Sujetos, subjetividades y experiencias de niños y adolescentes en tiempos de transformaciones Lic. Laura Romera Lic. Eduardo Lopez Molina ► ► ► ► Concepción de Sujeto: constitución subjetiva y procesos de subjetivación Infancia, niñez y niño Las adolescencias y juventudes Las condiciones de época y su impacto en el Estado, la familia, la escuela y el mundo del trabajo ► Ser niño, adolescente o joven hoy Los Procesos de constitución subjetiva de niños, adolescentes y jóvenes en las nuevas condiciones de época El desarrollo de los contenidos correspondientes a esta dimensión psicológica implica en primer término definir a qué nos referimos cuando hablamos de Sujeto, Subjetividad, Procesos de Constitución subjetiva y a condiciones de época. En primer lugar aclararemos las diferencias del término Sujeto con otras nominaciones alternativas empleadas en las Ciencias Sociales y en la vida cotidiana para mostrar su potencia explicativa: -Organismo: “unidad anatómica y funcional que presenta características peculiares de especie e individuales. Infraestructura neuro-fisiológica de todas las coordinaciones posibles. Ser viviente. Conjunto de órganos del cuerpo animal o vegetal y de las leyes por las que se rige. Fig.: conjunto de leyes, usos y costumbres por los que se rige un cuerpo o institución social. Conjunto de oficinas, dependencias o empleos que forman un cuerpo o institución. - Individuo (individuus, indiviso): “cada ser organizado, animal o vegetal, respecto de la especie a la que pertenece. Cada uno de los entes singulares concretos, que como tal presenta ciertas características únicas que lo distinguen de todos los demás. Que no puede ser dividido. . -Persona (Per-sonare): concepto que se remonta por un lado a los orígenes de la tragedia en la Grecia antigua y por el otro al cristianismo. En el primer caso hace alusión a la voz que resuena en la máscara del actor. Máscara que usaban los actores en sus representaciones. En el segundo sentido es un “ser auto-consciente, responsable, libre, dotado de dignidad y derechos especiales. Lo opuesto a cosa”. Desde Descartes se lo identifica con el concepto de conciencia. En teología es un concepto elaborado para establecer las bases metafísicas de los misterios de la encarnación del verbo y la trinidad de Dios. -Sujeto: derivado del latín “subiectus, subjectus. Lo que subyace (por lo tanto opuesto a máscara) P.P. irregular del verbo sujetar. Expuesto o propenso a una cosa”. Lógica y gramaticalmente sería aquello de lo cual se dice o predica algo. Palabras relacionadas: sujeción, sujetación, designa la acción de sujetar o estar sujeto a algo. La categoría de referencia se opone fuertemente a las tres anteriores, en tanto da cuenta de sujeciones de distinto orden (históricas, económicas, sociales). Desde el punto de vista estrictamente psicoanalítico, en tanto, el sujeto es diviso, dejando en claro la idea que el hombre no es soberano de sí mismo, que no manda su propio inconsciente. ¿Cómo se constituye un Sujeto? El advenimiento de un sujeto es un complejo proceso que implica trabajo psíquico, condiciones mínimas, apoyadas en relaciones con otros significativos. Otro que con sus miradas, sus palabras, sus acciones cuida a ese niño, a su manera, con las huellas de su propia historia subjetiva, de su niñez, y desde un presente cargado de dudas, contradicciones, aciertos y equivocaciones, que construye sentidos que le posibilitan alojar a ese niño. La función adulto se va configurando en la presencia, ofreciéndose como límite, como referencia y apuntalamiento. Sosteniendo pero habilitando oportunidades, para que pueda tener lugar la propia experiencia. Función adulto entonces que se define en una relación asimétrica con respecto al niño, que involucra la subjetividad de unos y otros, en tanto son adultos cargados de historia, de dudas, de búsqueda de referencias en un mundo que se les presenta por demás diferente a lo conocido. Adultos que con sus limitaciones pero también con sus potencialidades apuntalan, alojan al otro.” Sabemos que el recién nacido es un ser indefenso, desamparado, no podría sobrevivir sin los cuidados de los adultos, sin embargo las funciones materna y paterna van más allá de lo biológico, algo más debe instaurarse, algo de otro orden Todo aquello de lo que carece el bebé , lo compensa y lo proporciona la madre. Existe una necesidad estructurante de ese Otro para el pasaje del enfans, cachorrro humano , al sujeto, de un mundo privado al público, de la endogamia a la exogamia Quien lleva a cabo la función materna fundamentalmente sostiene y ofrece significados, no solo decodifica el llanto del bebé, lo codifica; decide si tiene frío, hambre, si está enojado, triste o alegre La mirada de la madre da significación, el niño se identifica con