KARL MARX

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KARL MARX
CONTEXTO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO
El siglo XIX, un “siglo de crisis”, se inició con el inmediato triunfo de la Revolución
Francesa, en 1789, que supuso la liquidación del Antiguo Régimen o de su estructura de poder
basada en la autoridad del soberano y en la nobleza. Esta revolución se conoce también como
revolución burguesa, porque la burguesía, que hasta entonces había sido una clase social
irrelevante en la toma de decisiones políticas, adquirió una posición dominante.
Si bien los ideales de “libertad, igualdad y fraternidad”, inspirados en la Ilustración,
habían impulsado la Revolución Francesa, no se cumplieron, lo que generó frustraciones y
desajustes sociales que explican, en parte, la inestabilidad política (el XIX es un siglo
revolucionario) de este siglo tan turbulento.
El triunfo político de la burguesía se asienta sobre su poder económico, que alcanzó un
nivel hasta entonces desconocido por la implantación de un nuevo sistema económico, el
capitalismo, y el desarrollo de la producción industrial (conocido como la Revolución Industrial),
que fue sustituyendo al sistema agrícola y artesanal. Este proceso cambió radicalmente las
condiciones económicas de las personas y la estructura de los grupos sociales.
La acumulación progresiva del capital en manos de una burguesía ascendente impulsó el
avance científico, que se tradujo en la aparición de nuevas tecnologías capaces de modificar el
modo de producir y, consiguientemente, la vida social. La ciencia, pues, se orientó hacia la
producción.
En el ámbito artístico, el Romanticismo significó la ruptura con la exaltación de la razón y
la búsqueda de la universalidad propias de la Ilustración a favor de la irracionalidad del
sentimiento y del individualismo. El gusto por lo exagerado, por lo apasionado, por lo exótico
define el arte de esta época.
En el ámbito de la filosofía, por su parte, en este siglo predominan dos corrientes que
derivan de la Ilustración: el idealismo alemán y el positivismo.
El positivismo se caracteriza por llevar a su extremo la confianza en la razón de la
Ilustración, y espera que mediante la ciencia el hombre pueda dominar la naturaleza y
perfeccionar el sistema social.
El idealismo se caracteriza por intentar evitar el dualismo entre el sujeto y la realidad
exterior, la cosa en sí, que Kant no pudo superar. Este problema se concibió en términos de
conciliación entre la naturaleza y el espíritu. Hegel, el principal representante del idealismo
alemán, concibe la realidad como espíritu, un espíritu que alcanza su despliegue al final de un
proceso dialéctico en el que el espíritu se realiza en la naturaleza.
Marx supone la primera reacción frente al idealismo romántico, contraponiendo a éste
una revalorización del hombre y de su mundo, en su realidad viva. Al idealismo de Hegel, que
partiendo de la Idea pretendía conocer e interpretar toda la realidad. Marx contrapone una
filosofía que, pariendo de la realidad misma del hombre, puede transformar activamente la
misma realidad.
HEGEL COMO FUNDAMENTO DE MARX
El pensamiento de Marx es deudor de la filosofía de Hegel. Marx era un “joven hegeliano”
al principio, después pasó a una etapa de crítica a la “izquierda hegeliana” para superarla hasta
que encontró la realización plena de su ideario en la etapa de madurez que representa la
gestión de “El Capital”, que es su obra más importante, aunque inacabada.
Dada la importancia de Hegel en la historia del pensamiento marxiano, detengámonos un
momento en la consideración panorámica de la filosofía hegeliana.
