Hombres y mujeres a la imagen de Dios

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Hombres y mujeres a la imagen de Dios
La idea de que fuimos hechos a la imagen de Dios, ha sido un consuelo y un estímulo moral para
muchos. Pero, ¿qué significa esto? La idea básica es simple.1 Una “imagen” es un retrato o una
representación. Israel tenía prohibido adorar imágenes, pero, tal vez para nuestra sorpresa, la
Escritura enseña que hay una verdadera imagen de Dios, nosotros mismos.
Una imagen evoca y representa al que describe.2 Veamos cada una de estas funciones en turno.
I. Semejanza
Decir que fuimos hechos a la imagen de Dios, es decir que somos como Dios. No cabe duda de que
en muchos sentidos, Dios es muy diferente a nosotros (Isaías 46:5; 55:8ss.). Pero la Escritura a
menudo compara a Dios con los seres humanos, aún deduciendo de nuestra apariencia física lo
que Dios debe parecer (Salmo 94:9). ¿De qué manera somos como Dios?
A. LA NATURALEZA HUMANA COMO TAL
En primer lugar, todo lo que somos es una semejanza de Dios. Somos la imagen de Dios (1
Corintios 11:7). Decir que somos “a” la imagen de Dios, es decir que fuimos hechos “para ser” la
imagen de Dios.3
Yo supondría que todo lo que somos refleja a Dios de alguna manera, aunque desde luego, todo lo
que somos ¡es también diferente de Dios! Nuestros almas, cuerpos, razón, voluntad y bondad se
asemejan a Dios, pero también somos diferentes a él, porque él es el creador, el paradigma e
infinito ejemplo de estas cualidades. Aún el pecado evoca a Dios de manera perversa. Eva trató
de ser como Dios (Génesis 3:5), no imitando su bondad, sino codiciando sus facultades. Y todo
pecado es una decisión moral, una facultad que compartimos únicamente con Dios y los ángeles.
Así que la misma naturaleza humana, es la imagen de Dios. Pero hay más por decir. El hecho de
que reflejemos a Dios en la totalidad de nuestro ser, no nos desalienta, sino más bien nos anima a
encontrar más formas específicas de correspondencia.4 Así que seguimos adelante.
B. EXCELENCIA MORAL
Cuando la Escritura menciona maneras específicas en las cuales la gente se asemeja a Dios o a
Jesucristo, generalmente se centra en cualidades morales, como la justicia (Efesios 4:24),
perfección ética (Mateo 5:48), pureza (1 Juan 3:2ss., 9), amor (Juan 13:14, 35ss.; Tito 3:4; 1 Juan
3:10, 16-18; 4:7-20), perdón (Mateo 6:14ss.; Colosenses 3:13), humildad (Filipenses 2:3-11),
santidad (Efesios 4:24; Levítico 19:1), y conocimiento (Colosenses 3:10).5 Siguiendo a John
Murray, yo lo llamo a estas cualidades de “excelencia moral,” lo que las distingue del hecho
mismo (ver más adelante, C) de que somos capaces de tomar decisiones morales.6 Las cualidades
morales son importantes en la Escritura, porque la Escritura es la historia de cómo Dios restaura
su justicia en el mundo.
Dios renueva a su pueblo. Y esa renovación es una renovación a la imagen de Jesucristo (1
Corintios 15:49; 1 Juan 3:2ss.). El amor cristiano es definido como una imitación de Jesús,
1
especialmente su redención (Juan 13:34ss.; 15:12; 2 Corintios 3:18; Efesios 5:2; Filipenses 2:5-11;
3:21; 1 Juan 3:11-16; 4:10ss.). Cristo es la imagen de Dios (2 Corintios 4:4; Colosenses 1:15;
Hebreos 1:3. cf. Juan 1:18; 12:45; 14:9). Adán deformó la imagen de Dios en la que fue hecho,
pero Jesús honró y glorificó al Dios a quien él personificó y representó perfectamente. La
salvación nos transfiere, de la antigua humanidad muerta en Adán, a la nueva humanidad viva en
Cristo (Romanos 5:12-19; 1 Corintios 15:22, 45-49). Así como Adán engendró hijos con una
distorsionada imagen de Dios (Génesis 5:1ss.), así también los hijos de Cristo conllevan su imagen
de pureza.7 Por tanto, el Señor quita de nosotros las distorsiones de esa imagen debida al pecado,
y nos lleva hacia una perfecta semejanza a Dios.
Ilustración: En la fotocopiadora, puedes hacer copias de otras copias, en tanto que el material a
copiar sea perfecto. Si tratas de copiar de una copia distorsionada, obtendrás imágenes
distorsionadas. El único recurso, es regresar al original, o a una copia perfecta. Para ser
restaurados a la imagen de Dios, él tiene que separarnos de nuestra naturaleza en Adán, y recrearnos en Jesucristo, quien es al mismo tiempo el original (Juan 1:1), y la copia perfecta
(Hebreos 1:3).
