la evolución —procelosa e inacabada— de la jurisprudencia en la

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NÚMERO 37. SEPTIEMBRE DE 2015
ISSN: 2254-3805
DESPIDOS EN EL SECTOR PÚBLICO
LA EVOLUCIÓN —PROCELOSA E INACABADA—
DE LA JURISPRUDENCIA EN LA EXTINCIÓN
CONTRACTUAL DEL TRABAJADOR
INDEFINIDO NO FIJO
THE STORMY AND UNFINISHED EVOLUTION OF CASE LAW
ON THE CONTRACTUAL TERMINATION OF
THE NOT PERMANENT INDEFINITE WORKER
Jordi Agustí Julià
Magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo
RESUMEN
En los años 1996-1998, ante la proliferación de numerosos y sucesivos
contratos laborales de carácter temporal, suscritos de forma irregular —y
en ocasiones en fraude de ley— por las distintas Administraciones Públicas, para cubrir puestos de trabajo destinados a personal funcionarial, la
Sala IV del Tribunal Supremo dio carta de naturaleza a la denominada
figura del «trabajador indefinido no fijo». La respuesta dada en su momento por la jurisprudencia, en cuanto a la problemática de la extinción
contractual, se ha visto alterada de forma significativa, como consecuencia del impacto de la «crisis económica» y de la reforma legislativa laboral de 2012, y va evolucionando con criterios y respuestas no siempre
iguales.
Palabras clave: Contratación temporal, administración pública, trabajador indefinido no fijo, extinción contrato, condición resolutoria, jurisprudencia.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
Jordi Agustí Julià
ABSTRACT
During the years 1996-1998, there was a proliferation of numerous and
successive temporary employment contracts to fill vacant position destined
for civil servants. Those contracts had been signed irregularly —and at
times even in legal fraud— by the different Public Administrations. Facing
this situation the Supreme Court created the so called figure «not permanent indefinite worker». The answer given between 1996-1998 by the case
law regarding the issue of contract termination hadn’t been disturbed until
2012 when it was significantly altered because of the impact of the «economic crisis», and the labor law reform. From that moment on, the case
law has been evolving with different criteria and answers.
Keywords: Temporary hiring, public administration, not permanent indefinite worker, termination of the contract, termination clause, case law.
SUMARIO
1.
LA PROBLEMÁTICA DE LA CONTRATACIÓN TEMPORAL IRREGULAR
DEL PERSONAL LABORAL DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.
2.
LA DISPOSICIÓN ADICIONAL 15.ª DEL ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES (EN LA REDACCIÓN DADA POR EL APARTADO 15 DEL ARTÍCULO DE LA LEY 43/2006 DE 29 DE DICIEMBRE).
3.
LA INCIDENCIA DEL ESTATUTO BÁSICO DEL EMPLEADO PÚBLICO
(LA LEY 7/2007, DE 12 DE ABRIL) Y, EN CONCRETO DE SUS ARTÍCULOS 7 Y 11.
4.
LA SENTENCIA DICTADA POR EL PLENO DE LA SALA IV DEL TRIBUNAL SUPREMO EL 22 DE JULIO DE 2013 (RCUD. 1380/2012), CON
VOTO PARTICULAR.
5.
LA JURISPRUDENCIA INMEDIATAMENTE POSTERIOR A LA SENTENCIA DE 22 DE JULIO DE 2013 (SENTENCIAS DE LA SALA IV DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 4-10-2013 Y 15-10-2013 (RCUD. 68/2013 Y
383/2013).
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DESPIDOS EN EL SECTOR PÚBLICO
La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
6.
CAMBIO DE DOCTRINA (AHORA SÍ) CON RESPECTO A LA EXTINCIÓN CONTRACTUAL DEL «TRABAJADOR INDEFINIDO NO FIJO»: LA
SETENCIA DEL PLENO DE LA SALA IV DEL TRIBUNAL SUPREMO DE
24-06-2014 (RCUD. 217/2013).
7.
EL AUTO DEL TJUE DE 11-12-2014 (ASUNTO C-86/14, MARTA LEÓN
MEDIALDEA Y AYUNTAMIENTO DE HUÉTOR VEGA), Y SU APLICACIÓN POR LA SALA IV DEL TRIBUNAL SUPREMO.
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1. LA PROBLEMÁTICA DE LA CONTRATACIÓN
TEMPORAL IRREGULAR DEL PERSONAL LABORAL
DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
Aunque naturalmente siempre ha existido contratación laboral en las Administraciones Públicas (Sector Público), es a partir del año 1984 cuando se produce un notable incremento de la contratación laboral, que va aumentando considerablemente, y que hoy día constituye sin duda un porcentaje importante
del empleo en el Sector Público. En aquel año se promulgaron dos reformas
legislativas que, en su conjunción, dieron lugar al citado incremento. De una
parte, la Ley 30/1984, de 2 de agosto de medidas para la reforma de la Función Pública, que en su artículo diecinueve establece que las Administraciones
Públicas seleccionan su personal, ya sea funcionario, ya laboral, de acuerdo
con su oferta de empleo público, mediante convocatoria pública y a través del
sistema de concurso, oposición o concurso-oposición libre, en los que se garanticen en todo caso los principios constitucionales de igualdad, mérito y
capacidad, así como el de publicidad; y de otra parte, la Ley 32/1984, de 2 de
agosto, amplía y flexibiliza la contratación temporal, creando además más
tipos de contrato (lanzamiento de nueva actividad, relevo, formativos).
Hasta la modificación del artículo 15.5 del Estatuto de los Trabajadores por el
Real Decreto-ley 5/2006, de junio, para la Mejora del Crecimiento y del Empleo (Ley 43/2006) no existían prácticamente límites a la utilización sucesiva
de contratos temporales —práctica que viene siendo habitual en las empresas
y en las Administraciones Públicas—, que cuando ha sido abusiva ha conllevado condiciones laborales desfavorables para los trabajadores afectados. La
jurisprudencia, considerando válida la concatenación de contratos temporales
—siempre que cada uno de los celebrados cumpla con los requisitos formales
y materiales exigidos legalmente—, ha tenido que dar respuesta a las distintas
problemáticas que ha generado la sucesión de contratos.
Conviene destacar que esta doctrina ha sido aplicada también por la Sala de
lo Social del TS en los supuestos de sucesión de contratos temporales celebrados por las Administraciones Públicas, si bien con dos etapas distintas en
cuanto a los efectos de la declaración de ilicitud de la contratación temporal.
En la primera etapa se estima que la Administración Pública está sujeta al
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
artículo 15.5 del Estatuto de los Trabajadores, y por ello debe declararse la
fijeza del trabajador contratado sucesivamente.
La sentencia de 6 de mayo de 1992 (rcud. 1600/1991) lo fundamentaba de
forma muy clara, al señalar, en su fundamento jurídico séptimo, que «es de
significar que el continuado mantenimiento de las trabajadoras demandantes
al servicio del Insalud, mediante la suscripción de sucesivos contratos de carácter temporal que, sin solución de continuidad entre ellos, se halla vigentes,
respectivamente, desde los años 1984, 1985 y 1986, pone de relieve una actuación del organismo empleador no ajustado a la normativa y propia finalidad
de la contratación laboral para fomento de empleo o de índole eventual, en
cada momento, utilizada. Desde esta perspectiva enjuiciadora, aunque tratándose de una Administración Pública, sujeta en materia de selección de su
personal a los principios de igualdad, de mérito y de capacidad —arts. 14 y
103 de la Constitución Española— y a la preceptiva oferta pública de empleo
mediante la oportuna convocatoria a través de los sistemas de concurso, oposición o concurso-oposición —art. 19 de la Ley de la Función Pública,
30/1.984, de 2 de agosto— no sea dable presumir el fraude en su actuación
seleccionadora, sin embargo, no cabe desconocer, tampoco, que cuando dicha Administración Pública se desenvuelve en el ámbito de la contratación
laboral debe someterse, con el mayor rigor posible, a las específicas normas
reguladoras del contrato de trabajo. En este sentido y prescindiendo de otros
aspectos de la contratación laboral llevada a efecto entre las partes contendientes que, por su carácter formal, no parece que deban revestir una mayor
transcendencia en orden a la validez o eficacia de la mencionada contratación,
es lo cierto, sin embargo, que lo que no puede eludirse es la patente transgresión que, de lo preceptuado en el art. 5.º, párrafos 2 y 3, del Real Decreto
1989/1984, de 17 de Octubre, regulador de la contratación temporal para fomento de empleo, se advierte en todos y cada uno de los casos contemplados
en el presente recurso. En este sentido, resulta innegable que las cuatro demandantes, de autos, tras haber agotado el plazo máximo de contratación
para fomento de empleo, manteniéndose, sin práctica solución de continuidad,
al servicio del organismo demandado, volvieron a ser contratadas en la misma
modalidad contractual de fomento de empleo, conservando tres de ellas el
mismo puesto de trabajo que venía desempeñando, todo lo que evidencia una
manifiesta conculcación de lo previsto en los señalados párrafos dos y tres del
art. 5º del Real Decreto regulador de la precitada modalidad de contratación
laboral».
