paseo a la orilla del mar

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PASEO A LA ORILLA DEL MAR:
Paseo a la orilla del mar es una obra de arte perteneciente a uno de los artistas que ha
gozado de uno de los reconocimientos más sostenidos por parte de la historia y la
crítica de arte, así como de un prestigio imborrable en el mundo del coleccionismo y
de una gran acogida por parte de amplios sectores de público de distintas formaciones
e inquietudes. Joaquín Sorolla, nacido en Valencia el 27 de febrero de 1863.
La obra Paseo a la orilla del mar es un óleo sobre lienzo de dimensiones 205x200 cm.
Realizada en el año 1909. Firmada bajo el nombre: ``J. Sorolla B /1909´´.
Joaquín Sorolla padre de tres hijos: María nacida en 1890, Joaquín en 1892 y Elena en
1895, a quienes retrató en una de sus obras titulada: Mis hijos y firmada ``J. Sorolla y
Bastida/1904´´, ha creado una atención constante por parte de los estudiosos en el
arte de este periodo, creando una desbordante bibliografía, orientada hacia un público
de masas. Ha despertado desde su misma época y a lo largo del siglo XX la atención de
galerías, museos e instituciones de muy distinta naturaleza que han organizado
exposiciones en torno a la figura de Joaquín Sorolla.
Nuestro autor, Joaquín Sorolla, en este año de 1909 expuso en Nueva York, Buffalo y
Boston con un enorme éxito de crítica, ventas y visitantes. Tras la exposición, Joaquín
Sorolla regresa a Europa acompañado de su esposa y sus dos hijas mayores. Se detiene
en París y en Madrid para continuar el viaje hacia Valencia, donde les espera su hija
Elena y el resto de la familia. Es aquí, en Valencia, donde transcurre el verano de 1909,
y es de nuevo en la playa del Cabañal donde pinta algunos de sus cuadros más
significativos ambientados a orillas del mar, como ``Antes del baño´´, ``Antonio García
en la playa´´, ``Niña en mar plateado´´, ``El balandrito´´, ``La hora del baño. Valencia´´,
``Después del baño. Valencia´´, ``El baño del caballo´´, ``Las dos hermanas´´, ``Niña
saliendo del baño. Valencia´´ o la obra comentada ahora ``Paseo a la orilla del mar´´.
El artista ha alcanzado la plena madurez y su energía, capacidad y ganas de trabajo
parecen inagotables, aunque posea tal como él confiesa un elevado grado de ansiedad.
En la ciudad del Turia se le rinden honores a causa de la inauguración de la Exposición
Regional, certamen en el que vuelve a conquistar el aplauso de propios y extraños.
Todo ello causa en él una mayor confianza. Se siente capaz de abordar y resolver
cualquier efecto lumínico y cualquier encuadre por inverosímiles que parezcan. Es
como si el esfuerzo y la huella de lo experimentado le permitieran pintar con la
máxima libertad y facilidad.
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DESCRIPCIÓN FORMAL DE LA OBRA:
Paseo a la orilla del mar es uno de los lienzos de la colección de Joaquín Sorolla más
representativos y esenciales. El pintor trata el tema del paseo o acercamiento a la orilla
del mar por parte de personas acomodadas que lucen elegantes vestimentas; es el
paseo elegante que termina convirtiéndose en un tema habitual, no solo la rutina de
los pescadores sino también la vida moderna se va asentando en la playa a medida que
las infraestructuras turísticas adquieren un mayor relieve.
En esta obra Sorolla representa a su mujer en posición sedente junto al mar valenciano
y sosteniendo una sombrilla.
Uno de los rasgos mas característicos de este lienzo es su tamaño mural: más de
cuatro metros cuadrados, en los que plasma en primer lugar a Clotilde y a su hija,
María, envestidas en impolutos trajes blancos. Joaquín Sorolla cubre con un velo el
rostro de su esposa consiguiendo de esta manera disimular las diferencias de edad
aunque las separe un cuarto de siglo. Caminan por la arena a pocos pasos del agua.
