Badajoz

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Badajoz es la provincia española más extensa. Por ella han pasado todos los
pueblos que lo hicieron por la Península Ibérica, como demuestran los viejos
edificios que aún permanecen en pie.
Las cercanas y monumentales villas de Cáceres y Mérida han
relegado a un segundo plano a la ciudad de Badajoz, que siempre
ha visto cómo el protagonismo y reconocimiento recaían en sus
vecinas ciudades. La realidad es que Badajoz, lejos de ser un
destino sin atractivos turísticos, tiene mucho que enseñar.
La Alcazaba árabe, declarada Monumento Histórico-Artístico en
1931, domina desde un alto al resto de la urbe. Edificada en el año
1169, la ciudad árabe está rodeada de murallas con varias torres,
cuatro puertas (Coraxa, Carros, Apéndiz y Capitel) y dos portillos,
barbacana y torres albarranas, de defensa avanzada. La principal
es la de Alpendiz, conocida popularmente como Espantaperros.
A los pies de la Alcazaba se sitúan el barrio de la plaza Alta y el de
la plaza de San José, que todavía conservan el encanto que, con
toda seguridad, tuvieron antaño. Callejuelas estrechas y tortuosas
cobijan antiquísimos soportales que mantienen muestras del arte
mudéjar y de la inspiración artística de época medieval y siglos
posteriores.
La condición fronteriza de Badajoz ha sido determinante en su
configuración. La urbe está salpicada de murallas, puertas y
puentes que embellecen la villa y le otorgan personalidad. Hasta
nuestros días han llegado varias de las puertas que daban acceso a
la ciudad. La Puerta de Mérida, la de Jerez o la Puerta de Palmas
se conservan en excelente estado y mantienen vivo el carácter
fronterizo de la villa.
Los ejemplos de arquitectura religiosa en Badajoz están
encabezados por el edificio de la catedral, con un aspecto que
recuerda más a una fortaleza. La iglesia se levantó sobre lo que
anteriormente fue templo visigodo o mozárabe y su construcción no
se culminó definitivamente hasta el siglo XVIII. El templo contiene
muestras góticas, renacentistas y barrocas, y presenta tres naves y
doce capillas que, junto al altar Mayor y un retablo barroco en
madera dorada de Ginés López, conforman la lista de piezas con
mayor reconocimiento artístico del conjunto. El coro, situado en la
nave central, está protegido por una reja y es obra de Jerónimo de
Valencia, discípulo de Berruguete.
En torno a la catedral existe un rosario de edificios religiosos de
sobrado interés, como es el caso del convento de las Carmelitas, el
mejor conjunto tardo-barroco conservado en la ciudad, y la iglesia
de la Concepción.
La espectacularidad del Palacio de Congresos Manuel Rojas no
pasa inadvertida para ningún viajero, tampoco para el MOMA de
Nueva York que lo eligió como uno de los 53 edificios españoles
significativos de las últimas tres décadas, junto a la T4 del
aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas o el Reina Sofía de Madrid.
Se trata de un edificio circular rodeado por otra estructura
concéntrica, obra de los arquitectos José Selgas y Lucía Cano.
La oferta museística de la ciudad está cubierta con excelentes
centros como el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte
Contemporáneo o el Provincial de Bellas Artes. En el primero
destacan las obras de artistas iberoamericanos, mientras que el de
Bellas Artes exhibe un recorrido cronológico desde el siglo XVI
centrado en artistas extremeños.
Zafra
Los rincones con encanto y las construcciones religiosas están
asimismo presentes en otras poblaciones de la provincia pacense.
Zafra, situada en el centro de la provincia, y Jerez de los Caballeros,
localizada al suroeste de Badajoz, son dos buenos ejemplos de ello.
En el primer caso estamos ante un destino de recio raigambre
medieval que fue declarado Conjunto de Interés Histórico-Artístico
en 1965. La riqueza de sus monumentos y su carácter andaluz le han
valido el sobrenombre de pequeña Sevilla, al que Zafra hace justicia.
