Teorema Monetario Teoría - Fundación Buenos Aires XXI

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PRESENTACION DEL LIBRO
TEOREMA MONETARIO
Facultad de Ciencias Económcias UNLZ
18/09/2007
La teoría cuantitativa de la moneda y el monetarismo apuntan a la cantidad de moneda que existe en la
economía y ambas teorías están convencidas de que la única causa de la inflación es la emisión
monetaria. Estas teorías que intentan explicar a los procesos inflacionarios desde lo exclusivamente
monetario, se contraponen con las teorías estructuralistas que explican a la inflación desde otro punto de
vista, por ejemplo: pujas distributivas, inestabilidades políticas, defectos de la oferta de bienes, etc.
El sistema financiero actual, pensado desde hace varios siglos, ha hecho del dinero un bien escaso. Esa
escases no sólo da motivo para poder cobrar la tasa de interés sino que además permite manejar lo
económico desde lo financiero y es causa fundamental de las crisis decisivas que ha sufrido el mundo.
Con respecto al segundo de esos objetivos, es decir la tasa de interés, hemos probado incluso desde un
punto de vista matemático, que lejos de ser una herramienta que ayuda a controlar los procesos
inflacionarios es causa de los mismos. En tal sentido, se han hecho diferentes modelos matemáticos con
explicaciones conceptuales en los que se advierte cómo se forman los procesos de deflación, inflación,
recesión, stagflation, etc., según intervenga o no el banco central con emisión monetaria, determinando,
en forma didáctica numerosos supuestos en los que aparecen la financiación del crecimiento de la
economía con créditos genuinos, con moneda virtual y los problemas que se producen en la misma
cuando el financiamiento no se dirige a la producción, sino a actividades especulativas, al Estado, etc.
Los modelos matemáticos que fueron propuestos para estudiar las diferentes posturas de la tasa de
interés parten de la confrontación entre cantidad de moneda multiplicada por velocidad de circulación lo
cual, en el decir de la teoría cuantitativa de la moneda es igual al producto bruto interno. A partir de allí
se van originando una serie de supuestos que tratan de demostrar de qué manera el crédito bancario y la
tasa de interés afectan a la economía real.
Cuando un banco otorga un préstamo se preocupa por crear el capital prestable, pero no crea los
intereses que deberá pagar el prestatario, es decir no crea la moneda necesaria para hacer frente a esa
obligación, en tal sentido, en el decir de Bernard Lietaer, el banco lo larga al duro mundo para que
consiga el dinero para pagar los intereses y, en este estadio, aparece el problema de cómo actúa esa
carga de intereses dentro de los costos empresarios y de qué manera el banco central emite o no la
cantidad de dinero necesaria para poder financiarlos.
Si los volúmenes de producción superan a los intereses, entonces bien puede afirmarse que estos últimos
se encuentran subsumidos en dichos volúmenes. En este caso, bien podría afirmarse que es el único
escenario en el cual los intereses son inocuos para la economía quedando como único resultado visible
una filtración de ingresos desde lo productivo hacia lo financiero, pero, en la medida en que los
volúmenes de producción resulten impotentes para absorber la carga de intereses, el capital financiero se
hace presente de una manera nociva en la economía real.
A partir del escenario propuesto, en la medida que el banco central adopte una aptitud limitativa en la
emisión monetaria, se puede originar un problema de estanflación, lo cual significa recesión con
inflación. Recesión por la falta de liquidez originada en las limitaciones en la emisión e inflación por
la carga de intereses no absorbidos por los volúmenes de producción, dado que es bien sabido en materia
económica que, cuando la empresa no puede responder con incremento de producción responde con
incremento de precios
Si en cambio el banco central adopta una actitud expansiva, podríamos estar en presencia de una
inflación de demanda, que rápidamente podría transmutarse en una inflación cambiaria, debido a la
presión de la demanda de divisas que, desconfiando de la evolución de las variables económicas, tratará
de buscar refugio en monedas extranjeras. La elevación del tipo de cambio –por la presión señaladapodría producir un encarecimiento de las importaciones con repercusión en los balances de las empresas
importadoras, las que, desde los costos empresarios de una economía dependiente de las importaciones –
como la de la Argentina-, hará una nueva transformación de los precios, originando una inflación de
costos.
Si para evitar la inflación, la autoridad monetaria decidiera elevar la tasa de interés, la consecuencia
podría ser una nueva inflación de costos, si la tasa de interés bajara, podría generar un nuevo impacto
inflacionario de demanda por insuficiencia de la economía argentina para que la oferta de bienes pueda
responder a la liberación de fondos que tal rebaja produciría.
En síntesis, cualquiera sea el escenario donde los intereses no puedan ser absorbidos por los volúmenes
de producción, la tasa de interés resulta nociva para la economía. Esto se da en situaciones de pleno
empleo, dado que en otras situaciones la variable de ajuste es el salario, el que se deberá achicar para dar
paso a la tasa de interés dentro de los costos empresarios.
No se están realizando estas afirmaciones en forma general y para todo tipo de escenarios, pero de
alguna manera las expectativas de los bancos centrales y de los agentes financieros, que son del tipo
monetarista, tienden a crearlos.
Esto es así, porque el sistema financiero es anárquico y sólo busca alcanzar el objetivo de su propia
rentabilidad, lo cual no significa necesariamente tener en cuenta las actividades económicas que el país
necesita desarrollar dentro de su contexto macroeconómico. La prueba está en el hecho de que existen
desde las instituciones financieras mayores créditos orientados hacia el consumo –porque las tasas son
más altas- que hacia las actividades industriales –porque las orientaciones hacia lo productivo las tasas
son más bajas-.
En cambio, si desde un plan económico que proyecte una adecuada industrialización del país, con un
financiamiento dirigido y orientado hacia el ahorro de tal objetivo, incluso con rebajas de tasas de
interés, la creación de bienes que se originarían dentro de ese contexto, posiblemente sea suficiente para
contrarrestar cualquier efecto inflacionario.
Una especie de falsificación de la realidad queda al descubierto. Nadie cuestiona la influencia del sector
financiero, antes bien tal sector aparece ante la sociedad como el salvaguarda del sistema económico.
Todo contribuye a pensar que es un resorte imprescindible dentro del contexto de circulación del dinero.
Incluso se nos ha hecho creer que sin las instituciones financieras los procesos económicos se
derrumbarían inexorablemente por falta de financiamiento. Un claro ejemplo de que ello no es así fue la
importante expansión económica de la república Argentina iniciada a mediados de 2002, posterior al
establecimiento del corralito financiero, ante el default y la devaluación del peso en los primeros meses
de ese año. En aquellos momentos las empresas estaban recelosas de las instituciones financieras, así
que las evitaron de tal forma que no efectuaban depósitos ni le solicitaban préstamos. No obstante esas
restricciones, la economía creció con la ayuda de las monedas complementarias como el Lecop y el
Patacón que estuvieron presentes en las transacciones allí donde el peso nacional escaseaba.
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