Están dibujadas de una manera aparentemente inclinadas para contrarrestar la acción
del viento, cuando es la misma brisa la que desplaza el vuelo de sus faldas.
Clotilde, la esposa del artista se cubre con una espectacular pamela y se arregla con la
mano derecha el velo mientras sujeta con la otra una sombrilla blanca; María la hija
del artista, avanza delante de su madre, llevando el sombrero en la mano y el cabello
recogido con un moño que realza su postura.
Los azules del mar presentan tonos verdes y turquesas que, junto al ocre de la arena,
contrastan con los vestidos blancos y la sombrilla donde resplandece la luz.
Con esta obra compone Joaquín Sorolla una obra modernista, probablemente la que
mejor representa de su colección la actividad de la vida moderna.
JOAQUÍN SOROLLA. VIDA:
Joaquín Sorolla es sin duda uno de los pintores más ricos, productivos y fascinantes
que ha dado la historia de la pintura española moderna.
Joaquín Sorolla fue huérfano desde los dos años, sus tíos maternos, adquirieron el
cargo de tutores legales tanto de él como de su hermana.
Sus primeros profesores, destacan la desatención del pequeño en las clases infantiles
de primera enseñanza de la Escuela Normal Superior de la ciudad. Su propio profesor,
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Baltasar Perales, le regaló lápices de colores haciendo la vista gorda por motivo de la
desatención.
Por dificultades económicas Joaquín Sorolla se vio obligado a trabajar como aprendiz
en la cerrajería de su tío, quien le financió sus primeros estudios artísticos,
matriculándole en las clases nocturnas de dibujo de la Escuela de Artesanos de
Valencia, bajo la dirección de José Capuz.
Pero fue en 1878 cuando el pintor comenzó verdaderamente su formación artística al
matricularse como alumno de la escuela de Bellas Artes, dependiente de la Real
Academia de San Carlos. Allí entró en contacto con otros jóvenes de su generación que
llegarían también con los años a crearse un futuro como pintores. Entre sus
compañeros se encontraban algunos de los maestros más destacados de la pintura
valenciana de fin de siglo como Cecilio Pla y otros alumnos que llegaron a alcanzar
cierto reconocimiento, como Mariano Barbasán o Salvador Abril. Sin embargo, fue
Juan Antonio García del Castillo con quien Joaquín Sorolla estableció uno de los lazos
más profundos y estrechos, sin duda una de sus grandes amistades, quien sería
trascendental en su vida profesional. Éste le presentó a su padre Antonio García Peris
un conocido fotógrafo valenciano, que se convirtió desde entonces en su protector, le
introdujo en su círculo familiar, donde conoció a la joven Clotilde, que sería muy
pronto su novia, más tarde su esposa y siempre la mujer de su vida.
Antonio García le compró a Joaquín Sorolla un cuadrito de frutas y con tan solo quince
años pintó esta pequeña naturaleza, realizada con una elegancia que demuestra una
seguridad de dibujo y una exactitud en el tratamiento de la luz. El modelado de las
frutas resultaba impensable para un alumno aprendiz de pintor. Se ha venido
identificado con el Bodegón.
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Su etapa de formación, en Valencia, comienza en el año 1877 y culmina en el 1889;
entre los años 1875 y 1881, obtuvo una formación académica dentro de la corriente
realista, uno de sus profesores Gonzalo Salva quien le introdujo en la pintura al aire
libre. En el año 1879 obtuvo la medalla de tercera clase en la Exposición Regional de
Valencia con la obra ``el patio del instituto´´. En 1880 pintó varias marinas en un estilo
descriptivo y minucioso y obtuvo la medalla de plata en la exposición celebra por la
Sociedad Recreativa ``El Iris´´. En el año 1881, viajó a Madrid donde conoce la obra de
Velázquez en el Museo del Prado. Realizaría copias de varios de los lienzos de
Velázquez. Velázquez se desveló para Joaquín Sorolla como el pintor de pintores.