Más adelante, la propia sentencia, en el fundamento jurídico octavo, destacaba que «la especial posición de la Administración Pública respecto a la selección del personal a su servicio no puede, en modo alguno, legitimar, siempre y
en todo caso, una inercia en los mecanismos propios de selección que justifique el uso anormal y antirreglamentario de fórmulas sustitutorias de contrataREVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 37. SEPTIEMBRE 2015. ISSN 2254-3805
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ción laboral, en manifiesto quebrantamiento de la normativa reguladora de
esta última y en notorio perjuicio de las personas que acceden a tal forma de
vinculación jurídica. Sostener que tal inercia administrativa puede configurar
una esencial temporalidad en las tareas o servicios públicos que se ven afectados por la misma puede resultar claramente abusivo y, en cualquier caso,
atentatorio al interés, jurídicamente protegible, de seguridad en el empleo del
trabajador que es contratado para la atención de dichas tareas o servicios».
Sin embargo, en una segunda etapa, la Sala, especialmente en las sentencias
de 20 y 21 de enero de 1998 (rcud. 317 y 315/1997), dictadas en Sala General, con el voto particular de cinco Magistrados, tras poner de manifiesto que
«a partir de la sentencia de 18 de marzo de 1991 la doctrina de la Sala se
orienta a considerar que las Administraciones Públicas están plenamente sometidas a los límites que la legislación laboral establece sobre la contratación
temporal y que las infracciones de esa legislación pueden determinar la adquisición de la fijeza», destaca que «el alcance de esta posición ha sido de nuevo
matizado a partir de la sentencia de 7 de octubre de 1996, en la que se establece que “la contratación en la Administración pública al margen de un sistema adecuado de ponderación de mérito y capacidad impide equiparar a los
demandantes a trabajadores fijos de plantilla, condición ligada a la contratación por el procedimiento reglamentario, sin perjuicio de su contratación, en su
caso, como trabajadores vinculados por un contrato de trabajo por tiempo
indefinido”». Esta doctrina, quedó consolidada tras la sentencia de 27-05-2002
(rcud. 2591/2001).
2. LA DISPOSICIÓN ADICIONAL 15.ª DEL ESTATUTO
DE LOS TRABAJADORES (EN LA REDACCIÓN DADA
POR EL APARTADO 15 DEL ARTÍCULO DE
LA LEY 43/2006 DE 29 DE DICIEMBRE)
La Ley 12/2001, de 9 de julo, de Medidas Urgentes de Reforma del Mercado
de Trabajo para el incremento del Empleo y la mejora de la Calidad, modificando el artículo 15.6 del Estatuto, tuvo como consecuencia el reconocimiento
igualitario de los trabajadores fijos y temporales, recogida por la jurisprudencia
[sentencias claves de 8 de marzo de 2007 (rcud. 175/2004) y 17 de diciembre
de 2007 (rcud. 199/2004)], dando prevalencia a lo que denomina «unidad
esencial del vínculo laboral», sobre los períodos no trabajados entre contratos,
recogiendo también en este sentido la doctrina del TJCE en la sentencia de 4
de julio de 2006 (caso Adeneler), dictada en interpretación de la Directiva
99/70/CE de 28 de junio, si bien todo ello no afectó al estatus del «trabajador
indefinido no fijo».
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
Sin embargo, la Disposición Adicional 15.ª del Estatuto de los Trabajadores
(en el redactado dado por el apartado trece del artículo de la Ley 43/2006, de
29 de diciembre, para la mejora del crecimiento y del empleo, aplicable por
razones cronológicas al presente caso) sí parecía referirse ya al «trabajador
indefinido no fijo», cuando en relación a la aplicación de los límites al encadenamiento de contratos en las Administraciones Públicas, establece que «lo
dispuesto en el artículo 15.5 de esta Ley surtirá efectos en el ámbito de las
Administraciones públicas y sus organismos autónomos, sin perjuicio de la
aplicación de los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad
en el acceso al empleo público, por lo que no será obstáculo para la obligación
de proceder a la cobertura de los puestos de trabajo de que se trate a través
de los procedimientos ordinarios, de acuerdo con lo establecido en la normativa aplicable». Ahora bien, esta disposición no hacía referencia a la posible
amortización de la plaza como causa de extinción ni, en tal caso, cuál sería el
procedimiento de extinción y, en su caso, la indemnización procedente.
3. LA INCIDENCIA DEL ESTATUTO BÁSICO DEL EMPLEADO PÚBLICO (LA LEY 7/2007, DE 12 DE ABRIL)
Y, EN CONCRETO DE SUS ARTÍCULOS 7 Y 11
Como es sabido, esta figura del contratado laboral por tiempo indefinido en las
Administraciones Públicas, no bien recibida, en general, por la doctrina iuslaboralista, sí fue recogida, expresamente, en el Estatuto Básico del Empleado
Público, aprobado por la Ley 7/2007, de 12 de abril. Concretamente, el artículo
11 de esta Ley dispone que «es personal laboral el que en virtud de contrato
de trabajo formalizado por escrito, en cualquiera de las modalidades de contratación de personal previstas en la legislación laboral, presta servicios retribuidos por las Administraciones Públicas. En función de la duración del contrato, éste podrá ser fijo, por tiempo indefinido o temporal». Sin embargo, este
espaldarazo que el Estatuto Básico del Empleado Público parecía dar a la
doctrina de la Sala IV del Tribunal Supremo no ha cerrado la polémica sobre la
controvertida figura del contratado laboral por tiempo indefinido, al quedar
planteados y sin resolver distintos problemas, con la indeseable inseguridad
jurídica que ello comporta. En efecto, en ningún precepto del EBEP se hace
referencia expresa a la extinción del contrato de trabajo de los indefinidos no
fijos, por lo que con respecto a esta cuestión, y por imperativo de lo dispuesto
en el ya citado artículo 7 del propio EBEP, su resolución debería efectuarse de
acuerdo a lo establecido en la Legislación laboral, y en concreto a las causas
de extinción del artículo 49 del Estatuto de los Trabajadores, precepto, todo él,
que le es aplicable, a excepción de lo dispuesto con referencia al despido
disciplinario en el Título VII (Régimen disciplinario) del EBEP. Es en este sen-
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tido que se expresó la Resolución de 21 de junio de 2007, de la Secretaría
General para la Administración Pública, por la que se publican las Instrucciones de 5 de junio de 2007, para la aplicación del Estatuto Básico del Empleado Público en el ámbito de la Administración General del Estado y sus organismos públicos.
