¿Cómo puedo superar un mal hábito?

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¿Cómo puedo superar un mal hábito?
Una mala costumbre es usualmente conectada con creencias y actitudes
erróneas. No debemos querer cambiar nuestras costumbres solamente porque
son vergonzosos, caros, insalubres, o porque nos hacen sentir culpables – sino
debemos desear el más grande propósito de Dios para que estemos satisfechos.
Hasta que tratemos con las creencias erróneas que debilitan nuestra resistencia
a la mala costumbre, solamente tendremos éxito limitado en superarlo.
El cristiano debe ver que las malas costumbres son últimamente problemas
espirituales. No debemos dudar a llamarles pecados. Y debemos hacer que los
medios de la santificación descrita en las Escrituras (especialmente en la Palabra
de Dios y la oración) sean esenciales para superar malas costumbres.
Somos responsables por nuestro propio pecado – incluyendo aquellos pecados
que tan fácilmente nos acosan. El hecho que hacemos algo malo habitualmente
no nos excusa de nuestra responsabilidad. Al contrario, podría empeorar el
pecado. Entonces debemos tomar responsabilidad personal por nuestros propios
hábitos y no evitar de llamarlos pecado.
Hábitos pecaminosos no son problemas insuperables para el cristiano. Después
de todo, el Espíritu Santo mora en nosotros y está obrando a conformarnos más
a la imagen de Cristo. ¿Y si Él es con nosotros, quien contra nosotros? (Romanos
8:31) Además, Gálatas 5:16 dice que si andamos “en el Espíritu,… no satisfagáis
el deseo de la carne”. Y 1 Corintios 10:13 es una promesa que Dios no nos
permitirá ser tentados más de nuestra habilidad. Si usamos los recursos que Dios
nos a provisto por medio de Su Espíritu y Su Palabra, podremos atacar cualquier
hábito sabiendo que podemos ser victoriosos.
Permítame darle algunas sugerencias prácticas para superar las malas
costumbres, los malos hábitos. Espero que le ayuden.
Primeramente, acuérdese que el pecado comienza en la mente. Santiago 1:14-15
compara a una persona cayendo en pecado a un pez o animal que es capturado
con cebo. Ve el cebo, lo desea, y es atrapado en el proceso de arrebatarlo.
Asimismo, son los pecados que nos atrapan en la mente.
La persona que roba primero piensa en lo que él quiere. Después piensa en un
plan para poder tenerlo. Luego que haya conspirado en su mente, se lo lleva.
Hubiera podido parar el pecado en su mente antes que se convirtiera en una
acción completa. Es por eso que la Escritura nos manda que renovemos nuestra
mentes (Romanos 12:2), a pensar en cosas buenas (Filipenses 4:8), y a meditar
en la Palabra (Salmo 1:2).
Derrotar un hábito también requiere un cambio de vida. No debemos hacer
provisión para nuestra carne (Romanos 13:14). La persona que quiere dejar de
fumar debe tirar todos sus cigarrillos y no comprarlos; la persona luchando con
pecado sexual debe deshacerse de todo material sugestivo que posee. Evite la
compañía de aquellos que tienen el mismo problema (1 Corintios 15:33), y evite
los lugares y circunstancias que le tentarían.
Por último, no trate de batallar con el hábito solo. Desarrolle relaciones con
cristianos más maduros quienes le animen y le apoyen (Gálatas 6:2). Pase
tiempo en oración con ellos. Pídales que le estén preguntando como está
regularmente, y sea honesto cuando falle (Santiago 5:16).
El cambio bíblico no es solamente voltear contra el pecado; es mirar hacia la
justicia. La persona que miente debe hablar la verdad (Efesios 4:25). El que roba
debe dejar de robar, debe trabajar y dar a otros (versículo 28); y el que habla
palabras que no edifican, debe decir palabras que animan a otros (v. 29). No
solo deje de pecar – empiece a hacer lo que es correcto. Las buenas costumbres
que construirá reemplazaran las costumbres pecaminosas.
http://www.gracia.org/recursos.aspx?p=a&article=464
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