Los escritores del Antiguo Testamento, nunca dijeron explícitamente que la imagen de Dios había
sido deformada por el pecado, y que requería de una divina renovación. Ese tema surge con
claridad por primera vez en el Nuevo Testamento, porque los escritores del Nuevo Testamento
vieron en Jesús lo que verdaderamente debía ser la imagen de Dios.8
C. EL FACTOR MORAL
Algunos teólogos han argumentado, que puesto que la imagen de Dios implica justicia y santidad,
Adán debió haber perdido toda esta imagen cuando cayó en pecado.9 El pecador que no ha sido
redimido, seguramente está desprovisto de conocimiento ético,10 justicia y santidad (Génesis 6:5;
8:21; Romanos 3:10-18; 8:5-8).11 Sin embargo, la Escritura habla del hombre, como creado a la
imagen de Dios, aún después de la caída (ver Génesis 5:1ss.; 9:6; 1 Corintios 11:7; Santiago 3:9).12
Es de esperarse después de lo anterior, que si hubiéramos perdido la imagen de Dios después de
la caída, habríamos perdido nuestra misma humanidad.
Si es así, entonces evidentemente la imagen no solo consiste en las cualidades de excelencia moral
discutidas en la última sección, aunque, como ya lo hemos visto, la Escritura tiene importantes
razones para enfatizarlas. ¿De qué otras maneras reflejamos la imagen de Dios? Bueno,
ciertamente en nuestro poder de razonamiento, creatividad, habilidad para el uso del lenguaje, la
habilidad para discernir las diferencias morales y para tomar decisiones morales, y sobre todo
nuestra capacidad religiosa que nos distingue de los animales (Génesis 1:27-30) y nos asemeja a
Dios. Pero más allá de esto, recordando el principio fundamental: todo lo que somos refleja a
Dios.
El pecado altera y desfigura la imagen, pero no destruye nuestra humanidad. Es edificante (y
apropiado para este volumen) comparar la relación de Dios-humanidad con la relación hombremujer. Como la Escritura enfatiza la semejanza entre Dios y el hombre, también enfatiza la
semejanza entre el hombre y la mujer (Génesis 2:23). Los seres humanos están para ayudar a
Dios (1:28);13 la mujer está para ayudar al hombre (2:20; cf. mi anterior exposición sobre
1 Corintios 11:7). Ambas relaciones fueron dañadas por el pecado, pero la semejanza
fundamental sobre la que están basadas, aún permanece.14
2
D. EL CUERPO
Nuestro principio fundamental, es que todo lo humano tiene la semejanza de Dios, y nos obliga a
afirmar que también el cuerpo humano, refleja la imagen de Dios. Algunos teólogos han negado
que el cuerpo lleve la imagen de Dios, primero porque Dios no tiene cuerpo, y segundo, porque el
mandamiento contra la idolatría parece asumir que Dios no tiene una imagen física. Pero la
prohibición de la idolatría no está basada en la ausencia de una imagen divina, sino en un Dios
celoso (Éxodo 20:5).15
En cuanto a la objeción de que Dios no tiene cuerpo: Es verdad, pero hay maneras en las que un
cuerpo puede ilustrar un espíritu. Salmo 94:9 pregunta, “El que hizo el oído, ¿no oye? El que dio
forma al ojo, ¿no ve?” Literalmente, Dios no tiene ojos u oídos, pero nuestros ojos y oídos
reflejan su habilidad para ver y oír.
El cuerpo es un aspecto importante de la naturaleza humana. Nosotros (no solo nuestros cuerpos)
fuimos hechos del polvo (Génesis 2:7; 3:19). El pecado afecta tanto al cuerpo como al espíritu
(Romanos 6:6). Aún un cadáver sigue siendo una persona, considerado desde el punto de vista
físico (Mateo 28:6; Juan 5:28; 11:11ss., 43; 1 Corintios 15:6, 18; 1 Tesalonicenses 4:13ss.). Somos
nosotros mismos quienes “regresamos” al polvo (Génesis 3:19). El Hijo de Dios encarnado, es
tanto cuerpo como espíritu, y su presencia física en la tierra era esencial para su obra de salvación
(1 Juan 1:1-3; 4:1-3). Así como lo fue su resurrección física, la cual sirve como patrón para
nuestra resurrección (Romanos 8:11, 23; Filipenses 3:21). La separación del alma y el cuerpo en
una persona que muere es algo antinatural, un resultado de la caída.16
E. LAS DIFERENCIAS SEXUALES
Desde luego, siendo lo apropiado en este volumen sobre la masculinidad y feminidad bíblica, he
estado sentando las bases para investigar de qué manera nuestras diferencias sexuales se
relacionan con la imagen de Dios. Nuestro principio fundamental es que todo lo que somos, tiene
una semejanza a Dios. Por lo que (especialmente porque el cuerpo mismo es parte de la imagen),
esperaríamos que nuestra diversidad sexual y social, refleje también a Dios de alguna manera.
1. LO PRIMERO QUE DEBEMOS DECIR, ES QUE TANTO HOMBRES COMO
MUJERES, FUERON HECHOS A LA IMAGEN DE DIOS (VER ESPECIALMENTE
GÉNESIS 1:27; 2:20, 23; 5:1SS.)
