Jurisprudencia

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JULIÁN
CABALLERO
AGUADO
Procurador
S
entencia de la Sala Segunda del Tribunal
Constitucional (STC 178/2007, de 23 de
julio de 2007) dictada en un recurso
de amparo en el que ha sido ponente el
magistrado Guillermo Jiménez Sánchez,
en la que se estima el recurso
por haber sido vulnerado el derecho
fundamental a un proceso sin dilaciones
indebidas (art. 24.2 CE) en
la tramitación de un juicio ordinario
ante un juzgado de primera instancia.
Vulneración del derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas
por demora en dictar sentencia
E
Nº 70/Octubre 2007
Jurisprudencia
l recurso en cuestión fue promovido por
una entidad mercantil que aducía que se había
vulnerado su derecho a no padecer dilaciones
indebidas en un proceso civil en el que, tras la
tramitación del procedimiento iniciado por ella
mediante demanda presentada el 30 de septiembre de 2003, tuvo lugar el juicio el día 29 de abril
de 2005 sin que con posterioridad a este momento se hubiera procedido a dictar la sentencia
correspondiente, pese a que en al menos tres
ocasiones se solicitó del juzgado que se pronunciara. El ministerio público interesó la estimación del amparo al considerar que ni la complejidad del proceso, ni la actitud procesal diligente de
la sociedad actora, podían justificar la extraordinaria demora en dictar la sentencia que habría de
poner fin al proceso.
En aplicación de la doctrina del Tribunal (STC
100/1996, de 11 de junio; STC 140/1998, de 29 de
junio; S32/1999, de 8 de marzo; STC 58/1999, de
12 de abril; STC 153/2005, de 6 de junio, y STC
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Procuradores
4/2007, de 15 de enero), la sentencia llega a la
constatación de que ha resultado lesionado el
derecho fundamental invocado porque, prescindiendo de las paralizaciones que el curso procesal padeció entre la presentación de la demanda
y la celebración del juicio oral, pues no consta
que frente a tales paralizaciones o pretendidas
demoras se cumpliera con el requisito de denunciarlas, “lo cierto es que desde la fecha del
juicio comenzó el término para dictar sentencia,
que no había sido pronunciada al tiempo de
formularse la demanda de amparo (el día 15 de
febrero de 2007)”. “Los más de veintiún meses
transcurridos sin que el juez dictase la sentencia
correspondiente –se añade– exceden con mucho
del tiempo que razonablemente cabe admitir por
encima del determinado legalmente para pronunciar sentencia”.
Se nos dice en esta sentencia que no se trata
de identificar el derecho a no padecer dilaciones
indebidas con el respeto de los plazos procesa-
les, sino de considerar constitucionalmente incompatible con los derechos
fundamentales una demora en la realización de actos procesales que sobrepase lo razonable atendida la naturaleza, la complejidad del proceso
y la actitud procesal de las partes
intervinientes en él.
Al respecto, el Tribunal Constitucional observa que no consta que
el proceso judicial revistiera especial
Jurisprudencia
“
Constitucionalmente
es incompatible
con los derechos
fundamentales
una demora en
la realización
de actos procesales
que sobrepase
lo razonable
del proceso a los que se encomienda,
en definitiva, la prestación de la tutela
prevista en el art. 24 CE”.
El fallo de la sentencia ordena restablecer a la recurrente en la integridad
de su derecho, para lo cual el juzgado
en cuestión habrá de “adoptar las medidas pertinentes a fin de remover los
obstáculos que impiden la conclusión
del juicio ordinario que ante él se encuentra en tramitación”. q
Nº 70/Octubre 2007
“
Es necesario
denunciar
previamente
el retraso o
dilación, con
el fin de que
el juez o tribunal
pueda reparar
la vulneración
que se denuncia
complejidad, ni que la actitud procesal
de las partes supusiese un obstáculo
añadido que pudiera justificar la extraordinaria demora en el dictado de la
sentencia. Ni siquiera se había emitido
en la fecha de la sentencia de amparo,
pese a que por tres veces la parte
demandante se dirigió al órgano judicial solicitando que la dictase (incluso en dos ocasiones invocando, nominatim, la vulneración de su derecho
a no padecer dilaciones indebidas),
cumpliendo así con el requisito que,
con carácter sustantivo y de acuerdo
con la faceta reaccional característica
de este derecho fundamental (STC
153/2005, de 6 de junio), exige la doctrina constitucional (por todas la STC
4/2007, de 15 de enero): “Es necesario
denunciar previamente el retraso o
dilación, con el fin de que el juez o
tribunal pueda reparar la vulneración
que se denuncia, de forma que, si
previamente no se ha agotado tal posibilidad, la demanda ante el Tribunal
Constitucional no puede prosperar.
