Caridad, Solidaridad, Justicia social o Estado del Bienestar.

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A.L. PSOE – Las Fuentes
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Caridad, Solidaridad, Justicia social o Estado
del Bienestar.
Ahora que la crisis daña, no sólo la imagen exterior de España y la de
Europa, transmitiendo una percepción de cierta quiebra del proyecto
europeo; si no que también está dejando en la más absoluta de las
pobrezas a una parte importante de las poblaciones del mediterráneo, se
plantean las respuestas a estas situaciones que van desde la necesidad
hasta la extrema necesidad, tomándose iniciativas desde las instituciones
locales y regionales, así como la potenciación de aquellas organizaciones
que venían atendiendo a personas con exclusión social y apareciendo, a la
vez, acciones que estimulan, canalizan y potencia la voluntad de personas
privadas con el fin de paliar el grave estado de necesidad que afecta a una
parte de la población; todo ello sin mencionar que todo apunta a que el
temido estallido social está siendo contenido básicamente por la estructura
familiar, en especial las pensiones de los mayores. Además, la crisis está
trayendo recortes que agravan aún más las posibilidades de una rápida
recuperación, además de acrecentarse las sospechas – por la multitud de
gestos y acciones políticas que se están realizando – de que existe,
verdaderamente y más allá de cuestiones puntuales, un plan definido y
premeditado de acabar con el Estado de Bienestar y convertirlo en un
Estado Asistencial sólo para los más necesitados y sí, sólo, sí, si hay
recursos para ello.
Ante esta avalancha de malas noticias – tanto económicas, como políticas y
sociales – y la constatación de que el futuro del Estado de Bienestar se
puede venir a bajo – al menos en los Estados mediterráneos – y sin que
haya intención de restablecerlo cuando la crisis ceda; la indignación se
viene apoderando de una sociedad que, no sólo tiene que pagar los costes
de una crisis que no ha creado – y la tiene que pagar no sólo en términos
monetarios contantes y sonantes, sino en coste de penuria y falta de
recursos para sostener las necesidades de las familias – es decir: hay
quienes no tienen recursos para comer cinco comidas al día, que no pueden
pagarse los medicamentos, que no pueden pagarse los tratamientos
médicos necesarios para mantener una correcta salud, que no pueden
dedicar dinero a material escolar y libros…. es decir: las familias, cuya
función social básica es la protección de sus miembros, procurándoles las
atenciones necesarias (casa, comida, protección, educación acorde a sus
potencialidades personales, adaptación a la vida en sociedad, hábitos
personales saludables, asistencia sanitaria, preparación para la vida laboral,
transmisión de los roles familiares y de la estructura social…) y que es
necesaria para que las personas sean capaces de integrarse en la sociedad
plenamente,… Todo ello se viene al traste sin que el PP de muestras de dar
más alternativas que una apuesta por un: “Sálvese quien pueda”; pero
claro, a quien se da ese mensaje no es solamente al colectivo de jóvenes
que se han quedado sin posibilidades de trabajo – y del que se puede
esperar, en alguna medida, capacidad de energías para dar una respuesta
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personal a la crisis, como ha ocurrido históricamente con la emigración – si
no que es un mensaje que también parece ir destinado a las familias que se
encuentran en el límite de la exclusión de sus miembros.
El problema no es sólo de corto plazo, las penalidades sufridas por las
familias y sus hijos traerán en el futuro mayores problemas: desconfianza
en la sociedad, falta de preparación personal y de recursos personales para
integrarse en la sociedad, pobre preparación de una generación, deficiencias
de salud… y la percepción de que la sociedad es una organización que
protege sólo a los que tienes recursos económicos ; es como volver a los
criterios donde se acepta que el lugar de nacimiento de las personas y el
estatus social sigan siendo absolutamente determinantes en la vida de los
individuos, hasta el punto de que cuestiones tan básicas como los estudios
y la Universidad – que ha sido el medio que ha permitido que los hijos de
las familias humildes ascendieran de estatus social (democratizando los
axiomas y prejuicios que las capas dominantes imponían desde la
Universidad hasta el ejercicio profesional) – acaben por ser una cuestión de
recursos familiares, olvidando que la sociedad tiene, de alguna manera,
derecho a no privarse de sus potenciales talentos y el bien que estos
pueden generar a su sociedad y a la humanidad.