Hurley señala que el hombre en 1:26 y 27 es un nombre colectivo (Adán = “humanidad”). La
composición plural de esa colectividad es indicada por la frase “varón y hembra” en el verso 27, y
en seguida tanto al hombre como a la mujer les es dada la tarea apropiada para aquellos creados a
la imagen de Dios (verso 28).17 Cualquier limitación de la imagen de Dios basada en la sexualidad,
también estarían en contra del sentido de Génesis 9:6 y Santiago 3:9: tal limitación implicaría que
solo los varones están protegidos contra el asesinato, porque solo ellos están hechos a la imagen
de Dios. La semejanza a la imagen de Dios también se aplica sin distinción sexual (Colosenses
3:9-11; y comparar Gálatas 3:26 con el verso 28).
2. ¿ESTÁN HOMBRES Y MUJERES HECHOS IGUALMENTE A LA IMAGEN DE
DIOS?
Algunos han respondido negativamente a la declaración que hace Pablo en 1 Corintios 11:7, “Pues
el hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la
gloria del hombre”.
3
Concuerdo con C. K. Barret18 que “en este contexto, Pablo valora el término imagen solo como
eslabón para el término gloria.” La referencia a la imagen es incidental en el propósito de Pablo,
y por tanto no se menciona con respecto a la mujer; pero informa a sus lectores sobre las bases
del Antiguo Testamento, para decir que el hombre es la gloria de Dios, entendiendo que “gloria” e
“imagen” son conceptos parecidos aunque no enteramente sinónimos.
La “gloria” en este contexto, es el honor que una persona le confiere a otra. Pablo dice que el
hombre fue hecho para honrar a Dios. Desde luego, la mujer también fue hecha para honrar a
Dios; pero además, ella también fue hecha por un segundo propósito: para honrar al hombre.
Dios la creó específicamente para ser la ayuda de Adán (Génesis 2:18, 20; cf. Proverbios 12:4;
Efesios 5:25-29).19 El hombre honra y glorifica a Dios al descubrir su cabeza, porque el cubrir la
cabeza implica sumisión a otra criatura.20 Tal sumisión al hombre es especialmente inapropiada
para un varón profeta, cuya función fundamental es hablar por Dios, o para alguno que dirige en
la oración pública, cuya función básica es guiar a la gente al propio trono de Dios. Sin embargo, la
mujer aún cuando profetiza u ora en público, no solo debe honrar a Dios, sino también a su
esposo. De hecho, ella honra a Dios cuando cumple con la tarea específica de “ayudante” para lo
cual Dios la creó. A diferencia del hombre, ella honra mejor a Dios al mostrar un símbolo por el
cual ella honra a su compañero.
¿Tal subordinación disminuye su capacidad para reflejar la imagen de Dios? Esta es una pregunta
importante que nos hacemos en este punto. Pero la respuesta debe por supuesto ser negativa:
(a) Los hombres también se encuentran en relaciones de subordinación a otras personas. (Éxodo
20:12; Romanos 13:1; Hebreos 13:17),21 pero eso no perjudica el ser hechos a la imagen de Dios.
(b) Jesús mismo se subordinó a su Padre, e incluso se sujetó a las estructuras de autoridad
humana, con el fin de redimirnos. Por tanto, la autoridad humana, a la imagen de Jesús, debe ser
una autoridad de servicio (Mateo 20:20-28). De hecho, la disposición para subordinarse uno
mismo a los demás por amor a Dios, es en sí misma un componente de la imagen, no algo que la
comprometa. Incluso la sumisión a una autoridad injusta demuestra una semejanza especial a
Jesucristo (1 Pedro 2:12, 19-25; 3:14-18).22
(c) A menudo, el someterse a otros, es la mejor manera de exhibir los componentes éticos de la
imagen divina. ¿Qué mejor manera hay de demostrar el amor de Dios, su paciencia, su bondad, su
dominio propio, que sometiéndose a otros?
3. ¿ES LA DIFERENCIA SEXUAL MISMA, LA IMAGEN DE DIOS?
La famosa ponencia de Karl Barth dice que así es.23 Génesis 1:27 puede ser dividido en tres partes: (a)
“Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya,” (b) “A imagen de Dios lo creó;” (c) “Varón y hembra los
creó.” Barth afirma que (b) y (c) forman un “paralelismo sinónimo,” típico de la poesía hebrea. Por tanto,
dice Barth, el escritor creyó que la diferencia entre el hombre y la mujer es la imagen de Dios. Sin embargo,
hay algunos problemas con esta idea:
(a) Si esta es la lectura apropiada de Génesis 1:27, parecería extraño que este concepto de la imagen no se
encuentre sugerida, ni aún aludida en ninguna otra parte de la Biblia. De hecho, como ya hemos visto, en
todas partes, la Escritura describe la imagen de otras formas que, por lo menos, serían difíciles de integrar a
la definición de Barth, para que la adoptemos.