Esta exigencia obedece, ante todo, al
carácter subsidiario del amparo, que
determina que sean los órganos judiciales los encargados de dispensar en
primer lugar la tutela de los derechos
fundamentales. Pero también responde al deber de colaboración de todos,
y, especialmente, de las partes, con
los órganos judiciales en el desarrollo
Procuradores
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Nº 70/Octubre 2007
Jurisprudencia
Apropiación
indebida
para cobro
de honorarios
y derechos
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E
n la sentencia recurrida se de­
claraba probado que los acusados eran
el procurador y abogado de N. en un
proceso civil seguido en un juzgado
de primera instancia, y en la ejecución
de dicho procedimiento se emitió un
mandamiento de devolución por el
juzgado a nombre de N… El procurador recibió el mandamiento de devo­
lución, que ascendía a la cantidad de
2.803.857 pts., haciéndolo efectivo e
ingresando la cantidad en una cuenta
titularidad del despacho profesional, de
la que disponía él mismo. El abogado
dio instrucciones al procurador sobre el
reparto del dinero: debía remitirle lo
correspondiente a sus honorarios, cobrar el procurador los suyos, emitir un
Procuradores
S
talón a nombre de la cliente y dejar un
remanente, pues había cuestiones pendientes en el juzgado relativas a la tasación de costas.
El letrado recibió dos talones, por
importe total de 785.000 pts. El procurador se hizo pago por sus honorarios
en la cantidad de 234.646 pts. N…
acudió al juzgado donde fue informada
de que el mandamiento se había entregado al procurador. También acudió a
la entidad bancaria correspondiente,
donde fue informada de que el manda­
miento había sido cobrado por el procurador. Tras efectuar N. su ­reclamación
al letrado, éste ordenó al procurador
que emitiera un talón a nombre de la
cliente por valor de 1.665.000 pts., que
entencia de la Sala Segunda del
Tribunal Supremo (nº 117/2007,
de 13 de febrero de 2007) bajo
ponencia de Francisco Monterde
Ferrer, en la que se estima un
recurso de casación interpuesto
contra la sentencia de una
Audiencia Provincial en causa
seguida por delito de apropiación
indebida y hurto, y condena a
los acusados, un abogado
y un procurador, como autores
de un delito de apropiación
indebida sin la concurrencia de
circunstancias modificativas
de la responsabilidad criminal.
le fue entregado a la misma. Del dinero
cobrado, en virtud del mandamiento,
quedó un remanente de 119.211 pts.,
que por orden del letrado retuvo el
procurador, en atención a que quedaba
pendiente la tasación de costas. Iniciado el procedimiento penal el procurador acusado hizo entrega de la citada
cantidad a N…
Precisaba la recurrente que de los
hechos se inducían las prácticas de
algunos abogados y procuradores que,
sin llevar la debida separación de lo
que es su propia economía y las provisiones de fondos cuya propiedad y
titularidad es del cliente, disponen de
ellas poniendo mano en la caja y luego
les es difícil devolverlas, y se inventan
lo que sea con tal de justificar su conducta y devolver lo mínimo posible. Y
en contra de lo que sostenían los recurridos y el Ministerio Fiscal, la Sala Segunda del Tribunal Supremo manifiesta
que tales alegaciones no chocan con el
contenido del factum, el cual ha de ser
respetado en el cauce casacional.
Tras un pormenorizado análisis
jurisprudencial de la materia (STS de
19-1-1981; STS 29-3-1984; STS 2-2-1989;
STS de 28-1-1991; STS de 29-1-1990;
STS de 16-6-1993; STS 709/1996,
“
La única persona
legitimada
para cobrar
el dinero que
se ordena pagar
por el juzgado
a la entidad
bancaria es aquella
que se determina
en el mandamiento
de pago
los honorarios correspondientes a su
trabajo profesional. Añade que tenían
derecho a cobrar el trabajo realizado.