la imagen que hay afuera, que la madre ofrece, hay anhelos, filiación, mandatos, el yo se constituye afuera, a partir del otro. La función paterna, es el primer agente de “los otros”, también proporciona significados, atributos extra-familiares que introducirán la oferta de objetos sustitutos para que la separación de ese primer vínculo no deje al niño sin referentes. Propicia la salida al campo social, anticipa el mundo exogámico, inscribe al niño en un campo filiante, representa la Ley, que es estructurante, ordenadora y constitutiva del psiquismo Posibilita la terceridad, es decir impide el niño se quede fijado en el lugar de objeto de la madre, que el discurso materno no se funde en un poder abusivo, si no sostenido en un discurso social que lo avale, Otras instituciones también operan como terceridad, los centros de desarrollo infantil, la escuela, entre otros. El niño se constituye como sujeto social transitando diversos espacios sociales e institucionales que al mismo tiempo inciden sustantivamente en la subjetividad Es fundamental destacar que las funciones a las que nos referimos son simbólicas, se construyen socialmente, según las representaciones que existen sobre lo que significa ser padre y madre en cada contexto, y se configuran en la dinámica de los diferentes modos de ser familia, como se señaló antes, más allá de lo biológico. En estas épocas de fuertes cambios en las dinámicas de organización familiar, resultan asumidas por diferentes sujetos y en muchos casos, compartidas. .Los modos de ser niño y niña, han variado significativamente a través de la historia, en la actualidad encontramos formas muy diferentes de transitar la experiencia de niñez con respecto de las generaciones anteriores, lo cual provoca en muchos casos sorpresa, perplejidad, en otros desconcierto por parte de los adultos ante estos “nuevos niños” Los discursos que desde la modernidad construimos sobre la infancia influyen fuertemente en nuestra percepción sobre ella, son narraciones culturales que definen quiénes somos, por qué somos y quiénes debemos ser. Son narraciones que producen infancia y adolescencia, aunque se oculten los complejos mecanismos puestos en juego para tal producción. Para aproximarnos a comprender las experiencias de los niños, resulta fundamental identificar las condiciones de época en las que hoy se constituyen como sujetos; los procesos históricos, culturales, sociales y económicos que los atraviesan, y que entre otras cuestiones produjeron la fragmentación del universo infantil. En la actualidad podemos reconocer diferentes maneras de transitar la experiencia de niñez, ligadas ineludiblemente a las diferentes condiciones de vida que marcarán diferencias sociales, culturales y económicas. En los últimos tiempos surgieron nuevas figuras infantiles, se reafirmaron otras ya existentes y emergieron nuevas problemáticas en torno a la figura del niño.(Calarco, 2006). Esta pluralidad en las construcciones de la infancia en nuestra realidad se contrapone significativamente con las representaciones y sentidos asignados a la infancia por los adultos que han construido y asimilado un modelo “ser niño” definido en gran medida por su propia experiencia de niñez. En las condiciones actuales en las que los niños se constituyen como tales, las nuevas tecnologías y los medios de comunicación intervienen fuertemente en las diferentes experiencias de niñez, ya que configuran diferentes modos de acceder a la información, de entretenerse, de aprender. “Por un lado estas tecnologías, fuente primera de diversión y de placer para algunos, se convertirán en otro factor de socialización al mediar ente los niños y el mundo” (Calarco, 2006) La interacción de los niños con los medios de comunicación (que en algunos casos se trata sobre- exposición) provoca profundas transformaciones en los procesos de socialización, a la vez que reactualiza la necesidad un adulto que aporte herramientas para simbolizar lo que el niño está percibiendo, viviendo. Construir un mensaje simbolizado es una de las tareas más importantes del cuidado. “Cuidar al otro es de algún modo alojarlo en nosotros como preocupación, como existencia, como presencia. El otro: niño, alumno, enfermo, hijo ha de existir para nosotros para que podamos ejercer el cuidado.” Barbagelatta, N. 2005) En este sentido conocer las condiciones, y atravesamientos en la producción social de experiencias subjetivas nos devuelve la posibilidad de incluir al niño en un devenir histórico y social concreto en cuya trama se construyen subjetividades, en una experiencia que es social y subjetiva a la vez. Algunos autores (Calarco, 2006) diferencia la infancia y la niñez; señalando a la primera como el conjunto de representaciones, ideas, concepciones de un grupo social en