UNIDAD DE CAPACITACION Y SUPERVISION, MINISTERIO PUBLICO, COSTA RICA PODER JUDICIAL (UCS-MP) Temas: 4 DELITOS AMBIENTALES: Áreas de protección no requieren pago o acto de expropiación para recibir tutela jurídica. Para los efectos del numeral 58.c de la Ley Forestal invadir el área de protección se traduce en realizar sobre ella cualquier acto no permitido, lo que puede hacer cualquiera ya sea propietario o un tercero.. 4 Error de hecho y de tipo 4 Error de derecho y error de prohibición: aplicación subsidiaria. Sumario: 4 1.- Las áreas de protección, establecidas en el art. 33 de la Ley Forestal, son declaradas en tal ca- 124 2002 rácter por el Poder Legislativo y se encuentran bajo la providencia del Estado desde la entrada en vigencia de ese cuerpo legal. No se requiere, en consecuencia, de la demostración del pago o del acto expropiatorio, para considerar áreas de protección los espacios o ambientes comprendidos en el citado numeral; entre ellos, se citan «… Una franja de quince metros de en zona rural y diez metros en zona urbana, medidas horizontalmente a ambos lados, en las riberas de los ríos, quebradas o arroyos, si el terreno es plano, y de cincuenta metros horizontales, si el terreno es quebrado…». De este modo, para demostrar los daños a estos espacios o ambientes, es válida cualquier prueba que, de conformidad con las reglas de la sana crítica, se incorpore legalmente al proceso y merezca el crédito del tribunal de juicio. 4 2.- A diferencia, las áreas silvestres, por disposición del numeral 32 de la Ley orgánica del ambiente, así como por el 3.i de la Ley Forestal, son: «… Espacio, cualquiera que sea su categoría de manejo, estructurado por el Poder Ejecutivo para la conservación y protección, tomando en consideración sus parámetros geográficos, bióticos, sociales y económicos que justifiquen el interés público…». A estas últimas, es decir a las áreas silvestres, es a las que se refiere el párrafo tercero del numeral 37 de la Ley orgánica del ambiente, en cuanto supedita la eficacia de la tutela estatal al pago o expropiación del bien objeto de protección. 4 Es cierto que la acción delictiva establecida por el numeral 58.c de la Ley Forestal consiste en in- vadir un área de conservación o de protección, pero el contenido del término no es el despojo o ingreso al dominio de otro. Como las áreas de conservación suponen una limitación genérica a todo propietario de inmuebles por los que corren los ríos de Costa Rica, invadir el área de protección se traduce en realizar sobre ella cualquier acto no permitido, lo que puede hacer cualquiera ya sea propietario o un tercero.. 4 Son incoexistentes en un mismo hecho el error de tipo con el error de prohibición, o el error de hecho con el error de derecho. L 4 La falta de identidad entre lo que se piensa y lo que materialmente se hace, es la característica del error de tipo que excluye el dolo de tipo (dolus naturalis) y del error de hecho que excluye el dolo de culpabilidad (dolus malus), pues se trata de una actuación bajo la ignorancia de realizar los elementos objetivos del tipo penal 4 La actuación con conocimiento de lo que se hace pero sin saber de su carácter delictivo, es la característica del error de prohibición y del error de derecho. Quien argumente haber incurrido en error de prohibición o en error de derecho, informa que conocía el hecho material que llevó cabo. 4 Si bien estas son dos formas inconciliables de exclusión de delito, dada la dinámica analítica lineal de la estructura del delito (acción-típica, antijurídica y culpable), es posible oponer como defensa el error de tipo y subsidiariamente el error de prohibición, porque descartado el error de tipo puede entrarse al estudio del error de prohibición en el caso concreto. Lo mismo vale para quienes interpretan la existencia de un error de hecho y de un error de derecho, a partir de los arts. 34 y 35 del Código Penal Transcripción en lo conducente: TRIBUNAL DE CASACION PENAL, Voto No. 751 de las diez horas cuarenta y cinco minutos del diecinueve de setiembre de dos. “…II.