El elemento más esencial del pensamiento hegeliano lo encontramos en el viejo Heráclito,
que, como debemos recordar, nos decía que la realidad, el mundo el ser, consiste en un
“devenir”, en un continuo fluir, que nada permanece. A pesar de este devenir, sin embargo,
había para Heráclito una lógica, un Logos, basado en la contradicción, la lucha de contrarios,
que es la que engendra la realidad. Esta no era, pues, como ya hemos dicho, sino un continuo
fluir armonizado por la contradicción. Hegel también nos va a decir que todo lo que existe está
regido por el Logos y que el Logos esta regido, a su vez, por la ley de la “negación de la
negación” (que supone naturalmente una afirmación). Hegel dice que si tenemos una afirmación,
una posición de algo, inmediatamente se pone su negación, que es el contrario, pero éste a su
vez es negado, por lo que es una negación de una negación, resolviéndose así en una afirmación.
Al resultado llama Hegel “Síntesis”.
Posición  Negación  Negación de la Negación
Tesis  Antítesis  Síntesis
Esta creencia hegeliana la podemos llamar “Dialéctica” y él la aplica a la historia. La
historia tiene un proceso dialéctico para Hegel.
Otro viejo pensador que influye en Hegel es Anaxágora, aquél que aporta el principio de
que el primer impulso del movimiento lo daba el “NOUS”, la mente, la Inteligencia. Esto en
Hegel se transforma en su famoso lema “todo lo racional es real y todo lo real es racional”. La
inteligencia es la que engendra la realidad. El NOUS, la Razón, será también llamado por Hegel
“Idea”. Con ello nos adentramos en una de las influencias más profundas recibidas por Hegel: la
de Platón y el Neoplatonismo. No en vano el sistema de Hegel será llamado “idealismo absoluto”.
Sin embargo en la creencia platónica de Hegel en las Ideas, sólo hay un mundo: todo lo demás
son instantes efímeros. El mundo ideal es el engendrado por la inteligencia, por el Nous, en un
proceso histórico que significa, también la racionalidad absoluta de la realidad. Los universales
están en este mundo, las ideas son las que le dan el ser a las cosas. Como en Platón, mientras
más universal es una idea, más realidad posee; las Ideas están relacionadas con la universalidad.
Y lo máximo, el Todo, lo Absoluto, será donde estén “en potencia” todas las cosas. Por lo tanto,
todas las cosas no son sino “momentos del desarrollo del Absoluto”, y no tienen ser, son en
cuanto se ponen en relación con lo Absoluto, que es aquello de donde provienen: “Todas las
cosas nacen del todo y a la vez va al Todo”. Aquí tenemos la expresión más radical de la
creencia en la racionalidad, realizando una síntesis entre la racionalidad griega y la racionalidad
moderna.
Hegel entiende la realidad como un Sistema, el Sistema es la propia realidad, desarrollo
del Espíritu (Nous). Es la explicitación de los momentos dialécticos por los que pasa el desarrollo
de la Idea. La Idea pasa por tres momentos:
La Idea en sí, que sería la “tesis”, es decir, la Idea considerada en sí misma.
La Idea fuera de sí, que sería la “antítesis”. Si se considera la Idea en sí, ha que
considerar la negación. La Idea en sí sale de sí, se “enajena”.
La Idea para sí, es la “sínteis”, que conserva los dos momentos anteriores. Este es el
momento del nacimiento del Espíritu, del nacimiento de la Reflexión. Es la Idea en sí y para sí,
que ha salido y vuelve sobre sí misma.
FEUERBACH Y LA ALIENACIÓN RELIGIOSA
Feuerbach, discípulo y adversario de Hegel al mismo tiempo, dice que no son las Ideas las
que mueven al mundo, sino que las Ideas no son más que productos de la conciencia humana,
siendo todas ellas, incluso la de Dios, explicables a partir del Hombre. La conciencia humana
misma no es más que el producto del cerebro humano, de la fisiología, de la materia, en suma.
Desde este punto de vista, Feuerbach trata de decir que el espíritu será reflejo de las
condiciones materiales que lo producen.