Uno acaba por preguntarse ¿Para qué demonios querían tomar el poder los
del PP? ¿No era la cuestión sanear las cuentas y mejorar lo mejorable? ¿Y
demostrar que el PP es capaz de gestionar mejor el Estado de Bienestar?
Políticamente, desde la oposición, se intenta enmarcar y definir las
respuestas organizadas que intentan paliar esta grave situación social,
puesto que todo indica que el partido en el poder no parece que vaya a
dedicar inteligencia e ingenio en salvar a los más desfavorecidos; y ello, da
lugar a tomar respuestas organizadas de las que surgen cuestiones
semánticas con las que también se puede pretender una lucha política, pues
las cuestiones semánticas tienen, o pueden evocar, cierta “carga” por
cuestiones histórica o sociales e incluso desde perspectivas religiosas (o
filosóficas), por lo que da lugar una cuestión política que se debiera
enmarcar lo más correctamente posible (hay que recordar también, la
conferencia dada por Ignacio Urquizu, en el sentido de que la izquierda, en
éstas situaciones de crisis, tiende a recuperar las esencias acabando en
enconados debates poco importantes para la sociedad y que le llevan a
lustros en la oposición).
En ése sentido, éste artículo pretende evitar y sortear esos tipos de debates
para dedicar el tiempo en propuestas, elaboración de ideas y proyectos que
sean alternativas sociales viables.
Está claro que el concepto de Justicia Social – vinculado desde el siglo XIX
con la aparición del Capitalismo como causa de del malestar de los
trabajadores
- es un requisito reconocido en todos los ámbitos
internacionales para la existencia de la paz – no sólo la paz social, si no
también la paz internacional (OIT 1919).
Así que en esta deriva de acontecimientos decepcionantes lo que importa
viene a ser los hechos, los actos, las acciones para paliar el decaimiento del
Estado de Bienestar (Estado del Bienestar que se origina
por la
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implantación del concepto de Justicia Social como medio para evitan los
conflictos sociales y las guerras) y que parece que el PP no tiene claro
mantener con los mismos niveles de protección y calidad (y ello es
inevitable cuando las prioridades son economicistas; es decir: cuando el
objetivo final de las actividades es la obtención de beneficios).
Así que las acciones que se pueden esperar en este marco político y social
pasan por la acción de las administraciones que por ideología se oponen a
desmontar el Estado de Bienestar (El Estado del Bienestar como verdadera
causa de nuestro mayor periodo de paz democrático, no sólo en España
sino en los países de la Unión Europea), y destinan recursos económicos y
materiales en base al respeto de ése principio, por lo que el concepto
jurídico que se proclama para defender esa acción sea el de Justicia Social –
que viene a señalar, inequívocamente, que nos estamos acercando a una
situación social límite por el hecho mismo de que la gestión de los recursos
del Estado parecen no ir encaminados a la generación de políticas que den
lugar a ése sentimiento de Justicia y equidad.
La acción “urgente” que se realiza para paliar los efectos devastadores de la
crisis, en cierta medida al margen de las instituciones u órganos formales –
ya sea por la lentitud de éstas o porque la acción administrativa de éstos
excluye a quien no debieran excluir – es, realmente, la consecuencia de una
identificación del problema social detectado y una asunción de
responsabilidad social en la que se ponen los medios al alcance – incluidos
la estimulación o la canalización de las voluntades individuales – con el fin
de paliar el estado de necesidad de las personas afectadas por la crisis. Si
esa acción viene de un órgano político, el mismo órgano define o definirá la
motivación de su acción, pero aquellos que desinteresadamente colaboran
con su trabajo, dinero o aportaciones también pueden definirlo como una
responsabilidad que sustituye a la que debiera realizar y organizar el Estado
– en razón a un principio de justicia – pero el hecho de asumir tal
responsabilidad desde el anonimato indica que, por encima de las ideas
políticas que se defiendan, existe un valor de ayudar y atenuar la penalidad
de los semejantes que se podría definir como solidaridad – sin excluir que
conviva también el razonamiento de que debiera de ser el Estado quien
asumiera esas responsabilidades, puesto que les son impuestas por la
Constitución. Es decir: ésa solidaridad nace del sentimiento de pertenencia
a un mismo grupo, se tenga consciencia política o no. En sociología,
solidaridad se refiere al sentimiento de unidad basado en metas o intereses
comunes, es saber comportarse con la gente. Así mismo, se refiere a los
lazos sociales que unen a los miembros de una sociedad entre sí.