- El primer motivo denuncia falta de fundamentación de la sentencia de mérito, con cita de los §§ 142, 182, 363.b y 369.d del C.p.p. En criterio del recurrente, la ley impone dos condiciones para la existencia de una zona protectora: a) la ubicación a determinada distancia de un río, y b) el pago o expropiación legal del inmueble. Señala que el a quo omitió prueba decisiva para la resolución del asunto, como la certificación del Sistema Nacional de Conservación del Ministerio de Energía y Minas, demostrativa de este último; todo, de conformidad con lo establecido en el § 72 de la Ley forestal. Con fundamento en esto solicita se decrete la nulidad del fallo venido en alzada. Por las mismas razones formuló recurso por el fondo, motivo tercero, al argumentar que el bien objeto de la acción no fue pagado o expropiado, por lo que no tiene eficacia la protección del estado y en consecuencia la acción del imputado deviene atípica. Al contestar la audiencia correspondiente, la Procuradora (…), en su condición de representante del Estado manifestó: «… El reclamo no es atendible, ya que el impugnante parte de una interpretación absolutamente equivocada el artículo que invoca, ya que confunde el concepto de áreas de protección que se enuncia en el artículo 33 de la Ley Forestal (áreas de nacientes permanentes, recarga acuífera, manantiales, riberas de ríos, quebradas y arroyos), con el de zona protectora contenido en el artículo 72 del cuerpo normativo analizado, en el cual se alude a reservas forestales y refugios de vida silvestre localizadas en terrenos privados, las cuales adquieren la condición de zonas protectoras, cuando el Estado ha pagado o expropiado a sus propietarios originales. Dicha situación no ocurre en el caso de áreas de protección, como la que aquí se analiza, ya que en el dicho supuesto lo que se da es una limitación al dominio privado en razón de la tutela superior que el legislador les confiere a dichos sitios, en virtud de su ubicación estratégica para la conservación del medio ambiente; lo cual es absolutamente consecuente con lo dispuesto en el tenor literal del artículo 50 de la Constitución Política…». Se declaran sin lugar los reclamos. Estudiadas las leyes que cita el recurrente, tanto con la finalidad de resolver los agravios expuestos, como con el propósito de establecer si la constancia o certificación del pago o del acto expropiatorio del inmueble objeto del delito, es prueba necesaria para acreditar el tipo penal, ha llegado a establecer la existencia de dos objetos ambientales de tutela estatal, jurídicamente distintos en razón del órgano decisor de la protección legal. Así, las áreas de protección, establecidas en el § 33 de la Ley Forestal, son declaradas en tal carácter por el Poder Legislativo y se encuentran bajo la providencia del Estado desde la entrada en vigencia de ese cuerpo legal. No se requiere, en consecuencia, de la demostración del pago o del acto expropiatorio, para considerar áreas de protección los espacios o ambientes comprendidos en el citado § 33 de la Ley Forestal; entre ellos, se citan por relacionarse directamente con el presente caso «… Una franja de quince metros de en zona rural y diez metros en zona urbana, medidas horizontalmente a ambos lados, en las riberas de los ríos, quebradas o arroyos, si el terreno es plano, y de cincuenta metros horizontales, si el terreno es quebrado…». De este modo, para demostrar los daños a estos espacios o ambientes, es válida cualquier prueba que, de conformidad con las reglas de la sana crítica, se incorpore legal. mente al proceso y merezca el crédito del tribunal de juicio. Esta ha sido la situación del caso bajo examen, por lo que no se verifica vicio alguno y corresponde declarar sin lugar el reproche. El recurrente se ha referido a las regulaciones de las áreas silvestres, que pueden ser, según dispone el § 32 de la Ley orgánica del ambiente: reservas forestales, zonas protectoras, parques nacionales, reservas biológicas, refugios nacionales de vida silvestre, humedales y monumentos nacionales. A diferencia de las áreas de protección que son declaradas por acto legislativo, las áreas silvestres por disposición del citado § 32 de la Ley orgánica del ambiente, así como por el 3.i de la Ley Forestal son: «… Espacio, cualquiera que sea su categoría de manejo, estructurado por el Poder Ejecutivo para la conservación y protección, tomando