Joaquín Sorolla quería prepararse para conseguir su reconocimiento en el panorama
artístico nacional. Así obtuvo su primer triunfo en la Exposición Nacional de 1884 con
su cuadro `` Dos de mayo´´. En este mismo año la Diputación de Valencia convocó una
pensión para estudiar en Roma, en la que Joaquín Sorolla decidió concursar. Concursó
y ganó con su cuadro ``El Palleter, declarando la guerra a Napoleón´´. Fue por tanto en
enero de 1885 cuando Joaquín Sorolla partió pensionado rumbo Italia.
A los pocos meses de llegar conoce a Pedro Gil Moreno de Mora, persona con quien
llegó a establecer una íntima e importante amistad y quien le invitó a viajar en abril de
ese mismo año a Paris, para ampliar sus conocimientos en arte contemporáneo. Fue
en Paris donde Gil de Mora establecería su residencia, sirviendo años después a
Joaquín Sorolla de consejero y donde Joaquín Sorolla entra en contacto con el
naturalismo.
En 1888 vuelve a Valencia para casarse con Clotilde García del Catillo el día 8 de
septiembre; y la joven pareja regresa de inmediato a Italia. Fueron estos meses tiempo
de descanso y reflexión para el pintor, en los que se dedicó a su nueva situación actual.
En diciembre finalizaría su pensión. Por lo que en el año 1889 el matrimonio regresó a
España, se instalaron durante algunos meses en Valencia, donde Joaquín Sorolla
comienza su tarea de pintor de escenas costumbristas de ambientación.
Comienza entonces en el año 1890 la etapa de consolidación de Joaquín Sorolla. Se
instaló en Madrid, alternando pintura costumbrista con el retrato. Este mismo año se
convoca una nueva edición de las Exposiciones Nacionales y Joaquín Sorolla decide dar
un nuevo giro y probar suerte con una pintura que había descubierto durante sus
visitas a París. Con la obra ``Boulevard de París´´ obtuvo una segunda medalla. En
1891, enfermó en Valencia su hija María. Volvió a valencia a finales de febrero para
recoger a su mujer y a su hija; sin embargo, agosto y septiembre los pasó con su
familia en Valencia pues el clima valenciano beneficiaba la salud de su hija.
En el año 1892 prepara un conjunto de diez obras que mostrasen las distintas facetas
de sus capacidades para ir con ellas a la Exposición Nacional de Bellas Artes. Fue
premiado en 1893 en París y al año siguiente en Viena con sus lienzos: ``Pro domo
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sua´´ y ``El beso de la reliquia´´; además este año inicia una nueva versión de ese
costumbrismo dedicado a las gentes del mar. El realismo social se impone en los
certámenes españoles desde 1890. Joaquín Sorolla pintó en 1894 Trata de blancas una
escena costumbrista donde radica la denuncia social.
En 1895 recibió su primer encargo oficial por parte del Senado de realizar el gran
lienzo conmemorativo de la Jura de la Constitución por la reina regente María Cristina,
recibió también más encargos de Hispanoamérica y la sociedad madrileña. Además el
tratamiento de la luz empieza a protagonizar su obra, en la línea del luminismo iniciada
por pintores como Zorn y Kroyer. Se interesa por el paisaje. Trabaja con el
costumbrismo marinero. Sigue haciendo retratos.
En 1899 Joaquín Sorolla afronta nuevos retos modernos y atrevidos en su pintura,
búsqueda de encuadres y fórmulas compositivas que le den nuevas posibilidades de
expresión y supongan verdaderos avances en su forma de entender las escenas de
playa.
