Síntesis jurídico-política sobre la autonomía reciente en Colombia

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ddhh-Autonomía. M. Restrepo. UPTC, 2006
Estructura del concepto de autonomía y derechos humanos
-A propósito del derecho a la educación universitariaManuel Humberto Restrepo Domínguez1
Concepto y Sentido de la Autonomía
La autonomía es un concepto complejo cuyo significado tiene raíz en la libertad y su contenido
origen en la dignidad. De ahí la necesidad de tratarla asumiendo un giro lingüístico que permita pasar de
la pregunta por el es de las cosas, al porque de las mismas, en cuanto en el concepto de autonomía
subyace una tensión de poder y una ideología.
Filosóficamente la autonomía es la capacidad que tiene un sujeto para ser y
estar en el mundo por cuenta propia. Es la capacidad para valerse por sí mismo/a de manera
independiente. Políticamente es la Potestad que tiene ese sujeto individual o colectivo, dentro de un
Estado, para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios. Jurídicamente es la capacidad dual
reconocida por un marco normativo para que un sujeto de Derecho actúe bien sea con base en una
voluntad soberana o como portador de un interés.
Filosófica, política y jurídicamente se reconoce la autonomía a través de la
dignidad y de la libertad. La dignidad en la modernidad se funda en el principio Kantiano del ser humano
como sustancia con valor intrínseco absoluto, que no tiene precio. En la dignidad se reconoce que el ser
humano es intocable, está es la fuente de la autonomía. La dignidad provee de la capacidad de ser y
actuar como seres humanos, en cuanto, sujetos libres, es decir, sin sujeciones.
Socialmente la autonomía corresponde al ámbito público, se rige por normas
que regulan el comportamiento colectivo y su límite, en las democracias liberales, es la constitución. La
autonomía es un producto cultural legítimo, creado por la sociedad para limitar la intromisión indebida del
poder sobre el sujeto. La sociedad, éticamente reconoce la capacidad de un sujeto para definir que hacer, y
mediante el orden jurídico lo declara titular del derecho a decidir su plan de vida o su propio destino en
plena libertad.
Filosófica, Política, Social y Jurídicamente, la autonomía representa la
posesión de un triunfo absoluto del sujeto para señalarse su destino. De este derecho puede hacer uso
prima facie2 como recurso ante el poder. A la vez que se protege le crea obligaciones al Estado para que le
ofrezca condiciones efectivas para ejercer su derecho. La autonomía libera al sujeto y afirma la dignidad.
La heteronomía que es su contraria, ata al sujeto, atribuye un origen extrasocial a las leyes que lo
gobiernan, como si no fuera obra de los humanos, como si todo fuera instituido, sustrae la capacidad
instituyente del colectivo para ocultar las fuentes del poder en el conjunto, así el poder se hace extraño a
los sujetos y las oposiciones son presentadas como cosas técnicas.
Sobre el concepto de autonomía se fundamentan los derechos de libertades
y los derechos de bienestar, de tal manera que negar o impedir el ejercicio de la autonomía constituye un
obstáculo a los sistemas de derechos humanos. No se niega solo el concepto de autonomía, se rompe y
afecta de manera negativa el ejercicio de los derechos, tanto civiles y políticos, como los sociales y
culturales. Impedir el libre ejercicio de la autonomía vulnera las bases de la legitimidad, sobre las cuales la
autonomía pasa de ser costumbre y convención a ser reconocida por la norma jurídica3, como derecho
colectivo y democrático, cuyos sujetos titulares son los pueblos.
1
Profesor Asociado de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Coordinador Colombia de la Fundación
Iberoamericana de derechos humanos (fiadh), PhD. en Derechos Fundamentales y Filosofía del Derecho por la Universidad
Carlos III de Madrid.
2Noción del Derecho que señala un recurso en primera instancia, es decir, legítimo y valido mientras no se demuestre lo contrario.
3Cfr. WEBER, Max. Economía y Sociedad, FCE, México, 1987, p 9 y ss. Véase sobre los conceptos sociológicos fundamentales.
Cfr. FARIÑAS, Ma. José La Sociología del derecho de Max Weber, Civitas, Madrid, 1991. pp 182 y ss.