Pero es que además, en un principio, así lo entendió la Sala IV del Tribunal
Supremo, en sus sentencias de 16 de septiembre de 2009 (rcud. 2570/2008) y
26 de abril de 2010 (rcud. 2290/2010). En estas sentencias señaló, de forma
expresa, que las disposiciones del EBEP son aplicables al trabajador indefinido no fijo, poniendo de manifiesto la existencia de sustanciales diferencias
entre el contrato laboral indefinido no fijo de las Administraciones Públicas y el
contrato de interinidad por vacante. En este sentido, el fundamento jurídico
tercero de la sentencia de 16 de septiembre de 2009, reiterado en la sentencia
de 26 de abril de 2010, dice así:
«Es cierto que “el alcance real de la distinción entre fijeza e indefinición temporal de la relación, según se desprende de nuestra doctrina, se refiere esencialmente a la extinción del vínculo porque, a diferencia de lo que sucede con
los trabajadores fijos, los indefinidos pueden ser lícitamente cesados cuando
la plaza que ocupan sea cubierta por el oportuno procedimiento reglado” (sentencia de 29 de enero de 2009, rec. 326/2008). Asimismo, la sentencia de 27
de mayo de 2002 (rec. 2591/2001) señaló que “No puede producir preocupación jurídica equiparar la extinción de estos contratos con la de los interinos
por vacante, porque la justificación de la existencia de unos y de otros responde a una misma causa y necesidad”. Pero añadía que “Donde se sitúa la diferenciación de tratamiento legal entre el interino por vacante y el indefinido
temporal es durante la vigencia y desarrollo del contrato”; se niega así que en
el segundo caso puedan derivarse consecuencias negativas en los derechos
laborales, sindicales y de Seguridad Social del trabajador por una pretendida e
inexistente temporalidad”. El contrato de interinidad por vacante se encuentra
hoy regulado en el art. 4 del Real Decreto 2720/1998, dictado en desarrollo del
art. 15 del Estatuto de los trabajadores —en donde únicamente se hace referencia a la interinidad para sustituir a trabajadores con derecho a reserva de
puesto de trabajo, si bien fue, al amparo de la Ley 14/1994 que, en el Real
Decreto 2546/1994 se produjo su admisión para todas las Administraciones
Públicas—. Se circunscribe a la cobertura temporal de un puesto de trabajo
durante el proceso de selección o promoción para su cobertura definitiva y
está sujeto a la exigencia de identificación del puesto de trabajo cuya cobertura definitiva se ha de producir mediante el proceso de selección o promoción
(sentencias de esta Sala de 20 de junio de 2000 —rec. 4282/1999—, 21 de
marzo de 2005 —rec. 1198/2004— y 29 de junio de 2005 —rec. 2170/2004—,
dictadas para supuestos de relación laboral personal civil no funcionario al
servicio de la Administración Militar, por ser ese el marco en que aparece por
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
vez primera esta figura, a raíz del art. 9.2 del Real Decreto 2205/1980), coincidiendo su duración, en el caso de las Administraciones Públicas, con la del
tiempo de tal proceso de selección o promoción, según la normativa correspondiente en cada caso. La identificación del puesto de trabajo actúa de requisito esencial en esta modalidad contractual temporal, hasta el extremo que
de que el uso de una modalidad errónea, como la obra o servicio, ha llevado a
esta Sala a señalar que, acreditada la identificación del puesto de trabajo, no
queda desvirtuada “la naturaleza de la interinidad por vacante, ni que pueda,
por ello transformarse un contrato temporal para la cobertura personal de una
vacante en un contrato por tiempo indefinido, pues lo que prevalece a la hora
de la calificación jurídica del contrato es el contenido obligacional del mismo,
no la denominación dada por las partes (sentencia de 14 de mayo de 2008
—rec. 1923/2007—, que recoge la doctrina anterior. De todo ello se desprende, con claridad, una nítida diferencia entre el trabajador indefinido (no
fijo) y el interino por vacante, como se colige, además, del Estatuto Básico del
Empleado Público, aprobado por Ley 7/2007, de 12 de abril, que, al regular la
relación jurídica laboral en las Administraciones Públicas, distinguiéndola de la
relación funcionarial, es contundente a la hora de aceptar “cualquiera de las
modalidades de contratación de personal previstas en la legislación laboral”
(art. 11.1). Esto implica aceptar tanto los contratos de duración indefinida,
como los de duración determinada, con sometimiento, en este último caso, a
la causalidad que rige en la contratación temporal laboral ordinaria, a la que la
ley especial se remite.
Aceptada ahora ya por el ordenamiento jurídico positivo la contratación laboral
indefinida por parte de las Administraciones Públicas no cabe negar el distinto
régimen jurídico que, a priori, se otorga a esta relación laboral en comparación
con las de carácter temporal. La remisión que el Estatuto Básico del Empleado
Público hace a la legislación laboral conduce a ello sin ningún género de dudas.
Es cierto que la Ley 7/2007 no dio respuesta alguna a la situación de quienes
hayan podido ser considerados trabajadores indefinidos como consecuencia
del uso irregular de la contratación temporal por parte de los empleadores
públicos, pero esa falta de expresa mención supone, precisamente, la equiparación entre tales trabajadores y los contratados de forma indefinida ab initio,
con independencia de que estos últimos se hallen sometidos al proceso de
determinación de puestos de trabajo regulado en el art. 15 de la Ley 30/1984,
de 2 de agosto.
La figura del trabajador indefinido, no fijo, de las Administraciones Públicas
surgió como creación jurisprudencial para dar respuesta, precisamente, a la
situación de los contratos temporales en fraude de ley suscritos por las Administraciones Públicas, de forma que la conversión en contratos de duración
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indefinida, por aplicación de las reglas del art. 15 del Estatuto de los trabajadores, propició una doctrina que buscaba acomodar la indefinición de la duración
de la relación laboral con las especiales particularidades del acceso al empleo
público y el respeto a los mandatos constitucionales sobre este punto. Tras
pasar por diversos estadios en la aproximación jurisprudencial a la cuestión, la
Sala dejó sentada la ya consolidada doctrina sobre la matización entre los
trabajadores indefinidos y los fijos de plantilla, precisamente para adecuar la
situación al empleo público (sentencia de 20 de enero de 1998 rec. 317/1997).
En suma, si bien los trabajadores indefinidos pueden ser cesados por la cobertura reglamentaria de la plaza, vienen prestando servicios sin causa de temporalidad alguna, sin vinculación directa con vacante concreta. No hay, por tanto,
equiparación mimética a los interinos por vacante, ligados estrictamente a un
proceso de cobertura».
Del trascrito tenor literal de lo razonado en dichas sentencias no parece pueda
cuestionarse —como veremos sí lo hizo la sentencia de 22 de julio de 2013, a
la que luego haremos mención— que la Sala reconocía ya, sin ambages, la
recepción legislativa a través del Estatuto Básico del Empleado Público del
contratado laboral indefinido no fijo, y de sus consecuencias legales.
Incluso, posteriormente, la propia Sala, en sentencia de 17 de diciembre de
2012 (rcud. 4175/2011), señalaba que, «en definitiva, lo importante, una vez
establecida la irregularidad de la contratación, es tener identificada la plaza a
la que se vinculó en principio la interinidad, a efectos de seguridad jurídica
para el trabajador, pues como dice nuestra sentencia de 5 de diciembre de
1996 (rcud 3271/95) “la cobertura provisional de la vacante y no otra es el dato
fundamental para calificar la relación jurídica como contrato de interinidad, por
vacante, bastando con que la identificación de la plaza que se contrata se
realice de modo que la actitud posterior de la Administración no ocasione indefensión al afectado, y que el acto empresarial se realice con criterios objetivos”. En este caso, el actor sí celebró un contrato de trabajo de interinidad por
vacante como titulado superior adscrito a la OTRI y vinculado al puesto de
trabajo LL7123, que se extinguiría por la cobertura definitiva de la plaza por el
procedimiento legalmente previsto. Efectivamente se produjo una modificación
de la Relación de Puestos de Trabajo por la que su puesto fue amortizado, lo
cual daría lugar a una extinción válida de su relación laboral».
Los razonamientos de la doctrina trascrita parecían sugerir un cambio jurisprudencial a los efectos de establecer que, en el supuesto del trabajador indefinido no fijo, no es posible considerar como causas de extinción, como sí
ocurre con el interino [artículo 8.1.c) del Real Decreto 2720/1998], ni el transcurso del plazo necesario para el desarrollo del proceso de cobertura del
puesto de trabajo sin que tal cobertura se llegue a producir, ni tampoco la
amortización de la plaza, puesto que para que se extinga el contrato de trabajo
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
del indefinido no fijo es preciso siempre que la plaza sea cubierta reglamentariamente. Así, la consecuencia legal de las irregularidades en la contratación
temporal no debería ser, como venía sosteniendo la Sala IV del Tribunal Supremo, la equiparación del trabajador indefinido no fijo al contratado interino
por vacante, sino la conversión en un contrato por tiempo indefinido. La diferencia entre el trabajador fijo y el indefinido no fijo estriba en la obligación de la
Administración de proceder a la cobertura del puesto de trabajo con arreglo a
los principios constitucionales de igualdad, publicidad, mérito y capacidad
(artículo 23 de nuestra Constitución). Es precisamente este precepto en razón
al cual se excepciona en estos supuestos la aplicación del régimen ordinario
de los trabajadores fijos, pero sin que incida en la extinción del contrato por
amortización de la plaza, que constituye una causa legal de extinción y régimen jurídico en los artículos 51 y 52 del Estatuto de los Trabajadores, que son
los aplicables a los trabajadores por tiempo indefinido, sin que nada en el Texto constitucional obligue a una aplicación excluyente de estos preceptos a las
Administraciones Públicas. Si, conforme a la doctrina más reciente ya expuesta de las sentencias de 16 de septiembre de 2009 (rcud. 2570/2008) y 26 de
abril de 2010 (rcud. 2290/2010), la remisión que el Estatuto Básico del Empleado Público hace a la legislación laboral nos conduce a la equiparación
entre los que han podido ser considerados trabajadores indefinidos como consecuencia del uso irregular de la contratación temporal por parte de los empleadores públicos y los contratados de forma indefinida ab initio, ello nos lleva
igualmente a establecer que una Administración Pública considera innecesarias las plazas por motivos legalmente amparados en los artículos 51 o 52 del
Estatuto de los Trabajadores. Podrá proceder, si existe justa causa para ello
debidamente acreditada, a la amortización de las mismas y a la extinción de
los correspondientes contratos de los trabajadores que las ocupan, lo que
conllevará en todo caso el abono de la indemnización prevista legalmente a
aquel trabajador que ocupe la plaza amortizada y vea extinguido su contrato
por causas independientes de su voluntad.