en consideración sus parámetros geográficos, bióticos, sociales y económicos que justifiquen el interés público…». A estas últimas, es decir a las áreas silvestres, es a las que se refiere el párrafo tercero del § 37 de la Ley orgánica del ambiente, base de agravio expuesto por el recurrente, en cuanto supedita la eficacia de la tutela estatal al pago o expropiación del bien objeto de protección. Es claro que el objeto del delito en el presente caso no es un área silvestre, como lo pretende el recurrente, sino un área de protección dispuesta así en forma genérica por la Asamblea Legislativa en el § 33 de la Ley Forestal, por lo que la eficacia de la tutela estatal no tiene condición. En consecuencia, tanto la prueba como el supuesto elemento constitutivo del delito que echa de menos el recurrente, no son pertinentes para la demostración y tipificación de los hechos. (…) V.- El quinto motivo invoca los §§ 30 y 31 del C.p., 33 y 58 del la Ley forestal. Señala el recurrente que los hechos acreditados en la sentencia de mérito son atípicos. La acción típica del § 58.a de la Ley forestal es invadir, lo que no hizo el imputado pues solamente sustituyó zacate y monte por lirios de su propiedad, en su posesión; no invadió el inmueble de otro. De acuerdo a lo anterior solicita la revocatoria de la sentencia impugnada y el dictado de una sentencia absolutoria. Se declara sin lugar el reclamo. Es cierto que la acción delictiva establecida por el § 58.c de la Ley Forestal consiste en invadir un área de conservación o de protección, pero el contenido del término no es el despojo o ingreso al dominio de otro. Como las áreas de conservación suponen una limitación genérica, a todo propietario de inmuebles por los que corren los ríos de Costa Rica, con la finalidad de preservar el ambiente natural, la salud, la ecología y lo poco que pueda salvarse para el equilibrio del planeta Tierra, tal restricción al dominio es un régimen que obliga a mantener intacta la porción del inmueble bajo la tutela estatal, de donde deriva la posibilidad de realizar en aquella únicamente los actos permitidos por ese régimen. De este modo, invadir el área de protección se traduce en realizar sobre ella cualquier acto no permitido, lo que puede hacer cualquiera ya sea propietario o un tercero. Por ello no lleva razón el recurrente cuando afirma que su patrocinado, por ser titular del derecho de propiedad del inmueble, limitado en una parte que es área de protección, no pudo invadir porque el objeto de la acción no es ajeno; antes por el contrario, cometió el hecho el imputado (..) y lo puede cometer cualquiera otra persona. Por lo expuesto se declara sin lugar el reclamo….” TRIBUNAL DE CASACION PENAL, Voto No. 751 de las diez horas cuarenta y cinco minutos del diecinueve de setiembre de dos. “…III.- El segundo reclamo cita los §§ 184, 204, 361 y 369.g del C.p.p., al tiempo de cuestionar el fallo de instancia por violación de las reglas de la sana crítica, concretamente las reglas de la lógica y dentro de ellas la de razón suficiente. Objeta la conclusión del juzgador, en cuanto deriva de la declaración “del testigo (…)”, que el imputado sembró los lirios voluntariamente; en tal sentido cita textualmente de la sentencia: «… El testigo (…) [se refiere a (…)] le advirtió [al imputado] de la situación contraria a derecho en que se encontraba, y aún así continuó y sembró lirios dentro de esa zona. Eso demuestra que fue un acto voluntario…» (sentencia, fl. 78; recurso, fl. 84 fte. y vto.). Indica el recurrente que de la declaración del testigo (…) no se establece que hubiera hecho tal advertencia al imputado, de donde la conclusión del juzgador es contraria a las reglas de la lógica, y el efecto en el fallo es el rechazo a la tesis esgrimida por la defensa con relación al error de tipo o de prohibición. Se declara sin lugar el motivo. Examinada la sentencia con la finalidad de determinar la existencia o inexistencia del agravio denunciado por el recurrente, da cuenta esta corte que efectivamente el testigo (…) no hizo advertencia alguna al imputado, acerca de la antijuricidad de la acción que llevaba a cabo, por lo que la voluntariedad de actuar contra derecho no pudo derivarla el juzgador