(b) Aunque hay un aspecto colectivo de la imagen (ver F abajo), la imagen también se aplica a los seres
humanos individuales. Esto es evidente en Génesis 5:3, donde Adán transmite su “imagen” (la imagen de
Dios de acuerdo al versículo 1) a su hijo Set. Eso también es evidente en Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7;
4
Santiago 3:9; Colosenses 3:10, y en muchas otras partes. Pero todos los seres humanos individuales son o
masculinos o femeninos, no “masculinos y femeninos,” como en Génesis 1:27c. Por tanto, el portador de la
imagen no debe ser “varón y hembra” como Barth lo sugiere.
(c) La Escritura nunca representa a Dios como un ser sexualmente diferenciado, o como encontrarse en una
unión matrimonial consigo mismo, aunque existe una pluralidad trinitaria dentro de la divina naturaleza
unitaria. Por tanto, sería extraño afirmar que la sexualidad es la esencia de la imagen divina, aunque yo
creo que (junto con todo lo demás que somos) es un componente de la misma.
(d) Meredith G. Kline presenta una devastadora crítica exegética de la posición de Barth.24 El afirma que la
referencia a “varón y hembra” en Génesis 1:27 no puede establecer la esencia de la imagen de Dios, porque
(i) no se encuentra en la declaración de la intención divina en el versículo 26; (ii) las secciones (a) y (b) del
versículo 27 forman un paralelismo sinónimo sin el 27c; así que el 27c sirve, no como una adición al
paralelismo, sino como una descripción más de cómo el hombre es creado a la imagen de Dios. El punto es
simplemente que la imagen de Dios incluye tanto a hombres como mujeres (lo mismo en 5:1ss.); (iii) En la
opinión de Kline, el 27c y 5:2a también apuntan hacia los contextos siguientes. El “varón y hembra” del
versículo 27c, describe un requisito indispensable para sojuzgar la tierra en el 28ss. En 5:2a, se presenta el
alcance de esa bendición divina en 5:2b.
(e) Barth no se detiene con decir que la imagen es la diferenciación sexual humana. Tal vez
comprendiendo lo inverosímil de esa noción, dice que esa diferencia sexual es sólo la forma concreta
original de las relaciones sociales las que son más bien el componente de la imagen divina.25 Hay algo de
verdad en esta idea (ver F abajo), pero: (i) Aunque la diferenciación social sea un aspecto de la imagen, no
es la esencia o la definición de la imagen (ver más abajo). (ii) Esta propuesta incrementa la imposibilidad
exegética de la propuesta de Barth. Si es difícil que el escritor de Génesis identificara la imagen con la
diferencia sexual, es aún menos probable que él estuviera usando esa diferencia sexual como una especie de
sustituto de la diferenciación social en general. No hay nada en la Escritura que sugiera tal idea.26
4. ¿ES LA DIFERENCIACIÓN SEXUAL, UN ASPECTO DE LA IMAGEN?
Sí, porque todo lo que somos refleja la imagen de Dios. El punto no es que Dios sea hombre o
mujer, o ambos. Decir que nuestros ojos son a la imagen de Dios, recuerden, no quiere decir que
Dios tenga ojos; más bien es decir que nuestros ojos reflejan algo divino. De la misma manera,
nuestra sexualidad refleja atributos y capacidades de Dios:
(a) Refleja la creatividad de Dios, por la cual él produce hijos e hijas (Juan 1:12; Romanos
8:14ss; etc.)
(b)
El amor de un esposo para su esposa, refleja el amor de Dios por su pueblo (Ezequiel 16;
Oseas 1-3; Efesios 5:25-33).
(c)
La Escritura describe a Dios en términos tanto masculinos como femeninos, aunque la
mayor preponderancia de su imagen es masculino. Yo creo que la razón, básicamente, es
que la Escritura quiere que pensemos en Dios como Señor (Éxodo 3:14; 6:3, 7; 33:19;
34:5ss.; Deuteronomio 6:4ss.; cf. Romanos 10:9ss.; 1 Corintios 12:3; Filipenses 2:11), y
señorío en la Escritura, siempre implica autoridad.27 Puesto que en la perspectiva
bíblica, las mujeres están sujetas a la autoridad del hombre en el hogar y la iglesia,28 hay
cierta resistencia para hablar de Dios en términos femeninos. Nuestra necesidad actual,
en mi opinión, es tener una mayor apreciación del señorío de Dios y de Cristo.29 Por lo
que, en mi opinión, el movimiento de usar un lenguaje unisex o femenino con referencia
a Dios, es fundamentalmente equivocado desde la perspectiva bíblica.
5
(d)
Sin embargo, la sumisión misma de la mujer también refleja a Dios. Ver E (2) arriba.