Comienza en el año 1900 su etapa de culminación, etapa en que inicia sus campañas
por el norte pintando paisajes como ``León´´ (1902,1903); ``Asturias´´ (1902,1903,
1904); ``Guipúzcoa´´ (1904). La voluntad naturalista del pintor, hace el paisaje uno de
sus géneros predilectos. Se interesa por sus aspectos físicos, la movilidad de la luz y los
fenómenos atmosféricos. Es su deseo de captar la realidad tal cual él la percibe lo que
nos aproxima a sus obras y lo que nos muestra y determina su manera de trabajar. A
partir de este año decide que él quiere pintar como él quiere para el mismo, se libera
en cierto sentido y se vuelve hacia el impresionismo que emana de las lecciones de
Velázquez.
Desde 1904 inicia sus escenas de playa, obras de gran calidad. Mostrando una postura
más modernista y contemporánea. Abordó los motivos de mujeres trabajando en la
playa en cobertizos, destaca la obra ``Pescadoras valencianas´´ del año 1903; pintura
donde observamos al grupo escalonado de las pescadoras cuyos vestido y delantales
claros se tiñen por la luz coloreada. Es el triunfo del luminismo que culmina en su
estancia en Jávea en el verano de 1905.
Visita París frecuentemente donde entra en contacto con las vanguardias europeas.
En 1906 tuvo lugar su primera gran exposición individual en Paris, pintó numerosos
retratos, muestran la compleja organización y la inspiración velazqueña. Joaquín
Sorolla, fue acogido por la crítica francesa.
En el año 1908 conoció a Archer M. Huntignton, fundador de The Hispanic Society of
America.
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En el año 1909, realizó algún retrato, como el muy vigoroso de ``El fotógrafo Antonio
García en su laboratorio´´, el melancólico y casi monocromo de ``Manuel B. Cossío´´. El
retrato fue objeto de un notable impulso y revalorización en el fin de siglo. Su
presencia fue aumentando en las exposiciones. El valor del retrato y su dificultad son
admitidos por la crítica moderna más exigente. No cabía ya ninguna duda de que un
retrato era una obra maestra con una entidad parecida a la más compleja de las
composiciones de historia. El 4 de febrero se inaugura en Nueva York su exposición con
un total de trescientas cincuenta y seis obras, bajo el nombre`` Pinturas de Joaquín
Sorolla y Bastida exhibidas´´. En España pinta en la playa del Cabañal de Valencia
lienzos muy vitalistas de luz modulada y elegancia, ``Paseo a la orilla del mar´´. Realizó
también un autorretrato, dedicado: ``A mi Clotilde´´. Este mismo año acompañado por
su esposa y sus hijos María y Joaquín, el 24 de enero se embarca en el puerto del
Havre con rumbo a Nueva York en el transatlántico Lorraine. Durante su larga estancia
en Norteamérica con motivo de sus exposiciones allí, fue donde pintó mayor número
de obras en este género. En 1911 presentó sus cuadros en Chicago y Saint-Louis.
El 17 de junio de 1920, sufrió un ataque de hemiplejía mientras ejecuta el ``Retrato de
la señora Pérez de Ayala´´. La enfermedad le impide volver a pintar. Un año después la
enfermedad de Sorolla avanza de manera irreversible.
TÉCNICA:
La técnica pictórica del óleo sobre lienzo define el lenguaje expresivo de la
personalidad artística de Joaquín Sorolla. También cultivó otras disciplinas como el
pastel, el gouache y la acuarela sobre papel o cartón, empleados en la mayoría de los
casos en sus trabajos como ensayos de efectos de color. Nuestro artista mostró
siempre una gran implicación en el proceso de preparación de sus pinturas, no solo en
la estricta creación de sus dibujos, también a través del proceso previo de elaboración
de dibujos, apuntes y bocetos; sino incluso en el encargo de los bastidores para sus
pinturas y en el diseño y elección de los marcos.