de la declaración dicha. Sin embargo, suprimida hipotéticamente la valoración del testigo (…), del razonamiento del juzgador de mérito, se mantiene inalterada su conclusión de excluir el error de prohibición. Obsérvese que el error in procedendo en la apreciación del testimonio de (…), no es el único elemento ponderado para desechar el posible yerro del imputado; antes por el contrario, el a quo refirió la experiencia adquirida por (…) en sus treinta años de vivir en el país, que reflejó por sus conocimientos básicos del derecho costarricense, según pudo determinarse durante su comparecencia en juicio. En concreto dijo el Juez: «… Durante la etapa de conclusiones, la defensa del encartado solicitó el dictado de una sentencia absolutoria a favor de su representado. En su favor alegó el ejercicio legítimo de un derecho, la existencia de un error de derecho y de un error de hecho… Tampoco nos encontramos frente a un error de tipo o de prohibición como lo invocó la defensora. Por un lado, el encartado, aunque nació en el extranjero tiene muchos años de vivir en el país, conoce la zona y mostró dominio de los aspectos básicos de la legislación. Sabe, porque así lo manifestó en el debate, de la importancia del recurso hídrico. En todo caso, ante cualquier duda, pudo asesorarse con un profesional en derecho…» (fls. 77 y 78). Esto es, con todo y el error de procedimiento cometido por el juzgador de juicio, la conclusión sigue siendo la misma, porque el vicio no es determinante. Por ello debe rechazarse el reclamo. A lo anterior resta introducir como nota al margen, y sin entrar a ventilar las diferencias de fondo entre el error de hecho y el error de tipo (que no son equivalentes) ni entre el error de derecho y el error de prohibición (que tampoco son idénticos), lo siguiente: Son incoexistentes en un mismo hecho el error de tipo (§ 34, C.p.) con el error de prohibición (§ 35, C.p.), o el error de hecho (§ 34, C.p.) con el error de derecho (§ 35, C.p.). Lo anterior porque la falta de identidad entre lo que se piensa y lo que materialmente se hace, es la característica del error de tipo que excluye el dolo de tipo (dolus naturalis) y del error de hecho que excluye el dolo de culpabilidad (dolus malus), pues se trata de una actuación bajo la ignorancia de realizar los elementos objetivos del tipo penal, p.ej. quien dispara pensando que matará un venado que está tras el arbusto, y realmente mata a otro cazador porque en el sitio no está la pieza figurada por el agente. En tanto la actuación con conocimiento de lo que se hace pero sin saber de su carácter delictivo, es la característica del error de prohibición y del error de derecho. En síntesis: quien alegue haber actuado bajo error de tipo o bajo error de hecho, dice no saber cuál hecho material estaba realizando; mientras quien argumente haber incurrido en error de prohibición o en error de derecho, informa que conocía el hecho material que llevó cabo. Son dos formas inconciliables de exclusión de delito, de modo que resulta contradictorio alegarlas conjuntamente; sin embargo, dada la dinámica analítica lineal de la estructura del delito (accióntípica, antijurídica y culpable), es posible oponer como defensa el error de tipo y subsidiariamente el error de prohibición, porque descartado el error de tipo puede entrarse al estudio del error de prohibición en el caso concreto. Lo mismo vale para quienes interpretan la existencia de un error de hecho y de un error de derecho, a partir de los §§ 34 y 35 del C.p. IV.- El cuarto de los agravios se basa en la errónea aplicación de los §§ 30 y 31 del C.p., 33 y 58.a de la Ley forestal, y 264 del C.c., e inobservancia del § 35 del C.p., pues, en criterio del abogado (…), el imputado actuó bajo un error de prohibición al creer que la sustitución de zacate y monte por lirios no era un hecho delictivo, pues se trata de un agricultor propietario de una finca dedicada a la agricultura, es extranjero y en su criterio es determinante la «… Ley forestal es oscura, contradictoria y ambigua, lo que sin duda llevó al imputado a creer que su acción no tenía sanción…». Se declara sin lugar el reproche. Por las razones apuntadas en el apartado anterior, se declara sin lugar el reclamo..”