CODHEM "El Poder Individual como Transpersonalismo Político" Fuente del Por el Lic. Adolfo Hernández Figueroa Toluca, Méx., abril de 1994. SUMARIO I.- Breve Referencia; II.- Concepto de Poder; III.- Culto al Héroe IV.- El Poder y los fines del Estado; V.- El Transpersonalismo Político; VI.-Comentario Final. Bibliografía. La mayor y más frecuente miseria humana es consecuencia no tanto del infortunio como de la injusticia del hombre. • Inmanuel Kant. Breve Referencia La naturaleza humana ha sido ampliamente estudiada desde la perspectiva de varios ángulos; así por ejemplo, los antropólogos han desenterrado fósiles humanos para someterlos a rigurosos análisis, pretendiendo entender la evolución física de tan controvertida criatura; los psicólogos han estudiado el alma (psique) de donde, dicen, emanan todas las conductas; se apoyan en el antiguo axioma de que a todo estímulo corresponde una respuesta y que en el alma se encuentran todas las respuestas. Los arqueólogos reconstruyen ruinas, en ellas descubren el modus vivendi de moradores ancestrales; los astrólogos estudian todo respecto a la influencia que los astros tienen sobre la vida humana y los filósofos intentan explicar el por qué y el cómo de la esencia - hasta hoy indescifrable - de la existencia terrenal del ser vivo a "causa del cual se ha hecho el universo". Desde que el hombre existe sobre la corteza terrestre, ha resuelto sus necesidades particulares y sus conflictos grupales de manera similar, unas veces a satisfacción personal y otras a satisfacción del grupo con el cual convive; de cualquier manera el objeto buscado es la "felicidad personal", de esa manera lo concibe Kant. 270 Doctrina "Lo que se llama felicidad, existe cuando nuestros deseos se realizan con un éxito constante. El poder es la condición sine qua non de esta felicidad. Riquezas, ciencia, honor, no son sino formas del poder. Hay en el hombre un deseo perpetuo, incesante de poder que no acaba más que con la muerte"1. Concepto de Poder La palabra poder tiene de por sí una carga emotiva bastante considerable, la razón es sencilla: El primer contacto que el hombre tuvo con el poder fue con el poder de la naturaleza, después - ante lo inexplicable - con el poder teológico y posteriormente conoció el poder del hombre sobre el hombre que, en su evolución mas sofisticada, pasó a ser el poder del Estado, que no es otro que el poder político. Para el objetivo de este modesto trabajo, nos interesa analizar el poder del hombre sobre el hombre y por supuesto el poder estatal, en la forma en que lo describe Edgar Bodenheimer: "En sentido sociológico, el poder es la capacidad de un individuo o grupo de llevar a la práctica su voluntad, incluso a pesar de la resistencia de otros individuos o grupos. Se puede ejercer el poder por medios físicos, psicológicos e intelectuales. Un hombre puede lograr el poder por el hecho de ser físicamente más fuerte que algunos de sus congéneres, puede igualmente llegar a ser poderoso por ser capaz de ejercer una influencia psicológica o incluso hipnótica irresistible sobre otros hombres o sobre las multitudes. En circunstancias favorables sus grandes dotes intelectuales pueden también procurar a un hombre una posición de poder dentro de una comunidad o de una nación. El poder de un individuo puede ser considerablemente realzado si consigue ganar para la obtención de sus fines la cooperación devota de un grupo que simpatiza con él...."2 Bertrand Russell, al referirse al poder explica que "es el motivo principal que produce los cambios que tiene que estudiar la ciencia social y las leyes de la dinámica social sólo pueden expresarse al término de las diversas formas de Poder.3 Muchos otros filósofos han especulado sobre el poder, Fredrich Nietzsche lo consideraba la fuerza motivadora básica de la naturaleza y la sociedad humana. El poder es un móvil que tiene el hombre para lograr sus fines, el simple hecho de procurarse bienes de subsistencia, es ya una manifestación de energía - esfuerzo, 1 2 3 Chevalier, Jean Jaques. Los Grandes Textos Políticos. Desde Maquiavelo hasta Nuestros Días. Traducción del francés por Antonio Rodríguez Huescar. Editorial Aguilar, Madrid 1979. p. 54. Bodhenheimer, Edgar. Teoría del Derecho. Edición del Fondo de Cultura Económica. México. 