Desde muy pronto Sorolla utiliza los pequeños formatos con divertimento. La
característica fundamental de Joaquín Sorolla se encuentra en la rapidez de su
ejecución sobre materiales insospechados, papeles, maderas de cajas, cartones de
embalajes, soportes de fotografía aunque en épocas más avanzadas utilice tablas y
cartones preparados. Durante la primera mitad de su carrera, la mayoría de los
cuadros de Sorolla fueron de argumento narrativo. En su obra es fundamental la
presencia de pintura religiosa. Su faceta como pintor de escenas históricas se ajusta a
la vertiente más pública y oficial. En cuanto a los cuadros pintados con argumento
social, tuvieron todo el propósito específico de constituir grandes pinturas de tesis con
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las que lograr su reconocimiento público en las Exposiciones Nacionales de Bellas
Artes.
En la evolución de la pintura de Joaquín Sorolla los cuadros de género ocupan, entre
los demás temas que trató, un lugar privilegiado. Como consecuencia de su interés por
la representación del natural, el artista trató un tema que a partir del siglo XIX, había
sido fundamental en la asimilación y difusión del realismo y naturalismo. Este cuadro
de género, permitía una captación al aire libre, con un colorido y la luz que
correspondían.
LA PIEZA:
En nuestra obra, Paseo a orillas del mar, consigue esa naturalidad y realismo donde
las dos figuras se van moviendo a la orilla del mar y nos llegamos a olvidar de que se
trata de un cuadro. Nos transmite ese calor, la brisa, esa sensación tan física
característica de nuestro autor. Joaquín Sorolla, vuelve a la serenidad de las pinturas
de damas elegantes, junto a un mar que a la luz del atardecer presenta tonos menos
intensos que los habituales. Todo ello animado y avivado por el vuelo de los paños y
los velos. Representa una agradable escena, con gran detallismo, ambas mujeres, su
mujer y su hija están representadas con gran elegancia. La más rezagada es la mujer
del artista. La mirada de la hija, parece fruncida a causa del sol y no presta demasiada
importancia al espectador; en la mano sostiene su sombrero mientras la cola del
vestido ondea a causa del viento.
RESTAURACIÓN:
En el Museo del Prado restauraron un rasguño en la sombrilla que lleva la mujer de
Sorolla en el cuadro. Con las modernas técnicas de restauración se dieron cuenta de
que en la parte izquierda arriba del cuadro, estaban las huellas de una mano. Sorolla
no pintaba como el resto de artistas en esa misma época y esa misma playa, él,
enloquecía con el trazo y su luz era única. Trabajaba al aire libre las cosas como son,
siempre ha dicho: ``trabajando ante el natural´´.
La percepción profunda del mar y la playa formó parte de la personalidad artística de
Joaquín Sorolla. El mediterráneo, donde nació, constituyó su espacio más personal y
propio. Tras su vuelta de Italia comprendió que sus especiales dotes se encontraban en
la representación en la playa.
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La playa pasó a ser para el artista un ámbito de ocio y esparcimiento estival, donde a
través de sus pinturas somos capaces de percibir las figuras en su esencia, en
movimiento.
Tuvo dos grandes líneas temáticas, la presencia de los cuerpos infantiles y
adolescentes desnudos; los niños y las niñas vestidos con ligeras túnicas;
representados en la orilla o en el mar. Trata el movimiento de estos bajo la plena luz
de levante. También mujeres que aparecen vestidas con túnicas revelan una
interpretación moderna de una tradición mediterránea.
Trataba también temas mundanos sin apenas contenido político, no se trataba de un
artista intelectual, sino de un pintor con enorme talento, y simplemente expresaba lo
que veía.
Profundizaba las dos grandes disciplinas que había heredado del arte griego; la
representación de desnudo y de los paños en un ámbito vivo y cambiante como era la
playa. Consiguió la unidad esencial de visión y de representación entre las figuras y el
ambiente de playa, rocas o mar en el que se desarrolla.