Uno de los temas más interesantes de Feuerbach es el de la alienación. Para Hegel, como
hemos visto, la Idea se hace otra cosa aparentemente, se aliena temporalmente en la Historia
antes de revelarse plenamente. Para Feuerbach es, justamente, al contrario: el hombre es quien
proyecta al cielo el sueño de justicia que no espera realizar en la tierra. Justicia, Amor,
Sabiduría, son atributos de la conciencia humana, representan el ideal del hombre proyectado
en Dios. “Los dioses son los deseos realizados de los hombres”, dice Feuerbach, añadiendo: “El
hombre pobre posee un Dios rico”. Así Dios no es más que una proyección imaginaria del hombre.
Negar la existencia de Dios y del más allá no es, pues, para el hombre más que volver a tomar
posesión des sí mismo, de su realidad.
EL HOMBRE Y LA ALIENACIÓN EN MARX
El hombre
Para Marx no existe una esencia humana en general: el hombre se hace a sí mismo a
través de la historia, en la sociedad y transformando la naturaleza. Así pues, el hombre es, ante
todo, un ser activo, práctico, siendo el trabajo su actividad principal. Marx entiende que hay
que superar la concepción del hombre como ser “teórico”, concepción que procede de la
sociedad esclavista griega, donde el trabajo de transformación de la Naturaleza estaba
reservado a los esclavos. Para Marx, sin embargo, pone al hombre en relación con la Naturaleza
y con los demás hombres. La Naturaleza aparece “como su obra y su realidad”. Igualmente, por
el trabajo construye el hombre la sociedad y entra en relación con los otros, de tal manera que
“la esencia humana es el conjunto de las relaciones sociales”
La alienación
Si el concepto de “hombre” ha cambiado, también cambiará el concepto de “alienación”.
Para Marx el sujeto de la Historia es el hombre, el hombre concreto, real, viviente, que intenta
realizarse en su trabajo. El trabajo es la actividad creadora del hombre –el trabajo productivo
de bienes materiales-.
El hombre vive alienado, pero la alienación religiosa es una alienación secundaria,
derivada: ésta desaparecerá cuando se elimine la alienación económica que es la raíz de las
demás alienaciones.
El hombre, fundamentalmente, no es conocimiento, contemplación, sino trabajo
productivo, trabajo creador. El hombre trabajador se crea a sí mismo transformando la
naturaleza, desarrolla su personalidad dominando la naturaleza mediante el trabajo.
El hombre, al trabajar, al desarrollar su actividad productora mediante el trabajo, se
proyecta sobre los productos de su trabajo: pone en cada producto algo de su ser, toda su
energía humana, sus cualidades, su imaginación, su esfuerzo, su mente, en definitiva, el
producto es una objetivación del trabajador; el producto del trabajador tiene rostro humano: al
exteriorizarse el hombre en la naturaleza, ésta queda como “humanizada”:
Por eso, nosotros podemos conocer, por ejemplo, al hombre del Neolítico, porque
podemos estudiar lo que ese hombre ha producido (dólmenes, menhires, hachas de sílex…). En
esos productos conocemos al hombre, porque en ellos se ha proyectado, se ha exteriorizado. De
esa manera la materia queda humanizada: la personalidad del trabajador queda inscrita en el
producto.
Si esta separación que existe entre el trabajador y el trabajo, necesaria para que haya
trabajo, no se suprime, no se acortan estas distancias, no se reconcilia después, si no hay
reencuentro, el trabajador queda alienado, separado de sí mismo, porque el producto del
trabajo es él mismo, el mismo hombre trabajador convertido en producto de trabajo, convertido
en una mercancía que se vende en el mercado. Si no hay reencuentro, queda rota la
personalidad, queda alienado.
¿Qué ha sucedido a lo largo de la historia? Los productos que el hombre elabora a través
de su trabajo han de servir para la producción de la vida, para que el hombre pueda vivir (comer,
vestir, vivienda, sanidad, educación, etc.). Y lo que ocurre es al revés: examinando la historia
resulta que los hombres no se crean a sí mismo mediante el trabajo productivo tal como se
desarrolla históricamente.