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Autonomía Universitaria: Origen y fundamentación
La primera aclaración necesaria, es que la Universidad nació autónoma. La segunda que su justificación
ética y cultural proviene de la naturaleza del saber y por ello el Estado y la sociedad se inhiben de
intervenir en ella. La tercera que quien mejor sabe lo que es y para qué es una universidad es la misma
universidad: sus estamentos y el Estado debe protegerlos y respetarlos. Históricamente la autonomía ha
sido reconocida como la esencia de la vida universitaria. Ella define las relaciones que se establecen con el
Estado y con la sociedad. La Universidad es la dueña de su propio destino, conquistó ese fuero en el seno
de la sociedad medieval gracias al papel de los sabios y de la soberanía del saber4. La autonomía no es un
fin en sí misma, sino el medio que permite a la universidad el desempeño de sus cometidos y misiones
con total libertad e independencia. El nacimiento de la autonomía de la Universidad hay que situarlo en el
propio nacimiento de la Universidad en los siglos XII y XIII. En esa época la Universidad gozaba de una
situación de autonomía que suponía la posibilidad de autogobierno y limite a la “razón imperial”. En
ejercicio de su autonomía las Partidas de Alfonso X, autorizaban a estudiantes y profesores a asociarse en
"hermandad entre sí y escoger a uno en la doble acepción: punir y aconsejar. Y dado que eran frecuentes
los conflictos entre burgueses locales y universitarios visitantes, la figura de un mayoral o rector era
relevante. No podía ser oriundo de la ciudad donde estaba radicada la universidad a fin de garantizar su
imparcialidad. Además, no podía ser clérigo, su cargo duraba un año, juraba y exigía a los demás
juramentos de obedecerle "in licitis et honestis". Otro importante órgano del gobierno universitario lo
constituían los Conciliarios, figura análoga a los consejeros del monarca, que daban opiniones no
vinculantes, aunque generalmente decisorias. Lo más importante sin embargo fue el gobierno docenteestudiantil que llevó por ejemplo a la universidad de Salamanca del S. XVI a la época de mayor gloria
científica. Entrada la modernidad con base en la autonomía se perfilaron diferentes modelos
universitarios: el inglés del College; el alemán, inspirado en Fichte o von Humboldt que requería la
autonomía universitaria para la creación de ciencia y experimentación; y el francés, napoleónico, que
tendía a crear profesionales para el Estado, imponiendo cierta centralización y uniformidad incompatible
con la autonomía. Podría decirse que el modelo de acreditación-homogeneización impuesto hoy por el
mercado traslada la universidad al siglo XVIII. Otro ejemplo histórico es que las dictaduras o regímenes
civiles autoritarios atacan la autonomía universitaria para silenciar a las universidades, en tanto, cuerpos
institucionales del saber crítico e independiente. La autonomía es el botín del autoritarismo, porque ella
constituye una libertad real y colegiada. Para el caso Español más reciente lo primero que hizo el
constituyente primero y el tribunal supremo tras la caída del generalísimo Franco fue devolverle a las
universidades la autonomía, acompañada con un régimen de protección jurídica en cuanto derecho, por el
mismo camino va Chile después de Pinochet.
Actualmente aunque el derecho a la autonomía universitaria no está reconocido de
una forma explícita en ninguno de los grandes textos internacionales de Derechos Humanos. Sin embargo,
se puede considerar reconocido de una forma implícita en los mismos, a través del reconocimiento de los
siguientes derechos: 1. A través del reconocimiento del genérico derecho a la libertad. 2. A través del
reconocimiento del derecho a la seguridad personal. 3. A través del reconocimiento del genérico derecho a
la igualdad. 4. A través del derecho a la educación: Art. 26 Declaración Universal de Derechos Humanos.
Art. 12 Declaración Americana de Derechos del Hombre. Art. 2 Protocolo Adicional Nº 1 al Convenio
para la protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Art. 3.1 de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial.
Considerando 5 del Convenio sobre Política Social de 1962. Art. 16 Declaración de los derechos y
Libertades fundamentales, del Parlamento Europeo, mayo 1989. Pacto Internacional de Derechos
económicos, sociales y culturales. Art. 13. Art. 17.1 y 25 de la Carta Africana de los Derechos del Hombre
4
Cfr. PARAMO, Guillermo. Sentido Cultural de la Autonomía Universitaria, conferencia, Universidad Nacional, Bogotá, 1998.
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y de los Pueblos. 5.Mediante el reconocimiento del derecho a la participación en la cultura. 6. A través del
derecho a la libertad de cátedra.