Dios el Señor, no es tan orgulloso como para no ser nuestro “ayudante.” Cristo el Señor,
no se niega a ser un siervo. Las mujeres piadosas permanecen como modelos, a menudo
como reprimendas, para todos los que serían líderes (Mateo 20:20-28).30
5. LA DIFERENCIACIÓN SOCIAL
Como vimos anteriormente, Barth considera la “imagen sexual” como una especie de sustituto de
una “imagen social.” Él cree que reflejamos a Dios en las relaciones sociales.31 Por las razones
señaladas, yo rechazo la identificación de la imagen con tales relaciones. Los individuos, no solo
los grupos corporativos, están hechos a la imagen de Dios. Por otra parte, hay un aspecto social
de la imagen, porque la imagen contiene todo lo humano. En el Antiguo Testamento, Dios habla
como una pluralidad (Génesis 1:26; 3:5, 22; 11:7; Isaías 6:8), lo que puede reflejar su naturaleza
trinitaria, o tal vez más posiblemente, una “sociedad” o “consejo” celestial que Dios comparte con
sus ángeles (Salmo 89:7).32 El Nuevo Testamento revela a Dios mismo, como una trinidad, una
sociedad entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La tarea asociada con la imagen (Génesis
1:28) es una que nadie puede realizar plenamente como un individuo. A través de la Escritura,
Dios se llama a si mismo como a sus hijos, no solo a individuos, sino también a familias, naciones
e iglesias. Como las personas piadosas, las familias piadosas reflejan a Dios (Efesios 5:22-6:4,
nótese 5:1; 1 Pedro 3:1-7, nótese 2:21-25; 4:1, 13-16). Las naciones piadosas también reflejan la
justicia, la paz y la gloria del Señor,. Sin embargo esencialmente, la imagen corporativa de Cristo
en el mundo de hoy es su cuerpo, la iglesia. Nótese Romanos 12:4ss.; 1 Corintios 12:12ss.; Efesios
2:16; Colosenses 1:18, que muestra la colectividad de la figura del cuerpo en el Nuevo
Testamento.33
¿Un grupo refleja más a Dios que un individuo? Bueno, los grupos se asemejan a Dios de
maneras que los individuos no pueden por ellos mismos, por ejemplo, en tomar consejo juntos, o
en mostrar amor unos por otros. Aún la unidad de Dios es reflejada por el cuerpo colectivo;
nótese cómo en Juan 17 la unidad de los creyentes refleja la unidad de Dios Padre y Dios Hijo.
Sin embargo, los individuos en la Escritura a menudo reflejan la imagen de Dios, precisamente al
oponerse a un grupo, o una multitud. Los individuos, como hemos visto, sí llevan la imagen de
Dios (Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7; Colosenses 3:10; Santiago 3:9). Creo que no es de mucho
valor, hacer tales comparaciones. Dios es uno y muchos y es reflejado apropiadamente tanto por
grupos como por individuos.
II. Representación
Hemos estado discutiendo la imagen y semejanza; ahora veamos la imagen como una
representación. La diferencia entre la semejanza y la representación, equivale a las diferencias
entre la estructura y la función, y entre la naturaleza y la tarea.
Al igual que la imagen del rey Nabucodonosor (Daniel 3:1-6), las imágenes en el mundo antiguo, a
menudo representaban a aquellos cuya imagen contenían. La lealtad a la imagen era una forma
de lealtad a aquel representado por la imagen. De la misma manera, Adán representa a Dios en el
mundo. Él hacía la obra de Dios, pero bajo la autoridad y el señorío de Dios: la tarea de sojuzgar y
llenar la tierra (Génesis 1:28). Dios es el Señor, y Adán es el asistente de Dios o el vasallo.
Siempre he definido el señorío de Dios en términos de control, autoridad y presencia.34 El
“control” es que su obra se lleve a cabo “todo de conformidad al propósito de su voluntad”
6
(Efesios 1:11). “Autoridad” significa que él es el supremo legislador del universo, aquel a quien
toda la gente y las cosas deben obedecer. “Presencia” es la voluntad de Dios para estar “con” sus
criaturas de varias maneras. Él elige a la familia de Abraham para ser su pueblo. Él mora en ellos
en el tabernáculo y el templo. De hecho, él habita en toda su creación, de modo que nunca
podemos escapar de su presencia (Salmo 139:7).
Como señor-siervo, Adán debe extender el control de Dios sobre el mundo (“dominio” en Génesis
1:28). Él tiene el derecho de dar nombre a los animales, un ejercicio de autoridad en el
pensamiento antiguo (Génesis 2:19ss.; cf. 2:23; 3:20, donde él también nombra a su esposa). Y
debe “llenar” la tierra con su presencia.
Este mandato de dominio continúa después de la caída (Génesis 9:1-3). Pero los seres humanos,
aparte de la gracia de Dios, son incapaces de cumplir el propósito original de Dios de sojuzgar y
llenar la tierra para la gloria de Dios. Por tanto, Jesús proclamó la gran comisión (Mateo
28:19ss.), así como la orden de llenar la tierra y sojuzgarla, pero en este caso, por medio del
evangelio de la salvación de Jesucristo. Como evangelistas, somos en un sentido especial, los
representantes de Dios en la tierra (Mateo 5:14; 2 Corintios 5:20; Filipenses 2:14ss.).
Por tanto, la Escritura enfatiza las doctrinas de la filiación, adopción y herencia (Juan 1:12;
Romanos 8:14ss.; Gálatas 3:26ss.; Hebreos 2:10; 1 Juan 3:1ss.). En este respecto, el hombre y la
mujer comparten la igualdad, porque la Escritura no hace distinción sexual en tales cosas. De
hecho Gálatas 3:26 (“Pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús”) seguido por
dos versos con el famoso “No hay ni … hombre ni mujer…” Y, como ya hemos visto, tanto al
hombre como a la mujer por igual, se le ha dado el mandato original de dominio (Génesis 1:27ss.).
