SAN ANSELMO, obispo y doctor (1033-1109) Nació en Aosta del Piamonte. Ingresó en el monasterio benedictino de Bec en Normandía y enseñó teología a sus hermanos de orden. Trasladado a Inglaterra, fue elegido obispo de Canterbury (1093). Se consagró a defender la libertad de la Iglesia contra el poder real. Se le considera como el fundador de la Escolástica por haber demostrado racionalmente las verdades del Cristianismo. Escribió mucho de la Virgen. Los textos seleccionados están ungidos de piedad mariana, de la que el Santo se siente transido. San Anselmo es el primero que trató científicamente la doctrina mariana: es un teólogo de María. La Madre de Dios.- “¡Oh maravilla, yo contemplo a María: en qué altura tan sublime la veo! Nadie la iguala, nadie es mayor que Ella sino sólo Dios. Dios ha dado a María a su Hijo Unigénito, igual a Él, al cual engendra de su propio corazón, como amándose a sí mismo. De María se ha hecho un Hijo, no distinto, si no el mismo, de suerte que por naturaleza fuese único y el mismo: Hijo común de Dios y de María. Toda la naturaleza ha sido creada por Dios; y Dios ha nacido de María. Dios lo ha creado todo, y María ha dado a luz a Dios”. La Madre de las cosas re-creadas.- “Aquel que pudo hacer todo de la nada, no quiso rehacer sin María lo que había sido manchado. Dios es, pues el Padre de las cosas creadas y María la Madre de las cosas recreadas. Dios es el Padre que lo construyó todo; Y María la Madre que lo ha reconstruido todo. Dios engendró a Aquel –el Verbo- por el cual todo fue hecho, y María dio a luz a Aquel –Cristo- por el cual todo ha sido salvado… Verdaderamente el Señor está contigo, porque ha hecho que todas las creaturas te debiesen tanto en unión con Él”. María, camino de reconciliación.- “Oh Señora, puerta de la vida y de la salvación, camino de la reconciliación: haz que me sean concedidos el perdón de mis pecados y la gracia de bien vivir. Que esta nuestra buena Madre ruegue por nosotros. Que implore a su Hijo por sus hijos. Que este buen Hijo escuche a esta Madre a favor de sus hermanos. ¡Oh Madre-María, cuánto de debemos; oh Señora, oh Madre por quien tenemos tal hermano! ¡Qué acciones de gracias, qué alabanzas te debemos en retorno!”. 1 María, refugio de pecadores.- “Hacia Ti, oh Señora muy piadosa y misericordiosa, hacia Ti yo pecador, muy pecador por desgracia, corro buscando refugio. Oh Señora mía, oh Madre mía, en la que tengo mi esperanza, ¿rechazarás al desgraciado, que te invoca?... ¡Oh Señora, perdona al servidor de tu Hijo!... Escúchame, oh Señora mía, seme propicia, ayúdame con tu omnipotencia, a fin de que queden purificadas las manchas de mi alma”. Madre de la justificación.- “Todo el que se acerca a Ti, o es mirado por Ti con ojos favorables, es imposible que pereza. ¡Oh Señora, eres la Madre de la justificación y de los justificados; la Madre de la salvación y de los salvados; oh feliz confianza, oh seguro refugio! Dios se ha hecho por María hermano nuestro; con qué certidumbre, pues, debemos esperar. ¡Con qué fervor no debemos amar este Hermano y esta Madre! Amor seráfico a Jesús y María.- “Oh gran Señora, mi corazón quiere amarte, mi boca desea alabarte, mi espíritu desea venerarte, mi alma aspira a rogarte, todo mi ser se recomienda a tu protección. Haz que tu amor esté siempre en mí, y Tú tan siempre cuidando de mí. ¡Oh bondadosa Madre!, te suplico por ese amor con que amas a tu Hijo, así como le amas verdaderamente y quieres que sea amado; concédeme que yo también le ame verdaderamente”. María, ornamento de las mujeres.- “¡Oh digna hija de Dios, hermosura de la naturaleza humana, corrección de la primera madre Eva, ornamento de las mujeres!... Oh hermosa para mirarte, amable para contemplarte, deleitable para amarte, con lo cual escapas a la capacidad de mi corazón”. Humildad y confianza del santo obispo de Canterbury.- “Ruega por mí, santa Madre de Dios, para que, pues me causa tanto pavor el tribunal de tu Hijo, conociendo la multitud de mis pecados, pueda por tu venerada intercesión quedar limpio de todas mis culpas, con el riego de la compunción del alma y el rocío de una confesión piísima”. Ensalza la eximia humildad de la Virgen.- “¡Oh sublime Virgen, Madre de Dios! ¡Oh, humilde esclava de Dios! ¡Qué cosa más sublime se puede ser! ¡Qué cosa más humilde se puede de si sentir!”. 2 Permítaseme una apostilla de un comentarista de la teología mariana del Santo: -“Seguramente, san Anselmo es uno de los santos que más ha amado a la Santísima Virgen María”. Después de san Anselmo continuamente los Padres defienden la maternidad espiritual de María como parte de la maternidad divina, como iremos viendo. (Cfr. Obas completas: BAC, 82 y 100, de donde he tomado estos textos del Teólogo de María). 3