No ha habido encuentro: el hombre va por un lado y los productos van por otro muy
distinto. Debido a los medios de producción basados en la propiedad privada los productos
elaborados por el trabajador no han retornado a él. No le han servido para la producción social
de la vida, se han quedado en manos de unos pocos: los propietarios de los medios de
producción; y los no propietarios se quedan sin la mayoría de los productos que sirven para la
vida.
El trabajador se encuentra entonces vacío de sí mismo, roto, alienado, fuera de sí: los
productos de su trabajo no están bajo su dominio sino que dependen de los propietarios de los
medios de producción.
El hombre trabajador considera esos productos con entidad propia, como objetos
separados de él, como si fueran algo distinto de la personalidad que ha impreso en ellos.
Entonces es cuando se produce la alienación: el hombre se vacía de sí mismo y en lugar de
atribuirse a sí mismo la realidad de sus productos, los considera como algo ajeno, distinto de él,
que no tiene nada que ver con él. Así le han vaciado de sus cualidades que él ha depositado en
el producto. El trabajador está alienado porque atribuye a un ser (el producto de su trabajo),
distinto de él, un conjunto de cualidades que son su propia personalidad pero que no retornan a
él, y entonces queda escindido, alienado.
¿Qué significa el hombre alienado?
Es en el trabajo donde el hombre debería realizarse como hombre. Pero en las
condiciones de trabajo asalariado sucede exactamente todo lo contrario: lo que sucede es una
alienación del hombre y esta alienación se da en una doble dimensión:
Con respecto al producto de su trabajo: al considerar los productos de su trabajo como una cosa
distinta de él, como una realidad distinta del mismo trabajador, se produce un distanciamiento
de sí mismo, un desgarramiento de su propia actividad personal, productiva; un desdoblamiento
entre él y sus productos. Esta es la “objetivación de su trabajo”, pero, al convertirse en
“capital” de otros aparece ante el trabajador como un “ser extraño” que él no posee ni domina.
Con respecto a su propia actividad: el trabajador vende su fuerza de trabajo a otro ser distinto
de él, que utiliza esa fuerza para fines lucrativos. Como el ser humano se crea sí mismo
mediante la actividad productiva, al tener que vender a otro su propia actividad, lo que hace es
venderle su propia personalidad, para que haga lo que quiera: se convierte así en instrumento
de otro hombre.
Pero no solo eso, efectivamente, el obrero se deshumaniza, se despersonaliza, porque su
trabajo se considera como una mercancía, como una cosa y así es pagado, pues una cosa vale la
cantidad del trabajo que se necesita para producirla. ¿Qué vale, pues, el trabajo del obrero
considerado como una simple cosa? Vale exactamente el trabajo que es necesario para que el
obrero produzca; dicho de otro modo: vale lo que cuesta que el obrero pueda renovar su fuerza
de trabajo para el día siguiente, o sea, un poco de comida, alguna ropa y el tiempo suficiente
para descansar; el patrono pagará todo esto como paga el aceite de su máquina. Pero el trabajo
del obrero es una mercancía singular que tiene la propiedad de producir a su vez un valor más
elevado que su propio valor de mercancía. Dicho más sencillamente: el obrero dará al patrón
más de lo que le ha costado. El beneficio producido es la PLUSVALÍA, el valor de más, origen de
la riqueza del patrón y de la miseria del obrero. El obrero queda entonces alienado pues no
tiene lo que debe poseer: su fuerza de trabajo. El patrono no le está comprando el producto de
su fuerza de trabajo, sino su fuerza de trabajo misma, es decir, su esencia como ser humano,
por ello queda alienado.