En su conjunto destaca el entorno de las denominadas plaza
Grande y plaza Chica, que no coinciden en las proporciones pero
sí en los pórticos. En los alrededores de la Chica se halla una serie
de casas de los siglos XV y XVIII, y una fachada neoclásica que
corresponde al actual Palacio de Justicia. También próxima a
sendas plazas, aunque ya no tanto, está el alcázar de los Duques
de Feria, convertido en parador de turismo. Se trata de un castillopalacio que se comenzó a construir en 1437 y que dispone de un
patio central de mármol blanco. En el interior sobresale la Sala
Dorada, con un magnífico artesonado.
Entre el gran número de edificios religiosos que posee, el más
importante es la colegiata de Santa María de la Candelaria, una
construcción del gótico tardío. Su interior resguarda un retablo con
pinturas de Zurbarán, el retablo mayor de estilo barroco y un
tercer retablo con la Virgen de la Valvanera, de estilo
churrigueresco. De la misma manera cuenta con un pequeño
museo de arte sacro, una pila bautismal en mármol de estilo gótico
-mudéjar y su órgano del siglo XVIII. El convento de Santa Clara,
declarado Monumento Nacional, y el de Santa Catalina, con un
excelente artesonado de madera de estilo mudéjar con cúpula
octogonal, cierran la lista de edificios religiosos.
Jerez de los Caballeros
Los ciudadanos de Jerez de los Caballeros, por su parte, se
vanaglorian de habitar en uno de los conjuntos monumentales
más relevantes no solo de Extremadura, sino del sur de España.
Ciudad noble y señorial, Jerez de los Caballeros es cuna de ilustres
personajes, que vinieron al mundo en una villa famosa por su
fortaleza templaria, sus murallas, sus iglesias de espléndidas
torres, sus palacios, conventos y casonas. Su entorno se puede
estructurar en tres apartados: el recinto de la fortaleza, la plaza de
España y los alrededores y el barrio Bajo.
La fortaleza de Jerez, erigida por los templarios en el siglo XIII
sobre la antigua alcazaba árabe, tiene un patio central, junto al
que se halla el parque de la Morería y la torre Sangrienta.
Próxima a la fortaleza está la iglesia de Santa María de la
Encarnación, la más antigua de los templos que tiene esta
población. Edificio visigótico del siglo XVI, sus rasgos más
significativos son las columnas con inscripciones visigóticas y el
cimborrio.
Angostas callejuelas conducen hasta la plaza de España, en donde
está la parroquia de San Miguel que, como el resto de iglesias
parroquiales de esta población extremeña, presenta una
superposición de estilos al tener influencias desde mediados del
siglo XV hasta el final del barroco. Lo que más destaca es su torre
barroca de filigrana.
Otros templos a subrayar son la parroquia de San Bartolomé, del
siglo XV, y ya en el barrio Bajo la iglesia parroquial de Santa
Catalina, templo gótico; la iglesia de la Magdalena, obra maestra
del estilo isabelino portugués; el convento de Nuestra Señora de
Gracia; el convento de San Agustín, actual Casa Consistorial y el
Convento Madre de Dios, convertido en centro de enseñanza.
Asimismo, se conservan ermitas como la del Cristo de la Vera Cruz,
del siglo XVII.
Tampoco desmerece la visita a Olivenza, una población con alma
portuguesa que se refleja, por ejemplo, en una famosa canción
popular que reza: ‘Olivenza es hija de España y nieta de Portugal’.
La cultura lusa se palpa en el patrimonio, como salta a la vista en la
Casa de Misericordia, que presume de coquetería y belleza de los
típicos azulejos vintage portugués, blancos y azules.
Mérida
Mencionar Mérida es hablar del todopoderoso Imperio Romano, que
aún permanece vivo bajo los cimientos de esta ciudad extremeña.