1988. pág. 15. Russell, Bertrand. El Poder de los Pueblos y en los Pueblos. Traducción de Luis Echávarri. Buenos Aires 1939. 271 CODHEM le llamaba Hobbes - que implica poder. Visto de esta manera, todos los seres humanos, salvo muy raras excepciones, tienen la posibilidad de desarrollar ciertas facultades que les hacen aptos para conseguir sus fines y estos no siempre son filantrópicos. Es una constante histórica que el que detenta el poder tiende a abusar de él, hasta donde encuentra límites; esto había pronosticado Montesquieu es su obra "El Espíritu de las Leyes". "El Estado soy yo", pregonaba Luis XIV y ciertamente los fines del Estado son casi siempre concordantes con los fines de quien se ostenta como Jefe de un Estado. Si sus fines son humanistas, se reflejarán en su mandato, si por el contrario, antepone el fin del Estado como tal, entonces se está yendo hacia el transpersonalismo. El poder desmedido, grotesco e irracional, no puede tener fines humanitarios, quienes lo ejercen bajo el lema de que "la vida controla la razón, no la razón la vida"; exaltan el heroismo no la inteligencia, argumentan que "los pueblos se mantienen no por el pensamiento, sino por un instinto de rebaño o intuición racial innato, que los pueblos se elevan a la grandeza cuando su voluntad de poder supera sus desventajas físicas y morales.1 El Culto al Héroe La Filosofía aventurera de buscar un poder ilimitado, ególatra y personal desemboca en un mito del super-hombre, en el culto al héroe, al genio. Esta forma de pensar desarrollada en el siglo XIX se debe a Fredrich Nietzsche y Schopenhauer, éste último había estudiado una fuerza ciega que llamaba "voluntad" que impulsa a una lucha sin fin y sin propósito, un esfuerzo agitado y sin sentido que desea todas las cosas y no se satisface en nada, que crea y destruye sin obtener nada. Nietzsche hizo una apoteósis del héroe, del super-hombre, de la "Gran Bestia Rubia" que arrolla con toda oposición, desprecia la felicidad y crea sus propias leyes. Pregonaba un no rotundo a la piedad y a la renunciación; decía sí a la vida y a la voluntad de poder, consideradas por él como las fuerzas internas de la personalidad. La gente vulgar, satisfecha de sí misma, hipócrita, decía Nietzsche, es despreciable; el santo no trasciende sino el héroe. Esta concepción filosófica del culto al héroe, obligaba, según este pensador, a la "transvaluación" de todos los valores: la igualdad debe cambiarse por el reconocimiento a la superioridad innata; la democracia por la aristocracia de los 1 272 Cfr. Sabine, George H. Historia de la Teoría Política. Editorial Fondo de Cultura Económica. México 1992. pág. 634. Doctrina viriles y fuertes; en vez de humildad cristiana y la humanidad, la dureza y el orgullo; por la felicidad, la vida heroica. Obviamente esta filosofía no era para las masas, puesto que, según la corriente irracional, éstas tienen el carácter de inferiores, cuyo instinto saludable es seguir a su líder. Cuando este instinto rebañezco mengua, las masas optan por una moral de esclavos.1 El Poder y los fines del Estado El poder del hombre sobre el hombre, como se dejó anotado, es el poder del Estado o Poder Político, sólo tiene dos formas de expresarse: a favor del ser humano individual o socialmente considerado o a favor del ente abstracto e impersonal, que es el Estado mismo, es decir, se estudiará a ese complejo organismo social como fin o como medio. Cuando el Estado supedita a su engrandecimiento a toda la vida humana, individual y colectiva, estamos ante una concepción totalitaria en la que el Estado es un fin en sí mismo; en tal caso requiere de la suma de todas las fuerzas, actividades, personas y cosas, todas a su servicio para lograr su objetivo consistente en acrecentar el poderío y engrandecimiento del mismo, en detrimento de los fines de la persona humana que pierde toda significación. En respuesta al planteamiento totalitario, emerge la idea de que el Estado es un medio para el cumplimiento de fines humanos, según la cual, aquél se constituyó para servir al hombre y permitirle llevar una vida civilizada en la que pueda desenvolver al máximo sus capacidades. En síntesis, el Estado es para el hombre y no el hombre para el Estado, de esto se colige que la organización política tiene valor y justificación, sólo en cuanto es instrumento de bienestar de los individuos.2 Macaulay y M’kechnie