Cuando entramos a la dimensión meramente jurídica encontramos que el
derecho a la autonomía universitaria se define como aquel derecho fundamental por virtud del cual la
Universidad reclama frente al poder político del Estado y frente a los poderes fácticos todo el ámbito de
libertad y autogobierno necesario para realizar la labor que le es propia: la investigación y la docencia. El
derecho a la autonomía universitaria tiene una doble dimensión: a. Dimensión interna: la autonomía
universitaria supone el autogobierno y la co-gestión docente-estudiantil y b. La Dimensión externa que
supone la realización de un servicio crítico-liberador hacia la sociedad. En términos jurídicos concretos la
autonomía se materializa en la posibilidad de regirse por autoridades propias e independientes, y
fundamentalmente, de darse - dentro del ámbito académico- sus propias normas, en desarrollo de la
libertad científica, sin interferencias por parte del Estado. La finalidad de la autonomía universitaria es la
de evitar que el Estado, a través de sus distintos poderes, intervenga de manera ilegítima en los procesos
académicos de creación y difusión del conocimiento y conformación de su gobierno.
Síntesis jurídico-política sobre la autonomía reciente en Colombia
La constitución Colombiana de 1991 favoreció el consenso político y la asimilación de las políticas
globales, pero evitó el cambio social5. Los derechos humanos por los que se luchaba en los espacios
públicos no fueron adecuadamente garantizados, ni efectivamente protegidos. La constitución afianzó la
ruptura entre el pueblo y el Estado, entre poder político y poder social. Las gentes en las calles luchaban
por garantías para realizar los derechos conquistados y el poder político en asocio con el económico por
crear mercados y ofrecer nuevos servicios.
Derechos como el de la educación, fueron vulnerados en su autonomía, se
arrancó de este la memoria de luchas sociales anteriores y se debilitó la función universitaria de formar en
el pensamiento crítico y aportar en la construcción de nacionalidad. El Estado liberal6 que había
reemplazado la educación impartida en el nombre de Dios fue desplazado por el mercado, que se incrustó
en el Estado para convertir a la educación en servicio carente de condiciones de igualdad y de libertad. La
diferencia esencial entre derecho y servicio es que al servicio no le interesa el individuo concreto y
contextualizado, sino que busca a un consumidor, a un usuario, a un cliente. El servicio puede ser
desfinanciado, el derecho humano no. El servicio es alienable, enajenable, el derecho humano es
intransferible. El servicio es separado de la responsabilidad del Estado el derecho humano no. El servicio
tiene valor y precio, genera plusvalía, el derecho humano no tiene precio y no genera plusvalía.
La constitución de 1991, fue asaltada por el interés privado que colocó en las
estructuras sociales la sustancia económica a cambio de la sustancia económica. Filosóficamente se
organizó un discurso normativo que reconoce al Estado Social de Derecho y al pueblo como soberano e
incluye lo mejor de la tradición Europea en derechos fundamentales. Sin embargo no se crearon garantías
de control social sobre la propiedad favoreciendo la privatización y enajenación de todos los bienes
públicos, tangibles e intangibles. Bienes de la nación como el subsuelo, se convirtieron en propiedad del
Estado, a sabiendas que este era cooptado por el interés privado7. En la práctica los derechos en plural,
fueron despojados de sus dimensiones ética, política y social, para reconocer de ellos solamente la
dimensión jurídica, con predominio del derecho mercantil. El contrato social fue suplantado por el
contrato económico. La proclamación del Estado Social de Derecho, entendido como un Estado
democrático regulado por el Derecho incorporó la acepción del concepto de autonomía universitaria,
5
VALENCIA Villa, Hernando. Conferencia, Madrid, junio de 2005. El conflicto en Colombia
DE PUELLES BENITEZ, Manuel. “Estado y Educación en las Sociedades Europeas”. Revista Iberoamericana de Educación,
OEI, Madrid, 19993, núm 1, pp 35-58.
7 Cfr. Constitución Colombiana. De 1991, Art. 332, 333 y ss. Cfr. Art. 101 sobre el territorio.
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haciéndolo coincidir con el concepto de libertad, según la visión de libertad jurídica, expuesta por Kant y
en tanto poder legítimo de una comunidad académica de autogobernarse y autolegislarse colectivamente.