Joaquín Sorolla contaba con caballetes para sostener los cuadros, a veces de gran
tamaño; de una sombrilla para evitar el efecto directo de la luz y en los cuadros
grandes empleaba un sistema de toldos laterales para proteger la obra.
El tiempo enmarcado entre los años 1898 y 1936 se denomina Edad de Plata, época en
que las estéticas del realismo y el naturalismo generaron nuevas perspectivas. El
naturalismo constituía para Joaquín Sorolla una especie particular de realismo en la
captación de la naturaleza y las cosas que poco tenían que ver con los pintores
impresionistas. Fue en este ambiente entre lo nuevo y lo tradicional donde nació y se
formó. Pertenece a lo que se podría denominar tercera generación de un renacimiento
de la pintura valenciana.
Fue en Roma donde coincidió con Francisco Pradilla, quien tuvo una gran influencia
sobre Sorolla, él mismo nos lo expresa:
``Cuando llegué a Roma, me acogió y recogió Pradilla; su amor ciego por la belleza de
la línea, hube yo de utilizarlo y él supo inculcarlo en mí. Verdaderamente me sirvió de
mucho. Como dentro de mi alentaba un espíritu inquieto, revolucionario, impetuoso,
necesitaba un regulador, un principio de quietud, un razonamiento que diera por
resultado un equilibrio y todo ello lo encontré en Pradilla, que templo y enfrento mi
rebelde impetuosidad por aquellos días.´´
SOROLLA Y LA PINTURA ESPAÑOLA:
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El arte español del siglo XIX y principios del XX es una realidad conocida por la
bibliografía internacional. La historia del arte español contemporáneo ha dejado de
reducirse solo a unos pocos de nombres aislados. La producción artística del siglo XIX
tiene un carácter periférico y se desenvuelve en un momento histórico complejo y
conflictivo. En el último cuarto del XIX la cultura española inició el desarrollo de uno
de sus ciclos más florecientes. Sobresalen la creación de un pensamiento moderno y
una historiografía que ahonda en el pasado.
En la última década del siglo XIX Joaquín Sorolla evoluciona su visión naturalista hacia
un mayor esteticismo. Fue con la obra ¡Triste herencia! 1899, con la que culmina su
naturalismo una pintura compleja y ambiciosa propia de muchos de sus grandes éxitos.
Sorolla llegó a obtener un gran reconocimiento, con numerosos discípulos y
seguidores, por tanto en el año 1908 Joaquín Sorolla y Mariano Benlliure junto con
otros artistas plantean la posibilidad de construir un Palacio de las Bellas Artes en
Valencia con el objetivo de fomentar la vida artística. Así se creó un grupo de artistas
que sirviera de apoyo a los jóvenes creadores, fue la llamada Juventud Artística
Valencia, organizó numerosas exposiciones a partir de 1916, el proyecto concluyó con
la muerte de Sorolla.
John Singer Sargent se acercó a la postura de Sorolla, ambos optaron por el luminismo,
encontraron en Velázquez la fuente de inspiración para conseguir una iluminación
matizada y fue finalmente la técnica del retrato escogida por los dos artistas para la
unión de los conocimientos propios y ajenos.
Uno de los artistas que cultiva y trata el tema del paseo elegante y cuya pintura puede
relacionarse con la de Sorolla es el danés P. S. Kroyer. Sorolla conoció su obra en la
Exposición Universal de Paris de 1900; sin embargo Kroyer prefirió los momentos
crepusculares.
Sorolla fue uno de los artistas de mayor prestigio, convirtiéndose en un referente clave
en la evolución de la pintura española del fin de siglo, con un eco muy especial en su
ciudad natal, Valencia. La primera época de conformación de su estilo está
caracterizada por una actitud receptora llena de impregnaciones múltiples.