Además el propietario de los medios de producción está manipulando la personalidad del
trabajador para su propio lucro y por tanto el trabajador está cosificado (hecho cosa en manos
de otro). Eso que él vende, su propia persona queda convertido en capital. El trabajador vende
su fuerza productiva, su personalidad, para que los propietarios de los medios de producción
manipulen su actividad productiva.
Las relaciones humanas que se establecen entre dos personas (patrono-obrero) se
convierten en relaciones conflictivas, cosificadas. Se forman así dos clases sociales antagónicas:
la burguesía y el proletariado.
Si el producto del trabajo no vuelve al trabajador, éste queda alienado. Esta alienación se
da fundamentalmente desde que aparece el capitalismo, basado en la propiedad privada, y no
puede dejar de existir mientras perdure el sistema capitalista. Marx concluye que la propiedad
privada es la causa del trabajo alienado. Por eso, considera, que sólo el comunismo –entendido
como supresión de la propiedad privada-, es decir, del “capital”- permitirá la alienación de
todas las alienaciones y la humanización del hombre. El sentido del “tener” debe desaparecer
para que el hombre pueda relacionarse con las cosas “por amor a las cosas”, y no simplemente
para tenerlas.
TIPOS DE ALIENACIÓNÓN
Cómo hemos visto la alienación es el proceso por el que el trabajador se deshumaniza y se
convierte en una cosa susceptible de ser comprada y vendida en el mercado. Si mediante el
trabajo el hombre se desarrolla plenamente, en la sociedad capitalista el trabajador se pierde a
sí mismo (se enajena) en el producto de su trabajo, pues se lo apropia el dueño de los medios
necesarios para producirlo.
Ahora bien, podemos distinguir varios tipos de alienación:
Alienación social: la sociedad se divide en dos clases antagónicas, una privilegiada y la
otra sometida; en el capitalismo, la burguesía y el proletariado.
- Alienación religiosa: el hombre proyecta sus cualidades en un ser superior al que llama
Dios; a descrita por Feuerbach.
- Alienación política: se produce una separación entre la sociedad civil y el Estado
Alienación económica: esta es la que Marx considera como el fundamento de las
anteriores. Cómo hemos visto, la alienación económica es el proceso por el que el trabajador
se deshumaniza y se convierte en una cosa susceptible de ser comprada y vendida en el
mercado. Si mediante el trabajo el hombre se desarrolla plenamente, en la sociedad
capitalista el trabajador se pierde a sí mismo (se enajena) en el producto de su trabajo, pues
se lo apropia el dueño de los medios necesarios para producirlo.
-
IDEOLOGÍAS
Para aproximarnos al término comencemos una definición de Ideología: son aquellas
interpretaciones de la realidad que se inventan para justificar y perpetuar el estado de
dominación de las clases privilegiadas sobre las clases oprimidas. Luego, las ideologías
representas los intereses de las clases dominantes y sustituyen a la violencia como medio de
control social de las clases sometidas de la sociedad.
¿Qué hemos querido decir con esta definición? Pues bien, expliquémosla de forma más
detallada.
La condición inteligente del ser humano, en su necesidad de “saber a qué atenerse en su
vida y en su mundo”, permite al individuo disponer de una serie de construcciones mentales que
le sirven de orientación. Se trata de conceptos, símbolos, mitos, creencias, valores o ideas, no
siempre fabricados ni controlados por él, que le ayudan a entender y a justificar su situación
vital.
Así pues, se puede hablar también con propiedad de una “alienación ideológica”, en la
medida en que no es uno agente de sus propios esquemas mentales, sino que es el producto de
la sociedad en la que se vive.
Podemos, por tanto, entender por ideología el conjunto articulado de conceptos, símbolos,
mitos, creencias, valores e ideas que se dan en una situación determinada y que pretenden
explicarla, justificarla y, en la medida de lo posible, perpetuarla.
En una situación social determinada, es normal que se den ideologías diversas y la lógica
tendencia a que aluna de ellas pugne por tener la supremacía, por impregnar e imponerse al
resto.
