_ 92 - de radio, y todo el metal obtenido hasta entonces en fot•ma de sales ascendía a algunos centenares de gramos. Según Thorpe, todos los minerales que contienen uranio contienen también radio. En la mayor parte de ellos la relación del radio ai uranio es igual a la llamada "relación de equzlibrio", igual a 3,2 X 10-', o sea que por cada tonelada de uranio existen 320 ^miligramos de radio. En la "antunita", fosfato cálcíco uránico hidratado, que se encuentra en Francía y en Portugal, la proporción de radio es tan sólo de un 20-80 por 100 de Ia anterior, por no haberse estabtecído aún ^en el mineral el equilibrio radiactivo. Las forma-,. ciones geológicas antiguas contienen el radio en proporción ligeramente superior que en las formaciones más i^ecientes. El reconocimiento del radio por la medida extremadamente sensible de la emanación ha revelado la presencia del citado elemento en todos los minerales y rocas comunes y en los manantiales naturales, tanto calientes como fríos. Muchas de las aguas minerales más renombradas contien^en cantidades apreciables de radio o de emanación. LAS RADIACIONES DEL RADIO Y aquí tenc^mos a tres buenos seres (urano, radio y polonio) emitiendo espontáneamente - 9S --- unos rayos misteriosos, de propiedades verdaderamente extraordinarias, cuya relación no es de este lugar. ^, (aué clase de rayos son éstos? Nuevos estudios, resultantes de un esfuerzo científico en cada instante centuplicado, llegan a permitir la presunción de que los rayos de radio debían poseer algunas propiedades eléctricas, presunción que luego se confirma. Se descubrió, por ejemplo, que un electroscopio cuyas hojas de oro se hallaban separadas, por, estar cargadas de electr^cidad, perdían su carga rápidamente al aproximar una sal de urano al botón de contacto, lo que evidenciaba que la sal hacía conductor al aire (ionizaba el aire) y éste permitía el escape de la electricidad. Y llegan a más : a demostrar de un modo material e indiscutible que dichos rayos están formados por verdad•zros corpúsculos. Una pregunta más y vamos llegando ya a los límites de este período de descanso tomado. ^Qué masa tienen estos corpús^ulos? Extremadamente pe^queña; estas partículas son tan diminutas que, por de pronto, la determínación de su masa no pareció merecedora de crédito. Debía ser sólo, coma ya hei mos dicho, de de un átomo de hidró1.840 geno ; es decir, 1.840 de estas partículas, puestas en un montón, sólo formarían un átomo de hidrógeno. Pero esto no era posi- -94-- ble, por ser el hidrógeno el más ligero de todos los elementos y el átomo de hidrógeno el más ligero de todos los átomos. ^, Es que todavía había sustancias más pequeñas? 0 bien : ^ Se trataba, por lo que se refiere a estas partículas, de un nuevo elemento, de un elemento prirnordiai? Finalmente se consiguió también determinar la carga eléctrica de una de estas partículas, que no son otra cosa que las que hemos llamado electrones, y resultó de nuevo a;go sorprendente. Cuando un átomo de hidrógeno, que de por sí es eléctricamente neutro, es decir, sin carga alguna, se carga, esto es, se ioniza, entonces adquiere, sin que nunca se puedan observar cargas más pequeñas, la misma carga que el electrón, que en último término no es otra cosa que el átomo de electricidad. Ya en este estado las cosas no es diffcil concebir cómo se ha alcanzado con tanta seguridad el conocimiento de la estructura del átomo, que nos está ocupando. Más detalles ahora nos alejarían de la cuestión fundamental. Es hora de interrumpir el descanso y proseguir la limpieza de la nieve que figuradamente venfamos efectuando. EL NUCLEO DEL ATOMO Sabemos ya varias cosas sobre la exi^tencia de electrones, modo de determinarlos en