La última gran exposición monográfica de carácter antológico dedicada a Joaquín
Sorolla se celebró en 1963, hace nada menos que cuarenta y seis años, con motivo del
primer centenario del nacimiento del artista, le sucedieron a esta exposición otras de
carácter más genérico.
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ÚLTIMA ETAPA DE SOROLLA:
Joaquín Sorolla y Bastida murió el 10 de agosto de 1923, en Cercedilla, Madrid, en casa
de su hija María.
En el año 1925, la viuda de Joaquín Sorolla, Clotilde García del Castillo, dictó
testamento donando todos sus bienes al Estado español para fundar un museo en
memoria de su marido, el Museo Sorolla.
Tras fallecer Clotilde, se acepta el legado el 28 de marzo de 1931 y el 11 de junio del
año siguiente se inauguró el museo.
El primer director del museo fue Joaquín Sorolla García, hijo del pintor. En 1941 hizo
Joaquín testamento legando nuevos fondos al Estado. Estos últimos fondos son hoy
propiedad de la Fundación Museo Sorolla. Desde el año 1973 el museo es estatal y
depende del Ministerio de Cultura.
En el museo encontramos el estudio de Joaquín Sorolla, espacio que permitía al pintor
desarrollar un género en el que comenzó pronto a ejercitarse y que constituyó una
parte vital de su trabajo a lo largo de su vida, el retrato.
En su estudio podía terminar parte del trabajo que no podía realizar al aire libre y
ejercer su profesión tranquilamente cuando el clima no se lo permitía.
Era un espacio en vida del pintor, adornado con telas y alfombras, con numerosos
objetos decorativos de muy distinta procedencia. La mayoría de ellos se han
conservado en su ubicación original, ya que se intenta en lo posible conservar su
ambiente. Entre los temas principales de la sala, destacamos retratos familiares y
paisajes.
Entre todas las salas del Museo Sorolla, el espacio mejor conservado, es el comedor.
Sorolla para decorarlo se inspiró en su Levante natal. Las paredes se encuentran
forradas de mármol. En la parte superior de la sala pintó al óleo sobre lienzo una franja
con guirnaldas de laurel, flores y frutas en las que intercaló vasijas de barro y los
retratos de su mujer y sus dos hijas.
Encontramos el lienzo Paseo a orillas del mar en el Museo Sorolla, resulta un lienzo
vitalista, brillante pero moderado en las luces.
Sus grandes dimensiones nos dan la sensación de esa realidad que Sorolla quiere
transmitir, esa concepción de representar tal cual es.
Es destacable el colorido de la obra, la captación de la luz del sol, las pinceladas que se
diluyen y unen formando objetos, los fuertes tonos y las luces intensas, el aire libre y
movimiento que transmite su obra, se refleja lo fugaz y momentáneo.
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Su luminosidad y el movimiento que apreciamos en los vestidos de Clotilde y María
hacen sentirnos en esa playa de Valencia en donde fue dibujado.
Joaquín Sorolla representa en numerosas de sus obras esa realidad, dibujaba a sus
familiares y más tarde los colocaría en su sala de estudios, retratos, autorretratos,
buscaba la esencia viva.
Con sus obras consigue crear una realidad paralela en el espectador, le introduce a
fondo en su obra, esos vivos colores que te atrapan y aproximan a la obra, al pintor;
Joaquín Sorolla evitaba el negro.
Las playas cobraban vida en sus obras, las olas se movían y rompían en la orilla, los
vestidos de María y Clotilde eran ondeados por la brisa. Solo Joaquín Sorolla conseguía
crear esa aproximación entre nosotros y su obra hasta el punto incluso de sentir y de
oír el mar.
BIBLIOGRAFÍA:
DÍEZ, José Luis et ál ., Joaquín Sorolla 1863-1923, Museo del Prado. Madrid, 2009.
Visita Museo Sorolla, Madrid, mayo 2013.
Paseo a la orilla del mar, 1909, Madrid, Fundación Museo Sorolla.
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