Es decir que a pesar de las deficiencias la constitución conservó el reconocimiento de la autonomía
universitaria como la facultad que tiene la universidad para producir acciones lícitas no contrarias a su
obligación esencial que es educar en una profesión o disciplina, investigar y debatir científicamente sin
perder su identidad y consecuente diversidad. Así mismo el ordenamiento jurídico reconoce que la
autonomía es: A. Académica, basada en la libertad de cátedra e investigación, B. De Gobierno, basada en
el nombramiento de sus autoridades y el otorgamiento de sus normas dentro del marco de su ley orgánica
y sin interferencias del Estado y, C. Económica para la libre administración de su patrimonio.
Referencias empíricas del secuestro de la autonomía
El proceso de desmantelamiento de las dimensiones política, social y filosófica de la autonomía ha sido
una tarea primordial impuesta a los gobernantes universitarios, a quienes se les pide alcanzar los objetivos
del neoliberalismo: Universidad de mercado y democracia representativa. La primera basada en
indicadores de gestión empresarial, la segunda convirtiendo al gobierno universitario en fuente y razón del
poder. El consejo Superior se asume per-se encarnación de la autonomía. Jurídicamente instituye
interpreta y aplica la norma conforme al interés del gobierno nacional, hoy en buena medida contrarios a
los intereses de la comunidad académica. Ahí se reproduce la separación entre poder político y poder
social. El gobierno universitario representa a ese poder político que lleva la sustancia del mercado y los
estamentos constituyen ese poder social. El gobierno universitario es separado de la academia y de la
institución del saber. Las autoridades convertidas en nuevos funcionarios, en administradores replicantes
de decisiones coherentes con una democracia hecha a la medida del interés privado. A estos nuevos
funcionarios se les faculta inclusive para envilecer a sus adversarios académicos calificándolos
sistemáticamente de “no democráticos”, de opositores, de influenciados por otros actores.
Las leyes 60 de 1993 sobre competencias y recursos, la ley 115 de 1994 y
la ley 30 de 19928, llevan la sustancia de las nuevas señales de mercado y constituyen el soporte de las
actuaciones de los gobiernos universitarios. El concepto de servicio público trasmitido por estas leyes
elimina el concepto de autonomía, reemplaza la libertad del ser humano por libertad del mercado y niega
la dignidad al eliminar la igualdad de acceso para todos a los estudios superiores9. La universidad
creadora, y soberana tiende a ser arrastrada a lo estático, a lo tradicional, a los dogmas universales que
sirven de base a la des-humanización10 de sus sujetos. A través del servicio educativo, en cambio del
derecho a la educación, se justifica la desfinanciación y traslado de recursos al sector privado.
La formula de asalto de la autonomía universitaria fue la expedición de la
ley 30 creada “desde arriba”, para estimular la apertura de instituciones y programas y debilitar la
autonomía universitaria11. No se crearon mecanismos para democratizar el conocimiento sino para
extender el mercado. El sistema de cooptación del profesorado basado en investiduras de sabiduría
otorgada por sus pares, fue sustituido por contratos mercantiles precarios y sin garantías. La actividad
científica fue silenciada con el peso de un modelo de asignaturas impuestas por sumatoria, no por enfoque,
ni orden teórico. El discurso académico puesto en competencia con un modelo de tecnología pragmático y
superficial que responda al marque X de los exámenes de Estado. La clase política rompió la unidad de los
conceptos de legitimidad y legalidad, para imponer las decisiones del gobierno. A través de los consejos
8
Cfr. CUBILLOS, Constanza. Saldo Rojo, crisis de la educación superior, Temas de hoy, Bogotá, 1998. El texto hace un
recorrido profundo por el sistema universitario Colombiano a partir de la ley 30 y muestra los múltiples vacíos y significaciones
de esta llamada apertura universitaria.
9 Constitución Colombiana. 1991. art. 67. “La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene función
social…” colocó como obligación esencial del Estado la erradicación del analfabetismo y suprimió las garantías que ofrecía la
declaración de derechos sobre acceso igual.
10 HERRERA FLORES, J. El proceso Cultural, Aconcagua Libros, Sevilla, 2005. p 201 y ss.
11 Hay quienes afirman incluso que la autonomía nos la dio la ley 30. La autonomía es un derecho y se lo dan los pueblos que la
luchan y la sostienen, la ley es un producto social, no al contrario.