Fue en el año 25 a.C. cuando el propio emperador de Roma, Octavio
Augusto, mandó construir una ciudad a orillas del río Guadiana.
Surgía así lo que entonces se llamó Emérita Augusta, la principal villa
romana del suroeste de la península. Durante varios siglos y hasta la
caída del Imperio Romano de Occidente, Mérida fue un centro
jurídico, económico, militar y cultural de primer orden. Hoy es
capital autonómica y su conjunto arqueológico está declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993.
La nueva urbe romana fue proyectada como una gran ciudad de 80
hectáreas, rodeada por una muralla de la que se conservan varios
trozos. El foro municipal albergaba el templo de Diana, destinado al
culto imperial y el único que se conserva al haber sido absorbido por
un palacio renacentista del siglo XVI.
El puente sobre el río Guadiana fue una de las primeras
construcciones. Con una longitud de 792 metros y 60 arcos, es el
mayor puente romano de la Península Ibérica. Sólido y elegante,
para su construcción se necesitó levantar primero una isla artificial
en el centro del cauce rodeada por un muro de piedras y hormigón
de más de 150 metros de perímetro. Con el paso del tiempo ha
sufrido varias modificaciones y restauraciones, pero su valor
continúa siendo incuestionable.
Localizado en la parte céntrica de la ciudad, el Arco de Trajano
separaba los dos foros, el municipal y el provincial. Tiene 15 metros
de altura y está construido mediante enormes sillares y dovelas de
granito. Todo indica que en otro tiempo estuvo recubierto de
mármol.
El privilegiado lugar que adquirió Emérita Augusta tuvo como
consecuencias inmediatas la construcción del teatro y el
anfiteatro, el conjunto arquitectónico romano más relevante de
Mérida y un gran espacio lúdico situado a las afueras de la ciudad y
destinado a entretener a nobles y plebeyos.
El teatro es el mejor conservado de todo el mundo romano. Su
capacidad era de 6.000 personas, un número muy elevado para la
población de Emérita por lo que se cree que también acogía a
campesinos de los alrededores. La grada o cavea se dividía en tres
tramos, que a su vez daban cobijo a las distintas clases sociales
romanas que habitaban la ciudad. El escenario consta de dos pisos
de orden corintio de 13 metros de altura con 7 pórticos, 3 de ellos
de mayor profundidad para disimular las puertas que comunicaban
el escenario con los vestuarios. Cada año actores y actrices del
momento demuestran, en el Festival de Teatro Clásico de Mérida,
su arte sobre el escenario como antaño lo hacían los artistas para
los que se edificó este magnífico recinto.
Frente al teatro y a escasos metros de este está el anfiteatro, un
lugar reservado sobre todo para espectáculos con gladiadores y
animales salvajes. Su construcción finalizó en el año 8 a.C. con una
capacidad para 14.000 espectadores, y pese al continuo saqueo de
sus piedras de mármol al que se ha visto sometido, aún se puede
distinguir el vomitorium, el acceso de los gladiadores, las jaulas de
las fieras y las demás estancias y pasadizos necesarios para ofrecer
tan execrable espectáculo a los ojos del hombre moderno. Los
restos del circo, proyectado en el siglo I d.C. con un aforo de 30.000
espectadores, completan el recinto.
La mayoría de piezas de procedencia romana con más de 2.000
años de historia que han sido encontradas en la ciudad se pueden
ver en el Museo Nacional de Arte Romano. Su original diseño es
obra del prestigio arquitecto Rafael Moneo, que lo realizó entre
1981 y 1985. El museo comprende dos cuerpos de edificación
separados por la calzada romana y conectados por una pasarela
que vuela sobre los restos arqueológicos. Uno de los edificios
alberga el museo y sus almacenes, y el otro los talleres de
restauración, biblioteca, salón de actos y dependencias
administrativas.