Sin embargo, tales aseveraciones no
las comparte la sentencia casacional,
donde se dice que no había surgido la
deuda que pretende reconocer la sala
de instancia, y tampoco existía –más
allá de una mera expectativa– el derecho a cobrar, puesto que aún no había
nacido. Para ello hubiera sido necesaria una concreción (tras la confección
de minutas de honorarios y derechos,
tasación de costas, agotamiento de
sus posibilidades de impugnación, y
correspondiente resolución) que no se
había producido; exigencia que, indudablemente, conocían –como profesionales que eran– ambos acusados.
Consecuente con lo anterior, en la
sentencia del Supremo se entiende que
ha de estimarse la existencia del delito de apropiación indebida propuesto
por la recurrente, sin que se considere aplicable la circunstancia específica
de agravación igualmente invocada,
comprendida en el número 7º del art.
250.1 del Código Penal, consistente
en que el delito se cometa con abuso
de las relaciones personales existentes
entre víctima y defraudador o aproveche éste su credibilidad empresarial
o profesional, porque como ha señalado reiteradamente la doctrina y jurisprudencia del Tribunal Supremo, al
vertebrarse el núcleo del injusto en
la apropiación indebida precisamente
alrededor del quebranto de la confianza, su apreciación impide la de
la circunstancia agravatoria señalada,
pues de otro modo se incidiría en un
ne bis in idem proscrito en nuestro
derecho. q
Procuradores
Jurisprudencia
Según la Sala Segunda del TS, la
sentencia recurrida, a pesar de reconocer que el procurador y el letrado
distrajeron el dinero de mutuo acuerdo,
dándole un destino distinto a aquél
para el que lo habían recibido, desestimó la existencia del ánimo de lucro
basándose en que los acusados no pretendieron obtener un enriquecimiento ilícito mediante la incorporación a
su patrimonio del dinero perteneciente a N., sino el ánimo de reintegrarse
algo que se les adeudaba, es decir,
Nº 70/Octubre 2007
de 19-10-2006; STS nº 1749/2002
de 21-10-2002; STS nº 2163/2002,
de 27-12-2002; STS nº 42/2003, de
22-1-2003; STS nº 150/2003, de
5-2-2003; STS nº 153/2003, de 8-2-2003;
STS nº 1212/2003, de 9-10-2003; STS
nº 1364/2005, de 18-2-2005; STS de
14-7-2006 nº 819/2006, entre otras), el
fundamento séptimo de la sentencia,
haciendo suyas las palabras de la sala
de instancia, recoge lo siguiente: “Los
mandamientos de devolución que emiten los órganos judiciales son títulos
valores, con una naturaleza jurídica
similar al cheque, regulado en la Ley
Cambiaria y del Cheque, art. 106 y
siguientes. El órgano judicial ordena
a la entidad bancaria correspondiente
que abone, con cargo a los fondos
depositados, una determinada cantidad de dinero a persona concreta,
quien normalmente es la titular de una
indemnización fijada en resolución
judicial, o bien una persona a la que
se le intervino una cantidad de dinero
que le debe ser devuelta, en virtud de
resolución judicial, existiendo otros
supuestos en el ámbito civil. Por ello, la
única persona legitimada para cobrar el
dinero que se ordena pagar por el juzgado a la entidad bancaria es aquella
que se determina en el mandamiento.
No existe ninguna norma en nuestro
ordenamiento jurídico, incluido el Estatuto de la Abogacía, que legitime a
procuradores y abogados a cobrar los
mandamientos nominativos emitidos
por los órganos judiciales. Ni debieran
las entidades bancarias hacer esos pagos a la vista de un simple poder para
pleitos. El mandamiento de devolución debe ser entregado al titular nominal, único legitimado para cobrar el
mismo. Los profesionales, abogados y
procuradores, no tienen un derecho de
retención sobre esas cantidades para
hacerse pago de sus honorarios. Tanto
la ley de Enjuiciamiento Civil, arts. 34
y 35, como LECr., art. 247, establecen
el procedimiento de apremio para el
cobro de honorarios profesionales frente al cliente moroso. Es evidente que
la conducta de los acusados no está
amparada por norma legal alguna. Pero
encontrándonos en un proceso penal,
lo que hay que analizar es si la misma
constituye o no ilícito penal”.
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