En esta línea, la misma Sala IV, en supuestos de contratos temporales irregulares concertados por Administración Pública, aplicó el criterio expuesto, partiendo de la naturaleza indefinida del vínculo laboral existentes entre las partes, y de la existencia de un sustrato económico/productivo/organizativo en las
decisiones extintivas, si bien estimando aplicable el procedimiento del artículo
51 del Estatuto de los Trabajadores, dado que en los supuestos enjuiciados la
concurrencia de extinciones contractuales lo era en número superior al determinante del despido colectivo [sentencias de 3 de julio (2) de 2012 (rcud.
1657/2011 y 1744/2011) y 8 de julio de 2012 (rcud. 2341/2011)].
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4. LA SENTENCIA DICTADA POR EL PLENO DE LA SALA IV
DEL TRIBUNAL SUPREMO EL 22 DE JULIO DE 2013
(RCUD. 1380/2012), CON VOTO PARTICULAR
Pero contrariamente a los criterios expuestos en las últimas sentencias referenciadas, que parecían iniciar un cambio en la doctrina tradicional de la Sala
IV del Tribunal Supremo, con respecto a la extinción del contrato del «trabajador indefinido no fijo», la sentencia de 22 de julio de 2013 (rcud. 1380/2012),
dictada por el Pleno de la Sala (con voto particular de siete Magistrados), mantuvo dicha doctrina. Resumen del caso: Se trataba de trabajadora —Técnico
Auxiliar de Laboratorio— que desde hacía 20 años venía prestando servicios
primero para el Insalud y tras el traspaso de competencias para el Servicio
Madrileño de Salud (SERMAS), en un centro de salud de Madrid. Su relación
laboral con el SERMAS se había establecido por resolución judicial firme de
carácter indefinido no fijo. Estando adscrita a un Área Sanitaria de Atención
Especializada se le comunica su cese en la prestación de servicios por cese
de actividad del Servicio al que estaba adscrita. Habiendo acudido al nuevo
destino (Hospital 12 de octubre) para interesarse por su nuevo destino y puesto de trabajo, se le indica que no era personal laboral fijo sino interino y que
por lo tanto no le correspondía ocupar el nuevo destino. Interpuesta demanda
por despido, fue desestimada por el Juzgado de lo Social, pero recurrida la
sentencia en suplicación, la Sala de lo Social del TSJ de Madrid estimó el
recurso declarando la nulidad del despido. Recurrida la sentencia en casación
unificadora por el Servicio Madrileño de Salud, el TS lo estima, sobre la base
de la siguiente fundamentación jurídica:
«TERCERO.—Denuncia la parte recurrente la infracción del art. 52.e) del Estatuto de los Trabajadores en relación con los arts. 51y 53 del mismo texto
legal por considerar que la entidad demandada no estaba obligada a proceder
a un despido objetivo o colectivo, pues, dada la naturaleza del vínculo contractual —indefinido no fijo— la amortización de la plaza es suficiente para producir el cese.
El motivo debe ser estimado. La denominada relación laboral indefinida no fija
es una creación jurisprudencial que surgió a finales del año 1996 para salir al
paso de la existencia de irregularidades en la contratación de las Administraciones Públicas que, pese a su ilicitud, no podían determinar la adquisición de
la fijeza por el trabajador afectado, pues tal efecto pugna con los principios
legales y constitucionales que garantizan el acceso al empleo público —tanto
funcionarial, como laboral— en condiciones que se ajusten a los principios de
igualdad, mérito, capacidad y publicidad. En términos de la sentencia del
Pleno de 20 de enero de 1998, “el carácter indefinido del contrato implica desde una perspectiva temporal que éste no está sometido, directa o indirecta-
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
mente a un término”, pero añade que “esto no supone que el trabajador consolide, sin superar los procedimientos de selección, una condición de fijeza en
plantilla que no sería compatible con las normas legales sobre selección de
personal fijo en las Administraciones Públicas”. De ahí que, aunque se declare
contraria a Derecho la causa de temporalidad pactada, conforme al art. 49.1.c)
del ET, y se reconozca la relación como indefinida, ésta queda sometida a una
condición —la provisión de la vacante por los procedimientos legales de cobertura—, cuyo cumplimiento determina la extinción del contrato de trabajo
mediante la correspondiente denuncia del empleador público, sin que sea
preciso recurrir a las modalidades de despido que contemplan los arts. 51 y 52
del ET.
En este sentido se pronunció nuestra sentencia, también del Pleno de la Sala,
de 27 de mayo de 2002, reiterada por otras posteriores, entre ellas, la de 26
de junio de 2003. En aquella sentencia se afirma que la cobertura definitiva y
“mediante un procedimiento reglamentario de selección, de la plaza desempeñada en virtud del contrato temporalmente indefinido”, (pero no fijo) “hace
surgir una causa de extinción del contrato”; causa que “tiene que subsumirse
en las enunciadas genéricamente por el apartado b) del citado núm. 1 del art.
49 del Estatuto de los Trabajadores”, y ello —continúa diciendo la sentencia
citada— porque “desde que una sentencia judicial firme aplica a un contrato
de trabajo la doctrina de esta Sala contenida en la mencionada sentencia de
20 de enero de 1998, está cumpliendo lo previsto en el art. 9 del Estatuto de
los Trabajadores, a saber, declarar la nulidad parcial del contrato aparentemente temporal (…) por contraria al art. 15 del Estatuto de los Trabajadores”,
pero “sustituye dicha cláusula por otra causa de extinción del contrato, expresamente establecida en nuestra meritada Sentencia, a saber, la ocupación de
la plaza por procedimiento reglamentario, que cumpla los preceptos legales y
los principios constitucionales”. Basta, pues, con la denuncia fundada en esta
causa para que el contrato indefinido no fijo se extinga.
Pero esta doctrina no se limita a la causa consistente en la cobertura reglamentaria de la vacante. También ha de aplicarse a los supuestos en que el
puesto desempeñado desaparece por amortización y ello porque en este caso
ya no podrá cumplirse la provisión reglamentaria y habrá desaparecido también el supuesto de hecho que justifica esa modalidad contractual —la existencia de un puesto de trabajo que se desempeña de forma en realidad interina hasta su cobertura reglamentaria—. Estamos claramente en el caso del art.
1117 del Código Civil (“la condición de que ocurra algún suceso en un tiempo
determinado extinguirá la obligación desde que (…) fuera ya indudable que el
acontecimiento no tendrá lugar”) y en el art. 49.1.b) del ET (cumplimiento de la
condición a que ha quedado sometido el contrato ope legis). En este sentido
ya señaló nuestra sentencia de 27 de mayo de 2002 las indudables analogías
entre el contrato indefinido no fijo y el contrato de interinidad por vacante en
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las Administraciones públicas cuando de forma tajante afirmó que “no puede
producir preocupación jurídica equiparar la extinción de estos contratos (los
indefinidos no fijos) con la de los interinos por vacante, porque la justificación
de la existencia de unos y de otros responde a una misma causa y necesidad”,
añadiendo que “donde se sitúa la diferenciación de tratamiento legal entre el
interino por vacante y el indefinido temporal es durante la vigencia y desarrollo
del contrato, al negar cualquier consecuencia negativa que pudiera mermar los
derechos laborales, sindicales y de Seguridad Social del trabajador, por una
pretendida e inexistente temporalidad”. Este criterio se reitera en las sentencias de 20 de julio de 2007 y 19 de febrero de 2009, en las que se afirma que
“la posición de aquellos trabajadores al servicio de la Administración, cuyo
contrato fue declarado indefinido (no fijo) por sentencia firme, es idéntica a la
de aquellos otros que cubren una plaza con contrato de interinidad”.