sostienen que el Estado no tiene ningún fin, es un medio; un instrumento para realizar fines distintos, entre ellos los de los individuos aislados.3 Todas las exageraciones del poder son nocivas, en muchos casos se han llegado a lo que se denomina transpersonalismo, corriente ideológica que se contrapone al humanismo y encuentra su justificación en la exaltación de la gloria del Estado, la raza, la cultura, la patria, etc. 1 2 3 Idem. pp. 636-637. Borja, Rodrigo. Derecho Político y Constitucional. Ediciones del Fondo de Cultura Económica. México 1991, pág. 79. Ibidem 273 CODHEM El Transpersonalismo Político El traspersonalismo político se manifestó desde la antigüedad clásica con Platón y Aristóteles, quienes califican al hombre en su calidad de ciudadanos, no tanto como seres humanos. Para estos filósofos predominó la idea de que el hombre ha nacido para servir al Estado. El transpersonalismo contemporáneo data del siglo XIX, tiene su cuna en Alemania, en donde se exalta el "alma nacional". El Sistema Hegeliano aportó varios elementos políticos al pensamiento transpersonalista: "El hombre vale en la medida que se desindividualiza y se sumerge en lo general". "Los hombres individualizados quedan reducidos a pura alfalfa para alimento del monstruo estatal, a mera carne de cañón".1 Las doctrinas transpersonalistas del siglo XIX, como lo fue también el tradicionalismo, no llegaron a consolidarse teórica ni prácticamente; en cambio las manifestaciones ideológicas que en este sentido se manifestaron en el siglo XX se dieron a la tarea de lograr su propósito antihumanista mediante una guerra sin tregua y en contra de todo indicio de civilización cristiana. El transpersonalismo político se ha manifestado en teoría y práctica, precisamente en el siglo que está por finalizar, en ese sentido surgió el fascismo italiano, el nazismo alemán y el comunismo soviético, para ilustrar este estudio, nos interesa los dos primeros cuyo denominador común se resume en los puntos siguientes: 1) Una feroz brutalidad que niega todo sentido humano y valor espiritual. 2) La imposición de la dogmática doctrinaria del comportamiento humano caracterizado por el lema de Mussolini: "Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, todo para el Estado". 3) Absorción total de la sociedad humana. 4) Exaltación del hombre-masa. 5) Un desmedido despotismo dictatorial. 6) La ausencia de un sistema de derecho. 7) En la división del mundo, en la nación y el resto del mundo. De ambas teorías, italiana y alemana, la segunda logró llegar a niveles insospechados. Citaremos tres lemas electorales de los nazis que expresan, a un tiempo, la negación de la humanidad y de los derechos humanos, son estas: "Derecho es lo que conviene al pueblo"; "El bien común está por encima del bien propio": Tú no eres nada, tu pueblo lo es todo".2 1 2 274 Cfr. Recaséns Siches, Luis. Tratado General de Filosofía del Derecho. Editorial Porrúa, México 1991. p.p. 502-503. Radbruch, Gustavo. Introducción a la Filosofía del Derecho. Editorial Fondo de Cultura Económica. Doctrina Sea en el fascismo o en el nazismo (ambos totalitarios), a la cabeza está el líder, cuyos actos no pueden ser criticados jamás, según Max Weber la relación del líder con la masa era "carismática", algo así como la mascota y la suerte del movimiento. Era el genio, el héroe, concebido como el hombre de raza pura es "la suma viviente de todas las almas anónimas que tienden al mismo fin. Hitler caracterizó al líder en "Mein Kampf " de la forma siguiente: "El líder no es un intelectual ni un teórico, sino un psicólogo práctico y un organizador, un psicólogo para conocer los métodos mediante los cuales pueda atraer el mayor número de adherentes pasivos, un organizador para poder construir un núcleo compacto de seguidores y consolidar sus conquistas: "El líder manipula al pueblo como un artista modela el barro". Comentario Final Antes de existir el Estado, existió el hombre, con sus virtudes y pasiones; fue el hombre individual el que con su poder empezó a apropiarse de las cosas, su dominio sobre ellas, lo obligó a sobreponerse a sus congéneres. Cuanto mayor era el núcleo humano mayor era el control que se requería. De la necesidad de regular las relaciones humanas surgió el Estado con todas sus instituciones, unas al servicio del hombre y otras al