Entonces, vemos que hombres y mujeres tienen autoridad por igual. Pero ellos también están
bajo autoridad. No hay inconsistencia aquí. Jesús mismo es tanto señor como siervo. Un hombre
gobierna a su familia, pero él está subordinado a su jefe y al magistrado civil. Una mujer puede
tener legítima autoridad sobre sus hijos (Éxodo 20:12), su casa (presumiblemente incluyendo
tanto a niños como a sirvientes, 1 Timoteo 5:14), otras mujeres (Tito 2:4), en negocios (Proverbios
31:10-31), y la tierra como parte del cuerpo de Cristo (Génesis 1:28; 1 Corintios 3:21), aún (en
cierto sentido) sobre todos en su ministerio como profeta de Dios (Jueces 4:4; Hechos 2:17; 21:9;
1 Corintios 11:5, 10).35 Pero estos hechos no entran en conflicto con la regla de que una esposa
debe estar sujeta a su esposo en el hogar y a los líderes varones en la iglesia (cf. arriba, I.E.2).
Citando a Mateo 8:9, Stephen B. Clark observa acertadamente que el dominio propio a menudo
tiene su base en la sujeción a otros.36 Aún la autoridad de los profetas, sacerdotes y reyes en la
Escritura, está basada en su sujeción a la autoridad superior de Dios. Por tanto, al ser cubierta la
cabeza de la mujer (1 Corintios 11:3-16), un signo de sumisión, también le permite orar y
profetizar en público.
Resumen y conclusión
Hombres y mujeres por igual, están hechos a la imagen de Dios, aún en sus diferencias sexuales,
aún en sus diferencias respecto a la autoridad y sujeción. La razón es que la imagen de Dios
abarca todo lo que es humano. Tanto hombres como mujeres, reflejan a Dios y son llamados a
representarlo a través de la creación, ejercicio del control, autoridad y presencia en Su nombre.
7
Esta doctrina no es en absoluto inconsistente con la subordinación de las mujeres a los varones en
el hogar y en la iglesia. Todos los seres humanos están bajo autoridad, tanto divina como
humana. Su sujeción a la autoridad, así como su autoridad misma, refleja la imagen de Dios.
NOTA: ¿HABRÁ HOMBRES Y MUJERES EN EL CIELO?
La Escritura no aborda específicamente este tema, así que no debemos ser dogmáticos tratando
de responderla. Pero algunos principios bíblicos, pueden conducirnos en una u otra dirección.
Podemos estar inclinados a responder que “no” a esta pregunta, por la declaración de Jesús en
Mateo 22:30 de que los santos resucitados ni se casarán ni se darán en casamiento. En la
resurrección, las familia terrenales serán eclipsadas por la gran familia de Dios (cf. Lucas 20:36).
Sin embargo, yo me inclino hacia una respuesta afirmativa: (1) Aquellos que aparecieron después
de la muerte en la Escritura, siempre aparecen de forma similar a su forma terrenal (1 Samuel
28:11.15; Mateo 17:1-13; 27:52ss.; Apocalipsis 11:1-12). Yo supondría que los hombres
continuaron apareciendo como barbados (si es que usaban barba en la tierra), hablando con voces
masculinas. Este hecho parece apuntar al menos a una conjetura, de que conservaremos nuestras
características sexuales después de la muerte.
(2) Aún los ángeles (a quienes Jesús dice que seremos semejantes en la resurrección) tienden a
aparecer en la Escritura como hombres, y no cómo mujeres o como seres asexuales (Génesis 18:2,
16, 22; Josué 5:13; Hebreos 13:2).
(3) La resurrección corporal de Jesús también se asemejó a la forma que tuvo aquí en la tierra,
aún las heridas en sus manos y costado (Juan 20:25, 27), aunque su nueva existencia en muchos
sentidos es un misterio. En las apariciones después de su resurrección, no hay duda de que los
discípulos vieron una figura masculina.
(4) La sexualidad, como hemos visto, es parte de la imagen de Dios, parte de lo que ahora
significa ser humano. Es posible que esta apariencia, pueda ser reemplazada en la siguiente vida,
con otra clase de apariencia. (debemos recordar que “la imagen de Dios” cubre mucho terreno.)
Pero si perdemos nuestra sexualidad, ¿por qué no debemos perder también nuestros brazos, ojos,
y cerebro?
(5) Nuestros órganos sexuales y características sexuales secundarias, tienen además otras
funciones aparte de la procreación. Éstas también reflejan diferentes atributos de Dios y
expresan la variedad de la personalidad humana. Después de todo, el sexo no solo es la capacidad
reproductiva. Poniendo de lado los estereotipos, hombres y mujeres difieren en personalidad y en
la distribución de sus dones espirituales. El físico de una mujer piadosa a menudo sirve como el
marco adecuado de su personalidad, reforzando nuestra impresión de su humildad interior y
serena fortaleza. De igual manera para los hombres, mutatis mutandis. Creo que nos parecería
algo extraño que la personalidad de la madre Teresa se encontrara en el cuerpo, digamos, de
Sylvester Stallone, o viceversa.
