esta forma sería muy difícil alcanzar. “Rebus sic stantibus” Esta expresión latina hace referencia a uno de los Principios del Derecho en virtud del cual se entiende que las estipulaciones establecidas en los contratos lo son habida cuenta de las circunstancias concurrentes en el momento de su celebración, es decir, que cualquier alteración sustancial de las mismas puede dar lugar a la modificación de aquellas estipulaciones. Son muchas las dudas que podrían plantearse respecto a la inclusión expresa de una cláusula de este tipo dentro de cualquier propuesta de convenio concursal que pudiera llegar a ser aprobada, aunque no imposible, a mi entender, vinculadas al cumplimiento de un escenario económico posterior u otro. Es decir, que el propio convenio recoja su posibilidad de revisión automática de las quitas y esperas en función del escenario económico que sobreviniere. Pero mayores son las dudas respecto a la posible aplicabilidad de este principio sin haberse expresamente incluido tal en la propuesta de convenio aprobada, aunque ello no pueda llegar a determinar su imposibilidad. El Tribunal Supremo, en sus sentencias de 19/04/1985, 27/06/1984 y 9/05/1983 estableció una serie de circunstancias mínimas para poder establecerse esta regla, a saber: alteración extraordinaria de las circunstancias existentes entre el momento de celebración del contrato (novación o aprobación del convenio), consecuencia de la alteración resulte desproporción desorbitante y fuera de todo cálculo entre las prestaciones convenidas, que no exista otro medio de remediar el desequilibrio sobrevenido, que las nuevas circunstancias fueran imprevisibles para las partes en el momento de la celebración y que quién alegue la cláusula tenga buena fe y carezca de culpa. La cuestión es la siguiente, el deudor concursado en periodo de cumplimiento de convenio aprobado hace tres años, antes de conocer la imposibilidad de cumplir los pagos comprometidos, pero cuando ya lo está previendo, ¿podría alegar la tácita clausula “rebus sic stantibus” para reabrir el concurso en fase de convenio? Parece claro que la literalidad de la norma no lo recoge, pero el interés del concurso, el interés general, el mantenimiento de las empresas, las unidades productivas y los puestos de trabajo, así como la satisfacción de los acreedores parece que lo aconsejan, sobre todo ante la situación económica que actualmente se atraviesa y cuando se reabra con una nueva propuesta concreta de convenio. ¿Es incompatible tal circunstancia con lo dispuesto por los artículos 111 y siguientes de la Ley Concursal?