Cuando a lo que asistimos es a un estado de dominación (del hombre sobre la mujer o de
una clase social sobre otra, que es el caso que trata Marx), la ideología se convierte en un
instrumento “civilizado” de garantizar tal dominio de manera que sea aceptado por el dominado
sin necesidad a procedimientos más violentos y menos operativos a largo plazo, como la
violencia física.
En una situación alienada, como Marx la describe en su diagnóstico sobre la situación de
su tiempo, el papel de la ideología es importante para entender y justificar la situación de
dominio de una clase, la burguesía, sobre otra, el proletariado.
En resumen, la ideología constituye la “visión del mundo” propia de una sociedad, y en
este sentido no es negativa ni positiva, pero el sentido más propiamente marxiano es el que la
concibe como una representación falsificada de la realidad creada con el objeto de ocultar las
desigualdades económicas, sociales y políticas a aquellos que las sufren. Luego, la ideología es
un “arma” de dominación de los privilegiados sobre los desposeídos.
EL MATERIALISMO HISTÓRICO
En un siglo tan convulso como el XIX, agitado por numerosas revoluciones, la sociedad se
convirtió en un objeto privilegiado de reflexión filosófica. El materialismo histórico1 de Marx
pretende dar una “visión científica” de la sociedad y de las causas de su transformación.
La concepción marxista de la sociedad es materialista porque, a diferencia de Hegel, que
entiende la realidad como espíritu, idea, para Marx, la sociedad es el medio en el que el hombre
fabrica los productos que precisa para satisfacer sus necesidades. La sociedad no es un concepto
abstracto, sino el lugar en el que se da la lucha del hombre por transformar la naturaleza en su
beneficio mediante el trabajo. La Historia no es el producto del desarrollo de la idea, como lo
era para Hegel, no es la “idea” la protagonista de la Historia, sino el hombre y las condiciones
materiales en que se desarrolla. Donde Hegel dice “idea”, Marx pone materia.
El materialismo marxista consiste en la afirmación de estas dos ideas:
A) Las relaciones que el hombre establece con la naturaleza y con los demás hombres son
relaciones materiales; es decir, los “arrancan” a la naturaleza sus bienes (del fondo de la mina,
el hierro; de los campos, el trigo, las verduras, etc.). . Luego, los hombres producen e
intercambian bienes materiales para poder satisfacer sus necesidades materiales (comer,
beber, vestir, vivienda, sanidad, etc.). A esto le llama Marx la producción social de la vida.
B) Estas relaciones son las que dan origen, en última instancia, a la ideología y a la estructura
jurídico-política del Estado. (“No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino que
es el ser social –la sociedad- el que determina la conciencia del hombre”).
En realidad, Marx nunca dijo que todo, absolutamente todo lo que existe en el mundo,
sea para materia. Nunca negó la existencia de la inteligencia, del espíritu o de la conciencia. El
materialismo marxiano no consiste en la negación de estas realidades humanas. El materialismo
marxista sí consiste en la afirmación de que la producción, distribución, intercambio y consumo
de bienes, que tienen que satisfacer las necesidades elementales humanas, son la raíz de que
los hombres tengan y desarrollen esta o aquella mentalidad, y elaboren esta o aquellas leyes, y
se dé este o aquel modo de gobernar la sociedad.
-
Por tanto el materialismo histórico marxista es:
una interpretación de la historia a través de la materia: la materia, a través de un
proceso dialéctico va haciendo la historia;
esa “materia” es “el sistema de producción de los bienes materiales”; o “las relaciones
económicas de producción.
Materialismo histórico, por tanto, significa que lo que condiciona la historia humana no es el
espíritu (Hegel), sino las relaciones económicas de producción (Marx): el modo de producción de
la vida material condiciona el proceso de la vida social, política, espiritual… El hombre no es
como piensa, sino que piensa según lo que es, lo que vive.