Así que aquí está un débil voto a favor de la afirmación: Sospecho que seguiremos siendo
hombres y mujeres en la resurrección.
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Copyright 1997 Concilio sobre la masculinidad y feminidad Bíblica. (Council on Biblical Manhood
and Womanhood) Todos los derechos reservados.
Ni en Génesis ni en ninguna otra parte de la Escritura podemos encontrar un intento de definir el
significado de “la imagen de Dios.” Evidentemente el autor de Génesis estaba usando un concepto
familiar para sus lectores. Ciertamente los términos hebreos básicos para “imagen” y “semejanza”
eran bien conocidos, como lo indican otros contextos.
2 Comparar la diferencia en “Creado a la imagen de Dios” (Created in God’s Image) de Anthony C.
Hoekema. (Grand Rapids, MI: Eardmans, 1986) pp. 65ss.
3 D.J.A. Clines, en “La imagen de Dios en el hombre,” (The Image of God in Man) Tyndale Bulletin 19
(1968): 53. La preposición hebrea beth, a menudo traducida “en” es un “beth de esencia.”
4 Contrario a G. C. Berkouwer, “Hombre: La imagen de Dios” (Man: The Image of God) trad. Dirk. W.
Jellema (Grand Rapids, MI: Eardmans, 1962), pp. 56ss.
5 El conocimiento es una cualidad moral en la Escritura. Los pecadores rechazan el verdadero
conocimiento de Dios (Romanos 1:21-25; 1 Corintios 2:14). Ese conocimiento es restaurado a través
de la obra renovadora del Espíritu. Tal conocimiento es inseparable de la obediencia a los
mandamientos de Dios, 1 Juan 2:3-6.
6 John Murray, “Colección de Escritos, II” (Collected Writings, II) (Edimburgh: Banner of Truth, 1977),
p.40
7 Todos los cristianos llevan la imagen de Cristo desde el inicio de sus vidas con él (Efesios 4:24).
También hay un proceso de renovación por el cual Dios gradualmente y progresivamente los
conforma cada vez más a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18; Colosenses 3:10). El cumplimiento de
este proceso, la perfección de la imagen, tendrá lugar cuando Jesús regrese (1 Corintios 15:49, en
contexto).
8 Gracias a mi colega Robert B. Strimple, quien establece este punto en notas de conferencia inéditas.
9 Esta es la posición usual de los teólogos luteranos y la de G. C. Berkouwer. Ver Murray, Collected
Writings, para una encuesta de opiniones sobre este tema.
10 Ver la nota 5 sobre el conocimiento como una cualidad ética. Los incrédulos continúan sabiendo
que Dios existe, quien es él (Romanos 1:18-21) y lo que él requiere (Romanos 1:32); pero carecen
totalmente de ese conocimiento (= la relación con Dios) que produce la obediencia (1 Juan 2:3-5).
Para obtenerlo, ellos deben ser renovados por la gracia (Colosenses 3:10).
11 Lo que se ha llamado “gracia común” produce aún en los incrédulos, varios grados de conformidad
externa a las normas de Dios. Sin embargo, los incrédulos nunca llegan a alcanzar esa justicia de
corazón, por la que solo se complace Dios (Romanos 8:8); por tanto, Dios no les da crédito por tener
cualquier justificación o santidad. Ver “Gracia Común” (Common Grace) de Murray, en Collected
Writings, pp. 93-119.
12 Las observaciones exegéticas de Murray sobre estos pasajes son útiles; Collected Writings, pp. 3541.
13 En un sentido, desde luego, Dios no necesita ayuda. Pero él ha decidido llevar a cabo sus grandes
propósitos (aquí y en Mateo 28:18-20) por medio de agentes humanos, estableciendo así un patrón
que puede y debe ser representado en el nivel humano.
14 Gracias nuevamente a mi colega Robert B. Strimple (en sus notas de conferencia inéditas) por esta
reflexión.
1
9
Berkouwer, Man: The Image of God, pp. 67ss.
En este párrafo, estoy resumiendo el argumento de Murray (pp. 14-18). Para otras sugerencias
interesantes acerca del aspecto físico de la imagen divina, ver e Meredith G. Kline, Images of the Spirit
(Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1980).
17 James B. Hurley, “El Hombre y la Mujer en la perspectiva bíblica” (Man and Woman in Biblical
Perspective) (Leicester, England: InterVarsity Press, 1981), p. 172.
18 “Un Comentario de la Primera Epístola de Pablo a los Corintios” (A Commentary on the First Epistle
of Paul to the Corinthians) (New York: Harper and Row, 1968), p. 252.
19
Estoy de acuerdo con aquellos que dicen que “ayudante” no implica en sí mismo alguna
subordinación. Dios mismo es el ayudador de Israel (Salmo 30:10, RV60 etc.). Sin embargo, es
significativo que Eva fuera hecha después de Adán, con el específico propósito de ayudarlo. Eso no
puede decirse de la relación de Dios con Israel (o de la relación de Adán con Eva). Creo que ese
hecho, se encuentra tras las declaraciones de Pablo en 1 Corintios 11:8-9 y en 1 Timoteo 2:13.