Aunque en la etapa de la dictadura, en especial debido a la implicación del
Estado con la Iglesia, el concepto de Caridad fue rebajado a “concepto
excusa”: realizar acciones sociales para ganarse el Cielo – aunque por
definición la acción caritativa emprendida con fines egoístas ya no es
caritativa y pierde su virtud; para los cristianos es la más elevada de las
virtudes pues se niega las necesidades propias con el fin de satisfacer
necesidades ajenas sin reparar en el prejuicio propio, sin realizar
divulgación de ello, ni esperar recompensa social o espiritual por el acto, ya
que lo considera propio de su creencia religiosa.
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El concepto de Caridad fue sostenido con el fin de dar a los que no tienen
sin entrar a valorar si lo merecen o no lo merecen, sólo por una cuestión de
necesidad evidente (hecho que va en contra de algunos principios de la
religión cristiana que acepta la pobreza del prójimo como el medio que dios
ha dispuesto para la salvación de esas personas y que sostienen que la
caridad bien entendida empieza por uno mismo).
La Solidaridad no precisa de la existencia de la creencia en una religión, es
un sentimiento que tiende a proteger al grupo social al que se pertenece y
que se da por generosidad en razón de la percepción de carencias o
necesidades.
La Justicia Social es el concepto jurídico por el cuál se establece la
necesidad del reconocimiento de un derecho social a todos aquellos que se
encuentren en las mismas circunstancias; derecho que debe de ser asumido
por el Estado. Así cuando un conjunto complejo de derechos se regulan en
razón de ése concepto jurídico estamos definiendo el Estado de Bienestar.
El hecho de que el Estado de Bienestar se debilite por falta de recursos
puede dar lugar a una situación pasajera, o simplemente pase a ser un paso
para arbitrar otros modelos de Estado; de ahí que en algunas formaciones
de izquierdas se apele directamente a la reclamación de “Justicia”
señalando que se está careciendo de éste principio en algunos aspectos que
formaban parte del Contrato Social implícito en la Constitución española y
que se corre el riesgo del que el sentimiento de “injusticia” se generalice
hacia la práctica totalidad de los derechos que se sostienen en esa
Constitución
y que sólo puedan ejercerse con contraprestaciones
económicas – lo que es interpretado como causa y motivo suficiente para
constituir un conflicto y cese de la paz social.
Desde ése punto de vista la Solidaridad puede entenderse como una acción
antagónica al Estado del Bienestar (a la Justicia Social), pues suple en parte
las obligaciones que el Estado tiene contraídas con los ciudadanos a través
de la Constitución; aunque en realidad la Solidaridad parece una tendencia
innata dentro de los grupos sociales y que aparece siempre que se da un
Estado de Necesidad – aunque éste se puntualice en una sola persona o
porque el Estado del Bienestar no siempre contempla todas las cuestiones
de necesidad como de Justicia Social, probablemente porque los recursos
económicos y materiales siempre han sido limitados.
Sin embargo, también la izquierda ha apelado a la Solidaridad para la
defensa de sectores deprimidos por la crisis cuando se reclama aportaciones
económicas o esfuerzo personal.
En cualquier caso la Constitución española define en su artículo 1: España
se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna
como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia,
la igualdad y el pluralismo político.
Si vemos la definición de Estado de Social y Democrático de Derecho
tenemos que es requisito de esa concepción de Estado:
Asistencia sanitaria.
Salud
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Educación pública.
Trabajo y vivienda dignos,
Indemnización de desocupación, subsidio familiar.
Acceso práctico y real a los recursos culturales: (bibliotecas, museos,
tiempo libre).
Asistencia para personas con discapacidad y adultos mayores.
Defensa del ambiente natural.
Asistencia social
Defensa jurídica y asistencia legal.
Garantiza
los
denominados
derechos
sociales
mediante
su
reconocimiento en la legislación.
Por ello cabe preguntarse si la política que parece ser pretende realizar el
PP está o no dentro de la Constitución que nos dimos en el año 78; puesto
que parece claro que tiende a desmarcarse y su política de privatizaciones,
copagos y reducción de prestaciones (no sólo sanitarias si no también en
enseñanza) puede acabar por franquear la línea que delimita el espíritu
Constitucional que protege los derechos y libertades de los ciudadanos y
que definen el Estado que determina nuestra constitución y que viene
definido por estos requisitos que además incluyen la igualdad y la justicia;
de ésta manera el PP estaría poniendo las bases para conflictos sociales
más o menos profundos en un futuro relativament
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