LA IMAGEN TRIZADA DE ANTIOQUIA EN EL ESPEJO: POBREZA, DESIGUALDAD O EQUIDAD SOCIAL Por: Gabriel Cataño R. Grupo CTS Un reciente editorial del periódico El Colombiano titulaba “Si Antioquia se mira al espejo, espanta”1. El diario antioqueño interpretaba así el último informe del gobernador sobre el estado de postración social del Departamento, al tiempo que anunciaba la creación del Fondo para la Equidad de Antioquia. La imagen deforme de la región muestra los siguientes rasgos teratológicos: Considerada la desigualdad a partir de las Necesidades Básicas Insatisfechas del municipio más pobre y menos pobre, Antioquia aparece como el departamento más desigual del país. Ojo, como lo han mostrado diversos estudios no es la pobreza sino la desigualdad una de las causas principales de nuestras violencias. Mírense al respecto algunas cifras aportadas en el informe del gobernador: El 54,4 por ciento de su población (3.051.862 habitantes) se agrupa en el conjunto con rótulos de pobreza y miseria. La figura deforme de Antioquia, que se adivina en las frías estadísticas, se convierte en espanto cuando todos la vemos en el espejo de la realidad. Este porcentaje se eleva al 80,2 cuando dejamos por fuera los municipios del Valle de Aburrá. Y si abrimos más los ojos, los niveles de pobreza e indigencia llegan al 85 por ciento en regiones de Nordeste, Bajo Cauca y Urabá. La desigualdad es como un cáncer que hace metástasis dentro de cada región. En Oriente el desequilibrio es dramático si miramos a Rionegro y a San Francisco. En el Valle de Aburrá, si comparamos a Envigado con Girardota. Y claro, en Medellín, si les sobreponemos a El Poblado y a Laureles los barrios del nororiente. Una mirada detenida revela que 20 de cada 1.000 niños nacidos vivos mueren cada año, y que la cifra se eleva a 96 menores de cinco años que fallecen por desnutrición. Y otra, pone al descubierto que el 89,08 por ciento del agua potable del departamento se consume en el Valle de Aburrá, y que de este volumen, el 60 por ciento se bebe en Medellín. Mientras tanto, 2.192.312 personas en el resto de Antioquia, es decir, el 39 por ciento de la población, carecen de agua potable. Incluso la magia de los números no alcanza a reflejar la escuálida y famélica figura del “orgullo paisa”, así razón tiene el diario antioqueño cuando nos plantea a todos algunas tremebundas preguntas: La pobreza y la inequidad no aparecen por generación espontánea. ¿Cuánta responsabilidad se le puede atribuir al modelo económico que desconoce el valor del talento humano y la 1 El Colombiano, Jueves 10 de Marzo de 2006 2 función social del trabajo? ¿Qué culpa tiene la pérdida de valores, la cultura mafiosa del dinero fácil y el consumismo compulsivo y extravagante? ¿Cómo afectan la marginación política y la falta de participación de grandes núcleos ciudadanos? ¿Cómo afecta la falta de educación y de entrenamiento? Son algunos interrogantes de una lista más larga de factores que inciden en este estado de cosas. La solución que propone el gobernador de Antioquia, la creación del Fondo para la Equidad de Antioquia es una iniciativa que la ciudadanía toda debe apoyar, pero seguramente no basta. El problema sólo se podrá erradicar constructivamente si el Departamento cambia radicalmente el que hasta ahora ha sido su modelo de desarrollo económico y social. Los rasgos básicos que caracterizan este modelo de desarrollo desde sus orígenes en el siglo XX hasta hoy, son los siguientes: Alto grado de protección. Orientación al mercado interno. Urbanización acelerada. Predominio de las actividades urbanas: la gran industria como sector líder, el dinamismo de la construcción y la importancia del comercio interno y del sector financiero. Las exportaciones primarias como fuente de generación de divisas. Informalidad creciente. Centralismo. Desequilibrios territoriales y concentración del ingreso y de la riqueza. Desarticulación interna y externa2 Antioquia deberá apuntar a generar capacidades endógenas de desarrollo. En efecto, en el artículo 298 de la Constitución se les reconoce a los departamentos autonomía para impulsar proyectos de desarrollo económico y social a favor de sus territorios, y se añade que la ley establecerá el significado y los límites precisos de dicha atribución. Transcurrida más de una década de vigencia de la