un tiempo y espacio compartido sobre lo que es ser niño, y las prácticas que esa sociedad destina a los niños. A su vez la niñez se refiere a una etapa de la vida donde se transita la experiencia de ser niño. Maud Mannoni dirá que el nacimiento de la categoría infancia es propio del último siglo, toda vez en que pudo constituirse en campo de observación y conocimiento para la medicina, la psiquiatría, la psicología, la pedagogía y el derecho. De sus respectivos desarrollos fueron apareciendo casi consecutivamente los conceptos de infancia normal y a-normal, de infancia (o adolescencia) en peligro o (en un verdadero giro copernicano) infancia peligrosa. Adolescencias y juventudes A primera vista, la noción de juventud se presenta como una categoría vinculada con la edad y por tanto remite a la biología, al estado y las capacidades del cuerpo: parecería invocar al reino de la naturaleza. Sin embargo, y por poco que se profundice, la significación de "juventud" se revela como sumamente compleja, proclive a las ambigüedades y simplificaciones. "Juventud" convoca a un marco de significaciones superpuestas, elaboradas históricamente, que refleja en el proceso social de construcción de su sentido la complicada trama de situaciones sociales, actores y escenarios que dan cuenta de un sujeto difícil de aprehender. La noción de juventud, en la medida en que remite a un colectivo extremadamente susceptible a los cambios históricos, a sectores siempre nuevos, siempre cambiantes, a una condición que atraviesa géneros, etnias y capas sociales, no puede ser definida con un enfoque positivista, como si fuera una entidad acabada y preparada para ser considerada foco objetivo de una relación de conocimiento. Por lo contrario, "juventud" como concepto útil, debe contener entre sus capas de sentido las condiciones históricas que determinan su especificidad en cuanto objeto de estudio. "Juventud" alude a la identidad social de los sujetos involucrados. Identifica, y ya que toda identidad es relacional, refiere a sistemas de relaciones. En este caso a las identidades de cierta clase de sujetos en el interior de sistemas de relaciones articuladas (aunque no exentas de antagonismos) en diferentes marcos institucionales (familia, fábrica, escuela, partido político, etc.). El concepto "juventud" forma parte del sistema de significaciones con que, en cada marco institucional, se definen identidades. De hecho no hay "juventud" sino juventudes. Se trata de una condición históricamente construida y determinada, cuya caracterización depende de diferentes variables, siendo las más notorias la diferenciación social, el género y la generación. En la sociedad actual, la condición de edad ya no permite contener la complejidad de significaciones vinculadas a "juventud. Asistimos a un vertiginoso proceso de cambio de valores, en el que debemos enfrentarnos a la pérdida de ideales constituidos históricamente. Diríase entonces que la adolescencia dejó ya de ser un tramo del desarrollo para transformarse en un estado al que aspiran niños, púberes y adultos. Pensemos a este respecto que el concepto de adolescencia no existe en todas las sociedades y culturas, o en los indicadores para ingresar al mundo adulto, que eran hasta no hace muchos años el final de los estudios, la independencia económica, el acceso al mercado laboral o la conscripción, entre otros. ¿Son éstos acaso los mismos de hoy? Indudablemente que no, que los rituales, si los hay, son otros. Adolescencia no es un concepto nosográfico (síndrome de...) o clínico (crisis de...) sino una noción construida por un cierto discurso variable según las épocas y los contextos. Tampoco es un concepto cronológico, ya que su inicio, duración o término sólo puede establecerse arbitrariamente. Condiciones de época La crisis de la Modernidad y de las instituciones creadas por esta, la irrupción de los mass media, las nuevas tecnologías y las industrias culturales del entretenimiento permanente han producido mutaciones fuertes en todos los niveles del acontecer humano. La pérdida de solidaridad sistémica entre las instituciones y hacia el interior de cada una de ellas, cambió rotundamente los procesos de subjetivación de niños y jóvenes. Familia y escuela durante decenas de años monopolizaron la hegemonía de la transmisión cultural a las nuevas generaciones y en conjunto con el mundo del trabajo contribuyeron decisivamente en la construcción de biografías. Hoy ese poder formateador está en entredicho ante la poderosa influencia de otras agencias de transmisión. BIBLIOGRAFIA Bauman, Zigmunt: (2002) Modernidad líquida. Editorial F.C.E., BuenosAires. Bleichmar, Silvia: (2005) La subjetividad en riesgo. Editorial Topía, Buenos Aires Calarco, J. 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