Pues bien, con respecto al contrato de interinidad por vacante suscrito en el
ámbito de las Administraciones públicas, la Sala ha establecido con reiteración
que la extinción puede acordarse directamente “por la amortización de la plaza
cubierta… sin necesidad de acudir a la vía que establece el art. 52.c) del ET”,
y ello en atención a que “la situación de interinidad que genera —según las
sentencias citadas— el contrato de trabajo con la Administración es muy peculiar, concurriendo en ella algunas circunstancias que la diferencian de la contratación celebrada por los particulares al amparo del artículo 15.1 c) del Estatuto de los Trabajadores” . De ahí que, “aunque las partes hayan pactado que
la duración del contrato queda condicionada a la provisión de las vacantes
mediante la designación de trabajadores con carácter de fijos, es obvio que la
vigencia de la relación está vinculada al mantenimiento de la plaza que ha de
cubrirse, por lo que cuando ésta se amortiza el contrato se extingue”; efecto
que “responde a la propia naturaleza de la relación contractual de interinidad
en cuanto referida al desempeño, con carácter de provisionalidad, de un puesto de trabajo” (sentencia de 8 de junio de 2011, que cita las de 2 de abril y 9
de junio de 1997, 27 de marzo de 2000 y 4 de marzo de 2002, en criterio que
ha reiterado la más reciente sentencia de 27 de febrero de 2013, recurso
736/12).
En la sentencia del Pleno de 27 de febrero de 2012 se dice que “el contrato de
interinidad se extingue no solo al ocuparse la plaza por el titular, sino también
por la supresión de la misma ocupada por el interino”, pues “el pacto de los
contratos de interinidad en los que se conviene la prestación de servicios hasta que la plaza sea provista en propiedad, ha de entenderse sujeto a la condición subyacente de la pervivencia del puesto de trabajo”, añadiendo que esta
“conclusión responde a la propia naturaleza de la relación contractual de interinidad” y que “entenderlo de otro modo llevaría a conclusiones absurdas, ya
que supondría la transformación del hecho de la interinidad en una situación
propia de un contrato indefinido —pues el cese del interino solo se produce
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
por la incorporación del titular, lo que en principio no procede al suprimirse la
plaza—, o bien significaría la vinculación de la Administración a proveer una
plaza que estima innecesaria, puesto que la ha suprimido. Por ello ha de entenderse que los contratos de interinidad no limitan ni eliminan las facultades
de la Administración sobre modificación y supresión de puestos de trabajo, y
que la supresión de la plaza es causa justa de la finalización del contrato temporal de interinidad”.
CUARTO.—Estas consideraciones son aplicables a los contratos indefinidos
no fijos, pues, como ya se ha anticipado, se trata de contratos sometidos también a la condición resolutoria de la provisión reglamentaria de la plaza y, por
tanto, cuando por amortización de ésta no puede realizarse tal provisión, el
contrato se extingue de conformidad con lo dispuesto en el art. 49.1.b) del ET
y del art. 1117 del Código Civil, pues desde el momento en que la plaza desaparece es claro que ya no podrá realizarse su provisión reglamentaria y el
contrato indefinido no fijo, que incorpora esa condición, se extingue. Y en orden a esa extinción no opera la vía del art. 52.e) del ET —en el supuesto de
que el cese del establecimiento tuviera encaje en este precepto y no en el art.
52.c)—, porque, dada la naturaleza del contrato, el hecho determinante de la
amortización no actúa, de forma indirecta configurando la existencia de una
causa económica, presupuestaria u organizativa para el despido, sino que
opera de manera directa sobre la propia vigencia del vínculo, determinando el
cumplimiento anticipado de la condición a la que aquél estaba sometido, al
impedir la amortización de la plaza su cobertura reglamentaria. Es lo mismo
que ocurre en el caso del contrato de interinidad por vacante. En este sentido
hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones la causa económica no
tiene un efecto directo de eliminación de un puesto de trabajo concreto, sino
que opera creando, de una manera difusa, un efecto de reducción de la plantilla, que el empresario tiene que concretar ejercitando sus facultades de selección de los trabajadores afectados. En esta línea se inscriben actualmente las
previsiones de la disposición adicional 20.ª del Estatuto de los Trabajadores y
del art. 41 del Reglamento de regulación de empleo, aprobado por Real Decreto 1483/2012, no aplicables al presente caso».
La sentencia, en sus fundamentos de derecho quinto, sexto y séptimo, como
argumentos adicionales, efectuaba distintas consideraciones, en función de
las cuestiones controvertidas en la deliberación. Así, en el fundamento jurídico
quinto, aun aceptando que en algunas de sus últimas resoluciones —antes
citadas— se diferenciase, a efectos de una acción declarativa, el contrato de
interinidad por vacante del contrato indefinido no fijo, rechazaba que ello implicase cambio alguno de la doctrina tradicional de la Sala, por tratarse de supuestos distintos. En el fundamento jurídico sexto rechaza que pueda atenderse el argumento de que se produce una situación de trato desigual injustificado desde el momento en que se priva a los trabajadores indefinidos no fijos de
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la indemnización prevista en el apartado c) del número 1 del art. 49 del Estatuto de los Trabajadores. La cuestión de la aplicación de esta indemnización
—razona— no se ha planteado en estas actuaciones, en que en la demanda
se pide que el despido se califique como nulo o improcedente, por lo que la
Sala no puede decidir sobre esa indemnización, sin dar algo distinto de lo
pedido y con fundamento también diferente. Pero en cualquier caso la eventual desigualdad se repararía reconociendo el derecho a la indemnización; no
excluyendo la aplicación de una causa de extinción prevista legalmente. Por
otra parte, la premisa de la que se parte —que no hay derecho a la indemnización— está excluyendo de entrada una interpretación analógica de los apartados b) y c) del número 1 del artículo 49 del Estatuto de los Trabajadores. Sin
embargo, esa interpretación analógica lleva a la conclusión de que la indemnización sí resulta aplicable a supuestos como el presente.
Por otra parte, con respecto a la invocación de los artículos 8 y 11 del Estatuto
Básico del Empleado Público (EBEP), que recogen la distinción entre trabajadores fijos e indefinidos en el marco del empleo público, niega que esta distinción lleve por sí misma a ninguna consecuencia en lo que aquí se debate,
negando asimismo que la incorporación de la referencia a los indefinidos en el
EBEP haya tenido por objeto recoger la figura del indefinido no fijo delimitada
por la jurisprudencia, ni crear con carácter general un tertium genus entre fijos
o temporales. Finaliza este fundamento jurídico señalando: a) que «de ello se
desprende que: 1.º) no ha desaparecido la figura de indefinido no fijo para
transformarse en indefinido sin más, 2.º) el indefinido no fijo sigue caracterizándose por ser consecuencia de una declaración derivada de irregularidades
producidas en una previa contratación temporal y sigue cesando por cobertura
de la vacante, 3.º) las Administraciones Públicas no pueden contratar directamente trabajadores indefinidos, salvo en el caso de los profesores de religión;
4.º) los trabajadores contratados a través de los sistemas legales de selección
son trabajadores fijos (art. 61.7 EBEP)»; y, b) que «algo similar puede decirse
de la disposición adicional 15.ª del ET, que, en la redacción vigente en el momento del despido, establecía que lo dispuesto en el artículo 15.5 del Estatuto
de los Trabajadores sobre el encadenamiento de los contratos, “surtirá efectos
en el ámbito de las Administraciones públicas y sus organismos autónomos,
sin perjuicio de la aplicación de los principios constitucionales de igualdad,
mérito y capacidad en el acceso al empleo público, por lo que no será obstáculo para la obligación de proceder a la cobertura de los puestos de trabajo
de que se trate a través de los procedimientos ordinarios, de acuerdo con lo
establecido en la normativa aplicable”. De esta forma, lo que está consagrando la norma es la misma solución que se aplica con la doctrina de la Sala sobre el contrato indefinido no fijo, una doctrina que garantiza para el trabajador
una estabilidad, impidiendo las contrataciones sucesivas, pero sin que esta
garantía opere como obstáculo para “la obligación de proceder a la cobertura
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
de los puestos de trabajo de que se trate a través de los procedimientos ordinarios, de acuerdo con lo establecido en la normativa aplicable”».
Finalmente, en su fundamento jurídico séptimo, la sentencia, con referencia a
la Directiva 1999/70 CE, que aplica el Acuerdo marco sobre el trabajo de duración determinada, y en concreto con respecto a dos cláusulas del Acuerdo:
la cuarta y la quinta, niega que la doctrina de la Sala vulnere dichas cláusulas,
como tampoco vulnera —dice— la doctrina del Tribunal de Justicia de la Unión
Europea, así la STJUE 4-07-2006 (caso Adeneler) y la sentencia de 23-4-2009
(caso Kiriaki Angelidaki), añadiendo que «lo mismo sucede con las sentencias
de 7.9.1996 (asuntos Vassallo y Marrosu) que establecen que el Acuerdo de
referencia no se opone a una normativa nacional que, en caso de abusos
como consecuencia de la utilización sucesiva de contratos o relaciones laborales de duración determinada por un empleador del sector público, excluye la
transformación de éstos en contratos o relaciones laborales por tiempo indefinido, (…), cuando dicha normativa contiene otra medida efectiva para evitar y
sancionar, en su caso, el uso abusivo por un empleador del sector público de
sucesivos contratos de duración determinada.