Pero la sociedad, y en esto sí coincide con Hegel, es pensada como un todo procesal, no está
acabada, no es una realidad estática sino histórica. Podemos, entonces, concluir que el
materialismo histórico un intento de Marx de ofrecernos
una teoría científica sobre el
1
Materialismo histórico. Es la teoría científica propuesta por Marx para explicar la estructura y el cambio de las sociedades. Es
materialista porque considera la sociedad como el resultado de la acción del hombre sobre la materia, sobre la naturaleza, para
producir los medios de su supervivencia. Y es histórica porque concibe la sociedad como un proceso que sólo acabará en una
sociedad comunista,
desarrollo de la sociedad: todo el desarrollo de la sociedad se explica desde lo económico,
desde la producción de los bienes materiales:
La base de todo el orden social es la producción, y desde la producción se explica toda la
historia:
Producción es la actividad por la que los hombres crean bienes materiales para poder vivir.
Factores de producción son los factores que intervienen en la producción, que son: el proceso
de trabajo, las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas.
Proceso de trabajo es aquel mediante el cual se transforma un objeto en un producto útil.
Consta de:
- el objeto sobre el que se trabaja: la materia prima o bruta;
- los medios de trabajo (conjunto de cosas: sierra, martillo, maquinaria…);
- fuerza de trabajo: la energía humana empleada.
Relaciones sociales de producción son las relaciones que se establecen entre
los propietarios de los medios de producción y los trabajadores. Son relaciones:
- conflictivas: explotador-explotado (amo-esclavo; capitalista-obrero). Son relaciones de
explotación porque el trabajador vende su fuerza de trabajo al precio y condiciones que
establece el dueño de los medios de producción;
- antagónicas: porque unos defienden la propiedad de los medios de producción como algo
exclusivo y otros defienden estos medios como algo colectivo.
Fuerzas productivas es el resultado o combinación de dos factores: la fuerza
de trabajo (energía humana y los medios que tienen los trabajadores para realizar un trabajo.
Según el materialismo histórico, en la estructura de cualquier sociedad podemos
distinguir los siguientes aspectos importantes:
1) La infraestructura económica que es la base económica de la sociedad, constituida por las
fuerzas productivas (trabajadores, propietarios, herramientas, etc.) que intervienen en la
producción y por las relaciones que se establecen entre ellas (relaciones de producción).
2) La superestructura es el conjunto de ideas, creencias, instituciones, normas, etc., que
configuran la conciencia social. Son:
-
jurídico-políticas: instituciones y normas que reglamentan el conjunto de la sociedad;
ideológicas: conjunto de ideas, creencias, costumbres… que configuran la conciencia
social: por ejemplo, la Religión, la Filosofía… La ideología es un producto de la mente
humana.
Para Marx lo importante es la infraestructura, pues es la que determina a la superestructura. Él
piensa que no es la ideología (“conciencia”, “ideas”) la que determina la infraestructura
(relaciones sociales), sino a la inversa: es la infraestructura la que determina la superestructura
(ideología).
Si queremos conocer científicamente una sociedad determinada, hay que descubrir sus
creencias, sus valores, su mentalidad (superestructura ideológica), el modo como organiza el
poder y las leyes por las que rige sus comportamientos (superestructura jurídico-política); pero
sobre todo, hay que analizar el funcionamiento de su economía, su sistema productivo, el nivel
técnico y las relaciones sociales que genera (infraestructura económica), porque aquí está la
base real sobre la que la superestructura de esa sociedad se asienta.
Pero como ya hemos señalado, una sociedad es un organismo vivo y, como tal, sometido a
cambios. ¿Cómo explicar estos cambios? Marx sostiene lo siguiente:
-
un cambio en la infraestructura económica de la sociedad lleva inevitablemente a otro
cambio en la superestructura;
los cambios sociales no proceden tanto de las ideologías cuanto de la base económicosocial que las sustenta.