Constitución hay que decir que poco se ha hecho al respecto, y que el presente y el futuro de los departamentos están seriamente comprometidos. Es preciso reconocer, sin embargo, que Antioquia y algunas pocas regiones más representan en cierto sentido una excepción en cuanto a su visión de largo plazo. A pesar de que el Departamento presenta muchísimas zonas críticas en casi todos los temas del desarrollo, resulta por lo menos esperanzador que en la última década Antioquia haya sido objeto de diversas iniciativas ciudadanas de desarrollo regional. Los actores que se han involucrado, tanto públicos como privados y comunitarios, actúan, como apenas es obvio, en diferentes escenarios y con intereses a caballo entre sus proyectos particulares y su sensibilidad compartida por la región. Sin embargo, no es innecesario insistir que hasta el presente esas iniciativas siguen siendo meros ejercicios de planeación 2 Plan Estratégico de Antioquia 3 estratégica y de pensamiento prospectivo, careciéndose aún de la voluntad política y de una fuerte opinión pública que les dé impulso y sustentabilidad. Si es verdad, como se ha sugerido, que el mínimo objetivo que se debe alcanzar consiste en crear una opinión pública deliberativa en torno al desarrollo de Antioquia, hay que reconocer no obstante que incluso el logro de ese objetivo parece aún muy remoto. Admira el derroche de imaginación y de disciplina intelectual de los agentes que han estado al frente de estos propósitos –“grupo pensante” como se autodenominan-, y al leer la relativa abundante bibliografía sobre el tema del desarrollo local en América Latina, sobresale el hecho de una referencia constante a las incipientes experiencias colombianas en la materia, destacándose la frecuencia con que se alude a la experiencia antioqueña3. El ITM contribuye actualmente con esas iniciativas por lo menos con dos proyectos de investigación que se adelantan en el Grupo de Investigación en CTS, a saber: la gestión social del conocimiento en el sistema regional de innovación antioqueño y las capacidades de desarrollo e innovación tecnológica en dos microclusters empresariales. Estos proyectos tienen una amplia participación nacional e internacional gracias a los convenios que el Instituto tiene suscritos con la Universidad del País Vasco y el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. El objetivo principal de ambos proyectos es contribuir a la generación de conocimiento estratégico y de algunas herramientas útiles para propiciar capacidades endógenas de desarrollo para Antioquia. Más allá de los titulares de prensa, de las conferencias y de los simposios, lo urgente es concebir y hacer operacionalizable una concepción del desarrollo diferente a la que ha predominado hasta hoy. En efecto, se trata de cambiar la direccionalidad que el desarrollo ha tenido en Antioquia por un siglo, del centro a la periferia, para reorientarlo de la periferia hacia el centro. Lo que está en juego en esta apuesta no es otra cosa que una auténtica descentralización, con el fuerte poder democratizador que ésta contiene. O el Departamento se desarrolla a partir de sus propias potencialidades o todas las declaraciones sobre la calidad de vida de la población y la sobrecarga de derechos fundamentales que consagra la Constitución -pero que hasta hora el Estado ha sido incapaz de garantizar- serán un factor más de desestabilización de su frágil democracia. Comprender el valor y el alcance que puedan tener las iniciativas sobre desarrollo local en Antioquia, presupone antes compartir una noción mínima sobre lo que debe ser el desarrollo social y económico local, y lo que ha sido 3 En este conjunto de trabajos sobresale “La gestión del desarrollo en Antioquia, Colombia”, de Carlos Londoño Yépez publicado por la CEPAL 4 hasta ahora la descentralización en Colombia. A partir de aquí se puede, entonces, entrar a saco para ver en perspectiva histórica los esfuerzos que Antioquia ha hecho en el último siglo para conceptuar y hacer realidad su imagen espantosa, pero también para saber lo que debe ser su auténtico desarrollo, desarrollo que permita superar las actuales condiciones de inequidad social, pobreza, miseria y violencia. Lo malo de Antioquia no es tanto la pobreza como la desigualdad. Nuestras desigualdades se originan en nuestras inequidades.