Como acaba de razonarse, el contrato indefinido no fijo es precisamente la
medida que sanciona el uso abusivo de la contratación temporal en las Administraciones públicas, poniendo fin a la sucesión de contratos temporales mediante la consolidación estable de una situación, que solo terminará con la
cobertura o la amortización de la vacante, frente a las que puede reaccionar el
trabajador en los términos examinados. Se cumplen así los principios de equivalencia y efectividad, pues la medida se aplica en todas “las situaciones similares” y su única particularidad en las Administraciones públicas tiene la justificación objetiva del respeto a las garantías de acceso al empleo público. Es
además una medida efectiva en la medida en que cumple, no una sino todas
las exigencias del apartado 5.1 del Acuerdo (razón objetiva, duración máxima
y exclusión de las renovaciones)».
5. LA JURISPRUDENCIA INMEDIATAMENTE POSTERIOR A
LA SENTENCIA DE 22 DE JULIO DE 2013
(SENTENCIAS DE LA SALA IV DEL TRIBUNAL SUPREMO
DE 4-10-2013 Y 15-10-2013 (RCUD. 68/2013 Y 383/2013)
En lo que sin duda puede calificarse como una matización o mitigación del
rigor de la doctrina de la sentencia de 22 de julio de 2013, en cuanto, a pesar
de reconocer expresamente en su fundamento jurídico sexto que, con el fin de
reparar una eventual desigualdad, que el «trabajador indefinido no fijo» y, por
ende, la trabajadora demandante tendría derecho a la indemnización prevista
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en el apartado c) del número 1 del artículo 49 del Estatuto de los Trabajadores
para los trabajadores contratados laboralmente, rechaza su concesión en el
caso, argumentando que «la cuestión de la aplicación de esta indemnización
no se ha planteado en estas actuaciones, en que en la demanda se pide que
el despido se califique como nulo o improcedente, por lo que la Sala no puede
decidir sobre esa indemnización, sin dar algo distinto de lo pedido y con fundamento también diferente», lo que fue objeto de crítica en el voto particular,
al razonar que, «sin perjuicio de que, como venimos reiterando, la posición
que se mantiene en este voto particular es la de que en el caso aquí enjuiciado procede la aplicación de lo establecido en el artículo 52 c) del Estatuto de
los Trabajadores, y por consiguiente, también procedería la indemnización
prevista para dicho supuesto en el artículo 53.1.b) del propio Texto estatutario,
aceptando, a efectos meramente dialécticos, la aplicación al caso de la mencionada indemnización establecida para los supuestos de contratación temporal, disentimos de la solución, o mejor dicho, de la falta de solución que se da
al presente caso en las presentes actuaciones. En efecto, el reenvío a una
posterior acción indemnizatoria a ejercitar por la trabajadora demandante, que
cuando menos implica una mayor dilación en la consecución de la indemnización —el cese de la demandante se produjo en el mes de octubre del año
2009— es difícilmente conciliable con el derecho a la tutela judicial efectiva
que el artículo 24.1 de nuestra Constitución, proclama y garantiza…», las sentencias de 4-10-2013 y 15-10-2013 (rcud. 68/2013 y 383/2013) —seguidas por
otras muchas—, en los supuestos del despido de trabajadores indefinidos no
fijos, al servicio de un Ayuntamiento, como consecuencia de la amortización
de sus puestos de trabajo, tras señalar en cuanto al fondo (fundamento jurídico cuarto) que —y dada la fecha de la extinción contractual en la que no resulta aplicable la DA 20.ª ET (aplicación del despido por causas económicas,
técnicas, organizativas o de producción en el Sector Público) en redacción
efectuada por Ley 3/2012, y sin perjuicio de lo que en su día puede acordarse
—, por razones de seguridad jurídica, acordes con la naturaleza de este recurso unificador, debemos estar a la doctrina establecida en la STS/IV 22-julio2013 (rcud. 1380/2012, Sala General, con voto particular), en la que se proclama que la Administración pública empleadora puede amortizar los puestos
de trabajo ocupados por trabajadores indefinidos no fijos sin necesidad de
acudir a los arts. 51 o 52 ET y, por consiguiente, sin derecho a la indemnización prevista en tales preceptos, trascribiendo sus razonamientos jurídicos,
argumenta, en su fundamento de derecho quinto:
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
«1. En cuanto a la problemática de la posibilidad de indemnización por extinción contractual tratándose de contratos temporales, el vigente en la fecha de
la extinción art. 49.1.c) ET (en redacción dada por Ley 35/2010, de 17 de septiembre, de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo), disponía que “1. El contrato de trabajo se extinguirá: … c) Por expiración del tiempo
convenido o realización de la obra o servicio objeto del contrato. A la finalización del contrato, excepto en los casos del contrato de interinidad y de los
contratos formativos, el trabajador tendrá derecho a recibir una indemnización
de cuantía equivalente a la parte proporcional de la cantidad que resultaría de
abonar doce días de salario por cada año de servicio, o la establecida, en su
caso, en la normativa específica que sea de aplicación”.
2. Por más que se entendiera que pudiera ser equiparable a un contrato de
interinidad por vacante, lo cierto es que el contrato de trabajo del demandante
se ha extinguido por la amortización de la plaza; es decir, por una causa distinta de la cobertura por el procedimiento reglamentario de la plaza que ocupaba
el trabajador a través de un sistema de acceso a la Administración pública
empleadora regido por los principios de mérito y de capacidad. Por ello en
este supuesto, para evitar una situación de trato desigual injustificado, cabe
entender aplicable por analogía la indemnización prevista en el citado art.
49.1.c) ET.
3. La expuesta interpretación favorable a la concesión de la indemnización se
sustenta en la citada STS/IV 22-julio-2013 (rcud 1380/2012, Sala General, con
voto particular), pero se rechaza su concesión en el caso enjuiciado argumentando que “la cuestión de la aplicación de esta indemnización no se ha planteado en estas actuaciones, en que en la demanda se pide que el despido se
califique como nulo o improcedente, por lo que la Sala no puede decidir sobre
esa indemnización, sin dar algo distinto de lo pedido y con fundamento también diferente”.
4. Cabe no obstante entender que, en los supuestos en que el trabajador
impugna un pretendido despido objetivo por alegada nulidad o improcedencia —en el presente caso la extinción por amortización de la plaza es por causas objetivas, aunque no se entienda necesario acudir a los procedimientos de
los arts. 51 o 52 ET—, como demuestra la práctica y es dable deducir de las
normas sustantivas y procesales aplicables, no es necesario que se tenga que
instar expresamente en la demanda la pretensión concreta de una específica
indemnización. Si la sentencia declara la procedencia del despido, el reconocimiento al demandante del derecho a la indemnización no entregada o a las
diferencias —o la declaración de que el demandante hace suya la indemnización percibida— es una consecuencia legal inherente a la desestimación de
las pretensiones de nulidad o de improcedencia.
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5. La pretensión rectora del proceso combatía la decisión extintiva y entendía
que debía dar lugar a las consecuencias indemnizatorias resultantes de una
declaración de ilegalidad de la misma. Por ello, no puede negarse que se pretendía obtener todo aquello que la ley apareja a la correspondiente extinción
contractual.
En consecuencia, declarada la procedencia de la decisión extintiva empresarial, el trabajador demandante tiene derecho a recibir a cargo del Ayuntamiento demandado una indemnización de cuantía equivalente a la parte proporcional de la cantidad que resultaría de abonar la que establece el art. 49.1.c) ET,
dado que la consideración de la naturaleza del vínculo contractual nos ha
conducido a aceptar la amortización como causa válida de terminación de un
contrato de duración incierta. No obstante, ha de tenerse en cuenta lo establecido en la Disp. Trans. 13.ª ET, a cuyo tenor, los contratos temporales celebrados hasta 31 de diciembre de 2011 se indemnizaron con 8 días de salario
por cada año de servicio».
Esta es la solución indemnizatoria dada por la Sala IV del Tribunal Supremo a
todos los supuestos de «trabajadores indefinidos no fijos» cuyos puestos de
trabajo se amortizaron por las respectivas Administraciones Públicas en las
que prestaban servicios, antes de la entrada en vigor de la DA 20.ª ET (aplicación del despido por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción en el Sector Público), en redacción efectuada por Ley 3/2012.