Nótese también que en 1 Corintios 11:9 Pablo no basa su argumento en la palabra ayudante sino en
el hecho de que Eva fue hecha para Adán.
20 Leon Morris, “La Primera Epístola de Pablo a los Corintios” (The First Epistle of Paul to the
Corinthians) (Grand Rapids, MI: Eardmans, 1958), en 11:4. También James B. Hurley, “¿Requería
Pablo los velos o el silencio de las mujeres?” (Did Paul Require Veils or the Silence of Women?)
Westminister Theological Journal 35:2 (Invierno 1973): 205.
21 Incluso los reyes generalmente responden ante alguien, y aún los monarcas “absolutos” son
derrocados si no logran agradar a otros poderosos miembros de la sociedad.
22 Noel Weeks sabiamente reprende a muchos del movimiento feminista, por confundir la valía con
el poder dirigente. Ver su notable libro, “La suficiencia de la Escritura” (The Sufficiency of Scripture)
(Edinburgh: Banner of Truth, 1988), p. 137. El lector también puede encontrar útil leer “La Trinidad
en el Evangelio de Juan” (The Trinity in the Gospel of John) de Royce Gruenler. (Grand Rapids, MI:
Baker Book House, 1986), en el cual explora las relaciones de “deferencia mutua” dentro de la
Trinidad. No estoy de acuerdo con algunos de sus puntos, pero hay un gran estímulo aquí.
23 Karl Barth, “Dogmática de la Iglesia” (Church Dogmatics) trad. J. W. Edwards (Edimburgh: T. Y T.
Clark, 1958), III/1, pp. 184ss.
24 Kline, “Imágenes del Espíritu” (Images of the Spirit), pp. 30ss.
25 Barth, Church Dogmatics, p. 185.
26 Estoy de acuerdo con Stephen B. Clark en que “la noción es una preocupación moderna y no se
encuentra ni en la tradición cristiana ni en el Nuevo Testamento.” Ver “El hombre y la mujer en
Cristo” (Man and Woman in Christ) de Clark (Ann Arbor, MI: Servant Books, 1980), p.14.
27 Desde luego, también la Escritura enfatiza la masculinidad de Dios, contra el politeísmo y la
degradación de la adoración a la diosa pagana.
28 Ver otros ensayos en este volumen.
29 De ahí el título de mi serie de libros teológicos, “Una Teología del Señorío” (A Theology of
Lordship).
30 Por esta razón, difiero de la declaración de Hurley, que de acuerdo a 1 Corintios 11:7 “La mujer no
es la imagen de Dios o de Cristo, por cuanto ella es la gloria de su marido.” (Man and Woman, p. 173).
La imagen no es precisa, pero como ya hemos visto, una imagen nunca lo es. Creo que hay mejores
maneras de manejar el problema de 1 Corintios 11:7; ver mi discusión anterior.
31 Una declaración completa de la opinión de Barth, no puede terminar con su identificación de la
imagen con las relaciones sexuales o aún sociales. La última opinión de Barth es, como toda su
teología, Cristológica: la imagen de Dios es la creación del hombre “en Cristo” (ver Church Dogmatics
15
16
10
de Barth, III/1, 203ss.). Él se mueve, de la imagen como un reflejo de la Trinidad, a la imagen como
nuestra participación en Cristo. Como ya lo indiqué anteriormente, estoy de acuerdo en que hay un
aspecto Cristológico en la imagen: en la salvación, Dios re-creó a su pueblo a la imagen de Cristo. Sin
embargo, la visión de Barth, considera que todos los seres humanos están “en Cristo”
independientemente de su fe o incredulidad. Esa posición es en mi opinión, contraria a la Escritura, y
ciertamente no se encuentra en Génesis 1:27 ni en ningún otro pasaje bíblico que se refiera a la
imagen.
32 Kline ve la “imagen de Dios” como un reflejo de ese consejo en la tierra; Images of the Spirit, pp.
27ss.
33 La relación con la figura del templo, es tanto colectiva (1 Corintios 3:16ss.; 2 Corintios 6:16;
Efesios 2:21) como (yo creo) individual (1 Corintios 6:19).
34
Frame, “La Doctrina del Conocimiento de Dios” (The Doctrine of the Knowledge of God)
(Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed, 1987), pp. 15-18.
35 Hay diferentes opiniones en cuanto a la autoridad de la profecía del Nuevo Testamento. Ver a
Wayne Grudem, en “El don de la profecía en el Nuevo Testamento y hoy” (The Gift of Prophecy in the
New Testament and Today) (Westchester, IL: Crossway Books, 1988). Solo busco aquí establecer que
(a) hay mujeres profetas en ambos Testamentos, y (b), que la autoridad de la profecía, en cualquier
circunstancia que pueda encontrarse en la historia, se le atribuye a hombres y mujeres profetas.
36 Clark, Man and Woman in Christ, p. 171.
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