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superiores se modela al interior de las universidades una democracia incompleta, carente de los dos
instrumentos básicos de la democracia: honestidad de los poderosos respecto de los débiles y existencia
mecanismos para condenar todo abuso de poder. Se implantó sin debate alguno un débil sistema de
acreditación inservible para controlar la privatización, pero ajustado al propósito de suspender la
autonomía, la pluralidad y la diferencia por vía de la homogeneización. Se impuso un modelo de gestión
privada sobre lo público, cuyo primer paso fue desmemorizar la lucha social y refrendar un orden
mesiánico de los gobernantes. Los estudiantes fueron incorporados como clientes, usuarios de un sistema
sin derechos. La meta de alcanzar mayor cobertura, justificó la intromisión de intereses exógenos a la
educación y la creación y crecimiento de entidades financiadas por las mafias del narcotráfico y la
politiquería que encontraron en la universidad un instrumento importante para imponer una forma de vivir,
influir en la sociedad y crear nuevos valores. En muchas universidades se han asentado bandas y clanes en
el poder, que compensan con autoritarismo y prácticas excluyentes su ineficiencia para gobernar conforme
a las reglas de la academia. Cualquier fisura que no se ajuste al esquema establecido por las orientaciones
del gobierno puede estrellarse contra consecuencias imprevisibles en un país en guerra12, en su paranoia
crean ambientes en los que pensar resulta ser el ejercicio más peligroso.
El secuestro de la autonomía le fue encargado al sistema normativo,
ajustando en el ámbito local las leyes mercantiles de los programas de ajuste del Fondo Monetario
Internacional y del Banco mundial13, que alteraron la misión universitaria de producir y transmitir
conocimiento, por la de formar productores de conocimiento según las exigencias del mercado. Las
políticas que iban en dirección a las ciencias, las artes y las humanidades, fueron sustituidas por otras con
acento en el trabajo, que condujeron a la universidad pública a ofrecer respuestas desesperadas para un
mundo laboral desconocido para ella. Los gobiernos universitarios en su afán de poder para sí, aplicaron
con engaños los instrumentos de gestión privada en la universidad, vulnerando los sistemas de autonomía
y decisión colectivos. Estos sistemas traían los crueles y penosos antecedentes de fracaso en el Chile de
Pinochet y la Argentina de Menem, en los que se incubaron sólidos sistemas de corrupción y crimen. El
afán por resultados favorables a la gestión rectoral especialmente, los llevó a usar sin evaluación previa
formas privadas de gerencia que cada vez resultan más inadecuadas y costosas para conducir lo público.
Las estrategias privadas tienen por objeto debilitar lo público, cooptarlo o comprarlo. Lo privado no tiene
a lo público como su enemigo sino como su oportunidad. La gestión pública esta llamada a formar sujetos
libres. La gestión privada a crear sujetos económicos, enajenados.
Para finalizar cabe resaltar en primer lugar, que se esta avanzado en el
camino de fundamentación que lleve a imputar responsabilidades penales contra los gobernantes que al
imponer unas políticas lesivas cometen una violación demostrable en materia de derechos humanos. Y en
segundo que la autonomía ningún poder que la tome por asalto esta dispuesto a devolverla o regalarla, hay
que volver a tomarla, lucharla, devolverla a su lugar de libertad y dignidad. Reconstruirla en su naturaleza
de saber y en su capacidad creadora de destino propio, sin interferencias. Lo anterior implica una
paciente-impaciencia. Paciencia a sabiendas que para recuperarla habrá que transitar un camino de
sobresaltos y tensiones, e impaciencia, para ir produciendo resultados día a día, minuto a minuto,
enfrentando sin descanso a quienes ya eligieron ejercer, disfrutar y explotar sus menguados poderes a
costa de nuestros derechos, en vez de cotejar su actuación con alguna verdad global. Esto explica su
pragmatismo, que se combina con su perpleja falta de realismo y su cínica forma de mentir políticamente
para instaurar democracias a su medida14. Con resultado garantizado.
12
Véase: GARAVITO, Fernando. Paramilitar Para Paramilitares, FICA, Bogotá, 2006, pp 1 y ss.
Cfr. ESTRADA, JAIRO: “Proyecto Político del neoliberalismo”, Ponencia, Foro social mundial, junio de 2004, Cartagena.
Cfr. DELORS, Jacques. La Educación es un Tesoro, Santillana, UNESCO, Madrid, pp 13-36.
13
14
Cfr. RAMONET, Ignacio. “Democracia a la medida”, Le Monde Diplomatique, nota editorial, Chile, febrero 2006.
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