Además de la envidiable posición adquirida por Mérida en época
romana, la ciudad continuó jugando un papel primordial en la
historia con la invasión visigoda, con la que se convirtió en el
principal núcleo de esa cultura en la península hasta que Toledo
pasó a ser capital del reino. Durante estos siglos también se
construyeron edificios de interés artístico, como es el caso de la
Basílica de Santa Eulalia, declarada Monumento Nacional. Con los
árabes, la urbe tuvo asimismo momentos esplendorosos visibles en
la Alcazaba, la fortificación musulmana más antigua que se
conserva en la Península Ibérica, en la que se mezclan restos
artísticos y arqueológicos romanos, visigodos y árabes. Mérida es,
por todo ello, un museo al aire libre.
Espacios naturales
La provincia pacense mantiene una serie de espacios muy
valorados desde una perspectiva ambiental. La Reserva Nacional
de Caza del Cíjara es uno de ellos. Está situado en un paisaje verde
y ondulado que rodea el embalse de Cíjara, en el nordeste de
Badajoz. En la reserva abundan los ciervos, corzos, gamos, jabalíes,
conejos, liebres, perdices y codornices, y bosque mediterráneo de
alcornoques, encinares, quejigos, castaños y rebollos.
También en Badajoz, al sureste de la provincia, se encuentra la
Reserva Biológica de Puerto Mejoral, catalogada como Zona de
Especial Protección para las Aves (ZEPA), así como el Paraje de
Interés Paisajístico de Sancti Spíritus, una vasta llanura en el
entorno del embalse de La Serena. Interesante también resulta el
embalse de Cornalvo, a 15 km de Mérida. La presa, una edificación
romana, forma parte del Conjunto arqueológico de Mérida. El
entorno posee una destacada flora y fauna.
Uno de los territorios más interesantes de la provincia es el parque
temático natural Alqueva, situado en el suroeste de Badajoz. No
tiene puertas, horarios ni tampoco es necesario comprar una
entrada. Sus ‘atracciones’ giran en torno a la naturaleza, la cultura
y el agua, y tienen como escenario el territorio del embalse de
Alqueva (el más grande de Europa occidental), que baña tierras
extremeñas y portuguesas.
En este parque se puede navegar y zambullirse en las aguas del
Guadiana para practicar actividades acuáticas, pescar, explorar
castillos y villas medievales (Olivenza, Alconchel…), volar en
parapente, pasear por corredores ecofluviales, realizar un safari
fotográfico, conocer la flora y la fauna de la dehesa, observar aves,
aprender con la cultura rayana o degustar una gastronomía con
identidad propia.
Ruta del jamón ibérico por las sierras del sur
Las comarcas del sur de Badajoz forman parte de una ruta en la
que el jamón ibérico comparte protagonismo con la dehesa. Sin
duda, es una excelente opción para combinar gastronomía y
naturaleza y descubrir todo un mundo de sensaciones ibéricas,
visitando secaderos y realizando catas a la vez que practicas
senderismo o cicloturismo por el campo.
La ruta de las sierras de Badajoz recorre 33 municipios de las
comarcas del sur de la provincia: Sierra Suroeste, Tentudía y
Campiña Sur.
Partiendo desde Azuaga, el camino lleva hacia Fregenal de la
Sierra, Fuentes de León, Higuera la Real, Jerez de los Caballeros,
Llerena, Monesterio, Montemolín, Oliva de la Frontera y Valencia
del Mombuey, entre otras localidades.
En Jerez de los Caballeros y Monesterio tienen lugar dos ferias
dedicadas a este manjar: el Salón del Jamón Ibérico (mayo) y el
Día del Jamón (septiembre), respectivamente. Merece la pena
acudir a estos eventos porque, además de degustar unos
productos excelentes, podrás presenciar el arte de los cortadores
de jamón en alguno de los concursos oficiales, entre otras
actividades.
http://clubcliente.aena.es
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