6. CAMBIO DE DOCTRINA (AHORA SÍ) CON RESPECTO A
LA EXTINCIÓN CONTRACTUAL DEL «TRABAJADOR
INDEFINIDO NO FIJO»: LA SENTENCIA DEL PLENO DE LA
SALA IV DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 24-06-2014
(RCUD. 217/2013)
Después de la doctrina de la sentencia del Pleno de la Sala de 22 de julio de
2013, sobre la amortización de plazas de indefinidos no fijos sin sujeción a las
formalidades e indemnizaciones de los despidos objetivos colectivos o individuales, quedaba por resolver si dicha doctrina se mantendría en las extinciones que tuvieran lugar después de febrero de 2012, con la nueva disposición
adicional 20.ª ap. 3.º ET, introducida por RD-ley 3/2012 y la Ley 3/2012 (como
sugería el voto particular a la STS de 22 de julio de 2013) que asigna preferencia al personal ingresado por procedimientos selectivos y cuya interpretación a contrario permitiría la aplicación de las normas del despido objetivo
individual o colectivo a esta clase de personal.
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
Pues bien, esta problemática se abordó en la sentencia del Pleno de la Sala IV
del Tribunal Supremo de fecha 24 de junio de 2014 (rcud. 217/2013), con ocasión de resolver un caso de despido colectivo, en el que se solicitaba se declarasen nulas o subsidiariamente improcedentes las extinciones de 156 contratos de personal laboral interino de Administración y Servicios de la Universidad
Politécnica de Madrid (UPM) demandada, cambiando, ahora sí, la doctrina
tradicional de la Sala.
En efecto, en el fundamento jurídico tercero de la sentencia, tras establecer en
su apartado primero que «la demandada no ha controvertido que nos encontremos ante un despido colectivo, que afecta a un importante número de trabajadores», y que «su oposición a la aplicación del procedimiento previo del
despido colectivo que regula el art. 51 del E.T. en relación con la Adicional
Vigésima del mismo y con el art. 35 del R.D. 1483/2012, la ha fundado en que
la extinción de los contratos se ha basado en la aprobación de una nueva
R.P.T. que ha conllevado la amortización de los puestos de trabajo de los
trabajadores afectados que han visto extinguidos sus contratos no por causa
de un despido colectivo, sino por la amortización del puesto de trabajo que
ocupaban en virtud de un contrato de interinidad por vacante, contrato que se
extingue al ser cubierto el puesto de trabajo que es objeto del mismo, y, también, cuando se amortiza ese puesto porque de ese hecho deriva, igualmente,
la extinción de un contrato de interinidad que ha perdido su objeto»; señalar
que «resolver la cuestión planteada requiere con carácter previo determinar si
nos encontramos ante un despido colectivo por causas económicas y organizativas, previsto en el artículo 51 del E.T. o ante la simple y normal extinción
de los contratos de interinidad por vacante de los afectados porque, al amortizarse los puestos de trabajo que ocupaban, se ha cumplido la condición resolutoria de los mismos», y describir la doctrina tradicional de la Sala, «los contratos de interinidad por vacante y los del personal indefinido no fijo al servicio
de la Administraciones Públicas se extinguían no sólo al cubrirse la plaza ocupada por el trabajador, como resultado del proceso ordinario de cobertura,
sino también por la amortización de la plaza vacante ocupada, supuesto en el
que la causa extintiva operaba directamente sobre el contrato, lo que hacía
innecesario acudir a los procedimientos de extinción colectiva o individual por
causas objetivas previstos en los artículos 51 y 52-c) del Estatuto de los Trabajadores (SS.TS. 8 de junio de 2011 (rcud. 3409/2010), 22 de julio de 2013
(rcud. 1380/2012), 23 de octubre de 2013 (rcud. 408/2003), 13 de enero de
2014 rcud. 430/2013) y de 25 de noviembre de 2013 (rcud. 771/2013) entre
otras muchas que en ellas se mencionan)», y resumir en los términos ya expuestos la citada doctrina, de forma contundente, razona, en el apartado tercero:
«3. Esta doctrina debe rectificarse tras la entrada en vigor de la Disposición
Adicional Vigésima del Estatuto de los Trabajadores, norma que ha mejorado
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lo dispuesto en la Directiva Comunitaria 1998/59/CE, de 20 de julio, con relación al personal laboral de las Administraciones públicas, a quien a partir de
ahora se aplica lo dispuesto en los artículos 51 y 52-c) del E.T. en los despidos colectivos por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción y en los despidos por causas individuales por causas objetivas. El último
párrafo de esta Adicional al dar prioridad de permanencia al personal fijo evidencia que la misma se aplica, también, al personal indefinido no fijo y al interino por vacante. La aplicación de esta nueva normativa a los trabajadores
denominados indefinidos no fijos es indudable porque la extinción de los contratos de este tipo es computable al efecto de considerar el despido, como
colectivo, conforme al penúltimo párrafo del citado art. 51-1 del E.T. que excluye del cómputo las extinciones de contratos temporales que se produzcan
con arreglo al art. 49-1-c) del texto legal citado. Mayor dificultad exige determinar si a estos efectos son computables los contratos de interinidad por vacante
que se resuelvan por la amortización de la plaza ocupada. Resolver ese problema requiere calificar la naturaleza de esos contratos y de la causa que les
pone fin. Indudablemente se trata de contratos temporales (artículos 15-1-c)
del E.T. y 4 y 8-1-c) del R.D. 2720/1998, de 18 de diciembre) que están sujetos al cumplimiento del término pactado: cobertura reglamentaria de la plaza
ocupada interinamente (último párrafo del apartado 2-b) del citado art. 4).
Consiguientemente, estamos ante una obligación a plazo, a término, y no ante
una obligación sujeta a condición resolutoria explícita o implícita. Las obligaciones condicionales, reguladas en los artículos 1.113 y siguientes del C.C.,
son aquellas cuya eficacia depende de la realización o no de un hecho futuro e
incierto, siendo elemento fundamental la incertidumbre, el no saber si el hecho
en que la condición consiste se producirá o no. Por contra, en las obligaciones
a plazo, reguladas en los artículos 1.125 y siguientes del Código Civil, siempre
se sabe que el plazo necesariamente llegará. El plazo puede ser determinado,
cuando se sabe no sólo que se producirá necesariamente, sino también cuándo llegará (certus an et certus quando). Pero, igualmente, puede ser indeterminado, cual acaece cuando se sabe que se cumplirá pero no se conoce
cuándo (certus an et incertus quando).
De lo expuesto se deriva que nos encontramos ante un contrato temporal de
duración indeterminada pero en el que consta que el término pactado llegará:
cuando la vacante ocupada se cubra tras finalizar el proceso de selección que
se convocará para cubrirla (artículo 4-2 del R.D. 2720/1998). Obsérvese que ni
la norma, ni el contrato contemplan otra causa de extinción del mismo y que,
cual se dijo antes no estamos ante un contrato sujeto a condición resolutoria,
sino ante un contrato cuya duración está sujeta a un plazo indeterminado que
necesariamente llegará, máxime cuando se trata de vacantes que deben ser
objeto de oferta de empleo público (art. 70 del E.B.E.P.). La amortización de
esos puestos de trabajo, mediante una nueva ordenación de los puestos de
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
trabajo, aunque lícita y permitida por el art. 74 del E.B.E.P. no puede conllevar
la automática extinción del contrato de interinidad celebrado para cubrirla porque no está prevista legalmente como causa de extinción de esos contratos
sujetos a un término, a un plazo cuya mayor o menor duración se ha fijado por
la norma y depende de la diligencia de la empleadora en poner en marcha los
oportunos procesos de selección. La idea de que la amortización extingue el
contrato porque el mismo tiene una condición resolutoria implícita en ese sentido debe rechazarse, porque, cual se ha dicho antes, nos encontramos ante
una obligación a término indeterminado y no ante una condición, ya que la
existencia de una condición requiere que el hecho del que depende sea incierto, incertidumbre que no se da cuando se fija un plazo indeterminado que
llegará (art. 1125 C.C.). Además, esa condición resolutoria sería nula, conforme a los artículos 1115 y 1256 del Código Civil, pues su validez equivaldría a
dejar al arbitrio de una de las partes la terminación del contrato, lo que no es
correcto, según esos preceptos.