servicio del Estado mismo, tal es el caso de las instituciones ideologizantes y las represivas. El Estado fue creado por el hombre, inequívocamente para los fines de éste, independientemente de la bondad o maldad de dichos fines, porque ciertamente la organización política no tiene fines propios. Es verdad que se cuestiona si el Estado es un medio para lograr los fines de la humanidad o si el Estado es un fin en sí mismo. Si mi opinión no es fallida, y si el Estado se compone de gobierno, territorio y pueblo, entonces los fines no son sino del gobierno o de los gobernados; más claramente de los gobernantes y gobernados. En ambos casos se trata de seres humanos, unos con poder de mando y otros con deber de obediencia, unos con poder constituido y otros con poder constituyente, donde el poder de mando y el constituido, en la mayoría de los casos, es el que predomina sobre las otras dos especies. Los fines, tomando en cuenta las circunstancias imperantes y las virtudes o defectos del que gobierna (Jefe de Estado / Jefe de Gobierno) son los que determina el propio ser humano como gobernante, según sea su vocación de servicio a la humanidad o servirse de ella. La pasión por el poder, en no pocas ocasiones conduce al transpersonalismo político; doctrina que explica que el Estado, como ente abstracto, tiene fines propios lo cual no es exacto. Lo cierto es que el Estado México 1978. pág. 153 275 CODHEM como organización política es siempre un instrumento para lograr los fines de la humanidad para desarrollarse y perfeccionarse o bien para autodestruirse. No hay mal gobierno, sino malos gobernantes. No hay Estado totalitario, sino un sicópata o paranoico que exalta el totalitarismo; no hay tiranía sin tiranos. Existen Estados anti-humanistas, es decir, etiquetados como tales, cuando quien los representa los usa como instrumentos para fines de esa índole; si lo principal tiene una tendencia, consecuentemente la tiene lo accesorio. La voluntad es un don del ser humano no del Estado. El Estado como ente abstracto, como creación ficticia de la ley, tiene la apariencia de vida, tan sólo como la tiene una marioneta movida por una mano invisible que caprichosamente o no, la manipula para el logro de sus objetivos. El poder como los gases busca extenderse ilimitadamente, hasta que encuentra un dique. Nadie que tenga poder cree que tiene suficiente ni demasiado, siempre buscará concentrar un poco más; lo cual no es anómalo en sí mismo, sino que una vez obtenido pueda ejercerse en contra de un hombre, de un grupo de hombres, de un pueblo o de grupo de pueblos. !En contra de la dignidad humana! Quien tiene poder económico, por razón natural intentará incrementar sus riquezas; el que tiene poder psicológico querrá dominar a un grupo cada vez más numeroso; el que tiene poder intelectual a menudo acudirá a ampliar su acervo cultural; el que tiene poder político querrá aumentar su ámbito de influencia en la estructura gubernamental, en todos los casos hay tan sólo dos alternativas: ejercerlo en bien de sus semejantes (humanismo) o en contra de ellos y aparentemente conforme a los fines que el Estado pueda tener, devenidos de la conciencia o inconsciencia del gobernante (transpersonalismo) pero siempre la fuente del transpersonalismo político es el hombre mismo, quien tiene la facultad de desarrollar un inmensurable grado de poder. Sin poder el transpersonalismo no pasaría a ser más que una idea que al no llegar a la práctica no causaría efecto alguno. BIBLIOGRAFIA 1) Bodenheimer, Edgar. Teoría del Derecho. Edición del Fondo de Cultura Económica. México. 1988. 2) Borja, Rodrigo. Derecho Político y Constitucional. Ediciones del Fondo de Cultura Económica. México 1991, 3) Chevalier, Jean Jacques. Los Grandes Textos Políticos. Desde Maquiavelo hasta Nuestros Días. Traducción del francés por Antonio Rodríguez Huescar. Editorial Aguilar. Madrid 1979. 276 Doctrina 4) Radbruch, Gustavo. Introducción a la Filosofía del Derecho. Editorial Fondo de Cultura Económica. México 1978. 5) Recaséns Siches, Luis. Tratado General de Filosofía del Derecho. Editorial Porrúa, México 1991 6) Russell, Bertrand. El Poder de los Pueblos y en los Pueblos. Traducción de Luis Echávarri. Buenos Aires 1939. 7) Sabine, George H. Historia de la Teoría Política. Editorial Fondo de Cultura Económica. México 1992 277