Superestructura
Ideológicas)
Formas de conciencia
(jurídicas, políticas e ideológica)
Determinación
Infraestructura
Económica
(Base real, material)
Relaciones de producción
Fuerzas productivas
Los modos de producción2 es la manera cómo se producen los bienes materiales según las
diversas sociedades. En el proceso de transformación de la sociedad a lo largo de la historia
podemos establecer diferentes etapas de acuerdo con el modo de producción predominante en
cada una de ellas:
Primitiva: propiedad colectiva de los bienes;
Esclavista: dominio y sometimiento, el esclavo es instrumento del amo;
Feudal: el señor es el dueño de la tierra;
Capitalista: el capitalista (burgués) es el dueño de los medios de producción y de la
fuerza de trabajo del trabajador (proletario);
Socialista: propiedad colectiva de los medios de producción.
Por lo tanto, el materialismo histórico afirma que la producción de bienes materiales, el
sistema de producción concreto, es lo que condiciona toda la historia humana. La historia es
concebida por Marx como un proceso de maduración de la especie humana para producir medios
con los que satisfacer las necesidades.
Pero, Marx afirma, lo mismo que Hegel, que la dialéctica es el motor de la historia,
concibe la historia animada por la presencia de la contradicción en el seno de la realidad, es
decir, de la materia, de lo económico.
2
Modo de producción. Significa el modo concreto como se organiza una sociedad, tanto su estructura económica como la
conciencia ideológica, jurídica, política (superestructura) que sobre ella se levanta. En definitiva, el modo de producción designa
una sociedad en su conjunto.
Por consiguiente las contradicciones históricas son las que tienen lugar en el nivel de la
infraestructura económica: en las relaciones entre los propietarios de los medios de producción
y las fuerzas productivas.
Una concepción científica de la historia supone, para Marx, interpretarla como un proceso
dialéctico, como una serie de contradicciones que se dan en la infraestructura económica.
Estas contradicciones se manifiestan en la lucha de clases3. En cada modo de producción
dado a lo largo de la historia se ha dado un enfrentamiento entre dos clases sociales, una de las
cuales domina a la otra, esto es la lucha de clases y ésta constituye el motor de la historia.
Las contradicciones entre las fuerzas productivas y los propietarios de los medios de
producción son contradicciones entre seres humanos que protagonizan esas relaciones. Las
contradicciones a nivel humano so producidas por la distinta posición de unos con otros en el
proceso productivo.
La supresión de esos contrarios sólo se puede dar a través de la lucha, porque la
dialéctica implica supresión de uno de los contrarios. Por eso dice Marx que la violencia es la
comadrona de la historia: sin violencia, sin lucha, no hay progreso; la lucha es la mediación
necesaria para que haya progreso histórico.
Con esa lucha de clases se camina hacia la sociedad sin clases que es el momento último
de la historia humana.
El modo de producción burgués es la última forma antagónica del proceso de producción
social. Las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al
mismo tiempo las condiciones materiales para la disolución de semejante antagonismo.
Con esta formación social se sierra “la prehistoria d la sociedad humana”; que
inevitablemente se abrirá a un modo de producción socialista, que por medio de una revolución
logrará la desaparición definitiva de las clases sociales.
Resumiendo
El materialismo histórico es la interpretación de la historia desde la materia, es decir,
desde la economía, o más en concreto, desde la producción de bienes materiales. El sistema de
producción condiciona (pero no determina) toda la historia humana que camina, a través de la
lucha de clases, hacia la sociedad futura sin clases.
3
Lucha de clases. La desigualdad entre las clases sociales es una constante a lo largo de la historia en todos los modos de
producción, ya sea entre amos y esclavos (antiguo), entre siervos y señores (feudal) o entre trabajadores y propietarios (capitalista).
Sólo desaparecerá con el triunfo revolucionario del proletariado. Es el motor del cambio social.
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