Consecuentemente, estamos ante un contrato temporal que por causa de la
amortización de la plaza objeto del mismo se extingue antes de que llegue el
término pactado. Dejando a un lado la procedencia de la amortización, dado
que el control de la validez de la nueva R.P.T. corresponde en principio a la
jurisdicción contencioso administrativa, lo cierto es que nos encontramos ante
un acto de la empleadora que supone la extinción de un contrato temporal
antes de que llegue su vencimiento, lo que supone un perjuicio para la otra
parte que ve truncadas sus expectativas de empleo, incluso de ganar en concurso la plaza que ocupa. Ese daño debe ser indemnizado, lo que en nuestro
derecho del trabajo se hace mediante el abono de las indemnizaciones tasadas que se establecen para cada caso los artículos 51, 52 y 56 del E.T. y en
los procedimientos establecidos al efecto, pues debe recordarse que, conforme a los artículos 7 y 11 del EBEP la legislación laboral es aplicable al personal laboral de las Administraciones Públicas.
Por ello, cabe concluir que el penúltimo párrafo del art. 51-1 del E.T. en cuanto
parece excluir del cómputo para la determinación de la existencia de despido
colectivo a los contratos temporales del artículo 49-1-c) del mismo texto legal,
sólo se refiere a los contratos que finalizan por la “expiración del tiempo convenido”, pero no a los que finalizan antes de que llegue su término cual acaece en los supuestos de amortización de vacantes ocupadas interinamente.
Esta solución la avala la literalidad del artículo 35-2 del R.D. 1483/2012, de 29
de octubre que a efectos de determinar el número de extinciones contractuales cuya superación conlleva la existencia de un despido colectivo y de seguir
los trámites del artículo 51 del E.T. y del procedimiento regulado en los artículos 37 y siguientes del R.D. citado dispone que “se incluirá a la totalidad del
personal laboral contratado en el ámbito correspondiente”. Igualmente avala
esta conclusión el art. 1 de la Directiva 98/59 de la CE, sobre despidos colectiREVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 37. SEPTIEMBRE 2015. ISSN 2254-3805
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vos que impone su aplicación a los contratos temporales que se extingan antes de llegar a su término.
4. Las precedentes consideraciones, llevan a rectificar la doctrina sentada en
las sentencias de esta Sala que se han citado en el apartado 2 de este fundamento de derecho tercero, al entender que la simple amortización de una plaza vacante, ocupada por un trabajador indefinido no fijo o por uno con contrato
de interinidad por vacante, no conlleva la extinción de los contratos sin necesidad de acudir al procedimiento previsto en los artículos 51 y 52-c) del E.T.
Ello, incluso, cuando se haya aprobado una nueva R.P.T., supuesto en el que,
sin perjuicio del valor probatorio que la nueva R.P.T. tenga para acreditar la
concurrencia de las causas económicas, organizativas y demás que puedan
justificar la extinción, deberán seguirse los procedimientos de extinción previstos en esos preceptos».
La doctrina de esta sentencia ha sido seguida por muchas otras resoluciones
de la Sala IV del Tribunal Supremo, entre otras las de 7 de julio de 2014 (rcud.
2285/2013), 14 de julio de 2014 (rcud. 2052/2013), 14 de julio de 2014 (rcud.
1807/2013), 14 de julio de 2014 (rcud. 2680/2013), 15 de julio de 2014 (rcud.
2057/2013), 15 de julio de 2014 (rcud. 2047/2013), 18 de diciembre de 2014
(rcud. 1790/2013) y 26 de mayo de 2015 (rcud. 391/2014).
7. EL AUTO DEL TJUE DE 11-12-2014 (ASUNTO C-86/14,
MARTA LEÓN MEDIALDEA Y AYUNTAMIENTO
DE HUÉTOR VEGA), Y SU APLICACIÓN POR LA SALA IV
DEL TRIBUNAL SUPREMO
El titular del Juzgado de lo Social núm. 1 de Granada, mediante Auto de 7-22014, planteó cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en la que, en relación con la figura del indefinido no fijo de la Administración Pública, se planteaban diversas cuestiones relativas al ajuste al Derecho de la Unión de la normativa estatal que no prevé indemnización al ser
amortizada o cubierta reglamentariamente la plaza.
Si bien la problemática planteada con respecto a la extinción contractual por
amortización de la plaza de los indefinidos no fijos estaba resuelta por el Tribunal Supremo desde la comentada sentencia de 22 de junio de 2014, en el
sentido de tener que acudir a lo dispuesto en los artículos 51 y 52 del ET,
nada se había dicho sobre si había o no derecho a indemnización en los casos
de cobertura reglamentaria de la plaza.
Ambos supuestos (amortización de plaza y cobertura reglamentaria) se plantearon en el auto del Juez español, y ambos han sido acogidos por el Auto del
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La evolución de la jurisprudencia en la extinción contractual del trabajador indefinido no fijo
Tribunal de Justicia, al considerar este que el Acuerdo marco sobre el trabajo
de duración determinada se opone a nuestra normativa nacional, que no incluye ninguna medida efectiva para sancionar los abusos resultantes del uso de
sucesivos contratos de trabajo de duración determinada en el sector público,
dado que nuestro Ordenamiento interno carece de una medida efectiva para
sancionar tales abusos. Concluye el Tribunal de Justicia que incumbe en todo
caso al juzgado remitente apreciar, con arreglo a la normativa, a los convenios
colectivos y a las prácticas nacionales, qué naturaleza ha de tener la indemnización concedida a un trabajador como el demandante en el litigio principal
para considerar que ello constituye una medida suficientemente efectiva para
sancionar los abusos, y así mismo dar a las disposiciones pertinentes del Derecho interno una interpretación conforme con el Derecho de la Unión.
Dada la respuesta del Tribunal de Justicia a los dos supuestos (amortización
de plaza y cobertura reglamentaria), cabe apreciar que la indemnización (o
medida que el órgano judicial interno considere efectiva contra el abuso en la
contratación temporal), no solo procede en el supuesto de amortización, sino
también en el de la cobertura reglamentaria de la plaza en los supuestos de
trabajadores indefinidos no fijos. Y así lo ha entendido ya la Sala IV en muy
recientes sentencias. En dos sentencias de 16 de abril de 2015 (rcud.
1100/2014 y 1565/2014), referidas a trabajadores indefinidos no fijos de la
Televisión de Galicia, que vieron extinguidos sus contratos por adjudicación de
las plazas que ocupaban en proceso de consolidación de empleo, la Sala no
entra en la cuestión de fondo controvertida por apreciar la inexistencia de contradicción. En definitiva, argumenta «se trata de dos sentencias que, en sendos supuestos particulares y concretos, adoptaron decisiones de signo diverso, con relación a la figura del «trabajador indefinido no fijo», en atención a las
respectivas circunstancias acreditadas en cada uno de los procesos con respecto a dicha figura, por lo cual no puede hablarse de discrepancia doctrinal
alguna que precise de unificación. Por ello, el recurso debe inadmitirse, sin
que por otra parte, y debido precisamente a esta falta de contradicción, la Sala
pueda examinar la incidencia en el caso de la doctrina del Auto del TJUE de
11 de diciembre de 2014 (Asunto C-86/14), con respecto al posible derecho a
una indemnización, por la utilización abusiva de contratos temporales, que en
estas actuaciones no se ha solicitado».
Y en la sentencia de 31 de marzo de 2015 (rcud. 2156/2014), si bien desestima el recurso de trabajador indefinido no fijo de la Xunta de Galicia, al que se
extingue el contrato por cobertura de su plaza tras la celebración del concurso
convocado, por apreciar que el cese se acomoda a las previsiones de la Disposición Transitoria Décima del Convenio Colectivo para el Personal Laboral
de la Xunta de Galicia, señala que «No obstante y aunque la parte recurrente
no lo solicita de conformidad con la doctrina de la Sala, que ha extendido la
indemnización contemplada en el apartado c) del artículo 44-1-c) del Estatuto
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de los Trabajadores a los supuestos de interinidad y de trabajadores indefinidos no fijos cuyo contrato se extinga por cobertura de la plaza, la Sala considera aplicable dicho beneficio reconociendo al demandante una indemnización
a razón de doce días por año de servicio, que asciende a 3.3.89,2 euros,
atendiendo así mismo al Auto el Tribunal de Justicia de la Unión Europea de
11-12-2014 (asunto 86/14 (ES)».-sentencia que ha sido aclarada en cuanto a
la cuantía de la indemnización mediante Auto de aclaración de 14 de mayo de
2015—.
Dadas las especiales características de las figuras del «trabajador indefinido
no fijo» y del «interino por vacante» en las Administraciones Públicas, su escasa regulación legal, así como el no menos escaso interés —o cuando menos no demostrado— de las propias Administraciones en solucionar las controversias cuando se plantean, no parece que la problemática que genera este
tipo de contratación tenga fácil solución, aunque la reciente jurisprudencia
haya implicado una protección indemnizatoria en los supuestos de extinción
contractual, que hasta ahora este importante colectivo de trabajadores no
tenía.
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